AMERICAN PIE. El Día que Murió la Música.

AMERICAN PIE

 “El Día que Murió la Música”

En el año 1972 Don McLean, compuso una canción que si bien lo quitó de trabajar para toda la vida, a mi pobre entender, eclipsó en cierta manera su carrera para siempre. Y eso, que después publicó 18 álbumes más; pero nunca volví a oír otra canción tan significativa compuesta por él.

(Cuando se le preguntó a McLean el significado de «American Pie», él dijo: «Significa que jamás tendré que trabajar otra vez».)

Desde aquel éxito, el estigma de la dichosa canción le precedía. American Pie era “La Canción” y este éxito, se transformó -sin él preverlo- en una especie de himno americano que traspasó fronteras y que perdura aún hasta nuestros días.

Canciones llevaba el álbum que contenía este tema -valga el ejemplo de “Vincent” una bellísima canción dedicada a Van Gogh- que sólo servían de comparsa al tema en cuestión y que era la estrella principal del repertorio que desgranara el autor en cualquier concierto que celebrase a partir de aquel momento.

Un estribillo pegadizo y repetitivo y una preciosa melodía; pero con una letra ininteligible para todo aquel que la escuchara fuese angloparlante o no. Esta, se transformó en una canción indispensable en el íntimo hit-parade de todo melómano que se precie.

El American Pie llegó a España y triunfó también.

No puedo sino recordar entrañablemente aquellos guateques setenteros bailando animadamente la canción de marras (que duraba ocho minutos y medio) y que servía de preámbulo para el baile pegado; para que, a continuación, las mozas descansasen sus codos separadores y dictatoriales sobre nuestros pechos al compás del Je t’aime moi non plus del susurrante Gainsbourg y de la jadeante Birkin. Aquella canción que tantos dolores de huevos nos proporcionaron a los inefables adolescentes machos de aquellos tiempos de oprobia represión sexual.

Fue en  aquella época, cuando mi buen amigo el erudito Jotapunto Rebuscá (el cual, tiene el detalle de dejar caer que -a veces- suelo ser motivo de inspiración para él) perfeccionaba su incipiente inglés traduciendo al castellano éxitos de la música anglosajona.

Así que tradujo y tradujo; y a fuerza de traducir aprendió a hablar un idioma -el inglés- que, si bien, le permitía comunicarse con las extranjeras que visitaban por aquella época la Costa del sol, no era en sí como muy ortodoxo; pues se podía soltar una frase que -a veces- en absoluto representaba lo que el quería significar.

Jotapunto se puso manos a la obra con el Bridge Over Troubled Water y… bueno… pues bien. Incluso se atrevió con el Blowin’in the Wind y mira.. Pues también bien!

Pero se le puso en el meollo el traducir literalmente el American Pie, y así lo hizo. Y cuando lo hizo y leyó la traducción, se le  quedó un poco la cara de haba.

Así que, cayó Rebuscá en ese desaliento sobre el que cabalga la apatía (sic) y abandonó el American Pie y se pasó a la música libertaria sudamericana que tantos éxitos le reportó sentimentalmente. Excepción hecha del Guantanamera en Oslo, que fue un fiasco. Un autentico desastre; aunque eso es otro “cantar”.

Pero el ponerse a traducir no solo literalmente, sino sacándole el significado “entrelíneas” que le dio el autor a American Pie, se transformó en un empeño y en una especie de empecinación que ahora por fin, al cabo de los años, ha logrado. O eso es lo que el se cree.

Porque, a mi pobre entender otra vez, Don McLean no tiene ni la más repajolera idea de lo que quiso decir con esa canción, de modo y manera que cuando se le pregunta el significado, dice…

Encontrarán muchas ‘interpretaciones’ de mi letra pero no les diré la mía… Lamento dejarlos a todos así, pero hace tiempo me di cuenta de que los compositores deben dar sus declaraciones y marcharse, manteniendo un silencio digno».

 

Es decir, que no tiene ni puta idea.

Ahora, Jotapunto Rebuscá, ha retomado el trabajo y ha deshilachado la canción.

Desmenuza el texto, y nos da a conocer metáforas que si bien, no se si al autor le sonarán de algo, si que por ello, debiera de estarle eternamente agradecido; pues le da un sentido culto, significativo y fidedigno a un texto que describe una época norteamericana que ya -pienso yo- quisiera haberle dado el propio McLean. Compositor del One-Hit Wonder de su vida.

Las referencias a Buddy Holly y a Dylan -me identifico enormemente, entre otras muchas cosas, con su analogía del bufón y Dylan- te da una nueva e inteligible perspectiva sobre esa canción que tanto bailábamos y que tanto desconocíamos lo que decía.

Leed este texto de Jotapunto Rebuscá. Os llevará a nuevas percepciones; a matices que aclarará los que el autor, supuestamente, quiso decir.

Documentado y discernido está desde luego. Y, por supuesto, la deuda que contrajo el traductor consigo mismo hace ya muchos años, ha sido hoy felizmente saldada.

Es un placer haceros entrega de este exhaustivo estudio. Como siempre una delicia de leer. Un privilegio que figure en “Colaboraciones” del Ateneo de este blog.

Jotapunto Rebuscá amigo desde los tiempos del Chevrolet. Un Rebelde buscando causa.

Aquí tenéis el documento:

El día que murió la música

Y aquí a Don MacLean interpretando American Pie el año de su consagración:

5 respuestas

  1. Siempre me ha gustado esta canción, y la verdad es que es la única que le conozco :S
    por cierto, me encanta el fondo que has puesto al blog, llegó el otoño !!! 😉
    Besos

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  2. A mí también me encanta el nuevo diseño. Y a ver si te apuntas a la próxima comida del Garitón. Besitos.

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  3. Y la foto nueva también me gusta más (aunque yo tengo otra estupenda de tí). Un abrazo.

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  4. Estaría de los más propio tocando su Gibson y la armónica encima de cualquiera de lo «Chevis» que salen en la foto y apacado em Time Square

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