SINFONITY. UNA DE MELENÚOS!

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SINFONITY

UNA DE MELENÚOS!

 

“A todo el mundo le gusta Vivaldi,

lo que pasa es que todavía no lo sabe»

A mi ya me la refanfinflan. A las apariencias me refiero. A esos condicionantes sociales que te obligan -a quien quiera, claro está- a aceptar vestimentas impuestas, indeseadas e incomodas. Y a mí ya, me la refanfinflan; a las apariencias me refiero, decía. Porque me viene ya de antaño eso de que “El hábito no hace al monje” o como decía un amigo mío: “El Hábitat no hace a la foca monje.”

Tengo que reconocerme una especial fobia a eso del traje o a la chaqueta. A ese ridículo convencionalismo de la “elegancia” implantada por las circunstancias. Aborrezco el ser un esclavo de las modas. De hecho, y para demostrar mi aseveración, carezco del llamado Traje de Chaqueta. Porque no me sale de los cohoness. Aunque, para que negarlo, tengo tres o cuatro obligadas chaquetas (amortajadas en sendas bolsas para trajes) condenadas a cadena perpetua; colgadas y desterradas en el ángulo oscuro de mi armario ropero y vigiladas muy de cerca, eso sí, por una guardia de fieles chaquetones y cazadoras.

Eso es lo que hay!

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Le decía yo el otro día a unos sobrinos míos, entre estertores producidos por la corbata, que el día que acudamos a los compromisos sociales ataviados de manera informal y casual, calzando zapatos Crocs®, habremos adelantado una barbaridad en este mundo de fastidiosa incomodidad dominado por los aspectos externos y el que dirán.

Y eso que, a los tíos, una chaqueta (impuesta para las bodas) nos duran un par de lustros bien pesados. Y si nos hemos cortado el pelo un mes y medio antes del evento, nos vale perfectamente; solo recortarnos nosotros mismos las melenillas que coronan las orejas. Ítem más: Si nos encontramos en el ágape con otro vistiendo la misma corbata, nos “suda el nípero” que se dice aquí por la parte de Sayalonga, y brindamos por la coincidencia y el buen gusto común. Chin!

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Pero una mujer… Una mujer…la pobretica…. Una mujer… Me callo!! A ver si un día os cuento mi “Teoría de la Isla Desierta” que va de pelambreras incontrolables en partes húmedas y  pubendas! Bigotes, cejas y patillas incluidas.

A lo que vamos: digo que el mundo de las apariencias, del aspecto estético, de la pinta, de la facha, de cómo queráis llamarlo, nos lleva muchísimas veces a la injusta metedura de pata. A la mas inaceptable desconsideración hacia alguien que no se rige por los cánones impuestos por los más afectados. Los cursis de toda la vida. Los enchaquetados que no se sabe si son adalides del buen gusto (que también los hay) o representantes de comercio.

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Que toca la guitarra… Que lleva el pelo por la espalda… Que viste pantalón tejano… y -Oh horreur- Que calza botas de cuero…resulta, sin lugar a dudas, que es un melenúo heavy que además de tocar la guitarra matando gatos, no se lava, solo bebe cerveza, y viola en su tiempo libre que es todo.

Ñoooresss… Ñoooreeess…. Ñooreees…No lo entendéis, ñoooreess; un poco de seriedad. Los Heavies sois los que pensáis así! Los que solo os fijáis en las marcas y en la vestimenta instaurada y constituida como formal, clásica y elegante. Y no os paráis ni un solo minuto en conocer a ese alguien, que posiblemente, leerá más, llevará una vida mucho más enriquecedora artísticamente y más plena que vuestros homólogos. Seguramente será muchísimo más libre. Más divertida su vida. Con toda seguridad.

Ahora unos guitarristas y bajistas melenúos, con barbas y con coletas, vestidos de cuero y vaqueros, se han reunido en una magnífica orquesta de guitarras eléctricas para ofrecer al mundo unas fantásticas versiones de Vivaldi, Holst y Falla en particular. De música clásica en general. Los que hayáis visto la película Crossroads de Walter Hill lo comprenderéis oyendo y viendo a Steve Vai interpretando a Paganini.

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En fin, mi amigo MAF desde el otro lado del Atlántico, me envía estos enlaces para que disfrutéis.

Antes, para poneros en situación, leed esta información:

Fuente: El Mundo.es

El vídeo mató a la estrella de radio. Internet acabó con la música. Los grupos actuales imitan a los de épocas doradas que ya no volverán. ¿Desde hace cuánto se escuchan este tipo de cosas? ¿Acaso la música no puede seguir sorprendiendo? «Como todas las artes, la música están en constante evolución», contesta Pablo Salinas. Este malagueño, compositor y pianista, es el creador de Sinfonity, una iniciativa única en el mundo, nunca antes explorada. Y en pleno siglo XXI, ojo.

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«Somos la primera orquesta sinfónica de guitarras eléctricas de la Historia», apunta con orgullo. «Nuestra intención es acercar la música clásica a la juventud a través de un instrumento tan contemporáneo. A todo el mundo le gusta Vivaldi, lo que pasa es que todavía no lo sabe», asegura. Aunque pueda parecer increíble, lo cierto es que Salinas y sus socios (una orquesta mutante, que suele estar integrada por 16 guitarristas de reconocido prestigio, pero que puede oscilar entre seis y 32) son capaces de reproducir tan sólo con las cuerdas de sus guitarras obras como ‘Las cuatro estaciones’ (Antonio Vivaldi), ‘The Planets Op.32’ (Gustav Holst), ‘El amor brujo’ (Manuel de Falla) y ‘Suite Nº3 BWV 1068’ (Johann Sebastian Bach).

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«Son piezas soberbias, delicadas e inspiradoras. Algunas románticas, otras exóticas. Todos esos sentimientos conseguimos reproducirlos con la guitarra, sin ningún tipo de ayuda externa. Cada miembro de la orquesta toca de un modo diferente para imitar la música de un violín, un piano o una flauta. Para ello, tenemos trucos, como poner imanes en las cuerdas y así imitar el sonido de un arco«, revela Pablo Salinas, que en los últimos 30 años ha trabajado con todo tipo de artistas, desde Karlheinz Stockhausen hasta Mike Oldfield, pasando por Jennifer Lopez, Joan Manuel Serrat y Joaquín Cortés.

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Cuenta este melómano («a los ocho años empecé a tocar el piano y a los 13 hice mi primera gira»), que el día del debut de Sinfonity no sabía cómo iba a responder el público. «Blanca Portillo nos encargó la banda sonora para su obra de teatro ‘La avería’. El 7 de julio de 2011 presentamos nuestras composiciones en el Festival de Mérida. La gente nos dijo que durante la actuación había cerrado los ojos y se había dejado llevar por la música. Tocamos sólo 20 minutos, pero fue un sueño».

Desde entonces, la formación ha depurado su técnica, multiplicando las posibilidades de la guitarra eléctrica y encontrando nuevos matices. Este viernes 30 de noviembre y el sábado 1 de diciembre el grupo presenta en Madrid, en el Teatro Fernán Gómez, su último espectáculo, que dura una hora y 15 minutos. «Somos muy optimistas, porque la gente está entusiasmada. Además, recientemente ha contactado con nosotros The Happy Valley Guitar Orchestra, una estupenda formación de Massachusetts dirigida por Peter Blanchette, que sigue nuestro mismo espíritu, el de actualizar las obras clásicas. El próximo año queremos grabar nuestro disco y viajar a Estados Unidos para tocar con ellos».

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Ahora… Oidlos. A los melenúos me refiero!

Estos son:

Una respuesta

  1. Leo y por fin escribo… Yo tuve la suerte de verlos… Geniales, impresionante… y lo mejor, españoles. Un gusto poder sentirse orgulloso de ese grupo de artistas…

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