Andrés Mérida.
Dentro y fuera del ruedo.
Uno, para que negarlo, tiene sus propias debilidades. Y una de esas debilidades, en materia de pintura, es el pintor gaditano-malagueño Andrés Mérida.
Conozco el trabajo de Mérida a través de un muy querido sobrino putativo que ejerce, a su vez, de amigo del pintor y de “arramblador” de su obra. Así que conozco esta, ya te digo, de primera mano. Porque he visto sus pinturas en casa del sobrino referido -y también en la de otro familiar- colgando de sus paredes.
Bien es cierto que soy/somos los Gorgonzola, unos entusiastas de la pintura taurina.
Si a eso, le sumas el notorio amor que siente este Father hacia la vertiente pictórica del surrealismo y hacia esa forma de retratar huyendo de los cánones establecidos, poco queda ya por explicar.
La serie dedicada a la Tauromaquia de este pintor, me parece sencillamente genial. Un jubiloso muestrario de colorido sobre el albero.
Lances y posturas toreras. Chicuelinas, verónicas y naturales. Complementadas con pases de pecho, capotazos y manoletinas. Ternas de espadas serios, patilludos, con Trajes de Luces brillantes y luminosos.
Siempre anhelé que Andrés Mérida tuviese su lugar en el“Ateneo’s Alas con Secuencias “ de este blog. Porque su presencia, dignificaría este lugar y, porque además -ya lo he dicho- es uno de mis pintores favoritos.
Por eso, guardo como un tesoro -colgado en mi Muro de los Afectos- un dibujo (huérfano de firma) realizado a ceniza y lápiz y que me fue regalado por el citado sobrino una noche que asalté su casa a punta de Matusalem 15.
Porque, aunque se sea contrario a la Fiesta Nacional -que yo, no lo soy en absoluto- no se puede dejar de admirar la belleza indiscutible y el colorido que el pintor derrama en cada una de sus escenas taurinas o en esa fantástica galería de narilargudos que conforman su camarilla de personajes y que sirven de seña de identidad de su pintura.
Me gusta observar detenidamente esas monteras toreras que son un segundo lienzo dentro del principal y a las que, ¡atención! se les debe de prestar el tiempo debido. Los guiños que hace a Vermeer, Botticelli, a Dalí o a Picasso.
Minotauros y toros de Tartessos. Los retratos singulares y estrambóticos del citado Dalí coronado por Gaudí; del Monarca enmonterado o La Gioconda cariacontecida; Van Gogh y Góngora. Todos alargados prodigiosamente hasta el límite del lienzo.
Toreros con golas. Princesas de Eboli aflamencadas que juegan con bailaoras ebrias, tristes y decrépitas. Picadores con sombreros de charro y saxofonistas aviados de castoreños. Cristos Crucificados y Yacentes; Vírgenes y Saetas dedicadas.
Asomos esporádicos a un Manhattan desde Brooklyn con yuppies cordobeses de Wall Street y gitanas caracoleadas coronadas de Libertad. Picoletos, obispos, damas medievales y toros a la luz de su propia Luna.
Todo un universo imaginario que hace muy atractivo – y aconsejable- el dedicarle un momento a cada una de las obras de Andrés Mérida. Por eso recomiendo que visitéis más reposadamente su página que por cierto es esta: http://www.andresmerida.com/es/
No dejéis de visitarla! Es un verdadero placer.
Y, porque es un placer observar la obra de este fantástico pintor, he elaborado esta presentación con imágenes robadas con la mejor intención del mundo. Aunque sea sin el permiso que, se me debe suponer, tengo de su autor.
Si queréis ver esta presentación podéis bajárosla desde aquí:
Que lo disfruteis!
Filed under: MISCELANEA | Tagged: Andrés Mérida Pintor, Andres Merida, Andres Merida paintings, Pintura Andrés Mérida, Pintura taurina |
Gracias por tus palabras Álvaro. Me ha encantado el analisis que desarrollas en tu blog.
Un abrazo y espero que pronto nos encontremos.
Me gustaMe gusta