PACO PEDRAZA.
“La Elegancia informal
y la Palabra”
“A Paco González Pedraza, amigo muy querido, le convienen por derecho propio, el mar y las intensidades de lo azul.
En más de una ocasión lo he visto en los amaneceres del Paseo Marítimo, una geografía que es parte de su pasión, limbado por el alboroto de gaviotas y pagazas piconeras. Paquito es un eterno muchacho mágico.”
(Rafael Pérez Estrada)
Dirían muchos que Paco Pedraza, tenía la facha y el porte debido del poeta. Yo añadiría que Paco Pedraza, tenía la planta y la distinción, la elegancia innata del gentleman inglés de weekend en Costwolds o en Worcestershire en plena campiña inglesa. No pocas veces me cruzaba con él y casi siempre vestía de forma casual: pantalones beige, chaqueta de Tweed con coderas de ante y chaleco debajo de esta. En ocasiones, pasaba del chaleco a la rebeca verde – siempre, cómo mandan los cánones- con el último botón de abajo desabrochado. La elegancia informal.
Conocía a Paco Pedraza (Francisco González Pedraza Sola 1943- 2009) desde mediados de los 60 cuando yo, de niño, salía acompañando a Jesús Nazareno del Paso como enlace -con mi querido hermano Jose Luis López Harras de Campanillero- y un Paco, barbudo por aquellos tiempos, que portaba a hombros el trono de la Virgen de la Esperanza siendo cabeza de varal.
Después, en los finales 70 -cuando yo ya estaba más crecidito, y él ya se afianzaba en una edad más adulta y literaria (la palabra)- solía cruzármelo por el centro de la ciudad, y cada vez, nos saludábamos cordial y amablemente. Siempre iba perennemente escoltado por su aroma propio y peculiar que era una extraña mezcla de olores de Lavanda Inglesa de Atkinsons y cualquier coñac -de edad y bota indeterminada- trasegado sin medida alguna en cualquiera de los bares decadentes que habituaba.
Alguna madrugada, también me lo encontré en aquel reducto tardío de bohemios crápulas y noctámbulos que era el Bar Málaga de la calle Santa María, entre vasos de vino blanco y tajadas de bacalao fritas al mediodía pero ya a esas horas frías y tiesas (aún deliciosas) como un muerto. (¿Te acuerdas Centeno?)
Paco, que adoraba el mar y el azul que éste proporcionaba a su ciudad, tuvo la desdicha y la mala suerte de morir en una bañera. Esa mala digestión que sorprende, y lleva al más allá, a los marineros cuando se sumergen imprudentemente en agua dulce jabonosa.
Este Viernes de Dolores por la noche, acudí a una improvisada velada en casa de mi muy querido amigo Miguel Ángel Cumpián que cumplía años. Uno y medio más que yo; es por eso que le debo respeto, consideración y -de vez en cuando- obediencia.
Atesora muchas sorpresas este literario amigo. Así, durante la velada, y en una conversación sobre mi intención de realizar algún día una entrada sobre Paco Pedraza, me proporcionó un impagable poema dedicado a él; a Miguel Ángel.
Con el valor añadido (por eso no transcribo el texto, sino que inserto la foto escaneada) de la tipografía de la época que te procuraban aquellas Olivetti Underwood de carro y palanca de retorno. Con correcciones hechas a mano, y la firma del mismo Francisco González Pedraza debajo de la fecha (Septiembre de MCMLXXXVIII) y también, la de Miguel Ángel Cumpián en el ángulo superior derecho, supongo que, como testigo de cargo.
Me pregunto, conociéndolos, que tipo de pacto entre caballeros se traerían estos dos pájaros entre manos.
Voy a indicar aquí “motu proprio” algo de su biografía, pero prefiero hacerlo con las palabra de otros.
Esta fue, «grosso modo» su vida:
Francisco González Pedraza:
Nace en Málaga en 1943. Gracias a su parentesco con el editor y maestro impresor Ángel Caffarena, se familiariza desde niño con las actividades editoriales de la imprenta Dardo (antes Sur). Y está en contacto desde muy joven con el grupo de poetas y tipógrafos que en la posguerra se esfuerzan en Málaga por continuar con la labor de Prados y Altolaguirre: Bernabé Fernández-Canivell, Alfonso Canales, Enrique Llovet, Jose María Souvirón, María Victoria Atencia y Rafael León, Rafael Pérez Estrada, Pablo García Baena, Vicente Núñez… Entabla con ellos amistad y de su mano publica desde los años 80 hasta finales de los 90 varias plaquettes y un libro de poemas: Por el Limonar. Edición Ángel Caffarena. Málaga, 1988. Publicaciones de la Librería Anticuaria El Guadalhorce; Íntimas Palabras. (Poemario). Málaga, 1993; Francisco González Pedraza. Cuaderno literario del Centro Cultural de la Generación del 27. Málaga, 1993, donde, con la generación del 27 al fondo, queda retratado el Sur como un espacio mítico en el que el amor y el mar dan sentido a la existencia.
A la dedicación a la escritura, hay que añadir que codirigió la colección de poesía Virazón y también su importante labor como gestor cultural, campo en el que merece destacarse su coordinación del prestigioso Premio de Teatro Enrique Llovet durante numerosas ediciones y su apoyo a los escritores malagueños en su etapa como Vocal de Poesía del Ateneo de Málaga.
Su obra está compilada en ‘Poesía completa 1988-1995’ publicado en 2008.
Fue Paco Pedraza, dice mi también amiga la poetisa Mariví Verdú, “ Un malagueño auténtico, un símbolo, un solitario, un amigo.
Este es el poema de referencia. Después, su poesía. Un lujo insospechado para este “Ateneo’s Alas con Secuencias” Gracias Miguel. Gracias Pelúo!! Gracias, amigo mío.
Este es el documento:
Y esta, es una muestra de su poesía. Que la disfrutéis!
# 01
Se anuncia en sus ojos
la tristeza
y unas lágrimas largas y sinceras
caen por el hermoso rostro.
Pongo yo mi mano debajo de
los párpados
y rozo lágrimas
y beso la frente ardida
del amado
# 02
Instantes.
Cómo podría dejar de amarte,
si te busqué por las esquinas,
por las últimas luces de la tarde
te busqué. Volvía a enamorarme,
porque te tuve -tierno instante-
entre mis brazos y ardidos
los labios amantes,
trascendieron la luz
que vino a iluminarte
# 03
El cuidadoso tacto
de la mano
que toca
que acaricia
que construye
deslizándose por el cuerpo
amado
Decisa llega
hasta el exacto vientre
y allí sosegada
descansa la otra mano.
# 04
Ven ahora. Es la hora precisa de la tarde.
Duerme, y que la luz de la ventana
ilumine tu cuerpo de ángel inmóvil.
Sueña ríos, mares, frondosísimos árboles,
que fecunden tu sueño,
para luego encantarte
Quédate así extendido
en la liviana luz,
apenas leve la cabeza en la almohada.
Sueña… Mientras ha entrado
de pronto una paloma
que se posa, tiritando, en tu pecho.
…///…
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