MALAGACUARELA. SUMA Y SIGUE…

(Eduardo Guille por Beatriz Taillefer)

Ayer, me volví a encontrar con mi viejo amigo Eduardo Guille en los pasillos del feudo de las ancianas flemáticas y cachazudas que es el Mercadona de la Avenida Juan Sebastián Elcano. Lo digo, porque como te toque en suerte una de esas provectas compradoras -que piensan que el pasillo es suyo y de nadie más- echas la mañana detrás de una de ellas en penosa procesión. Pues bien, en esa situación doméstica nos hallamos de vez en cuando  mi querido amigo y yo,  pues los dos somos diligentes amos de casa y apañados marmitones.

Ayer, no se dio el caso; pues sólo rubicundas y pizpiretas guiris, estudiantes de español, transitaban por las dependencias del súper aprovisionándose de brócolis, ensaladas de soja texturizada, queso tofu y alguna que otra botella de licor de detestable sabor y fatales consecuencias en forma de resaca. Que lo Cortés no quita lo Pizarro.

Le comenté a Edu la enorme aceptación que tenía su ultima hornada de dibujos Urban Sketchers.  La admiración que levantaba en extraños y conocidos. La enorme dificultad de elegir uno de ellos como favorito porque todos poseen la virtud del paisaje vivo y su  perfecta interpretación pictórica.

Cuando llegué a casa, volví a echarle un vistazo al último artículo que sobre sus trabajos callejeros hice a finales del año pasado en este blog. Y me di cuenta, que la técnica de Edu había mejorado notabilísimamente. Sus dibujos eran ahora -siendo excelentes los anteriores- muchísimo mas prolijos en detalles y también más precisos. Mucho más detallistas y delicados; dotados de un color y un manejo de la acuarela que realmente fascina al que se para tranquila y detenidamente a observar cada uno de estos rincones de Málaga.

Ya lo sabéis e insisto: No son trabajos para verlos apresuradamente.  Son para gozarlos .Disfrutando pausadamente de cada detalle y de cómo, con unos trazos aparentemente fáciles, se dota de vida y movimiento a la ciudad dibujada.

Nos dimos un abrazo, nos despedimos y quedamos a la espera de otra ocasión para vernos mientras deambulamos, diligentemente, por los dominios de las señoras insolentes y las vivarachas mocitas sonrosadas.

Estos son: