EL ANTIPÁTICO-GORRÓN.

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EL ANTIPÁTICO-GORRÓN.

Ya se ha escrito antes pródigamente, en este cuaderno de bitácora, acerca de dos de los personajes –a mi entender– más abominables y deleznables que existen en el mundo mundial: Las impertinentes y las siesos maníos. Hoy, cambiando el género –pues vamos a personalizarlo en lo masculino– nos vamos a referir a otro ejemplar, que siendo muy similar y análogo, difiere bastante de las dos prójimas que ya fueron, en su día, “huéspedes de honor” en este blog. Blog con vocación de servicio público hacia el resto de la humanidad y el universo mayormente conocido…

Hoy nos referiremos al antipático-gorrón. Al desagradable, enojoso e irritante antipático-gorrón.

El antipático-gorrón, ya lo he dicho antes, pertenece a la especie a la que le cuelga protuberancia en la entrepierna. Aunque también conozco alguna malaje o «singrasia», suelen pertenecer éstas a los dos tipos antes reseñados (impertinentes y sieso maníos); pero conocer alguna antipática, verdaderamente antipática, si me pongo a pensarlo y paso el filtro de la generosidad, no conozco a ninguna. O a casi ninguna. Bueno, a una.

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Pero antipáticos-gorrones machos alfa…Antipáticos-gorrones machos alfa, de esos conozco a varios. Y si a esas “cualidades” de lo seco, brusco y grosero, les añades las de la petulancia y la pedantería, el tacañeo y la avaricia, entonces pasan directamente a la categoría inmediata superior: el antipático-gorrón imbécil, pamplinoso y mentecato.

Conozco algún caso pertinente y adecuado; su «modus vivendi» suele ser el funcionariado.

Esa circunstancia laboral le permite al soplapollas, el creerse un escalón por encima del resto de los mortales. Si, además, el funcionario antipático-gorrón se protege detrás de una mesa, mostrador o ventanilla, ese amparo –que le proporciona salvaguardia y protección– lo hace aún más irritante, altanero y fastidioso. Un insoportable y endiosado estúpido. Además de cobarde y cagón, pues no sólo se ampara en esas barreras físicas (mesa, mostrador o ventanilla) sino también en ese poder omnímodo que se creen disponen, por cortesía del Todopoderoso, y que supondría –en el improbable caso de que ellos la dispensen– la solución a los problemas del solicitante.

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Los antipáticos-gorrones, tienen unas características especiales; y si ya de jóvenes suelen tener aspecto de lechuzas, cuando llegan a mayores son verdaderos búhos (o cualquier otra rapaz nocturna), pues suelen usar gafa pastas y sufren de ojeras debidas a la vida insana que llevan y a la insania de vida que soportan; por su indigno y agotador comportamiento y por su afán de sobresalir a costa de los incautos que caen en su trampa. Porque no se crean Uds. que ser un estúpido en toda regla, no tiene su trabajo.

El antipático-gorrón, suele ser persona culta y leída. Ilustrada y “escribida”. Tiene pues su estrategia preconcebida: Para medrar en la inexplicable sociedad que les ha tocado vivir, se alía a un líder de manada que le procura la complacencia forzada y el compromiso del resto del grupo. Se hace amigo de este y lo agasaja (cosa que no hacen con absolutamente nadie) y le dora la píldora y pelotea hasta la extenuación para conseguir el beneplácito del alegato, la exculpación y, por fin, la aceptación en la recua con lo que conlleva eso de fiestas, eventos y guateques en los que se atiborra «pour la visage» hasta el hartazgo.

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La infidelidad del antipático-gorrón es notoria, manifiesta e incuestionable. Pues su “amistad” siempre está condicionada por los vientos que soplan, y –si así le interesa– cambia de líder sin ningún reparo dejando al abandonado con tres palmos de decepción y una insoportable sensación de haber hecho el canelo y el maharón.

Folla poco o casi nada el antipático-gorrón. Debido a dos causas esenciales; la primera es que el acto carnal implica amor, cariño, amabilidad, cordialidad, cortesía, afabilidad, gentileza, agrado, amenidad, afecto, benevolencia, complacencia, sencillez y, por fin, simpatía. Y esas, son licencias que el antipático-gorrón no está dispuesto a conceder. De ahí su imperecedera afición al onanismo cuartobañero.

La otra causa simplemente es que su Doña, ante la ausencia de todo lo antes mencionado, cierra las puertas de la República Independiente de su Coño, y se conforma y se agarra al sempiterno dolor de cabeza, o al “No! qemestoy poniendo mala”.

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Suelen tener los antipáticos-gorrones –de ahí su característica gorrona– un buen colchón dinerario amasado –en cuenta distinta a la marital– como resultado de sus caudales sin consumir. Disfruta su tacañería hasta límites insospechados. La falta de generosidad y el uso y abuso del gorroneo, al final, les procura una vida solitaria y limitada socialmente. Solo compensada en su ánimo, ya te digo, con el dinero atesorado que su hijo único (suelen tener un solo vástago) tendrá a bien el dilapidar vertiginosamente cuando herede.

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Se dirán Uds. que el que escribe esto se está basando en algún conocido, verdad? Pues no! Se equivocan absoluta y plenamente. De pe a pa. Está basado en dos.

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Todas las ilustraciones de este post son obras de Laurie Lipton-

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