LA RESPUESTA FLOTA EN EL VIENTO

LA RESPUESTA FLOTA EN EL VIENTO.

 

 

Tengo que reconocer que mi Amigo el escritor Jotapunto Rebuscá me conoce  muy bien. Pues me describe con unos adjetivos que de ninguna manera le voy a refutar: Nervioso, intranquilo, impaciente, vehemente y, tambien, apasionado.

Porque es la pasión lo que me lleva a ese estado de excitación por ver el trabajo que se me ofrece -o se me ocurre- terminado con el agobio exasperado de la prontitud. Resolutividad lo llamo yo. Impaciencia los demás. Kelesdén!

El Summun de la intranquilidad; la prisa por ver el resultado que me imagino y que ya veo en mi mente, terminado y listo para entrar en la imprenta inexistente.

Asi, que no voy a desmentir al escritor amigo, porque todo, al fin y al cabo, es así; tal y como él lo cuenta. Por eso, por el gran respeto que me inspira, y por los cuarenta años de cabalgada juntos, voy a hacerle, por una vez ,y sin que sirva de precedente, caso. Casi caso.

Porque voy a insertar en este post que le pertenece, la primera entrega (el link a dicha entrada en este blog, de ahí lo de “casi caso”)  de La Moda de los Chochos Afeitados (1) para que compongan el “Todo” de La Respuesta Flota en el, Viento.

Después, a continuación, inserto los tres cortos relatos que configuran la totalidad de la mini tetralogía Boloniense.

Así, de esa manera cumplo su deseo, casi; y voy “Del Segno a la Coda” que es como él quiere que se haga.

Para terminar este alegato amigo mio, te vuelvo a decir que este sitio, es tu sitio. Cuando quieras volver a disponer de rincón privilegiado… Don’t Think Twice, Its All Right. No te lo pienses dos veces, está bien.

 

REFLEXIONES  BOLONIESAS

(D. S.. a coda)  

LA MODA DE LOS CHOCHOS AFEITADOS

Aquí:  https://fathergorgonzola.com/2011/09/18/la-moda-de-los-chochos-afeitados/

 

 

LA BATALLA DEL ESTRECHO

Que una marea se lleve a los especuladores
y que, a los asustaviejas se los coman los tiburones
.

                      Pasión Vega .Pregón del Carnaval de Cádiz, 2007


La  segunda reflexión vino tras pedir audiencia al Faro de Trafalgar, oteando las aguas en las que españoles e ingleses empataron en una  inútil batalla que perdieron los franceses cuando se fueron de rositas.

Pero la batalla del Estrecho que avistaba era otra.

Sólo la quinta parte de los 260 kms de la costa gaditana salvan el trecho que separa los faros de Punta Carnero y Cabo Trafalgar, allí donde la mar del Estrecho se redime en océano salpicando las arenas de Tarifa, Zahara de los Atunes y Barbate. Pero, pese a que tanta amplitud de línea costera, daría mucho de si para armonizar los entornos naturales con eso que llaman explotación turística -“resort” en la lengua de Drake-   el especulador  y el político ‘esperaolla’ ya apuntan, y disparan, sobre el maravilloso mundo de los parques naturales del Estrecho.

Disparan a matar. Atlanterra -menuda mierda- devora Zahara de los Atunes; las mareas de sicigias de Los Caños de Meca se achican cuando casi tocan los complejos hoteleros y turísticos de Faro de Trafalgar y San Ambrosio, lugar donde el delirio pretende construir ¡Un campo de golf! y así justificar decenas de promociones para turismo de calidad.

Malagueños y malacitanos dominan el tema.

Playa Bolonia se sostiene como último bastión. Todos saben que se salva de milagro. De milagro, gracias al Parque nacional y gracias también al ejército, propietario de parte del suelo; se trata de un suelo donde está taxativamente prohibido construir. Cádiz, con costa para dar y regalar, ha de comprometerse a evitar otro desaguisado y ganar la batalla de Estrecho

¿Resistirá?

La respuesta flota en el viento

 

LA CLAVADA

De la frase “ Venite ad me vos qui stomacho laboratis et ego restaurabo vos» («venid a mí todos los de estómago cansado y os lo restauraré») dicen que proviene la palabra ‘restaurante’; la ingeniosa frase, atribuida a un mesonero gabacho, de apellido Boulanger, sería incompleta en Playa Bolonia, donde deberían de añadir «y os pegaré una buena clavada».

Menudo arte se gastan en Playa Bolonia para clavar al personal.  No es que los precios sean altos…en Sotogrande; pero un discretito platito de almejas a 12 €, servido en un local afín a una ‘fonda de los años de la jambre’ y situada a un tiro de piedra de donde se capturan, raya un poco, la verdad. Pero admítase, y por eso se perdona, que es el peaje por la prohibición de edificar.

Merced también a dicha restricción se aprecia el ingenio y picaresca de los bolonieses (¿bolonianos?) seres capacitados para engendrar un exótico “resort”, gatuperio sin par de turismo rural y playa, en el que se habilitan aposentos hasta en los antiguos pesebres que alquilan al  costo metro cuadrado más caro de la zona euro.  Un ingenio que además da al traste con el problema del “overbooking”: los cuatrocientos habitantes de la pedanía  se ofrecerán gentilmente a cederles un cachito de sus casas.  Entiéndase ‘cachito’ en sentido estricto.

Lo de los pesebres es tan cierto como que asnos, caballos, gallinas, perros o vacas, con natural y espontánea placidez, bajan hasta el rebalaje. La vaca, de raza retinta, alienta a romper tópicos costero y por es razón atinan quienes incluyen carne en la comanda; su precio está más ajustado que el del pescado y la calidad asombra. Dado que en eso del ‘pescaitos’ a los malagueños y malacitanos nos ganan pocos,  la opción vacuna  arrienda las ganancias.

Proveerse de fruta viene de perlas para plantar cara a las inevitables, y siempre dilatadas,  caminatas al borde del mar.  Imposible calcular el precio, ya que siendo lo  usual adquirir fruta variada – melocotones, peras y ciruelas- el frutero la pesará toda junta en un improvisado cartucho que colgará, haciendo el paripé y mientras suelta cualquier tinguiterana ocurrencia, en una romana descatalogada cuando Plinio el Joven  era niño.

Esas caminatas playeras, surcando y profanando la finísima arena, con la silueta africana desterrada en el horizonte, eclipsan las clavadas.

Hacen que uno sienta que flota en el viento.

MONDRIGONES

Así llaman en  algunos parajes de ‘Cai’ a los maricones, o sea los “gays” de los países anglosajones y los maricas nacionales  de la globalización. Pero nomenclaturas al margen, la  reflexión boloniesa que trajo la pertinaz ventisca fue: ¿tienen estos señores algún tipo de venia para hacer lo que les venga en gana delante de los hocicos del personal?

En un ataque de fogosidad, dos moñas se enfrascaron en un kamasutra de parguelas – a tenor de lo visto las posturas de los bujarrones parecen sacadas del circo- obviando la presencia  de niños y por supuesto de mayores.  Fue por la zona de las pozas y aunque se distinguían veinte mil sitios donde echar un casquete lejos de indiscretas miradas, los muy guarros empezaron a  meterse manos y pollas justo en medio de la caleta, tal vez para divulgar lo antiestético que resulta a la vista un par tíos porculeándose.


Lo malo es que los que pierden aceite suelen estar cachas y aquel día los pocos que andábamos por allí no aparentábamos mucho. Pero como un padre es un padre, uno que jugaba con sus pequeños por el roqueo,  y a todas luces frito de aquellos asquerosos mondrigones, se le ocurrió plantarse a dos metros de la escena haciéndonos gestos discretos, pero ostensibles, para que nos acercáramos a echar un pitillo con él, Ni corto ni perezoso los que le entendimos nos acercamos y aquellos puercos  tomaron la de villadiego con  dolor de huevos entre las patas y sin decir esta boca es mía.

Aseguró uno de concurrentes, que algunos grupos de los «que le patinan el embrague» pactaban estas actuaciones para  espantar a la gente de lo que consideran ‘sus playas’- las toman al asalto de la guarrería pública- pero que en Bolonia les estaba saliendo mal la jugada; cada vez iban más familias y se estaban alejando a los Caños de Meca. Pues que les den.

Como siempre que se escribe sobre sarasas, llega el momento de exponer las innecesarias pero ineludibles  excusas a los homosexuales de la tierra, para aclararles que el autor dista de ser homófobo; que le importa un comino las inclinaciones sexuales de cada uno y que considera que las culturas  que dictan y mantienen leyes homofóbicas han de renunciar a denominarse culturas.  Pero que se percaten de que es su cómplice silencio, ante estos hechos, lo que provoca en parte el rechazo social hacia la homosexualidad, a la que se identifica con el  mariconeo y el guarreo,  y a los homosexuales con las locas carnavalescas que desfilan el día del orgullo “gay”.

   Coda

Alejados del tufo a sudor y Nivea de las tumbonas, de las  enfiladas sombrillas que estorban para  ver las olas, del tronar de las motos acuáticas, del rugir de las lanchas que tiran de parejas colgadas de un paracaídas y del repetitivo sonsonete de la avioneta de la que cuelga la pancarta de la actuación de la ‘pantoja’ de turno; alejados de las urbanizaciones a cinco minutos de tres campos de golf con sus treinta promociones incluidas  y sus fases I-II-III y IV,  de al menos cuatro  centros comerciales con incontables pubs, tiendas “kitsch” y real estate, for rent /sale, de otros cinco bloques de apartamentos y de los monótonos e inacabables paseos marítimos, los malagueños y malacitanos han reencontrado, en la vecina Cádiz, las viejas calas de marengos y merenderos  y aquella mar sobre la que no flotaba la asquerosa nata, que durante cuatro décadas deriva a merced del Plan de Saneamiento integral de la Costa del Sol.

Sometida a un saqueo sin parangón, casi la totalidad de los caso doscientos kms, de la costa malagueña han sacrificado su perfil originario, perfil bendecido por calas, dunas, cañas y atalayas erigidas por el levante y la ‘ponentá’,  a cambio de una mezcla  de cemento y bullicio en aras de un  desarrollo  apadrinado por el lado oscuro del negocio turístico.

Nadie como malagueños y malacitanos saben del poder de la amenaza que se cierne sobre el Estrecho. Tal vez por ello no sea cierto que escapen hasta aquellos parajes.

Tal vez acuden a defenderlos.

Aunque probablemente, perderán la guerra.

Como perdieron la suya.

O tal vez no.

La respuesta flota en el viento de Bolonia

Que sople.

Y con fuerza.

Que sople, y  con fuerza, el mejor aliado contra la codicia y los traficantes de espejismos.

Málaga a 20 de septiembre de 2011

(1) Depilados, como le reconviene mi amigo sonetista y nudista Luis ”Toro Bravo”. Este -Luis- usa barba desde siempre. Pues él se sabe que no hay nada menos autentico que un Toro Afeitado y mucho menos si está en la playa con el colgajo al relente y pendiente, de los chochos afeitaos. Perdón, depilados.