DE LA FIESTA DEL CINE… A LA ECONOMÍA DE GUERRA

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DE LA FIESTA DEL CINE…

A LA ECONOMIA DE GUERRA

 

Debo de confesar y confieso -completamente abochornado y avergonzado- que no iba  una sala de cine desde que acudí a ver la terrible y atrozmente mala película «Piratas del Caribe» Primera de las restantes malas partes.

 Y el motivo de ese abandono, lo achaco más que nada al tostonazo de película que me tragué y al pastón que me costó. (Aconsejo desde esta página a Johnny Depp que deje de trabajar con Disney -por muy rentable que sea- pues el papel de indio «Tonto» en la versión de El Llanero Solitario, tira para atrás desde el primer minuto del tráiler) Quédese por favor (el del Capitán Sparrow es insufrible también) con los papeles más “adecuados” y si entra en la temática de la fantasía y el entretenimiento, que sea  exclusivamente bajo las órdenes de Tim Burton, porfapliss.

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Hablando en serio. Así como el vídeo mató a la estrella de la radio, el DVD mató mi asistencia a salas de proyección; lo que los iletrados llamamos comúnmente «Cines». Cierto es que cambiaba la gran pantalla, el sensorround -o como se llame-  el ambiente mágico que te proporciona la oscuridad y esa intima comunión con el argumento (según sea la peli, claro)  por la comodidad del salón, el poder parar para mear y- sobretodo-por  lo económico de la cosa.

Pero hete aquí que, después de años de doloroso y voluntario exilio, vuelvo -tal  si fuese una tableta de Turrón El Almendro- al cine por casi Navidad.

 

 

La Fiesta del cine…

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La promoción de las empresas de distribución y proyección, acuciadas por problemas económicos debido a la enorme ausencia de público en sus sala, ha instaurado cada año unas jornadas económicas llamadas “La Fiesta del Cine” que, con el ánimo de atraer a éste, pone a la venta localidades a 2,90 Euros. Un precio magnifico para lo que acostumbran y que vienen muy bien en los tiempos que corren.

Yo estoy seguro que dado el éxito de afluencia, estarán –los empresarios- ciertamente proclives a bajar precios; porque si no, de lo contrario, seguirán abocados a disponer salas para ocho personas. Y no sé sí  (les cuesta lo mismo abrir la sala para ocho que para doscientas) les va a salir rentable.

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Tres han sido las películas que hemos disfrutado los Gorgonzola en estas felices jornadas:

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“Gravity”: Una película del “espacio”. Temática por la que tengo debilidad. Le hago también a Sandra Bullock una advertencia: que se preocupe más, igualmente, por coger papeles más “adecuados” y se deje de policías con aspecto de bollera  que acaban ganando concursos de belleza, y demás comedietas intranscendentes, y que se dedique a hacernos disfrutar con papeles como el de la astronauta Ryan. También al Clooney; que cambie Don George el careto de estar tomándose un Nespresso en cualquier papel que interprete. La peli muy bien. Me ha gustado. Aunque la cara de «masca chicle – controla situaciones» del Clooney, ya te digo.

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“Capitán Phillips”,  ha sido la segunda; una amena trama (propaganda militar  yanqui incluida) y un papel estupendo de Tom Hanks que -al contrario de Nicolas Cage, que siempre actúa de Nicolas Cage- elabora un trabajo tan sensacional como creíble. Muy bien Tomás!

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Y dejo para el final, la mejor: “El Mayordomo”. Una fantástica película donde a través de un mayordomo negro y su servicio para diferentes Presidentes de los States, narra la historia americana desde el prisma de la represión racial.

Las actuaciones son memorables. Unos magníficos Forrest Whitaker y Oprah Winfrey como principales. Pero también unos magníficos secundarios -imponentes los Presidentes Nixon (John Cusack) y Reagan (Alan Rickman); aunque al Eisenhower de Robin Williams, le estuve todo el tiempo esperando a que me pusiera cara de Popeye o voz de Pato Donald. Cosas del histrionismo.

En fin, una magnifica iniciativa cuyos precios  debieran de ser implementados todo el año. Más que nada para que las salas ganen dinerito y para que los espectadores acudamos sin mediar el atraco como guarnición a la  asistencia. Y de eso se trata ahora lo que viene; de…

 

La Economía de Guerra…

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Lo único bueno que ha tenido, y sigue teniendo, esta crisis galopante que nos ocupa, es que nos ha bajado a todos los pajaritos de la cabeza. Tengo una cuñada que emplea una palabra para definir a los pobres ilusos que nos creíamos lo que no éramos: Riquitos. Y es verdad; nos hemos creído riquitos.

Hemos (obsérvese que pluralizo, aunque muchos casos no sean los míos) comprado casas con hipotecas inasumibles, coches de alta gama que nunca hubiéramos soñado. Viajado por encima de nuestras posibilidades, comido y cenado en platos cuadrados de pizarra y patédefuá a tó meter, y para rizar el rizo, cuando hemos ido al cine, hemos pagado una fortuna por la salidita con la familia.

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Pongamos por caso: Hace unos años -a mí me gusta ir al cine en familia- las entradas me salían por 24 euros; los refrescos 8; las palomitas, 12; dos chocolatinas, 6 más. Después ante la petición lastimosa de los gorriones, acudíamos al McDonald’s -en el  mismo centro comercial donde estaban ubicados los cines- para saciar el hambre con 27 euros en McMenús. Si a eso le sumamos gastos inherentes al desplazamiento y varios imprevistos. Salía le peliculita de los cohoness por un huevo de la cara: 90 Levros; que si te ponías a pensarlo era quince mil de las antiguas.

Pero no importaba!!! Éramos riquitos. Tus huevos Zapatero!!!

Hoy, las cosas han cambiado una barbaridad porque nos hemos dado cuenta de la demencia despilfarradora que vivíamos. Y, no ha habido más remedio, se ha vuelto a los orígenes. A esos días en los cuales se acudía al cine con bocata de la casa propia y se comías pipas a troche y moche adquiridas en el carrillo de la esquina. Además, si se me apura, las palomitas de hoy son de un insípido que tiran para atrás. Igual dan que sean palomitas que puñados de paja; solo saben -en el mejor de los casos- a sal.. No sabéis como añoro el sabor a maíz de las primeras palomitas  -rosetas se llamaban entonces- del Cine Victoria.

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Hoy, insisto, ha calado profundamente el ambiente de economía de guerra en nuestras entendederas. Esos tres últimos días, he comprobado cómo muchísima gente, acudía a las salas pertrechados de bolsas que contenían, refrescos, bocatas, chocolatinas, y palomitas de microondas. El último día hasta pizzas metidas en fiambreras!!!

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Nosotros mismos, llevábamos sándwiches, y latas. Tan solo nos permitíamos algún agua y un recipiente mediano de palomitas insaboras. El tercer día, hartos de sosería insípida, también nos llevamos un paquetón de Doritos;  con lo cual, la economía familiar, se beneficiaba aún más.

Así que visto lo visto ya sé lo que me voy a auto regalar para los próximos Reyes Magos: Una cesta de Picnic. Con dos cojones. Que está la cosa mú mala. Y lo que te dan a cambio de buenos dineros, peor que peor.

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