Hoy Es el día del libro. Y la onomástica me ha dado que pensar. Conozco gente que jamás se ha leído un libro. Nada que reprochar. Bueno si, queda el reproche de lo que se están perdiendo; pero ese es su problema. Se pierden el viajar. El viajar a través de la palabra ajena a lugares insospechados, desconocidos; vivir aventuras y mundos personales, protagonizar situaciones que, reales o ficticias, nos hubiésemos perdido de no haber caído en nuestras manos el tocho en cuestión. O al menos, haber tenido la inquietud de ojearlo. Pero, bueno, eso es una consideración. No es el fin de esta exposición.
Viene al caso porque estuve reflexionando que es lo que lleva a una persona a ser lector habitual o no. Y de ahí, me vino al magín como empezó mi afición a la lectura.
DE TEBEOS, COMICS Y SUPERHEROES.
Hay un trayecto, una ruta trazada en mi vida, en relación con las letras escritas y los dibujos.
Empieza a la edad aproximada de seis años, deduzco la edad pues a la edad de los ocho,m mudé de casa y queda en mi mente esa “partición” en mi vida. Empieza, sigo, con los cuentos troquelados, que sin saberlo, me introducen en el mundo de Don Carlos Perrault de los hermanos Grimm y Hans Christian Andersen. Llega a mi vida el color y el olor; y si se me aprieta mucho, el sabor del cartón derretido por los bocados que infligía a los sufridos cuentos.
Viene después el entrañable y afamado TBO (Qué le da nombre al formato) y continuamos después con las historias de El Capitán Trueno, El Jabato, El Guerrero del Antifaz, El Cachorro… y tantos héroes nacionales que me enseñaron a aprender, por ejemplo el significado de la palabra Almadía (Una balsa de madera ,si no estoy equivocado). O Bajel, que a esa edad como que no sabía, ni hoy aún, donde emplearla adecuadamente.
También aprendí exclamaciones de sorpresa (Sapristi! Cáspita!) como las que decía el inefable ayudante del ínclito Roberto Alcazar: Pedrín. Supe distinguir la diferencia entre lo maciza (si, a esa temprana edad) que estaba Claudia -la novia del Jabato- en contra de la noña y estrecha -en lo referente al restregón sexual- de la aguerrida doncella Reina de Thule Sigrid, que tantas calenturas y noches de insomnio, debió de provocar al pobre Capitán «Pajillero» Trueno.
Todas estas lecturas procedían de los tebeos atesorados por mis hermanos mayores y que desgraciadamente se perdieron para siempre. Voto a brios!. Santiago y cierra España!. Nunca entendía donde guardaba Santiago las llaves. El Alatriste en Breda muchos años después, me aclaró el significado del grito.
Un primo mio, me proporcionó mi primer encuentro con Tintín. Mi primo, en realidad sobrino, Pascualón. Durante unas épocas viví en casa de mi Tía Lourdes, en un paradisíaco sitio en el centro de Málaga llamado La Cañada de los Ingleses. Dormía en el cuarto de vacaciones -y retiro de su cátedra madrileña- de mi Tío José María; en una casita independiente llena de estanterías atiborradas de libros y llenas también de escarabajos, ciempiés e insectos varios que llegaban a instruirse procedentes del monte.
La de miedo que habré he pasado esas noches en la mas absoluta oscuridad. Y cuando digo absoluta..era absoluta. Solamente se compensaba por un ansiado amanecer lleno luz, los cantos de los pájaros y el olor perenne de los eucaliptos, de los pinos y del pan tostado con mantequilla Lorenzana y el Nestquick ardiente que todas las mañanas me preparaba mi queridísima Tía Lourdes.
Con el primer libro de Tintín que leí en mi vida -y que sigue siendo uno de mis preferidos- El Asunto Tornasol, aprendí (de memoria) los trazos de lo que mas tarde los eruditos llamaron La línea Clara. Pues me quedaba embobado un buen rato admirando todos los detalles de cada una de las viñeta.
Había un personaje llamado el Marques de Gorgonzola. De donde saque mi Nick. También pensé en Haddock, pero este tenía una afición desmedida al whisky Loch Lomond y lo deseche para evitar malos ejemplos. Aún conservo los libros de Tintín con los lomos de tela (algunos con las señales del paso del tiempo) y varios son primeras ediciones. Vinieron después los Pumby, Jaimito, DDT. Tiovivo y seguía con el TBO que me dieron a conocer entre otros a Benejam y a Coll. A Escobar y a Ibáñez, Y a muchos maestros más del trazo. Los inventos de Profesor Franz de Copenhague!
Decía antes, que en esa época me mudé. El Portero de mi casa, Felipe me acuerdo que se llamaba, tenia bajo su cama un tesoro, digo bien: tesoro, en forma de ejemplares originales de la colección de superhéroes Marvel.
Spiderman, Dan Defensor (Daredevil se llama hoy) los 4 Fantásticos y La Patrulla X, Kelly Ojo Mágico, (uno de mis favoritos y nada conocido) Namor el Hombre Pez, Estela Plateada, Zarpa de Acero… No me olvido de La Masa… Que mutantes mas molones. Tenía interminables conversaciones con Felipe, el cual se asombraba de que un chiquillo se supiese de memoria los relatos y personajes de las aventuras que el guardaba indebidamente en una caja de cartón debajo de la cama. Enorme y plana caja. El trasiego de libros prestados era interminable. Un aciago día me comunico que Dolores ,su mujer, había derramado un cubo lleno de agua sucia tras barrer la portería que habitaban y se estropearon.
El rebote que cogí fue chico. No imaginaba que esos ejemplares no estuviesen debidamente ordenados en estanterías a salvo de riadas inoportunas. Al cabo del tiempo, comprendí, que Felipe y Dolores, no solo no tendrían estanterías sino que además, lo mas probable, es que esos tesoros los hubiesen vendido en las tiendas de compra y venta que pululaban en esos tiempos y a la que acudían gente de las que en aquella época se les denominaba «sin posibles». Podría haberlos comprado yo? Me imagino que no, pero hubiese sido una magnifica inversión. Sin duda.
Quedan los superhéroes, por el momento en segundo plano, Volverán con ímpetu renovado.
Y llegan los libros de la Colección Historias.
La Colección Historias tenían un particular formato. Primero, el libro iba con una funda a todo color cuya primera característica consistía en un lomo con fotos de primer plano de los principales personajes de la historia y su nombre debajo. La otra particularidad era que, una página era solo texto, la de la izquierda y la de la derecha era el mismo texto resumido pero en viñetas. O al revés.
El perfecto tránsito de los “muñequitos” a la letra pura y dura. Así que cuando los dibujitos eran mas interesantes de lo habitual, siempre se podía acudir al texto para complementar la trama con todo lujo de detalles. Esta colección me animó a conocer al Nemo de Verne y al Gulliver de Swift. Al Robinsón de Defoe y al Sandokán de Salgari ; el Sherlock de Sir Arthur y las noches de miedo debido a la pluma de Edgard Allan Poe.
Llega la época de Asterix y Obelix. Cada tomo que sale es un acontecimiento. Y aprovecho las salida de mis padres a sus partiditas de póker con los matrimonios amigos, para sablearlos y comprarme el ultimo tomo. Lucky Luke. Iznogud.
Todos estos tomos, originales, aun los guardo junto a los Tintines como un preciado tesoro.
Completado el tránsito a la letra entera. Peero…los dibujitos me siguen fascinando y formando parte de mi vida lectora. Los 70. Ocupan mi tiempo Mafalda con Felipe, Manolito y Susanita acompañan al Forges y Ceesepe. Al Ops y al Chummy. El argentino Horacio Altuna y sus tristísimas Puertitas del Sr. López. Roberto el Carca de Pamies…
Pero fíjate que llegan los 80 y siguen entrando en mi vida las viñetas de manos de la psicodelia y demases. Los 70 y los 80 con Robert Crumb hicieron mella en mi. Las Chicas de Crumb, El gato Fritz, el magnifico Mr. Natural y ese mantra tan absolutamente divertido que proporcionaba al coñazo de turno: «Oh! Ket ontos oy».
Llegan Richard Corben y Moebius, el alter ego de Jean Giraud, autor del Teniente Blueberry. Colaborador en el diseño de filmes tales y como Tron, Alien y mi adorada Blade Runner, entre otras obras maestras.
Los Freak Brothers de Gilbert Shelton. Empieza la compra masiva de unos cuadernos ilustrados que no solo me provocan risas y fantasía, sino que además intervienen de forma ruinosa mi bolsillo.
Me hago con las colecciones completa de CIMOC y de Cairo. Comix Internacional. 1984. Me estoy arruinando poco poco. Tótem. Llega Metal Hurlant ( Heavy Metal se llama en los States), Una colección de los Humanoides Asociados que guardo como un tesoro.
Carlos Gimenez me traslada a la postguerra Española con su terrible serie “Paracuellos” y con Barrio.
Pasan los años….
Muchos, muchos años mas tarde, mi vena comiquera vuelve con renovados bríos y con la adquisición de ediciones facsímiles de El Capitán Trueno, El Jabato, El Guerrero del Antifaz, la Hazañas Bélicas de Boixcar así como algunos ejemplares originales con las aventuras de Carpanta, La familia Cebolleta, Gordito relleno, Zipi y Zape (que nunca me gustaron) y sobre todo joyas impagables como son La Familia Ulises, y Las aventuras de Eustaquio Morcillón y Babali. Las dos de Benejam. A Mortadelo lo dejamos. Aunque solo un titulo ya vale la fama de F. Ibáñez: Valor, Y … Al toro!!!. Divertidísimo.
Esta serie de lecturas configuraron mi actual predisposición a ser lector habitual. He tratado de inculcar el placer de la lectura a mis dos hijos. Y aunque he tenido un cierto éxito con Cristina, con Cigalowsky , me ha sido imposible implementarle la afición debido a la desigual batalla… Internet ha ganado la guerra.
Bueno…esto ha sido una especie de biografía literaria del que suscribe. Espero que el coñazo no haya sido de importancia. Aunque mucho me temo que si.
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¿ No pasaste por las aventuras de Guillermo ? Uno libro de color rojo granate.
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Los viejos héroes de papel nunca me dejaban solo. Siempre les estaré eternamente agradecido, sobre todo cuando tuve que guardar reposo durante dos meses y me acompañaron todos los días junto a mis padres, mis abuelos y.. la radio.
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De ellos se me contagia todavía el «non sense» anárquico de mi Palabreo de Lujo.
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Estupendo relato a través de las etapas fascinantes en la lectura. Favorecido desde temprana edad con tantos tesoros a la mano. Empecé tarde (una vez con algún poder adquisitivo y tiempo), pero comparto el gusto por mucho de lo que has leído y algo más (o al menos eso creo).
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