JOSE LUIS ZAMBRANO
Algunas personas, están tocadas -en lo estético- por la mano de Dios. Pues lo mismo pintan que dibujan, diseñan o esculpen.
Lo mismo manufacturan preciosas formas en un horno a temperaturas inverosímiles, que realizan joyas o increíbles abalorios; o, también -para no quedarse atrás- se acogen a los nuevos medios y hace fantásticos trabajos pictóricos con ayuda de programas como PhotoShop. Tocar todos los palos, que se llama.
No ha sido difícil hacer esta nómina de cualidades y de especialidades artísticas, pues todas se dan en mi amigo Tato, y tan solo he tenido que recorrer mentalmente sus trabajos para citarlas aquí detalladamente.
Conozco a Tato desde finales de los setenta… Hace tanto tiempo ya, que me resulta difícil pensar en mi vida si que el haya asistido, como figurante, en alguna de las etapas que han constituido ese periplo vital.
Pongamos que hablo de treinta y tres años, que no es otra cosa que la edad de Cristo. El hijo de Aquel que le tocó con la mano que decíamos antes.
Así que, sin temor a equivocarme, podría decir que llevo con Tato toda una vida. Una vida compartida de amistad, de aprecio y de apego; de viajes, de música y de fiestas. De un sin par número de agradables circunstancias comunes. Menos cuando se enfada, que entonces… Entonces se transforma en un cabrón malhumorado con pintas. Como todos.
Tato, en realidad es Jose Luis Zambrano; un artista completísimo que- como he dicho antes- se maneja con una innegable maestría en todas estas disciplinas.
De algunas de ellas tengo representación física -por su generosidad- en mi casa. Un pastel sobre papel que me regaló una noche eterna e inacabable en su casa de Torremolinos. Esa noche que decidimos saludar al sol -con la boca ya seca- a fuerza de charlas infinitas. Con los hermanos Cereal, por cierto.
También, ya hace un millón de lunas, me hizo una caricatura en barro- que desgraciadamente se rompió, pues tenía como columna vertebral una cuchara de café y además, no estaba cocida.
Volvió a realizarla hace unos meses y me la regaló no hace mucho una noche que vino a mi casa a cenar con su espléndida costilla. Guapísima Victoria.
Dos regalos que atesoro en mi casa y en el lado derecho de mi corazón. Ese que está mas dentro aún si cabe, porque guarda las cosas valiosas.
Tato domina -ya lo he dicho- muchas habilidades artísticas.
Tiene además unas series -a pinturas nos referimos- que poseen, innegablemente, una formidable esencia.
Ha realizado una que a mi, especialmente, me fascina. Una serie de trabajos realizados con Photoshop y que tienen como principal protagonista a Marruecos. A nuestro Marruecos.
MARRUECOS VISION, se llama.
Y a mi, me conmueve. Porque, como soy un enamorado de esa tierra, reconozco en estas imágenes, muchas cosas: la luz por ejemplo. Las distintas y siempre seductoras luces de Marruecos.
Porque sus trabajos, tienen la luz añil y turquesa de Chefchaouen. La cálida y ocre de la Kasbah, de las dunas y del desierto. La luz verde, blanca y luminosa de Asilah. La de la espuma que se rompe a los pies del cementerio muyahidin junto al espigón de la medina de esta ciudad de artistas. Otra vez mi querida y ensoñadora Asilah.
También reconoces en su trabajo, si sabes hacerlo, las geometrías coloristas de las alfombras. Visitas de nuevo las medinas llenas de colores y, extrañamente, vacías de gente. La de Tetuán, la de Marrakech o la de Tánger.
Reconoces Marruecos a borbotones de té azucarado hasta el almíbar; con el regalo añadido de mil avispas no invitadas. Chuparquías de miel, almendra y sésamo.
Hay Palacios y playas. Tenerías y azulejos. Oyes, otra vez, cantar al Muecín llamando a la oración.
Se huele la canela, el comino y el jengibre; el pan recién hecho. Saboreas el azafrán, la cúrcuma y la menta. Esa mantequilla vendida en la calle sobre hojas de moreras… El cus-cús y la harira. Y el tajine de verduras sin pollo (como él sabe que a mi me gusta).
Esos mismos platos que a veces me prepara -en un horno de carbón- en su mirador reservado entre montañas, como si estuviésemos arriba en el minarete de la plaza Uta al-Hammam de Chaouen.
Todo esto nos muestra Jose Luis Zambrano, Tato, en esta serie que ahora presento y que me ha permitido elaborar para él en Power Point.
Aunque -el lo sabe- que en realidad lo he elaborado para mi.
Una paleta de colores y de sabores. De olores y de miradas hacia un país que tanto él como yo amamos. Un país que Alá sabrá cuanto le queda para perder esa esencia que tanto nos gusta.
Si queréis bajaros este trabajo de Jose Luis Zambrano, podéis hacerlo desde aquí:
Seguro que lo disfrutaréis.
Mientras se baja, distraeros con esto
Filed under: MISCELANEA | Tagged: Asilah, Jose Luis Zambrano pinturas, Pinturas Marruecos, Tato Zambrano, Zambrano Moroccan paintings |
Que linda descripcion de Tato y sus trabajos!!!
un saludo a los dos!!!
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