AURORA

AURORA

A Aurora – yo lo sé a ciencia cierta- le gusta caminar descalza por el suelo de mi casa. Como flotando. Sintiéndose parte de ella a través del tacto que sus pies desnudos le procuran. Aportando, sin pretenderlo, ternura a la firmeza elástica y acomodaticia de la madera.

Tiene Aurora, la mirada limpia y transparente; la boca fresca y ágil. Esa misma que calma la sed más ávida, deseosa e incontenible del momento exacto. Tambien, la que puede producir un torrente de palabras que hace que una película dure nueve horas a base de pausas cada veinte minutos.

Aurora, vuela libre a través del cielo para anunciar la llegada del Sol. La retirada de la Luna. Y aparte de eso, Aurora es una amiga muy querida. Es consorte putativa, téngase en cuenta, de uno de mis mejores.

Comparto con ella estimas, no pocos vicios inconfesables, y las necesidades exclusivas de los amigos… Y además, convivimos – y disfrutamos- con la enjundia insaciable de la conversación sin fin. De la verborrea perenne y duradera. Porque a los dos, siempre a los dos, nos interviene el temor a que la velada acabe antes de ese tiempo que solo nos pertenece a pocos que es el eterno. El que no tiene fin.

Sólo la indoblegable y firme sugerencia del anfitrión, y el ahogo en los inevitables efluvios de la noche, consiguen acabar con el momento y predisponernos para abandonar la plaza con la dignidad que se nos supone. O que debería suponérsenos.

Cuando la Aurora llega (no es una canción)…Cuando la Aurora llega, aparece casi siempre de súbito; inesperada y repentinamente: Saltamos Santa y yo al verla como un resorte para poderla estrechar entre nuestros brazos. Con ese abrazo tierno, cercano e inabarcable que procura su cálido cuerpo. Y el nuestro, porque no decirlo también.

Sabemos que ella nota ese cariño; más que nada, porque así nos lo ha dicho repetidamente. Y porque, aunque no lo hubiese hecho, tampoco habría hecho falta. Hay cosas que se notan solo con mirarse cara a cara. A los ojos directamente.

A Aurora le gusta caminar por el suelo de mi casa. Sintiéndose parte de ella, ya sabéis. Aportándole terneza y mimo a la rigidez de la madera, también lo sabéis. Aurora es dulce néctar que apaga la sed. Aurora es una granadísima, (no es un error sintáctico) y fantástica amiga. Así que aquí lo escribo y le doy  asiento en butaca de patio en este Blog: Porque la queremos y, porque en los principios de los tiempos se lo prometí, y ya era hora de pagar mi deuda. Los Gorgonzola, siempre pagan sus deudas. Y que los Lannister me perdonen la indebida apropiación del lema.

3 respuestas

  1. Father no hacia falta pero me ha dado mucha alegría. Ay!!! que os quiero. Gracias, me encanta!!!!!

    Me gusta

  2. Que bonito!!!

    Me gusta

  3. que tiempos aquellos

    Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: