LOS TRES CABALLEROS
Buenoooo….. Esto ya se ha acabado. Seis entregas de poemas y una historia de soldados. Que no es poco.
Hemos llegado al final. Por lo menos del material que yo poseo y que me fue entregado con la reticencia de las lobas centenéreas. Ya solo me queda la recepción de material nuevo.
Algo que me apetece mucho, pues es esta última época de Luis la que, escribiendo, más me gusta.
Agradecería muy mucho lo de recibir nuevo material; puesto que, leer toda la producción poética anterior del vate culé desde que era un zangolotino adolescente, hasta estos días, como que me ha resultado un trabajo inconmensurable a la par que gratificante. Todo hay que decirlo
Muy gratificante digo, pues me queda el honor de ser uno de los pocos (él y yo) que se ha leído toda su producción. El, poco a poco; yo del tirón. Que tiene su aquel.
Han sido muchas playas y muchas escaleras. Muchos sentimientos destapados para al fin lograr llegar a la estación término. Aquella donde acaban todos los trenes de largo recorrido que tanto le gustan a mi otro querido amigo poeta.
Y me ha fascinado el hacer este poemario a Luis Centeno. De verdad. Porque ha sido el volver a recordar mi propia vida a través de la de él. De la de su familia.
Porque he vuelto a ver a Titalín, acechar por la puerta y he vuelto a dar la tabarra al padre Carras. Y he vuelto a pisar montañas de nácar en la Isla de Arosa cuando aun había que llegar a ella por medio de una barca. A beber Albariño –hasta la saciedad- con los pescadores a golpe de canción.
He vuelto a oír regañar a las vecinas gruñonas al desaparecido “Petre”. Y he vuelto a ver la sonrisa perennemente cariñosa de mi Mamaluisa.
He visto ascender a los cielos a Cristóbal por medio de un andamio adosado a la fachada del edificio y entrar por el balcón del tercero (Nunca me perdonaré, el que no se me hubiese ocurrido a mi semejante genialidad)
Y he vuelto a ver los atardeceres desde la Residencia Militar haciendo esfuerzos por no besar a Mammota. Se dejaría?…No se dejaría? Nunca lo sabré.
También he vuelto a sufrir el martirio de dormir muchas veces en la Plaza del Obispo despertándome a fuerza de campanadas cada cuarto de hora. Cada media hora. Cada en punto. Desventajas del huesped no habituado.
Y he vuelto a cantar los poemas musicados de Luis. Como nadie más sabe hacerlo.
He vuelto a gritar: Centenooo! desde la calle, otro par de miles de veces. A todas horas. Y a darle al motor para encenderlo cuando subo. Apagarlo cuando bajo.
Y todavía… Todavía disfrutando de la amistad, del hermanamiento, de todos ellos. De Luis, que es mas hermano que ninguno, y fíjate tú que todos lo son mucho.
De Josefito, mi consejero y modelo en muchas cosas. Y amigo muy querido por encima de todo. Porque siempre está ahí.
Y de Nano, el chiquitillo de los tres hermanos, que les pegaba unas palizas tremendas al ajedrez a los doctos amigos de sus hermanas mayores con siete años. Con él, tengo la risa asegurada. Y el cariño, que es mutuo.
Tres amigos. Tres caballeros.
Ha sido, en fin, una recapitulación preciosa de sentimientos esta que ahora finaliza. Un compendio de circunstancias comunes. De vidas paralelas.
Y ahora, como en todo relato que se precie, llega la hora de los agradecimientos. De darle las gracias a quien me ha ayudado a realizar esta labor. Y eso es lo que voy a hacer, dárselas…
A nadie!
A nadie! Pues nadie me ha hecho falta para apuntar un solo registro de esta nómina de afectos que he desarrollado hacia la familia Centeno. Porque ni ha hecho falta, ni la hará.
Porque yo mismo he sido protagonista y la he vivido con ellos intensamente durante 37 años. Y de que forma!
A nadie. Y tiene gracia que, al final del periplo familiar, me quede casi sin palabras. Pero era eso, justo lo que quería. Quedarme sin palabras; porque quería emplearlas todas en reafirmar el cariño que siento hacia todos en general. Hacia cada uno en particular.
Porque sé, que a fuerza de insistencia y de apego, de tiempo, de viajes y de vivencias compartidas, he logrado, por fin, hacerme un hueco en el clan. En la Familia.
Como no podía se de otra manera, amigos. Porque ahora… ahora ya sé el secreto del Corazón de la Alcachofa. Como no podía ser de otra manera, amigos. Como no podía ser de otra manera.
LUIS CENTENO. POEMARIO VI. EL FINAL
# 01
Cinco minutos contigo, es un instante,
es un soplo de aire, es un momento,
es un todo, en una nada, y era antes,
una ilusión perdida, un tormento.
Cinco minutos contigo, son los besos,
la acaricia interminable, son el cielo,
cinco minutos contigo, es sólo eso,
el poder acariciar tu «rubio» pelo.
Cinco minutos contigo, es la esencia.
Es el momento exacto de la vida,
es el mágico fin de la inconsciencia,
de quien no te tuvo nunca por perdida.
Pero cinco minutos sin ti, remueve el alma,
y me estuvo escondido entre las sombras,
de quien quiso llorar desde la calma,
de la ausencia que dejaste a quien te nombra.
Cinco minutos sin ti, es el vacío,
es la ausencia interminable de tu cara,
es el no querer hacer nada, es el hastío,
de no volver jamás al agua clara.
Lo del agua, te acuerdas?, es por los peces,
que mordían nuestras piernas primerizas.
Ya te lo dije, es, que a veces,
los rizos de las olas, se nos rizan.
Cinco minutos sin ti, no es el olvido.
Ni es llorar con indolencia en las esquinas.
Es querer, como acaso no has querido,
y no aceptar, que todo se termina.
# 02
Y no había más que música
En los oídos del hombre!
Apenas luz
Una llama peregrina volaba alrededor de un cenicero.
Y no logró apagarse. Conocía cada rincón de la plaza, mucho mas que a el mismo; y, sin embargo, jamás la había visto tan serena y silenciosa, tan tremendamente llena de si misma.
Nunca había contemplado aquella fuente como ese día, ni había contemplado las luces que vio pasando silenciosas.
# 03
Sentir tus manos
Sentir tu pelo
Sentir tu risa
Sentir tu aliento
Sentir tu brisa
Sentir tu cielo
Sentir tu viento
Sentir tu lluvia
Sentir tus dedos
Sentir tu boca
Sentir tu cuerpo
Sentir tu nube
Sentir tu nieve
Sentir tu tiempo
Sentir tu noche
Sentir tus días
Sentir las flores
Que florecían
Sentir el alba
Que despuntaba
Sentir tu vida
Sentir tu rostro
Y tus miradas
Sentir tus labios
Y tus palabras
Sentir tu vientre
Sentir tu espalda
Y tú esperanza
Sentir tu olor
Sentir tu piel
Sentir tus pies
Sentir tus pasos
Sentir tu cara
Y tus abrazos
Sentirte se
Sentir tus pechos
Sentir tu lecho
Tu vino rojo
Sentir que siento
Sentir que quiero
Ser tu rastrojo.
# 04
La quiero porque me atormenta
La quiero porque es dulce y es cruel
La quiero porque es sincera y mentirosa
La quiero, básicamente,
Porque es mía.
Igual que yo soy suyo.
Pero…
Porque ella es mía y yo soy suyo?
Quien es de quien?
Quien puede erigirse en dueño de alguien?
Yo soy dueño tuyo?
Soy tu dueño?
No lo creo,
No eres de nadie
Eres tuya, solo tuya
No perteneces a nadie
Solo a ti
Quizás por eso te quiero,
Porque no podré encontrar
Otro ser tan libre como tu.
Eres libre.
Vete si quieres,
Y si no quieres irte,
Dime porque te quedas.
Es que acaso puedo pensar que me quieres?
No soy nadie
Es que,
Acaso,
Puedo pensar que me quieres?
A mi?
Tal como soy yo?
Si es así,
Estoy en un paraíso,
Allá donde solo me encuentro contigo.
Te quiero.
# 05
Supiste hacer crecer la hierba fresca,
Los árboles, las flores y los trigos
Y ahora se ha secado todo el campo;
El viento te lo has llevado contigo.
Has dejado tu mundo seco y frío
Sombría tu habitación y tu ventana
Y ha parado de crecer aquella rama
Que supo hacer contigo, todo mío.
Ya las rosas solo saben dar espinas
Y un olor amargo, frío y severo,
Será que tú paraste de regarlas
Al llevarte la lluvia con Enero
Y has dejado mi cuerpo en una tierra
Donde no existe lluvia, sol, ni viento,
Solo días oscuros, solo guerras,
Solo horas vacías, solo tiempo.
Que lejos ha quedado ya aquel día
Que bebimos una copa en la taberna,
Que regamos cada día con nuestras bromas
Y ese vino de improvisadas juergas.
Pero ya ves, no lloro por tu muerte,
He pensado palmo a palmo, codo a codo
Que no eres tú quien muere, ni tu cuerpo,
Sino yo, mi esperanza, y mi todo.
(A MANOLO LUQUE.)
# 06
Será casualidad, yo no lo dudo
La vida ya se sabe,
Está llena de estas cosas.
Hablas de alguien que parece
Que se fugó de la tierra y de la vida
Pero de pronto, que sorpresa
Al volver la esquina se aparece
Cuando ya la habíamos dado por perdida.
Ayer me dijo alguien que vio una moto
Aparcada bajo la sombra de un puente
Hoy me ha contado otra gente
Que el hijo de un amigo, corrió la misma suerte.
Se apartó, con un balazo, de la vida
Y al cabo de un momento, ya te digo,
Me entero que el del puente es un suicida
Igual hora, el mismo día.
Que casualidad, coño! Que historia!
Pero ni aún así se altera la memoria,
Ves la casualidad como armonía
Mi historia, es así, mas peregrina:
Hicieron hombre a mi hijo adolescente
Y están haciendo al otro, justo al mes
Que si, casualidad, es evidente
No le busques mas `palabras a la rima
Uno y otro me dejó el MP3
Para matar el tiempo con Sabina.
Nota del biógrafo:
La tónica general en estas seis + 1 entregas ha sido la inserción de imágenes de grabados de Gustave Doré con una predilección especial hacia los basados en los cuentos de Perrault.
También- y lo mejor- la sempiterna presencia de uno de mis poetas y músicos preferidos: Leonard Cohen.
Pero no debían de ser sino temas de su último concierto en vivo en Londres. Por que así lo he decidido. Sin más. Y no ha sido fácil.
Pero he querido terminar esta última entrega con un tema diferente. También, es cierto, íntimamente vinculado a Leonard Cohen: Las chicas de su coro: The Webb Sisters y además el clip, está realizado por su hijo: Lorca Cohen.
Words that Mobilize: Palabras que movilizan; como las de los poetas.
It was a pleasure for me.
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