Casa Centeno fue para mí –todo el que me conoce lo sabe– mi segunda casa. Mi hogar de adopción y acogida. Un lugar del que apenas salía pues allí me sentía verdaderamente cómodo y cariñosamente aceptado. Un sitio donde pasé infinidad de horas de mi vida disfrutando de un ambiente tremendamente familiar que sólo lo igualaba el mío propio.
Casa Centeno fue refugio, asilo y cobijo. Abrigo, albergue, guarida… Centro de mi vida en el centro de la ciudad durante aquellos años en los que se forjó una amistad imperecedera e inagotable con todos los miembros de ese maravilloso clan. Mi familia añadida. Mi otra familia querida.
La responsable de todo ese cúmulo de circunstancias afectivas –no lo duden ni un momento– fue la Mater Familias: Mamaluisa. Todo junto, como a mí me gusta.
Fue ella, el germen de esa naturaleza afable, cordial y sencilla que caracteriza a toda la familia Centeno. Una persona afectuosa y acogedora que tuvo suficientes alas para proteger –y encauzar con su ejemplo– no sólo a sus hijos biológicos sino también a los numerosos amigos de cada uno de ellos. Amigos todos, que nos sentíamos –orgullosos y satisfechos– parte activa y participativa de ese grupo familiar.
Ahora, Mamaluisa –sin tener el detalle de preguntarnos a todos los que la queríamos acerca de lo conveniente de su partida– se ha ido de esta parte tangible de la vida que es el mundo terrenal. Pero nosotros, los adoptados incondicionales, que somos inconformistas y cabezones por naturaleza, hemos decidido rebelarnos contra el sentimiento de despedida y separación y vamos a conservar – en la parte más personal e íntima de nuestra memoria– el recuerdo sencillo, bondadoso y condescendiente de esa maravillosa y dulce mujer. De esa persona atenta y obsequiosa que supo querer desaforada y desinteresadamente a todos los que la rodeamos y tuvimos el honor y la inmensa suerte de conocerla. Descansa en paz querida Mamaluisa. Dejas mucho amor en este mundo y un imborrable recuerdo en mi corazón.
Te veré, amigo mío, en este día;
y te daré mi mirada y mi sonrisa.
(Luis Centeno)
Ayer, mi amigo más querido, Luis Centeno, cumplió la provecta de sesenta años. Puedo afirmar, lleno de alegría y de contento, que llevamos lado a lado un setenta y pico por ciento de nuestras existencias. Acompañándole fiel y lealmente. Él a mí.
Por la mañana recibí una llamada de otro propio, el Afilado hermano, indicándome la intención de celebrar una cena sorpresa para festejar tan redonda cifra y para proponerme –como asistente especial no consanguíneo junto al Marmolejo Cristóbal– el unirme a dicho evento.
Inmediatamente, cómo es de suponer, acepté la invitación del puntiagudo amigo. Un privilegio que supuso para mí y para mi santa esposa. El honor de pertenecer como miembro de número y reconocido en la familia Centeno, no es el producto baladí de un momento o de una situación puntual. Es el resultado de más de cuarenta años de cariño, respeto, deferencia y consideración mutua. Eso del setenta y pico por ciento que indicaba al principio de este escrito.
Y fuimos, y nos reunimos. Toda la familia más cercana. Los hijos del que cumplía, los hermanos, sus respectivos caimanes y caimanas y, además, Nini, Cristóbal y yo, ya os digo, como invitados de excepción.
Hoy, antes de escribir estas letras, he hablado por teléfono con Maribel (una de las oficiales) y me han llegado al corazón estas palabras «Sí, Alvarito. Anoche lo pasamos genial. No podía ser menos si estábamos con Luis, sus hijos, sus hermanos y sus dos amigos del alma. A Luis, tú ya lo sabes, lo quiere mucha gente; tiene multitud de amigos incondicionales, pero Cristóbal y tú, sois sus amigos del alma».
Amigos del alma. Suena bien, sí señor. Amigos del alma.
Yo creo que no es sólo la fidelidad demostrada por ambos durante estas décadas. No es sólo el cariño exacerbado que nos profesamos ni la multitud de momentos que hemos disfrutado juntos. Las mil y una situaciones inolvidables que llevamos en nuestra faltriquera de las experiencias. Es toda una vida juntos. Luis para mí simboliza la perfecta descripción de la amistad. Esa cualidad –a la amistad me refiero– que se ejerce y se hace fuerte cada año que pasa a base de instantes almacenados en el corazón y la memoria y que nunca se ve afectada por la lejanía ni por la ausencia. Tampoco –es sano que las haya– por el conjunto de nuestras discrepancias. Luis y yo siempre hemos compartido nuestro favor a eso de «El aval de la confianza». Ese que te anima a ser amigo de quien lo es nuestro por separado, y eso, nos ha llevado a componer una caterva común de amigos difícilmente igualable. Una queridísima banda muy difícilmente repetible.
Luis alcanzó ayer la provecta de los sesenta. Y yo, seguiré perpetuamente a su lado. Fiel y lealmente. Al menos –si es que la vida nos lo permite– otros treinta y tantos que ya será una buena fecha para transformarse en humo. Hasta entonces, quiero seguir frecuentando con él esos cutres bares de aluminio, que tanto nos gustan, para seguir envolviendo (siempre) con risas y recuerdos, nuestras palabras sin sentido.
DAME TRES PALABRAS (o seis) Y TE DEVUELVO UN POEMA!
Decir que mi queridísimo amigo Luis Centeno es hermano, es volver a decir –que pesadez– una vez más lo mismo. Mi amigo el actor; el mismo que escribe preciosos poemas. Mi compañero el poeta, ese que actúa magistralmente. O mi amigo el incondicional cantante de boleros, el más descarado embaucador –para las que se dejan atrapar en las redes de su voz y su mirada acechante– de mujeres poco precavidas, insensatas e incautas. Pues bien: Mi muy querido, antiguo y leal amigo el actor, el poeta y el cantante, tiene otra vez el gesto y la finura (qué remedio le queda, si yo se lo exijo con la inexcusabilidad por bandera) de volver a pisar las tablas de este blog regalándome cuatro poemas.
Cuatro poemas que tienen su propia historia. Y sus propias víctimas.
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Les cuento:
Verán ustedes, alguna que otra vez, a los artistas –ya sea por la insistencia (y el acoso) de sus admiradores– ya sea por eso del pronto del «motu proprio», les entra la vena generosa. Y contrariamente a sus intereses pecuniarios, van y regalan arte. Véase el extraño caso del pintor Andrés Mérida y su Hiding–Art que ahora pulula por Madrid.
(Luis Centeno)
A Luis se le ocurrió una genialidad. Propuso –por eso del no regalar arte porque él piensa, que si se regala no toca, cómo la lotería– solicitar a las amistades que se encontrase en el deambular por sus posesiones del Centro de la ciudad, que son todas, solicitar a sus amistades más afortunadas y elegidas decía, que le propusiesen tres palabras, y que, además, le tributasen cómo pago simbólico tres euros. Y él les compondría «quid pro quo» un poema. Un euro por palabra. Tres euros por poema casi regalado.
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Y así comenzó esta historia –a pesar de algún equivocado que imaginó un impensable e injusto interés crematístico– y cuyo resultado (una selección) viene aquí y ahora.
Nota aclaratoria:
(1)
El embrión de esta entrada, tuvo lugar el sábado 2 de Enero de este que corre. Al año me refiero. Y fue durante un picoteo nocturno que se realizó alevosamente en mi casa entre los anfitriones (Santa y yo) con Luis y su Ex-ex Conchoncha: Una de las mujeres que mejor me conoce y que es una enciclopedista reptante (es caimana de número) de las que no se le escapa ni una sola de mis demenciales salidas.
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(2)
Sugerí a Luis que debieran de ilustrar esta entrada, fotografías del magnífico artista Ignacio del Rio; así que ya lo saben: excepto las dos en las que aparece mi «hemmano» Luis Centeno, las demás son de, repito, Ignacio del Río; y desde aquí les doy las gracias. A los dos. A los tres. A los cuatro.
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(Ignacio del Río)
Estos son; ya saben… Dame tres palabras (o seis) y te devuelvo un poema!
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«DAME TRES PALABRAS Y TE DEVUELVO UN POEMA»
( ALCOHÓLICO, CONSENSUADO Y VERSO )
17 de Diciembre de 2015. Anónimo.
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Sería mejor, que no me buscaras donde estoy.
Que no me miraras a los ojos,
Cuando los tengo perdidos.
Que no vuelvas tu cara,
Para decirme que estás ahí,
Donde , en realidad, la vida me pertenece.
Sería mejor que olvidaras,
Donde habita mi alegría,
Donde mi abrazo enorme,
Se enreda en la musa decidida.
Que me da la palabra,
El verso roto.
El que me hace ser,
Como si nada,
Un hijo de puta extraordinario,
La mejor persona ante sus ojos.
El más perfecto asesino de mi propia vida.
El alcohólico insufrible.
El despreciado por la gente insostenible.
El amado por los ojos vírgenes,
Que me regala una lágrima inesperada.
En realidad,
Ya no espero mas besos.
Es mas. No los quiero.
Si acaso,
Un tirón de orejas consensuado,
Un ven aquí,
Un beso improvisado.
Un no salgas
Y hagamos el amor como hace tiempo.
Un quédate a mi lado.
Una caricia olvidada que retorna.
Un abrazo.
Sí.
Tal vez sea eso.
Un abrazo.
Y Para que mas?
Tu piel contra la mía,
Tu piel contra la mía,
Y tus poros y los míos,
Erizados Como el primer momento clandestino.
….Acaso quieres más?…
…. Yo no.
. (SORPRESA, INCONDICIONAL Y NEGRA).
8 de Agosto de 2015. Belén.
.
No me abruman los silencios
Que me has dejado.
No me hace débil,
tu mirada evaporada.
No es una sorpresa,
quedarme sin tu boca,
la boca que bebería eternamente.
Hasta quedarnos secos,
de saliva y de besos.
No.
No es incondicional tu amor.
Es tu mirada, tus caricias, tus palabras.
Y no.
No se me vuelve la vida negra,
Porque pienses,
que ya no puedo abrazarte.
Es rosa, azul, esmeralda, coral.
Porque imagino tu cuerpo,
en esa playa,
que nos dibujó este amor indisoluble.
Nunca me iré.
Nunca me he ido
Digamos hasta luego….
…. ya nos vemos.
. (MANO, PUERTO, LABIOS, RUMOR, LLUVIA, Y APRESURADAMENTE.)
11 de Agosto de 2015. Carmen. (Especial seis palabras)
Me destrozaron el balcón interminable.
Lloré, mientras veía,
los bocados de hierro en nuestro silo.
Veía caer, poco a poco,
nuestro lecho secreto de aquel puerto,
tuyo y mío.
De nadie más.
Y las lágrimas que corrían por mis mejillas,
me llevaron a ti.
Como un rumor inexplicable,
Y no sé porqué,
de repente llegó a mi cara tu mano.
Y fue, como un sutil consuelo,
para mi corazón adolescente.
Y recordé los labios inocentes,
y mis dedos dibujando nuestros besos.
No puedo olvidar esos instantes,
que precedían a los abrazos primerizos.
Y de pronto, la lluvia….
….mojando nuestro pelo,
Haciéndonos cómplices de la risa,
que sólo es capaz de despertarnos el agua.
Yo te dije, apresuradamente,
«Vámonos, que llueve».
Tu me dijiste….
…..»Espera, vamos a bebernos el cielo»
(MIEDO, NECESIDAD, MAR, LUNA, ABRAZO, E INELUDIBLE.)
19 de Agosto de 2015. Rosa. (Especial seis palabras)
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Ni una palabra de amor permitiré.
Ni un solo brillo en tu beso emocionado.
Un beso, que sin abrazo, no es nada.
Arrojaré al mar, el miedo de nuestros secretos.
El sexo a distancia,
El placer ineludible,
El deseo inquebrantable de imaginar,
Que mi mano es la tuya
Y mis labios son tus dedos.
No volveré hacia atrás
Para enmendar el principio.
Si acaso,
Te invitaré a la última luna llena de Agosto,
Para que las olas,
En vez de yo,
Te acaricie la piel exagerada,
Que un día tuve en las yemas de mis dedos.
Que quiero recuperar tus besos?
Ya lo sabes.
Que un beso, sin abrazo,
Es como el lenguaje sordomudo Para un ciego?
Ya lo sabes.
Que no quiero tus preciosos ojos, sino tu mirada?
Ya lo sabes.
Y así me ando en la vida.
Buscando en los rincones ocultos de mi alma,
Sin más necesidad que sentirme amado.
Y ni siquiera eso.
Sólo saber,
Que en un instante de tu vida,
Has perdido un minuto,
Pensando en mí……
……. y yastá.
El sexo en mi trabajo tiende a atraer a los admiradores que a menudo me confunden con mis diseños”.
(Apollonia Saintclair)
Fue una muy querida amiga –la marida Anita Iglesias Cumpián– la que me puso sobre la pista de Apollonia Saintclair. Este chica –a Anita me refiero– tiene el don de la ocasión y de la oportunidad para hacerme descubrir a impagables ilustradoras que dominan no solo el dibujo en sí mismo, sino que también poseen la habilidad del trasmitir sensaciones al publico que contempla sus obras. Otra magnifica artista de la ilustración que me subyugó en su día –gracias a su oportuno chivateo– fue Sara Herranz. Otra maga de la perfecta línea dibujada y de la aparente simplicidad en el trazo. Vayamos a Apollonia.
Apollonia Saintclair va –en cuanto a eso del erotismo y la sensualidad dibujada– algunos pasos por delante de Sara Herranz. Muy por delante; pues sus trabajos –casi en su totalidad dedicados a la figura femenina, aunque salpicada (no es aposta esta palabra) muy de vez en cuando con alguna presencia masculina– rozan lo obsceno y lo sicalíptico. La carnalidad más palpable y evidente. El porno, dicho mal y pronto para entendernos. Apollonia es mucho más directa, evidente y manifiesta. Insolente y procaz. Y eso, me encanta.
Apollonia Saintclair posee un halo de misterio en cuanto a su persona; pues nadie, conoce su verdadera identidad. Nadie. Y al estilo del popular grafitero Bansky, ese halo de misterio, esa fijación por la privacidad, provoca una enorme curiosidad en su público. Esta expectativa, se acrecienta cada vez que publica un dibujo y que ella tiene a bien el colgar en las redes sociales. Trae loco a los censuradores de Facebook con sus trabajos, pues ya os digo, tienen tan alto contenido erótico y tales dosis de lascivia, que violan casi todas esas reglas pacatas, pusilánimes y timoratas que imperan en dicha red social. No sé, la verdad, cuando van a espabilar.
“Ink is my Blood” La Tinta es mi Sangre, ese es su lema. Dibuja Apollonia con sangre negra. Adora el trazo simple y sencillo. Aunque con esa sencillez, transmite un enorme caudal de efectos y de afectos: Pasión…Lujuria…Deseo…Auto placer y –para quien así lo quiera entender– pecado, prohibición, transgresión y algunas dosis de perversidad.
Empecé a ver los dibujos de esta chica y –como es habitual en mí– las fui descargando en mi disco duro en una carpeta con su nombre para guardarla con mis otras cientos de carpetas de distintos artistas de la pintura. Pero lo que yo esperaba –unas docenas de dibujos– se transformaron en un par de cientos; y eso, porque paré de bajarme más, pues con lo que ya me había descargado, ya tenía muy mucho bastante para realizar la selección que ahora vais a ver en este artículo.
El estilo de Apollonia Saintclair, está muy influenciado por el cómic. En los trabajos de Moebius, de Guido Crepax o de Liberatore. Pero sobre todo, sobretodo en Milo Manara; uno de mis ídolos del cómic de cuyo trabajo (bueno, de Moebius también) doy buena fe en este blog.
Pero, como uno no para de darle vueltas al magín, se me ocurrió el porqué no acompañarlo con un poema. Un poema que –como podéis apreciar– iría (y va) insertado entre estas palabras de entrada a este artículo y la selección que he realizado con la obra de Apollonia. Pero claro, teniendo en cuenta la temática de la obra de la artista, no podría ser un poema cualquiera. Debería de ser un poema inédito.
Debería de ser un poema con una carga erótica muy importante. Debería estar escrito –yo, desde el primer momento, sabía quién era la persona idónea– por alguien con la capacidad creativa pertinente. Una persona capaz de hacer textos hermosísimos de amor y de deseo, pero también con la suficiente idoneidad y talento cómo para adecuarse a los requerimientos de mi encargo, aunque ahora, no le corren buenos tiempos de tranquilidad y sosiego.
Y llamé a mi hermano Luis Centeno. Y le propuse mi plan. Le propuse, y exigí –como sólo los amigos tienen permitido hacerlo– que debería de ser un texto original y nuevo; y tan erótico, que rayase lo pornográfico. Así. Tal cual. Luis, tardó lo que tarda una mirada en decir «!Ponme otra caña!». Y aceptó el reto. Así que en ese mismo momento –eran pasadas las diez de la noche– se dirigió a ese bar literario “de las putas, aluminios y silencios” que tanto le inspira, para escribir mi encargo no sin antes hacerme una aclaración; “Compadre, aclara que es un encargo especifico y dirigido por ti; no se vaya a pensar la gente que soy un salido, un obsceno reprimido y un pajillero”
Yo todavía no entiendo demasiado bien la diferencia entre un salido y un poeta. Éste último, el poeta, con un marcado estilo voluptuoso y sensual; también obsceno y lujurioso a veces; a pesar de su enorme carga de carnalidad y concupiscencia, si él lo quiere así, a pesar de todo ese arsenal verbal que el poeta despliega, el desenlace –sólo separado por la belleza de las palabras– es el mismo: El gozo, la complacencia y el deleite. En definitiva: El catre y el baile más antiguo del mundo que diría mi amiga la Ayuso Sarmale. Pero yo, cómo soy un señor que se viste por los pies y un caballero de los de antes, lo aclaro y aclarado queda. Luis Centeno, no es «un salido, ni un obsceno reprimido, ni, por supuesto, ningún pajillero” (en el sentido estricto de la palabra, claro está). No nos confundamos.
Este es el poema que le he obligado a crear a mi amigo; no se que dirán Uds. pero a mi me parece el aperitivo perfecto para retahíla que al final de estas letras viene.
***
Y DE ESO ME LAMENTO.
Cada segundo que me pasa por encima, amor, se me hace interminable. Tan interminable, que ese segundo se me torna en minuto. Un minuto que hace, mi amor, que no lleno mi boca de tus besos derramados. Y de eso me lamento.
Cada minuto que me pasa por encima, amor, se me hace interminable. Tan interminable, que ese minuto se me torna en hora. Una hora que hace, mi amor, que no lleno mis manos con tus pechos arrebolados. Y de eso me lamento.
Cada hora que me pasa por encima, amor, se me hace interminable. Tan interminable, que esa hora se me torna en día. Un día que hace, mi amor, que no lleno tu sexo con mi miembro entusiasmado. Y de eso me lamento.
Cada día que me pasa por encima, amor, se me hace interminable. Tan interminable, que ese día se me torna en año. Un año que hace, mi amor, que no lleno mi vida de tu aliento. Y de eso me lamento.
Hace tanto, tanto tiempo amor, tanto tiempo amor… Que no lleno mi boca de tus besos, ni mis manos de tus pechos, ni tu sexo con mi miembro, ni mi vida con tu aliento… ¿Que sabes qué, mi amor? Que de eso me lamento.
(Y me siento absolutamente desolado.)
(Luis Centeno)
***
Disfrútenlo todo. De arriba abajo y de abajo arriba; por todos lados y rincones; sudando, sobando y ensalivados convenientemente. Que es como tiene que ser, naturalmente.
(Luis, Santa y Father en la exposición de Andrés Mérida. 22.11.13)
UN PASEO CON LUIS CENTENO
… No te preocupes, no me he ido. Porque sigo cogido de la mano, de quien me dio un enorme abrazo adolescente, y prometió, eternamente, ser mi hermano.
A mi amigo Alvarito, a las 02.00 A.M.
– 11 de Marzo de 2010-
Decir amigo es decir, Luis Centeno. Y decir Luis Centeno, es también nombrar a la persona que me usurpó -juiciosa y dichosamente en su día- el calificativo de «Mejor» para ya no abandonarlo nunca jamás de los jamases.
Decir Luis Centeno, es elaborar un coctel de sentimientos y sentires encontrados. Un combinado (inapropiado a veces) que a los verdaderos poetas -esos equivocados que se regodean en lo inexplicable- se creen que para crear belleza hay que estar aderezado con unas cuanta gotas de tormento, angostura y Martini seco.
Decir Luis Centeno es decir distracción y jaraneo; fiesta interminable y divertimento.
Decir Luis Centeno, es decir también, conversación pausada y reflexiva. Confidencia que se queda -arropada y resguardada- en el cobertizo del cariño y la amistad inveterada. Desahogo, bálsamo y alivio. Declaración no anhelada, muchas veces, de desamor y desconsuelo. Cómo son estos poetas de sufridos!
Luis Centeno, es alegría y distracción. Alborozo y entusiasmo. Luis Centeno es gloria bendita para el ánimo. De los demás. De los demás. Muchas veces, pienso que debiera de ponerse frente a un espejo, para que -aplicándose su propio parche y medicina- esa alegría que despliega con los otros, le rebotase a él mismo en un buen guantazo de puro e inevitable reflejo.
Decir Luis Centeno es decir poesía y sentimiento descarnado; y pesarosa; abatida y consternada, porque cagondiós y en tóloquesemenea, que qué poco humor y que pocas risas (Ay! Mamaluisa!) se aplica -otra vez a veces- a él mismo. Parece amigo que hoy, estás un poco más viejo y que ya no te miras al espejo, por no notar tus arrugas. Supongo.
Este Viernes 22 del mes de Noviembre del Trece, Volvimos a disfrutar de la mutua compañía; y con Santa y con dos amigas que se presentaron de improviso, volvimos a pisar sus dominios del distrito -para con la excusa de hacerme entrega de un regalo- volver a pasear por ese centro de la ciudad en el que hace demasiado tiempo ya, capeábamos los amores adolescentes, entre Campanas y Quitapenas; Casas Guardias y Floresteles. Entre recitales de música en los institutos y duetos de guitarra irrepetibles en la playa. ¿Irrepetibles he dicho?
Decir Luis Centeno, es decir amigo. Inevitable amigo, cómo a él le gusta decir. Cómo a mí me gusta escuchar. La otra noche -esa que venía de otra no muy lejana en su casa, esa en la que andábamos asesinando a un excelso Ron Diplomático de bastantes años- accedió a proporcionarme un poema que reflejara lo que ahora le atenaza el cuello. Y el corazón. Y ese alma que soporta y sobrelleva de poeta atormentado por el destierro.
Y Luis, que es -aunque no lo parezca-persona puntual y de palabra, me regaló esto que ahora viene, y que cómo siempre, destila sentimiento y emotividad. Delicadeza y ternura. Y como no! una tristeza infinita que sería insoportable si no estuviese impregnada de un cariño y de un amor de los más confesables. Una tristeza infinita, preñada de esperanza hacia aquella que él y yo sabemos, y que nos está esperando allí en la distancia, sabiendo que aquí estamos los dos. Que aquí estamos los dos.
Buenoooo….. Esto ya se ha acabado. Seis entregas de poemas y una historia de soldados. Que no es poco.
Hemos llegado al final. Por lo menos del material que yo poseo y que me fue entregado con la reticencia de las lobas centenéreas. Ya solo me queda la recepción de material nuevo.
Algo que me apetece mucho, pues es esta última época de Luis la que, escribiendo, más me gusta.
Agradecería muy mucho lo de recibir nuevo material; puesto que, leer toda la producción poética anterior del vate culé desde que era un zangolotino adolescente, hasta estos días, como que me ha resultado un trabajo inconmensurable a la par que gratificante. Todo hay que decirlo
Muy gratificante digo, pues me queda el honor de ser uno de los pocos (él y yo) que se ha leído toda su producción. El, poco a poco; yo del tirón. Que tiene su aquel.
Han sido muchas playas y muchas escaleras. Muchos sentimientos destapados para al fin lograr llegar a la estación término. Aquella donde acaban todos los trenes de largo recorrido que tanto le gustan a mi otro querido amigo poeta.
Y me ha fascinado el hacer este poemario a Luis Centeno. De verdad. Porque ha sido el volver a recordar mi propia vida a través de la de él. De la de su familia.
Porque he vuelto a ver a Titalín, acechar por la puerta y he vuelto a dar la tabarra al padre Carras. Y he vuelto a pisar montañas de nácar en la Isla de Arosa cuando aun había que llegar a ella por medio de una barca. A beber Albariño –hasta la saciedad- con los pescadores a golpe de canción.
He vuelto a oír regañar a las vecinas gruñonas al desaparecido “Petre”. Y he vuelto a ver la sonrisa perennemente cariñosa de mi Mamaluisa.
He visto ascender a los cielos a Cristóbal por medio de un andamio adosado a la fachada del edificio y entrar por el balcón del tercero (Nunca me perdonaré, el que no se me hubiese ocurrido a mi semejante genialidad)
Y he vuelto a ver los atardeceres desde la Residencia Militar haciendo esfuerzos por no besar a Mammota. Se dejaría?…No se dejaría? Nunca lo sabré.
También he vuelto a sufrir el martirio de dormir muchas veces en la Plaza del Obispo despertándome a fuerza de campanadas cada cuarto de hora. Cada media hora. Cada en punto. Desventajas del huesped no habituado.
Y he vuelto a cantar los poemas musicados de Luis. Como nadie más sabe hacerlo.
He vuelto a gritar: Centenooo! desde la calle, otro par de miles de veces. A todas horas. Y a darle al motor para encenderlo cuando subo. Apagarlo cuando bajo.
Y todavía… Todavía disfrutando de la amistad, del hermanamiento, de todos ellos. De Luis, que es mas hermano que ninguno, y fíjate tú que todos lo son mucho.
De Josefito, mi consejero y modelo en muchas cosas. Y amigo muy querido por encima de todo. Porque siempre está ahí.
Y de Nano, el chiquitillo de los tres hermanos, que les pegaba unas palizas tremendas al ajedrez a los doctos amigos de sus hermanas mayores con siete años. Con él, tengo la risa asegurada. Y el cariño, que es mutuo.
Tres amigos. Tres caballeros.
Ha sido, en fin, una recapitulación preciosa de sentimientos esta que ahora finaliza. Un compendio de circunstancias comunes. De vidas paralelas.
Y ahora, como en todo relato que se precie, llega la hora de los agradecimientos. De darle las gracias a quien me ha ayudado a realizar esta labor. Y eso es lo que voy a hacer, dárselas…
A nadie!
A nadie! Pues nadie me ha hecho falta para apuntar un solo registro de esta nómina de afectos que he desarrollado hacia la familia Centeno. Porque ni ha hecho falta, ni la hará.
Porque yo mismo he sido protagonista y la he vivido con ellos intensamente durante 37 años. Y de que forma!
A nadie. Y tiene gracia que, al final del periplo familiar, me quede casi sin palabras. Pero era eso, justo lo que quería. Quedarme sin palabras; porque quería emplearlas todas en reafirmar el cariño que siento hacia todos en general. Hacia cada uno en particular.
Porque sé, que a fuerza de insistencia y de apego, de tiempo, de viajes y de vivencias compartidas, he logrado, por fin, hacerme un hueco en el clan. En la Familia.
Como no podía se de otra manera, amigos. Porque ahora… ahora ya sé el secreto del Corazón de la Alcachofa. Como no podía ser de otra manera, amigos. Como no podía ser de otra manera.
LUIS CENTENO. POEMARIO VI. EL FINAL
# 01
Cinco minutos contigo, es un instante,
es un soplo de aire, es un momento,
es un todo, en una nada, y era antes,
una ilusión perdida, un tormento.
Cinco minutos contigo, son los besos,
la acaricia interminable, son el cielo,
cinco minutos contigo, es sólo eso,
el poder acariciar tu «rubio» pelo.
Cinco minutos contigo, es la esencia.
Es el momento exacto de la vida,
es el mágico fin de la inconsciencia,
de quien no te tuvo nunca por perdida.
Pero cinco minutos sin ti, remueve el alma,
y me estuvo escondido entre las sombras,
de quien quiso llorar desde la calma,
de la ausencia que dejaste a quien te nombra.
Cinco minutos sin ti, es el vacío,
es la ausencia interminable de tu cara,
es el no querer hacer nada, es el hastío,
de no volver jamás al agua clara.
Lo del agua, te acuerdas?, es por los peces,
que mordían nuestras piernas primerizas.
Ya te lo dije, es, que a veces,
los rizos de las olas, se nos rizan.
Cinco minutos sin ti, no es el olvido.
Ni es llorar con indolencia en las esquinas.
Es querer, como acaso no has querido,
y no aceptar, que todo se termina.
# 02
Y no había más que música
En los oídos del hombre!
Apenas luz
Una llama peregrina volaba alrededor de un cenicero.
Y no logró apagarse. Conocía cada rincón de la plaza, mucho mas que a el mismo; y, sin embargo, jamás la había visto tan serena y silenciosa, tan tremendamente llena de si misma.
Nunca había contemplado aquella fuente como ese día, ni había contemplado las luces que vio pasando silenciosas.
# 03
Sentir tus manos
Sentir tu pelo
Sentir tu risa
Sentir tu aliento
Sentir tu brisa
Sentir tu cielo
Sentir tu viento
Sentir tu lluvia
Sentir tus dedos
Sentir tu boca
Sentir tu cuerpo
Sentir tu nube
Sentir tu nieve
Sentir tu tiempo
Sentir tu noche
Sentir tus días
Sentir las flores
Que florecían
Sentir el alba
Que despuntaba
Sentir tu vida
Sentir tu rostro
Y tus miradas
Sentir tus labios
Y tus palabras
Sentir tu vientre
Sentir tu espalda
Y tú esperanza
Sentir tu olor
Sentir tu piel
Sentir tus pies
Sentir tus pasos
Sentir tu cara
Y tus abrazos
Sentirte se
Sentir tus pechos
Sentir tu lecho
Tu vino rojo
Sentir que siento
Sentir que quiero
Ser tu rastrojo.
# 04
La quiero porque me atormenta
La quiero porque es dulce y es cruel
La quiero porque es sincera y mentirosa
La quiero, básicamente,
Porque es mía.
Igual que yo soy suyo.
Pero…
Porque ella es mía y yo soy suyo?
Quien es de quien?
Quien puede erigirse en dueño de alguien?
Yo soy dueño tuyo?
Soy tu dueño?
No lo creo,
No eres de nadie
Eres tuya, solo tuya
No perteneces a nadie
Solo a ti
Quizás por eso te quiero,
Porque no podré encontrar
Otro ser tan libre como tu.
Eres libre.
Vete si quieres,
Y si no quieres irte,
Dime porque te quedas.
Es que acaso puedo pensar que me quieres?
No soy nadie
Es que,
Acaso,
Puedo pensar que me quieres?
A mi?
Tal como soy yo?
Si es así,
Estoy en un paraíso,
Allá donde solo me encuentro contigo.
Te quiero.
# 05
Supiste hacer crecer la hierba fresca,
Los árboles, las flores y los trigos
Y ahora se ha secado todo el campo;
El viento te lo has llevado contigo.
Has dejado tu mundo seco y frío
Sombría tu habitación y tu ventana
Y ha parado de crecer aquella rama
Que supo hacer contigo, todo mío.
Ya las rosas solo saben dar espinas
Y un olor amargo, frío y severo,
Será que tú paraste de regarlas
Al llevarte la lluvia con Enero
Y has dejado mi cuerpo en una tierra
Donde no existe lluvia, sol, ni viento,
Solo días oscuros, solo guerras,
Solo horas vacías, solo tiempo.
Que lejos ha quedado ya aquel día
Que bebimos una copa en la taberna,
Que regamos cada día con nuestras bromas
Y ese vino de improvisadas juergas.
Pero ya ves, no lloro por tu muerte,
He pensado palmo a palmo, codo a codo
Que no eres tú quien muere, ni tu cuerpo,
Sino yo, mi esperanza, y mi todo.
(A MANOLO LUQUE.)
# 06
Será casualidad, yo no lo dudo
La vida ya se sabe,
Está llena de estas cosas.
Hablas de alguien que parece
Que se fugó de la tierra y de la vida
Pero de pronto, que sorpresa
Al volver la esquina se aparece
Cuando ya la habíamos dado por perdida.
Ayer me dijo alguien que vio una moto
Aparcada bajo la sombra de un puente
Hoy me ha contado otra gente
Que el hijo de un amigo, corrió la misma suerte.
Se apartó, con un balazo, de la vida
Y al cabo de un momento, ya te digo,
Me entero que el del puente es un suicida
Igual hora, el mismo día.
Que casualidad, coño! Que historia!
Pero ni aún así se altera la memoria,
Ves la casualidad como armonía
Mi historia, es así, mas peregrina:
Hicieron hombre a mi hijo adolescente
Y están haciendo al otro, justo al mes
Que si, casualidad, es evidente
No le busques mas `palabras a la rima
Uno y otro me dejó el MP3
Para matar el tiempo con Sabina.
Nota del biógrafo:
La tónica general en estas seis + 1 entregas ha sido la inserción de imágenes de grabados de Gustave Doré con una predilección especial hacia los basados en los cuentos de Perrault.
También- y lo mejor- la sempiterna presencia de uno de mis poetas y músicos preferidos: Leonard Cohen.
Pero no debían de ser sino temas de su último concierto en vivo en Londres. Por que así lo he decidido. Sin más. Y no ha sido fácil.
Pero he querido terminar esta última entrega con un tema diferente. También, es cierto, íntimamente vinculado a Leonard Cohen: Las chicas de su coro: The Webb Sisters y además el clip, está realizado por su hijo: Lorca Cohen.
Words that Mobilize: Palabras que movilizan; como las de los poetas.
Insiste mucho el rapsoda culé en el título de esta entrega: El Corazón de la Alcachofa.
Y, además, me dá subrepticia y tajantemente la orden de que la presentación verse sobre sus hermanas. Por cohoness. Como si la inspiracion pudiera domeñarse.
Fíjate tú que Pablo Neruda decía que las alcachofas son los guerreros medievales del huerto con el corazón tierno.
“Ellas sabrán el porqué del título”. Me dice. Y vá el cabrón y no me lo aclara. A mi! Que soy su escriba, trascriptor y traductor. Queledén!
En fin…Nada se me antoja, a priori, mas fácil que hablar del sexteto centenéreo. Porque las he vivido y mucho.
Porque que las conozco de sobra a cada una de ellas. Desde el principio de mis tiempos y de los suyos. Y poniéndome a pensar y a escribir se me llena la cabeza de anécdotas sucedidas con todas. Con la caterva de lobas que, perennemente, acompañaban a los que, ilusamente, se creian los amos y señores de la manada. Ilusamente, repito.
Pasé tanto tiempo y me pasaron tantas cosas con ellas, que a una, a Primera, estuve a punto de matarle dos veces al marido. Una vez de un abrazo fraternal (que solo se quedó en una costilla rota). La otra vez, de pura risa. Ellas pueden certificarlo. Al final, mira tu por donde, se fueron para siempre ambos dos. Una falta de delicadeza hacia sus afectos por otra parte.
No se puede negar, pués, que hayamos pasado una vida entera juntos. De risas, de muchas risas; y tambien de llantos, que de todo tiene que haber en esta putesca viña del Señor.
Muchas veces, cuando acudía a la Plaza del Obispo en busca de Luís, no importaba si estaba este o no. Siempre habia alguna de las hermanas con sus novios – Fantástico Alborto- que suplian esta ausencia.Con creces.
Casi siempre estaban Primera, Tercera y Cuarta. Por no faltar, no faltaba ni Girilín.
Yo llegaba. Saludaba. Me acurrucaba en la mesa de camilla, desplazando inopinadamente a Quinta y Sexta, que tambien solían estar, y que se dejaban avasallar ante mi inconmensurable personalidad y algún que otro culazo; sacaba mi bolsa de pesetas y a devorar horas jugando al Cinquillo. Interminables y entrañables partidas de cartas.
Hasta que, mas tarde, cuando llegaba Luis de juntar magreos para futuras odas descarnadas, y me proponia salir de copas, yo le decia : Mmmmmm…NO! Me quéo! Y me quedaba jugando tó calentito. Y el también, claro está.. Hasta que la noche mas última me expulsaba a la puta calle. Acompañado siempre, eso si, de la amistad inquebrantable y leal de mi bolsa de basura.
Hay algo mas parecido a un hogar interino? Jugar fuera de casa se le dice a esto.
Sabía y sé todavia, todo sobre ellas. Todos sus secretos mas íntimos. Lo que fumaban. Unas asquerosidades que iban desde el Sombra imposible hasta el Vencedor ya perdido de antemano. Humo negro matón.
Sabía lo que bebian. Gin tonics y cubatas de ginebra y cola. Sabía siempre el color de las braguitas que llevaban – siempre con un dia de retraso, desafortunadamente – Pués las veia, siempre, ahorcadas en el tendedero del patio de la casa… Sabía donde tenian sus nidos de amor. Hotel Maestranza. Ahora lo puedo decir por fin.
Sabía…Sabía que a Segunda le llamaban la guapa, me lo decía Titalín. Y tambien sabía lo mucho que apreciaba yo a Segundo, su marido: porque este me enseñó- con su proceder- a ser mejor hombre. Más libre. Aunque tambien me hizo la putada y se me murió. Como Primero que se llamaba Buen Nacido de segundo.
Y se me antoja fácil, ya te digo, porque podria hablar y mucho de cada una de ellas.
Podria hablar de Cuarta. Pero no lo voy a hacer. Porque es la que más quiero y ella sabe que todo lo que vaya a decir de ella, ya se lo he dicho. Porque me acompañó en la etapa mas enriquecedora de mi vida. Porque compartimos los mejores amigos que uno pueda tener en la misma. Porque sus hombres, fueron mis hermanos. Y algunos, a pesar de la lejanía, lo siguen siendo.
Tercera siempre tenía una palanca de whisky DyC escondida en su cuarto. Y todos sabíamos donde. Mamaluísa tambien. Ejerció eficazmente de Coordinadora de Acólitos Anónimos en el Vaticano.
De Quinta me pasa algo así como con Cuarta. Que forma parte inseparable de mi vida, pues tambien me acompañó en los primeros despertares. Tantos dias felices que se sucedían igualmente dichosos y divertidos unos tras otros. Sin parar. El día de la Mammota (sic)
De Sexta -una preciosa, gruñona y pequeña Nutria- de corazón mas feminista que ninguna, aunque todas lo son. Pero a esta la enervaba muchísimo la reiterada displicencia que mostraban los machos de la manada (a los que dedicaré la próxima y última entrega de esta saga) para levantarse de la cama y afrontar el dia.
Y si se me pone en el brete de decidir quien es o quien fue la mejor, no sabre discernir si Sexta o Tercera. Ni tampoco si Segunda o Cuarta. O Primera más que Quinta.Porque todas son igualmente buenas y el orden de los factores no altera el resultado.
Y si sé que todas son, como diría el malagueño mas perchelero y ordinario: De la leshe que mamaron. Y eso, afortunadamente, no se puede evitar. Porque se lleva en la sangre.
LUIS CENTENO. POEMARIO V.
EL CORAZÓN DE LA ALCACHOFA
# 01
Ay Luisito!
Con lo listo que eres y que torpe es tu vida
Ay Luisito!
La achicoria es amarga
Y te engañas con dos gramos de azúcar
Ay Luisito!
La colilla manchada de amor terminado
De noches sin ti,
Se volvió un huracán
Gestionado como otro Katrina
No supiste la fuerza y la ira
Que te fue a matar
Ay Luisito!
Que conviertes tormentas de arena
En brisas ligeras
Y al momento una brizna de hierba
En un bosque sin sol.
Guárdate el estallido
Que quiere salir de tus ojos
Dosifica la lágrima que hay en tu corazón
Ay Luisito!
Que disgustos me das
Siéndome tan cercano
No te empeñes en hacerme espía de tu soledad;
No renuncio de ti
Pero a veces me cansas
Cuando sigues con la letanía
Cercana y constante
De la falsedad
Cuando llegues del tiempo pasado
Y quizás no me encuentres
Con los brazos abiertos
Y el alma pendiente de ti
No me pidas que olvide el vacío
De ese número oculto
Te fallé, lo cogí, lo lloré
Y ese anónimo puto
Me rasgó el corazón
Los pulmones, la vida y la piel
Pero en fin,
No eres tú
Quien merece que pierda este tiempo
No eres tú
Quien merece este instante de noche despierta
No eres tú
Quien merece este instante de noche sin luz
Ojala ni una lágrima asome por estas ventanas
Tan oscuras
Tan en las tinieblas
Teñidas de azul
No es preciso que diga
Que en la noche perdida
Ya no lloro por ti
Lloro, por mi Luisito
Tan listo
Y tan torpe en mi vida
Ay Luisito!
# 02
Déjalo
No creo que merezca ya la pena
Que pienses que mis noches se me queman
Queriéndote escribir.
Déjalo
Que importa que pasara las noches en vela
Si el tiempo para ti es la primavera
Y otoño para mí.
Déjalo
Ayer dijiste que si estabas sola
Querías venir conmigo a ver las olas
Pero hoy ya no es así.
Y calla que llega la primavera
Y desde que era invierno no has visto mi escalera
No digas otra vez quizás me cure
Hoy sé
Que si hay mal que cien años dure
Déjalo quizás olvide.
Déjame
Al menos que te escriba estas canciones
Aunque queden dormidas en mis cajones
Si no quieres volver.
Déjame
Que en sueños quede dormido en tus pechos
Si no quieres volver tienes derecho
No digas nada más.
Y calla que llega la primavera
Y desde que era invierno no has visto mi escalera
No digas otra vez quizás me cure
Hoy sé
Que si hay mal que cien años dure
Déjalo quizás olvide
# 03
La música suena triste
Sus notas ya no son notas
No tiene aroma el jazmín
La lluvia no cae a gotas
Para mí.
Toda poesía es tristeza
Una canción añoranza
Una palabra una queja
Cuando no hay esperanza
Se deja.
El sol ya solo se aleja
La luna nunca aparece
Cuando se muere se reza
Cuando algo llega al cese
No empieza.
Ya no suena una guitarra
Que diga de entre sus cuerdas
Que el barco, el mar y la amarra
Haga que yo un día pierda
Mis ansias
Ya no hay un vaso de vino
Que me devuelva alegría
Ni me brinde en el camino
De vez en cuando, algún día
Un pino.
Ya no habrá nadie que grite
Para buscarme querellas
No habrá una voz que me chille
Ni en el cielo habrá una estrella
Que brille
Ya no habrá una voz que diga
Devuélveme aquella flor
Y si algunos ojos miran
Buscando ansiosos amor
Es mentira.
Ya se me ha muerto la flor
Ya he perdido su fragancia
Ya no tengo su calor
Y quisiera oír con ansias
Esa voz.
Ya no volveré a escuchar
Latidos de un corazón
Ya solo puede esperar
Poco a poco y sin calor
Soledad.
Ya no volveré a sentir
Ni una caricia ni un beso
Ni podré jamás pedir
Que me dejen un recuerdo
Ni alguien me ayude a decir
Sentir lo que estoy sintiendo
No es vivir.
# 04
Bien. La situación es esta:
La mujer principal era un encanto
Un oasis de ternura, y entretanto
Se entremezclaban las obesas y las bestias
Y la madre de aquella deslenguada
Y la torti, que era de Riogordo
Y, en medio Enrique, como de la nada
Que unas veces era mudo y otra sordo
Yo, me encontraba en un mundo sin sentido
Me sentía como un objeto maltratado
La madre de estos versos anteriores
Me vio, sin yo saber; como follado.
# 05
Hoy,
No se si estoy inspirado
Pero quiero escribir
Y quiero escribirte
A ti mujer
Quisiera decirte tantas cosas
Tantas cosas que guardo
Desde hace tanto tiempo
Decirte
Que apenas si te recuerdo
Que apenas ya si te deseo
Que apenas ya te necesito
Decirte
Que apenas ya te quiero.
# 06
EL CORAZÓN DE LA ALCACHOFA
Que poco tiempo hizo falta para quererte,
Y cuanto tiempo he gastado en olvidarte.
Pero, mira, ahí está el arte,
En dejarse arrastrar por otros vientos.
A mí, la verdad, me va bien de momento,
Algo mejor de cómo siempre ha sido.
Pero no voy a hacer leña del árbol caído,
Encenderé la hoguera con los rastrojos
Del alma que quemaste con tus ojos
Y me tuvo tanto tiempo así, perdido.
He caminado lento, sin sur ni norte,
Y alguien sin saberlo me ha empujado,
Y me ha gritado: corre, no te cortes!
Y he corrido feliz, como un poseso;
No te ofendas. Tú ya sabes, es por eso,
De que Dios aprieta, pero no ahoga,
Y por fin, me han liberado de la soga,
Que me tenía atado a nuestros besos.
Y no es por nada,
Pero al ver que el mundo, no se para con mi historia,
No, no creáis que es la marca de un limpiador de plata. Aunque pensándolo bien, si que pudiera haberlo sido. Y, pensándolo aún mejor, eso es lo ella fue. Una bruñidora familiar incansable. Cercana y afectuosa.
Vigilante tenaz. Perfecta subalterna de la principal. Siempre dispuesta, aunque un tanto irritable. Un trozo de bizcocho empapado en pena y dolor asumido. En interminable constancia.
Incongruente con los sentimientos lógicos del rencor y la animadversión. Hacia aquellos que le quitaron la única oportunidad que le brindó la vida de prolongar la de ella misma. De una fidelidad absurda e irracional hacia los que la privaron de esa suerte exclusiva que tanto envidió al contemplarla -en su propia casa- diariamente.
Nunca entendí a Titalín ¿O si?
Presencia perenne hasta el final. Hasta que su razón hizo mutis por el foro silenciosa y calladamente. Ya nunca volvería a vigilarme por la rendija de la puerta entreabierta. O entrecerrada.
Titalín. No, no creáis que es la marca de un limpiador de plata. Aunque pensándolo bien, si que pudiera haberlo sido.
# 01
POEMA PARA UNA MUJER QUE QUIERE
Triste,
Tal vez con gesto acabado
Pero con fuerza en su cuerpo.
Enferma de franquismo y de una historia
De una España que nació mientras dormía
Quizás un poco standard de su mundo
Un poco música vibrando entre su espacio
Residuos de una época enterrada
Convencional, tradicional, conformista.
Una mujer que quiere, enamorada
De unos sueños que rompieron su esperanza
Bostezando en una tierra “pervertida”
Llorando en un mar de fuerza expirada
Latiendo en un corazón que habita en nuestros cuerpos
Derrochadora de amor de sus casi hijos
Nostalgia de una tierra en que vivió
De una tierra que supo abrirse
Para dar a luz a un cuerpo ilusionado
Típica mujer estrechamente atada
A un”fascismo” que “libró” a su país.
Sentada siempre en un rincón
De espaldas a la luz, al mundo
Por no ver el excremento de una tierra;
Sensible mujer que llora por cualquiera
Que ama lo bueno que perfuma al mundo
Mujer que llora con la muerte
Mujer que odia el llamado terrorismo
Mujer que cree pasar entre silencios
Pero que sabe gritar y hacerse eco,
Que vive en el corazón de nuestros cuerpos
Y en fin
Es este, un poema para una mujer que quiere.
# 02
Siento vacía mi almohada
Faltan partes de mis sueños
Siento que no queda nada
Siento tristeza en la cama
Siento que soy más pequeño
Siento que tu olor no es mío
Ya no siento tu calor
Y mi cuarto está vacío
Siento cada vez mas frío
En el que fue tu rincón
Está la mesa más vieja
Ya no me quedan poemas
Solo me quedan las quejas
Y cuando la noche empieza
Todo mi cuerpo se quema
Ya ves que no tengo luz
Desde que no estas aquí
Desde que te fuiste tú
Ni el mismo cielo es azul
Dime que te queda a ti
# 03
Tienes que saber,
Que una sonrisa tuya puede hacer
Cambiar lo noche por madrugada
Hacer mas corta una hora larga
Hacer presente aquel lugar
Tienes que saber,
Que una sonrisa tuya puede hacer
Que nuestras flores que están marchitas
Dormidas en palabras escritas
Vuelvan de nuevo a nacer
Tú haces la noche mas clara
Tú haces la nieve más blanca
Tu haces que el río que se estanca
Vuelva a correr y no pare.
Tu haces que en todas mis noches
Vuelva a verte en mi almohada
Tú haces la espiga del viento
Tu haces el todo del nada
Por eso
Tienes que saber,
Que una sonrisa tuya puede hacer
Que en mis noches ya no llore.
# 04
… Y sigue eternamente el silencio
Aunque preguntes mil veces,
Aquí y allá
Ya te han dicho lo que eres
Y a quien tienes que creer
Y a quien no
Ya te han dicho quien es bueno y quien es malo
… Mucho antes de nacer.
Yo viviré cinco minutos mas que tu.
# 05
Tú sabes amor?
Tú sabes que te quiero cuando nadie te quiere?
Cuando estás a punto de estallar,
Cuando tus lagrimas son mas osadas que tu orgullo
Cuando sientes tu alma agobiada
Cuando no hay salida,
Cuando es el final de algo que tu crees que no ha tenido principio
Después de haber leído todo los textos proporcionados por Luis, me doy cuenta que hay una cierta reiteración en diversos temas.
Esta insistencia: el mar y sus olas. La arena. Las almohadas vacías, las llegadas del amor y sus posteriores partidas…todo configura y moldea un universo adolescente donde las hormonas guían la mano del escritor y le hacen caer en estas repeticiones, que no son otra cosa que una sinopsis de experiencias vitales.
El escriba, tiene mucho cuidado en no permitir eco alguno en su selección.
Mas tarde la empecinación playera desaparece. Y entonces nos encontramos a un Luis Centeno más maduro y más sutil y embriagador- perdóneseme la mariconada- en sus textos y en sus mensajes poéticos.
Pero volvamos a los escritos de su juventud.
Hay -para mí, que lo conozco bien- dos circunstancias que son muy íntimas y especiales para el poeta.
Esas son: Su casa del Camino Suárez y la falta, muy temprana, de su padre.
La casa por dos motivos especiales -a lo mejor, me estoy metiendo en vericuetos que no me incumben- pero me da igual, son los peligros que deben de asumir los autores al otorgar la potestad al escriba.
La casa, digo, por dos motivos: por la feliz niñez pasada en ella y porque en ella la familia estaba completa. Todos juntos.
Y su padre. Porque, sin tan siquiera consultarle, tomó el camino sin vuelta demasiado pronto y le dejó desprovisto de cuentos. Sin historias de soldados.
Este relato que ahora viene, combina los dos motivos, que yo intuyo, en la obra temprana de Luis..
Es una narración conmovedora (que ganó un certamen literario) cuyos originales conservamos tanto el autor, como su hermano mayor y el escriba que suscribe.
El citado hermano -Josemaría- me dio la idea de no solo transcribir el texto sino de, además, adornarlo con las imágenes del original escaneadas.
Me pareció una estupenda idea. Pero… porque decorar en exceso lo que no lo necesita? Me dije.
Así que esta cuarta entrega no es tan laboriosa para el escriba. Solo escribo este prolegómeno e inserto los originales del relato para que se puedan leer tal cual se escribieron. Adornados, eso si, con un revestimiento de años pasados en las catacumbas, que embellece y da color al trabajo.
También –si te fijas y te acercas a la pantalla- puedes llegar a oler el papel. No te creas que es mentira.
Un trabajo salido de los tuétanos del autor. A golpe de lágrimas, añoranza y pena por su madre desolada.
Siempre envidié someramente a la Familia Centeno. Siempre.
Por la unión, por la interrelación de todos sus componente. Piña familiar que se dice.
Quizás de ahí, el empeño por formar parte de ella. Como si fuese, una especie de subfamilia que te aporta afectos complementarios a los reportados por la tuya propia.
No fue difícil integrarme en ella. Para sentirme uno de ellos era preciso no solo la condición de habituabilidad. No! No bastaba. Había que hacerse notar drásticamente y para llegar a esa circunstancia hube de – por ejemplo- quemarles el dormitorio de los barones de la casa.
Observará, horrorizado el lector, el empleo adrede de la letra B en vez de la V en la definición de los Señoritos- Barones de la casa. Insisto es empleo adrede. Y lo de señoritos, también. Que le pregunten a Nutria.
Sigo que me pierdo.
Tuve que, decía , no solo quemar parte del dormitorio del poeta y de sus hermanos, (no hubiese bastado) sino que además tuve que -en un perfecto y estudiado “ Crack”- quebrarles en dos, justo por la mitad, un sofá recién adquirido por cuya felonía me auto impuse un castigo consistente en bajar la basura (tres pisos a pie) durante un año. Que al final, por haberme encariñado con el cargo, alargué “motu proprio” durante algunos meses. A todo se acostumbra uno, oyes.
Me tomé tan en serio esta penitencia , que si algún día -raro el día que no estaba en la Casa Centeno como uno más-, tenia algún otro compromiso, una vez acabado este y fuese la hora que fuese, iba a la Plaza del Obispo, subía los tres pisos, entraba en la casa, daba las buenas noches, y sin entrar en el salón ni mediar palabra, entraba en la cocina y cogía la bolsa de basura para- una vez haber dicho otro lacónico buenas noches ni entrar en el salón- bajar los desperdicios por la escalera para depositarlos en el contenedor más próximo.
Mientras bajaba, oía las carcajadas de la familia cereal después de haber contemplado la surrealista escena. Pero yo seguía bajando las escaleras ufano y orgulloso. Con la satisfacción del trabajo bien hecho. Del deber cumplido. Mamarrashoss!
Ganarme el cariño de toda la familia Centeno, no fue difícil, tenia a mi lado a mi mas fiel y abnegada defensora. Alguien a quien sigo queriendo – y mucho- a pesar de la lejanía física y de que ya, no me invita a comer faves ofegades.