MAMALUISA

MAMALUISA

Casa Centeno fue para mí –todo el que me conoce lo sabe– mi segunda casa. Mi hogar de adopción y acogida. Un lugar del que apenas salía pues allí me sentía verdaderamente cómodo y cariñosamente aceptado. Un sitio donde pasé infinidad de horas de mi vida disfrutando de un ambiente tremendamente familiar que sólo lo igualaba el mío propio.

Casa Centeno fue refugio, asilo y cobijo. Abrigo, albergue, guarida… Centro de mi vida en el centro de la ciudad durante aquellos años en los que se forjó una amistad imperecedera e inagotable con todos los miembros de ese maravilloso clan. Mi familia añadida. Mi otra familia querida.

La responsable de todo ese cúmulo de circunstancias afectivas –no lo duden ni un momento– fue la Mater Familias: Mamaluisa. Todo junto, como a mí me gusta.

Fue ella, el germen de esa naturaleza afable, cordial y sencilla que caracteriza a toda la familia Centeno. Una persona afectuosa y acogedora que tuvo suficientes alas para proteger –y encauzar con su ejemplo– no sólo a sus hijos biológicos sino también a los numerosos amigos de cada uno de ellos. Amigos todos, que nos sentíamos –orgullosos y satisfechos– parte activa y participativa de ese grupo familiar.

Ahora, Mamaluisa –sin tener el detalle de preguntarnos a todos los que la queríamos acerca de lo conveniente de su partida– se ha ido de esta parte tangible de la vida que es el mundo terrenal. Pero nosotros, los adoptados incondicionales, que somos inconformistas y cabezones por naturaleza, hemos decidido rebelarnos contra el sentimiento de despedida y separación y vamos a conservar – en la parte más personal e íntima de nuestra memoria– el recuerdo sencillo, bondadoso y condescendiente de esa maravillosa y dulce mujer. De esa persona atenta y obsequiosa que supo querer desaforada y desinteresadamente a todos los que la rodeamos y tuvimos el honor y la inmensa suerte de conocerla. Descansa en paz querida Mamaluisa. Dejas mucho amor en este mundo y un imborrable recuerdo en mi corazón.

 

Supiste hacer crecer la hierba fresca,

Los árboles, las flores y los trigos

Y ahora se ha secado todo el campo;

El viento te lo has llevado contigo.

Has dejado tu mundo seco y frío

Sombría tu habitación y tu ventana

Y ha parado de crecer aquella rama

Que supo hacer contigo, todo mío.

Ya las rosas solo saben dar espinas

Y un olor amargo, frío y severo,

Será que tú paraste de regarlas

Al llevarte la lluvia con Enero

(Poema de Luis Centeno)

LUIS CENTENO. AMIGO DEL ALMA

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LUIS CENTENO. AMIGO DEL ALMA

 Te veré, amigo mío, en este día;
y te daré mi mirada y mi sonrisa.

 (Luis Centeno)

Ayer, mi amigo más querido, Luis Centeno, cumplió la provecta de sesenta años. Puedo afirmar, lleno de alegría y de contento, que llevamos lado a lado un setenta y pico por ciento de nuestras existencias. Acompañándole fiel y lealmente. Él a mí.

Por la mañana recibí una llamada de otro propio, el Afilado hermano, indicándome la intención de celebrar una cena sorpresa para festejar tan redonda cifra y para proponerme –como asistente especial no consanguíneo junto al Marmolejo Cristóbal– el unirme a dicho evento.

Inmediatamente, cómo es de suponer, acepté la invitación del puntiagudo amigo. Un privilegio que supuso para mí y para mi santa esposa. El honor de pertenecer como miembro de número y reconocido en la familia Centeno, no es el producto baladí de un momento o de una situación puntual. Es el resultado de más de cuarenta años de cariño, respeto, deferencia y consideración mutua. Eso del setenta y pico por ciento que indicaba al principio de este escrito.

Y fuimos, y nos reunimos. Toda la familia más cercana. Los hijos del que cumplía, los hermanos, sus respectivos caimanes y caimanas y, además, Nini, Cristóbal y yo, ya os digo, como invitados de excepción.

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Hoy, antes de escribir estas letras, he hablado por teléfono con Maribel (una de las oficiales) y me han llegado al corazón estas palabras «Sí, Alvarito. Anoche lo pasamos genial. No podía ser menos si estábamos con Luis, sus hijos, sus hermanos y sus dos amigos del alma. A Luis, tú ya lo sabes, lo quiere mucha gente; tiene multitud de amigos incondicionales, pero Cristóbal y tú, sois sus amigos del alma».

Amigos del alma. Suena bien, sí señor. Amigos del alma.

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Yo creo que no es sólo la fidelidad demostrada por ambos durante estas décadas. No es sólo el cariño exacerbado que nos profesamos ni la multitud de momentos que hemos disfrutado juntos. Las mil y una situaciones inolvidables que llevamos en nuestra faltriquera de las experiencias. Es toda una vida juntos. Luis para mí simboliza la perfecta descripción de la amistad. Esa cualidad –a la amistad me refiero– que se ejerce y se hace fuerte cada año que pasa a base de instantes almacenados en el corazón y la memoria y que nunca se ve afectada por la lejanía ni por la ausencia. Tampoco –es sano que las haya– por el conjunto de nuestras discrepancias. Luis y yo siempre hemos compartido nuestro favor a eso de «El aval de la confianza». Ese que te anima a ser amigo de quien lo es nuestro por separado, y eso, nos ha llevado a componer una caterva común de amigos difícilmente igualable.  Una queridísima banda muy difícilmente repetible.

Luis alcanzó ayer la provecta de los sesenta. Y yo, seguiré perpetuamente a su lado. Fiel y lealmente. Al menos –si es que la vida nos lo permite– otros treinta y tantos que ya será una buena fecha para transformarse en humo. Hasta entonces, quiero seguir frecuentando con él esos cutres bares de aluminio, que tanto nos gustan, para seguir envolviendo (siempre) con risas y recuerdos, nuestras palabras sin sentido.

Te quiero, amigo mío, te quiero. Tú lo sabes.

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DAME TRES PALABRAS (o seis) Y TE DEVUELVO UN POEMA!

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(Luis Centeno y Anita Iglesias Cumpián )

DAME TRES PALABRAS (o seis)
Y TE DEVUELVO UN POEMA!

Decir que mi queridísimo amigo Luis Centeno es hermano, es volver a decir –que pesadez– una vez más lo mismo. Mi amigo el actor; el mismo que escribe preciosos poemas. Mi compañero el poeta, ese que actúa magistralmente. O mi amigo el incondicional cantante de boleros, el más descarado embaucador –para las que se dejan atrapar en las redes de su voz y su mirada acechante– de mujeres poco precavidas, insensatas e incautas. Pues bien: Mi muy querido, antiguo y leal amigo el actor, el poeta y el cantante, tiene otra vez el gesto y la finura (qué remedio le queda, si yo se lo exijo con la inexcusabilidad por bandera) de volver a pisar las tablas de este blog regalándome cuatro poemas.

Cuatro poemas que tienen su propia historia. Y sus propias víctimas.

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Les cuento:
Verán ustedes, alguna que otra vez, a los artistas –ya sea por la insistencia (y el acoso) de sus admiradores– ya sea por eso del pronto del «motu proprio», les entra la vena generosa. Y contrariamente a sus intereses pecuniarios, van y regalan arte. Véase el extraño caso del pintor Andrés Mérida y su Hiding–Art que ahora pulula por Madrid.

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(Luis Centeno)

A Luis se le ocurrió una genialidad. Propuso –por eso del no regalar arte porque él piensa, que si se regala no toca, cómo la lotería– solicitar a las amistades que se encontrase en el deambular por sus posesiones del Centro de la ciudad, que son todas, solicitar a sus amistades más afortunadas y elegidas decía, que le propusiesen tres palabras, y que, además, le tributasen cómo pago simbólico tres euros. Y él les compondría «quid pro quo» un poema. Un euro por palabra. Tres euros por poema casi regalado.

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Y así comenzó esta historia –a pesar de algún equivocado que imaginó un impensable e injusto interés crematístico– y cuyo resultado (una selección) viene aquí y ahora.

Nota aclaratoria:
(1)
El embrión de esta entrada, tuvo lugar el sábado 2 de Enero de este que corre. Al año me refiero. Y fue durante un picoteo nocturno que se realizó alevosamente en mi casa entre los anfitriones (Santa y yo) con Luis y su Ex-ex Conchoncha: Una de las mujeres que mejor me conoce y que es una enciclopedista reptante (es caimana de número) de las que no se le escapa ni una sola de mis demenciales salidas.

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(2)
Sugerí a Luis que debieran de ilustrar esta entrada, fotografías del magnífico artista Ignacio del Rio; así que ya lo saben: excepto las dos en las que aparece mi «hemmano» Luis Centeno, las demás son de, repito, Ignacio del Río; y desde aquí les doy las gracias. A los dos. A los tres. A los cuatro.

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(Ignacio del Río)

Estos son; ya saben… Dame tres palabras (o seis) y te devuelvo un poema!

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«DAME TRES PALABRAS
Y TE DEVUELVO UN POEMA»

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( ALCOHÓLICO, CONSENSUADO Y VERSO )
17 de Diciembre de 2015. Anónimo.

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Sería mejor, que no me buscaras donde estoy.
Que no me miraras a los ojos,
Cuando los tengo perdidos.
Que no vuelvas tu cara,
Para decirme que estás ahí,
Donde , en realidad, la vida me pertenece.
Sería mejor que olvidaras,
Donde habita mi alegría,
Donde mi abrazo enorme,
Se enreda en la musa decidida.
Que me da la palabra,
El verso roto.
El que me hace ser,
Como si nada,
Un hijo de puta extraordinario,
La mejor persona ante sus ojos.
El más perfecto asesino de mi propia vida.
El alcohólico insufrible.
El despreciado por la gente insostenible.
El amado por los ojos vírgenes,
Que me regala una lágrima inesperada.
En realidad,
Ya no espero mas besos.
Es mas. No los quiero.
Si acaso,
Un tirón de orejas consensuado,
Un ven aquí,
Un beso improvisado.
Un no salgas
Y hagamos el amor como hace tiempo.
Un quédate a mi lado.
Una caricia olvidada que retorna.
Un abrazo.
Sí.
Tal vez sea eso.
Un abrazo.
Y Para que mas?
Tu piel contra la mía,
Tu piel contra la mía,
Y tus poros y los míos,
Erizados Como el primer momento clandestino.
….Acaso quieres más?…
…. Yo no.

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(SORPRESA, INCONDICIONAL Y NEGRA).
8 de Agosto de 2015. Belén.

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No me abruman los silencios
Que me has dejado.
No me hace débil,
tu mirada evaporada.
No es una sorpresa,
quedarme sin tu boca,
la boca que bebería eternamente.
Hasta quedarnos secos,
de saliva y de besos.
No.
No es incondicional tu amor.
Es tu mirada, tus caricias, tus palabras.
Y no.
No se me vuelve la vida negra,
Porque pienses,
que ya no puedo abrazarte.
Es rosa, azul, esmeralda, coral.
Porque imagino tu cuerpo,
en esa playa,
que nos dibujó este amor indisoluble.
Nunca me iré.
Nunca me he ido
Digamos hasta luego….
…. ya nos vemos.

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(MANO, PUERTO, LABIOS, RUMOR, LLUVIA, Y APRESURADAMENTE.)
11 de Agosto de 2015. Carmen. (Especial seis palabras)

Me destrozaron el balcón interminable.
Lloré, mientras veía,
los bocados de hierro en nuestro silo.
Veía caer, poco a poco,
nuestro lecho secreto de aquel puerto,
tuyo y mío.
De nadie más.
Y las lágrimas que corrían por mis mejillas,
me llevaron a ti.
Como un rumor inexplicable,
Y no sé porqué,
de repente llegó a mi cara tu mano.
Y fue, como un sutil consuelo,
para mi corazón adolescente.
Y recordé los labios inocentes,
y mis dedos dibujando nuestros besos.
No puedo olvidar esos instantes,
que precedían a los abrazos primerizos.
Y de pronto, la lluvia….
….mojando nuestro pelo,
Haciéndonos cómplices de la risa,
que sólo es capaz de despertarnos el agua.
Yo te dije, apresuradamente,
«Vámonos, que llueve».
Tu me dijiste….
…..»Espera, vamos a bebernos el cielo»

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(MIEDO, NECESIDAD, MAR, LUNA, ABRAZO, E INELUDIBLE.)
19 de Agosto de 2015. Rosa. (Especial seis palabras)

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Ni una palabra de amor permitiré.
Ni un solo brillo en tu beso emocionado.
Un beso, que sin abrazo, no es nada.
Arrojaré al mar, el miedo de nuestros secretos.
El sexo a distancia,
El placer ineludible,
El deseo inquebrantable de imaginar,
Que mi mano es la tuya
Y mis labios son tus dedos.
No volveré hacia atrás
Para enmendar el principio.
Si acaso,
Te invitaré a la última luna llena de Agosto,
Para que las olas,
En vez de yo,
Te acaricie la piel exagerada,
Que un día tuve en las yemas de mis dedos.
Que quiero recuperar tus besos?
Ya lo sabes.
Que un beso, sin abrazo,
Es como el lenguaje sordomudo Para un ciego?
Ya lo sabes.
Que no quiero tus preciosos ojos, sino tu mirada?
Ya lo sabes.
Y así me ando en la vida.
Buscando en los rincones ocultos de mi alma,
Sin más necesidad que sentirme amado.
Y ni siquiera eso.
Sólo saber,
Que en un instante de tu vida,
Has perdido un minuto,
Pensando en mí……
……. y yastá.

.

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Sobre Apollonia Saintclair y Luis Centeno.

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Sobre Apollonia Saintclair

y Luis Centeno.

El sexo en mi trabajo tiende a atraer a los admiradores
que a menudo me confunden con mis diseños”.

(Apollonia Saintclair)

Fue una muy querida amiga –la marida Anita Iglesias Cumpián– la que me puso sobre la pista de Apollonia Saintclair. Este chica –a Anita me refiero– tiene el don de la ocasión y de la oportunidad para hacerme descubrir a impagables ilustradoras que dominan no solo el dibujo en sí mismo, sino que también poseen la habilidad del trasmitir sensaciones al publico que contempla sus obras. Otra magnifica artista de la ilustración que me subyugó en su día –gracias a su oportuno chivateo– fue Sara Herranz. Otra maga de la perfecta línea dibujada y de la aparente simplicidad en el trazo. Vayamos a Apollonia.

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Apollonia Saintclair va –en cuanto a eso del erotismo y la sensualidad dibujada– algunos pasos por delante de Sara Herranz. Muy por delante; pues sus trabajos –casi en su totalidad dedicados a la figura femenina, aunque salpicada (no es aposta esta palabra) muy de vez en cuando con alguna presencia masculina– rozan lo obsceno y lo sicalíptico. La carnalidad más palpable y evidente. El porno, dicho mal y pronto para entendernos. Apollonia es mucho más directa, evidente y manifiesta. Insolente y procaz. Y eso, me encanta.

Apollonia Saintclair posee un halo de misterio en cuanto a su persona; pues nadie, conoce su verdadera identidad. Nadie. Y al estilo del popular grafitero Bansky, ese halo de misterio, esa fijación por la privacidad, provoca una enorme curiosidad en su público. Esta expectativa, se acrecienta cada vez que publica un dibujo y que ella tiene a bien el colgar en las redes sociales. Trae loco a los censuradores de Facebook con sus trabajos, pues ya os digo, tienen tan alto contenido erótico y tales dosis de lascivia, que violan casi todas esas reglas pacatas, pusilánimes y timoratas que imperan en dicha red social. No sé, la verdad, cuando van a espabilar.

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“Ink is my Blood” La Tinta es mi Sangre, ese es su lema. Dibuja Apollonia con sangre negra. Adora el trazo simple y sencillo. Aunque con esa sencillez, transmite un enorme caudal de efectos y de afectos: Pasión…Lujuria…Deseo…Auto placer y –para quien así lo quiera entender– pecado, prohibición, transgresión y algunas dosis de perversidad.

Empecé a ver los dibujos de esta chica y –como es habitual en mí– las fui descargando en mi disco duro en una carpeta con su nombre para guardarla con mis otras cientos de carpetas de distintos artistas de la pintura. Pero lo que yo esperaba –unas docenas de dibujos– se transformaron en un par de cientos; y eso, porque paré de bajarme más, pues con lo que ya me había descargado, ya tenía muy mucho bastante para realizar la selección que ahora vais a ver en este artículo.

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El estilo de Apollonia Saintclair, está muy influenciado por el cómic. En los trabajos de Moebius, de Guido Crepax o de Liberatore. Pero sobre todo, sobretodo en Milo Manara; uno de mis ídolos del cómic de cuyo trabajo (bueno, de Moebius también) doy buena fe en este blog.

Pero, como uno no para de darle vueltas al magín, se me ocurrió el porqué no acompañarlo con un poema. Un poema que –como podéis apreciar– iría (y va) insertado entre estas palabras de entrada a este artículo y la  selección que he realizado con la obra de Apollonia. Pero claro, teniendo en cuenta la temática de la obra de la artista, no podría ser un poema cualquiera. Debería de ser un poema inédito.

Debería de ser un poema con una carga erótica muy importante. Debería estar escrito –yo, desde el primer momento, sabía quién era la persona idónea– por alguien con la capacidad creativa pertinente. Una persona capaz de hacer textos hermosísimos de amor y de deseo, pero también con la suficiente idoneidad y talento cómo para adecuarse a los requerimientos de mi encargo, aunque ahora, no le corren buenos tiempos de tranquilidad y sosiego.

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Y llamé a mi hermano Luis Centeno. Y le propuse mi plan. Le propuse, y exigí –como sólo los amigos tienen permitido hacerlo– que debería de ser un texto original y nuevo; y tan erótico, que rayase lo pornográfico. Así. Tal cual. Luis, tardó lo que tarda una mirada en decir «!Ponme otra caña!». Y aceptó el reto. Así que en ese mismo momento –eran pasadas las diez de la noche– se dirigió a ese bar literario “de las putas, aluminios y silencios” que tanto le inspira, para escribir mi encargo no sin antes hacerme una aclaración; “Compadre, aclara que es un encargo especifico y dirigido por ti; no se vaya a pensar la gente que soy un salido, un obsceno reprimido y un pajillero”

Yo todavía no entiendo demasiado bien la diferencia entre un salido y un poeta. Éste último, el poeta, con un marcado estilo voluptuoso y sensual; también obsceno y lujurioso a veces; a pesar de su enorme carga de carnalidad y concupiscencia, si él lo quiere así, a pesar de todo ese arsenal verbal que el poeta despliega, el desenlace –sólo separado por la belleza de las palabras– es el mismo: El gozo, la complacencia y el deleite. En definitiva: El catre y el baile más antiguo del mundo que diría mi amiga la Ayuso Sarmale. Pero yo, cómo soy un señor que se viste por los pies y un caballero de los de antes, lo aclaro y aclarado queda. Luis Centeno, no es «un salido, ni un obsceno reprimido, ni, por supuesto, ningún pajillero” (en el sentido estricto de la palabra, claro está). No nos confundamos.

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Este es el poema que le he obligado a crear a mi amigo; no se que dirán Uds. pero a mi me parece el aperitivo perfecto para retahíla que al final de estas letras viene.

***

Y DE ESO ME LAMENTO.

Cada segundo que me pasa por encima, amor, se me hace interminable.
Tan interminable, que ese segundo se me torna en minuto.
Un minuto que hace, mi amor, que no lleno mi boca de tus besos derramados.
Y de eso me lamento.

Cada minuto que me pasa por encima, amor, se me hace interminable.
Tan interminable, que ese minuto se me torna en hora.
Una hora que hace, mi amor, que no lleno mis manos con tus pechos arrebolados.
Y de eso me lamento.

Cada hora que me pasa por encima, amor, se me hace interminable.
Tan interminable, que esa hora se me torna en día.
Un día que hace, mi amor, que no lleno tu sexo con mi miembro entusiasmado.
Y de eso me lamento.

Cada día que me pasa por encima, amor, se me hace interminable.
Tan interminable, que ese día se me torna en año.
Un año que hace, mi amor, que no lleno mi vida de tu aliento.
Y de eso me lamento.

Hace tanto, tanto tiempo amor, tanto tiempo amor… Que no lleno mi boca de tus besos, ni mis manos de tus pechos, ni tu sexo con mi miembro, ni mi vida con tu aliento… ¿Que sabes qué, mi amor? Que de eso me lamento.

(Y me siento absolutamente desolado.)

(Luis Centeno)

***

Disfrútenlo todo. De arriba abajo y de abajo  arriba; por todos lados y rincones; sudando, sobando y ensalivados convenientemente. Que es como tiene que ser, naturalmente.

Que es como tiene que ser.

Apollonia Saintclair:

“La Tinta es mi Sangre”

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UN PASEO CON LUIS CENTENO

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UN PASEO CON LUIS CENTENO

 

… No te preocupes, no me he ido.
Porque sigo cogido de la mano,
de quien me dio un enorme abrazo adolescente,
y prometió, eternamente, ser mi hermano.

A mi amigo Alvarito, a las 02.00 A.M.

         – 11 de Marzo de 2010-

 

Decir amigo es decir, Luis Centeno. Y decir Luis Centeno, es también nombrar a la persona que me usurpó -juiciosa y dichosamente en su día- el calificativo de «Mejor» para ya no abandonarlo nunca jamás de los jamases.

Decir Luis Centeno, es elaborar un coctel de sentimientos y sentires encontrados. Un combinado (inapropiado a veces) que a los verdaderos poetas -esos equivocados que se regodean en lo inexplicable- se creen que para crear belleza hay que estar aderezado con unas cuanta gotas de tormento, angostura y Martini seco.

Decir Luis Centeno es decir distracción y jaraneo; fiesta interminable  y divertimento.

 Decir Luis Centeno, es decir también, conversación pausada y reflexiva. Confidencia que se queda  -arropada y resguardada- en el cobertizo del cariño y la amistad inveterada. Desahogo, bálsamo y alivio.  Declaración no anhelada, muchas veces, de desamor y desconsuelo. Cómo son estos poetas de sufridos!

Luis Centeno, es alegría y distracción.  Alborozo y entusiasmo. Luis Centeno es gloria bendita para el ánimo. De los demás. De los demás. Muchas veces, pienso que debiera de ponerse frente a un espejo, para que -aplicándose su propio parche y medicina-  esa alegría que despliega con los otros, le rebotase a él mismo en un buen guantazo de puro e inevitable reflejo.

Decir Luis Centeno es decir poesía y sentimiento descarnado; y pesarosa; abatida y consternada, porque cagondiós y en tóloquesemenea, que qué poco humor y que pocas risas  (Ay! Mamaluisa!) se aplica -otra vez a veces-  a él mismo. Parece amigo que hoy, estás un poco más viejo y que ya no te miras al espejo, por no notar tus arrugas. Supongo.

Este Viernes 22 del mes de Noviembre del Trece, Volvimos a disfrutar de la mutua compañía; y con Santa y con dos amigas que se presentaron de improviso, volvimos a pisar sus dominios del distrito -para con la excusa de hacerme entrega de un regalo- volver a pasear por ese centro de la ciudad en el que hace demasiado tiempo ya, capeábamos los amores adolescentes, entre Campanas y Quitapenas; Casas Guardias y Floresteles.  Entre recitales de música en los institutos y duetos de guitarra irrepetibles en la playa. ¿Irrepetibles he dicho?

Decir Luis Centeno, es decir amigo. Inevitable amigo, cómo a él le gusta decir. Cómo a mí me gusta escuchar. La otra noche -esa que venía de otra no muy lejana en su casa, esa en la que andábamos  asesinando a un excelso Ron Diplomático de bastantes años- accedió  a proporcionarme un poema que reflejara lo que ahora le atenaza el cuello. Y el corazón. Y ese alma que soporta y sobrelleva de poeta atormentado por el destierro.

Y Luis, que es -aunque no lo parezca-persona puntual y de palabra, me regaló esto que ahora viene, y que cómo siempre, destila sentimiento y emotividad. Delicadeza y ternura. Y como no! una tristeza infinita que sería insoportable si no estuviese impregnada de un cariño y de un amor de los más confesables. Una tristeza infinita, preñada de esperanza hacia aquella que él y yo sabemos, y que nos está esperando allí en la distancia, sabiendo que aquí estamos los dos. Que aquí estamos los dos.

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0-Bis Día 5.

Martes, 19/11/13

Aunque el día tuviera cien horas

y un año durara cien años,

no me apaño.

Me falta tiempo para estar contigo.

En principio, te lo digo como amigo,

pero no te extrañe,

que en mi mente indecorosa,

esté pensando en ti por otra cosa

que no haga falta luces ni testigos.

Perdóname preciosa si te digo,

que mis noches se me han vuelto más eternas

cuando duermo dulcemente entre tus piernas

olvidándome del frío con tu abrigo.

Ya no puedo querer otros abrazos

¡Cómo olvidar tu beso tierno y claro!

que quieres que te diga, veo muy raro,

querer adormecerme en otros brazos.

.

.

.

.

***

LUIS CENTENO. POEMARIO VI. EL FINAL

LOS TRES CABALLEROS

 

 

Buenoooo….. Esto ya se ha acabado. Seis entregas de poemas y una historia de soldados. Que no es poco.

 Hemos llegado al final. Por lo menos del material que  yo poseo y que me fue entregado con la reticencia de las lobas centenéreas. Ya solo me queda la recepción de material nuevo.

 Algo que me apetece mucho, pues es esta última época de Luis la que, escribiendo, más me gusta.

 Agradecería muy mucho lo de recibir nuevo material; puesto que, leer  toda la producción poética anterior del vate culé desde que era un zangolotino adolescente, hasta estos días, como que me ha resultado un trabajo inconmensurable a la par que gratificante. Todo hay que decirlo

 Muy gratificante digo, pues me queda el honor de ser uno de los pocos (él y yo) que se ha leído toda su producción. El, poco a poco; yo del tirón. Que tiene su aquel.

 Han sido muchas playas y muchas escaleras. Muchos sentimientos destapados para al fin lograr llegar a la estación término. Aquella donde acaban todos los trenes de largo recorrido que tanto le gustan a mi otro querido amigo poeta.

 Y me ha fascinado el hacer este poemario a Luis Centeno. De verdad. Porque ha sido el volver a recordar mi propia vida a través de la de él. De la de su familia.

 Porque he vuelto a ver a Titalín, acechar por la puerta y he vuelto a dar la tabarra al padre Carras. Y he vuelto a pisar montañas de nácar en la Isla de Arosa cuando aun había que llegar a ella por medio de una barca. A beber Albariño –hasta la saciedad- con los pescadores a golpe de canción.

 He vuelto a oír regañar a las vecinas gruñonas al desaparecido “Petre”. Y he vuelto a ver la sonrisa perennemente cariñosa de mi Mamaluisa.

 He visto ascender a los cielos a Cristóbal por medio de un andamio adosado a la fachada del edificio y entrar por el balcón del tercero (Nunca me perdonaré, el que no se me hubiese ocurrido a mi semejante genialidad)

 Y he vuelto a ver los atardeceres desde la Residencia Militar haciendo esfuerzos por no besar a Mammota. Se dejaría?…No se dejaría? Nunca lo sabré.

 También he vuelto a sufrir el martirio de dormir muchas veces en la Plaza del Obispo despertándome a fuerza de campanadas cada cuarto de hora. Cada media hora. Cada en punto. Desventajas del huesped no habituado.  

 Y he vuelto a cantar los poemas musicados de Luis. Como nadie más sabe hacerlo.

 He vuelto a gritar: Centenooo! desde la calle, otro par de miles de veces. A todas horas. Y a darle al motor para encenderlo cuando subo. Apagarlo cuando bajo.

 

Y todavía… Todavía disfrutando de la amistad, del hermanamiento, de todos ellos. De Luis, que es mas hermano que ninguno, y fíjate tú que todos lo son mucho.

 De Josefito, mi consejero y modelo en muchas cosas. Y amigo muy querido por encima de todo. Porque siempre está ahí.

 Y de Nano, el chiquitillo de los tres hermanos, que les pegaba unas palizas tremendas al ajedrez a los doctos amigos de sus hermanas mayores con siete años. Con él, tengo la risa asegurada. Y el cariño, que es mutuo.

 Tres amigos. Tres caballeros.

 Ha sido, en fin, una recapitulación preciosa de sentimientos esta que ahora finaliza. Un compendio de circunstancias comunes. De vidas paralelas.

 Y ahora, como en todo relato que se precie, llega la hora de los agradecimientos. De darle las gracias a quien me ha ayudado a realizar esta labor. Y eso es lo que voy a hacer, dárselas…

 A nadie!

 A nadie!  Pues nadie me ha hecho falta para apuntar un solo registro de esta nómina de afectos que he desarrollado hacia la familia Centeno. Porque ni ha hecho falta, ni la hará.

 Porque yo mismo he sido protagonista y la he vivido con ellos intensamente durante 37 años. Y de que forma!

  A nadie.  Y tiene gracia que, al final del periplo familiar, me quede casi sin palabras. Pero era eso, justo lo que quería. Quedarme sin palabras; porque quería emplearlas todas en reafirmar el cariño que siento hacia todos en general. Hacia cada uno en particular.

 Porque sé, que a fuerza de insistencia y de apego, de tiempo, de viajes y de vivencias compartidas, he logrado, por fin, hacerme un hueco en el clan. En la Familia.

 Como no podía se de otra manera, amigos. Porque ahora… ahora ya sé el secreto del Corazón de la Alcachofa. Como no podía ser de otra manera, amigos. Como no podía ser de otra manera.

LUIS CENTENO. POEMARIO VI. EL FINAL

 

# 01

 

 

     Cinco minutos contigo, es un instante,   
     es un soplo de aire, es un momento,
     es un todo, en una nada, y era antes,
     una ilusión perdida, un tormento.

     Cinco minutos contigo, son los besos,
     la acaricia interminable, son el cielo,
     cinco minutos contigo, es sólo eso,
     el poder acariciar tu «rubio» pelo.

     Cinco minutos contigo, es la esencia.
     Es el momento exacto de la vida,
     es el mágico fin de la inconsciencia,
     de quien no te tuvo nunca por perdida.

     Pero cinco minutos sin ti, remueve el alma,
     y me estuvo escondido entre las sombras,
     de quien quiso llorar desde la calma,
     de la ausencia que dejaste a quien te nombra.

     Cinco minutos sin ti, es el vacío,
     es la ausencia interminable de tu cara,
     es el no querer hacer nada, es el hastío,
     de no volver jamás al agua clara.

     Lo del agua, te acuerdas?, es por los peces,
     que mordían nuestras piernas primerizas.
     Ya te lo dije, es, que a veces,
     los rizos de las olas, se nos rizan.

     Cinco minutos sin ti, no es el olvido.
     Ni es llorar con indolencia en las esquinas.
     Es querer, como acaso no has querido,
     y no aceptar, que todo se termina.

# 02

 

Y no había más que música

En los oídos del hombre!

Apenas luz

Una llama peregrina volaba alrededor de un cenicero.

Y no logró apagarse. Conocía cada rincón de la plaza, mucho mas que a el mismo; y, sin embargo, jamás la había visto tan serena y silenciosa, tan tremendamente llena de si misma.

Nunca había contemplado aquella fuente como ese día, ni había contemplado las luces que vio pasando silenciosas.

# 03

 

Sentir tus manos

Sentir tu pelo

Sentir tu risa

Sentir tu aliento

Sentir tu brisa

Sentir tu cielo

Sentir tu viento

Sentir tu lluvia

Sentir tus dedos

Sentir tu boca

Sentir tu cuerpo

Sentir tu nube

Sentir tu nieve

Sentir tu tiempo

Sentir tu noche

Sentir tus días

Sentir las flores

Que florecían

Sentir el alba

Que despuntaba

Sentir tu vida

Sentir tu rostro

Y tus miradas

Sentir tus labios

Y tus palabras

Sentir tu vientre

Sentir tu espalda

Y tú esperanza

Sentir tu olor

Sentir tu piel

Sentir tus pies

Sentir tus pasos

Sentir tu cara

Y tus abrazos

Sentirte se

Sentir tus pechos

Sentir tu lecho

Tu vino rojo

Sentir que siento

Sentir que quiero

Ser tu rastrojo.

# 04

 

La quiero porque me atormenta

La quiero porque es dulce y es cruel

La quiero porque es sincera y mentirosa

La quiero, básicamente,

Porque es mía.

Igual que yo soy suyo.

Pero…

Porque ella es mía y yo soy suyo?

Quien es de quien?

Quien puede erigirse en dueño de alguien?

Yo soy dueño tuyo?

Soy tu dueño?

No lo creo,

No eres de nadie

Eres tuya, solo tuya

No perteneces a nadie

Solo a ti

Quizás por eso te quiero,

Porque no podré encontrar

Otro ser tan libre como tu.

Eres libre.

Vete si quieres,

Y si no quieres irte,

Dime porque te quedas.

Es que acaso puedo pensar que me quieres?

No soy nadie

Es que,

Acaso,

Puedo pensar que me quieres?

A mi?

Tal como soy yo?

Si es así,

Estoy en un paraíso,

Allá donde solo me encuentro contigo.

Te quiero.

# 05

 

Supiste hacer crecer la hierba fresca,

Los árboles, las flores y los trigos

Y ahora se ha secado todo el campo;

El viento te lo has llevado contigo.

Has dejado tu mundo seco y frío

Sombría tu habitación y tu ventana

Y ha parado de crecer aquella rama

Que supo hacer contigo, todo mío.

Ya las rosas solo saben dar espinas

Y un olor amargo, frío y severo,

Será que tú paraste de regarlas

Al llevarte la lluvia con Enero

Y has dejado mi cuerpo en una tierra

Donde no existe lluvia, sol, ni viento,

Solo días oscuros, solo guerras,

Solo horas vacías, solo tiempo.

Que lejos ha quedado ya aquel día

Que bebimos una copa en la taberna,

Que regamos cada día con nuestras bromas

Y ese vino de improvisadas juergas.

Pero ya ves, no lloro por tu muerte,

He pensado palmo a palmo, codo a codo

Que no eres tú quien muere, ni tu cuerpo,

Sino yo, mi esperanza, y mi todo.

(A MANOLO LUQUE.)

 

 

# 06

 

Será casualidad, yo no lo dudo

La vida ya se sabe,

Está llena de estas cosas.

Hablas de alguien que parece

Que se fugó de la tierra y de la vida

Pero de pronto, que sorpresa

Al volver la esquina se aparece

Cuando ya la habíamos dado por perdida.

Ayer me dijo alguien que vio una moto

Aparcada bajo la sombra de un puente

Hoy me ha contado otra gente

Que el hijo de un amigo, corrió la misma suerte.

Se apartó, con un balazo, de la vida

Y al cabo de un momento, ya te digo,

Me entero que el del puente es un suicida

Igual hora, el mismo día.

Que casualidad, coño! Que historia!

Pero ni  aún así se altera la memoria,

Ves la casualidad como armonía

Mi historia, es así, mas peregrina:

Hicieron hombre a mi hijo adolescente

Y están haciendo al otro, justo al mes

Que si, casualidad, es evidente

No le busques mas `palabras a la rima

Uno y otro me dejó el MP3

Para matar el tiempo con Sabina.

Nota del biógrafo:

 

La tónica general en estas seis + 1 entregas ha sido la inserción de imágenes de grabados de Gustave Doré con una predilección especial hacia los basados en los cuentos de Perrault.

 También- y lo mejor- la sempiterna presencia de uno de mis poetas y músicos preferidos: Leonard Cohen.

Pero no debían de ser sino temas de su último concierto en vivo en Londres. Por que así lo he decidido. Sin más. Y no ha sido fácil.

 Pero he querido terminar esta  última entrega con un tema diferente. También, es cierto, íntimamente vinculado a Leonard Cohen: Las chicas de su coro: The Webb Sisters y además el clip, está realizado por su hijo: Lorca Cohen.

 Words that Mobilize: Palabras que movilizan; como las de los poetas.

 It was a pleasure for me.

 

LUIS CENTENO. POEMARIO V

 

LAS CORNEZUELAS DEL CENTENO

 

Insiste mucho el rapsoda culé en el título de esta entrega: El Corazón de la Alcachofa.

 Y, además, me dá  subrepticia y tajantemente la orden de que la presentación verse sobre sus hermanas. Por cohoness. Como si la inspiracion pudiera domeñarse.

 Fíjate tú que Pablo Neruda decía que las alcachofas son los guerreros medievales del huerto con el corazón tierno.

 “Ellas sabrán el porqué del título”. Me dice. Y vá el cabrón y no me lo aclara. A mi! Que soy su escriba, trascriptor y traductor. Queledén!

 En fin…Nada se me antoja, a priori, mas fácil que hablar del sexteto centenéreo. Porque las he vivido y mucho.

 Porque que las conozco de sobra a cada una de ellas. Desde el principio de mis tiempos y de los suyos. Y poniéndome a pensar y a escribir se me llena la cabeza de anécdotas sucedidas con todas. Con la  caterva de lobas que, perennemente, acompañaban a los que, ilusamente, se creian  los amos y señores de la manada. Ilusamente, repito.

 Pasé tanto tiempo y me pasaron tantas cosas con ellas, que a una, a Primera, estuve a punto de matarle dos veces al marido. Una vez de un abrazo fraternal (que solo se quedó en una costilla rota). La otra vez, de pura risa. Ellas pueden certificarlo. Al final, mira tu por donde, se fueron para siempre ambos dos. Una falta de delicadeza hacia sus afectos por otra parte.

 No se puede negar, pués, que hayamos pasado una vida entera juntos. De risas, de muchas risas; y tambien de llantos, que de todo tiene que haber en esta putesca viña del Señor.

 Muchas veces, cuando acudía a la Plaza del Obispo en busca de Luís, no importaba si estaba  este o no. Siempre habia alguna de las hermanas con sus novios – Fantástico Alborto- que suplian esta ausencia.Con creces.

  Casi siempre estaban Primera, Tercera  y Cuarta. Por no faltar, no faltaba ni Girilín.

 Yo llegaba. Saludaba. Me acurrucaba en la mesa de camilla, desplazando inopinadamente a Quinta y Sexta, que tambien solían estar, y que se dejaban avasallar ante mi inconmensurable personalidad y algún que otro culazo; sacaba mi bolsa de pesetas y a devorar horas jugando al Cinquillo. Interminables y entrañables partidas de cartas.

 Hasta que, mas tarde, cuando llegaba Luis de juntar magreos para futuras odas descarnadas, y me proponia salir de copas, yo le decia : Mmmmmm…NO! Me quéo! Y me quedaba jugando tó calentito. Y el también, claro está.. Hasta que la noche mas última me expulsaba a la puta calle. Acompañado siempre, eso si, de la amistad inquebrantable y leal de mi bolsa de basura.

 Hay algo mas parecido a un hogar interino?  Jugar fuera de casa se le dice a esto. 

Sabía y sé todavia, todo sobre ellas. Todos sus secretos mas íntimos. Lo que fumaban. Unas asquerosidades que iban desde el Sombra imposible hasta el Vencedor ya perdido de antemano. Humo negro matón.

Sabía lo que bebian. Gin tonics y cubatas de ginebra y cola. Sabía siempre el color de las braguitas que llevaban – siempre con un dia de retraso, desafortunadamente – Pués las veia, siempre, ahorcadas en el tendedero del patio de la casa… Sabía donde tenian sus nidos de amor. Hotel Maestranza. Ahora lo puedo decir por fin.

Sabía…Sabía que a  Segunda le llamaban la guapa, me lo decía Titalín. Y tambien sabía lo mucho que apreciaba yo a  Segundo, su  marido: porque este me enseñó- con su proceder- a ser mejor hombre. Más libre. Aunque tambien me hizo la putada y se me murió. Como Primero que se llamaba Buen Nacido de segundo.

 Y se me antoja fácil, ya te digo, porque podria hablar y mucho de cada una de ellas.

 Podria hablar de Cuarta. Pero no lo voy  a hacer. Porque es la que más quiero y ella sabe que todo lo que vaya a decir de ella, ya se lo he dicho. Porque me acompañó en la etapa mas enriquecedora de mi vida. Porque compartimos los mejores amigos que uno pueda tener en la misma. Porque sus hombres, fueron mis hermanos. Y algunos, a pesar de la lejanía, lo siguen siendo.

 Tercera siempre tenía una palanca de whisky DyC escondida en su cuarto. Y todos sabíamos donde. Mamaluísa tambien. Ejerció eficazmente de Coordinadora de Acólitos Anónimos en el Vaticano.

 De Quinta me pasa algo así como con Cuarta. Que forma parte inseparable de mi vida, pues tambien me acompañó en los primeros despertares. Tantos dias felices que se sucedían igualmente dichosos y divertidos unos tras otros. Sin parar. El día de la Mammota (sic)

 De Sexta -una preciosa, gruñona y pequeña Nutria- de corazón  mas feminista que ninguna, aunque todas lo son. Pero a esta la enervaba muchísimo la  reiterada displicencia que mostraban los machos de la manada (a los que dedicaré la próxima y última entrega de esta saga) para  levantarse de la cama y afrontar el dia.

 Y si se me pone en el brete de decidir quien es o quien fue la mejor, no sabre discernir si Sexta o Tercera. Ni tampoco si Segunda o Cuarta. O Primera más que Quinta.Porque todas son igualmente buenas y el orden de los factores no altera el resultado.

 Y si sé que todas son, como diría el malagueño mas perchelero y ordinario: De la leshe que mamaron. Y eso, afortunadamente, no se puede evitar. Porque se lleva en la sangre.

LUIS CENTENO. POEMARIO V.

EL CORAZÓN DE LA ALCACHOFA

 

# 01

 

Ay Luisito!

Con lo listo que eres y que torpe es tu vida

Ay Luisito!

La achicoria es amarga

Y te engañas con dos gramos de azúcar

Ay Luisito!

La colilla manchada de amor terminado

De noches sin ti,

Se volvió un huracán  

Gestionado como otro Katrina

No supiste la fuerza y la ira

Que te fue a matar

Ay Luisito!

Que conviertes tormentas de arena

En brisas ligeras

Y al momento una brizna de hierba

En un bosque sin sol.

Guárdate el estallido

Que quiere salir de tus ojos

Dosifica la lágrima que hay en tu corazón

Ay Luisito!

Que disgustos me das

Siéndome tan cercano

No te empeñes en hacerme espía de tu soledad;

No renuncio de ti

Pero a veces me cansas

Cuando sigues con la letanía

Cercana y constante

De la falsedad

Cuando llegues del tiempo pasado

Y quizás no me encuentres

Con los brazos abiertos

Y el alma pendiente de ti

No me pidas que olvide el vacío

De ese número oculto

Te fallé, lo cogí, lo lloré

Y ese anónimo puto

Me rasgó el corazón

Los pulmones, la vida y la piel

Pero en fin,

No eres tú

Quien merece que pierda este tiempo

No eres tú

Quien merece este instante de noche despierta

No eres tú

Quien merece este instante de noche sin luz

Ojala ni una lágrima asome por estas ventanas

Tan oscuras

Tan en las tinieblas

Teñidas de azul

No es preciso que diga

Que en la noche perdida

Ya no lloro por ti

Lloro, por mi Luisito

Tan listo

Y tan torpe en mi vida

Ay Luisito!

 # 02

 

Déjalo

No creo que merezca ya la pena

Que pienses que mis noches se me queman

Queriéndote  escribir.

Déjalo

Que importa que pasara las noches en vela

Si el tiempo para ti es la primavera

Y otoño para mí.

Déjalo

Ayer dijiste que si estabas sola

Querías venir conmigo a ver las olas

Pero hoy ya no es así.

Y calla que llega la primavera

Y desde que era invierno no has visto mi escalera

No digas otra vez quizás me cure

Hoy sé

Que si hay mal que cien años dure

Déjalo quizás olvide.

Déjame

Al menos que te escriba estas canciones

Aunque queden dormidas en mis cajones

Si no quieres volver.

Déjame

Que en sueños quede dormido en tus pechos

Si no quieres volver tienes derecho

No digas nada más.

Y calla que llega la primavera

Y desde que era invierno no has visto mi escalera

No digas otra vez quizás me cure

Hoy sé

Que si hay mal que cien años dure

Déjalo quizás olvide

 # 03

 

La música suena triste

Sus notas ya no son notas

No tiene aroma el jazmín

La lluvia no cae a gotas

Para mí.

Toda poesía es tristeza

Una canción añoranza

Una palabra una queja

Cuando no hay esperanza

Se deja.

El sol ya solo se aleja

La luna nunca aparece

Cuando se muere se reza

Cuando algo llega al cese

No empieza.

Ya no suena una guitarra

Que diga de entre sus cuerdas

Que el barco, el mar y la amarra

Haga que yo un día pierda

Mis ansias

Ya no hay un vaso de vino

Que me devuelva alegría

Ni me brinde en el camino

De vez en cuando, algún día

Un pino.

Ya no habrá nadie que grite

Para buscarme querellas

No habrá una voz que me chille

Ni en el cielo habrá una estrella

Que brille

Ya no habrá una voz que diga

Devuélveme aquella flor

Y si algunos ojos miran

Buscando ansiosos amor

Es mentira.

Ya se me ha muerto la flor

Ya he perdido su fragancia

Ya no tengo su calor

Y quisiera oír con ansias

Esa voz.

Ya no volveré a escuchar

Latidos de un corazón

Ya solo puede esperar

Poco a poco y sin calor

Soledad.

Ya no volveré a sentir

Ni una caricia ni un beso

Ni podré jamás pedir

Que me dejen un recuerdo

Ni alguien  me ayude a decir

Sentir lo que estoy sintiendo

No es vivir.

# 04

Bien. La situación es esta:

La mujer principal era un encanto

Un oasis de ternura, y entretanto

Se entremezclaban las obesas y las bestias

Y la madre de aquella deslenguada

Y la torti, que era de Riogordo

Y, en medio Enrique, como de la nada

Que unas veces era mudo y otra sordo

Yo, me encontraba en un mundo sin sentido

Me sentía como un objeto maltratado

La madre de estos versos anteriores

Me vio, sin yo saber; como follado.

# 05

Hoy,

No se si estoy inspirado

Pero quiero escribir

Y quiero escribirte

A ti mujer

Quisiera decirte tantas cosas

Tantas cosas que guardo

Desde hace tanto tiempo

Decirte

Que apenas si te recuerdo

Que apenas ya si te deseo

Que apenas ya te necesito

Decirte

Que apenas ya te quiero.

  # 06

           EL CORAZÓN DE LA ALCACHOFA

Que poco tiempo hizo falta para quererte,

Y cuanto tiempo he gastado en olvidarte.

Pero, mira, ahí está el arte,

En dejarse arrastrar por otros vientos.

A mí, la verdad, me va bien de momento,

Algo mejor de cómo siempre ha sido.

Pero no voy a hacer leña del árbol caído,

Encenderé la hoguera con los rastrojos

Del alma que quemaste con tus ojos

Y me tuvo tanto tiempo así, perdido.

He caminado lento, sin sur ni norte,

Y alguien sin saberlo me ha empujado,

Y me ha gritado: corre, no te cortes!

Y he corrido feliz, como un poseso;

No te ofendas. Tú ya sabes, es por eso,

De que Dios aprieta, pero no ahoga,

Y por fin, me han liberado de la soga,

Que me tenía atado a nuestros besos.

Y no es por nada,

Pero al ver que el mundo, no se para con mi historia,

No me entristece ver, que muere mi memoria

Solo me alegra saber, que ya  se ha ido

Esa triste persona, que nunca he sido.

LUIS CENTENO. POEMARIO IV

 

TITALÍN

 

No, no creáis que es la marca de un limpiador de plata. Aunque pensándolo bien, si que pudiera haberlo sido. Y, pensándolo aún mejor, eso es lo ella fue. Una bruñidora familiar incansable. Cercana y afectuosa.

Vigilante tenaz. Perfecta subalterna de la principal. Siempre dispuesta, aunque un tanto irritable. Un trozo de bizcocho empapado en pena y dolor asumido. En interminable constancia.

 Incongruente con los sentimientos lógicos del rencor y la animadversión. Hacia aquellos que le quitaron  la única oportunidad que le brindó la vida de prolongar la de ella misma. De una fidelidad absurda e irracional hacia los que la privaron de esa suerte exclusiva que tanto envidió al contemplarla -en su propia casa- diariamente.

Nunca entendí a Titalín ¿O si?

Presencia perenne hasta el final. Hasta que su razón hizo mutis por el foro silenciosa y calladamente. Ya nunca volvería a vigilarme por la rendija de la puerta entreabierta. O entrecerrada.

Titalín. No, no creáis que es la marca de un limpiador de plata. Aunque pensándolo bien, si que pudiera haberlo sido.

# 01

POEMA PARA UNA MUJER QUE QUIERE

 Triste,

Tal vez con gesto acabado

Pero con fuerza en su cuerpo.

Enferma de franquismo y de una historia

De una España que nació mientras dormía

Quizás un poco standard de su mundo

Un poco música vibrando entre su espacio

Residuos de una época enterrada

Convencional, tradicional, conformista.

Una mujer que quiere, enamorada

De unos sueños que rompieron su esperanza

Bostezando en una tierra “pervertida”

Llorando en un mar de fuerza expirada

Latiendo en un corazón que habita en nuestros cuerpos

Derrochadora de amor de sus casi hijos

Nostalgia de una tierra en que vivió

De una tierra que supo abrirse

Para dar a luz a un cuerpo ilusionado

Típica mujer estrechamente atada

A un”fascismo” que “libró” a su país.

Sentada siempre en un rincón

De espaldas a la luz, al mundo

Por no ver el excremento de una tierra;

Sensible mujer que llora por cualquiera

Que ama lo bueno que perfuma al mundo

Mujer que llora con la muerte

Mujer que odia el llamado terrorismo

Mujer que cree pasar entre silencios

Pero que sabe gritar y hacerse eco,

Que vive en el corazón de nuestros cuerpos

Y en fin

Es este, un poema para una mujer que quiere.

 # 02

 

Siento vacía mi almohada

Faltan partes de mis sueños

Siento que no queda nada

Siento tristeza en la cama

Siento que soy más pequeño

Siento que tu olor no es mío

Ya no siento tu calor

Y mi cuarto está vacío

Siento cada vez mas frío

En el que fue tu rincón

Está la mesa más vieja

Ya no me quedan poemas

Solo me quedan las quejas

Y cuando la noche empieza

Todo mi cuerpo se quema

Ya ves que no tengo luz

Desde que no estas aquí

Desde que te fuiste tú

Ni el mismo cielo es azul

Dime que te queda a ti

  # 03

 

 

Tienes que saber,

Que una sonrisa tuya puede hacer

Cambiar lo noche por madrugada

Hacer mas corta una hora larga

Hacer presente aquel lugar

Tienes que saber,

Que una sonrisa tuya puede hacer

Que nuestras flores que están marchitas

Dormidas en palabras escritas

Vuelvan de nuevo a nacer

Tú haces la noche mas clara

Tú haces la nieve más blanca

Tu haces que el río que se estanca

Vuelva a correr y no pare.

Tu haces que en todas mis noches

Vuelva a verte en mi almohada

Tú haces la espiga del viento

Tu haces el todo del nada

Por eso

Tienes que saber,

Que una sonrisa tuya puede hacer

Que en mis noches ya no llore.

 # 04

 

… Y sigue eternamente el silencio

Aunque preguntes mil veces,

Aquí y allá

Ya te han dicho lo que eres

Y a quien tienes que creer

Y a quien no

Ya te han dicho quien es bueno y quien es malo

… Mucho antes de nacer.

Yo viviré cinco minutos mas que tu.

 # 05

  

Tú sabes amor?

Tú sabes que te quiero cuando nadie te quiere?

Cuando estás a punto de estallar,

Cuando tus lagrimas son mas osadas que tu orgullo

Cuando sientes tu alma agobiada

Cuando no hay salida,

Cuando es el final de algo que tu crees que no ha tenido principio

Cuando lloras para ti,

Ahogando sollozos que desearías gritar y gritar.

Cuando has llegado a entender el ciclo de la vida

Eres hija, eres mujer, eres esposa, eres madre.

Parece mentira, verdad?

Hasta ahora, era hasta fácil vivir.

Las responsabilidades no eran tuyas

Eran de tus viejos

Y era como si la miseria  no existiera,

Como si todo fuera normal.

Unos eran ricos y otros eran pobres

Parece mentira verdad?

Ahora ya todo es nuestro,

Lo bueno y lo malo

Y nos dá coraje, no queremos

Queremos seguir inconscientes

Echando la culpa a otros.

Ahora, la culpa es nuestra,

Hemos cogido el testigo,

Ya nos lo decían: Es cuestión de años,

De tiempo, de un instante.

Tú sabes amor?

Te quiero cuando nadie te quiere.

Porque yo soy el único que te quiere

Y es que como te quiero yo,

No puede quererte nadie

Porque nadie ha tenido ese instante como yo

Tú sabes amor?

Te quiero porque eres madre

Y me das la oportunidad de ser padre.

Gracias.

Te quiero.

 # 06

  

Ya no sé a lo que  escribir

Parece,

Que se me han ido los pensamientos

Y no quieren volver,

Que han escapado de la locura de mi mente

Por miedo,

A sufrir indescriptibles torturas,

De mi verdugo, la cabeza.

LUIS CENTENO. SIN HISTORIAS DE SOLDADOS

IN MEMORIAM

Después de haber leído todo los textos proporcionados por Luis, me doy cuenta que hay una cierta reiteración en diversos temas.

Esta insistencia: el mar y sus olas. La arena. Las almohadas vacías, las llegadas del amor y sus posteriores partidas…todo configura y moldea un universo adolescente donde las hormonas guían la mano del escritor y le hacen caer en estas repeticiones, que no son otra cosa que una sinopsis de experiencias vitales.

El escriba, tiene mucho cuidado en no permitir eco alguno en su selección.

Mas tarde la empecinación playera desaparece. Y entonces nos encontramos a un Luis Centeno más maduro y más sutil y embriagador- perdóneseme la mariconada- en sus textos y en sus mensajes poéticos.

Pero volvamos a los escritos de su juventud.

Hay -para mí, que lo conozco bien- dos circunstancias que son muy íntimas y  especiales para el poeta.

Esas son: Su casa del Camino Suárez y la falta, muy temprana, de su padre.

La casa por dos motivos especiales -a lo mejor, me estoy metiendo en vericuetos que no me incumben- pero me da igual, son los peligros que deben de asumir los autores al otorgar la potestad al escriba.

La casa, digo, por dos motivos: por la feliz niñez pasada en ella y porque en ella la familia estaba completa. Todos juntos.

Y su padre. Porque, sin tan siquiera consultarle, tomó el camino sin vuelta demasiado pronto y le dejó desprovisto de cuentos. Sin historias de soldados.

Este relato que ahora viene, combina los dos motivos, que yo intuyo, en la obra temprana de Luis..

Es una narración conmovedora (que ganó un certamen literario) cuyos originales conservamos tanto el autor, como su hermano mayor y el escriba que suscribe.

El citado hermano -Josemaría- me dio la idea de no solo transcribir el texto sino de, además, adornarlo con las imágenes del original escaneadas.

Me pareció una estupenda idea. Pero… porque decorar en exceso lo que no lo necesita? Me dije.

Así que esta cuarta entrega no es tan laboriosa para el escriba. Solo escribo este prolegómeno e inserto los originales del relato para que se puedan leer tal cual se escribieron. Adornados, eso si, con un revestimiento de años pasados en las catacumbas, que embellece y da color al trabajo.

También –si te fijas y te acercas a la pantalla- puedes llegar a oler el papel. No te creas que es mentira.

Un trabajo salido de los tuétanos del autor. A golpe de lágrimas, añoranza y pena por su madre desolada.

SIN HISTORIAS DE SOLDADOS

 

LUIS CENTENO. POEMARIO III

LUIS CENTENO. POEMARIO III

Siempre envidié someramente a la Familia Centeno. Siempre.

Por la unión, por la interrelación de todos sus componente. Piña familiar que se dice.

Quizás de ahí, el empeño por  formar parte de ella. Como si fuese,  una especie de subfamilia que te aporta afectos complementarios a los reportados por la tuya propia.

No fue difícil integrarme en ella. Para sentirme uno de ellos era preciso no solo la condición de habituabilidad. No! No bastaba. Había que hacerse notar drásticamente y para llegar a esa circunstancia hube de – por ejemplo- quemarles el dormitorio de los barones de la casa.

Observará, horrorizado el lector, el empleo adrede de la letra B en vez de la V en la definición de los Señoritos- Barones de la casa. Insisto es empleo adrede. Y lo de señoritos, también. Que le pregunten a Nutria.

Sigo que me pierdo.

Tuve que, decía ,  no solo quemar parte del dormitorio del poeta y de sus hermanos, (no hubiese bastado) sino que además tuve que -en un perfecto y estudiado “ Crack”- quebrarles en dos, justo por la mitad, un  sofá recién adquirido por cuya felonía me auto impuse un castigo consistente en bajar la basura (tres pisos a pie) durante un año. Que al final, por haberme encariñado con el cargo, alargué “motu proprio” durante algunos meses. A todo se acostumbra uno, oyes.

Me tomé tan en serio esta penitencia , que si algún día  -raro el  día que  no estaba en la Casa Centeno como uno más-, tenia algún otro compromiso, una vez  acabado este y fuese la hora que fuese, iba a la Plaza del Obispo, subía los tres pisos, entraba en la casa, daba las buenas noches, y sin entrar en el salón ni mediar palabra, entraba en la cocina y cogía la bolsa de basura para- una vez haber dicho otro lacónico buenas noches ni entrar en el salón- bajar los desperdicios por la escalera para depositarlos en el contenedor más próximo.

Mientras bajaba, oía las carcajadas de la familia cereal después de haber contemplado la surrealista escena. Pero yo seguía bajando las escaleras ufano y orgulloso. Con la satisfacción del trabajo bien hecho. Del deber cumplido. Mamarrashoss!

Ganarme el cariño de toda la familia Centeno, no fue difícil, tenia a mi lado a mi mas fiel y abnegada defensora. Alguien a quien sigo queriendo – y mucho- a pesar de la lejanía física y de que ya, no me invita a comer faves ofegades.

– MAMÁ LUISA-

Pregúntale a madre

Si está llorando

Porque ha perdido

Noches de sueños de amor

Y está callando.

Pregúntale a madre

Si es que ha perdido su voz

Y está llorando.

# 01

Como me duele el cuerpo de tus heridas

Como me duelen mis manos vacías de ti

Como me duele mi soledad

¿Es que has olvidado ya mi boca?

¿Es que has olvidado que hemos estado juntos?

¿Es que no quieres probar el vino de mis ojos?

Aún tengo en mi cuarto la luna llena

Y tengo ese poema escrito en las paredes

Y una flores guardadas para ti

Tengo tanta soledad

Tanta alegría fingida

¡Como me duele, amor, no estar contigo!


# 02

Compañero, ¿Te acuerdas?

Aun tengo el sabor del vino en mis labios

Y aún, cerrando los ojos,

Puedo casi alcanzar la copa que dejamos viva

Temblando ya en la boca embriagada

Compañero, ¿Te acuerdas?

Era tanta arena, tanta playa

Era tanta mar en mis manos

Era tanto y tanto perdí

Era tanta soledad

Y tanta compañía me diste

Compañero, ¿Te acuerdas?


#03

Hace tanto tiempo ya

Que no escucho tu nombre entre mis labios

Hace tanto tiempo ya

Que tu voz no suena en mi habitación

Hace tanto tiempo ya

Que no estás conmigo, amor

Hace tanto tiempo ya

Que nos despedimos de la arena

Hace tanto tiempo ya

Que en la misma tarde no vemos el mar

Ni la misma ola moja nuestras manos

Hace tanto tiempo ya

Hace tanto tiempo ya

Que no conozco tu casa

Ni apenas se tu nombre si estoy solo

Hace tanto tiempo ya

Que no se ven nuestros labios

Ni sabe dormir tu cuerpo entre mis brazos.

Hace tanto tiempo ya

Que el sol no quema mis pupilas

Hace tanto tiempo ya

Que la lluvia no moja mi ventana

Ni al llegar la mañana

Me viene  a despertar

Hace tanto tiempo ya

Que vi. por otro camino tu figura

Hace tanto tiempo ya

Que no veo tus ojos, ni sé su color

Hace tanto tiempo ya…

Que te fuiste amor.

#4

Abriendo Junio sus puertas

Abría un cajón de mi alcoba

Y guardaba tres jazmines

Diciendo estos pensamientos:

“Por si el aire me los roba”

Leían mis sueños de hombre

De los que ya hacia alarde

Y leían mis poemas

Y les contaba mis penas

Cuando caía la tarde

Ay, me veo otra vez en la tapia

Dejando lejos Enero

Robando trozos de mi árbol

Y comiéndonos la fruta

De aquel melocotonero

Ay, me veo otra vez en los brazos

Mirando lejos el suelo

De la mujer que llenaba

De cuentos que me contaba

Desde la tierra hasta el cielo

Y es que mi casa, mi casa

Era una casa de flores

De jazmines y de rosas

Y de tantas, tantas cosas

Que la llenaban de olores

Y es que mi casa, mi casa

Era un libro de poesías

Era el libro de mi infancia

Era mi fe, mi esperanza

Era mi noche y mi día

Ay…

# 05

Y te vi. la cara triste

De la ausencia del amor y del deseo

Y la mirada cómplice

De la que busca sexo en otros hombres

Me has mirado

Y me espolea los sentidos adúlteros

He visto tu sonrisa amarga y complacida

De quien tiene enfrente a su hijo irresponsable

He visto la mirada sometida

Al yugo de tu esposo, sosegado

Inerte a tus preguntas silenciosas

Como si no existieras

Como si el latido eterno de tus ojos

No le preguntaran nada que ya sabe

He visto tus piernas,

Y tu cara,

Y tu cuerpo,

Y he visto tu mirada…

…Clavada en mí

Como si fuera posible

Que rompieras tus cadenas

Alguien, que en solo un instante

Atrapaste con el hilo invisible

De tus pupilas.

Y sigues ahí

Atenta a lo que ya no quieres

Te vas…

Sin concederme el placer lascivo

De contarte que te he escrito este  poema

# 06

Dulcemente

Escuché tu nombre

En la soledad de la noche.

Y sabré pensar en ti.

Entonces, mujer

Podrás decir

Que hay alguien que te añora en sus sueños

Que hay alguien que te escribe en su almohada

Que te dibuja en lo que ve, por verte

Que hay alguien, en fin, que te siente.