GUÍA DE JUEGOS TRADICIONALES

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GUIA DE JUEGOS

TRADICIONALES  INFANTILES

“Al pasar la barca
me dijo el barquero,
las niñas bonitas
no pagan dinero.
Yo no soy bonita
ni lo quiero ser,
tome Ud. el dinero
y me embarcaré.”

 

Mi querido amigo el Profesor universitario Dr. Arcas de los Reyes -para mí y los nuestros, Antoñete- siempre tiene a bien el remitirme cosas que él sabe fehacientemente que me gustarán y, por consiguiente, dispondrán de espacio propio en este blog.

 Esta vez me regala un viaje hacia atrás en el tiempo.

 Un entrañable viaje a través de los recuerdos; a aquellos tiempos en los que vanidosamente, adornábamos con heridas y postillas nuestras rodillas y manos a modo de trofeos. Como orgullosas heridas de guerra. Tiempos de calle y arañazos; de peleas a puñetazos pero también de amistad inquebrantable; sin competencia cruel por la posesión del todavía inexistente artilugio digital. Juegos al aire libre. Tiempos, sigo diciendo, en los que sin ningún control de teléfono móvil ni nada por el estilo (porque no existían) por parte de nuestras madres, transcurrían en las calles jugando hasta más allá de los horarios impuestos, permitidos y estipulados por el cabeza de familia. A los juegos de siempre. A los clásicos juegos heredados por el uso y las costumbres.

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El libro que mi amigo el Profesor me envía -gracias amigo; espero verte en la próxima reunión de la logia del negro anaranjado -es una recopilación editada por el Ayuntamiento de Madrid, llamada: “Guía de Juegos Tradicionales Madrileños”. Pero, no se preocupe el lector; todos estos juegos que se indican, son extrapolables a cada una de las ciudades o pueblos de la España del antes de la demencia.

El Burro, las Canicas, las Chapas, la Comba, el Escondite Inglés, la Gallinita Ciega…todos están aquí. La Goma, el Látigo, el Pañuelo, el Pasi Misí, -y también, claro está, el Pasi Misá- el Trompo y las Prendas. Los Recortables y el Veo-Veo… y muchos, muchos, muchos más. Todos ellos están.

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Recordad que es un pasaje al pasado de cada uno de nosotros; a esa infancia feliz donde los irresolubles problemas podían ser el buscar una tiza para pintar el Guiso en el suelo, o el maldecir al mierda de Juan Antonio (¡Cuantos Juan Antonios había antes!) porque había roto tu trompo de un picotazo con el suyo debidamente tuneado con clavo asesino. El muy maricón ioputa! A tu madre vas a ir!

Se complementa la estupenda y entrañable información, con más datos que indican -en cada uno de los juegos reseñados -el número de participantes, donde se jugaba, cuando se jugaba, los objetos que se utilizaban. Si había canción que acompañara al juego (dispone de un anexo al final con letras de canciones) y por fin –como es natural- las reglas.

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Para complementarlas más aún, incluye unos apartados en cada uno de ellos, de variantes, anécdotas y algún testimonio.

 No hay nada más triste actualmente que el silencio que percibo cada día de Reyes en los preciosos jardines de mi comunidad; en contraposición con la algarabía que se percibía hace ya algunos años a base de bicicletas, patines y gritos de gozo mostrando los juguetes de cada uno a los otros. Hoy en día solo notas las enormes cajas de cartón que -arrumbadas en los contenedores de cartón- dan asilo a una maquinita «insonrrible« siempre insatisfecha y un mando a distancia que solo produce -a falta de postillas en las rodillas y de arañazos en las manos- lesiones irreversibles en los dedos pulgares y episodios epilépticos con caída de babas incluida.

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Los Juegos de nuestra vida. Aquella vida que trascurría en la puta calle, cuando movíamos el culo para divertirnos. Cuando nos caíamos de boca jugando al látigo y nuestros padres no demandaban al Ayuntamiento por el estado de la calzada; más que nada porque nosotros no moríamos en el intento y lo seguíamos jugando al día siguiente más contentos que unas Pascuas. Aquellos tiempos de Pasemisípasemisá, por la Puerta de Alcalá, los de adelante corren mucho, los de atrás se quedarán. Los de hoy se quedarán -añado yo- como amorfos tontopollas, sentaditos en el sofá. Que además rima.

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Este es el documento en cuestión, bajároslo si queréis desde aquí. Es precioso.

 Guia de Juegos Tradicionales

Que los disfrutéis!!!

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4 respuestas

  1. Antoñete es un tío cojonudo, tengo mil una anécdota de él y tu seguramente también. Como puedes ver Los O’Donnell te seguimos querido amigo.
    Un abrazo.

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    • Que los O’Donnell me sigáis es un verdadero honor! Y si! el Profesor es cojonudo.Aunque no se si sería politicamente correcto contar a través de este medio alguna que otra anécdota compartida en tiempos.

      Un abrazo amigo!

      Me gusta

  2. En primer lugar estupendo artículo. Estaba preparando una entrada de blog para mis escolares de Primaria sobre los juegos populares y tradicionales y caí por aquí. Me ha encantado esa forma tan clara y concisa de recordar aquellos tiempos y uno, que ya tiene unos cuantos años de juventud acumulada, se ha identificado perfectamente con esos «tiempos de calle, arañazos y postillas en las rodillas». ¡Ah! me he reído un montón con el post de «Las zapatilllas y los tortazos», desde luego una prosa muy aguda. Enhorabuena.

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