VIVIRÉ DEL AIRE.
Muchas veces, me pregunto el por qué los oficiantes de las palabras y trabajadores de las rimas (que pertenecen al mismo sindicato) reivindican para sí -como oficio único entre todos los que suelen tener- el de poeta. Tienen incluso -lo sé fehacientemente por mi tío y padrino José María Souvirón Huelin- el postrer deseo de que sobre la losa definitiva, figure alguna estrofa por ellos bien elegida; y, como innecesario toque de distinción, la palabra POETA, sobre su tumba. Dando a entender, me imagino, que no hay mejor dedicación, ni mejor oficio en la vida que eso de ser poeta.
Mi tío era laureado escritor, profesor universitario, Doctor Honoris causa y abogado. Sin embargo, insisto, sobre su última morada, figura -por propio deseo, cómo es natural- el oficio que eligió entre las diversas ocupaciones que tenía.
Pasa mucho, no se extrañen, con eso de la elección. Mi buen amigo, el Catedrático y Doctor en Literatura Manuel Salinas, no proclama a los vientos -que son cuatro, dicen las malas lenguas- su excelencia profesional. Él se autodistingue -satisfecha y orgullosamente- como Poeta. Cosas, supongo, de su incurable liricodependencia
Me llama el catedrático, con una cierta dosis de compunción, pues tiene deuda contraída conmigo. Soy -lo sé- un insensato e insensible amigo; con tantos compromisos, que pocas veces tengo ocasión de acudir a sus amabilísimas invitaciones literarias. Me recuerda que tiene en su poder para entregarme, algunos libros de propia autoría debidamente dedicados y rubricados, como es natural y a mí me gusta, incluido uno de Alfonso Canales, de la colección de poesía “Puerta del Mar” que él dirige en la Excma. Diputación de Málaga
Entre sus obsequios literarios -esos que me tiene guardados- figura su última publicación: “Viviré del aire” un poemario que en la edición española (primero fue la norteamericana) publica Vitruvio; un libro a cuya presentación fui invitado, y que presentaron el erudito Antonio Garrido Moraga y el ilustre y querido amigo Ángel Idígoras, y a la cual, tampoco -mire Ud. que raro- pude asistir.
“Viviré del aire”… Por qué no regalaros la vista y el corazón -por qué no el alma también- con este aperitivo de seis de los 47 que conforman dicho ejemplar?
Este es. Manuel Salinas, poeta y amigo…
1
AIRE TUYO
Da gusto estar vivo, oír
el corazón, fácil y huérfano.
***
Da gusto estar vivo, venir
del aire tuyo, tener
los ramos dentro.
***
Da gusto estar vivo, reírse
de la piedra dura, saber
por la mañana a besos.
2
VIVIRÉ DEL AIRE
Mira la certeza de la alondra: quiere que el cielo sea estable. Así la fe consiste en ver lo que creemos. Toma mi jubón, mis calzas, mi camisa, donde desnuda brilla la verdad, nada se necesita. Viviré del aire, del soñar despierto. Sólo deseo ceñir un corazón que nunca admire la fuerza ni odie a los enemigos ni desprecie a los desdichados. Escribe con tiza la dulce señal de esta locura. Levanta en el pecho ese gozoso signo de pájaro que no regatea en el mercado ni usa medidas ni pesas ni balanzas, el vehemente afán de sentirse vivo, la ardiente razón por la que todo se toma la molestia de existir. Y déjame olvidado por el aire, revoloteando con este padrenuestro, mientras la tarde es una llama entre las florecillas de Assisi.
3
MAÑANA DE RESURRECCIÓN
Desayunados todos,
en el hombro ningún sueño duele
y la muerte a la muerte ahoga en la azul rosa de una taza.
***
Prodigio esta mermelada
donde dulce aguardaba lo lluvioso
y perdido en los verdes manteles
***
y donde —para ver el milagro—,
los niños cruzan el jardín con una nube en el pecho,
hartos de pan mojado y rubias alas de cristal de Sèvres.
***
Ésta es La Casa;
ésta es mi casa y sobra el café
y es pecado la tristeza
junto a esa naranja
que de la primavera bajó al frutero.
4
ASÍ SEA.
Sea tu corazón audaz aroma,
sólo de su maravilla me alimento.
***
Sea su sinrazón la luz
que las cosas no sabidas, despierta.
***
No tengo miedo de aupar los labios,
de volver a soñar la vida que enamora.
***
Sonríe, amor, sonríe,
sea en mí, alma la alegría,
***
anunciado fruto que enciende
lo dormido en el costado
***
y sea, después que me miraste,
tu palabra aurora insumisa y entregada.
5
EL INSENSATO
¡Qué insensato oficio amar a los pájaros! Algunos llevan en sus patas anilladas el nombre de su antiguo dueño: Hölderlin, Novalis, Rilke, San Juan, Lope.
Yo tengo una jaula en el pecho –—lo dijo un doctor—, y no importa en qué página esté, apenas oigo aquellos revoloteos, me pongo a bailar, son sólo palabras con una brasa dentro.
Nadie me tomará en serio. ¿quién puede vivir entre pájaros?
6
LA PALABRA : La Belle Dame sans Merci.
Soy quien pervierte a las hijas del rey. Soy un muchacho,
una muchacha, una alegre picadura, cualquier cosa.
Las embriago en la sombra con silencio de aljibe
o con un rumor de pozo, para que enjoyen
con blancas flores diminutas su frente
celeste. Me gusta verlas bailar a mi alrededor,
girar bajo exultantes trinos como estrellas
de oro, y sentir que para su sed
toda la lluvia no basta. Así
late la luz. Así acude la noche.
Tienen empapados de amatista
los ojos y oscuras alas de sirena
y para que no olvide, entre derramada fruta
me ofrecen otra vez el Paraíso.
Las amo, no ha de volver la mañana, las amo
tanto; son la ruta que ancla las islas
del alma y en primavera, a pesar
de la nieve, saben alegres canciones
de cerezas y verdes campos de cebada.
Tendremos mil hijos; no vivo en vano.
***
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