LA MODA DE LOS CHOCHOS AFEITADOS

LA RESPUESTA FLOTA EN EL VIENTO:

«LA MODA DE LOS CHOCHOS AFEITADOS»


Un mensaje me manda mi querido amigo y escritor Jotapunto Rebuscá; cuyo alias es Inuit. En sabiendo este de mi admiración hacia Playa Bolonia en particular, y de mi querencia hacia Cádiz en general – una vez que me solicitó información sobre Bolonia- tiene a bien el agradecérmelo con unos textos dedicados a este su humilde servidor. Humilde servidor que, ahora tiene también a bien, el publicar este texto y otros más que vienen en el apartado de “Colaboraciones”.

Como quiera que lo escrito no puede ser mejorado – me refiero a la presentación que me hace en el email primero- , transcribo literalmente su texto de dicho mensaje para que sirva de eso: de Presentación a los restantes  cuatro capítulos. Pues no solo poseen una perfecta gramática, sino un finísimo humor, del que hoy, tan necesitados estamos.

Disfrutadlos. En realidad la saga se llama: “Reflexiones Boloniesas”, y el primer capítulo: «La Respuesta Flota en el Viento» muy apropiado que es para referirse a Bolonia. Pero no he podido contenerme y pongo el título de la primera entrega. Lo siento, pero no he podido contenerme, ha podido conmigo.

Empezamos con los chochos afeitados.

MENSAJE ABIERTO DESTINADO Al CONSUL GENERAL

DE PLAYA BOLONIA, D. ALVARO SOUVIRON

Honorable Señor,

Tras releerme tus aventuras en playa Bolonia, y  concluida mi breve estancia por allí,   me propuse  a  enriquecer el tema  en tu “blog”; pero lo que empezó por una ser breve narrativa ha terminado en algo más largo. … e iba a colocártelo allí – aún no sé como se hace-  cuando pensé que lo mejor es que hagas con esto lo que te dé la gana.

Como alguien descubrió, los lectores de Internet rara vez  acometen  la lectura de textos superiores a las 500 palabras, así que lo enviaré en fascículos para así hacerlo asequible a quienes tengan interés y al final, como siempre, ilustrarlo.

El relato final ocupará  como mucho cinco  páginas, menos de 2000 palabras.  El título casi ni pintado : la respuesta flota en el viento. El contenido constará,  además del comentario principal ,de un subapartado con cuatro reflexiones, denominadas reflexiones boloniesas

 

–         La moda de los chochos afeitados

–         La clavada

–         La batalla del Estrecho

–         Los mondrigones ( maricones en algunas partes de Cádiz)

 

Un saludo y espero que guste y documente más sobre aquella tierra que tanto admiras.

J.

La respuesta flota en el viento (I)  por  j.rebuscá

A Álvaro Souvirón, cónsul de Playa Bolonia en Málaga

Hasta hace bien poco, cuando los malagueños y malacitanos sentían la necesidad de ‘encontrarse con alguien’, enfilaban hacia la hermoseada Calle Larios, hasta que tarde o temprano, temprano o tarde, se topaban con ese alguien con el que pegar la hebra . Pero como los tiempos cambian, y los hábitos con los tiempos, hoy en día malagueños y malacitanos optan por alejarse hasta Playa Bolonia cuando tratan de tropezarse con ese alguien con el que pegar la hebra.

Maxi, Celia, Pepa, Miguel, Juan, Cristina, Ángel, la madre separada de Pedro, el compañero de la clase del niño, o la veterinaria de los bichitos de la casa -pillada ‘en bolas’, una grata sorpresa que ha finiquitado con los litigios familiares sobre  el responsable del trajín de llevar a los animalitos a revisión-  son sólo algunos de ‘los malagueños y malacitanos’ que el autor de estas líneas ha  saludado ¡oh, qué sorpresa! entre las ráfagas de Poniente y los ramalazos de Levante que baten la referida playa.

Habrá quienes se pregunten porqué escapan malagueños y malacitanos distanciándose decenas y decenas de kilómetros de su tierra cuando disfrutan de una tierra bendecida por uno de los mejores climas  del continente? ¿Qué les impulsa a hacerlo pese a  sufrir abusivos peajes o los atascos de tráfico de la horripilante y deslenguada Algeciras? ¿ Hay alguna respuesta a estas cuestiones?

Como cantó el poeta, la respuesta flota en el viento.

 

REFLEXIONES  BOLONIESAS

 

La moda de los chochos afeitados

El autor, pese a iniciarse en los copiosos matojos de pelos de las «playmate» de los setenta,  ha terminado por habituarse al «rasurado completo» ahora en vigor, tras un periodo de aclimatación, experimentado durante la etapa de los chochitos perfilados de los noventa. Los chochos se han quedado sin pelo en una generación y  parece que está asumido por casi todos.

En torno a la moda de los chochos afeitados se  vierten opiniones variopintas, tanto de parte de sus detractores como de sus fieles acérrimos, y una por una  amparada  en  razones claras, ya que en materia de estética sexual cada uno patrulla a su aire.  Pero es en torno a la función de vello púbico femenino donde los expertos mantienen cáusticas discrepancias,  discrepancias   que el autor, tras su estancia en playa Bolonia,  cree haber resuelto.

Para los eruditos, la función del vello púbico es la retener las feromonas, que según explican son unos olores habilitados para poner verraco perdido a todo hijo de vecina,  excluyendo a  los de la cáscara amarga. Para otros lumbreras son simples protectores naturales de una parcela del cuerpo, de por si cálido y húmedo.

Pero como advertía renglones atrás, el autor cree haber descubierto su estricta y verdadera función: atraer la mirada  del varón para que a éste  se le agite la sangre que recorre su vena de semental.

Caben pocas dudas. En Bolonia, donde los chochos al aire compiten en número con las gaviotas,  es fácil  corroborarlo; un coño depilado se queda en nada, se vuelve invisible y casi desaparece a la vista, por lo que deja de ser una zona erógena salvo a esa distancia, en la cual, la lasciva y escurridiza mirada viril turbaría la pudorosa intimidad de la habiente.  Allende los cinco metros, las sutiles miradas se  concentran en otros menesteres – tetas, culos-   partes que relegadas a un discreto segundo plano si entre las femíneas entrepiernas femeninas el tradicional mondongo.


Y expuesta esta primera reflexión boloniesa, concluir advirtiendo a quienes  le pongan pegas, que en el sentido de la vista concentra el varón  una generosa cuota de su enjundia sexual, sentido al que recurre tanto ante una moza que se luzca ‘en bolas’ como  ante una que se esconda  en el interior de un “burka”.

( continuará)

 

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