LA ZONA MUERTA

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LA ZONA MUERTA

 

“Yo estaba agotado por el cansancio, enterrado en el granizo;
envenenado en los arbustos y soplado en el camino.
Cazado como un cocodrilo devastado en el maíz.
Adelante, dijo,
te daré refugio de la tormenta.

 Shelter from the Storm; Bob Dylan

 

 

El Everest, es la cumbre más alta del mundo, con 8.848 metros sobre el nivel del mar. Para atacar la cima del Everest hay numerosas vías abiertas, Todas ellas tienen una cosa en común; a partir de los 8.000 metros hay que atravesar la llamada “zona muerta”.En la cima tienen una media de -36º aunque pueden llegar a caer repentinamente hasta los -60º. Las temperaturas más cálidas rondan los -19º en Julio.


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Siempre resulta un placer cuando mi querido amigo Jotapunto Rebuscá me remite una publicación. Siempre recaudo el botín de lo interesante y lo satisfactorio por la lectura. ¡¡Esta vez no!! Esta vez, no es un placer. Es más, me ha resultado una indeseada experiencia. Por dos causas: por la lectura primera, que es muy dura, y, en el segundo caso, por mi afán en profundizar en la información del tema y por  el inevitable tributo que representa contemplar sus conmovedoras imágenes.

 

Una vez leído el artículo de Jotapunto y asimilada -con sabor agrio, ya te digo- la información buscada y encontrada, comentamos el escritor y yo -por ese desalmado, y carente de sentimiento, medio de comunicación que es el Whatsapp- lo impresionados que habíamos quedado tras la lectura y la posterior investigación. En el ciberespacio de Whatsapp -que es como una Central de Correos infinita e inabarcable, pero sin funcionarios- se cruzaron dos mensajes en un mismo y único momento, Esos dos mensajes, en esencia, eran casi idénticos.

 

          ¡Me ha dejado el cuerpo cortao!  Me comunicaba Rebuscá.

          Me han dado ganas de vomitar – Le contestaba yo a él sin aún haber recibido su comentario.

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Al poco rato de hablar, nos dimos cuenta de que no era la terrible y espantosa visión de los cadáveres que jalonan esos últimos 800 metros hasta la cima del Everest lo que nos había producido esa sensación de asco descomunal. Tampoco era esa crueldad desnaturalizada e innoble que detentaban los alpinistas al pasar por al lado de los cuerpos sin tan siquiera estremecerse. (¡¡Mira!! Ahí está El Botas Verdes; y allí El Saludador. El Sentado, le llaman a otro) Tomando esos cuerpos inerte y conservados por el frío como si fuesen mojones (literalmente) hitos, marcas señalizadoras en la ruta hacia la cima.

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Tampoco, ni siquiera -y sigo recriminando- esa ignorancia inmisericorde que demostraban al dormir en el campamento base junto a un compañero alpinista muerto no se sabe cuando, y a medio ocultar por una tienda hecha jirones por el hostigamiento constante del viento helado.

 Estábamos descompuestos por nosotros mismos. Por esa enorme hipocresía -sepulcros blanqueados somos todos- que desplegamos al afear y criticar una conducta en durísimas circunstancias cuando escurrimos diariamente el bulto de la solidaridad y ponemos nuestro blanco culo, a la menor ocasión, a resguardo de la tormenta. Shelter from the Storm.

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 Porque ese acto deshumanizado lo realizamos diariamente; júrolo. Con una naturalidad apabullante. Cuando -mientras realizamos nuestras comidas atiborradas de proteínas-  apartamos la mirada (si no cambiamos de canal) en las noticias de las hambrunas los medios días en los telediarios.

 

Cuando convivimos, inhumanamente, con las imágenes de los campos de refugiados (también allí viven rodeados de cadáveres putrefactos y llenos de moscas sin preservar por el frío) y solo nos permitimos la licencia de la conmiseración y el remordimiento escondido y vergonzante.  Cuando permitimos e ignoramos -como hacen las cordadas de alpinistas de grupos contratados por las agencias de viajes-  los cadáveres que jalonan los intereses de una banca sin corazón cuya única meta es alcanzar la cumbre de los beneficios.

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Malvivimos en una sociedad esperpéntica y cruel. Disparatada y carente de la mínima y razonable ética. Sin ninguna misericordia. Sin ninguna compasión. Vivimos escondidos dentro  de un caparazón de hipocresía y fariseísmo que, ignorantes, nos permite mal dormir por la noche a pierna suelta. Como El Botas Verdes.

 Este es el artículo de Jotapunto Rebuscá. Descorazonador, irritantemente cruel y lacerante. Tremendamente realista. No puedo decir -como es costumbre- que lo disfrutéis. Porque no se disfruta nada.

 Este es.

 La zona muerta

 ¡A joderse!


Si queréis profundizar en el tema, aquí os pongo un enlace a un estupendo estudio. Eso si, haced de tripas corazón con la imágenes. Yo solo he insertado las mas “potables”

  http://www.taringa.net/posts/imagenes/13977069/Los-Cadaveres-del-Everest.html

 

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