HERMANO RAFAEL
“Estaba ese día el Hermano Rafael, impartiendo su lección magistral diaria de no me acuerdo cual asignatura. Primer piso; hacia la mitad de la galería. Málaga. Hermanos Maristas. Circa mil novecientos sesenta y muchos.
En un desdichado momento, nos pide solícito que nos acerquemos al estrado a mi amigo PepeP -que algo estaríamos haciendo, digo yo- y al que suscribe: Father Gorgonzola.
P… S… Dijo, y nos hizo una señal con el largo y huesudo índice de su mano derecha. ¿Cómo puedo acordarme todavía de sus manos? E hizo que nos acercáramos y nos dispusiésemos junto a su mesa.
Tengo que decir que el Hermano Rafael era –para mí- un oasis de bondad, y benevolencia en aquellos procelosos mares de disciplina y rigurosidad que eran por entonces los colegios religiosos de Pro y de pago.
Nos situó profesional y sabiamente frente a el; y eso que no tenía la práctica de otros.
De perfil estábamos en referencia al resto de la clase.
Hizo un rápido amago con el reverso de la mano izquierda para ensopaponarnos; como amagando un tsunami de cinco dedos dirigidos directamente a los caretos de los dos incautos. Estos, hábilmente, driblaron la cara hacia la derecha para compensar las fuerzas, cuando -inesperadamente, y como un rayo-, su mano derecha, esta vez el anverso, salió disparada y, no sé como, nos pegó un guantazo de tal envergadura, que nos dejé la oreja roja y caliente para el resto del invierno. A los dos. A la vez. Calor negro, se llamaba en aquella época.”
Parecerá que cuento esto con un cierto deje de aflicción o de disgusto. Crítica y amargamente. Pues nada más lejos de la realidad. Para nada. Ya que aquello fue una raya en el agua, (aunque claro, el picor no se olvida fácilmente). Porque no guardo sino un entrañable y apreciado recuerdo de mi querido Hermano Rafael. Hermano Marista que era, ya te digo. El más afectuoso profesor que tuve por aquellos días. Que tuve nunca.
Mi querido Hermano Rafael, repito sin cansancio.
Sorpresas te da la vida que decía aquel; que después de tantos años – tantos que creo haberle alcanzado ya en edad- y tras una llamada inesperada de mi antiguo compañero de colegio y de sopapo: PepeP, volviera a recordarlo entrañablemente, con ternura diría yo, pues siempre detentó el honor de ser mi “sotana” favorito.
Me comentó PepeP que se estaba preparando una reunión de antiguos alumnos con motivo de un reencuentro con el antiguo profesor. Lo primero que hice, sin pensármelo siquiera un momento, fue aceptar. Y acepté (sin prever la imposibilidad de acudir) porque era del Hermano Rafael de quien se trataba, de otro cualquiera me lo hubiese pensado. El Hermano Marista que más dichosa hizo mi niñez durante la etapa que pasé en ese colegio.
Hablamos del guantazo y nos estuvimos riendo un rato recordándolo. No trauma my friend. Absolutely not.
Pero siempre -desde ese mismo momento, al acto de prestidigitación me refiero- supe que a él le dolió mucho mas que a nosotros. Sin ninguna duda. Y no se volvió a repetir. Una anécdota al fin y al cabo que quizás no fue sino una enseñanza práctica de lo que vendría después en la vida. Sólo que las que te da la vida, no se recuerdan con cariño.
Fue aquella una época extraña en cuanto a sentimientos encontrados, pues se compaginaban en mi educación, profesores queridos y entrañables, con otros que no merecían consideración alguna por mi parte. Porque de Don Rogelio Malaussena y de Don Pedro Cascales. De Don Luis Vivas, o del Hermano Luis y –fíjate si soy generoso- que de hasta el Hermano Eugenio y del Hermano Jerónimo guardo buenos recuerdos. Nótese con que dadivosidad he desechado los apelativos, incluso el gansteril que se le aplicaba al inefable profesor de dibujo (¿Don Francisco era?) que siempre me recordaba a Justino de Nassau, aquel que entrega las llaves enLa Rendiciónde Breda. Mismo bigote, mismo careto.
No todos fueron buenos ejemplos a seguir, pero, como es natural, no voy a citar los nombres de los que me deseducaron y me llevaron a ese agnosticismo respetuoso que hoy practico. Pero esa es otra historia.
Reconozco que la educación que recibí en aquellos días fueron el germen de la persona que ahora soy. Y que al contrario de esta formación inservible, ineficaz e inútil que hoy se imparte -basada en no se que perversos planes de educación-, sabemos hoy sacarle utilidad al Rosa Rosae Rosa, y la historia de Luiso, María Matrícula de Bilbao; o a las malditas e infinitas comarcas de las provincias españolas. Fíjate hasta donde llego: que podría incluso abjurar de las larguísimas letanías (Mater Inviolata…Ora Pro Nobis. Mater Castíssima…Ora Pro Nobis…Mater Intemerata…) pero no lo hago.
Sirvió, esta educación, digo, para forjar comportamientos futuros en los colegiales de aquellos tiempos. Y el Hermano Rafael, hizo que mis días en aquel colegio fuesen menos duros y más llevaderos. Más felices si se me permite la exageración.
Se quedaría de piedra el Hermano Rafael si supiera que tengo en mi poder, muchos de los libros dela EditorialLuisVives (en edición Facsímil, claro) de aquella época anterior ala Edelvives: Lengua y Literatura y Urbanidad para niños. Historia Moderna y Contemporánea. Historia de España y Aritmética. Aquel paseo porla España, aún sin cicatrizar, de los Hermanos Antonio y Gonzalo en El Libro de España. Por tener -como bálsamo para el recuerdo- tengo también un ejemplar del Catecismo.
Homesick que le llaman en la pérfida Albión. Nostalgia que le llamamos por estos lares.
¿Que no os lo creéis? Aquí tenéis una foto:
Se quedaría de piedra el Hermano Rafael, también, si supiese que escribo estas letras sobre un pupitre de madera con tintero de loza encastrado (adquirido este último por Internet) con su palillero y plumilla reluciente. Recipiente de tinta incluido.
¿Que no os lo creéis? Aquí tenéis una foto:
Habitúo y mucho a un íntimo amigo. Un ex alumno llamado José AntonioB padre de un ahora distinguido pívot del Unicaja. Me cuenta este, el padre y amigo, que de vez en cuando tiene trato con el Hermano Rafael. Yo siempre le digo que debemos de sacar un rato para poder visitarle y recordar aquellos tiempos que a pesar de ser tan lejanos, aun permanecen, indeleblemente, en nuestra memoria. En nuestra actitud.
Lo haremos. Lo prometo por el Niño Jesús de Praga y por el Beato Marcelino Champagnat- al que al parecer han ascendido recientemente- que en cuanto podamos organizarnos y pase este tiempo tan ominoso de tardes eternas y de calores insufribles, pasaremos a visitarlo y -si puede ser- poder clickear de nuevo una chasca (mi más oscuro objeto de deseo), y más aún -y si se tercia y le apetece- nos tire un borrador a la cabeza, haciendo un brindis al sol por el ínclito Pichi. ¿He dicho Pichi? No! No lo he dicho. No he dicho Pichi en mi vida. Creo.
Filed under: MISCELANEA | Tagged: Beato Marcelino Champagnat, Chasca, Hermano Rafael Hinojosa Sanchez, Hermano Rafael Maristas Malaga, Hermanos Maristas, Maristas años 60, Maristas Malaga |
[…] https://fathergorgonzola.com/2011/06/16/hermano-rafael/ […]
Me gustaMe gusta