LOS TOREROS MUERTOS
EN CONCIERTO
Aparte de mis propias inquietudes musicales, siempre me he sabido rodear de inteligentes amigos melómanos que, con una enorme generosidad y sapiencia musical, supieron aconsejarme debidamente tanto en eso de educar el oído, cómo en lo engordar satisfactoriamente mi discoteca privada.
En esa discoteca, y centrándome en la España de finales de los setenta y la extraordinaria e insuperable década de los ochenta, en esa discoteca, digo, guardo cinco discos de vinilo que configuran uno de mis tesoros surrealistas mejor guardados: Muñeca Inflable de la Orquesta Mondragón (con un alucinante Javier Gurruchaga y una fantástica guitarra de Jaime Stinus; Veneno, del grupo de Kiko Veneno, Raimundo y Rafael Amador; el Mezclalina de Tabletom con mis amigos Rockberto y los Hermanos Ramírez, y por fin, el Souvenir de Moncho Alpuente y los Kwai (Oh Carolina querida). Añadanle Uds. el 30 años de Éxitos de los Toreros Muertos, y paren Uds de contar joyas.
Todos estos grupos tienen cosas en común: unos líderes enormemente carismáticos, con una dilatada vena creativa y una imaginación desbordante para la elaboración de letras. Todas ellas, alocadas e ingeniosas, con grandes dosis de ironía y de virulencia hacia el orden establecido; y sobre todo, un talento especial para criticar y agitar. Para provocar y poner nervioso al sistema.
He tenido la suerte y la satisfacción de poder abrazar y comunicarles, presencialmente, mi admiración a algunos de estos músicos que acabo de nombrar; fíjense que algunos son muy amigos míos. Anoche, pude hacerlo con Pablo Carbonell, líder del grupo Toreros Muertos; y puedo decir que es una persona cercana y efusiva. De esas que te confirman con la mirada esa buena sensación que siempre te inspiraron.
(Father Gorgonzola con Pablo Carbonell)
El grupo Toreros Muertos (Pablo Carbonell, Guillermo Piccolini y Many Moure) compareció la noche del sábado en los escenarios de la Sala Cochera Cabaret (uno de mis lugares preferidos para asistir a espectáculos) ante un público fiel y entregado. Una audiencia ya entrada en años que no ha olvidado todavía a estos músicos irreverentes que nos hicieron reír y bailar allá por mediados los años ochenta.
Mi admirado Pablo Carbonell saltó al escenario con una pinta horrible, que era lo él que pretendía; una suerte de zombie en bermudas que desde el primer segundo del primer minuto de la hora y media que duró el concierto, tuvo a un fiel y entregado público metido en su bolsillo. Volver a tararear “Manolito” “On the Desk” “Yo no me llamo Javier” o la mítica “Mi agüita amarilla” constituyó un ejercicio de rememoranza para aquellos que compramos en pesetas su primer disco llamado “30 años de éxitos” y que ahora -fíjense la ironía- pasado ese mismo tiempo vuelven a unirse para nuestro deleite.
Pablo Carbonell. El líder indiscutible del grupo y el más mediático sin duda, es una persona muy accesible, afable y abierta. Un artista imparablemente risueño y simpático que tuvo a bien el permitirme cambiar unas palabras con él en los camerinos y hacerse una foto conmigo para poder incluirla en este post. Un abrazo cariñoso me dio demostrándome lo lejos que está del engreimiento y de la tan vanidosa cómo efímera fama.
Toreros Muertos. Muy Toreros, nada de muertos. Estas son unas fotos del concierto; disfrutadlas; y si tenéis la oportunidad de poder acercaros a sus próximos directos, hacedlo. Lo pasaréis de putísima madre.
Las fotos del concierto y de la noche:
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Father Gorgonzola con Javier Ojeda; líder y cantante de Danza Invisible entre otras muchas cosas)
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Con Jose María Centeno y el compositor y productor Antonio Meliveo)
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