TABLETOM. LUNA DE MAYO EN OCTUBRE

TABLETOM. LUNA DE MAYO EN OCTUBRE

Nunca entenderé lo suficiente la falta de éxito comercial a nivel nacional de la banda malaguita Tabletom. Un grupo compuesto por músicos espléndidos y con un repertorio soberbio y actualizado que, al margen de éxitos pasados que están en la memoria de todos sus seguidores, continúan  componiendo magistralmente y renovándose cuando es necesario con los mejores músicos del panorama musical malagueño.

Sus líderes hablan de «ruina y tenacidad» en cuanto a la trayectoria del grupo. No estoy yo de acuerdo con una de esas definiciones: Ruina. Suena mal porque no es el caso. Yo lo llamaría destino. Aunque, eso si que tengo que reconocerlo, si se tratase de vivir de las ganancias como grupo estarían avocados a comer toda su vida «pescaíto frito con pan» (que tampoco estaría mal del todo). Pero también han de reconocer que han comido mucho jamón con lo que lleva eso de serie y ellos, me entienden.

Si que estoy muy de acuerdo con el otro adjetivo aplicable al grupo: Tenacidad. Cierto. Es un acto de fe continuo esa perseverancia diaria en cuanto a la composición y a la creación musical sin darle boleta al desánimo y a la pereza. Ese amor desinteresado hacia el  arte de la música y la composición. Y eso, es una inmensa suerte para sus numerosísimos incondicionales.

Cualquier concierto de Tabletom es una máster class de habilidades musicales únicas. Una declaración de intenciones dándole a entender al público asistente que siguen estando aquí -a pesar de las adversidades- para  demostrar que son uno de los grupos con el sonido mas compacto y sólido que se pueda mostrar en lo alto de un escenario. Nunca defraudan. Nunca decepcionan. Nunca se entrampan con lo comercial ni con lo común y corriente. Con lo fácil. Porque para ellos, viva la quimera! la música es su todo, porque es su modus vivendi aunque, infortunadamente, no pueda ser su modus «comendi».

Las fotos que vienen ahora  a continuación son obra y gracia de mi queridísimo amigo Antonio Ruiz-Molero. Otro artista (esta vez de la fotografía) que siempre me dispensa su generosidad y que, desde aquí, le vuelvo a mostrar mi más sincero agradecimiento por su diligencia y generosidad. Y también, porque cada vez que me lo encuentro con esa sonrisa perenne parece estar celebrando la vida. Y eso (me siento muy feliz), es contagioso.

Estas son las fotos del concierto celebrado este pasado sábado en la Cochera Cabaret, una de mis salas favoritas, que todo hay que decirlo.

Antes de nada, y como muestra del sonido Tabletom, un vídeo de uno de los temas incluidos en su último trabajo «Luna de Mayo». Quedo a la espera del próximo, porque venir, va a venir mucho más pronto que tarde.

Y, ahora, las fotos de Toni…


LA LLUVIA PROMETIDA. EL DESCANSO DEL LEEDOR Y UN TANGO PARA BAUDELAIRE.

Tenemos mi querido amigo Diego Cumpián y yo, de vez en cuando, la sana costumbre  de intercambiarnos regalos en forma de libros de tinta impresa en papel. Es una sana costumbre que mantenemos a pesar de haber caído los dos en esa trampa cruel y sin alma que es el libro electrónico que sólo entiende de formatos y porcentajes de lectura.

Su ultimo regalo, el de mi querido Diego, consistió en el nuevo libro de Juan Miguel González del Pino: «La Lluvia Prometida«: Un fantástico recopilatorio de la poesía de Juan Miguel que puede usarse (yo lo hago) cómo libro de cabecera y descanso del leedor.

© Antonio Hidalgo Ayuso

Entre tanto Dicker y McGuire; Kirk y D’Andrea; Sáenz de Urturi y Aramburu. Víctor del Árbol, García Sáenz o Aurora Redondo. Entre tanto Zweig y Pérez Reverte –todos habitantes del averno electrónico– me gusta, por la noche que es cuando leo, entremezclar algún poema de Juan Miguel para sentir el tacto del papel y oír el sonido de su voz que tan bien conozco. Para, una vez leídos, alcanzar el descanso del leedor que antes decía.

Esta preciosidad de libro – la introducción corre a cargo del enorme intelectual y filósofo Julio Quesada– está publicado este 2017 en la Colección Puerta del Mar por el Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga. Delegación de Cultura.

Dicha presentación –que tendrá lugar el próximo día 13 de Diciembre en el «Francmesón» (se me permita la broma) Restaurante Huesca sito en la Calle Virgen de la Esperanza, 21 de la malagueña Barriada de Carranque– y correrá  ésta a cargo del Doctor y Catedrático de Literatura Manuel Salinas. A la postre, director de la Colección Puerta del Mar y autor también del anexo de «La lluvia prometida».

© Antonio Hidalgo Ayuso

Acudan a la presentación; háganse con un ejemplar firmado por el autor y estaciónenlo junto a su cama; pues no pocas noches, recurrirán a cualquiera de sus inmensas composiciones y ellas, les acompañarán, les harán cavilar y les prepararán –con su singular belleza– para el plácido, reparador  y anhelado sueño.

Tendrán también el privilegio –si acuden a esa fiesta literaria– de oír en directo algunas composiciones del autor –y publicadas por el grupo Tabletom– interpretadas por Perico Ramírez y Salva Marina; guitarrista y cantante que son del citado grupo.

Una buena y enriquecedora cita navideña que se une al elenco de eventos y actividades  lúdico-culturales que en estos días se presentan en la ciudad de Málaga.  Acudan a la presentación, insisto. Sin duda, me lo agradecerán.

Y ahora…

Para apaciguar un poco ese orgullo desmedido que me produce la generosidad que despliega Juan Miguel González para conmigo; para darle alimento a esa parcela de ego vanidoso y engreído que todos tenemos, os voy a regalar una de las  perlas que el Poeta (siempre  pongo «Poeta» en mayúsculas cuando me refiero a él; y así, siempre lo indico sin temor a la recurrencia) os voy a regalar una de la perlas decía, que Juan Miguel González del Pino, tiene a bien dedicarme en su libro.

Un tango. Un tango abrumadoramente triste y despiadado. Un tango, de una inexcusable belleza. Un tango para Baudelaire que nos cure del dios de las tabernas y nos devuelva al aire de las cruces proscritas (sic):

TANGO PARA BAUDELAIRE

                                                        Para Álvaro Souvirón

 

Escribamos un tango, Horacio, amigo mío

que eche a andar por los campos a los cojos violines,

y un regusto en la boca deje a revólver frío,

y un desprecio incurable por el sol de los cines.

 

Un tango para nadie, de música imposible,

atroz y bellamente nacido derrotado,

tan sincero y piadoso, tango tan irrisible

que no se cante nunca y siempre sea llorado.

 

Un tango que nos cure del dios de las tabernas,

y nos devuelva al aire de las cruces proscritas,

de versos reaccionarios y enfermedades tiernas,

menstruado de lunas y esperanzas marchitas.

 

Moradas buganvillas, crisantemos llovidos…

Tras de las blancas tapias, qué dulce hablé a la muerte.

A la vida pedí sólo otoño y olvido,

y al amor la inconstante y amada mala suerte.

 

Salgamos a la calle a bailar este tango,

a llorar por la flor de pasado mañana,

a besar los pulmones de la musa del fango

y celebrar la misa de la bella desgana.

 

Se ha subido la niña

a la pierna cortada

del ángel que no sabe

que ya fue gorrión;

en ángel amarillo,

de espalda de cebada,

que el reloj atrasaba

de la vieja estación.

 

En la boca lunfarda

de la luna judía,

creció la madreselva

lluviosa del burdel,

y aún recuerdan los pastos

cómo, roja, se abría

la rosa del esputo

de Carlitos Gardel.

la lluvia prometida

***

 

UNA JAM SESSION (PARA MÍ) IRREPETIBLE.

tocando con Lito

UNA JAM SESSION (PARA MÍ) IRREPETIBLE.

El pasado fin de semana, tuve, como todos los años, el placer de asistir a la esperada Fiesta Veraniega que celebran mi querido amigo Fernando Cumpián y su mujer la deliciosa Eli Luque. Decir que estas fiestas, son  –cada una de ellas– la perfecta combinación de diversión, jarana y manifestación artística, sería quedarme muy corto. Artistas de diversas disciplinas, se reúnen en torno a una piscina junto a la cual, se instala un escenario vegetal y en éste se ubican toda clase de instrumentos musicales que se ponen a disposición de los asistentes para realizar diversas actuaciones y sus posteriores jam sessions para deleite de los que nos atrevemos a subirnos y, sobretodo, a compartirlo con reconocidísimos miembros de la escena musical de Málaga.

No pocas copas hay que tomarse para atreverse a compartir tablas con guitarras míticas como son Lito Fernández y Perico Ramírez. Tocar con Ramón Baena, Ángel Céspedes o Jesús Ramos. Con todos los demás componentes del grupo «Sólo un Momento» y que pertenecen a ese clan ilustrado, culto y erudito que es la familia Cumpián a la que tan unido me siento.

De esa noche, me han remitido unos cuantos archivos sonoros correspondientes a una improvisación que realizamos cuando ya los vapores invadían (y empañaban) mi sentido del ridículo. No hubiese colgado este, de no ser porque que el ego me nubla la vista y la razón, porque tocar con los referidos no sólo es un honor y un placer, sino que representa para mí, un regocijo y una satisfacción extraordinaria. Algo que sólo se da pocas veces en la vida. Una vez al año en esta época estival, en la que los «divinos» dejan que se acerquen a ellos el resto de los mortales para beber el Néctar y que cumplan sus empeños más deseados .

La banda en esta improvisación está compuesta por:

Guitarras: Lito Fernández y Perico Ramírez. Bajo: Jesús Ramos. Batería: Ramón Baena. Teclados: Ángel Céspedes. Voz primera parte: Ami Cumpián. Voz segunda parte y Armónica: Father Gorgonzola.

Espero que os guste!

Pulsad aquí!!

 


CARLOS MERINO Y LOS LAZOS INVISIBLES

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CARLOS MERINO Y LOS LAZOS INVISIBLES

Que existen lazos invisibles que unen a determinadas personas, es algo de lo que yo estoy convencido. Esos lazos, que en su forma natural permanecen distendidos y laxos, son susceptibles de activarse cuando los estímulos necesarios se dan y se producen. Personas que –si bien es cierto, tienen una afinidad evidente aunque no tangible– y que nunca se han visto, a la primera circunstancia de cambio ven como se establece una corriente de simpatía, de afinidad y de avenencia. Eso pasa mucho (también al revés, mucho cuidado) en las redes sociales; gente que se caen bien desde el principio, ya sea por sus ideas o por sus convencimientos comunes con los tuyos y que por ende, saben que indefectiblemente, están llamados a llevarse bien.

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Esos lazos distendidos y laxos que estaban pendientes de activarse, lo han hecho ahora con Carlos Merino; amigo virtual malagueño que es, cómo Rockberto (que en paz se relaja) y que vive y trabaja en Minneapólis como nuestro bien amado Prince (que supongo, también se estará relajando junto al barbas coronado de boquerones fritos).

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Carlos Merino Maestre, mantenía conmigo bastantes de esos lazos invisibles aún por activar. Al día de hoy –y tras algunas charlas e intercambios de pareceres– estos por fin, se han puesto en marcha, y ya (mal tendría que ir la cosa) así de sólidos y resistentes habrán de seguir.

Me une a Carlos el que ha sido Sopista cómo yo. Él me entiende y yo lo entiendo. Me une a Carlos que es un exquisito dibujante de cómics y yo eso –como lector y coleccionista– lo admiro desde la atalaya de la más verde envidia (por lo que sabe hacer) y desde el mirador de la más entera fascinación (por cómo lo hace y cómo, con eso, se busca la vida)

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Siguen los lazos ahora tangibles.

Carlos es «Tabletonero» a ultranza como yo. Yo soy fan de Tabletom a tiempo completo y él, no solo es fan irreductible, sino que es primo de los Ramírez Brothers. Y eso, quieras o no, proporciona impronta, marca sello y señal.

Para más INRI –en el Concierto de despedida a Rockberto en la Sala París– alucinaba yo con un chaval que –junto al insigne Idígoras– hacía un retrato del Barbas encima del escenario. Él arriba, sudando y pintando; yo abajo, sudando y bailando. Para más INRI todavía, si se me permite, en las carátulas de dicho concierto, él ilustra y yo escribo los textos.

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Todo ese cúmulo de nexos comunes y de empatía aún por descubrir, me envalentonó para pedirle –sacando esa escasa vergüenza que despliego con mis amigos artistas–  el solicitarle, una representación gráfica de su trabajo para  insertarla aquí en mi blog– con una conversación que transcribo:

– ¡Harte argún dibuíllo pá mi blog, ío! Le dije.

¿De qué lo quieres, de naranja o de limón? Me preguntó.

¡Demente! le contesté. Y ahí quedó la cosa.

Hace unos días –y cuando yo ya tenía olvidada la petición– recibo un mensaje privado en el que Carlos Merino, me remite un dibujo realizado en Minneapolis –ya lo sabéis, en Minnesota– que me ofrece y me regala para incluirlo en este sitio que es de todos. Me pregunta, inocentemente, si me gusta. El muy ladino me pregunta si me gusta esto que ahora vais a ver.

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Una maravilla del movimiento que –si me permite la opinión– me recuerda a esas figuras estilizadas del legendario Coll o de cualquier personaje de «Opium» o «Roco Vargas» de mi también admirado Daniel Torres.

Carlos  llegó a los States con una visa de estudiante a formarse en  ilustración hace ocho años. Luego se arrejuntó con los dibujantes de tebeos locales y después marchó  a un estudio a Minneapolis. Ahora es dibujante de storyboards para una serie de Amazon y da clases de esa disciplina a nivel universitario.

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Aparte de las imágenes que acabáis de ver ilustrando este post, estas que ahora vienen, son algunas que he escogido como muestra del trabajo de Carlos. Para vuestro regocijo, para vuestro goce, y para vuestra satisfacción.

Disfrutadlas!!!

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CHIRINGUETI NO DEBE MORIR

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CHIRINGUETI NO DEBE MORIR

«El Serengueti adquirió fama después del trabajo de Bernhard Grzimek y su hijo Michael en los años 1950. Juntos produjeron el libro y película Serengeti Shall Not Die, siendo aclamado como uno de los primeros y más importantes documentales acerca de la conservación de regiones naturales.»

Debo de reconocer, que si yo no hubiese dispuesto en la niñez de una buena biblioteca familiar, no hubiese sido el hombre que ahora soy. Poder disponer de todos los clásicos en unos magníficos resúmenes en aquella inolvidable enciclopedia llamada Universitas; o poder refugiarme, los días de lluvia, en aquella popular colección de Salvat RTV;  si no hubiese tenido acceso a una buena nómina de libros que conformaba dicha biblioteca (provista por mi padre y por mis tíos Ignacio y Josemaría) hoy, ya os digo, tendría una pobreza mental aún más estrecha de la que dispongo ahora.

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Al grano:

Entre aquellos anaqueles, había un libro que me fascinaba sobremanera; se trataba –yo aún no lo sabía– del primer intento ecológico y proteccionista del medio ambiente y de los ecosistemas únicos y singulares de este cada vez más esquilmado y maltratado planeta. «Serengueti no debe morir».

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Así se llamaba aquel mágico libro (y su posterior y oscarizado documental) escrito por Bernhard Grzimek y su hijo Michael, que por cierto, murió durante el rodaje de dicho documental al chocar su avioneta, en pleno vuelo, con un buitre leonado.

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Aquel libro –y su espléndida colección de fotografías– me acompañó muchísimos días en aquella niñez en la que el tiempo libre (ya os digo que en aquellos tiempos llovía torrencialmente mucho más a menudo que ahora) no estaba ocupado, afortunadamente, ni por Internet ni por los videojuegos. La calle era nuestra red social.

El Serengueti, y el cráter de Ngorongoro, es un paraíso que está en enorme peligro: el cambio climático y la caza furtiva amenazan las migraciones milenarias de animales y, con ello, todo el ecosistema de la zona. Una verdadera pena que debemos de evitar a toda costa.

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Sigamos…

De pronto, y sin casi darme cuenta, van y me pasan cincuenta años por encima. Ya saben: lo que vulgarmente se llama medio siglo. Y mira tú por donde, vuelve el Serengueti a mi vida (El libro lleva muchísimos años viviendo en ese patio de vecinos literarios que es mi biblioteca) y regresa, en una reencarnación más prosaica quizás (un restaurante bar) pero conservando el mismo propósito y finalidad, que no es otro que la preservación de cierta fauna amenazada como son la música en directo, sus intérpretes y los entregados comensales-asistentes que disfrutamos de esta última reserva espiritual y artística de la pedanía rinconera de La Cala del Moral. Chiringueti: El dominio de José Moreno Ceano. El Rey Pepón.

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Verán ustedes: Cuando me acerqué por primera vez al cubil de Pepón me intervinieron dos sensaciones muy agradables: La primera, de asombro, por el porqué alguien ponía el nombre de una reserva natural de Tanzania que muy pocos conocen (después, recapacitando, y sabiendo el magnífico trabajo que Pepón tiene realizado con temática africana, no me extrañó) combinando magistralmente el nombre de dicha reserva con otra palabra mágica y malagueña: chiringuito.

La segunda sensación fue de aprobación y aplauso por el enorme acierto del logotipo del local. Me encantó!

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El Chiringueti es un reducto, una guarida donde aún se puede oír música en directo con una cierta licencia en el volumen; con el inmenso e imprescindible desahogo que proporciona una fantástica terraza que te permite asistir al concierto con la comodidad anhelada y, si te decides a comer al medio día y prolongar la velada hasta bien entrada la noche, una zona relajante junto a la playa para llenarte los ojos de atardeceres.

Pero no se sigan creyendo ustedes, otra vez, que aquí acaban las analogías entre las dos reservas: Los animales que pueblan estas praderas son comunes:  El rey Pepón ( su propietario) campea siempre ojo avizor vigilando a la manada de ñúes. La gacela de Thompson (Labios) que siempre está dispuesta a saltar la barra para plantarte un sonoro beso de bienvenida y una enorme sonrisa. Los zorros orejudos que, tras la barra, te sirven con amabilidad y cortesía, y que de vez en cuando, se estiran e invitan al rinoceronte negro a un chupito que, las muchas veces, pasa del negro africano al morado dominicano.

Los buitres (que también los hay) acechan a las bellas cebras de Grant por los trofeos que puedan llevarse a casa. Y la Gallina de Guinea –que yo me sé quien es– se toma un Gin Tonic y me invita, siempre de los siempres, a una copa porque sabe que la quiero.

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Los chacales y los impalas campan por sus respetos –a lomos de sus guitarras y tambores– haciendo las delicias de los orgullosos guerreros Masáis que asisten a sus espectáculos y estos, agradecidos, saltan alborozados al menos un metro y medio sobre el nivel del mar que también baila enfrente.

Por aquel territorio se puede contemplar al «Zurdo Meléndez» seguido por el Caimán Adolfo y el fiel Moles! Lito sienta cátedra y se hace cada día, más fuerte y vigoroso. El Búfalo Beiztegui pasta no demasiado tranquilo sintiéndose Culpable. Y Salva Marina, a veces, se desmarca de la cueva de Tabletom y se aprovisiona de género para la Frutería Toñi.

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(Con Salva Marina y Pepón)

 Un sitio para disfrutar. Un lugar mágico donde puedes disfrutar de la compañía de amigos ancestrales e inmemoriales que pululan por allí y que conforman y componen un fraternal «meeting point» que ya es un clásico en las reuniones y saraos de la selecta fauna malagueña. Si algún día quieres encontrarte con algún compañero de viaje de esos que no ves muy a menudo, pásate por el Chiringueti.  Estamos todos allí. Nadando en un mar de cervezas y chupitos de ron. Un mar plagado de buen blues y de rock n’ roll. De tortillas de papas y habichuelas; y si tienes suerte, de una carrillada de jabalí berrugoso en salsa que no se la salta la grulla coronada y que te devuelve la ilusión  y la esperanza en la sabana y en la llanura inacabable.

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(Entre Javier Martín Aguilar y Fernando Beiztegui)

Chiringueti, amigos mío –al igual que su primo lejano de Tanzania–  nunca debería morir. Porque así nos conviene, y por la cuenta que nos trae (el camarero).

Esta es la dirección:

Paseo Marítimo Blas Infante, 194

La Cala del Moral

Rincón de la Victoria

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(El Father Gorgonzola cantándose una copla en Chiringueti)

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TABLETOM Y EL PORTAL A UN NUEVO TIEMPO

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(© Pintura Andrés Mérida)

TABLETOM Y EL PORTAL A UN NUEVO TIEMPO

Debo de confesar –aunque no haga ni maldita la falta– mi inquebrantable devoción y estima, mi más absoluta querencia y mi firme fidelidad hacia el más singular grupo musical que ha dado ésta ciudad de Málaga: TABLETOM. Así pues, doy por señalado y advertido, que este comentario que ahora viene, no es para nada ni objetivo ni imparcial; más que nada, porque son muchos los afectos y recuerdos que me acompañan y que me sobornan la imparcialidad. Muchos son también los buenos ratos pasados al cobijo de su música y de su compañía en saraos privados; y ya se sabe eso de que es de bien nacido el ser agradecido; así que no puedo abstraerme a lo que me dicta ése gordo colorao latiente que habita en la mitad de mi pecho y escribir de ellos desde la perspectiva de la amistad y del aprecio. Y lo hago de esa manera, porque cómo uno es dueño y señor de este sitio, hago lo que me apetece sin temor de herir susceptibilidades ni opiniones contrarias. Soesazín!

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(© Fotografía Ros Guitars)

Bastante son los artículos que he escrito -en este blog- acerca de esta jauría de genios que llevan acompañándome, desde aquellos primeros albores en los que empecé a cargar mi impedimenta cultural de buena música. Hablo de conciertos en colegios y en salas al aire libre de finales –quizás mediados–de los años setenta. Mi admiración viene pues de lejos. De los tiempos remotos en que las tonalidades preponderantes eran los grises y marrones tirando a dar.

Han sido estos más de cuarenta años –de actividad discontinua del grupo y de mi consiguiente seguimiento–  tiempos de cambios también en la formación del  susodicho. Mis primeros recuerdos son para los músicos primeros cómo lo fueron de Denis, Nono Higueras y Salvi Zurita; o del gran Lito Fernández; del enorme Jesús Ortiz (los más antiguos) y pasando después por Manuel Arrabal, Ramón Baena, Agustín Carrillo y Carlos Becerra ( los más modernos);  de Tony Moreno –penúltimo frontman– y por supuesto del inimitable e inigualable Rockberto. Que el alma de mi amigo descanse en paz en la muy suya Plaza de la Mierda. Todos ellos –y durante cada una de las épocas del grupo– comandados por los dos líderes indiscutibles de Tabletom que son Pepillo y Perico Ramírez.

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(© Fotografía Ros Guitars)

No obstante, tras esas formaciones y etapas –todas gloriosas y memorables– debo de reconocer que la actual me llega a encantar y a sorprender. Y eso del sorprender, no debiera de darse; porque conociendo la excelsa capacidad musical de los nuevos componentes, y su amplia experiencia cómo músicos, no tendría que extrañarme ese sonido compacto, cerrado y consistente; medido hasta la perfección, que, más que nunca ( y me perdonen los anteriormente aludidos) se adueña del escenario y se transmite de forma inapelable y firme hacia el público asistente fiel y entregado que siempre arropa y sigue al grupo en todos sus conciertos.

La nueva formación: Jorge Blanco (Bajo) Nico Huguenin (batería) Manolo Nocete (teclados) y la percusión de Manolo Toro, junto al nuevo cantante: el polifacético Salva Marina, escoltan en «Luna de Mayo» a los hermanos Ramírez, que musican excelentemente, como siempre, las magistrales letras de Juan Miguel González del Pino. Todos ellos, en una perfecta conjunción y armonía, producen y transmiten un feeling especial y único. Un vínculo de oficio, habilidad y sapiencia que, ya os digo, se nota tanto arriba cómo abajo del escenario y que llena todos los rincones de la sala de turno.

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(© Fotografía Ros Guitars)

Ver de nuevo al grupo cabalgando a lomos de sus nuevos trabajos –sin olvidar sus éxitos míticos– me hace albergar la esperanza de que este nuevo Tabletom, tiene todavía por delante, mucho camino que recorrer; mucha carretera. Aunque ésta última –The Times They Are A–changin‘ que decía mi maestro– ya sea sin manta y sin cacharra.

También –que quieren ustedes que les diga– resulta un verdadero honor (y un orgullo) que mi blog y mi nombre figuren en los créditos del disco con un cariño inmerecido aunque recíproco.

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Luna de Mayo; el último disco de Tabletom –con portada del egregio pintor Andrés Mérida– está llamado a ser el portal a un nuevo tiempo en el universo tabletoniano. Una puerta interestelar entre los viejos y los nuevos tiempos. Y a aquellos nostálgicos de las etapas pasadas, que refunfuñan y protestan por lo irremediable, les recomendaría que no se ciñeran al recuerdo solamente; y que éste, lo compartan generosamente con lo que ahora se nos está ofreciendo. Porque es mucho lo que hay y es muchísimo más lo que viene.

Vale dictum!

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(Father Gorgonzola con el autor de la portada del disco Andrés Mérida y el fotógrafo Jesús Mérida)

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(© Pintura Andrés Mérida)

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LO MÁS NUEVO DE TABLETOM

Lo Más Nuevo de

TABLETOM

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© De la fotografía: Ros Producciones & Management

Ya está aquí! El nuevo disco de Tabletom, con su nueva formación, ya está aquí! Y viene amparado y custodiado por una nueva formación de lujo en la que se cuenta con músicos de una extraordinaria capacidad personal y profesional. Lo digo, porque todos ellos son amigos míos y sé de lo que hablo.

Estos son los nuevos en el grupo: Manolo Nocete a los teclados; Nico Huguenin cómo baterista; Jorge Blanco al bajo; y el nuevo frontman que es el divino y polifacético Salva Marina. Todos ellos bajo la batuta de ese intemporal e irrepetible dúo de artistas que son dos de los miembros fundadores: Los hermanos Perico y Pepillo Ramírez.

Ayer, estuve hablando con Perico, y con su mujer Gloria, acerca de los últimos pormenores de este nuevo y fantástico trabajo; y me comunicaron, que la presentación del nuevo disco será el próximo día 1 de Abril en el FNAC del Centro Comercial Málaga Plaza. Y que el anhelado y esperado primer concierto en Málaga –antes habrá alguno pero sin incluir los temas del nuevo– se celebrará en la Sala Eventual el día 22 de Abril del presente.

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© De la fotografía: Rosguitars

A esta circunstancia de renovación integral, se le añaden algunas que, para mí, resultan gloriosas por el cómo me tocan el rincón más agradecido de la amistad en mi corazón. A esta sarta de amigos –todos los componentes del grupo lo son, ya lo he dicho– se les une una espléndida «Sanísima Trinidad» formada por otros tres incondicionales, más que muy queridos, por este que os escribe: El pintor Andrés Mérida que ha realizado la impresionante portada del disco, y cuyo trabajo, además, conformará la cartelería de la promoción. También mi entrañable compañero de armas Lito Fernández –ya repuesto de su travesía del desierto– que contribuye con su intervención y toque mágico en un tema. Y por último, y para intentar mejorar lo inmejorable, las letras del poeta más excelso que cualquier grupo pueda tener: Juan Miguel González del Pino; alguien –él lo sabe– que dispone de mi más absoluta admiración y fidelidad. De mi más irrenunciable devoción y apego.

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© Andrés Mérida

Esto que vais a oír ahora, es un adelanto; una primicia. Un tema incluido en el nuevo álbum homónimo «TABLETOM» y que como no podría ser de otra manera, conserva el sonido peculiar, especial y característico del grupo, pero con una frescura nueva y renovada. Siguen siendo inoxidables, no lo duden ni por un momento; pero ahora, ahora tienen un revestimiento nuevo y un brillo más intenso.

Disfrutadlo. Este es el tema:

«ASOMÁNDOME»

Nos vemos por allí!

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LA PORTADA DEL NUEVO TRABAJO DE TABLETOM

LA PORTADA DEL NUEVO TRABAJO DE

TABLETOM

El pasado viernes, antes de la gran tormenta, asistí gloriosa y felizmente –en calidad de intermediario y auxiliar de afectos– a una nueva reunión en las nubes entre una dignísima representación del grupo Tabletom (Perico Ramírez, Salva Marina y Gloria González) y el Maestro Pintor, mi también querido amigo, Andrés Mérida.

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El motivo de dicha reunión, era el intercambio de pareceres sobre la nueva portada del grupo y que –por mor del destino, y por la inmensa generosidad del susodicho Pintor– fui yo el propiciador.
La portada es una nueva genialidad de Mérida: Una visión de la alegría y el regocijo (el alza de la guitarra-jamón hacia el firmamento) que produce el estar –este nuevo trabajo– rulando por la calle. También, un somero homenaje a un Rockberto reposado, que duerme el sueño de los inmortales, más plácidamente que nunca; y cuyo espíritu –al igual que en nuestras conversaciones en dicha reunión– sobrevuela por encima de nuestros pensamientos y por el de todos los que le quisieron.

Cá Mérida

Vienen ya. Ya se acercan… Los espíritus libres de los componentes del grupo Tabletom abriéndose paso de nuevo, bajo la Luna de Mayo, con su música; amparados por la belleza singular e inimitable de la palabra del Poeta Juan Miguel González del Pino; con la espléndida compañía de la pincelada oportuna de Andrés Mérida. Todos ellos, en plácida connivencia, para deleitarnos otra vez con sus nuevos temas. Para seducirnos de nuevo, con ésta, su muy anhelada décima entrega.

Esta es la portada: Observadla; descubrid cada rincón. Cada idea del pintor asomada, sugerida y plasmada en los trazos. Descubridlas.

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LOS TOREROS MUERTOS EN CONCIERTO

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LOS TOREROS MUERTOS

EN CONCIERTO

Aparte de mis propias inquietudes musicales, siempre me he sabido rodear de inteligentes amigos melómanos que, con una enorme generosidad y sapiencia musical, supieron aconsejarme debidamente tanto en eso de educar el oído, cómo en lo engordar satisfactoriamente mi discoteca privada.

En esa discoteca, y centrándome en la España de finales de los setenta y la extraordinaria e insuperable década de los ochenta, en esa discoteca, digo, guardo cinco discos de vinilo que configuran uno de mis tesoros surrealistas mejor guardados: Muñeca Inflable de la Orquesta Mondragón (con un alucinante Javier Gurruchaga y una fantástica guitarra de Jaime Stinus; Veneno, del grupo de Kiko Veneno, Raimundo y Rafael Amador; el Mezclalina de Tabletom con mis amigos Rockberto y los Hermanos Ramírez, y por fin, el Souvenir de Moncho Alpuente y los Kwai (Oh Carolina querida). Añadanle Uds.  el 30 años de Éxitos de los Toreros Muertos, y paren Uds de contar joyas.

toreros muertos (2)(Foto Diario Sur)

Todos estos grupos tienen cosas en común: unos líderes enormemente carismáticos, con una dilatada vena creativa y una imaginación desbordante para la elaboración de letras. Todas ellas, alocadas e ingeniosas, con grandes dosis de ironía y de virulencia hacia el orden establecido; y sobre todo, un talento especial para criticar y agitar. Para provocar y poner nervioso al sistema.

He tenido la suerte y la satisfacción de poder abrazar y comunicarles, presencialmente, mi admiración a algunos de estos músicos que acabo de nombrar; fíjense que algunos son muy amigos míos. Anoche, pude hacerlo con Pablo Carbonell, líder del grupo Toreros Muertos; y puedo decir que es una persona cercana y efusiva. De esas que te confirman con la mirada esa buena sensación que siempre te inspiraron.

20150222_001605-1 (Father Gorgonzola con Pablo Carbonell)

El grupo Toreros Muertos (Pablo Carbonell, Guillermo Piccolini y Many Moure) compareció la noche del sábado en los escenarios de la Sala Cochera Cabaret (uno de mis lugares preferidos para asistir a espectáculos) ante un público fiel y entregado. Una audiencia ya entrada en años que no ha olvidado todavía a estos músicos irreverentes que nos hicieron reír y bailar allá por mediados los años ochenta.

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Mi admirado Pablo Carbonell saltó al escenario con una pinta horrible, que era lo él que pretendía; una suerte de zombie en bermudas que desde el primer segundo del primer minuto de la hora y media que duró el concierto, tuvo a un fiel y entregado público metido en su bolsillo. Volver a tararear “Manolito” “On the Desk” “Yo no me llamo Javier” o la mítica “Mi agüita amarilla” constituyó un ejercicio de rememoranza para aquellos que compramos en pesetas su primer disco llamado “30 años de éxitos” y que ahora -fíjense la ironía- pasado ese mismo tiempo vuelven a unirse para nuestro deleite.

Concierto de Toreros Muertos en la Sala Kapital 558/cordon press

Pablo Carbonell. El líder indiscutible del grupo y el más mediático sin duda, es una persona muy accesible, afable y abierta. Un artista imparablemente risueño y simpático que tuvo a bien el permitirme cambiar unas palabras con él en los camerinos y hacerse una foto conmigo para poder incluirla en este post. Un abrazo cariñoso me dio demostrándome lo lejos que está del engreimiento y de la tan vanidosa cómo efímera fama.
Toreros Muertos. Muy Toreros, nada de muertos. Estas son unas fotos del concierto; disfrutadlas; y si tenéis la oportunidad de poder acercaros a sus próximos directos, hacedlo. Lo pasaréis de putísima madre.

Las fotos del concierto y de la noche:

toreros-muertos5--575x323(Foto Diario Sur)

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javier ojeda Father Gorgonzola con Javier Ojeda; líder y cantante de Danza Invisible entre otras muchas cosas)

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toreros muertos (7)(Foto Diario Sur)

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IMG-20150222-WA0003Con Jose María Centeno y el compositor y productor Antonio Meliveo)

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20150222_002228(Waiting for the show I)

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20150222_002146(Waiting for the show II)

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entrada toreros(La Entrada al Concierto)

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EL NIÑO AQUEL QUE FUÍ ME LLEVA AHORA.

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EL NIÑO AQUEL QUE FUÍ ME LLEVA AHORA.

“Las niñas, que son hadas y princesas,
los niños que son magos,
las gotas, que son perlas, de la lluvia,
las llamas que son pájaros.”

Juan Miguel González.

Por eso de su aversión a las temperaturas gélidas, el Poeta Juan Miguel González, cuando sale, va siempre cubierto con un elegante sombrero. Tiene muchos. El ir siempre con la azotea techada, no sé si tendrá como fin el calentarse la cabeza o el impedir (yo creo que es eso) que se le escapen volando al exterior esas preciosas y recapacitadas piezas poéticas que él tiene a bien componer y –en casos muy puntuales– regalar.

Juan Miguel adorna su apariencia con un dandismo evidente. La última vez que estuve con él vestía un precioso sombrero, unos confortables pantalones y una chaqueta, ambos de punto, que le aportaban calidez y prestancia. Distinción y elegancia. También despedía un agradable olor; una mezcla –quise suponer y me lo invento– de lavanda inglesa y Vicks VapoRub. Una mixtura del centenario jabón Lifebuoy y hojas maceradas del falso árbol de la pimienta.

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Habíamos quedado en el sitio acostumbrado para intercambiar regalos. Él me había pedido –con esa humildad que le caracteriza y haciendo caso omiso a mi advertencia de que siempre le estoy dispuesto– una copia del álbum “Sigamos en las Nubes” del grupo Tabletom para regalárselo a unas amigas holandesas que querían oír alguno de sus poemas musicados por los hermano Ramírez… Yo, «motu proprio» le llevé también las letras impresas de sus poemas con la banda. Estas para él.

Por su parte, Juan Miguel, «Quid Pro Quo» me iba a entregar el original del romance “El Monte de las Tres Letras” del cual me hizo protagonista. Pero ya lo he dicho, y lo repito sin sonrojo, el Poeta es enormemente espléndido y regala lo más valioso de él; así que para dejarme desarmado, me llevó un poema dedicado. Un poema en el que habla de ese niño que todos llevamos dentro; a pesar de estar ya pagando con muchos años vividos, el tributo de la existencia.

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Afortunadamente, todavía mantengo ese niño dentro de mí. Algunos lo llamarán inmadurez y yo lo asumo encantado. Asumo esa inmadurez preciosa que me hace recordar los tiempos felices de mi niñez y de los que aún guardo retazos con esa costumbre que mantengo del comprarme figuritas de cómics y de tebeos; y libros de dibujos; y –lo último, y que estoy esperando– un precioso recortable de cartón del Edificio Chrysler de Nueva York. Mi favorito.

Que el Empire State vaya poniendo sus barbas a remojar.

Este es el poema que me ha regalado Juan Miguel González del Pino. Inconmensurable poeta; mejor persona y gran amigo.

 

(Todas las ilustraciones son de Carl Offterdinger y corresponden a portadas de publicaciones infantiles y juveniles)

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***POEMA JUAN MIGUEL 1

POEMA JUAN MIGUEL 2

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