«Una familia sin una oveja negra no es una familia típica.»
Heinrich Böll
A modo de exordio:
Tengo que dar las muchas gracias a mis amigos. A todos mis queridos amigos, porque ellos, tan sólo ellos, han sabido ampararme –y consolarme– en unos momentos difíciles y penosos absolutamente indeseados por mí. Amigos que han representado un bálsamo, que ni por asomo, algún miserable vendido al calor artificial del afecto interesado, y perteneciente a mi familia más directa, ha sido capaz de proporcionarme.
En estos raros tiempos –de los que afortunadamente ahora, estoy empezando a recuperarme, no sin esfuerzo– me he dado cuenta de lo que valen un montón de abrazos desinteresados, lo que representa una multitud de besos sinceros, de palabras de comprensión; de golpes de ánimo sin pretensión alguna y de incontables momentos felices disfrutados y compartidos. Todo eso, proporcionado por los amigos verdaderos; todo eso, regalado por las personas que me han demostrado, lo que siempre supe, en contraposición a un infame que, por eso de la casualidad, comparte ese caudal rojo –a veces, demasiado ponderado y enaltecido– que recorre los caminos azules de nuestras venas.
Dejo atrás por fortuna, esa sensación de retorcimiento sañudo que me lleva acompañando un cierto tiempo, y paso página definitivamente PARA SIEMPRE a ese periodo de desafecto, desilusión y decepción; deseando, a los actores que alguna vez ocuparon parte de mi vida, que ésta (la suya propia) les pague implacable y lacerantemente tal y cómo se lo han ganado. Con una mala existencia. Con un mal final de merecidos remordimientos. Porque, ya te digo, se lo han ganado meritoriamente.
Dicho lo cual, vayamos a la parte agradable de esta historia. Pido disculpas, por lo antedicho, pero era completamente necesario para, en comparación, enaltecer la figura de estos que ahora vienen. Asi qué… ¡Basura fuera! Bienvenidos a la realidad más última. ¡Fuera caballo!
LAS DOS EFEMÉRIDES
«Los amigos no son ni muchos ni pocos, sino los suficientes.»
Hugo von Hofmannsthal
«Amigos. Nadie más. El resto es selva».
Jorge Guillén
Tiene ya asumida y adjudicada, mi muy querido amigo Ángel Céspedes, la espléndida costumbre (ya es tradición imperecedera) de soltar lastre de su cartera –a casi finales de cada año– y haciendo un inusual ejercicio de generosidad, darle la licencia definitiva a unos cuantos bastantes billetes de color verde (y algún que otro amarillo) para celebrar su cumpleaños con nosotros al más alto nivel.
¿Y cuál es el más alto nivel, se preguntarán Uds.? Pues consiste en pagarse una siempre fantástica casa rural –para al menos dieciocho de sus amigos irrenunciables– y celebrar mediante mariscada el primer día, y barbacoa el segundo (amén de todo lo que sea susceptible de tragar) el aniversario de su nacimiento. Su cumpleaños que le llama el vulgo.
Dicha celebración no es fácil de organizar, pues son muchos los instrumentos y demás elementos musicales a desplazar. Muchos son también, los sistemas electrónicos e informáticos que nos permitirán bailar hasta el cansancio más absoluto y el final de la noche. Mucha la contribución al sostenimiento del planeta mediante las operaciones de reciclaje en forma del depósito adecuado de cientos de latas vacías y de docenas de botellas de vidrio agotadas; nuestras fiestas son absolutamente ecológicas. Verdes. Muy verdes que son.
Angelín, siempre nos procura unas casas geniales, ya lo he dicho; casoplones con enormes salones que nos permiten la danza y el zascandileo con absoluta comodidad. Con estancias enormemente acogedoras; jardines y terrazas. Piscinas que no se usan por la época en que se celebran y entornos fascinantes e incomparables.
También él se ocupa de la impedimenta; es decir, se ocupa de pantagruélicos y reparadores desayunos (mi ingesta diaria favorita) de todos los aperitivos (jamón y queso incluidos) foies, mantequillas, panes de todas clases, frutas, verduras, embutidos… En fin, no me extiendo más: de TODO, absolutamente TODO. Nosotros, sólo aportamos los espirituosos particulares.
Pero lo mejor, lo mejor de todo, es el grupo. Un grupo –al segundo día ya somos cuasi treinta– que es ciertamente incombustible. Una comunidad que interpreta un repertorio inacabable de música y canciones. Que pergeña una sarta infinita de ocurrencias ingeniosas, chispeantes e inteligentes. Humor absurdo de alta cualificación. En resumidas cuentas: Una retahíla insuperable de anécdotas e historias compartidas, que los no habituales, no llegan a creerse del todo por lo surrealistas que son.
Este año, han coincidido el día 6 de Noviembre dos efemérides, el cumpleaños y la jubilación de Ángel y la celebración ha sido doblemente festejada.
Observarán Uds. que este post –al contrario que el del año pasado– no ha sido un relato detallado de situaciones vividas –aunque hayan sido docenas las producidas– No hay personificación en ninguno de los intervinientes; todos son reseñables. Esta entrada es una nota de agradecimiento colectivo a todos mis amigos (en especial al homenajeado, que sí lo personifico) a todas esas personas que me han procurado unos día de divertimento y un oasis de paz –que diría el poeta Paco Cumpián– en un atravesado y olvidado ya desierto de vileza e iniquidad.
Gracias a todos!!!
Nota Bene: Una sola licencia me permito: Rubia! Mi cumpleaños es en Agosto!
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