Víctor M. Castle, es un amigo virtual. De Madrid por más señas. Y es Newyorker de corazón; como el que suscribe.
Víctor es un empedernido e impenitente viajero que suele adornar sus crónicas de viajes con estupendos relatos (cuando le sale de los cataplines, es verdad) y con unos fantásticos reportajes fotográficos que te sitúan impresionantemente en la ciudad visitada. Además, ya lo he señalado, es un buen amigo. Virtual, aunque lo Cortés no quita lo Pizarro.
Cuando escribe sus crónicas de viajes, todos sus amigos las esperamos expectantes, pues no solo refieren el viaje en si, sino que además te da un repertorio de direcciones y consejos que son utilísimos para el periplo que se prepara.
Y va ahora, inesperadamente, y me cuenta la experiencia vital de toda la familia Castle en torno a la compra de una cafetera Nexpresso por mor del vicio de su Santa esposa.
Un relato divertido que a continuación, tengo el placer de insertar en este sitio.
Un relato que , creo, nace sin pretensión de relatar algo, sino de comunicar. Yo lo veo así; como la simple narración de lo que les ha acontecido cuando han comprado el dicho aparatico. Y por eso mismo, tiene une frescura indudable.
Víctor M. Castle. Impenitente Bon Vivant del Ron de calidad. Amigo de sus amigos. Entre los cuales, felizmente, me encuentro. Virtual; aunque lo Cortés no quita lo Pizarro.
NESPRESSO
En marzo de este año, entre otros regalos por su cumpleaños, a mi mujer (mi Santa que diría alguno) decidimos comprarla una cafetera Nespresso. Recuerdo que lo comenté con los compañeros (mayoritariamente compañeras) con los que como a diario, y me dijeron que cómo se me ocurría regalar a mi mujer en su cumple un electrodoméstico casero, algo que está muy mal visto.
Les dije que no se preocuparan por eso, que mi mujer es cafeadicta (de las de sólo y sin azúcar), que nada la gustaba más que el café y que, además, ya me había insinuado que esperaba ese regalo. Y si venía acompañado de un George Clooney, mucho mejor.
Pues eso, que compramos la maquinita. y desde entonces somos 6 en la familia: mi mujer, nuestros dos hijos, la Nespresso, el perro y yo (por orden de importancia en la casa). A mí me desplazó rápidamente, al perro pocos días después, y a los chicos está ya a punto de cogerlos.
El primer paso tras recibir el regalo y probar alguno de los cafés que nos dieron de muestra, fue ir a una de las tiendas Nespresso de Madrid para comprar unas cuantas cápsulas. Una tienda preciosa, de diseño, con personal que te atiende de forma exquisita, en la que cada vez que compras te invitan a un café y sales encantado. Encantado y con una bolsa con 250 cápsulas (oferta de bienvenida, te regalan una bonita cajita de madera si compras esa cantidad) y con 80 euros menos.
Pero ¡¡qué felices salimos de la tienda!!.
A partir de ahí empezamos a familiarizarnos con las 16 modalidades de café: Arpeggio, Roma, Indriya, Volutto («my favourite» dice el Dios Malkovich), los descafeinados, los «lungos»,….. y a realizar todo un ritual en las sobremesas en las que nos juntamos toda la familia, sobre todo los fines de semana. Después de comer, llevamos la maquinita a la mesa de la zona de sillones del salón, sacamos las «cápsulas de todos los colores», una jarrita de leche caliente, un batidor de Ikea, algunas pastas, y ……….. empieza el espectáculo.
Empezamos batiendo la leche con el batidor de Ikea, haciendo que se vuelva espumosa. Después cada uno elige su cápsula según sus gustos (más o menos intenso, más o menos largo, con más o menos especias, de Colombia, de India,….), la coloca en la máquina, aprieta el botón y asiste al momento sublime de ver caer el café en la tacita.
Un poco de azúcar preferiblemente morena al gusto, la crema de leche, un poquito de cacao por encima, y a disfrutarlo. Se ha convertido en el momento familiar por excelencia, algo cada vez más difícil de conseguir en cualquier familia. Se me caen los lagrimones de felicidad. Hasta el perro participa del acto, zampándose la caja entera de pastas en cuanto nos damos la vuelta. La mamona (es perra) aprovechó el último fin de semana un descuido, en el que todos nos levantamos de la mesa, para comerse todo un plato de riquísimas pastas caseras que nos había traido del pueblo la chavala de mi hijo. Ya le dijimos: dile a tu madre que nos haga más pastas, que al perro le han encantado (no sé cómo se lo tomará). Desde entonces no nos hablamos. Me refiero al perro y yo. Mi mujer se enfadó menos porque no le tocó la caja de cafés. Si lo llega a hacer es perro muerto. Seguro.
Después de aquella primera compra en el mes de marzo, hemos vuelto a la tienda de Nespresso varias veces más. Y cómo siempre nos invitan a café, cada vez vamos más miembros de la familia. Al principio íbamos sólo mi mujer y yo, después se apuntaba alguno de los chicos, y ahora se apuntan los dos. Lástima que no nos inviten a pastas, sino nos llevaríamos también al perro.
Salimos siempre encantados de la tienda, con un mínimo de 100 cápsulas más y con un buen puñado de euros de menos.
Cada poco tiempo sacan un café especial, de temporada, distinto de los 16 habituales, que solo ponen a la venta durante unos cuantos días, y que por supuesto tenemos que ir a probar. Hoy hemos ido a comprar las 3 nuevas modalidades navideñas de café: uno con sabor a almendra, otro a vainilla y otro a caramelo.
Al entrar te encuentas con una buena cola, como si lo regalaran. La cola de hoy era curiosa: delante de nosotros un par de policías nacionales de servicio, con pistola incluída, y detrás un obrero con mono (mono de vestir y posiblemente también de café porque igual que los polis no podía esperar a terminar su jornada para comprar sus cápsulas). Sólo faltaba un indio para que estuviéramos allí los Village People al completo. ¡¡¡Qué caras de alegría!!!. Si nos hubieran puesto un poquito de música nos habríamos puesto a bailar y a cantar todos juntos: Uai-Em-Si-Ei (Y-M-C-A). Por supuesto nos invitaron a probar las 3 nuevas modalidades. Y salimos de alllí con otras 280 cápsulas de café y 100 eurazos menos.
Mi mujer ya me ha dicho que para estas navidades quiere otra Nespresso. Como tenemos una casa en la sierra madrileña donde pasamos los fines de semana, está harta de llevar la maquinita de una casa a otra, y quiere una en cada casa. Ah, y me ha recordado que con la anterior no vino el George Clooney, y que con ésta no se me pase.
Y aquí es donde viene mi preocupación. ¿A quien cohoness se le ocurrió lo del regalo de la Nespresso?, ¿qué llevan estos cafés?, ¿por qué vemos embobados los anuncios de Clooney y Malkovich como si fueran amigos nuestros de toda la vida?, ¿hemos sido abducidos por alguna secta?, ¿son las tiendas en realidad ovnis y los dependientes extraterrestres que nos hipnotizan con extraños ritos?, ¿cómo es posible que hayamos comprado cerca de 1000 cápsulas en poco más de 8 meses?, y sobre todo ………… ¿daré a luz un precioso cafetín cuando se cumplan los 9?.
Entre estos pensamientos, y que no sé cómo ponerme en contacto con George para cumplir los deseos de mi mujer en la próxima compra, estoy de lo más preocupado. Si alguno me podeis ayudar……………
What else?
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