DEL POLÉMICO CARTEL SEMANASANTERO
Y DE SU AUTOR
Se ha suscitado un cierto revuelo en los ambientes y mentideros cofrades de la ciudad, a cuenta del cartel de la Semana Santa de Málaga de este año 2014. Cartel que ha sido realizado por el magnifico acuarelista malagueño José González Bueno. De la quinta del cincuenta y siete.
Un cierto revuelo (con guarnición de exacerbada polémica incluida) comentaba, por lo que en el cartel se muestra: una cofradía encerrando (o sacando, que no hay opinión clara) un trono de su iglesia, bajo la atenta y respetuosa mirada de dos penitentes descapirotadas; es decir, no ajustadas a los rígidos protocolos cofrades que ordenan la debida uniformidad en todo momento y duración del cortejo porfapliss.
El que en el cartel de este año, se muestre a dos chicas observando su trono desde la lejanía, ha puesto a determinado sector ultraortodoxo cofrade con el grito en el cielo – mirusté que apropiado– por lo que de afrenta supone esa terrible desconsideración (la desnudez de mirla) hacia las normas estipuladas, ya te digo, y hacia la parafernalia procesionista y el aparato congregacional y diletante. Vulgo Capillismo.
A mí, que no soy cofrade activo desde mis años púberes, y que sólo me limito a admirar dichos recorridos –a ratos y sólo determinadas procesiones– desde la tribuna impía de mi televisión (con las doctas opiniones de acreditados hermanos y también –porqué no decirlo– de insufribles meapilas y afectados tontos de capirote) – me parece un despropósito y un disparate la polémica suscitada; porque el cartel me parece de una concepción muy original y que, además, huye de esas muestras de aflicción atormentada de las Dolorosas y del suplicio y del sufrimiento de los diversos Cristos que se exhiben en dichas procesiones.
Entiendo, y hasta aplaudo porque me gustan, estas manifestaciones religiosas. (no se me echen encima rojos, masones y demás realas ideológicas, que tengo mi dirección política bien definida desde hace mucho; y uno, es “daleao” hacia la siniestra ideología y tirando para la poca creencia). Otra cosa es que uno tenga plaza, ganada a pulso, en ese infierno que supone la ausencia de la contemplación divina y demás recompensas celestiales. Fuera parte las huríes que no son de este convenio y además, escasean cosa mala.
Entiendo, y hasta aplaudo, estas manifestaciones religiosas, decía, porque el deseado respeto para uno, empieza por el proporcionado al otro; y también aclaro, que contemplo estas muestras (las procesiones), como una exposición –más que nunca itinerantes– de un precioso arte sacro; cuidado, conservado; aunque enaltecido hasta más allá de lo aconsejable, eso sí. ¡Pas de la humilité et la modestie!
Pero no es mi intención rajar de los cofrades. Para nada, no se me confundan. Porque para eso están ellos mismos con sus intrigas de Casas de Hermandad y de Tribunas Oficiales y oficiosas con vistas al balcón del Banderas y Maritere.
Mi intención es reivindicar un cartel que me parece precioso, porque enseña la ciudad; porque no se deleita en la parte oscurantista del cortejo, porque no se asoma tenebrosamente al inconsolable dolor virginal, ni el sufrimiento –cuando no a la agonía o a la muerte– del principal protagonista de la Semana. Ya sabéis, INRI.
Y al reivindicar el cartel, reivindico a su pintor. A José González Bueno. Defendiendo su valentía de no plegarse a los cánones establecidos, y sobretodo, admirando y mostrando en este post su trabajo, que como podréis apreciar, no se ciñe –en absoluto– sólo al tema religioso.
El prestigioso sacamuelas, cofrade a tiempo parcial y renombrado ingenioso Andrew Towers, define el polémico cartel de una forma ilustrada y erudita, experta y entendida; de una manera que le hubiera proporcionado algún que otro dolor de cabeza si él no tuviese la envidiable capacidad de pasarse –a los integristas e intransigentes– por el mismísimo arco de La Puente del Cedrón; aunque eso le joda muy bastante a su perenne guardia jurado, que es el repelente y antiestético Verruguita. Sayón con contrato fijo y plus –por feo y horroroso– de nocturnidad y alevosía,
Esta es su opinión que yo corroboro:
“Cumple dos funciones que para mi debe tener un cartel: Atraer al que no conoce el fenómeno cofrade a conocerlo y hacer evocar y desear repetir la experiencia a los que lo conocemos.
La Málaga que se remoza y descubre su pasado está representada en las recuperadas pinturas de la recientemente restaurada Iglesia de San Juan. La Málaga que se va perdiendo en el toldillo de la tienda recientemente cerrada de Juan el Carbonero. En primer plano los nazarenos. Los únicos imprescindibles: puede haber una Estación de penitencia sin tronos, pero no sin penitentes/penitentas. En medio, el público, malagueño y foráneo, cristiano o indiferente (como ha dicho el alcalde) y en el centro la Virgen engalanada. Y el cielo, ese cielo que nos empuja a poner los pies en el suelo cuando a veces se llena de nubes o a levitar cuando es azul brillante. Hay un azul en la paleta de los pintores: el azul Domingo de Ramos.
En definitiva un grandísimo cartel.”
Y ésta, es una presentación con obras de este pintor malagueño en las que se reflejan rincones perdidos de la Axarquía. Paisajes del Nilo y de la ciudad excavada de Petra; mujeres –que desde la Alhambra– contemplan un Albaicín repleto de cármenes entre álamos verdes. Caballistas y carruajes. Y, también, cómo es natural, nazarenos, y tronos, y bullicio: Colores de Málaga. Colores de La Pasión.
Disfrutadla; ésta es:
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Un excelente cartel: la Semana Santa es la calle, no los santones.
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