SE NOS MURIÓ EL HUMOR…

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SE NOS MURIÓ EL HUMOR…

DE TAN POCO USARLO.

Adoro Internet; ya lo he dicho multitud de veces; por las oportunidades de comunicación que procura, por la información que proporciona, por la oportunidad de hacer amigos. Por el acceso infinito a la música y al cine, y a los libros, y a la prensa. Porque el navegador Google – donde todo esta preguntado y todo respondido – resuelve casi cualquier duda o problema relacionado con el entorno informático que nos rodea. Con la cultura en general.

Se preguntará el que esta leyendo esto… ¿Y a que viene esta parrafada? 

Pues me explico:

Adoro las redes sociales. Puntualizo: Adoro Facebook que es la única red social en la que estoy metido con una cierta asiduidad. Y la adoro, porque dentro de ella he encontrado a amigos que estaban perdidos en las brumas de la desmemoria, he afianzado a muchos de los actuales, y  – lo más importante – he encontrado  a otros nuevos; verdaderos tesoros de ingenio y tolerancia. Gente que me dispensan, generosamente su indulgencia por las continuas barbaridades que por aquí suelto. Gente interesante e  inteligente, abierta y tolerante, de esas  que no se asustan de las palabras porque saben que está escritas desde el prisma del humor. Ese humor – y ahí está el meollo de esta entrada – que molesta a sopla cirios, a beatos y a gazmoños. A los tiranos absolutistas de medio pelo; a los defensores de la moralidad y de las buenas formas que nadie ha llamado y que se siente ofendidos por la necesaria  incorrección, la cierta inconveniencia y la carga de fastidio que debe de tener el humor escrito. Porque el humor escrito, adolece del gesto y del sonido. Le falta la expresión y el aire. Y sustituir eso con la palabra escrita no es nada fácil.

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Con el arma del humor  – en cualquier faceta, digo – se lucha contra la intolerancia y el fanatismo. Apaga la terquedad y la intransigencia. Domeña la soberbia y – sobretodo – la ignorancia. Cuando, de vez en cuando, soy políticamente incorrecto con algún tema religioso, no tarda en salir algún talibán defensor de la fe y de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana (cómo los calamares) que se echan las manos a las  tres potencias de Cristo por algún comentario (para ellos) inapropiado.

Miren Ustedes: No conozco ningún cofrade  –y conozco muchísimos– que, al margen de los golpes de pecho y las lagrimas de emoción – desde el Miércoles de Ceniza hasta el Domingo de Resurrección – cumplan a rajatabla con TODOS  los mandatos y preceptos, que impone la Santa Madre Iglesia, el resto del año. Ya sabéis eso de no fornicarás ni a tu padre ni a tu madre y cosas así.

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El resto del año, pecan contra todos los mandamiento habidos y por haber  que son diez.  Fornican a la diestra y a la siniestra, defraudan a Hacienda lo que pueden porque al ser Pública se creen que es puta. Roban a mansalva en el sacrosanto nombre de la Preferentes: sodomizan si caminan por la acera de enfrente; prevarican si tienen poder político o judicial. Defienden lo indefendible; incumplen promesas, algunos hasta matan moscas con el rabo; y en la intimidad de la alcoba, cuando alcanzan el orgasmo, mientan a Dios tres veces seguidas. Por eso, no entiendo, que cuando alguien en un estado laico, no ama a Dios sobre todas las cosas, o toma (sin maldad) su nombre en vano, los  católicos de toda la vida ponen el grito en su cortijo y comienzan la lapidación.

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Después, están los talibanes también de medio pelo; los administradores de sitios de Internet que, amparados por un cargo inexistente y dado a dedo (qué bonito), se creen insignes censuradores de hilos y comentarios. Por encima del bien y del mal; y que, embutidos en su propio mal sentido del humor, opinan que todos los que se salgan de los cánones de sus “Mundos de Wiki” particulares, ni es ni correcto ni cortés, ni educado ni comedido. Por supuesto, tampoco,  delicado, cumplido, fino y discreto, puesto que hay que ser  disciplinado, impecable y presentable: Un aburrimiento.

Y sí, he copiado esto de un diccionario de sinónimos. Porque me lo merezco. De Scándalo.

No se trata, mucho cuidado, de permitir el insulto, tengámoslo claro, se trata de ser indulgentes; pero si nos fanatizamos, no vamos bien. Siempre habrá alguien que no comulgue con tus ideas, siempre habrá alguien que se sentirá ofendido. Téngase en cuenta –que dentro de los parámetros de la razón–  nadie en su sano juicio, inserta una foto de tronos para insultar a los laicos. Nadie en su sano juicio, inserta una foto con una bandera republicana para incitar a la quema de iglesias. Nadie en su sano juicio debería increpar ni regañar. Tampoco apercibir o amenazar con el destierro ni censurar, a alguien que desde el prisma del humor y del comentario ingenioso, adereza un hilo que  –sin ese condimento– está llamado a ser cómo todos los demás. Una retahíla como todas las retahilas.

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Un amigo tengo, que dispone de lo anteriormente comentado: un sentido del humor directo e inteligente y un ingenio intolerablemente chispeante y perspicaz. Y se le coacciona y limita en base a no se que reglas tan infantiles como obsoletas de buen comportamiento y urbanidad. De idoneidad y, al fin y al cabo, tócate los cohoness, de educación.

Dejémonos de catetadas. Ante el insulto y el ataque injurioso; ante el agravio cruel y premeditado, ignoremos y desterremos al tonto. Pero, por favor,  dejemos vivir  –con un mínimo de libertad– a los que opinamos (y aquí me meto) con humor y buena intención; porque si no, esto será muy gris,  muy uniforme y completamente homogéneo. Pero sobretodo, sobretodo será muy aburrido. Un coñazo insufrible.

 * Todas las imágenes que acompañan este texto son del artista Manuel León Moreno.

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DEL POLÉMICO CARTEL SEMANASANTERO Y DE SU AUTOR

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DEL POLÉMICO CARTEL SEMANASANTERO

Y DE SU AUTOR

  Se ha suscitado un cierto revuelo en los ambientes y mentideros cofrades de la ciudad, a cuenta del cartel de la Semana Santa de Málaga de este año 2014. Cartel que ha sido realizado por el magnifico acuarelista malagueño  José González Bueno. De la quinta del cincuenta y siete.

 Un cierto revuelo (con guarnición de exacerbada polémica incluida) comentaba, por lo que en el cartel se muestra: una cofradía encerrando (o sacando, que no hay opinión clara) un trono de su iglesia, bajo la atenta y respetuosa mirada de dos penitentes descapirotadas; es decir, no ajustadas a los rígidos protocolos cofrades que ordenan la debida uniformidad en todo momento y duración del cortejo porfapliss.

 El que en el cartel de este año, se muestre a dos chicas observando su trono desde la lejanía, ha puesto a determinado sector ultraortodoxo cofrade con el grito en el cielo – mirusté que apropiado– por lo que de afrenta supone esa terrible desconsideración (la desnudez de mirla) hacia las normas estipuladas, ya te digo, y hacia la parafernalia procesionista y el aparato congregacional y diletante. Vulgo Capillismo.

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A mí, que no soy cofrade activo desde mis años púberes, y que sólo me limito a admirar dichos recorridos –a ratos y sólo determinadas procesiones– desde la tribuna impía de mi televisión (con las doctas opiniones de acreditados hermanos y también –porqué no decirlo– de insufribles meapilas y afectados tontos de capirote) – me parece un despropósito y un disparate la polémica suscitada; porque el cartel me parece de una concepción muy original y que, además, huye de esas muestras de aflicción atormentada de las Dolorosas y del suplicio y del sufrimiento de los diversos Cristos que se exhiben en dichas procesiones.

 Entiendo, y hasta aplaudo porque me gustan, estas manifestaciones religiosas. (no se me echen encima rojos, masones y demás realas ideológicas, que tengo mi dirección política bien definida desde hace mucho; y uno, es “daleao” hacia la siniestra ideología y tirando para la poca creencia). Otra cosa es que uno tenga plaza, ganada a pulso, en ese infierno que supone la ausencia de la contemplación divina y demás recompensas celestiales. Fuera parte las huríes que no son de este convenio y además, escasean cosa mala.

 Entiendo, y hasta aplaudo, estas manifestaciones religiosas, decía, porque el deseado respeto para uno, empieza por el proporcionado al otro; y también aclaro, que contemplo estas muestras (las procesiones), como una exposición –más que nunca itinerantes– de un precioso arte sacro; cuidado, conservado; aunque enaltecido hasta más allá de lo aconsejable, eso sí. ¡Pas de la humilité et la modestie!

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Pero no es mi intención rajar de los cofrades. Para nada, no se me confundan. Porque para eso están ellos mismos con sus intrigas de Casas de Hermandad y de Tribunas Oficiales y oficiosas con vistas al balcón del Banderas y Maritere.

 Mi intención es reivindicar un cartel que me parece precioso, porque enseña la ciudad; porque no se deleita en la parte oscurantista del cortejo, porque no se asoma  tenebrosamente al inconsolable dolor virginal, ni el sufrimiento –cuando no a la agonía o a la muerte– del principal protagonista de la Semana. Ya sabéis, INRI.

 Y al reivindicar el cartel, reivindico a su pintor. A José González Bueno. Defendiendo su valentía de no plegarse a los cánones establecidos, y sobretodo, admirando y mostrando en este post su trabajo, que como podréis apreciar, no se ciñe –en absoluto–  sólo al tema religioso.

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El prestigioso sacamuelas, cofrade a tiempo parcial y renombrado ingenioso Andrew Towers, define el polémico cartel de una forma ilustrada y erudita, experta y entendida; de una manera que le hubiera proporcionado algún que otro dolor de cabeza si él no tuviese la  envidiable capacidad de pasarse –a los integristas e intransigentes– por el mismísimo arco de La Puente del Cedrón; aunque eso le joda muy bastante a su perenne guardia jurado, que es el repelente y antiestético Verruguita. Sayón con contrato fijo y  plus –por feo y horroroso– de nocturnidad y alevosía,

Esta es su opinión que yo corroboro:

 “Cumple dos funciones que para mi debe tener un cartel: Atraer al que no conoce el fenómeno cofrade a conocerlo y hacer evocar y desear repetir la experiencia a los que lo conocemos.
La Málaga que se remoza y descubre su pasado está representada en las recuperadas pinturas de la recientemente restaurada Iglesia de San Juan. La Málaga que se va perdiendo en el toldillo de la tienda recientemente cerrada de Juan el Carbonero. En primer plano los nazarenos. Los únicos imprescindibles: puede haber una Estación de penitencia sin tronos, pero no sin penitentes/penitentas. En medio, el público, malagueño y foráneo, cristiano o indiferente (como ha dicho el alcalde) y en el centro la Virgen engalanada. Y el cielo, ese cielo que nos empuja a poner los pies en el suelo cuando a veces se llena de nubes o a levitar cuando es azul brillante. Hay un azul en la paleta de los pintores: el azul Domingo de Ramos.

En definitiva un grandísimo cartel.”

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Y ésta, es una presentación con obras de este pintor malagueño en las que se reflejan rincones  perdidos de la Axarquía. Paisajes del Nilo y de la ciudad excavada de Petra; mujeres –que desde la Alhambra– contemplan un Albaicín repleto de cármenes entre álamos verdes. Caballistas y carruajes. Y, también, cómo es natural, nazarenos, y tronos, y bullicio: Colores de  Málaga. Colores de La Pasión.

 Disfrutadla; ésta es:

JOSÉ GONZÁLEZ BUENO

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BERNARDO ROQUERO

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BERNARDO ROQUERO

Yo, estoy absolutamente convencido de que existe -más allá de nuestro alcance y entendimiento- una oficina imposible e imaginaria que bien podría llamarse: Comisionado para el Reparto Equitativo de Cualidades y Habilidades Artísticas. Este Comisionado sería el designado por el Gran Destino para dotar a cada uno de los mortales con alguno de los dones nobles y puros: La capacidad para la pintura, la escultura, la arquitectura, la música, la danza, la escritura…

Pero los encargados del reparto, en el mencionado Comisionado -funcionarios acomodados son al fin y al cabo- por esa cualidad y característica de lo acomodaticio, no se ponen a dotar a los humanos de la forma a la que están obligados: de manera justa, proporcional y ecuánime. Y así de esa manera tan injusta para unos, tan generosa para con otros, dota a algunos individuos con una dosis enorme de cualidades artísticas. A otros nos relega al más infame de los olvidos y las carencias.

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Ese, el de los dotados con el talento y el genio, es el caso de mi amigo Bernardo Roquero. Bernardo, estudió en la Facultad de Sta. Isabel de Hungría (Sevilla) entre 1968 y 1973. Para licenciarse allí en Bellas Artes, especialidad Pintura, por la Universidad de Sevilla en 1973. Posteriormente fue Profesor de la Escuela de Artes Plásticas y Diseño de Málaga desde 1974 y llegando a ser Catedrático por oposición en 1977. Es Doctor en Bellas Artes por la Universidad de Granada y tiene obras en colecciones privadas de Málaga, Marbella, Sevilla, Córdoba, Almería, Madrid, Orense, Ibiza, Barcelona, Bilbao, Londres, Colonia (Alemania), y Galería Sternberg de Chicago (EEUU).

Y además, es mi amigo. Con dos cojones.

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Para rizar el rizo, es cuñado de uno de los mejores amigos que nunca tuve y podré tener. Mi «hermano» Antonio Abril; un excelso pintor, que tuvo la impertinencia de abandonarnos, por la puerta trasera, de manera súbita e inesperada.

Ahora (como si le faltase algo al muchacho) Bernardo se mete a bloguero y monta, no uno sino dos, y me dice:

«Álvaro, a partir del descubrimiento de tu blog me he enganchado. Era inevitable. Llevo una racha iniciando un ensayo de novato en esas lides. Un par de blogs, uno sobre mi desmadrada producción ( más informal), y otro quizás algo más técnico. Te mando los enlaces por sí quieres difundirlos desde el tuyo.»
http://bernardoroquero.blogspot.com.es
https://bernardoroquero.wordpress.com

Tal y cómo lo estáis leyendo.

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Que Bernardo Roquero me pida algo con esa humildad y modestia, es algo que no sólo me halaga, sino que desborda en cierto modo esa pretensión que tengo de incluir en mi blog a amigos artistas para que le den a éste una pátina de elegancia, de buen gusto y distinción. Así que, querido Bernardo, tus deseos, no sólo son órdenes para mí; sino un orgullo y una enorme satisfacción.

Cuando recibí este mensaje, no pude sino echar inmediatamente un vistazo curioso, intruso y fisgón a estos dos cuadernos de bitácora que había empezado a elaborar el amigo Roquero; cuñado, por parte de amigo mío, que es.

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Y se confirmaron mis más terribles sospechas en cuanto a la ineptitud de los que trabajan en el antes mencionado Comisionado para el Reparto Equitativo de Cualidades y Habilidades Artísticas. Comprobé que estos -haciendo dejación de la buena realización de su trabajo-habían dotado a Bernardo Roquero, con los dones de la pintura, de la escultura, y de esa visión especial y espacial, que a la mayor parte de los mortales se nos escapa, y que le permite crear figuras fantásticas a partir de cajas de cartones o cualquier otro material desechable. De pintar de manera magistral.

Me entrometí en sus blogs y me asombre de sus cuadros sobre temática taurina. Sobre sus acuarelas de la Finca de la Concepción, sobre ese amor declarado que le tiene al gótico. Sobre cómo crear ninots o júas – condenados irremisiblemente a perecer en la hoguera- a partir de eso, de cajas de cartones. Me asombré al conocer que con sólo una navaja bien afilada y unos tacos de madera, esculpía su propio juego de figuras para un ajedrez que le llevó dos años de ratos libres, que eran más bien pocos.

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Me pide difusión Bernardo Roquero de sus sitios en este blog.  Pues ya la tiene. Y además, porque así lo quiero, figurarán como enlaces interesantes en mi página de Inicio. Porque así lo quiero yo también, ya te digo.

Un placer amigo; un verdadero placer. Dale besos a Kika

Esta es una presentación que he elaborado con una pequeña selección de su obra. Aquí podéis verla y, si así lo queréis, podéis guardarla.

BERNARDO ROQUERO

Disfrutadla!!!

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EL HOMBRE QUE PINTABA DESAYUNOS

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EL HOMBRE QUE PINTABA

DESAYUNOS

Los tiempos están cambiando (que es una barbaridad) decía mi amigo Roberto Dylan.

Y con ellos, con los tiempos, son también muchas cosas las que están cambiando; unas para mal, otras para bien; tampoco seamos catastrofistas que de todo hay.

 Una de ellas, los alimentos –y por consiguiente, la alimentación, para muy mal. Aunque ese tema lo dejaremos para otro día, porque da bastante de sí y hay mucho que decir de la pitanza.

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A lo que sí vamos a referirnos hoy, muy someramente -porque ya digo que el tema de la alimentación tendrá otro sitio en este blog- es a los desayunos: Esos chutes de energía -indispensables para afrontar el día- que las madres, amorosamente, elaboraban antaño a sus hijos estudiantes para que se los jalasen en el recreo. Cuando iban al colegio para prepararse debidamente para ser futuros, provechosos y resignados parados de larga duración. Sin derecho a pensión retributiva que llevarse a la faltriquera cuando les tocara que va a ser nunca.

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 En mis ya lejanos tiempos, los desayunos de recreos iban desde el probo y huérfano bollito de pan con Margarina Tulipán (los más humildes), hasta el más coqueto de Jamón de York en dulce de La Española y Mantequilla Lorenzana, reservado a la élite. En medio de ellos, el que mas me gustaba a mi, era el sencillo y discreto de Mantequilla Breda (comprada a las estraperlistas del puerto) con Mortadela Mina. La de toda la vida. Esa que ahora los afectados llaman Lunch y al bollo panecillo.

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Los tiempos posteriores y más modernos, trajeron a los colegios las impersonales maquinas expendedoras de bocadillos, que sustituyeron la manos primorosas de las madres por las monedas contantes y sonantes de los padres. Tiempos nefastos para la salud futura por la incontrolada tragadera de bollería industrial colmada de triglicéridos y colesterol hasta lo desaconsejado, lo imposible, y lo enfermizo. Eso si, traían todos, un par estampitas coleccionables. De puta madre, primo!

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 Hoy, que ya está mas educado el corral en cuanto a la ingesta de guarreria diversa y perversos potenciadores del sabor, los sándwiches bajos en calorías, altos en Omega 3 y pintados de rojo tomate  y verde lechuga, se han impuesto sobremanera en la dieta actual. De una manera -a mi glotona manera de ver- de una forma un poquitín  desabrida y descorazonadora; aunque mucho más sana ¡donde va a parar! que los implacables y pertinaces Bollycaos, Tigretones y adláteres.

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Así que ya me dirán Uds. la enorme diferencia entre los desayunos del pasado y los actuales. Aquellos de albardillas, con agujero en medio, lleno de perfumado aceite de oliva y su pizca de sal. Mi amigo Ángel Céspedes -como no podía ser de otra manera- hasta arriba de azúcar. Hasta el fatídico coma diabético.

 Yo, como desayuno perfecto, seguiré defendiendo y abogando por los tejeringos de toda la vida (aunque sólo para algunos domingos, claro). No churros, mucho cuidado!  Los tejeringos: Esos círculos caprichosos e irregulares de masa frita traspasados por un junco para el transporte y -si se tiene buena malasuerte- una bolilla de estaño, como guarnición improvisada, procedente del martirio de la sartén, para practicar el tiro al plato.

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Copio directamente este texto que viene ahora -para qué intentar mejorar  lo inmejorable- que hace referencia a un padre de Massachusetts : David LaFerriere; propuesto para mejor padre del año, por una ocurrencia que tuvo en su día para con los desayunos de sus hijos y que hoy, le está reportando pingües beneficios.

 Una estupenda idea que ahora, a través de las palabras de Mikel López Iturriaga, vais a conocer. Tiene su gracia. Tiene su aquel.

 Disfrutadlo! A mi me ha gustado mucho.

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El hombre que ilustra

los sandwiches de sus hijos

Por: Mikel López Iturriaga

Existen dos tipos de críos: los estándar y los afortunados cuyos padres son hábiles con los lápices y les hacen dibujos molones. Dentro de este segundo grupo también hay clases: están los que reciben garabatos convencionales en papel, y luego los que se van al colegio con el almuerzo ilustrado. Evan (15 años) y Kenny (14) LaFerriere son (¿los únicos?) miembros de esta casta privilegiada, puesto que su padre, David, lleva cinco años pintando cada día en las bolsas en las que les envuelve los sandwiches.

3898039_origLa obra bocadillera de este diseñador gráfico estadounidense se compone de más de 1.000 ilustraciones de peces, pájaros, monstruos, laberintos, robots, gusanos y toda clase de criaturas maravillosas dibujadas con rotuladores indelebles de colores. Todas se pueden admirar en su página de Flickr, que al menos a mí me produce sentimientos encontrados: por un lado, admiración y ternura, y por otro, envidia cochina por no haber tenido un David LaFerriere en mi vida que me mandara todas las mañanas al cole con un bocata personalizado. A este buen hombre le han llamado «el padre más guay de la historia», y no es para menos.

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¿Cómo empezó esta locura? «En mayo de 2008 trabajaba como diseñador para un periódico local y quería arrancar las mañanas de una manera creativa», cuenta LaFerriere por e-mail desde Attleboro, Massachusetts. «Intenté dibujar directamente sobre el pan con colorante alimentario, pero me llevaba mucho tiempo, y la superfície del pan es terrible para dibujar. Tengo un rotulador en la cocina y un día intenté pintar con él directamente en la bolsa. No he parado desde entonces».

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David comenzó a fotografiar las bolsas y a colgar las fotos en Flickr por un motivo muy simple: al final acababan en la basura, y necesitaba un registro gráfico para no repetirse. Era un juego entre él y sus hijos, y no esperaba que las imágenes fueran a interesar a nadie. Pero poco a poco fueron difundiéndose viralmente por internet, hasta que en 2009 le dedicaron una entrada en el blog de Sharpie, la marca de rotuladores que usa. A partir de entonces, la bola ha ido creciendo: tras múltiples apariciones en webs, medios impresos y televisiones, sus fotos han pasado de tener 100.000 visitas en cuatro años a 600.000 en un mes.

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Además de para conseguir trabajos como freelance, LaFerriere cree que los dibujos probablemente hayan servido para que sus hijos coman más y mejor. «Como padre, intento darles algo de la tierra en cada comida, incluyendo el almuerzo. Ser constante con esto ha ayudado. Comen más frutas y vegetales. Cada niño se lleva un bocadillo, zumo, fruta y un snack, que suele ser yogur o una barra de granola».

A Evan le gustan «el jamón, el pavo o el atún con queso y lechuga», y su dibujo favorito es «un Creeper, del juego Minecraft». Kevin está enganchado al «sandwich de mantequilla de cacahuete y jalea, desde el jardín de infancia», y «le gustan los gusanos saliendo de los bocadillos». En el hipotético caso de que David hubiera sido mi padre, a mí me habrían encantado los vegetales con monstruos peludos cocineros.

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LaFerriere está trabajando en estos momentos en un libro que recoja toda esta creativa demostración de amor hacia sus hijos. También habrá pósters, cuenta. Lo que no parece tan claro es que se lleve a cabo la derivación más obvia, que sería fabricar envoltorios decorados para sandwiches con sus ilustraciones. «Imprimir en bolsas», asegura, «ha resultado ser una pesadilla técnica».

 Esto la ha escrito:

Mikel López Iturriaga es un periodista y bloguero con cierta afición por la comida, que escribe en EL PAÍS y habla en el programa ‘Hoy por hoy’ de la Cadena Ser. Antes trabajó en Canal +, El País de las Tentaciones, Ya.com y ADN. Aprendió algo de cocina en la Escuela Hofmann, pero se sigue considerando un advenedizo más que un experto.

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