EL HIJO DE LUCÍA LA PORTUGUESA

duende(Autores: Idígoras & Pachi))

EL HIJO DE LUCÍA LA PORTUGUESA

«La guitarra, una hija de la gran puta, eso es lo que’s pa’ mí.

 Me come el coco. Es un instrumento muy difícil, de verdad.»

Paco de Lucía.

 

Ayer, me quedé consternado al leer la noticia de que el Maestro de Maestros, el Genio de la guitarra flamenca Paco de Lucía, había muerto a causa de un infarto en México. Mi primera reacción fue el expresar de inmediato en este blog, mi más sentido y verdadero pesar por la irreparable pérdida de quien es (lo digo en presente) el más innovador y mejor guitarrista flamenco de la historia.

Pero la multitud de mensajes en esa línea, me convencieron de que nada nuevo podía  yo aportar a lo dicho; y que mejor sería dejarlo correr, porque insisto, ¿Que podría decir yo que fuese medianamente original y/o que mejorase lo que mis amigos indicaban, con tan buenas palabras, en las redes sociales?

Pero hete aquí que recibo un mensaje de mi amigo Fco. Javier  López Navidad que contenía un escrito realizado en colaboración con el Poeta Juan Miguel González e ilustrado por la mano divina de Ángel Idígoras, (el grupo Margarita*) en el que se expone de una manera fuera de lo común, de una manera bellísima, una reflexión de cuando el Maestro Paco de Lucía aún vivía; tan bien escrito, diciendo tanto, que no creo que haya que poner nada más que lo que ahora viene; y por eso, en este mismo momento, callo.

(*) El grupo Margarita lo componen Fco. Javier López Navidad, Juan Miguel González  del Pino, Ángel Idígoras y un servidor. Viene el nombre por el local donde se realizó una  fantástica reunión en las nubes. Reunión que resultó, para este que sus escribe, tan interesante como pedagógica y divertida.

 

Este es el texto; disfrutadlo!!!!

 1932303_10202495954513451_601116960_n(Autor: Ángel Idígoras)

Hoy no me queda más remedio que recordar a Paco de Lucía, al hijo de la portuguesa, a aquel joven que un día con Camarón de la Isla me pagó un café una noche en el Café Madrid, tras su actuación en la Taberna Gitana. Hoy recuerdo su estilo, su manera de manejarse por la vida, su generosidad y su callada fe.

Siempre será materia fundamental de estudio este andaluz bien nacido, este jíbaro capaz de achicar el universo y meterlo en el seno ilimitado de una pequeña caja de madera. Esta bella criatura con el don de la música, de todas las músicas, de todas las virtudes y de todos los pecados capitales entre sus dedos; este trasgresor de las normas clásicas, pero vivificador del espíritu de la ley -porque en clave musical no hay más ley que el sonido- es hoy, lo que quiso ser ayer: el celoso perseguidor de los sueños, el mañoso artesano constructor de la memoria.

La guitarra en manos del hijo de Lucía la portuguesa deja de ser un mero instrumento de concierto, se transforma en un medio de comunicación con vida propia: habla, siente, grita y blasfema, manifiesta su alma, por tanto, es bella, generosa, locuaz, imaginativa, armoniosa, melódica…soberbia y humilde, casta y lujuriosa, templada y vehemente, elegante…más que un instrumento, es la elongación de un estilo complejo y contrastado.

¿De qué huye este andaluz en sus borrascosos picados? ¿Adónde va en sus bien templados accesos bucólicos de la cercana serranía? ¿Qué busca en los abismos de piélagos y neptunos? ¿Qué lucha tumultuosa lo lleva a vericuetos sórdidos, a cálidos lupanares, a cañadas solitarias, a veredas de silencio entre la hojarasca de la armonía? ¿Huye acaso del hambre y del frío de su niñez? ¿Baila, sufre, llora, languidece…tal vez calla con gesto sombrío y trémolo, casi distante, la timidez del talento? ¿Persigue, quizás, la vuelta al hogar con su brasero de picón y secas retamas, donde la caricia y la voz de su madre, Lucía, se confunden? Hay siempre un deseo de aire purificador en sus notas, una ansiedad por llenar los pulmones de vida del ahogado.

Técnica y sentido no le faltan: es la suma del fue y el será de la guitarra española. Intuición, recursos y conocimiento sobreabundan: no hay nota que pueda esconderse en la eterna dimensión de sus cuerdas. Si tu nombre fuese eslavo, Yepes aplaudiría tu interpretación en el Concierto de Aranjuez, como lo hizo Rodrigo en la cercanía de dos sillas de enea.

Benditos por siempre seáis los que no sabiendo música, sois música en sí mismos.

Sólo te queda tumbarte en un jergoncillo de tu casa o en una lona colgada frente al mar y no hacer nada el resto de tus días. Te lo tienes merecido, maestro.

Fco. Javier López Navidad, del libro «El Compás y el Lápiz»,

 hecho en colaboración con Angel Idígoras y el poeta malagueño

Juan Miguel González.

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