CALZONCILLOS.
–Mediococos Versus Boxers–
“Se considera correcto hoy día el llevar barba? Vuelven las hombreras y las camisas de pico de pato? Y las afectadas y amaneradas mariconeras? Son los zapatos de rejilla ideales para el verano…Ítem más… volverá a ponerse de moda ese horror de la uña larga en el meñique de los varones?…”
Muchas preguntas pero pocas respuestas veraces y acertadas. Porque las modas son cómo son: cambiantes y tornadizas. Y tengan muchísimo cuidado, porque estas, las peores sobretodo, desalentadoramente siempre suelen volver.
Llevo mucho tiempo considerando el incluir en este, mi bienamado blog, un apartado dedicado íntegra y exclusivamente a la moda masculina en todas sus variantes y modalidades. Desde la vestimenta precisa y adecuada para cada momento a los complementos ideales para ellos. Desde la perfecta combinación de los colores, hasta la también perfecta elección de la corbata idónea.
También quisiera apuntar algo sobre las apropiadas maneras –moderadas, discretas y circunspectas– que deberán de ser observadas por el macho varonil en diversos eventos y/o en determinadas situaciones sociales. En entrevistas de trabajo; en parties, en vernissages artísticas, en reuniones lúdicas o en giras campestres. Aunque estas segundas, las parties, puedo asegurarles que nunca fueron buenas. Huyan de ellas! Las segundas parties, ya te digo, nunca fueron buenas.
Este nuevo apartado, no será otro que el fiel reflejo de mis propios principios y conocimientos respecto a la novedad y el estilo en la moda última de estos años precedentes y lo que se intuye que ha de venir; algo, que no me costará demasiado trabajo transmitirlo debido a mi ancestral y atávica predilección por la elegancia, la finura y distinción en aras del asesorar y sugerir; del llevar por el buen camino de la gracia y del personal donaire, al macho desorientado y confuso en este proceloso mar de lo actual y de la nada fácil efectividad en el arte del correcto vestir.
Para compensar este agravio comparativo que sufre el genero masculino en cuanto a la enorme proliferación de “It Girls” –que exhortan e indican las tendencias a las mujeres de este país– yo, quiero ser considerado, desde ahora, un «It boy», Y quiero estrenar este nuevo espacio refiriéndome a una prenda imprescindible en el armario ropero de todo hombre que observe reconocida decencia y manifiesto recato: Los Calzoncillos. Los limpios e impolutos (en casos) Calzoncillos.
Ahí va:
Los calzoncillos –también llamados «Gayumbos» por el segmento más ordinario de la población masculina– siempre han sido unas prendas que, injustamente, no han gozado de todas las evoluciones y consideraciones de la elegancia al estar –salvo determinados momentos– a resguardo de la vista de los demás. Ocultos en el oscuro rincón de los fondillos y la bragadura. Durante años, fueron también nombrados peyorativamente con la denominación común de “Calzoncillos Blancos” Y pare Ud. ahí de contar.
Hoy sin embargo –en este mundo de antiguos lechuguinos y petimetres; de gorditos entraditos en carnes y de bajitos de cuerpos pícnicos– los actuales vigoréxicos forjados a yunque y martillo gimnásticos, han propiciado un nuevo resurgir en la moda íntima para aquellos que lucimos colgajo en la entrepierna.
Podemos clasificar los calzoncillos –de una forma muy generalizada– en dos categorías bien diferenciadas: Los Slips “mediococos” y los Boxers.
Veamos pues:
Los slips “mediococos” llamados así por el efecto «mediococo» que producen en el paquete, tienen tantos detractores como partidarios. La principal finalidad que tiene este modelo (en realidad, ambos tipos) es la de recoger los testículos en apretada formación para que no actúen a modo de badajo campanero contra los contramuslos y causen molestias, llagas y roces al andar. En este caso, los slips “mediococos” son indiscutiblemente eficaces, pues proporcionan comodidad a la vez que seguridad; confortabilidad y justa presión, ya que recogen en una sola tacada tanto los dos adminículos pendulones (los huevos) como el colgajo de en medio comúnmente llamado cipote; reuniendo los tres hermanos en una cálida y perfecta comunión tal si fuesen Michael Jackson, Stevie Wonder y Paul McCartney en Ebony & Ivory. (Dos morenos con los pelos rizados y uno más pálido con las carnes caídas).
La principal desventaja que tiene esta prenda, el slip “mediococo”, es el aspecto ridículo y de futbolista de tercera regional que proporciona al usuario, si llegado el caso, ha de mostrarse de forma manifiestamente pública en el vestuario –pongamos de ejemplo– del Club de Campo de Sotogrande; o lo que es peor, en la intimidad de la alcoba. La combinación de slips “mediococos” y calcetines blancos, puede llegar a considerarse arma letal para las relaciones eróticas. Nada produce más desencanto y desenamoramiento; más decepción carnal y aflicción lasciva, que esa horrenda visión. La contemplación en directo de un maromo vistiendo “mediococos” y calzando “andalias” con calcetines blancos siempre resultara desgarradora e irreparable para el ánimo libidinoso.
Los boxers sin embargo son otra cosa. Son amplios y holgados. Elegantes si cabe. Tan espaciosos y desenvueltos, que permiten el balanceo inocente de los pompones a diestro y siniestro. Bailemos el Bimbó!
Anchos y dilatados se sienten estos –los cataplines y el de enmedio–; sueltos, libres de opresión alguna, campan por sus respetos en ese fresco paraíso de algodón. Tal es popularidad de esta prenda entre los hombres de bien, que el dúo americano de música folk, Simon & Garfunkel, le dedicaron un precioso tema con su nombre y que ha llegado a ser uno de los más populares de la historia de la música. Lairolái… Tkssss!!!
Los Boxers no impiden –tal y cómo lo hacen los slips “mediococos”– el balanceo de los colgajos, ya lo hemos apuntado antes; por lo que si realizasen movimientos bruscos o demasiados sicalípticos, se corre el riesgo de tener un dolor considerable de cojones llamado orquitis. Conocido era Roy Bean, aquel juez del oeste americano –en la película protagonizada por Paul Newman, llamada El Juez de la Orquitis– por el insufrible dolor de cojones que padecía el provecto magistrado.
También son los Boxers menos propensos –por el desapego de la tela con la carne– a sufrir el traidor, torticero y alevoso delator llamado Palomino. Una ofensiva, silente y ominosa mácula marrón que es mucho más proclive en el mundo de lo ajustado que en el de lo suelto.
En fin, espero que esta entrega, haya tenido aceptación entre el numeroso publico que me sigue en este blog; y que dicha aceptación, me anime a seguir aconsejando a los demás apoyándome en mi propia experiencia. De la moda, digo. No de los Palominos.
En la próxima entrega un vídeo llamado “Entre mejillones” en el que enseñaremos la técnica del cómo cortarse las uñas de los pies debidamente para evitar– en el lecho marital– lanzadas y puyazos involuntarios a la parienta, en las piernas, mientras dormimos.
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Sin que sirva de precedente, y aceptando la «autorictas» que, en materia de elegancia, ostenta el escribidor, debo discrepar y discrepo de la clasificación ofrecida. No, no y no. Mil veces no. No es el bóxer un gayumbo amplio de aireados espacios testiculares. No. Es el bóxer, por el contrario, calzoncillo apretado modeló recogehuevos, cuya única diferencia con el slip mediococo es la mayor longitud de la pernera. Prenda que lucen con garbo, ciertos hombres de buen gusto y elegante presencia. Como yo.
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