«Con lo que Dios da y el Rey ofrece,
no hay más remedio que joderse»
(Popular)
(Para Martica)
Diciembre día 23 del año, 2016
Se presentía una mañana ideal; Todo estaba previsto. Caminábamos Santa y yo por calle Luis Taboada hacia abajo. La idea era coger yo el autobús que me llevaría al centro de la ciudad (tenía el coche en el taller reparándole un golpe que me dieron) donde había quedado (en la Bodega Casa Guardia) con mi querido amigo Fernando Damas: La pretensión era el recoger unos libros en la librería Mapas y Compañía –La Guerra Civil Española de José Pablo García y Corégraphie Portuarie de Luis Ruiz Padrón debidamente firmados y dedicados con dibujos por sus respectivos autores– para después continuar con mi amigo paseando y tomándonos un refrigerio; que mi amigo Damas es mucho de invitarse a unas delicatesen y para nada permanece impasible al «ademán». Santa, por su parte, iba a la peluquería que ya se sabe cómo son estos días de trajín, ajetreo y atiborre desmedido.
Así que el plan se me antojaba casi perfecto, tan casi perfecto que casi mosqueaba por la falta de incidencias. El destino, que es avieso y muy de joder la marrana, me regaló un apercibimiento en forma de retortijón que me hizo pensar en la vuelta a casa para soslayar la posible contingencia.
Comienza la odisea.
11:20 A.M. Calle Luis Taboada, inmediatamente después del inesperado retortijón, recibo una llamada de la chica de la oficina del taller indicándome la perentoria necesidad de retirar el coche antes de las 13:30 si no quiero quedarme sin él hasta el día 27. Desisto del plan de evacuación vertical y me dirijo a la parada del bus encomendándome a lo más alto del escalafón del santoral: El amado apóstol San Pedo.
11:55 A.M. La resaca que arrastraba de la noche anterior empieza a pasarme factura esperando frente a Casa Guardia. El olor a vino dulce Moscatel me trastoca el estómago y el retortijón se va transformando en conato de apretón. Considero libar una gaseosa, pero desisto por el efecto indeseado que el gas carbónico puede liarme en la tripa. Comienzo a preocuparme.
12:07 A.M. llega Fernando, le explico el tema de lo del coche, no lo de la posibilidad de irme de vareta (que aunque lo parezca, no es la capital de Malta) y nos vamos hacia la librería para poco después darnos un fraternal abrazo de despedida, no sin antes yo reconvenirle esa falta de seriedad al cambiar su regalo de Navidad –tradicionalmente Ron de edad provecta– por unas latas muy monas de un aceite de Oliva EXCEPCIONAL (sic) para Santa. Cría córvidos y te sacará los ójidos.
12:55 A.M. Llego a la parada de autobús al que le quedan, todavía, 12 minutos por llegar. El atributo de conato, le desaparece al apretón y este queda en apretón puro y duro ( me temo que lo de duro es más esperanza por mi parte que realidad)
13:07 P.M. Subo al vehículo con la nalgada prieta. Las gotas de sudor me caen por el rostro y siento cómo el avisador del esfínter –inclemente y sin alma que es– no para de convulsionar anunciando la mala nueva; se me permita el símil escatológico-navideño. Me quito el foulard y me desabrocho la camisa. No sé si el calor lo produce el bus o los dolores de dilatación que me intervienen. Mil paradas quedan, mil. Los letreros de las tiendas, hacen referencia a lo que me atormenta: Telas al «peso». «Sanitarios» Los Tilos. «Cisternas» Pepe Núñez Atascos y «Desatoros». Un horror.
13: 20 P.M. Veo al final de la calle del Polígono Industrial que el taller está aún abierto pero con los trabajadores esperando para que yo me lleve el puto coche y poder irse de vacaciones y me pregunto descorazonadamente. ¿Cómo pedirles usar el cuarto de Baño, dejarles el «regalo» y contaminada la nave? ¿Cómo pedir a unas personas el que me esperen a que yo deposite un mojón kilométrico (es un disfemismo) digno de una carretera comarcal de los sesenta?
13:27 P.M. Llego al taller con el culo más apretado que Rudolf Nuyerev en Cascanueces. Me explican amablemente y con cierta parsimonia –los técnicos y la chica de recepción– la reparación efectuada mientras yo muevo mi cuerpo como si fuese un muñequito Elvis entrado en kilos.
13:35 P.M. Me meto en el coche muy apurado. Sudo! Blasfemo! Arranco! Me siento en mi coche cómo en mi casa; pero no me confío, ¿Cuántas batallas han sido derrotadas en los momentos finales? Así que procuro salir del puto Polígono Industrial para coger la autovía que me llevará lo más rápidamente a sentarme en el trono anhelado. Wáter is Coming.
13:39 P.M. Me equivoco! Oh, Señor, Me equivoco de desvío! Voy en dirección centro otra vez. Me cago en tó lo que se menea. Inmediatamente, me arrepiento de lo dicho, por lo inconveniente de la expresión y cambio la temática del insulto. Supútamadre! Como puedo, tomo la dirección correcta y enfilo la autovía.
13:49 P.M. la velocidad máxima a la que llego es a 120 Km/h. Una multa de 100 Euros que me había llegado hacía un par de días me tiene asustado. Nótese que la palabra cagao, no sale de mi boca. Todos los coches me sobrepasan y eso que van relajaditos.
14:02 P.M. Llego a casa chorreando sudor y convencido, de que los dos últimos minutos son los peores y cuando debo de conservar la calma. Dejo el coche mal aparcado. Doble fila. Saludo a un vecino con un Holaaasstardessssadiossss…. y subo a casa andando atropelladamente. Santa me pregunta….¿Como ha ido la cosaaa? y yo le contesto, mientras tiro el chaquetón en el sofá, me voy bajando los pantalones por el salón y le contesto desde el pasillo….¡¡¡ Que meee caaaagooooo!!!
14:02:35 P.M. (Censurado)
14: 28 P.M. Ya, mucho más tranquilo –los dos Lorazepam, parece que me han sentado fenomenal– respiro aliviado y recuperada la razón, pienso que, al fin y al cabo… Con lo que Dios da y el Rey ofrece, no hay más remedio que joderse!
FELIZ NAVIDAD… Y… ¡¡¡¡ COMPRAD LOTERÍA QUE HABLAR DE MIERDA, DA SUERTE!!!!
Todas las imágenes que ilustran esta entrada, son obras de Mark Oliver.
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Menos mal que la botella de ron llegó intacta,
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Canción de niños:
Al llegar a la calle Solera
Me entró una gran cagalera
y yo sin poder aguantá
me fui a mi casa a cagá
Al llegar a la puerta del retrete
se aproxima la mierda al ojete
y cuando me quito el botón
chorrea la mierda por el pantalón
(COROS)
Cagar es un placer
que alivia el corazón
los pedos al salir
salpican el faldón
y dejan en la nariz un exquisito olooooor.
Canciones de infancia primo me lo has puesto a huevo que se dice.
Ya cerca de los 3.000.000 de visitas. BIENNNN
Abrazos
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Álvaro.
Te acercas a los 3.000.000 visitas. Bien por ti. Tienes que celebrarlo con tus seguidores/as .
Abrazos. Javier
P.D. Puse un comentario escatológico a esta publicación pero no me lo han aceptado. Era una canción de la infancia sin mala intención. La calle Solera. Muy relacionada con tu publicación
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Con este comentario ha sido aceptada
No entiendo nada
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