VIERNES SANTO. TRES DE LA TARDE.

Viniendo de una familia católica, apostólica y romana, no sé de donde ni cómo diantres he salido yo.

Toda la Semana Santa se vivía con recogimiento –hablamos de mediados de los años sesenta y yo contaba, como mucho con diez gloriosos añitos- en la familia Souvirón.

Empezábamos el viernes de Dolores con el adecuado menú preparado con la pertinente intención de no comer carne: Lentejas con frituritas de bacalao. Después, ese mismo día, acudíamos a la celebración de llamados “Oficios” qué aún hoy en día no sé qué caramba conmemoraba. Eso sí, recuerdo entre brumas el look morado de muchos de los celebrantes.

El Martes Santo, este que os escribe salía de penitente en la Cofradía del Rocío luciendo paquete bocadillero en la entrepierna. El Miércoles Santo, mi padre, como correspondía a su cargo de Comandante Jefe del Real Cuerpo de Bomberos de Málaga salía al frente de la Banda de Cornetas y Tambores de dicho cuerpo y posteriormente en la presidencia de la comitiva de Nuestro Padre Jesús de la Misericordia.

El Jueves Santo era compartida la devoción ( y desfile de los hermanos Souvirón) entre Viñeros y Esperanza; y el Viernes Santo y aquí llega el meollo de este artículo, volvíamos a deglutir el acostumbrado menú lentejil-bacaladero, esperando el gran momento de las tres de la tarde que era esa la hora en que Nuestro Señor Jesucristo, expirando el último suspiro, le reprochaba a su Padre – en un perfecto catalán- el marronazo que le había hecho pasar. Ya saben, eso de … Pare meu, Pare meu, Per què m’heu abandonat?

Llegan las tres de la tarde, sigo contando. En el salón de mi casa de Barcenillas, con el monte y su Castillo de Gibralfaro a través del ventanal sobre nuestras cabezas, mi abuela Matilde y mi Tío –que eran entrañables y queridísimos okupas en nuestra casa- mis padres, los cuatro hermanos, el ínclito yerno Joseluís y la tata Manola nos arrodillábamos en el salón para que a la (terrible y temida) hora justa del fallecimiento de Nuestro Señor, entonar un pío y devoto Padrenuestro (Versión antigua) como señal de respeto y consideración por tan doloroso aniversario.

Nos arrodillamos mirándonos disimuladamente de reojo los unos a los otros (ya se sabe el irreverente e inoportuno sentido del humor de la familia en actos prudentes y severos) temiéndonos lo peor que no era sino lo que en un minuto habría de suceder. Como cada año, aclaremos. Como cada año.

Padre Nuestro que estás en los cielos… entona mi padre serio y circunspecto…

Primer gruñido solapado. No se sabe de quién procede pero el gruñido suena de incógnito entre los que ocupamos el salón, diez almas benditas y nuestro perro Cuchi que siempre nos acompañaba tendido en el sofá y alucinado con la escena que se le presentaba delante de sus atónitos ojos.

Segundo gruñido no tan solapado esta vez, con acompañamiento de carraspera de contención inútil. Santificado sea tu nombre… continúa mi padre cariacontecido en viéndolas llegar.

El grupo familiar arrodillado, ya os digo, comienza a dar bandazos inquietamente. Llegan los temblores. Los cuerpos tiritan a causa de la risa contenida que está a punto de llegar de forma arrolladora e irresistible.

Venga a nosotros tu reino… dice mi padre con una sonrisa de oreja a oreja y los ojos llenos de lágrimas no sabemos si por aflicción o por puro cachondeo.

Y llega la explosión! Mientras se oye desde la televisión la lúgubre y pesarosa voz de Don Matías Prats Cañete – que era una mezcla infame de NO-DO y partido del Bernabéu- La familia Souvirón, de manera incontrolable y totalmente espontánea (o no) se revolvían en el suelo de su casa ante el horror de mi abuela, mi tío y mis padres pidiendo moderación ante tamaña blasfemia pero eso sí, con un enorme dolor producido por calambres en el costado de tanto aguantar la risa.

¡Qué días más felices, aquellos de antaño, cuando aún estábamos todos!

Así que hoy, aún en día, me sigo preguntando.. Viniendo de una familia católica, apostólica y romana, no sé de donde ni cómo diantres he salido yo. O sí!

ESTA FLOR DE DICIEMBRE

No hay época más rememorativa para este que os escribe, que la Navidad.

En estas fechas, la mente –que a veces es cruel y carente de sentimientos– nos trae a colación los recuerdos que parecían que estaban olvidados y no estaban sino acomodados en uno de los muchos pliegues de nuestro cerebro. El pliegue del afecto, del cariño, del apego. El pliegue de la ternura y del amor. El pliegue más fraternal que tiene nuestra memoria.

De pronto –sin venir a cuento más que la fecha y los anuncios publicitarios que nos acucian, porque ya ni el clima acompaña– me llegan señales tan íntimas y apreciadas que vuelvo a oler los rosquitos que mi madre hacía por estas fechas. Reaparece el aroma de los pinos del monte que bajaba hacia nuestra casa sin la falaz oposición de las barreras arquitectónicas que también nos impidieron en su día, las vistas del Castillo de Gibralfaro. Llega también el calor del cisco y el picón que mi tata Manola encendía en el brasero fuera en la calle que aún estaba sin asfaltar. Y la alhucema, aquella dulce alhucema prendida en las ascuas que paseábamos por toda la casa para perfumarla y librarla de malos augurios. Aún ahora, incluso sin el humo, me vuelve a provocar lágrimas y picazón en los ojos por eso de la añoranza por los tiempos que se fueron.

El sabor del Anisette Marie Brizard parece volver por el día de la lotería como antaño, aunque yo ya no lo tenga invitado; y también, suena la sempiterna cantinela (aún en pesetas) que parecía otorgar mucho más dinero que ahora con la impersonal moneda europea.  El pequeño tamborilero canta otra vez por Raphael en el picú del Reader’s Digest y le echa un pulso a los Christmas Carols de Sinatra, Bing Crosby, Nat King Cole o a cualquiera de esos crooners que aún hoy en día me siguen acompañando por estas fechas navideñas.

Los cánticos de siempre musicados con la guitarra de mi hermana, vuelven a sonar y la mesa… la mesa, sigue llena con esos familiares tan queridos y añorados que ya no están. Todos esos recuerdos, todos, afloran en mi mente en estos días cuando llega la Navidad.

Mi queridísimo y respetado amigo y Poeta (ya saben, y no me canso de repetirlo, con mayúscula primera) Juan Miguel González del Pino, empeñado en hacerse fuerte en el rincón más entrañable de mi memoria me regala –como cada Nochebuena– este poema que hoy, como no podía ser de otra manera, publico en este blog que es tanto mío como suyo.

NOCHEBUENA LLUVIOSA

NOCHEBUENA LLUVIOSA.

(Evocación)

(Felicitación Navideña 2022)

“La tradición es la transmisión del fuego, no la adoración de las cenizas”  Gustav Mahler

Aunque erróneamente atribuida esta frase a Chesterton –en realidad es del compositor Gustav Mahler–  y viene esta a confirmar mi particular inclinación que consiste en que –dentro de mis posibilidades– trato de conservar las prácticas y costumbres que me acomodaron  en mi vida anterior y que aún me acompañan en la actualidad.

No se trata de nostalgia ni de melancolía; se trata de una reivindicación justa de los tiempos pasados, aquellos cuando la familia estaba al completo y fui tan feliz. No quiero ni puedo renunciar a seguir siéndolo y esto de las tradiciones, me ayudan a mantener la memoria lozana, equitativa (supongo) y, más o menos, la mente en su sitio.

Hablando de tradiciones. Mi queridísimo amigo el Poeta (siempre en Mayúsculas) sabedor de que las tradiciones que nos acontecieron en nuestros años pasados están o bastardeadas o directamente desaparecidas; incluso, mucho peor aún, sustituidas por otras nueva que llegan desde otras tierras y que aquí, infortunadamente, se adoptan con una largueza tan injusta como innoble.

La tradición manda. Y cumpliendo esta premisa, Juan Miguel Gónzalez, me envía la habitual felicitación navideña, en forma de soneto, que este año, tiene como aguinaldo la enorme delicadeza de dedicarla a mi propia familia.

Esta es. Disfrutadla y que tengáis todos unas felicísimas fiestas que verdaderamente es lo que os deseamos. Si nos dejan, claro!

Para Álvaro Souvirón y su familia

NOCHEBUENA LLUVIOSA

(Evocación)

No hace más que llover este diciembre.

–¡Qué fría está la mar! ¡Qué sola y triste!–

Llueve desde las dalias de noviembre

y a los pies del pesebre en que naciste.

Llueva, Señor, si así lo decidiste.

Llueva y que se desmimbre y se desmembre

el establo de luz que nos abriste,

y que nos cale hondo, y que nos siembre.

Lava estos huesos, cúranos la boca,

empápanos de ti, Dios del desierto,

hoy que has nacido, pero llueve y llueve.

Sin ti la eternidad es corta y poca,

poca la tumba y demasiado el muerto

que te busca, Jesús, bajo la nieve.

Juan Miguel González

Málaga, Navidad 2022

LAS MANIFESTACIONES NECIAS.

Siempre me pasa lo mismo en cada puente de la Constitución y la Inmaculada. En esas fechas, los cuatro componentes de la familia más directa, nos reunimos en mi casa y procedemos a vestirla de Navidad. Viene mi hija y después de un trajín intenso, hacemos siempre para comer, una fondue de queso precedida por unos mejillones al vapor y algún que otro entrante.

“Tradition is Tradition”

Siempre me pasa lo mismo, decía, porque invariablemente acompañamos la velada con canciones navideñas americanas, incidiendo mucho en Bing Crosby y Frank Sinatra. Reminiscencias son estas canciones de las veladas por esas fechas en casa de mi tía Pilar y que estos días –desde hace cuatro años– se acrecienta, esta nostalgia, con la lectura de los diarios de otro de mis tíos: El escritor José María Souvirón.

Tengo la costumbre– ya voy por la cuarta entrega– de empezar dichos diarios por el índice onomástico. En éste, busco primero las páginas correspondientes a los familiares más cercanos: mi padre, mis tíos carnales, primos hermanos ,sobrinos y por fin, las amistades de todos ellos y que, asiduamente, salen reflejados en dichos diarios.

Como quiera que mi tío José María solía venir a Málaga, sobretodo por Navidad –alguna cena de Nochebuena recuerdo en casa de mis padres– los recuerdos navideños de otrora se juntan con los actuales y me producen esa inevitable morriña que producen las ausencias y una cierta desazón por los cambios de vida y costumbres. Porque observo cómo en estos tiempos de pseudo recogimiento la Navidad (y la Semana Santa) se han transformado en esta ciudad, en una especie de parque temático de luces y jolgorio en el que la «parrilla humana» olvida la principal finalidad que en su día tuvo: las reuniones y los cánticos en torno a una mesa bien dispuesta.

Yo, señoras y señores (no me crean en absoluto pacato y meapilas) paso olímpicamente de cualquier connotación religiosa que debiera de estar vinculada, en este comentario, a estas dos fiestas; pero sí que tengo que reconocerme una especial “devoción” en cuanto a las tradiciones de las que soy un absoluto defensor. Y cómo desde luego, no volvería de ninguna de las maneras a acudir a alguna Misa del Gallo ni a procesionar en alguna cofradía (de portar un trono ni os hablo) indico que sí me asombro y asusto –en comparación con tiempos no demasiado lejanos–  ante esas manifestaciones bárbaras en las calles del centro que son invadidas por una inmensa caterva de ciudadanos descontrolados que, sin ningún miramiento ni precaución, llenan mi ciudad de mierda, de inmundicias y últimamente, de virus mortales que tantas víctimas y tantas privaciones de libertad nos están acarreando y que, por ahora, no tiene visos de terminar.

Los decibelios – y me refiero a las fiestas de Pascuas, que no Floridas– resultan atronadores, las broncas, impredecibles y los atascos de personas y vehículos insoportables cuando no peligrosos. El día que ocurra una avalancha, nos vamos a acordar durante mucho tiempo.

Juan Miguel González, muy querido amigo y Poeta que es, resulta para mí, un adalid de la cordura, la racionalidad y el discernimiento; y coincide conmigo en el improcedente cambio de rumbo de estas dos festividades. También huye horrorizado, de tanta manifestación necia, bruta e ignorante, asombrándose, cuando contempla la peligrosa manera en cómo se desarrollan estos actos, y entristeciéndose, cuando recapacita y piensa que lo que pasa hoy en día, debiera de ser todo lo contrario.

Juan Miguel González del Pino, con su habitual generosidad para con este humilde bloguero, me hizo llegar el otro día un precioso poema que habla sobre todo esto que acabo de reflejar.

DESCRISTIANIZACIÓN DE LA NAVIDAD

ESPECTÁCULO, JOLGORIO Y FIESTA

Diversión permanente

para las masas,

Navidad, ya eres sólo

fiesta pagana.

Falsa luz tenebrosa

para el halago

de las crecientes turbas

y nuevos bárbaros.

El fanal de Occidente

y su humanismo,

en jolgorio y barullo

se ha convertido.

Donde una cruz se alce

llamando al rezo,

perdón hallará el hombre

y amor eterno.

Por eso en el misterio

que es Dios e infancia,

tenemos puesta toda

nuestra esperanza.

En la calle, nihilismo,

tumulto y fiesta;

dentro, el silencio santo

de Nochebuena.

Juan Miguel González

Málaga, Navidad 2021

APARICIÓN DEL ÁNGEL A LOS PASTORES

CADA MES DE DICIEMBRE / DESPIERTOS, TRAS EL CRISTAL MIRANDO

CADA MES DE DICIEMBRE

Después de cada  mes de Noviembre y de su pertinente ramito de violetas, llega Diciembre. Con su anhelado puente vacacional y sus excesivos alumbrados callejeros. Con la hermosa Navidad que (al menos de boquilla) hermana a todos los ciudadanos cristianos que celebran el dosmilésimo decimonoveno aniversario del nacimiento del Niño Jesús.  Un niño que, en menos de tres meses, oh paradoja! será paseado ya hombre, crucificado, muerto y resucitado por las mismas calles del jolgorio luminoso. Cosa milagrosa sin duda y ejemplo de rapidez en eso del pasar los años.

Llegan, ya lo saben ustedes, las bacanales gastronómicas y sus kilos de más. Los excesos etílicos acarreando las pérdidas del pundonor y la dignidad. Llegan los cuñados sabelotodo y las concuñadas marisabidillas. Llega, en fin, el mes de Diciembre con sus típico tópicos mezclando  la repulsa y la ilusión. La fe y lo pagano en una balanza con el fiel perdido que ha olvidado sus principios en aras de un consumismo desaforado y enloquecido.

Yo, lo reconozco, soy más de estar ilusionado que agobiado por estas fiestas.  Feliz que contrito. Aunque, por eso de las edades, he de reconocer también que mis sentimientos navideños sufren el desgaste propiciado por lo repetitivo y por tener –al margen de las ausencias– la sensación de haberlo visto y vivido ya todo.

Sin embargo, no me pasa eso cada mes de Diciembre con el mensaje de amor y esperanza que mi muy querido amigo el Poeta Juan Miguel González me felicita las Pascuas y que yo –ufano, feliz y orgulloso– comparto en este blog para que, con la impenitente belleza poética acostumbrada  por el vate, disfrutéis estas Navidades en unión de vuestros familiares y seres queridos.

Esta es la felicitación para estas Navidades del 2019:

DESPIERTOS, TRAS EL CRISTAL MIRANDO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

TABLETOM. LUNA DE MAYO EN OCTUBRE

TABLETOM. LUNA DE MAYO EN OCTUBRE

Nunca entenderé lo suficiente la falta de éxito comercial a nivel nacional de la banda malaguita Tabletom. Un grupo compuesto por músicos espléndidos y con un repertorio soberbio y actualizado que, al margen de éxitos pasados que están en la memoria de todos sus seguidores, continúan  componiendo magistralmente y renovándose cuando es necesario con los mejores músicos del panorama musical malagueño.

Sus líderes hablan de «ruina y tenacidad» en cuanto a la trayectoria del grupo. No estoy yo de acuerdo con una de esas definiciones: Ruina. Suena mal porque no es el caso. Yo lo llamaría destino. Aunque, eso si que tengo que reconocerlo, si se tratase de vivir de las ganancias como grupo estarían avocados a comer toda su vida «pescaíto frito con pan» (que tampoco estaría mal del todo). Pero también han de reconocer que han comido mucho jamón con lo que lleva eso de serie y ellos, me entienden.

Si que estoy muy de acuerdo con el otro adjetivo aplicable al grupo: Tenacidad. Cierto. Es un acto de fe continuo esa perseverancia diaria en cuanto a la composición y a la creación musical sin darle boleta al desánimo y a la pereza. Ese amor desinteresado hacia el  arte de la música y la composición. Y eso, es una inmensa suerte para sus numerosísimos incondicionales.

Cualquier concierto de Tabletom es una máster class de habilidades musicales únicas. Una declaración de intenciones dándole a entender al público asistente que siguen estando aquí -a pesar de las adversidades- para  demostrar que son uno de los grupos con el sonido mas compacto y sólido que se pueda mostrar en lo alto de un escenario. Nunca defraudan. Nunca decepcionan. Nunca se entrampan con lo comercial ni con lo común y corriente. Con lo fácil. Porque para ellos, viva la quimera! la música es su todo, porque es su modus vivendi aunque, infortunadamente, no pueda ser su modus «comendi».

Las fotos que vienen ahora  a continuación son obra y gracia de mi queridísimo amigo Antonio Ruiz-Molero. Otro artista (esta vez de la fotografía) que siempre me dispensa su generosidad y que, desde aquí, le vuelvo a mostrar mi más sincero agradecimiento por su diligencia y generosidad. Y también, porque cada vez que me lo encuentro con esa sonrisa perenne parece estar celebrando la vida. Y eso (me siento muy feliz), es contagioso.

Estas son las fotos del concierto celebrado este pasado sábado en la Cochera Cabaret, una de mis salas favoritas, que todo hay que decirlo.

Antes de nada, y como muestra del sonido Tabletom, un vídeo de uno de los temas incluidos en su último trabajo «Luna de Mayo». Quedo a la espera del próximo, porque venir, va a venir mucho más pronto que tarde.

Y, ahora, las fotos de Toni…


KOOZA

Tengo una cierta experiencia con el Circo del Sol. Desde el primer espectáculo que vi en el año 2004. Desde entonces, han sido repetidas las veces que he visto diversas representaciones suyas en lugares tan dispares cómo  Sevilla, Málaga, Barcelona y Nueva York. Saltimbanco, Corteo, Dralion, Quidam, Alegría!  A Fairy Tale in New York y ahora, Kooza. Siete han sido hasta hoy. Todos me han gustado; unos, como es natural,  más que otros. Pero todos admirables y con montajes escénicos espléndidos.

Esta veteranía, me ha llevado a poder comparar y confrontar dichos espectáculos y establecer mis claros favoritos: Saltimbanco en Sevilla por ser el primero y germen de mi entusiasmo por lo que sucede bajo el Grand Chapiteu. Alegría! en Barcelona por la belleza intrínseca y su música inolvidable y A Fairy Tale in New York porque quién se puede resistir al Cirque du Soleil en el Madison Square Garden en la navidad Neoyorquina?

Con Kooza (un afortunado regalo de mis hijos) tenia yo una cierta reticencia. Había un poquito de reserva porque había notado un cierto (y lógico) agotamiento de los de Guy Laliberté o, seguramente, porque mi capacidad de asombro había llegado ya a un límite muy alto tras Alegría! y Saltimbanco. Hasta que – seamos precavido en las apreciaciones de favoritismo- llegó a Málaga Kooza. Una sorpresa inesperada.

Conforme iba avanzando Kooza, la sospecha del «más de lo mismo» iba desapareciendo para sorpresa mía. Contemplé números que me provocaron el sobresalto y la angustia. Esos acróbatas desafiando inverosímilmente las leyes de la gravedad; la contorsionista imposible; los volatineros con saltos increíbles, los trapecistas o el gimnasta que decide sentar la cabeza en la cumbre de nueve sillas puestas una encima de otra sobre una alta peana de madera.

Los payasos (qué risas) te alegran toda la velada con sus gags  y proporcionan descansos visuales, para  una retirada de bártulos del escenario entre actuaciones, sin que apenas se note el disimulado barullo. Todo está medido al milímetro y eso se nota en el resultado de cada número. Los trajes y toda la tramoya, fascinantes. La música en directo fantástica y la primera visión y el golpe de sonido al levantarse el telón alto que cubría a la banda fue fastuosa. Menudo batería!

En fin, un espectáculo digno de ver que no me defraudó y que recomiendo encarecidamente. No se lo pierdan.

PARA DIEGO CUMPIÁN EN SU 60 CUMPLEAÑOS

 

 PARA DIEGO CUMPIÁN EN SU 60 CUMPLEAÑOS

«Nada mejor que tener:  Vieja madera para arder, whisky viejo para beber,

viejos amigos en quien confiar y viejos libros que leer.»

 

Tengo la enorme fortuna de disponer a mi alrededor de numerosos amigos en diferentes grupos, que me hacen la vida más fácil y más dichosa. Amigos, que por eso del transcurrir del tiempo, se acercan más al grado de familia que al de compañeros. Amigos irrenunciables a los que yo, personalmente, aprecio muchísimo.  Con sus más y con sus menos, sus dimes y sus diretes, con réplicas y contrarréplicas. A todos los quiero sinceramente. A todos los distingo con mi más entregada amistad al margen de discusiones, comentarios y  diatribas que son condiciones innatas al roce, a la relación continuada y a la propia convivencia.

Pero siempre hay (en todos los grupos) almas nobles –excepciones se llaman–  que huyen y reniegan –con una innata bonhomía–de la confrontación y la rivalidad. Espíritus libres e íntegros que van a su aire, y vuelan por encima de cada uno de estos grupos haciendo que la convivencia sea más sana y más higiénica. Más merecedora de vivirla en paz y en armonía.

Diego, y a él me refiero, es una persona cabal, generosa y bienintencionada. Honesta y honrada con sus amigos.Alguien que vive su vida sin tamizarla por la de los demás. Aunque también, todo hay que decirlo, cuando va de gira por las Tierras Altas de Escocia, se mueve expertamente en el uso y manejo de la lengua eslava de la parte más oriental de la Chequia y se trastabilla con una cierta facilidad durante la disertación tranquila y serena en las horas postreras de los saraos culturales. Estas dos últimas apreciaciones –también esto hay que decirlo– lo hacen único, irrepetible y proclive a la anécdota brumosa y amnésica.

 

Ya estamos más viejos querido hermano. Bueno, a lo mejor no más viejos  pero sí más experimentados; más curtidos y fogueados en este periplo vital que los versados suelen llamar existencia.

Baqueteados estamos en mil situaciones que, en otras vidas más pacatas, con una sola de ellas, se justificarían su paso por la suya propia y les resultaría suficiente y aceptable. Tú, nosotros, mis otros amigos, ya te digo, las contamos por miles.

No te puedes quejar querido Diego, amigo mío, de la intensidad vivida.  Tampoco, de lo mucho que te queremos. Siempre juntos. Siempre amigos.

 

***

LISTADO DE MERCADILLOS CALLEJEROS EN NUEVA YORK. OCTUBRE 2019

 

Tengo un especial y precioso recuerdo de los mercadillos callejeros del mes de Octubre en Nueva York. El otoño neoyorkino invita a pasear por sus preciosas calle y comprar multitud de regalos originales.

Estos son los mercadillos que podréis visitar:

Oct 5 – Woodside «Queens» Festival
Woodside Ave from 60th St to 65th St, Queens

Oct 5 – Upper Broadway Fall Festival
110th St to 116th St, east side of Broadway, Manhattan

Oct 6 – Fourth Avenue «East Village» Festival
4th Ave from 9th St to 14th St, Manhattan

Oct 12 – Jerome Avenue Festival
Jerome Ave from Moshulu to Gun Hill Road, Bronx

Oct 12 – 2nd Avenue «EV» Festival
2nd Ave from 4th St to 14th St, Manhattan

Oct 13 – Queens Blvd Forest Hills Festival
Queens Blvd from 70th Road to Yellowstone Blvd, Queens

Oct 13 – Upper Broadway Harvest Festival
96th to 106th St, west side of Broadway, Manhattan

Oct 14 – Greenpoint Ave «Sunnyside» Festival
Greenpoint Ave from 42nd to 48th St, Manhattan

Oct 20 – Islip Festival
Main Street from Route 111 to Smith Ave, LI

Oct 20 – Broadway Fall Festival
86th to 96th St, west side of Broadway, Manhattan

Oct 20 – 36th Ave «Astoria» Festival
36th Ave from 29th St to 35th St, Queens