JOSE MARÍA ALONSO- EL DÍA DESPUÉS

Palomar

JOSE MARÍA ALONSO

-el dÍa despuÉs-

 Ayer -por fin- se realizó el esperado homenaje a Jose María Alonso en El Palomar de Picasso de La Bodega El Pimpi. Me permitirán Uds. una dosis de afectamiento y cursilería, para indicarles que el citado local resultó ser un marco incomparable y absolutamente apropiado para el tipo de acto que se llevó a cabo.

 El estar sentado en una mesa junto a tantos artistas -cada uno en su disciplina- de la talla de Inés María Guzmán, José Infante, Joaquín Hidalgo, Diego Guzmán y Luis Centeno (he citado por orden de situación en la mesa) resultó, para este que os escribe, un verdadero placer y -sobretodo- un enorme privilegio.

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El llenazo fue hasta la bandera. Mejor dicho: hasta la escalera de acceso al Palomar. Allí estábamos reunidos, acompañando a la familia del poeta, sus amigos y compañeros de armas. Incondicionales de toda una  vida (la suya) que, aún todavía, se resisten / nos resistimos a dar por hecho que la ausencia es irreversible. Pensamos, en nuestro delirio, que quizás la estancia de Josemaría en Madrid, se está alargando esta vez, bastante más de lo razonable.

 Nos acompañaron de viva voz algunos: Luis Centeno, Marta Guzmán y el propio Quino Hidalgo. Juan Antonio Muriel a través de Youtube. Y de puño y letra, otros amigos como los cantautores Emilio José,  y José Umbral. Fue en fin, un acto difícilmente superable en cuanto a la predisposición del público. En cuanto a cantidad deamistad y remembranza concentrada en esos limitados metros cuadrados.

 Quiero dar las más efusiva gracias al enorme fotógrafo Frank Ramos. Un amigo siempre dispuesto al favor y a la colaboración más desinteresada. Las imágenes que adornan esta entrada son suyas. Un abrazo amigo!

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Y por fin -y sin ánimo de recriminar, porque ya ni viene al caso, les digo a los que -aún habiendo sido invitados, no acudieron a la cita del recuerdo- , que no supieron aprovechar los vientos de rememoración, de afecto y de apego hacia el compañero ausente, que soplaron por aquella sala. Hacia el amigo que -parece ser- todavía está de viaje interminable por lo intangible y lo inmaterial de la memoria.

 Ahora viene el mini prólogo. Después el texto que leí en dicho homenaje, y por fin -y para el que lo quiera- un documento en pdf que he elaborado con todos los textos, poemas, imágenes, y canciones que, en su día, elaboré en la serie sobre mi querido amigo en este blog.

 Este es:

 Todo Jose María Alonso

Que lo disfrutéis!!!

 

 

 

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Prólogo homenaje jose María alonso.

 

La prueba más concluyente de que Josemaría sigue todavía vivo entre nosotros, es esta reunión de amigos suyos que fuimos. Que seguimos siendo. Chico fue una buena persona. Una persona extraordinaria y generosa que nos regalo lo más valioso que tenía: su entrega y dedicación desinteresada. Su esplendida y entrañable amistad.

 Cuando me llamó Quino para ofrecerme participar en este homenaje, que le estamos dando hoy, esa llamada, me reportó dos sensaciones: la primera la de la preocupación; ya se sabe, eso de hablar delante de un público, que además, tienen un nexo afectivo común conmigo: La hermandad con el homenajeado.

 La segunda sensación fue el orgullo. La satisfacción y la honra de que -entre tantos y tantos posibles- Quino hubiese pensado en mi, y así, de esa manera, castigarme con la responsabilidad inesperada.

 Así que para desechar la primera de esas sensaciones, decidí no preparar nada especial para este evento. Tan solo este breve prólogo. Nada de escribir un relato atribulado, consternado y triste acerca de la espantá irreversible e indeseada de mi querido Chico. De Jose María Alonso. Poeta sobre todas sus demás habilidades.

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No iba a acudir  -así lo decidimos todos- a cualquier reunión preparativa que se sugiriese. Simplemente, yo me limitaría a leer estas palabras que ahora vienen; palabras que sirvieron de prolegómeno a un articulo que escribí en su día en mi blog; cuando decidí realizar una serie sobre la poesía de Jose María y  -aprovechando- relatar de forma somera, la multitud de anécdotas que viví junto a él y que -sin titubear ni un segundo- enriquecieron soberanamente mi vida.

Así que me quedé sólo con la segunda intención de las que antes he citado: la del orgullo; la satisfacción, la honra. La honra de poder estar aquí, delante de vosotros rememorando la figura de alguien  -que sin duda- fue uno de los mejores amigos que tuve y tendré nunca jamás de los jamases.

 El artículo este que ahora os leo, es una relación un poco caótica. Una nómina de afectos que enumera  y cita los momentos que compartí con Chico; con los otros amigos que conformamos en su día, una pacífica banda nocturna – que sin premeditación ni alevosía- estuvo llena de momentos mágicos e instructivos; pero sobre todo, sobretodo, sobretodo, de momentos felices. Absoluta y enormemente felices.

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Decía Josemaría:

“Cuando yo haya muerto

 y tenga en mis manos retales de lino que ofendan de blancos,

Vendrán a llorarme los que antes me odiaron…

y dirán que son buenos mis versos más malos.

 

Ahí te equivocaste, Chico. Ahí te equivocaste!

 

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JOSE MARIA ALONSO.
INDEFINIDAMENTE… DE FORMA IRREMEDIABLE

Isla de Arosa en barca. Baños en la Ría y limpieza de dientes con Albariño. Farsa de la Muñeca de Trapo y El Parto. Calle División Azul. Ensayos hasta la madrugada. Calle Beatas. Maruja, su madre. Don José María, su padre. Arco de Cuchilleros en Madrid vestido de colores; de brillantes colores. Con empacho de lágrimas de risas hasta el calambre. Y Marisa. Y té con chinita, puede que del Pasaje…

Siempre esperando al Citroen 2 caballos furgoneta. O al 127 prestado por Conchi. Y José Umbral y Silvia Tortuosa. Whisky inacabable, inapelable e imperdonable. Teatro Cervantes solo para nosotros. Después todo éste en pie. Patas de cangrejo y cervezas y carajillos de coñac. Pan con manteca y Pipo. Molino de Coín y su Paco Jesús Lomeña. La guitarra acústica mamoneada al menda. Leli. Mi querida Leli…

Torcal de Antequera y el viaje astral entre Soles y Lunas. Caldito a la bajada. Caldito de bajada. Aprendizaje musical continuado. Magistral y generoso. Más amistad demostrada día a día. A ultranza. Rincón de la Victoria y The Fool on the Hill. Hotel Tritón y Diego Guzmán. Común amigo. On Reflections y Gentle Giant. Hierba del Carapapa. Cañamones explotando y risas de Marisa. Otra vez. Coros de Manantial. Mil copas en antros innombrables. Roberto Agüera y Salvi. Y Fatema…

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 Los Músicos de Bremen. Patricia Quiroga. Calle San Luís. Montañas de nácar al atardecer. Millones de féretros de mejillones brillando a la caída del sol. Alberto Von Thode. Angelín y Quino. Flauta. Amigo. Chico. Chico Alonso…

Éxito a borbotones. Noches de charla. Conversaciones interminables en la chimenea de La Fábrica. Calle González Anaya. Manolo Mir y Carlos Barranco. Y Didi. Y gintonics de tónica La Revoltosa. Teatro Acuario y Diego Guzmán otra vez, omnipresente amigo… Adolfo Ramos. y Antonio Meliveo,  y Juan Antonio Muriel. Peña Malaguista. Maritere Campos y la radio. Noches sin fin. De humo y de risas. De mucho humo, de muchas risas. Con Luis Centeno. Porros primeros y últimos. A montones… La casita de Pedregalejo y Nini, mi amor más eterno.

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Canciones y poemas. Poemas y Canciones. A montones también. Su guitarra, que ahora, es mía. Parque de atracciones Tívoli al piano. Amistad desinteresada, lo he dicho? Hermanos sin serlo, pero sabiendo que lo somos. También lo he dicho? Amigo querido de mi familia. De toda ella entera. Arpegios interminables  y escalas imposibles. Cariño mutuo. Un ejemplo, en fin, de amistad verdadera…

 Todos estos recuerdos, daban forma a mi propio Jose María Alonso. Había muchos más Josemarías; muchos más. Tantos como amigos tenía. Como hermanos tenía. Y eran muchos, repito, eran muchos. Y todavía los somos, como justo debe de ser…

Indefinidamente…

De forma irremediable.

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TODO MAFALDA

 

En mi adolescencia, en mi pandilla del El Escalón, (quien no ha tenido una pandilla llamada así, o la escalera…o la escalerilla…) mis amigos Yeyo y Eduardo, siempre andaban en las manos con un ejemplar de tiras de Mafalda.

De hecho, Yeyo llegaba a ser mas que contumaz, pues leía en voz alta cada una de estas tiras y todos lo celebrábamos entre risotadas. Magnifico Manolito. El hijo de Don Manolo, el propietario del almacén, sin duda, mi favorito.

Mafalda…Susanita…Felipe…Guille… Y también, geniales, las caras que se le ponían a los padres de la protagonista con sus ocurrencias o sus preguntas.

Puede decirse pues, que Mafalda contribuyó no solo a hacer mas feliz esa época de mi vida, sino también, a hacerla muchísimo mas divertida. Y, que duda cabe, a contribuir a desarrollar mi propio ingenio.

Como muchas otras cosas entrañables, se acabaron perdiendo con el tiempo. Pero como todo vuelve, que diría el poeta Centeno, aquí recupero la obra de Quino, en un trabajo llamado Todo Mafalda.

Podéis descargároslo desde aquí:

http://cid-9b5ad4b7dbd9e872.office.live.com/browse.aspx/TODO%20MAFALDA/Todo%20Mafalda/Todo%20Mafalda

Que lo disfrutéis.