Siempre suelo comenzar cada entrega de Jose María Alonso con alguna anécdota o alguna vivencia acontecida entre el que suscribe y el poeta amigo.
Para esta entrega iba a hablar de ese libro llamado Poemas y Canciones que un día me perteneció; con el valor añadido de estar dedicado de puño y letra por Chico.
Este libro, que como ya he dicho en alguna ocasión, se quedó varado en alguna playa entre mudanzas.
Pero ahora… otro gran amigo mío: Luis Bravo me escribe una carta. Una carta donde no solo me pide haga un hueco en mi biblioteca para el compañero perdido, sino que además me cuenta como conoció a Jose María y alguna que otra circunstancias de esos lejanos años en los que Chico empezaba en eso tan complicado que se llama : La música.
Por eso he decidido dejarme de prolegómenos propios y hacer este con las palabras que, tan cariñosamente – como era de esperar de tan buen y entrañable amigo- me hace llegar Luis Bravo.
Así dice:
Alvarito.
Esta tarde de tranquilidad y sosiego, me entretengo en tu blog y veo
la sección que le tienes dedicada a Jose María Alonso, insigne
cantautor y poeta a quién muchos conocimos.
Concretamente, yo a Jose María Alonso lo conocí allá por el año 70-71
no recuerdo bien, yo tendría 17 o 18 años y por aquel entonces
acompañaba a una chica minusválida, consecuencias de la polio, que
tenía una voz de maravilla. Alicia.
El grupo lo formábamos ella de cantante y Fernando (otro amigo
guitarrista) y yo y por aquel entonces ya sabes lo que se cantaba, lo
que se podía y si era tema social intentando bordear la ley para que
no te censuraran.
Existía un programa en radio juventud que creo recordar lo llevaba
Mari Tere Campos y se emitía en directo los sábados por la tarde
desde el Circulo Mercantil, Plaza de Félix Sáenz. Allí, las jóvenes
promesas de Málaga acudíamos a cantar guitarra en ristre. Yo fui un
motón de veces acompañando a Alicia (que era la que ponía la voz y el
arte) y allí me encontré también un montón de veces con Jose María
Alonso que era de los asiduos. Hicimos una cierta amistad y como
también nos encontrábamos en algunos otros bolos (lugares donde te
llamaban a cantar, sin cobrar claro) pues terminé conociendo muchas de
sus canciones.
Esta mañana, mi mujer, me ha puesto a limpiar estanterías de libros y
mira por donde, ha salido a la luz el «poemas y canciones» de José
María Alonso, del año 1972 y editado en Málaga en Graficas Urania.
Me he puesto a hojearlo recordando viejos tiempos de cuando muchas de
esas canciones las cantaba Jose María en sus recitales y me he parado
en una… seguro que te suena.
“Soy de profesión caminante
de la soledad, amigo soy
mi trabajo es pensar…”
Joer me he sorprendido hasta tarareándola porque me acuerdo de la
música, se la escuchaba a Jose María cada vez que comenzaba un
concierto. «Autorretrato».
Supongo que tendrás el libro, sino lo tienes…dame un toque y te lo
regalo. No porque no lo quiera, me lo regaló personalmente Jose María,
sino porque pienso que tu lo mereces mas.
Un abrazo
Luis
Y esta, fue mi respuesta:
Querido Luis…una de las cosas que mas me están sorprendiendo de mi blog es, sin duda, la generosidad que me demuestran los que, de alguna manera, intervienen en el.
Ya sea como protagonistas o simplemente como lectores. Nunca podría haber supuesto que tú, mi querido Luis, formases parte de los dos ámbitos.
Cuando requiero material para conformar trabajos… a Antonio Abril (me regala dos dibujos originales)… a Eduardo Guille (me realiza y regala un retrato)…. A Beatriz Taillefer (Me regala un cuadro) a Luis Centeno (Me hace un poema)… and so on.
Yo me siento absolutamente fascinado y sorprendido con esas muestras de cariño y, repito, generosidad.
Y ahora llegas tú. Y no solo me cuentas una historia desconocida de Jose María Alonso (que inmediatamente voy a reenviar a Quino Hidalgo, su biógrafo y mejor amigo) sino que además me ofreces un libro que llevo, desde que empecé con la saga, pegándome con un canto en los dientes pues hace años perdí mi ejemplar firmado por Chico.
Así que Gracias, amigo. Gracias por tu generosidad. Claro que quiero ese libro. Por supuesto que quiero ese libro. Ya estás tardando Luis.
¿Se puede pedir más?
JOSE MARIA ALONSO
DEL LIBRO DE POEMAS Y CANCIONES
# 01
Tu eres la fe y yo el pecado
Y sin querer, quiero hundirte
Hasta ahogarte en mi deseo
Y mis verdades decirte.
Quiero romper ese hilo
Que a la virginidad te ata
Y perdernos y ser cómplices
De la noche…después, nada.
Quiero ensuciarte de besos
Hasta que el día amanezca
Verás que bonito es pecar
Cuando con amor se peca.
# 02
Cada beso, cada roce
De tu cuerpo con el mío
Me va hundiendo en el abismo
Me va quitando el sentido.
Cuando el día me despierta
De mi breve y falso sueño
Es cuando empiezo a soñar
Y al dormirme, me despierto
Y sueño que no te has ido
Y que nunca de otro has sido.
# 03
Una procesión de ojos me persigue
Una legión de bocas sin lengua
Me preguntan y me acusan.
Y los peces sacan sus cabezas
Con mandíbulas de piedra
Gritando
Y es que hoy…
Hoy he mentido
He mentido sin trabas
Como nunca lo había hecho.
Le he mentido a los árboles
De tronco cansado y viejo
Le he mentido a las aguas
Alegres del arroyuelo
Y le he mentido a las piedras
Al aire, al sol. Al fuego…
Tengo un regusto en la boca
De cien milenios.
Y es que hoy he mentido
Con un mentir tan sincero,
Que son los sueños, verdad
Y las realidades, sueños.
# 04
El estruendo de un millón de botellas de cristal
Estrelladas contra el suelo.
Cien naciones corrían desnudas por las calles
Gritando unas, riendo otras.
El llanto débil y apagado de una niña;
Eras tu, madre mía,
Que gemías sobre el cuerpo frío y yerto del mundo.
Yo te miraba, callado,
Con un puñal ensangrentado en mi mano derecha
Y un mechón de cabellos en mi mano izquierda.
# 05
Se me han quedado dormidos
Canciones, besos y esperas.
Se han alargado mis dedos
Me han crecido las orejas.
Se me ha derramado el canto
Se han cerrado mis fronteras
Me has clavado en la garganta
Los dientes de tus tristezas
Y mis versos se han vestido
Un negro traje de fiesta.
# 06
Quiero dejar de escribir
Pero no me ayuda el sueño
¿Por qué no puedo dejar
de escribirla en cada verso?
¿Por qué la he fundido en mí
en mi razón y en mi sexo?
¿Por qué no huelen a sangre
estos mis últimos versos?
Y ¿Por que guardo con celo
acariciando el silencio
estos pedazos de ella
que noche tras noche ceno
-mantel de envidia- en mi mesa?
¿Hasta cuando seguiré siendo
el único lector de mis versos?
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