DE PELICULAS BARATAS

DE PELICULAS BARATAS

Se cree, el que  ha visto solo la parte final de la película, que es el único capaz con poder de opinar de ella. Y yerra. Malamente yerra.

Y yerra, porque, entiéndalo el, solo ha visto eso, el final. Y cree que puede imaginarse el argumento.

Sin saber que, para opinar, hay que haber visto entera la película. Aunque sea triste y  dura. Muy dura. E inacabable. A veces inabarcable.

Y además no sabe que hay, para el guión de esta película, finales distintos previstos por el autor. Alternativos. Para elegir según le convenga. A la directora. O al director. Que tanto monta.

Es fácil, habiendo visualizado solo el final, dar opinión .O parecer ser, casi erigirse, en  ser el juez-critico con el don de la verdad.

No. No es así. No está bien. Para nada.

Hay que, no solo pagar la entrada, comprarse las palomitas y la coca cola  y verlas venir; sino estar sentado en la butaca desde el principio. Desde siempre. Y aguantar el tocho. Para así, poder juzgar. Y el tocho, a veces es muy, muy duro de llevar. Y larguísimo. Toda una vida.

Es fácil poder desprenderse de la culpa por la no visualización y entrega durante todos los fotogramas que dura el guión: treinta ratos o más. Poniendo la excusa de los dos últimos. Es fácil. Y al final opinar, dando por bueno, el desenlace… El final esperado.

Pero no! Saca la entrada desde el principio. Asiste al espectáculo completo, y cuando hayas leído, y asumido y visto, todo el argumento, entonces opina. O dictamina y corrige.

Pero no juzgues al que, al final – inopinadamente- se perdió el desenlace. Porque no es justo. Y no le cupo la opción del elegir. Porque no se la dieron injustamente.

Porque el, sabe el guión al completo. Y calla, porque no le merece la pena decir -al fin y al cabo- quien es el malo de la historia. O quienes, porque puede haber varios. Que lo sabe y lo calla.

Queselevasé.

A veces uno, no tiene más que cruzarse de brazos y verlas venir. Y cuando se encienden las luces de la sala, decir… Ya  me esperaba este mal final. Y después, poco a poco, salir a la calle. A la luz del día. Poco a poco.

Aunque nunca, verdaderamente nunca,  se lo hubiese esperado realmente.

Cosas de cine. De películas malas.  De películas baratas.

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