JAVIER ESPINOSA. EL ÁNGEL MOLIDO

Javier espinosa

JAVIER ESPINOSA.

EL ÁNGEL MOLIDO.

“Javier es Javier Luna, o Javier Espinosa,
o Javier el Príncipe de los poetas,
o Javier el cervatillo asustadizo de cuya mirada
cada día caía una lluvia perenne e inacabable.”

                                                                                 (José Infante.)

 

Andaba yo, hace ya bastante tiempo, detrás de elaborar una entrada dedicada al poeta y músico Javier Espinosa. Al ceramista y editor Javier Luna, al morisco diletante y al militante nacionalista Alí Yíbril. Como se le quiera llamar! de cualquier manera, pues todos  eran él. Todos, eran Javier.

Andaba yo, ya os digo, desde hace largo tiempo, detrás de hacer este proyecto que ahora estáis leyendo. Porque me parecía – y me sigue pareciendo hasta ahora mismo- que su no presencia en el Ateneo’s Alas con Secuencias de este blog, era una afrenta absurda e ilógica. Un insulto a la pretensión de este apartado que no es sino la confirmación en un nuevo medio, en unos casos, o la reivindicación en otros, del universo artístico que de una u otra manera, adornaron y acompañaron -y siguen ahí- mi vida. No tener en este blog, una entrada dedicada a Javier Espinosa, suponía la más tremenda de las injusticias. Injusticia que ahora, mea culpa, reparo dentro de mis escasas posibilidades. De mi pobre talento.

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Conocí a Javier Espinosa allá por los muy principios de los  años ochenta. Solía verlo deambular con ese aspecto triste y desvalido por las calles de la ciudad. Casi siempre guiado -a modo de lazarillo inerte e inexpresivo- por la funda de su violín. No pocos días coincidí con él en aquellas fantásticas ágoras que, espontáneamente, se celebraban en casa de mi querido amigo Salvi Laporte. Con muchísima frecuencia, cuando terminaban esas reuniones, Javier se venía conmigo en mi coche para que, desde Pedregalejo, lo acercase a la casa de sus padres donde vivía. Allá por la casi nueva Prolongación de la Alameda.

Cuando llegábamos, tampoco eran pocas las veces que yo, le quitaba el contacto al motor y callaba, deleitado, para no interrumpir la conversación de Javier. Sobre música, sobre literatura. Sobre esa quimera que tenía en la cabeza de una Andalucía imposible y autárquica. Aquel Califato Independiente inalcanzable que él deseaba.

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Alguna vez, he comentado en este sitio, que Javier nombró -en su particular entelequia- Ministro de Relaciones con el Vaticano a mi querido amigo Antonio Abril. A mi, y a través de una preciosa dedicatoria en un librito azul que me regaló, (Colección Abén Humeya, creo recordar,  o La Voz de la Serpiente; no me hagáis mucho caso.) también me daba -desde su atalaya de Javier Luna o de Alí Yibril-  credencial como embajador en Al Ándalus. No sabéis como he buscado ese librito pequeño entre los recovecos de mi biblioteca. Pero éste, por esa cualidad de escurridizo que el tamaño le procura, se empecina en no aparecer.

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Buceando por la red, he encontrado una preciosa descripción de Javier Espinosa que no me resisto a insertar. Porque lo clava. Y -cómo cito autoría-  pues eso, voy, me atrevo y lo pongo. Después, y como es natural, viene una breve muestra del Javier poeta; una somera selección de su libro “Entre el Tigris y el Eúfrates” que, tan amablemente, me ha cedido temporalmente el otro Poeta: mi querido amigo Juan Miguel González del Pino.

Esta, es la descripción escrita por Cristóbal Carrasco Bermudo. Licenciado en Filología Hispánica, poeta y escritor, nacido, como Javier, en la villa de Campillos (Málaga).

A Alí Yibril (Javier Espinosa),

Poeta y Príncipe de la Luna.

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“Aquel que cruza la calle, vestido de lino blanco como visten los latinos, y que lleva una bolsa con un cartón de vino tinto en una mano y la funda de un violín en la otra; aquel hombre de no más de cincuenta años, moreno, pelo corto, de estatura mediana, que se va acercando algo corvado y haciendo eses como si fuera borracho; aquel que le dicen que se parece a un ángel pero molido por el peso de las alas, que le dicen que está loco porque se desnuda en el andén de las costumbres, que le dicen que no es de este mundo porque tiene los ojos siempre llorosos y también porque parece como si te hablara en versos tristes y termina uno llorando con él todas las desgracias del ser humano.

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Aquel que abre el cartón de vino y ofrece un trago a un vagabundo que siempre está en la plaza, y que luego mira el baile de las palomas para hacer tiempo y presentarse ante el paraíso con un poco de heroína mal cortada… aquel príncipe desgarrado de los paraísos celestiales y terrenales, que ya pasea con los andares de un velatorio y grita a veces la premonición del fin del mundo, y que se siente príncipe al clamar un trozo de felicidad al kiosquero de la esquina, y que se siente poeta entre novísimos presumidos, y que se siente niño a la vera de los políticos.

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Aquel que describe en su violín la sinfonía de los árabes, y mancha el cielo de una música parecida a los cantos de los gatos bajo la luz de la luna… Aquel que baila sobre las cenizas de una civilización perdida y clama al reino de los califas su triunfo sobre la faz de la tierra… Aquel, te digo, que lo ve todo en claro, pero nada importa, es quien abraza la espada y desenfunda el corazón por todos y por nadie… “

Estos son algunos de los…

POEMAS

DE JAVIER ESPINOSA

  “Sólo me ciñen
los brazos de tu ausencia.”                                  
 
 

#01

ethhh

Tengo cuarenta años y pocos dientes,
mas alguna noche
glorioso paseo por los jardines,
con la sonrisa de un pájaro en la boca,
como Jesús del brazo de Juan, como un novio,
y murmuran aquellos que te acusan…,
con el dedo te apuñalan, con los ojos,
si supieran…
Por la mañana levanto mis ruinas
mientras la luz silenciosa me saluda
con el dedo en la boca, susurrando
me dice: cállate,
nadie sepa nuestro blanco secreto.

# 02

fhhe

Sólo en la palabra mora quien amo.
¿Dónde podría encontrarte sino en ti?
Verbo de la vida
escondido tras la apariencia fugaz
de las criaturas.
Míralas, recónditas, surgir
del vientre de la tierra,
repitiendo, así las olas,
la eterna llegada de la vida y la muerte,
un paso inalterable;
sucediéndose incesantes,
gangrenas y caricias, puñaladas y besos.
Rostros amados, rostros perdidos,
que dejan una huella sangrienta
en nuestro pecho.
Sólo la palabra, ¿y lo demás? No existe.

# 03

ghhf

Pues sólo tu amor quiero,
por él me humillo
y me reduzco.
Así empezaré a perderte.
Así te enseñaré
lo que es amar,
a ti, que nada sabes de esa muerte.

 # 04

srter

Cuando nací
el aire me asfixió
y enrojecí de ira.
¡Qué cauterio de soles!
Qué caudal
trepanando por mis ramas
cicatrizaba heridas.
Después vi palomas
agitando sus alas
en un cielo azul
y vi el mar.
Me atraían
rumores de veleros
en luminosas aguas.
Me llamaban.
No dudé,
la amada y temible
condición humana
de nuevo me vestía.

 # 05

zdfhth

Susurra la reina Freddy:
el espectáculo debe continuar,
pero ¿ha comenzado? Nos besa,
nos acaricia, con el último pétalo
que queda en su cuerpo, la voz.

¡Ah! En verdad nos enamora
cuando nos dice que se va,
se va para siempre.
Más ya no habrá amantes
ni amigos generosos
que abran en sus ojos paraísos,
ni fuentes refrescantes en sus poros,
ni ofrecerán como prado su piel y sus mejillas.

El espectáculo debe continuar,
nos canta, triste,
aquel para quien fue dulce la vida,
que se va, se va para siempre.

 # 06

zfhh

Es amargo

el amor de Lucifer

como la flor del sueño

mas si conoces

sus besos de hielo

sus glaciales labios

de púrpura letal

oirás el canto

del pájaro serpiente

que lleva el corazón

de aquel quien es

señor del fuego.

 # 07

dghh

No pudo Dios evitar

que yo te amase.

Más puso entre nosotros

la distancia,

desde el infierno al cielo.

La recorrí cien veces.

Un cansancio de siglos

duerme en mis ojos.

Y puso Dios mi amor

Junto a su olvido.

 # 08

rhgergh

A veces los milagros se cumplen:

he llegado a cumplir cuarenta y un años.

Como premio he recibido

una camisa de vivos colores,

una vara de nardos

la música divina de Bach

y un chapuzón en el mar.

¿Suficiente?, acaso excesivo salario

para quien ha renunciado al trabajo.

…///…

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