LA DELIBERADA MALA EDUCACIÓN.

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LA DELIBERADA MALA EDUCACIÓN.

Habeo quem fugiam, quem sequar non habeo
«Sé de quién tengo que huir, pero no sé a quién debo seguir».
(Proverbio Latino)

Cuando lo innecesario se alía con la ofensa, se torna en provocación (también innecesaria) incluso para las personas que, como yo, nunca se han echado las manos a la cabeza ante la irreverencia y el desacato. Ante la extravagancia y el desvarío. Pero cuando me hieren la vista o el oído, me mosqueo aunque ni me vaya ni me venga. Y me mosqueo, porque concurre una circunstancia queridos míos; sepan ustedes que lo respeto todo menos la deliberada mala educación.
Adoro el doble sentido. La palabra malsonante crítica y oportuna; el disparate sin exceso y la burrada comedida.

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Soy consciente de que el «tocacojonamiento» es, las muchas de las veces, imprescindible y conveniente. Pero me repito: Todo lo respeto, menos la deliberada y adrede mala educación. Y no me gusta, en absoluto, que determinados imbéciles, traten de provocar situaciones, que en un momento dado, puedan desembocar en coyunturas y posiciones indeseadas y peligrosas.
La altivez, la altanería y la arrogancia de determinados sectores catalanes están colmando la paciencia de muchísimos paisanos (aunque renieguen de ellos) suyos; españoles y catalanes. Yo, que sólo entiendo la convivencia pacífica y próspera, dentro de los parámetros del respeto, de la tolerancia y del miramiento, lo estoy viendo venir.

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En referencia a la difusión del innecesario Padrenuestro «coñero» –y desde mi más convencido agnosticismo– tomo prestadas las palabras de mi muy querido amigo el Poeta Juan Miguel González del Pino, que con absoluta clarividencia, define el momento actual con unas bellísimas palabras escritas para mi blog hace ya algunos años.

«Frente a la cochambre hegemónica de coleguillas subvencionados, ¡La insurrección de la delicadeza!; contra la plaga de advenedizos trileros, ¡La noble apuesta por la belleza!; frente a tanta voraz ramplonería monotemática, ¡La rebelión del buen gusto!»

Debemos de respetar, incluso más, a las personas con las que no comulgamos (miren que oportuno!). Porque si no, esto se va a transformar en el coño de la Bernarda . Y la Bernarda, últimamente, no está para que le toquen mucho el coño y puede que empiecen a pagar justos por pecadores, y lo que es peor, que empecemos a pagar los pecadores de toda la vida, por imbéciles provocadores. Iniciemos pues, todos juntos, la rebelión del buen gusto y dejemos a cada uno con sus convicciones y sus creencias.

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Las imágenes que ilustran esta entrada, son obras del artista Michael Hutter

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LAS IMPERTINENTES

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Hace ya  algún tiempo, escribí en este blog un articulo que hacía referencia a un carácter aborrecible y endemoniado que se da en ciertas personas.  No es esa característica sino la mal llamada cualidad de “La Mala Pipa”.

 “La Sieso Manío”, se titulaba aquella entrada.  

 https://fathergorgonzola.com/2009/07/08/809/

 El carácter que hoy nos ocupa  -y aunque lo parezca- nada tiene que ver con ésta;  a pesar de su similitud y la de compartir ciertas características detestables comunes. Hoy queridos amigos en fraternidad, hoy hablaremos de esas personas tan peculiares como desagradables; tan irritantes como odiosas; tan repelentes como antipáticas: Las Impertinentes. Esas mismas.

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Al igual que las “Sieso Manio”, las impertinentes, suelen pertenecer -en la mayoría de casos- al sexo femenino. O será, puede ser- que yo solo conozca a impertinentes de este género. Si alguna miembra, fémina cercana o amiga desposada, se sintiese denostada, atacada  y/o aludida por este texto, pido perdón de antemano, porque nunca fue mi intención el llegar al vituperio ni a la personalización. Tampoco a señalar. Aunque  -si se diese el caso- sí a la reprimenda y al reproche. Por ser tan joías por culo, dañinas y taimadas. A las impertinentes me refiero, claro.

 Y digo esto, me explico, porque los hombres, podemos pecar de rudos o de groseros. De bruscos, ordinarios e incluso zafios. Pelín merdellones si se me apura, pero nunca de impertinentes. Podemos ser molestos, pesados e insolentes. Pero nunca impertinentes. Detestables y odiosos en el trato. Unos mamones, pero nunca impertinentes. Lo que yo te diga.

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La extremada crueldad  y sutileza de la impertinencia -como arte sublime y divino del insulto- sólo está reservado a determinadas féminas que -tras larguísimos periodos de ensayo, preparación y formación- llegan a las mas altas cotas, a la más alta excelencia, en el difícil arte del insulto encubierto, escondido y solapado.  

 “Que mona estás hoy… y ese vestiditooo? De Zara? A mi me regalaron uno igual pero no me lo pongo nunca”  

Toma!! La primera en la frente!

 Verán, como decía antes, nada tienen que ver las “Sieso Manio” con las impertinentes. Puesto que las primeras, detentan esa falaz característica -la antipatía-, de forma natural e innata. También involuntaria.  Sin embargo, las impertinentes, tienen la capacidad de, libre y espontáneamente, joder finamente con el comentario artero; dardo envenenado de curare que lanzan para debilitar y minar la moral de inmediato. Jodiéndole la noche  a su presa de una manera tan insensible como efectiva.  

 “Te has dado cuenta como te mira la mujer de Paquitoooo?” Buenoo… Muujeeerrr…. La novia… O  lo que sea!!

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Siempre está lista y preparada para derramar su  mordacidad sobre el incauto (que suele ser el más modoso) que se le pone a tiro de su desagrado; de su insuperable animadversión y mala leche.

 Mala leche. La muy mala leche es otra de las características de la impertinente.

 La impertinente suele estar debidamente preparada e informada. Posee titulo medio o superior universitario. Por lo que sus ráfagas de impertinencia, suelen ser a propósito y con la finalidad especifica de dar por el culo muy mucho al receptor.

 Las impertinentes pueden ser  -como todo el mundo- de alta y de baja cuna- Las de alta cuna, expelen impertinencias por los poros, casi siempre, como método de defensa para sus propias debilidades y defectos. Las de baja cuna, tratan de ocultar sus orígenes humildes, interpretando un papel que le viene grande, y que por tanto, se le nota muy desde lejos. A pesar de sus pesares.

“ Camarera!!! Me pasa más elentrecós? Questá muy crudos”

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Suelen tener una circunstancia especialmente fastidiosa las impertinentes: unos maridos buenísimas personas que además, casi siempre, suelen ser íntimos amigos de los atacados y/o atacadas por el espécimen de referencia- Se trata, esta circunstancia, de una treta premeditada. Perfecta y deliberadamente tramada. Pues así, se procuran la callada por respuesta del ofendido. Por mor de la amistad conyugal y el “No vayamos a liarla”.

 El cónyuge de la impertinente -jovial y alegre; participativo y líder de grupo normalmente, en presencia del bicho se suele encontrar ciertamente capitidisminuido por la amenaza de acción de la alimaña. Pues siempre está temeroso del irracional y sorpresivo ataque del caimán desorejado que le pondrá en evidencia delante de todo el mundo.

 Cuando, pongamos de ejemplo, en una acto entre amigos, alguien ha cantado, recitado, hablado, o contado un chascarrillo, cuando ha finalizado, y ya se retiras entra palmadas en la espalda y felicitaciones. La impertinente le espeta:

“Oins… Pues aquí no se ha oído nada de nada! Nadie se ha enterado!!. Lo puedes repetir?”

 Miras, si es tu caso, al marido, que baja la cara avergonzado -o sale al quite, inmediatamente, cambiando de conversación-  y sonríes a la íalagranputa con cara de “Quetedén”

 Suelen llegar las arpías a las reuniones, normalmente con dos caras: o con cara de espátula y cuellopavo colgando. O con cara sonriente e insolente, pero avizora, buscando el objetivo de sus crueldades.

 Suelen hacerse las tontas. Te abordan con una sonrisa clavada  en el rostro, y  con una voz un poco tontina adrede  y -de improviso- te sueltan la necedad.

“Oyeeee…fulanitaaa…. Que le paaasaaadooo a tus pelooosss que pareces una leonaaaa?”

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La interpelada se queda de piedra y no le contesta -amparada por su propia prudencia- aunque podría preguntarle a la interpelante como le va con su nueva cara de comepollas después del implante labial. O que tal con esas tetas desproporcionadas al ancho de su infame careto.

 En fin, que son unas magníficas busca problemas. Terminaré, como en el articulo de “La Sieso Manío”:

 “Si tienes la desdicha de conocer a una impertinente, mantenla de tu vida lo mas lejos posible. Son insoportables.”

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Nota:

Todas las ilustraciones son de

mi admirado y querido amigo

Andrés Mérida!!!

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