EVGENI GORDIETS, EL PINTOR DEL SILENCIO…

Son, principalmente,  dos los amigos (uno virtual y otro presencial) los que me proporcionan, con sus múltiples aportaciones, las debidas inspiraciones para insertar en este blog los trabajos monográficos que dispongo para el lector que así lo desee en cuanto a artistas dedicados a eso de la pintura. Ellos son Taz Looney y Edgar Neville. Cuando alguno de ellos me dan norte de algún pintor que me interesa, inmediatamente me pongo a investigarlo

Antes, una confesión…

Desde hace algún tiempo, voy guardando imágenes de obra pictóricas en un par de carpetas en el disco duro externo  dedicado a las cosas que no quiero que se pierdan o borren. La intención no es otra que cuando vienen amigos a casa a pasar alguna de esas veladas divertidísimas que de vez en cuando surgen, suelo poner música y para complementarla, con un programa de presentaciones, pongo en modo aleatorio las miles de de imágenes guardadas qué, a la postre, proporcionan un fantástico resultado de imagen y sonido que distrae, inspira y mejora la charla.

A lo que vamos:

Uno de esos últimos «chivatazos artísticos» me lanza por los espacios interminables para investigar más profusamente en la obra de un autor ucraniano llamado Evgeni Gordiets y, miren por donde doy con un blog que lo pemire que me dice es literalmente: Bienvenidos…! Espero disfruten los minutos que dediquen a recorrer estas páginas y si encuentran algo que sea de vuestro agrado… Se lo pueden llevar!! Suerte!!

Suerte la mía por haber encontrado un blog que disfruta de uno de los placeres  más apreciados por los internautas: El trabajo bien realizado y el permiso desinteresado para poder llevártelo a tus aposentos irreales- Gracias por su Mirada de Bruja

(http://miradadebruja.blogspot.com/2014/02/evgeni-gordiets-el-pintor-del-silencio.html)

Va este artículo sobre el autor antes citado:

 

Evgeni Gordiets, el pintor del silencio…

Cuando, por estos dìas, se leen las noticias y se miran los noticieros, los acontecimientos en Ucrania destacan una vez más, poniendo a este pais en el centro de la atenciòn de Europa.
Ucrania ha tenido siempre una especial significaciòn por su situaciòn fronteriza entre Europa y Rusia, y su historia ha reflejado esa condición, desde que estaba unida a la Rusa Imperial, dominada primero por los tártaros, más tarde por los Zares y, finalmente por la Uniòn Soviètica, el último Gran Imperio. Siempre ha tenido roles protagònicos en la historia de esa zona del mundo,  pero fue durante el año 2004 cuando la llamada Revoluciòn Naranja – producto de la corrupciòn de un acto eleccionario – la mostrò como ese paìs que luego de 14 años de independencia de la antigua URSS, se encontraba en una profunda crisis econòmica, moral,  social y política que ha  conducido a muchos de sus ciudadanos a emigrar a otros paises de la Uniòn Europea, Canadá y Estados Unidos.

Esta ha sido  la cuna de Evgeni Gordiets un pintor de corte surrealista segùn los críticos, quien a los 5 años de edad fue considerado un niño prodigio en su pais, asistiendo a la Escuela Nacional de Bellas Artes, recibiendo posteriormente una Maestrìa en Arte y luego el Doctorado en Bellas Artes en Kiev.


Actualmente vive en Estados Unidos, siendo un ciudadano más de Ucrania que eligiò el camino del exilio, en su caso no solamente por los avatares polìticos de su pais, sino en búsqueda de escenarios más pacìficos y propicios para el desarrollo de sus dotes artìsticas.
En 1986 recibió de parte de las Naciones Unidas el primer premio al mejor pintor de Ucrania.

Veamos:

 

LOONEY, EL BATON ROUGE Y ALLAN POE.

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LOONEY, EL BATON ROUGE Y ALLAN POE

«Navegué con Jasón y los Argonautas…
temblé de miedo con el Manuscrito encontrado dentro de una botella.
Conocí a la ballena blanca de Ahab y a Dorian Grey;
y por llegar, fíjense Uds. llegué hasta la Isla del Tesoro .»

(Tardes de lluvia con el Nibelungo. Father Gorgonzola.)

Hace algunos días, terminé de leer una novela policíaca de César Pérez Gellida cuya acción se desarrolla en la ciudad de Valladolid. En esta historia, un inteligentísimo asesino en serie llamado Arturo Ledesma, frecuenta un «bar de cabecera» donde, desde el anonimato, pasa sus ratos libres entre suspiros de cocaína y libaciones varias de Ginebra Hendrick’s maridada con Tónica Fever Tree.

Vamos al bar, que es lo primero y lo que quiero.

Describe ese bar -y a su propietario- como un templo -entre tanto local de modernidad estandarizada- donde la música era especial y singular. Seña de identidad. Un lugar donde el ambiente era proporcionado por un camarero-propietario culto e instruido, con una habilidad muy particular para poner siempre la música idónea; y que se salía, ya te digo, de la comercialidad y la simpleza imperante en el resto de negocios del ramo.

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Describe el bar y sigo, oscuro, con un aspecto decadente y con una larga barra donde, al final de ella, se hallaba el cubículo del diablo de Tasmania; con una clientela casi fija. Y con un «atendedor», ya te digo, que brillaba, por su capacidad cultural y por saber las cosas principales que un profesional del lado estrecho de una barra debe de saber: que beben sus habituales y que música les gusta.

En Málaga, había ya hace algunos años, un bar que me recordaba muchísimo a este otro literario de Valladolid. El de Málaga era el Batón Rouge. Y era igual que este que acabo de describir. De hecho, lo que acabo de describir no ha sido sino el Batón Rouge. Porqué decir otra cosa.

 

El Batón Rouge era el último escalón de la consciencia. El sitio donde se perdía cada noche el poco equilibrio que nos restaba. Era el reducto de la última dosis de realidad donde a golpe de chupitos de Jacks Daniel’s, destripábamos la vida a golpe de interesantísimas conversaciones acompañados por una música de calidad suprema siempre proporcionada por Jose. Jose el del Batón. Uno de los pájaros más ilustrados y eruditos de entre los que anidaban en las madrugadas brumosas de aquella Málaga que fue, desde los años más gloriosos de los 80, a los más menguados y decaídos de finales del Siglo XX.

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Jose ahora renace en las redes cómo el tasmano Taz Looney.(no sé si a él le gustará que yo lo descubra) y haciendo honor a esa conocimiento cultivado que tiene, me lleva a una niñez- adolescencia (porque yo también me acuerdo de ese día de fiebres y estirón) de la mano de sus lecturas de terror; de los Cuentos de Edgar Allan Poe (porque yo también, en esa época, me los leí). De sus comentarios inteligentes.

Ahora no voy escribir más, voy a copiar literalmente lo que mi amigo Taz, escribe sobre Poe. sobre esos relatos extraordinarios (es precioso) y sobre esa juventud que cada vez nos encontramos, cada mañana, más aprisionada entre los pliegues de nuestra memoria.

De regalo, os añado los cuentos completos del autor, traducidos por Julio Cortázar.

Proporciónenselos a sus jóvenes hijos o nietos para que los lean. Dejen que se asusten oyendo latir un corazón delator a través de las paredes; no les importe que se imaginen al Diablo subido en un campanario. Permítanles que lleguen a oler un extraño y sorpresivo tonel de amontillado. No dormirán -lo sé por propia experiencia- pero no veas como ejercitarán la imaginación. Años después, el susto habrá desaparecido. La imaginación, perdurará.

«Me volví loco, con largos intervalos de horrible cordura.»
Edgar Allan Poe.

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Dice Taz Looney:

«Allá por mis trece, catorce años, pillé unas fiebres cojonudas que me postraron en cama más de una semana. Allí me llevé un volumen con las Narraciones Extraordinarias que había estado evitando irónicamente hasta esa fecha. Los relatos se sucedían como una espiral la calle Morgue, la Mansión Usher, Berenice, Morella, Valdemar, entraban por la habitación y se quedaban hasta que los personajes del siguiente relato ocupaban el cuarto. Cada una de esas historias tenían ruidos y olores como a hierbas y flores marchitas, o a polvo rancio en cortinas y muebles, olor a foso de humedad y putrefacción en los sótanos y mazmorras.

Durante la noche unas formas muy quietas estaban apoyadas junto al armario o tras la silla pero yo simulaba no verlas. Alguien debía haberme hecho una herida en la cabeza y la almohada estaba empapada en sangre. Hasta que un día las fiebres acabaron. Noté que yo y mis huesos habíamos pegado un considerable estirón. Las terroríficas pesadillas duraron algo más. Pero estos relatos se me grabaron en el alma para siempre. Y algunas (bueno, muchas) veces me gusta recordarlos, lástima que la inocencia se fuese para siempre!»

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Y aquí tenéis los Cuentos de Edgar Allan Poe. Traducidos, yo os lo he dicho, por Julio Cortázar.

edgar allan poe – cuentos completos.pdf

Disfrutadlos!!

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