TABLETOM Y EL PORTAL A UN NUEVO TIEMPO

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(© Pintura Andrés Mérida)

TABLETOM Y EL PORTAL A UN NUEVO TIEMPO

Debo de confesar –aunque no haga ni maldita la falta– mi inquebrantable devoción y estima, mi más absoluta querencia y mi firme fidelidad hacia el más singular grupo musical que ha dado ésta ciudad de Málaga: TABLETOM. Así pues, doy por señalado y advertido, que este comentario que ahora viene, no es para nada ni objetivo ni imparcial; más que nada, porque son muchos los afectos y recuerdos que me acompañan y que me sobornan la imparcialidad. Muchos son también los buenos ratos pasados al cobijo de su música y de su compañía en saraos privados; y ya se sabe eso de que es de bien nacido el ser agradecido; así que no puedo abstraerme a lo que me dicta ése gordo colorao latiente que habita en la mitad de mi pecho y escribir de ellos desde la perspectiva de la amistad y del aprecio. Y lo hago de esa manera, porque cómo uno es dueño y señor de este sitio, hago lo que me apetece sin temor de herir susceptibilidades ni opiniones contrarias. Soesazín!

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(© Fotografía Ros Guitars)

Bastante son los artículos que he escrito -en este blog- acerca de esta jauría de genios que llevan acompañándome, desde aquellos primeros albores en los que empecé a cargar mi impedimenta cultural de buena música. Hablo de conciertos en colegios y en salas al aire libre de finales –quizás mediados–de los años setenta. Mi admiración viene pues de lejos. De los tiempos remotos en que las tonalidades preponderantes eran los grises y marrones tirando a dar.

Han sido estos más de cuarenta años –de actividad discontinua del grupo y de mi consiguiente seguimiento–  tiempos de cambios también en la formación del  susodicho. Mis primeros recuerdos son para los músicos primeros cómo lo fueron de Denis, Nono Higueras y Salvi Zurita; o del gran Lito Fernández; del enorme Jesús Ortiz (los más antiguos) y pasando después por Manuel Arrabal, Ramón Baena, Agustín Carrillo y Carlos Becerra ( los más modernos);  de Tony Moreno –penúltimo frontman– y por supuesto del inimitable e inigualable Rockberto. Que el alma de mi amigo descanse en paz en la muy suya Plaza de la Mierda. Todos ellos –y durante cada una de las épocas del grupo– comandados por los dos líderes indiscutibles de Tabletom que son Pepillo y Perico Ramírez.

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(© Fotografía Ros Guitars)

No obstante, tras esas formaciones y etapas –todas gloriosas y memorables– debo de reconocer que la actual me llega a encantar y a sorprender. Y eso del sorprender, no debiera de darse; porque conociendo la excelsa capacidad musical de los nuevos componentes, y su amplia experiencia cómo músicos, no tendría que extrañarme ese sonido compacto, cerrado y consistente; medido hasta la perfección, que, más que nunca ( y me perdonen los anteriormente aludidos) se adueña del escenario y se transmite de forma inapelable y firme hacia el público asistente fiel y entregado que siempre arropa y sigue al grupo en todos sus conciertos.

La nueva formación: Jorge Blanco (Bajo) Nico Huguenin (batería) Manolo Nocete (teclados) y la percusión de Manolo Toro, junto al nuevo cantante: el polifacético Salva Marina, escoltan en «Luna de Mayo» a los hermanos Ramírez, que musican excelentemente, como siempre, las magistrales letras de Juan Miguel González del Pino. Todos ellos, en una perfecta conjunción y armonía, producen y transmiten un feeling especial y único. Un vínculo de oficio, habilidad y sapiencia que, ya os digo, se nota tanto arriba cómo abajo del escenario y que llena todos los rincones de la sala de turno.

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(© Fotografía Ros Guitars)

Ver de nuevo al grupo cabalgando a lomos de sus nuevos trabajos –sin olvidar sus éxitos míticos– me hace albergar la esperanza de que este nuevo Tabletom, tiene todavía por delante, mucho camino que recorrer; mucha carretera. Aunque ésta última –The Times They Are A–changin‘ que decía mi maestro– ya sea sin manta y sin cacharra.

También –que quieren ustedes que les diga– resulta un verdadero honor (y un orgullo) que mi blog y mi nombre figuren en los créditos del disco con un cariño inmerecido aunque recíproco.

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Luna de Mayo; el último disco de Tabletom –con portada del egregio pintor Andrés Mérida– está llamado a ser el portal a un nuevo tiempo en el universo tabletoniano. Una puerta interestelar entre los viejos y los nuevos tiempos. Y a aquellos nostálgicos de las etapas pasadas, que refunfuñan y protestan por lo irremediable, les recomendaría que no se ciñeran al recuerdo solamente; y que éste, lo compartan generosamente con lo que ahora se nos está ofreciendo. Porque es mucho lo que hay y es muchísimo más lo que viene.

Vale dictum!

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(Father Gorgonzola con el autor de la portada del disco Andrés Mérida y el fotógrafo Jesús Mérida)

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(© Pintura Andrés Mérida)

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