TRES
¡Qué extrañas criaturas son los hermanos!
Jane Austen.
-Dulce es la voz de una hermana en la temporada de la tristeza.
Benjamin Disraeli.
Muchos son –a mi modo de ver– los arrestos que necesitan los actores para exponerse a las miradas de un público atento e interesado, aunque embutido también en el sentido crítico y escrupuloso (a veces cicatero en el juicio y poco generoso en el dictamen) que le proporciona el imprescindible detalle de haber pagado una entrada para asistir a una representación teatral.
Muchos son los arrestos que necesitan, los profesionales de la escena, para dedicarse hoy día a una profesión en la que sus honorarios representan un porcentaje de taquilla y al que, en muchos casos, sólo le conforman el reconocimiento y el calor de la concurrencia.
Cómo se da la circunstancia de que comparto sangre imaginaria con un actor de la talla de Luis Centeno – compadre, amigo fiel y perdurable– resulta que sé de lo que hablo; de una profesión dura y muchas veces desencantada por los resultados de público y por los escasos apoyos institucionales; por la inseguridad y la discontinuidad laboral. Una profesión que siempre lleva como impedimenta un enorme esfuerzo mental y físico para salir airoso de cada una de las aventuras emprendidas. Mil horas de preparación y ensayo. Tres y tres veces más de estudio y memorización. El jugárselo todo a una sola carta cada noche.
Tres por dos seis son los ovarios –como pude comprobar el viernes– los que se necesitan para salir a escena y exponerse –con esa desnudez a la que obliga el personaje– delante de un público entregado y al que puedes tocar con la mano, para transmitirle un pasaje de disputas y desavenencias familiares, de reconciliación y solidaridad. De ternuras escondidas entre los pliegues del rencor y del resentimiento; de la aflicción y el desconsuelo.
Seis son los ovarios que le echan (a razón de dos, caben a dos) Elena de Cara, Anita Iglesias Cumpián, y Olga Salut para llevarnos a los asistentes a la reflexión sobre tu propia condición familiar; sobre tu propia situación como hermano y cómo hijo. Acerca de las familias que corren el enorme peligro de desmembrarse cuando falta el efecto (y el afecto) «adhesivo» y conciliador de los padres.
Seis son los ovarios que le echan (a razón de dos, caben a dos) Elena de Cara, Anita Iglesias Cumpián, y Olga Salut para llevarnos a los asistentes a la risa y a la alegría reparadora y reconfortante. Esa es la magia de esta obra: La capacidad de llevarte en un instante desde el dolor a la alegría; desde la desolación al júbilo y al contento.
TRES es un espectáculo escénico carente de aparatosidad, en el que una simple olla de conejo con tomate y una botella de coñac de color incierto suplen cualquier aparato ostentoso e innecesario . TRES. Muy recomendable; no se lo pierdan. Todos los jueves y viernes de febrero a las 20:00 en la Sala B del Teatro Cánovas en El Ejido.
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