BAJARSE AL MORO. BULERÍAS DE ZAGORA

BAJARSE AL MORO.

BULERÍAS DE ZAGORA

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“Somo´s Moro´s, Somo´s Ma´s Bien Moro´s

Bajando de un monte, desde el horizonte

Bu´scando la Lu´z

Somo´s Moro´s, Somo´s Ma´s Bien Moro´s

Bajando de un monte, de´sde un horizonte

Llamado Andaluz.”

 

Tabletom -Mezclalina-

 

 

Hay una querencia muy especial de toda Andalucía  hacia eso de bajarse al moro. De visitar irresistiblemente Marruecos, que es cómo le llaman al moro los que no lo tienen a tiro de un par de miles de brazadas entre la corriente.

 Los gaditanos y los malagueños detentamos, si cabe, con más entusiasmo y vehemencia, esa simpatía por los vecinos aluitas; esa atracción hacia su tierra. Allí, nos sentímos en nuestra casa. Será, claro, por la proximidad. Por lo fácil que nos resulta llegar hasta Tarifa y coger un rápido Ferry que nos lleva hasta Tánger y de ahí -por poner ejemplo fácil y cercano- a Asilah que está a un golpe de carretera. Sí desde Algeciras -vía Ceuta- a Tetuán.

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Un brazo de mar -ese par de miles de brazadas que representa el Estrecho- que nos acerca en dos horas a un mundo mágico. Mágico, no ya  por las alfombras voladoras, que haberlas haylas (juro por Abdeslam que he subido en ellas a lomos de té con hierba buena) sino porque es un mundo -cada día menos por descubrir- que aún guarda la esencia y la sustancia que el nuestro ha perdido ya hace muchos años, por un anhelo de modernidad mal entendida.

 Marruecos vive con otro ritmo vital. Con una cadencia armoniosa donde la palabra impaciencia, carece de valor. Y eso, aunque nos produzca  al principio, una cierta ansiedad y nerviosismo, acaba atrapándonos; de modo y manera que cuando volvemos a las “comodidades” de esta desaforada y frenética sociedad de consumo, transpiramos  -por muy poco tiempo, es verdad- una falta de inquietud  y de  preocupación, que para nosotros quisiéramos durante  todo el año.“La presa mata”

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Bajarse al moro es una terapia íntima, indispensable y necesaria. Repara  y vigoriza la mente, como si de una puesta a punto espiritual se tratase.

 Mi querido amigo el polifacético artista Jose Luis “Tato Zambrano” es un vehemente defensor de Marruecos y particulariza mucho en Tetuán. Tanto, tanto, tanto, que se ha comprado casa en la Medina de esta ciudad (Dar Abstract) y la alquila los tiempos en que no la usa él mismo con su familia. Entrad en su página. Preciosa y baratita.

https://www.facebook.com/lacasaabstracta?fref=ts

 Tato, sin él pretenderlo, es conocido en toda la Medina. Por muy lejos que vaya, todo el mundo lo saluda cordial y amablemente: Hola Siluí! Le dicen. Y él, agradece el gesto correspondiendo aunque no tenga ni idea de quien le dispensa el saludo de cortesía. Conoce Tato, las tiendas y comercios, al dedillo. Toda la Medina de Tetuán es su feudo; su territorio. Y es amigo de todo aquel que habita en treinta casas a la redonda de la suya. Yo, por poner un ejemplo, conozco en mis aledaños a un puñado corto de vecinos y pare Ud. de contar. Y me sobran la mitad. “No conozco a la mitad de vosotros ni la mitad de lo que querría, y lo que yo querría es menos de la mitad de lo que la mitad de vosotros merece.” Que diría el mediano Baggins.

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Por eso adoro bajarme al moro. Por eso. Por la amabilidad, por la proximidad que te regalan, por la hospitalidad que te dispensan. Por el reencuentro con los sabores, con los olores. El placer de la vista.

 Hay mucha gente a la que le da un cierto repelús y, en ningún momento, se plantean bajarse al moro para trasladarse a otro tiempo y a otra cultura para enriquecerse de y con ella. Aaayyyns… los moooromieerdaaasss. Dicen los joputas.

 Escribía yo hace algún tiempo -defendiendo a este pueblo- cuando alguien tildó a los marroquíes de “moro mierdas” en estos términos…

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«… Hemos olvidado, querido, que durante 800 años estuvimos invadidos por ellos, con lo que eso acarreó de ocupación bárbara. No hay más que ver las bestialidades de la Alhambra con su reino Nazarí, La Mezquita de Córdoba, La Giralda de Sevilla. Por nombrar los tres ejemplos más indiscutibles. Los Reyes Católicos nos metieron, fíjate tú, en una época oscura. Culturalmente hablando.

También ten en cuenta que el Califato de Córdoba ocupó no solo nuestro Al Andalus, sino toda la meseta central y parte de Cataluña.

La Conquista del Reino de Granada y la expulsión de los moro mierdas conllevó la perdida de una enorme herencia (solo en parte, afortunadamente) filosófica, científica y cultural en cuanto al desarrollo de la medicina y la astronomía. Que decir de la arquitectura. La jardinería. El tratamiento del agua en el entorno.

Los andaluces del foro: Pepis y yo, somos amantes y admiradores del pueblo moro

La Pepis y yo, morimos por un patio fresco y un botijo. Por una acequia y un arrayán. Verdad Pepis?

Porque cuando se tiene a un tiro de piedra Fez y Tetuán. Chefchaouen y Asilah. Tánger. No puede uno permanecer impasible. Y si además, te interviene el espíritu aventurero, y te metes hacia el sur del país en Marrakech, o Assauira. Meknes (como mi hija ha hecho en un coche y con grandes amigos marroquíes) te das cuenta de que tienes a tu alcance un paisaje precioso donde, insisto, aun no se han perdido tradiciones como la hospitalidad, y la conversación pausada.

Y cuando comes mantequilla vendida en la calle sobre hojas de morera y pan inolvidable, el tiempo se detiene.”La presa mata” dicen. “La gente con presa va al simenterio”

El estar sentado en la terraza azul y blanca, con el valle brumoso a tus pies, en Chaouen, tomándote un te dulcísimo con hierbabuena, es un lujo que solo se puede pagar con lagrimas de emoción incontrolada. Y si encimas te fumas una pipita de kifi, meón que meón. Que lo Cortés, no quita lo Pizarro (sic).

Yo desde luego sueño con volver a hablar con Mustafa y con Souad. Y que me sigan enseñando a tener tiempo para mí. Aunque sean unos moro mierdas…»

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Mis queridos hermanos Cumpián, son tan admiradores de Marruecos como asiduos visitantes. Francisco (el Poeta) y Diego (el músico y traductor) compusieron unas Bulerías al alimón. Cada uno escribía una línea, y de ahí surgieron las…

 

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Estas son:

 

#01

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Tú vienes harto de kifi

por los ojos te lo veo

los niños me pidan pan

yo quiero darle y no pueo

Fatima busco trabajo

no hay de donde sacá na

yo me enciendo una pipitas

y me pongo a cavilá

#02

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Zagora cábila mora

rodeá de palmerales

cada vez que voy a verte

se me van todos los males

 

#03

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En Zagora las palmeras

enseñan sus dulces frutos

tu los escondes Fatima

pero yo los disfruto

 

#04

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Zagora tiene un río

de agua fresquita

que antes de ir al desierto

va a la mezquita

ni  la mezquita niña

ni el agua clara

juntas son tan bonitas

como tu cara

#05

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El desierto se traga

mis pensamientos

tu cariño mi mora

 lo lleva el viento

 

#06

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Mi morita bonita

vete padentro

que una mora en la calle

fuego por dentro

#07

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Soy morito chiquitito

quiero ser guía

pa enseñá a los turistas

la tierra mía

la mezquita y el zoco

 los palmerales

no es pamí lo que pío

ques pa mi mare

#08

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De Tanger a Marrakech

de Marrakech a Zagora

el desierto, los camellos

y las palmeritas solas

Morita mora trabaja

Trabaja morita mora

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…///…

RECETARIO DE COCINA MARROQUÍ (II)

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RECETARIO DE COCINA

 MARROQUÍ (II)

LAS SOPAS, LOS PESCADOS

Y LAS CARNES.

Sé que mantengo una deuda pendiente con Marruecos. Con el Sur de Marruecos concretamente. Porque todavía, y muy a mi pesar, ese Sur lejano se escapa de mi control en cuanto a visitas pasadas y planes futuros.

Pero con el Norte, Señores míos… Con el Norte de este país vecino, Señores míos… eso, ya es otra cosa.

La primera vez que visité Marruecos, fue en los mediados 70. Y lo visité como debía de hacerse en aquella época, subido a un  Citroen 2 Caballos, y pertrechados -los tres amigos que nos fuimos- con muchísima más ilusión y ganas de aventura que con dinero contante y sonante. Flotando -como mandaban los cánones- en una inmensa e interminable neblina de risas incontrolables y atosigados por humaredas de sabor dulzón.

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Como suele suceder con todas las primeras veces, aquella, fue la más inolvidable; a pesar (o gracias a eso) del desconocimiento del terreno que aún teníamos, y de lo novatos y bisoños que éramos en cuanto a viajar a ese país. De aquel viaje, insisto, es del que más gratos recuerdos guardo en el almacén de mi memoria.

Pasamos el destartalado coche desde Algeciras a Ceuta, para dirigirnos a Tetuán y encaminarnos (después de hacer noche) a nuestro destino final: Chefchaouen. Allí, en la misma Medina, dormimos en una humildísima pensión llamada “La Castellana”. Creo que ahora está muy bien, pero en aquellos tiempos era un verdadero muestrario de humedades -eso si, refulgiendo éstas en impolutas paredes azules-  y una ducha imposible de agua jabonosa estancada difícil de soportar. Nada por otro lado, que tres sanos chavalotes no pudiésemos aguantar.

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Téngase en cuenta, que estamos hablando de un pueblito de Marruecos en plenas montañas del Rif hace algo así como 40 años ya. Anteayer.

La experiencia fue fantástica, ya os digo…Imperecedera en la memoria. Comíamos a base de unos deliciosos y finos panes en los que untábamos una fresquísima mantequilla (que vendían en la calle sobre hojas de moreras) que ríase Ud. de las mantequillas Lorenzanas, Flandes y demás. Pinchitos y keftas a docenas acompañados con té azucarado en la Plaza de la Medina y algún infrecuente cús-cús que nos sabía de maravilla. Una preciosa experiencia aquella que fue el germen de las muy muchas visitas posteriores.

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En los 80, volvimos a ir muchas más veces, pero ya en mejores condiciones económicas en cuanto a condumio y alojamiento. Con un guía de lujo, mi queridísimo amigo Salvi Laporte. De una de aquellas visitas, distingo entre muchas, una anécdota:

Decidimos alojarnos en el mejor hotel de Chaouen: el Hotel Asmaa (hoy llamado Atlas) llegamos los tres coches de la expedición a sus puertas después de un viaje entre bosques verdes y frondosos. El Hotel, está situado en lo más alto de la montaña que observa al pueblo, y allí, nos encontramos con que estaba semicerrado; estaba éste solo atendido por una “cédula de mantenimiento” que creo que nos dejaron alojarnos allí para ganarse ellos un subrepticio sobresueldo. ¡Que entren los pardillos! pensaron los moros en un más que aceptable árabe.

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Entramos y nos recibieron un conserje altísimo y con una cara extrañísima. Tirando muy mucho para feo. Otro que andaba por allí como alma en pena y que no se enteraba de ná y un botones-ordenanza-camarero-chico para todo, que era un pequeñísimo enano con uniforme de color burdeos. El enano más enano que uno pudiera imaginarse: Bajo, gordito y calvo. Una suerte de Danny De Vito a la musulmana manera que Alá confunda.

Pues bien: Yo, llevaba una enorme bolsa amarilla (regalo de bodas) que el ínclito enano se empeñó -para ganarse la propina- en llevar a cuestas pese a mi reiterada negativa. De modo y manera que todos íbamos detrás de él, conteniendo la risa, pues la enorme bolsa, parecía desplazarse ella sola por los pasillos de aquella copia del solitario hotel de la película El Resplandor, porque tapaba completamente al enano y dispuesto mozo. Levitaba la bolsa en el aire mientras se desplazaba ella sol para adelante. Ya te digo!

Alborozo! Que hacemos?  Todos a la piscina, (estábamos solos, como es natural) disfrutando de unas maravillosas vistas… y a la habitación! Las duchas, de agua helada; pues no iban a encender las enormes calderas para ocho clientes. La cafetería (para un té que nos calentara después de la ducha) cerrada por el mismo motivo. En fin…

Al día siguiente, contentos de haber sobrevivido al del hacha en tan solitario establecimiento, dijimos adiós al larguipiri de la cara extraña, al mahara que no se enteraba de ná, y al enano De Vito; les endiñamos propina y pabajo!! Nos mudamos al Parador de Turismo en la Plaza principal de Chaouen.

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Más tarde, ya en los 90, entre otras veces, Santa y yo volvimos solos a pasar algunos días. A la vuelta y dispuestos a pasar la frontera, un policía se empeñó -con la connivencia de un chucho tontopollas y presuntamente amaestrado para esas lides- en que éramos traficantes de drogas al por mayor (no sé yo llevando un Ford Fiesta, que coño de por mayor, pero bueno!) y nos tuvo dos horas registrándonos el coche con el inteligente argumento de que el puto perro olía (en un dechado de capacidad olfativa) a porro dentro el coche. ¡¡¡Aquí se ha fumado haschís dentro del coche!!! Alegó como quien había descubierto la vacuna contra la estupidez. Y nos miraron los dos, poli y perro, acusadoramente.

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Lo miramos con cara de decir:  Ejque venimos de Marruecos, sabusté? Si viniéramos, de la Isla de la Toja, el coche olería a Jabón Magno. Nos dejan pasar a pesar de la reticencia del idiota policía de aduanas y del cánido pariente lejano y tonto de Rex.

Llega el siglo XXI y nos aburguesamos. De aquellos barros estos lodos. O como se diga. Y desde entonces, nos hemos limitado a alquilar una preciosa casa en Asilah en plena Medina con cocinera y limpiadora aparte que nos procuran unas estancias felices y cómodas más acordes con las edades que ya manejamos. Una delicia, que algún día, deberemos de repetir.

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Bueno…y ahora al meollo de la cuestión, que vaya como me he ido por los Cerros de Essaouira. Aquí os inserto un archivo referente a la gastronomía marroquí en general. Sopas, carnes, pescados, dulces…todo un universo de sabores que pongo a vuestra disposición.

Podéis bajároslo desde aquí:

Anne Wilson – Cocina marroqui

¡¡¡Que os aproveche!!! Y no sufráis que tengo más!!!

castellana

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