MANUEL SALINAS.
BAILANDO CON MÚSICA DE LLUVIA
Posee mi querido amigo el Doctor en Literatura Manuel Salinas un ligero aspecto de indiano urculiano.
Lo de indiano lo digo, porque parece (con ese moreno sempiterno que luce) recién llegado de allende los mares; además de la elegancia que le proporciona ese sombrero Panamá que le cubre la testa últimamente. Lo de urculiano, viene dado por esa apariencia y envoltura que le confiere dicho tocado, y que él sabe -tanto como nosotros- que le favorece y que le sienta tan bien, tan bien, que le procura papel principal como interviniente en el universo pictórico de Eduardo Úrculo.
Cierto es que si en vez de un Panamá, vistiera canotier, bombín o chistera, luciría igualmente elegante. La buena facha, que diría mi madre.
Tiene a bien mi buen amigo el Doctor en Literatura Manuel Salinas, el recopilar en un blog su última producción poética. ¿He dicho que es un insigne poeta? Pues lo digo: es un excelso e insigne poeta. Tal y como lo son la camarilla de amigos que le rodean. Mi muy querido amigo González -el del Pino- a la cabeza de tan distinguido grupo literario: Alot, Navidad, Quesada, Verdú y los propios Salinas y González del Pino, Don Juan Miguel.
Sigo con lo del blog:
Quiero escribir esta reseña en este mi sitio, acerca de mi amigo Manolo, ya sabéis… el Doctor en Literatura Manuel Salinas, porque quiero haceros partícipes de su lugar en Internet. Un lugar donde bailando, la palabra del poeta se resguarda de la lluvia.
Porque ya se sabe… “Siempre fue la lluvia una música muy bailable.» ¿Verdad Manolo?
El link a esa página, para que la visitéis, es este:
http://ningunanubeesinutil.blogspot.com.es/
Y como para muestra, vale un botón, -yo, que tiendo a la exageración- inserto en esta entrada seis muestras, que no una, de la poesía de Manuel Salinas. Para vuestro uso y disfrute. Para gozo y alborozo; júbilo, placer y regocijo que le dicen.
Como quiera que el poeta Manolo –no sé como lo hace- siempre está rodeado de bellas mujeres, ya sabéis eso de “Cuídate de los que saben escribir, pues tienen el poder de enamorarte sin tan siquiera tocarte”, he pensado que -a lo mejor (no sé que dirá la propia)- le gustaría que sus poemas estuviesen escoltados y amparados por las pinturas surrealistas de Michael Parkes.
Porque como mejor se está, maifrén, es en buena compañía.
Estos son los poemas que he destacado de Manuel Salinas. ¿Os es dicho que es Doctor en Literatura, verdad? Pues sabed amigos míos, que antes de eso, y por encima de eso, es poeta.
***
Tomados los ojos, no fue difícil adivinar que lo lluvioso y perdido
terminarían por echarlo de la tarde de sol aquella.
Manuel Salinas
Llévame a los cielos
envuelto en el fuego de las cosas que amas;
hospédame a solas en su corriente;
pídeme socorro con un perfume de flauta de espina;
avívame, soy lumbre,
violeta sonora de un ático donde las niñas
se peinan con alondras y cantan.
Vuélame la noche, la tarde, el claro día.
Madúrame la casa de verde fruta.
Lléname de saltos de caballo el alma.
Llámame con sueños por mi nombre de poeta.
Coróname de migas de buen pan. Ampárame
y baila hermosa, mientras el mundo se hunde,
con un dulce violín en la solapa.
Regálame esa nube para gastarla juntos;
dime que sí. Dame la tinta, luz, agua: todo
lo que sea tuyo y tiemble de alegría
en los falsos oros de esta pavana
que la noche toca en los atardeceres con niebla.
La palabra es río
y se demora en el aire como un pájaro.
Aves y peces son de un mismo linaje,
pertenecen a lo hondo.
Ay, y yo sólo miro el agua, el agua
que tiembla. El aire.
En las manos, el aire.
Tal es la malicia que me tiene que sólo desea quitarme la alegría de esos otros mundos que he visto alzándolos hasta los sueños, salvándolos de la noche donde se habían ahogado. Pues lo mío es cabalgar en lo oscuro, picar espuelas a contracorriente, emprender la hazaña que nos niega la voz que nos llama. Mira, que andar en las nubes es un destino. Mas cuida que, si bella es la verdad, también las mentiras sean bellas. Sé señor en todo. No ayunes en amores ni en derroches. Pide, que no te harte el descanso, que generosa sea la mudanza. Y de claro en claro, cree.
Y que así te ayude Dios, pues de nada vale el saber en este antiguo oficio de caballería, que alivia la tristeza, socorre el dolor, consuela la desgracia, ampara en la tormenta.
Desayunados todos,
en el hombro ningún sueño duele
y la muerte a la muerte ahoga en la azul rosa de una taza.
Prodigio esta mermelada
donde dulce aguardaba lo lluvioso
y perdido en los verdes manteles
y donde, para ver el milagro,
los niños cruzan el jardín con una nube en el pecho,
hartos de pan mojado y rubias alas de cristal de Sèvres.
Ésta es La Casa;
ésta es mi casa y sobra el café
y es pecado la tristeza
junto a esa naranja
que de la primavera bajó al frutero.
Es tu dolor lo mejor de mi vida:
me duelen tus manos, como una fresca llamarada;
me duelen tus ojos, de su herida vengo.
Me dueles tú, yo te conozco:
escasa eternidad
que ni llega ni se queda.
Y cuando deje de amarte,
qué raro fruto de frío será el mundo.
Es bueno que al dolor le duela algo,
que nada se repare,
que llore y que se muera.
Es tu dolor esa llama que llamo;
es tu dolor el color de mi alma.
Me dueles tú, dolor, yo te conozco,
yo sé de tu alta nieve, de la fiereza
donde se turba el agua.
En el aire del verano somos eternos.
Todo es fresca fruta que está en llamas.
Y hace tanto calor
que es joven luz la sombra en el celindo.
Vamos a abrir la ventana, no tardes.
Ya no estaremos más solos. Sube
que están las palabras que queman
en el parque, soñándote.
…///…
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