ELLA ENTRÓ, POR LA VENTANA DEL CUARTO DE BAÑO

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ELLA ENTRÓ, POR

LA VENTANA DEL CUARTO DE BAÑO

Esto qué vais a leer, lo escribí en este blog hace casi un año habiéndome enterado de la mala noticia de la muerte de unos de mis interpretes favoritos: Joe Cocker.

Uno de los tributos mas indeseados, y que se ha de pagar por eso del cumplir edades, es el del contemplar como la vida –impune y cruelmente– te va quitando las referencias que en ese trasiego, te han formado como persona.
Más de cuarenta años han pasado desde aquellos días en los que –por el Reino de Conde Ureña– bailábamos –feliz y frenéticamente– obligados por la voz ronca y áspera de un borrachín impenitente que se contoneaba en lo alto del escenario tal si fuese un espasmódico zombi: Joe Cocker. Ríanse ustedes de los Walking Dead y demás zarandajas. Danzábamos agitada y disparatadamente, porque así nos lo requería y obligaba el ritmo de “Marjorine”, o “The Letter”; o de “Delta Lady” o del “Something goin’ on”. Aunque también, para qué mentir, nos movíamos lenta y pausadamente –abrazados y siempre pendientes al roce improbable a la moza intransigente y confundida– con el Dylaniano “I Shall be released” y sobre todo con esa versión fastuosa e inimitable de The Beatles (y la guitarra de Jimmy Page) llamado “With a little help from my friends”.

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Si alguien me preguntara que tema escogería yo como favorito de este inglés, no me iría para aquel en que la Basinger se dejaba puesto sólo el sombrero tras la persiana. Tampoco lanzaría la gorra de oficial al aire delante de la pava; ni siquiera, fíjense Uds. lo que me atrevo a decir, tomaría Berlín después de haber tomado Manhattan; porque lo que yo, lo que yo verdaderamente escogería, sería toda su producción que va desde el 69 hasta el 72. Y, si ya me obligaran a mojarme, Mad Dogs & Englishmen (1970) y el Cocker Happy (1971) serían los álbumes elegidos.

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Si han tenido Uds. la paciencia de leer esto que antecede, comprenderán que no pueda ser imparcial al escribir lo que ahora viene sobre el tributo que unos músicos (algunos de ellos amigos míos) dieron la noche del sábado pasado a Joe Cocker en la Sala «La Cochera Cabaret». Una sala, vuelvo a decirlo, en la que me encuentro cómo en casa por mor del cariñoso tratamiento que sus propietarios –Javier Martínez y Salva Reina– dispensan hacia mi persona. No puedo ser imparcial, lo siento. No puedo serlo. Aunque tampoco es que me importe mucho esa subjetividad. Para nada.
No sé si –en mi colección de vinilos– fue antes el huevo (Delaney Bonnie &Friends On Tour) o la gallina (The Mad Dogs & the Englishman). Sólo sé que fueron dos importantísimos álbumes –con dos introducciones míticas– que educaron, y pusieron, mi oído, en el camino correcto hacia el Soul y hacia el Blues. Estoy hablándoles del año 1970 que no es moco de pavo.

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© de la fotografía: José Manuel Moreno Fernádez-Mamuel

Nada más enterarme –por ese Chafardero Indomable que es el Facebook– de la pretensión de un grupo de músicos malagueños de realizar este tributo, decidí de inmediato mi asistencia. Incontestablemente. Así que comuniqué a mi caterva amistosa la noticia del evento e hicimos las pertinentes reservas. No soy –a pesar de mi impenitente costumbre de ser puntual– muy de entrar de los primeros en los conciertos para coger sitio. Mi altura me permite acogerme a la comodidad y anchura de las últimas filas, pero en esta ocasión, tenía un especialísimo interés en ver el espectáculo desde el minuto cero. En mi memoria, tengo tatuados los acordes de la introducción del «Mad Dogs & the Englishmen» y quería saber, si por fin, iba a poder oírla una vez más, pero esta vez, en directo.

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© de la fotografía: Andreas Hagemann

Quería saber si a dicha introducción le seguiría –como no podía ser de otra manera– el «Honky Tonk Woman». Si no fuese así, hubiese supuesto una enorme decepción. Pero sucedió lo que tenía que suceder; y llegaron también el «Hitchcok Railway» y el «Feelin’ Alright». Y «The Letter»y «Sticks & Stones». Llegaron, graciablemente «Cry me a river» y el «Something» Y muchas más…Muchas, muchas más. Y volví, miren Uds. por donde, volví a bailar otra vez en el Reino de Conde Ureña. Volví a abrazar y a rozarme a una mujer¬ –esta vez sin impedimentos– y volví a soñar de nuevo, con aquella década tan enriquecedora y tan irrepetible. Prodigiosa que le llaman los afectados.

El grupo formado para este tributo, hizo las cosas como tenían que hacerlo: Con dignidad y con solvencia. Con un manifiesto pundonor y con una enorme profesionalidad. Volcando su cariño y su admiración hacia el «Englishman» sobre un público absolutamente entregado y rendido. Hacia un público exaltado y encantado con un repertorio minuciosa y acertadamente escogido. Un concierto de más de veinte canciones que supieron a poco. A muy poco. Un concierto que deberían considerar, el volver a repetir.

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© de la fotografía: José Manuel Moreno Fernádez-Mamuel

El grupo… Entiendan que mi admiración primera vaya hacia un Manolo Moles – una entrañable persona y un músico excepcional– Un Manolo Moles, decía, cuyo trabajo a los teclados (Oh! ese Órgano Hammond) me recordaba enormemente al Chris Stainton de la gira original También me pasa eso con el también grande Jesús Durán. Todos los músicos y coros, resultaron, trasladándome otra vez a los 70, tremendamente eficaces. Los tres efectivos instrumentos de viento, los coros donde brillaba especialmente mi querida Suzette Moncrief. Inconmensurable y siempre resolutiva Suzette.

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© de la fotografía: José Manuel Moreno Fernádez-Mamuel

Y otra voz –permítaseme que personalice– otra voz, acompañada de una figura, tremendamente sensual y lasciva, de una magnífica Adriana Rosa. Una voluptuosa y extraordinaria exhibición de movimientos admirablemente acompasados con la música. Lo que yo os diga. La magnífica guitarra «Russelliana» de Pepe Blanca, el bajo contundente de mi admirado Adolfo Caimán. La percusión de Víctor Alcalá (Oh! ese cencerro en el Hitchcok Railway!!) y Manolo Trigo… Y si me dejo a alguien, que me perdone.

Aunque después… Después está, punto y aparte, Pepe Salas. Un front man con una voz desgarrada y rota como correspondía a la ocasión. Una voz –era mi principal temor– que no defraudó en absoluto. Alcanzando indudables aproximaciones con el original en los momentos imposibles. Y estamos hablando de Joe Cocker, Señores!!!! Estamos hablando del gran Joe Cocker.

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© de la fotografía: Andreas Hagemann

Al margen de unos problemas técnicos en la primera parte–que fueron solventados afortunadamente– la actuación fue de más a muchísimos más. Todos nos fuimos con un pellizco desatado en el estómago y con un estupendo buen sabor de boca. La prueba había sido ampliamente superada.

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Adriana Rosa, Adolfo Caimán, Father Gorgonzola y Manolo Moles.

Y me fui; después de una visita a los camerinos para saludar y agradecer el espectáculo a los músicos, me fui. Con la púa de Pepe Blanca, cómo es natural. Cantando bajito y satisfecho el «Do I Still Figure in Your Life» y el «Just Like a Woman». Porque, ya se sabe, que no todo se puede tener en esta vida, Señores míos. Que no todo, se puede tener en esta vida. ¿O sí?

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La entrada al concierto y la púa de Pepe Blanca

Estaría encantado de que este concierto se repitiera; estaría verdadera e inmensamente feliz si la Dama del Delta, tuviera un detalle conmigo, y volviera a entrar, otra vez y tal y cómo a mí me gusta, por la ventana de mi cuarto de baño.

LA BANDA

La Banda
*Voz: Pepe Salas
*Bajo: Adolfo Caimán
*Guitarras: Pepe Blanca
*Piano y Hammond: Manuel Moles
*Batería: Víctor Alcalá
*Percusiones: Manolo Trigo
*Saxo: Dani Hidalgo
*Trombón: Tania Martín
*Trompeta: Nacho Loring
*Coros: Nani Sújar, Mari Ramos, Adriana Rosa, Suzette Moncrief y Vicky Madera

Nota de agradecimiento:

Las fotos, si ponen Uds. el puntero sobre las que no está referenciadas, verán que sale el autor. No obstante, quiero agradecer –y pedir disculpas– a Andreas Hagemann y a José Manuel Moreno Fernández-Mamuel, por la mangada inclemente que le he propinado a sus respectivos muros del Caralibro.

Y estas son…

LAS FOTOS DEL CONCIERTO:

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Mari Angeles Ramos Melendez


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EN EL CUARTO DE ESTAR DEL ECHEGARAY

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EN EL CUARTO DE ESTAR

DEL  ECHEGARAY

 

Hay diferentes formas de ponerse encima de un escenario. Yo las resumiría -generalizando mucho- en dos: el que se sube, y muy correcta y magistralmente hace su trabajo; y el que se sube, hace  muy correcta y magistralmente su trabajo y, además, se mete al público en el bolsillo. Sin conmiseración ni indulgencia alguna para éste; del tirón.

Dylan y Springsteen son dos buenos ejemplos que yo he visto en directo y que representan fielmente lo que digo.

Alex Meléndez «El Zurdo» tira más hacia lo Springsteen; se sube al escenario, señoras y señores, lo llena de música, para inmediatamente -con una dialéctica diabólicamente bella y campechana- meterse, ya te digo, al publico en su bolsillo. En el izquierdo, como es natural; y lo traslada, sin éste apenas darse cuenta, a la intimidad de su cuarto de estar. Mesa de camilla y brasero con alhucema incluido.

Conozco al Zurdo, desde que me quedé encantado con su actuación e interpretación en la obra de teatro de Anita Iglesias Cumpián «El Resto de la Memoria» en cuyo texto colaboré tan somera como orgullosamente. Aunque debo de reconocer que no me gustó nada -lo sé, es ataque de celos- que abrazase en la obra a mi amiga con tal intensidad y ternura, sin tan siquiera pedirnos la venia a su legión de enamorados.

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Después elaboré una entrada en este blog con las letras del mismo. Tengo que declararme fan absoluto y entregado de este poeta urbano  llamado Alex Meléndez; barman de las palabras y de las consonancias, combina de manera magistral los versos y te embauca, hábil y finamente, con su verbo fluido, rápido y acertado. Como así hizo en el concierto del pasado jueves en el Teatro Echegaray. Un verdadero Maestro de Ceremonias. Bienvenidos al concierto, hijos del Rock n’ Roll

Tenía yo sacada mis entradas con un par de meses de antelación pues temía, como así sucedió, el afortunado y siempre deseado llenazo hasta la bandera.  Así que acompañado de mi Santa y del pertinente y adecuado botellín de Solán de Cabras (ese que disimula el elixir con su azul en determinados salones) me dirigí al teatro esperándome, estaba convencido, lo mejor. Y no defraudó el Zurdo; no defraudó.

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El público, amable y entregado. Mi compañero de fila -el padre del teclista, tan encantado como ablandado por la actuación del hijo- resultó ser grata compañía. Aunque La Faraona -madre del zocato- tuvo la imprevisión (no todo puede salir bien en un concierto) de no proveer al estimado de tapergüare  con sus afamadas croquetas caseras. Malajuerte!

La salida del grupo muy efectiva con un tema absolutamente rocanrolero -no podía ser de otra forma- sonando mientras se va abriendo el telón. Sale el Zurdo y empieza el espectáculo.

Muy Orquesta Mondragón, me comenta Santa. Y si, es verdad. Esa guitarra sonaba a la primera de Jaime Stinus. No fue sólo esa referencia musical. Algún toque Steve Ray Vaughan, alguna dentellada Hendrix y también a un Stephen Stills de la mano de Adolfo Caimán.

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La palabra zurda es de un ingenio insuperable; cuando le pedí desde el publico la púa  (es costumbre inveterada de este coleccionista de afectos) me contestó con una rapidez inimaginable  que la estaba vendiendo por fascículos, el muy cab… Ingenio al poder!

En el momento en que la mesa de camilla se atiborra de invitados eminentes – Pepe Navas, Adolfo Caimán, Los Fabrizzios, o mi querido amigo Lito- el cuarto de estar del teatro se llena de un confortable y cálido ambiente familiar. Los músicos todos excelentes. Hago especial hincapié en mi cada vez más cercano Jorge Blanco con el bajo y a un teclista tan entregado como amable Manolo Moles. Sin dejar de mencionar a Pepe Blanca a la guitarra compinche  y al preciso baterista Víctor Alcalá.

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Después del concierto, ya en el Toulouse, y tras la entrega de la púa por parte del amigo, brindé con él por la perdurabilidad de una bonita amistad. Una amistad que se adivina larga y fructífera. Let’s play Zurdo! Let’s play, cohoness!

 

No puedo evitar sustraerme a la tentación de insertar las preciosas palabras que dedicó el frontman a sus músicos e invitados como presentación. ¿He dicho que me cae muy bien este tipo? Muy requetebién!

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JORGE

Del chupa y tira señores

Curtido en tres mil batallas

Nunca tiro la toalla

Por culpa de los mediocres

 

Con cuatro o cinco cuerdas

Es la excepción en el chiste 

De los mayores y menores

El te mete la novena

Cuando toca Miraflores

 

Es la denominación de origen

El toque de la excelencia

La gracia y la prudencia

Ganó el pulso al desencanto

Mi papi chulo querido

A los bajos  Jorge Blanco

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PEPE BLANCA 

Utrera lo vio nacer

En Córdoba se curtió

Madrid me lo malcrió

Y Huelin tuve que ser

Quien la puntilla le dio.

 

Chato de mi corazón

Que diría su mujer

Sabes que es un gran placer

Tenerte a mi siniestra

El fichaje del verano

Tu si queres Cristian Bale

 

Trabajador y artesano

 las penas son menos penas

Vive para disfrutar

Con la guitarra en sus manos

Que buenos solos arranca

Quien bien te quiere te dice

Bienvenido Pepe Blanca

 

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VÍCTOR 

Desde Antequera la llana

Nos viene nuestro torero

Que nunca piso el albero

Y no por falta de ganas

Pura sangre puro nervio

Desde la cuna enseñado

A golpear los pellejos

 

Hoy cumple cincuenta tacos

Es nuestro Benjamín Button

Del rock and roll malagueño

 

Casi un padre o un hermano

Pilar de esta gran locura

Que es tocar en Vicios Caros

 

Maldita sean las crisis

Los trabajos que te estresan

Los problemas que se anidan

Como buitre en la cabeza

 

Hoy nos reímos del mundo

Hoy nos toca ser los reyes

Y tú con cincuenta tacos

Yo con treinta qué más da

Si el tiempo pasa volando

Cuando miro a mis espaldas

Y esta Víctor Alcalá

 

 

PEPE SALAS

 

Ay! Manitú, manitú,

Maravilla de mujer

Es un padrino del blues

Mis versos y mis acordes

Con su voz pinta de azul

 

Un J.J. Cale del terreno

Su falsete es un veneno

Un ángel sin sus dos alas

Bendito  hermano sureño

Hoy baja de los altares

El ínclito Pepe Salas

 

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LITO:

 

Tiene esta tierra un blusero

Más grande es que no lo hay

Más negro y más malagueño

Desde Huelin al rebalaje

Hay que quitarse el sombrero

Cuando se cuelga su strato

Y las seis cuerdas te enredan

En su blusero alegato

 

Malagueño y exquisito

Hoy tenemos la presencia

De José Fernández «Lito»

 

 

ADOLFO

 

El sabe que es un placer

Que siempre tenga un cuartito

Con minibar y puritos

En su querido motel

 

Cuantas cosas que nos pasan

Cuantas vivencias vividas

Nos sobran versos y rimas

Cuando se es gente fetén

 

Vecindonas con batín

Malas lenguas viperinas

Qué envidia da la amistad

Cuando se es de verdad

Esa, nadie la arruina

Querido Adolfo Caimán

Vuelta a casa.

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…///…

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