LA LITO EN LA PARÍS

LALITO EN LA PARÍS

El pasado sábado tuve el privilegio de asistir, en la Sala París 15, a una nueva actuación del mejor grupo de blues del panorama nacional: The Lito Blues Band. Lalito para los amigos e incondicionales.

Iban abriendo boca al grupo valenciano «The Woodstock Experience» que presentaban un concierto homenaje al concierto que se celebró hace ya cincuenta años en el Sullivan County del estado de Nueva York.

Esa noche, Lalito estrenaba bajista. El magnífico Jorge Blanco fue sustituido por el también magnífico Jesús Ramos y puedo asegurar, que la intervención de este, de Jesús, (pasa a ser fijo en Lalito) fue formidable.

Salió Lalito. Y el Señor Fernández (Don JoséLito) comunicó al respetable que aunque ellos no iban a interpretar temas del mítico concierto, sí que tenían que reconocer que la música que ellos hacen en la actualidad viene alimentada por los estilos musicales -por los grupos e interpretes- que actuaron aquellos días del mes de agosto de 1969.

Fue un poco pérfido el líder del grupo anunciando el primer tema que iban a interpretar: «Crosstown Traffic» de Jimmi Hendrix. Y fue un poco pérfido -matizo- porque el guitarreo que se pegó el querido amigo fue tan tremendo, que el siguiente guitarrista (que a la postre interpretó también algún tema del Hendrix) debería de estar pensativo y preocupado por superar ese torrente musical que salió de las mismas entrañas de la «Enrique  García» celeste del músico malagueño.

Son incontables las veces que he visto en acción a Lalito. Muchas. Muchísimas. Y puedo asegurarles que esa  noche, la explosión sónica fue de órdago. Sorpresiva y  portentosa. La nueva formación es perfecta (como lo era antes, mucho cuidado) y las actuaciones de cada uno de los músicos fueron impecables. Una actuación que sólo podría ser superada con la intervención de una Suzette Moncrief , siempre brillante, que hace que cada actuación roce lo sobresaliente y lo mágico.

Manuel Moles, Nico Huguenin, Gus Herrera, Jesús Ramos y Lito Fernandez (todos ellos amigos míos) me procuraron un concierto cuya principal particularidad fue la excelencia, la veteranía y la destreza. Un concierto que me regaló, esa noche, un tsunami de blues magistralmente  interpretados. Para repetir una y mil veces.

Pinchad en la imagen de aquí abajo y podréis oír la versión de Lalito del tema  I Don´t Need no Doctor del recordado Ray Charles (1966). Aquí el maestro, se arma con una Gibson Custom 330 y la lía.

Disfrutadlo!

LA MONCRIEF

(© de la fotografía Charlie Marciano)

Sube la Moncrief al escenario y las tablas, sin esperarselo, se iluminan bastante más de lo habitual. Felices y contentas se ponen por esta inusual y luminosa circunstancia. No se vayan a creer ustedes que esta súbita claridad es debida al reflejo de las lentejuelas que cubren su esplendida figura. Tampoco al brillo rutilante y resplandeciente de su piel que le procuran esos focos que la buscan, ávidos, para acariciar su cuerpo vigoroso con tremendos cañonazos de luz.

Esta, la luz –que es frívola y veleidosa– tiene predisposición  y preferencia hacia la belleza, y trata mejor a unas personas que a otras. Dotándolas, cómo las estrellas de arriba, de fulgor propio. Por eso, despliega y aplica todas sus cualidades lumínicas con Suzette Moncrief. Porque ella, siempre agradecida, la corresponde y la recompensa.

¿Fotogenia o singularidad divina? Ya os digo, cosas de las estrellas!

La Moncrief cantante es adorada por su público. Yo anoche lo comprobé incontestablemente. Durante el largo tiempo que ella generosamente me regaló, no paré de hacerle fotos con una legión de seguidores que querían tener su ración efímera de vanidad (y la prueba gráfica) del tener la oportunidad de posar junto a ella.

En un momento de tranquilidad, le dije a Suzette que tenía nombre de Crêpe. Y no me apeo de esa consideración. La Moncrief (me imagino) debe de tener el sabor levemente salado en su cuerpo hermoso y deseable, mezclado con la dulzura de su trato cercano, amable y cariñoso. Ya sabéis: la tortita de maíz y su relleno de mermelada de frambuesas, de Grand Marnier o de Licor de Curaçao. Beurre Suzette

Anoche, en la Sierra de Mijas, la Moncrief,  después de imponer la paz desde lo alto del escenario junto al Maestro Lito y su Blues Band, me rozó con la suavidad eterna de sus labios algodonosos y yo, ilusamente, soñé en ese momento, que era la reencarnación de Etta James la que me estaba besando y que me estaba dejando ese indeleble sabor a Jazz, Soul y a Rhythm & Blues en los míos.

(© de la fotografía Ángel Céspedes)


EL TRIBUTO

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© del dibujo: Ángel Idígoras

EL TRIBUTO

Me llamó –hace ya unas cuantas semanas–  la rubia azabache Suzette Moncrief para comunicarme la intención de organizarle un Tributo–Homenaje al bueno de Lito Fernández este próximo sábado día 27 de Agosto coincidiendo con su cumpleaños.Pasado mañana.

Me dijo que guardase el debido silencio sobre este proyecto hasta que no estuviese más o menos enjaretado;  no saben ustedes, el trabajito que me ha costado el cumplir mi palabra.

Lito Fernández; amigo ante todo –y colega desde que uniformábamos por la Madre Patria en verde caqui– es también –no digo nada nuevo– uno de los mejores músicos de blues de este país y una de las mejores personas que conozco.

No es nada fácil que casen bien el genio, el talento, la excelencia en la ejecución y el dominio absoluto sobre un instrumento –en este caso, la guitarra– con la modestia, la llaneza y la humildad que siempre he disfrutado y compartido con nuestro querido amigo el músico. Lo digo, sépanlo ustedes, con conocimiento de causa. Lo digo, otra vez, desde esa atalaya de certeza y convencimiento que me permite la amistad que comparto con el maestro desde hace ya más de ocho lustros que es lo que vienen a ser unos cuarenta y dos años con sus picos más o menos.

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Puedo asegurarles que nunca, jamás de los jamases, en este largo espacio de tiempo, he visto a Lito regañar, reprender o enfadarse con alguien, si no fuera o fuese, por algún motivo grave o por imponderables de la profesión. Nunca ha sido destemplado o desacorde (esa palabra no entra en su vocabulario) gratuita o vanamente. Yo, sin ir más lejos, le he brindado alguna que otra ocasión para el oportuno tirón de orejas; y esa pesada culpa, la asumo con más dolor por mi parte que reconvención por la suya. Los grandes, ya te digo, Rodrigo, son así de generosos y misericordiosos.

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© del dibujo: Antonio Abril

El Viernes 27, Lito cumple años (63) y sus amigos nos vamos a reunir en aquelarre musical para –con la participación de esa banda de fieles golfos apandadores que son los componentes de la Sociedad del Blues de Málaga (comandados por Javier Martín Aguilar), la impresionante e inimitable Free Soul Band y –como no podía ser de otra manera– su excepcional Blues Band, rendirle un merecido homenaje al Maestro.

Allí estaremos una inconmensurable legión de colegas; de amigos y admiradores; de artistas renombrados en todas las disciplinas. Gente del buen malvivir codo con codo con escritores, con poetas y con cantantes ilustres. E ilustrados. Músicos por doquier. Compañeros de viaje del homenajeado. Tipos y tipas (seamos paritarios) que habiendo tenido la fortuna de haber compartido parte de su existencia con el Genio, no querremos perdernos la oportunidad única de demostrarle al amigo, nuestro más sincero afecto y nuestra más inquebrantable amistad en este acto tan especial. Manifestándole, otra vez con nuestra presencia, que seguimos queriéndolo como siempre. Más que nunca. Más que nunca desde el tiempo infame (ya pretérito afortunadamente) de la pérfida mala salud. Y sí! Lo siento mucho. Que se joda el Litón!!! Porque allí estaremos todos muy a su pesar; agobiándolo con el beso y con los abrazos; con esas palabras de devoción que tanto le abruman y apabullan; admirándolo como siempre lo hemos admirado. Ahora, con más razón que nunca, porque entre todos – nosotros con el ánimo y él con su entereza– le hemos cortado las orejas para siempre al reputo lobo y le hemos propinado dos buenas patadas en el culo mandándolo a tomar el viento fresco para que le vayan dando muy mucho por el mismísimo espinazo al agorero animal.

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© del dibujo: Carlos Harranz

 Ahora mucho más que nunca, ya os digo, y hasta el final de los tiempos de cada uno de nosotros, estaremos con él. Y este sábado –en la Plaza de La Nogalera de Torremolinos, a partir de la 21:00– nos reuniremos para decirle, otra vez, que no le vamos a permitir, para nada, que nos vuelva a intimidar con la velada amenaza del silencio. Te aseguramos, querido amigo, que no te lo vamos a permitir.

Lito. Por muchos años más!!! Por muchos años más!!!

(P.D. Guárdame la púa del Tributo, colegón!!!)

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© del dibujo: Antonio Abril.

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ELLA ENTRÓ, POR LA VENTANA DEL CUARTO DE BAÑO

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ELLA ENTRÓ, POR

LA VENTANA DEL CUARTO DE BAÑO

Esto qué vais a leer, lo escribí en este blog hace casi un año habiéndome enterado de la mala noticia de la muerte de unos de mis interpretes favoritos: Joe Cocker.

Uno de los tributos mas indeseados, y que se ha de pagar por eso del cumplir edades, es el del contemplar como la vida –impune y cruelmente– te va quitando las referencias que en ese trasiego, te han formado como persona.
Más de cuarenta años han pasado desde aquellos días en los que –por el Reino de Conde Ureña– bailábamos –feliz y frenéticamente– obligados por la voz ronca y áspera de un borrachín impenitente que se contoneaba en lo alto del escenario tal si fuese un espasmódico zombi: Joe Cocker. Ríanse ustedes de los Walking Dead y demás zarandajas. Danzábamos agitada y disparatadamente, porque así nos lo requería y obligaba el ritmo de “Marjorine”, o “The Letter”; o de “Delta Lady” o del “Something goin’ on”. Aunque también, para qué mentir, nos movíamos lenta y pausadamente –abrazados y siempre pendientes al roce improbable a la moza intransigente y confundida– con el Dylaniano “I Shall be released” y sobre todo con esa versión fastuosa e inimitable de The Beatles (y la guitarra de Jimmy Page) llamado “With a little help from my friends”.

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Si alguien me preguntara que tema escogería yo como favorito de este inglés, no me iría para aquel en que la Basinger se dejaba puesto sólo el sombrero tras la persiana. Tampoco lanzaría la gorra de oficial al aire delante de la pava; ni siquiera, fíjense Uds. lo que me atrevo a decir, tomaría Berlín después de haber tomado Manhattan; porque lo que yo, lo que yo verdaderamente escogería, sería toda su producción que va desde el 69 hasta el 72. Y, si ya me obligaran a mojarme, Mad Dogs & Englishmen (1970) y el Cocker Happy (1971) serían los álbumes elegidos.

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Si han tenido Uds. la paciencia de leer esto que antecede, comprenderán que no pueda ser imparcial al escribir lo que ahora viene sobre el tributo que unos músicos (algunos de ellos amigos míos) dieron la noche del sábado pasado a Joe Cocker en la Sala «La Cochera Cabaret». Una sala, vuelvo a decirlo, en la que me encuentro cómo en casa por mor del cariñoso tratamiento que sus propietarios –Javier Martínez y Salva Reina– dispensan hacia mi persona. No puedo ser imparcial, lo siento. No puedo serlo. Aunque tampoco es que me importe mucho esa subjetividad. Para nada.
No sé si –en mi colección de vinilos– fue antes el huevo (Delaney Bonnie &Friends On Tour) o la gallina (The Mad Dogs & the Englishman). Sólo sé que fueron dos importantísimos álbumes –con dos introducciones míticas– que educaron, y pusieron, mi oído, en el camino correcto hacia el Soul y hacia el Blues. Estoy hablándoles del año 1970 que no es moco de pavo.

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© de la fotografía: José Manuel Moreno Fernádez-Mamuel

Nada más enterarme –por ese Chafardero Indomable que es el Facebook– de la pretensión de un grupo de músicos malagueños de realizar este tributo, decidí de inmediato mi asistencia. Incontestablemente. Así que comuniqué a mi caterva amistosa la noticia del evento e hicimos las pertinentes reservas. No soy –a pesar de mi impenitente costumbre de ser puntual– muy de entrar de los primeros en los conciertos para coger sitio. Mi altura me permite acogerme a la comodidad y anchura de las últimas filas, pero en esta ocasión, tenía un especialísimo interés en ver el espectáculo desde el minuto cero. En mi memoria, tengo tatuados los acordes de la introducción del «Mad Dogs & the Englishmen» y quería saber, si por fin, iba a poder oírla una vez más, pero esta vez, en directo.

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© de la fotografía: Andreas Hagemann

Quería saber si a dicha introducción le seguiría –como no podía ser de otra manera– el «Honky Tonk Woman». Si no fuese así, hubiese supuesto una enorme decepción. Pero sucedió lo que tenía que suceder; y llegaron también el «Hitchcok Railway» y el «Feelin’ Alright». Y «The Letter»y «Sticks & Stones». Llegaron, graciablemente «Cry me a river» y el «Something» Y muchas más…Muchas, muchas más. Y volví, miren Uds. por donde, volví a bailar otra vez en el Reino de Conde Ureña. Volví a abrazar y a rozarme a una mujer¬ –esta vez sin impedimentos– y volví a soñar de nuevo, con aquella década tan enriquecedora y tan irrepetible. Prodigiosa que le llaman los afectados.

El grupo formado para este tributo, hizo las cosas como tenían que hacerlo: Con dignidad y con solvencia. Con un manifiesto pundonor y con una enorme profesionalidad. Volcando su cariño y su admiración hacia el «Englishman» sobre un público absolutamente entregado y rendido. Hacia un público exaltado y encantado con un repertorio minuciosa y acertadamente escogido. Un concierto de más de veinte canciones que supieron a poco. A muy poco. Un concierto que deberían considerar, el volver a repetir.

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© de la fotografía: José Manuel Moreno Fernádez-Mamuel

El grupo… Entiendan que mi admiración primera vaya hacia un Manolo Moles – una entrañable persona y un músico excepcional– Un Manolo Moles, decía, cuyo trabajo a los teclados (Oh! ese Órgano Hammond) me recordaba enormemente al Chris Stainton de la gira original También me pasa eso con el también grande Jesús Durán. Todos los músicos y coros, resultaron, trasladándome otra vez a los 70, tremendamente eficaces. Los tres efectivos instrumentos de viento, los coros donde brillaba especialmente mi querida Suzette Moncrief. Inconmensurable y siempre resolutiva Suzette.

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© de la fotografía: José Manuel Moreno Fernádez-Mamuel

Y otra voz –permítaseme que personalice– otra voz, acompañada de una figura, tremendamente sensual y lasciva, de una magnífica Adriana Rosa. Una voluptuosa y extraordinaria exhibición de movimientos admirablemente acompasados con la música. Lo que yo os diga. La magnífica guitarra «Russelliana» de Pepe Blanca, el bajo contundente de mi admirado Adolfo Caimán. La percusión de Víctor Alcalá (Oh! ese cencerro en el Hitchcok Railway!!) y Manolo Trigo… Y si me dejo a alguien, que me perdone.

Aunque después… Después está, punto y aparte, Pepe Salas. Un front man con una voz desgarrada y rota como correspondía a la ocasión. Una voz –era mi principal temor– que no defraudó en absoluto. Alcanzando indudables aproximaciones con el original en los momentos imposibles. Y estamos hablando de Joe Cocker, Señores!!!! Estamos hablando del gran Joe Cocker.

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© de la fotografía: Andreas Hagemann

Al margen de unos problemas técnicos en la primera parte–que fueron solventados afortunadamente– la actuación fue de más a muchísimos más. Todos nos fuimos con un pellizco desatado en el estómago y con un estupendo buen sabor de boca. La prueba había sido ampliamente superada.

con músicos

Adriana Rosa, Adolfo Caimán, Father Gorgonzola y Manolo Moles.

Y me fui; después de una visita a los camerinos para saludar y agradecer el espectáculo a los músicos, me fui. Con la púa de Pepe Blanca, cómo es natural. Cantando bajito y satisfecho el «Do I Still Figure in Your Life» y el «Just Like a Woman». Porque, ya se sabe, que no todo se puede tener en esta vida, Señores míos. Que no todo, se puede tener en esta vida. ¿O sí?

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La entrada al concierto y la púa de Pepe Blanca

Estaría encantado de que este concierto se repitiera; estaría verdadera e inmensamente feliz si la Dama del Delta, tuviera un detalle conmigo, y volviera a entrar, otra vez y tal y cómo a mí me gusta, por la ventana de mi cuarto de baño.

LA BANDA

La Banda
*Voz: Pepe Salas
*Bajo: Adolfo Caimán
*Guitarras: Pepe Blanca
*Piano y Hammond: Manuel Moles
*Batería: Víctor Alcalá
*Percusiones: Manolo Trigo
*Saxo: Dani Hidalgo
*Trombón: Tania Martín
*Trompeta: Nacho Loring
*Coros: Nani Sújar, Mari Ramos, Adriana Rosa, Suzette Moncrief y Vicky Madera

Nota de agradecimiento:

Las fotos, si ponen Uds. el puntero sobre las que no está referenciadas, verán que sale el autor. No obstante, quiero agradecer –y pedir disculpas– a Andreas Hagemann y a José Manuel Moreno Fernández-Mamuel, por la mangada inclemente que le he propinado a sus respectivos muros del Caralibro.

Y estas son…

LAS FOTOS DEL CONCIERTO:

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Mari Angeles Ramos Melendez


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