DE LUIS CENTENO Y EL MICROTEATRO.

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DE LUIS CENTENO Y EL MICROTEATRO.

Iba a empezar este post hablando de lo gratificante y estimulante que es bajar al centro de Málaga y pasear despacio, deleitándose, por él. Del disfrutar de los preciosos recorridos cómo ese que va desde esa calle Alcazabilla -que se ocupa de albergar, entre otros monumentos, el Teatro romano y la Alcazaba musulmana- hasta la Plaza de la Merced que es el lugar donde tuvo la ocurrencia de nacer y vivir Pablo Ruiz antes de ser Picasso. Ya sabéis, ese pintor.

También iba a deciros lo bien que sienta, en esa misma plaza, tomarse -en un vaso de sidra- un par de pares de Ron Barceló (con dos hielos solamente) en La Fábrica de los Sentidos; y si se me apura, como se puede, al final de la velada, disfrutar de un reconstituyente (por eso del azúquiqui) cucurucho de helado de turrón de Casa Mira sentado en un banco en plena calle Larios. Todo eso, lo hice anoche. Aunque, y ya para terminar la relación de excelencias, lo mejor y más gratificante fueron, sin dudarlo ni un momento, el deleitarme con la compañía y la conversación impagablemente amena de mis más queridos amigos de siempre. Del trabajo artístico de mi querido hermano Luis Centeno.

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Todo eso está muy bien. Muy, muy, muy bien.

Pero debo de aclarar que, todas esas gratas experiencias, quedaron anoche diluidas -cómo lágrimas en la lluvia- por la contemplación de una obra de Microteatro a la que asistí en un local del mismo nombre en la calle San Juan de Letrán,12. Esa bocacalle (me encanta esta palabra) que va desde el Teatro Cervantes a la antes mencionada Plaza de la Merced. Ya sabéis, esa; la del pintor.

Un paréntesis:
Hablando de teatro y haciendo acto de contrición pública; hablando de teatro, indico, que debo de reconocer que me horripila sobremanera el ser objetivo de miradas ajenas y/o burlonas. Sin buscarlo ni merecerlo; no las soporto. Lo digo porque me da un cierto «yuyu» eso de asistir a determinados actos y ser invitado -sin quererlo- a convertirme en indeseado protagonista.

Por ejemplo, y para entendernos, cada vez que he ido a un espectáculo del Circo del Sol (seis o siete veces; en Sevilla, en Málaga, Barcelona o Nueva York) siempre he temido que me tocara en «suerte» el ser sacado a la pista para risa y divertimento del respetable. Para ser humillado públicamente por el maldito, inoportuno y extemporáneo artista. Verbigratia: A uno que yo me sé, una vez le empezó a dar vueltas con las piernas un funambulista y no acabó hasta dejarlo en el suelo, colorado cómo un tomate y con los pantalones rajados por el culo (desde la rabadilla hasta la bragueta) delante de todos. Una monería.

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Tampoco me molan esas piezas teatrales en las que los actores se bajan al patio de butacas para arrastrar al escenario al incauto -y dejándole en evidencia- sacarle a todo el teatro (menos a él) las risa y el aplauso. A otra que yo me sé, segunda Verbigratia, la enfocaron con una potente luz y empezaron a interrogarla por megafonía en plan cachondeo. Ésta, que había perdido a su marido unos días antes y estaba destrozada, la familia la había llevado al teatro para animarla. Muy oportuno y acertado.

Quiero decir con esto, que -aunque disfruto y me rio muchísimo (con una mezcla de alivio e intolerable crueldad) cuando el elegido para la gloria es otro- no me gusta que los actores descansen su responsabilidad en la representación sobre los espectadores. Son ellos los actores; y son ellos y nadie más, los que deben de carecer de los atributos de la vergüenza ajena y del inevitable pudor que nos interviene a la mayoría de los probos mortales asistentes.

Fin del paréntesis.

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Anoche, sin embargo fue muy distinto. Acudí a ver una nueva forma de teatro que se está imponiendo en Málaga y en otras ciudades de España; el llamado Microteatro. Unas representaciones de alrededor de quince minutos – y que con un aforo máximo de otras tantas quince personas- se realizan en un habitáculo que no excede (así por encimilla) de los seis metros cuadrados. Esa proporción de tiempo, espacio y asistencia, te procura una íntima comunión entre actores y espectadores que hace, esa conexión, que te sientas cómodo, arropado y protegido de la chanza y la burla (nunca de los actores) del público asistente cuando te nombran. Cómo fue el caso anoche un par de veces. Más que nada porque los quince, la mayoría de las veces, suelen ser colegas.

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Mi querido e inevitable Luis Centeno – ese amigo que supera ampliamente la definición de hermandad- me comunicó la obra en la que intervenía: «Terapia de Sueño». Yo, tuve la fortuna de aceptar y me quedé sorprendido; primero por el peculiar local y su amabilísimo servicio; después por ese fantástico sistema -cómodo, práctico y efectivo- de llevar el teatro a un público que -en muchos casos- abominan y huyen de largas funciones, o de sesudos e interminables textos. Pero, sobretodo, me quedé gratísimamente sorprendido por una actuación -la de Luis (y Noelia Galdeano) que supieron llevarnos de la mano, de las risas a la reflexión; de -a través de Faulkner y de un esperpéntico caso de infidelidad- a un inestimable rato de diversión. Luis Centeno ( y Noelia Galdeano) bordan su papel; tanto tanto, tanto, que nos hacen – a su público- sentirnos tremendamente cómodos y atentos. Tanto, tanto, tanto (otra vez) que ni siquiera me importó que me nombrara repetidas veces y me hiciera partícipe de su obra. «Terapia de Sueño» de Paco Baena. Una gozada.

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Si queréis disfrutar de este sistema de Teatro y si, además, queréis regocijaros con un enorme, con un pedazo de actor, como es mi amigo, el 5 de Julio en el Hotel AC Málaga Palacio, repiten el exitoso trabajo del pasado mes de Mayo en dos sesiones de 20:30 y 21:45. «Descubriendo a Mateo» se llama. Lo bueno si breve dos veces bueno. Ya lo sabéis; allí nos veremos. Sin falta ni duda.

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GONZALO MARTÍNEZ. CLUB ALL-IN

Cartel Club All in. La apuesta final

GONZALO MARTINEZ. CLUB ALL-iN

La Apuesta Final.

Conozco al fantástico fotógrafo y cineasta Gonzalo Martínez, desde los tiempos en que éste realizaba una serie de fotos -junto a otros dos espléndidos fotógrafos: Eduardo G. Magaña y Pepón Moreno Ceáno- en el Teatro Cervantes de la capital que, a la postre, ilustrarían el último discográfico de la Banda Tabletom.

Los tres, repito, son tres extraordinarios fotógrafos y de su amistad me congratulo. Pero si que he de admitir que, Gonzalo, se distingue de los otros dos en una cualidad que no todos los fotógrafos poseen: La facultad de la imprescindible y necesaria puntualidad. El don de la inmediatez que le dicen también.

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Esto es; que cuando les reclamo alguna colaboración (para publicar trabajos suyos en este blog, no se vayan Uds. a creer!) el adorador de Babilonia (Magaña) y la única persona que puede levantarme tres palmos del suelo en un abrazo: el grandilocuente y afable Pepón, pasan de mí a la Barón de Coubertin manera; es decir: Olímpicamente.

No obstante, tampoco se me vaya el Martínez por los altos aleros de la complacencia y el deleite, pues lleva tres semanas para proporcionarme una foto que me prometió allá por los albores del mes de Abril. De este año, añadiré para concederle el beneficio del atareado.

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No obstante de los tres -junto a mi querido amigo Antonio Ruiz Molero- es el que más se acerca a lo deseable respecto a la entrega de material.

Bueno, dejemos el tono jocoso y pongámosnos serios: Me encontré al querido amigo en uno de estos conciertos de Dios (Tabletom con Tony Moreno) en esa sala de la cultura que es la Cochera Cabaret. Allí me estuvo hablando del cortometraje que había dirigido y presentado, en el cada vez más famoso Festival Málaga de Cine Español, también en el citado Teatro Cervantes.

Me proporcionó un link, de manera reservada, para que yo tuviese el privilegio de asistir -desde la platea privada de mi sillón- a dicha película. Y así lo hice. Y me dí cuenta de un par de cosas:

La primera, es que hay que tener una idea clara sobre lo que se quiere filmar; y Gonzalo la tenía.

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Sinopsis:

Marina es una joven que recibe una oferta de trabajo de un traficante y proxeneta durante una testificación por robo con violencia. Tras recibir una paliza por parte de su marido, Marina decide aceptar la oferta para trabajar como camarera en un prostíbulo. Allí se ve envuelta en una trama de corrupción.

Un cortometraje con una atmósfera muy conseguida; Con unas escenas muy originales – las de las partidas de póker- donde las cartas aparecen en la pantalla aunque en distinto plano. Por poner un ejemplo.

La segunda, es que se ha rodeado de una nómina de actores malagueños con una enorme experiencia y una reputada trayectoria. Sin dejar de citar a las féminas Estrella Martín, Elena de Cara y Patricia Medina, el siempre eficaz “Teatro Estable” Miguel Guardiola; el afamado y gran amigo Juanma Lara que parece ser le va gustando el rol de personaje de moral indefinida; y el laureado -en dicho Festival de Cine Español, con la Biznaga de Plata al mejor actor secundario- Salva Reina. Mi amigo Chucki. Entre otros, claro está.

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Gonzalo, cómo avezado fotógrafo, ha dispuesto su visión familiarizada a la lente para realizar esta cinta donde refleja una situación tan trágica como es la del maltrato vejatorio y físico a la mujer de una manera profesional y competente. Huyendo de innecesarios toques de efectividad morbosa.

Ahora ha tenido el detalle de proporcionarme el Teaser del citado cortometraje para que, si así lo deseáis, podáis verlo desde aquí:

Club All-in. Trailler.

Gonzalo Martínez. Fotógrafo, cineasta y amigo.

Disfrutadlo.

gonzalo y father***

**

*

UNA NOCHE EN LA TRENA

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UNA NOCHE EN LA TRENA

 

“Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido”.

¡Ay mísero de mí…!
[Soliloquio: Fragmento de La vida es sueño]

Pedro Calderón de la Barca

 

“Era de noche y sin embargo llovía”

                                                    Anónimo.

Año del Señor de mil novecientos setenta y siete; mi querido amigo el ínclito Girilín y yo, solíamos acudir cada tarde a casa de nuestro común Jose María Alonso. Se trataba de ensayar partes de una obra de teatro -un musical mejor dicho- que íbamos a estrenar en el teatro principal de la ciudad: El Teatro Cervantes de Málaga. La obra: La farsa de la muñeca de trapo; con música del citado José María Alonso y guión de Diego Guzmán.

Acudíamos cada tarde, ya te digo, a casa de José María -de Chico- al amparo de unas copitas y demases, dábamos vueltas a lo que se habría de representar y, además, se ensayaban diversos pasajes tanto musicales como de diálogos …”Has cumplido con la “Necezidades” (sic) de la iglesiaaaa?”  declamaba el bisoño actor Jose María Centeno. (Esto, casi que no viene al caso, pero cómo me ha pedido un cameo en este relato, aquí lo tiene.)

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Sigamos… Allí en casa de Chico, tratábamos de realizar escalas musicales  -siguiendo sus instrucciones- Girilín con una preciosa mandolina (que Alá confunda) y yo con mi guitarra acústica Epiphone de perenne olor a pachuli recién llegado de Barcelona.

Una aciaga noche, pasada la media, y después de los ensayos, decidimos irnos para casa de cada cual Girilín y yo, pues ya estaba bien de tan extenuante trabajo; así que trincó éste su mandolina (era muchacho de los que se llevaba el trabajo a casa. Después cambió y mucho) y me la endiñó a mí, puesto que en aquella época, nos desplazábamos en su flamante Ducati Road 250. Una moto que le había comprado de segunda mano a mi amigo Luis “Toro” Bravo y que estaba acondicionada al estilo Mortadela de Aceitunas , puesto que no llegaba a la máxima categoría de Chopper.

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Nos subimos en la burra. Conducía Girilín, y yo, de enorme paquete, iba detrás con una mano agarrado a un asidero lateral de la moto y en la otra, la puta mandolina que tan mala noche me dio.

Saliendo ya casi de La Alameda Principal, al inefable Girilín le entró la gazuza, e indicándome su intención, paramos frente al bar Los Bilbaínos para endiñarnos dos bocatas de lomo en manteca con dos coca colas fresquitas que no se los saltaba ninguno de los gitanos a los que yo, más tarde,  conocería tan bien.

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De pronto, tan rápida como inesperadamente, la noche se volvió gris. Gris apaleao. Muy gris, diría yo. Porque inesperadamente, ya os digo, el bar se llenó de Policías Armadas (en aquella época aun vestían de color gris; dado que era un color muy ponible y le pegaba a todo; especialmente al rojo) acompañados también de sus complementarios los subinspectores de la brigada de los  “estupas”: Los Secretas.  Fuera -también nos dimos cuenta de inmediato- estaba (con las puertas de par en par y como esperando atiborrarse de incautos y probos ciudadanos) estaba, digo, un enorme furgón policial (lecheras les llamábamos entonces) aparcado en mitad de la calle.

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Girilín permanecía abstraído terminando su bocata.

    Giri! Ámonos questá aquí la pasma!

    Pera que pago.

    Ámonos cooooñooooo….

    Pera que me traen la vuelta….

Todo eso yo con la puta mandolina en la mano.

    Giri! Ámonos, cohonesss, questá aquí la pasma! Que ya entran!!!!

    Pera! La vuelta!

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En ese momento, ya estaban casi a nuestra altura e iban pidiendo la documentación y preguntando…

    Documentasión!! Ud. en que trabaja!!!

    Yo soy arbañí!

    Puede Ud. marcharse!

    Yo trabajo con mi padre en la ferretería de la calle Cauce! dijo otro.

    Puede Ud. marcharse!

    Documentasión!! Ud. en que trabaja!!! (se dirige a Girilín)

    Yo soy funcionario del Ayuntamiento.

    Puede Ud. marcharse!

    Un momento, que me traen la vuelta! insistió.

    Y tú? Me pregunta a mí.

    Yo soy estudiante. (respondo con la mandolina temblando)

Si tan siquiera mirarme, pasa de mí y se dirige a otro cliente que estaba a mi lado, tomándose un café, y le hace la pregunta de rigor

    Documentasión!! Ud. en que trabaja!!!

    Yo soy Economista de la RENFE, contesta ufano y orgulloso

El Inspector levanta la ceja y le dice; Póngase Ud. ahí fuera.  Ahí, a ese lado! Vamos!

Yo seguía nervioso y el jodido Girilín esperando la maldita vuelta (que no llegaría ni a tres duros) así que un alarde de ingenio y de oportunidad histórica se me ocurre salir a la calle -con la puta mandolina en la mano- y un noble servidor de la ley vestido de gris y gorra de plato, me ordena que me ponga a un lado. Justo al lado del Economista de la RENFE y tres notas más, con cara de chorizos, que apretaban el puño dentro del bolsillo escondiendo no sé yo que cosa de color chocolate y pinta de bellota repulía.

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Inmediatamente, nos meten a los cinco (los tres choris, el economista  de la RENFE y al gilipollas de la mandolina) dentro de la Lechera donde ya había un manojo de lo más granado del Triangulo de las Posturas: Palma- Palmilla- Virreina.

Sale Girilín de los Bilbaínos y observa tremendamente preocupado -a través de la ventanilla con rejas de la Lechera- cómo se va alejando su mandolina a un destino absolutamente desconocido e incierto. Y yo, de camino, agarrado a ella con cara de haba y de susto. Cagándome en tó lo que se meneara fuera.

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Dentro de la Lechera, el ambiente es de lo más bochornoso y desolador; el Economista de la RENFE que no da crédito. Yo a su lado, que no solo no doy crédito, sino que -mucho más peor aún- no doy crédito. Aparte de la curiosa circunstancias de que la totalidad de los ocupantes del furgón demostraban una inmediata afición a los instrumentos de cuerda medievales y me solicitaban una más que interesada información acerca del sonido del instrumento de cuerda que yo portaba -mientras, pensaban ellos para sí- en lo adecuado que era dicho instrumento para ocultar esas bellotas de cierta sustancia que no viene al caso y que tampoco vamos a desvelar.

Hachís!!! Jesús!

    Y ezoqueéh? Una guitarrisha? Déhame que la vea!! Zuprimo! Einnn? Éonoé?

    Estoooo…noooo verááássss……

Les decía yo apenado por romper tantas vocaciones musicales tardías.

Llegamos a Comisaría: salimos todos en fila india. El de la RENFE y yo resignados a nuestro destino; los otros, charlando animadamente entre ellos cómo si de un picnic se tratase. Realizo estóico ejercicio de empatía hacia Don Edmundo Dantés, Conde de Montecristo, y nos sentamos en unos bancos a esperar que nos vayan nombrando a la espera de la Sentencia, o del Rescate que tanto daba…

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Sale un grisáceo agente uniformado y grita con un deje de desprecio en la voz y en la mirada.

    Rafael Cortés Amaya!!! Paentro!

Se va y no vuelve Rafael.

— Juan de Dios Vargas Montoya!!! Paentro!!!

Se va y no vuelve Juan de Dios.

— Fransisco de la Crú Bermúdes! Paentro!!!!

Se va y no vuelve Fransisco de la Crú.

 Y así, uno tras otro, incluido el Economista de la RENFE que tampoco vuelve.

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Yo, ya no sé qué pensar… si los habrán enchironao, si los habrán puesto en libertad con cargos, si los habrán fusilado junto a la valla del Guadalmedina… Acaso garrote vil?

Quedo yo el último!!!! A mí nadie me llama!!!. Al rato, bastante muy al rato, ya bastante entrada la madrugada, el vociferante policía entra casualmente en la sala donde yo estaba sólo y cariacontecido, y me escopeta:

    Tú que jaseasquí?

Yo lo miro con cara de cordero degollado y le contesto…

    Pues Ud. me dirá.

Me pasa a un despacho contiguo donde dos subinspectores de paisano charlaban animadamente acerca, supongo, del safari nocturno. Y me pregunta uno de ellos…

    Tú! Venacapacá. Tú cuantas veces has estado por aquí? Shavá?

    Pues si contamos la renovación del Carnet de Identidad, ya van dos este año.

    A mí no me vaciles, maharón!!! Ketefollo!!!

En eso, se da cuenta de que mi DNI se le había deslizado, accidentalmente, debajo de un cartapacio. Lee mis datos, abre los ojos, me mira, y me pregunta…

    Tú eres hermano de Fernando y Josemanuél?

    Sip

    Perooo… Por qué estás tu aquí?

    Por comerme un bocata de lomo en manteca en Los Bilbaínos; que, digo yo, debe de estar prohibido por la Ley de Vagos y Maleantes.

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Les dije sacando fuerzas de flaquezas con un trémulo hilo de voz.

    Jajajajajaja, er peaso de cabrón, tiene grasia!!! respondieron al momento

 (ya era amigo suyo, me dije)

    Anda vete ya daquí, jajajajaja… jajajajaa…. El hermanilloo shico, jajajajaja….

Yo salí de allí cagándome en el Régimen, en el Dictadorsísimo Franco, en los Bilbaínos que Belcebú maldiga, en el detestable bocata de lomo, en mi amigo Girilin, y por supuesto y sobretodo, en la puta mandolina que todavía, no sé cómo, no la estrellé contra el suelo. La muy íadelagranputa.

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Al día siguiente, mis hermanos, hablaron con el inspector Wallander, un intimo amigo de la familia, para que se cerciorase de que no había antecedente penal alguno que manchase mi impoluto expediente. Más que nada, porque lo último que me faltaba era que -si un improbable futuro, por un casual, fuese yo  a la cárcel- a ver que pasaba con el terrible currículum criminal que poseía tras haberme comido un puto bocata de lomo en manteca,  y que eso, pudiese casionarme algunas molestias en las duchas de la prisión.

Hoy en día, lo cuento a todo el mundo (con cierta licencia, todo hay que decirlo) orgulloso de haber sido un preso político, represaliado,  por las fuerzas policiales, cuando aún vivía el Dictadorsísimo  Francisco Franco. Bahamonde los haya.

Cómo que no sé, cómo no me saqué inmediatamente el carnet de la UGT. Estaría hoy día, hinchándome de mariscos. Bueno, de mariscos, no! De langostinos.

Así fue y así lo he contado.

CASTING: A LA CAZA DE BERNARDA ALBA

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CASTING:

A LA CAZA DE BERNARDA ALBA

***

Podría limitarme a insertar en este artículo, una escueta referencia a la obra que la Compañía Teatroz de esta ciudad, va a representar proximamente en el Teatro Cervantes de Málaga: Casting: A la caza de Bernalda Alba (aunque de hecho, la pongo al final). Pero no quería que este comentario empezara con algo tan frío e impersonal como un corta y pega de la promoción que se está realizando de dicho espectáculo.

Así que… primero, rememoremos:

Año 1997

Acudimos, aquel ya lejano año, al Teatro Cervantes, para ver la representación de un musical llamado Casting: A la caza de Bernarda Alba. No las tenía yo todas conmigo -siempre tengo un irrazonable y absurdo recelo hacia las obras de teatro- pues a pesar de las advertencias de mi querido hermano Luis Centeno, (de que era distinta y que me iba a sorprender gratamente) no imaginaba yo, ni por un momento, el delirio que iba a presenciar. Lo que me iba a reír. Lo que iba a disfrutar.

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Empezaba la representación, con la bienvenida en el patio de butacas por los propios actores. Los mismos que iban a acudir al  citado Casting  para poder acceder a un papel en la luctuosa y severa obra de García Lorca… A partir de ahí, una delirante –ya te digo- sucesión de situaciones cómicas, que hicieron que la obra fuera un inesperado vendaval de risas. Una gozada.

La siempre fantástica dirección de mi querido amigo el actor -y patrono escénico- Juanma Lara. Una enorme -y no digo lo de enorme gratuitamente- Bernarda Alba. Un caracterizado Luis Centeno con vestimenta y pañuelo negro, que me recordaba tremendamente a su Tita Isabelín, y un plantel de actores frescos y profesionales con unos temas musicales fantásticos, me proporcionaron una velada teatral atrozmente divertida. (Teatroz) que hicieron desaparecer ese absurdo recelo que antes comentaba..

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Año 2013.

The Present Day que dicen los americanos en sus pelis.

Ahora, que hasta las tortillas de patatas se deconstruyen y reinventan, vuelve Teatroz a presentar Casting en el mismo escenario: El Teatro Cervantes. Los dos actores citados, permanecen (algunos más supongo) y el texto, se ha mejorado y actualizado convenientemente adaptando la problemática (que el 97 se reflejaba en el guión primigenio) a la actualidad.

Es estos tiempos tan crueles, donde la clase política, y el subterfugio económico, se regodean en las inexplicables e inexplicadas reformas “estructurales”; en estos tiempos tan difíciles para todos, volver a tener la oportunidad de acceder a la caja de sorpresas que esta obra ofrece, no solo es un lujo, es una necesidad imperiosa e indispensable para combatir el desaliento y alegrar el ánimo.

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Os lo recomiendo encarecidamente. Reíros a mandíbula batiente, Desearíais que al terminar, no os encontrarais de nuevo, con este mundo real de ignominia y de injusticia. Ojala que toda la vida fuese un continuo casting donde todos nosotros tuviésemos nuestro propio papel amparados siempre por el humor, por la risa y por la música.

Id a verlos, no os vais a arrepentir. Os lo juro. Por tó mis muelas!!!

Y ahora la referencia…

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CASTING, A LA CAZA DE BERNARDA ALBA. Teatroz. (Estreno)

 

7 y 8 de Febrero. Teatro Cervantes. Málaga. 19.00 h

 

Un director californiano ha convocado un casting en el teatro, con la intención de escoger el reparto ideal para un musical sobre la obra de F.G. Lorca, La casa de Bernarda Alba, basado en una partitura escrita por el mismísimo F.G. Lorca encontrada en un apartamento situado en la orilla del río Hudson.

 

Los actores asistentes al “Casting”; es decir, el público, a partir de este momento se esforzaran por conseguir, al precio que sea, un papel que les sitúe entre los elegidos en el reparto de una comedia musical estilo Broadway, cuyo título es, debido a un error tipográfico A la caza de Bernarda Alba, el musical.

 

Durante el proceso de selección se mostrará todo un abanico de personajes y situaciones delirantes que a buen seguro no dejarán indiferente a nadie y, como telón de fondo, la crisis, el paro, los desahucios, la corrupción… todos esos elementos necesarios para hacer una excelente comedia donde la carcajada será la protagonista.

 

Y por fin llega el momento final, la representación de A la caza de Bernarda Alba, el musical.

 

Con todos estos datos imagínense el musical que van a ver… bueno mejor no se lo

 imaginen… vengan a verlo

 

Género: Otros géneros

Contemporánea

30 Festival de Teatro de Málaga

Fechas: desde 7 de febrero de 2013 hasta 8 de febrero de 2013

Teatro: Teatro Municipal Miguel de Cervantes

Málaga / Málaga

21 h

Precios: 15 euros

Anticipada: Unientradas https://www.unientradas.es/janto/#  (, 902 360 295, oficinas Unicaja)

Autor: Juanma Lara (idea y adaptación) y Paco Bernal y Carlos Torres (guión)

Compañía: Teatroz

Director: Juanma Lara

Duración: 1 h. 45 min.

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