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Hay que ver, cómo es esto de Internet, que con toda la información disponible, no acaba uno nunca de conocerse.
A mucha de esta información se llega, como es este el caso, de forma casual. Buscando el significado de una palabra, esta palabra, te lleva a otra, y esta otra a un inesperado sitio de Internet. De este sitio, pasas –con una agilidad impropia de la edad que se maneja– a otro más inesperado aún y así, después de unos minutos de navegación, estás situado en un lugar al que nunca se te hubiera ocurrido acudir.
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Eso me ha pasado esta tarde; que saltando de URL a URL, he llegado a poder tener acceso a un diccionario que me parece de lo más interesante. Más que nada, porque he podido saber cosas de mi propia persona que ignoraba absolutamente y que «Date cuén, pecadorr» ignoraba absolutamente. Este que os escribe –en un inestimable ejercicio de sinceridad, objetividad y franca espontaneidad– (que no de lucidez) retrata aquí su verdadero «yo aberrante» si a aficiones sexuales nos referimos. Una catarsis necesaria e inevitable para guiarme yo mismo por el intrincado laberinto de mi existencia erótica y carnal. Yo que te diga, Maguila.
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Ha llegado a mis manos y ahora –si así lo desean, también a las de los lectores de este artículo al final de esta serie– un «Diccionario de filias y parafilias sexuales» que después de leerlo atentamente, me ha aclarado meridianamente el porqué de esas apetencias sexuales que «vezencuando» me intervienen y asaltan y que tanto placer me proporcionaron en tiempos y que aún, muy de tarde en tarde, vienen a visitarme.
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Estas –las que ahora vienen– son algunas; y las confieso públicamente con el único fin de expiar mis pecados y mis más intimas y ocultas pasiones eróticas.
A ver (y por orden alfabético) ahora resulta que he padecido y padezco; que he disfrutado y disfruto de la…
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• Actirastia: Excitación sexual proveniente de la exposición a los rayos del sol.
Cierto es. Debo de reconocer que después de tomar un baño de sol en la playa, –y de observar cómo las mozas se solazan brillantes y resplandecientes en las tumbonas– algo en mi interior me avisa de que es hora de un reconstituyente y gélido chapuzón. Para prevenir espectáculos deleznables.
• Acrofilia: personas que se excitan sólo lugares altos. Los acrofílicos gustan de masturbarse o tener encuentros sexuales en las alturas, ya sea la terraza de un rascacielos, en un helicóptero o en el andamio de una obra.
Pues sí; lo admito. Nada me excita más que hacer el amor en el andamio de un edificio en construcción. Mucho más si es de viviendas residenciales con permiso municipal. Si son protegidas (las viviendas) uso, como es natural, preservativo homologado por el MOPU.
• Adulterio: Ayuntamiento carnal voluntario entre persona casada y otra de distinto sexo que no sea su cónyuge. Del latín adulterium.
Miren ustedes, me van a perdonar, pero del Ayuntamiento –por la cuenta que me trae– no voy a hablar, que después todo se sabe y uno tiene su re putación.
• Agonofilia: excitación proveniente de una lucha con la pareja.
De las patadas que me propina mi mujer por la mañana para que me levante, perdónenme ustedes otra vez, pero tampoco voy a hablar.
• Agorafilia: atracción por la actividad sexual o el exhibicionismo en lugares públicos.
La misma situación que la Acrofilia, pero situándome en la planta baja del andamio antes mencionado.Especial predilección, por lo tanto, de obras de viviendas unifamiliares y colegios públicos concertados.
• Agrexofilia: excitación producida por el hecho de que la actividad sexual sea oída por otras personas.
Me pasa mucho en bodas, bautizos y comuniones. Sobre todo en estas últimas. Esa situación, suele ser la hostia de excitante! Recomiendo el gemido quedo y sigiloso pero, a la vez, rotundo y contundente.
• Algofilia o Algolagnia: excitación producida por el dolor (se diferencia del masoquismo por la ausencia del componente erótico). La Algomanía es la perversión caracterizada por la afición a sentir dolor. Del griego algos: dolor.
Cierto es también. Inexplicablemente –yo creo que es algos– suelo tener una pétrea erección espontánea cuando me arranco un padrastro levantisco e insurrecto. Cuando involuntariamente, rompo una esquina del sofá con el dedo chico mi pie.
• Alifineur (Aliphineur): Uso de lociones, cremas o aceites para excitar a la pareja sexual.
Debo de reconocer el enorme éxito, que el uso de la colonia Varón Dandy y la loción Floyd me proporcionan, en las mujeres pertenecientes a las más altas y selectas capas de la sociedad. Seh!
• Alopelia: experimentar un orgasmo sólo viendo a otros teniendo una relación sexual.
Siempre pensé que la Alopelia era quedarse calvo. Pero bueno…
• Alveofilia: atracción por tener relaciones sexuales en una bañera. A la práctica del coito en una bañera llena de agua se le llama Coitobalnismo (de balneum: baño).
También plenamente satisfactorias son estas relaciones acuáticas; si le quitamos las quejas por inundación proferidas por los vecinos de abajo que son tan tiquismiquis cómo pertinaces y porfiados en la protesta. Fueraparte el arrugamiento inevitable y duradero de la gurrina tras el coito.
• Amomaxia: excitación sólo al realizar una relación sexual dentro de un automóvil estacionado.
O témporas, O mores. Hoy necesitaría un monovolumen.
• Androidismo: excitación con muñecos, maniquíes o robots con aspecto humano.
Breao tenía yo a mi muy entrañable y amoroso muñeco Virkiki. Ni que decir tiene a Masturbita y Pajotín, los muñecos viciosos de Gesmar.
• Anime Figure Bukkake: termino anglosajón para referirse a la práctica que consiste en cubrir de semen las populares figurillas de Manga/Anime, aunque en ocasiones se usa leche condensada, de aspecto y consistencia parecida a la del esperma.
Esta gratificante práctica, hay que realizarla en lugares limpios y ventilados; al abrigo de insectos himenópteros y dípteros tales como: Avispones, tábanos, hormigas guerreras, moscas, y alúas del Monte Coronado; pues se da la fatal circunstancia de que si te untas el cipote con leche condensada, todos ellos, indefectiblemente, serán atraidos y quedaran atrapados en el glande –ya lo avisó Samaniego– presas de patas en él. Otro caso distinto es el de la mosca cojonera que merecerá descripción aparte.
•Anomeatia: penetrar con el pene por el ano a una pareja femenina.
No confundir con la Homeopatía, que supongo, debe de ser lo mismo, pero con un tío. Muncho cuidadín. Tampoco me hagan mucho caso, que de esta aberración, no estoy yo muy seguro.
•Antolagnia: excitación por oler flores.
De ahí mi tremenda afición por pasear por entre los puestecillos de La Alameda. Huyo, no obstante de los capullos y ninfos aéreos y narcisos ibañezmenta.
• Astenolagnia: atracción por la Humildad y la Humillación.
Cómo es fácilmente comprensible, voy a pasar por encima del tema de las Cofradías de Penitencia para no herir susceptibilidades entre los hombres de Trono, uno que yo me sé, y demás cofrades procesionantes.
• Autoconsuerofilia: Coserse con aguja e hilo alguna parte del cuerpo con fin de obtener placer sexual.
La vainica doble en un cojón, es algo que recomiendo encarecidamente por lo resultón que queda el testículo en comparación con el otro que solo ha sido pespuntado levemente. Misterios de la pasamanería vinculante.
• Autofelación o autofellatio: una forma de masturbación masculina que consiste en estimularse oralmente el pene.
Después de intentarlo, infructuosamente, durante quince años, un férreo corsé y tres hernias discales me recuerdan cada día lo cerca que queda el dolor cuando el placer se pretende y ves que se te escapa de entre los pedos. (Por la postura, claro)
• Autopederastia: Introducción del pene en el propio ano.
Ni lo intenten! Ni lo intenten. En el mejor de los casos, propónganse como mejor objetivo el ombligo.
• Autoscopofilia: Placer disfrutando de la observación de propios genitales.
Un consejo: Cuando se disfrutan de determinados volúmenes, el espejo ha de situarse estratégicamente en el suelo y usar las gafas de lejos.
• Autosexualidad: sexo con uno mismo. La masturbación solitaria es una de sus formas. El autoerotismo o Autoerastia es la práctica de auto–estimularse sexualmente.
Después de años de hábito y costumbre, puedo recomendar sin dudarlo esta práctica por lo buena, bonita y barata. Las tres B que le llaman y por la inconsciente memorización de los dibujos de los azulejos del cuarto de baño.
• Autoungulafilia: conseguir placer rascándose los propios genitales.
!Que quieres que te diga que tú ya no sepas, Maria del Rosario Yerolai!
• Avisodomía: relación sexual con aves.
El binomio Pollo–Polla funciona desde los tiempos más pretéritos. Recomiendo encarecidamente para el acto el Alzacola rojizo o el Chochín culinegro por la facilidad que demuestran para la penetración. Sin embargo desistan de determinadas aves del altiplano andino; ya se sabe que el Cóndor, pasa.
Y por fin, y para terminar esta primera entrega, el…
• Axilismo: masturbación dentro de la axila de la pareja. También llamado Cópula axilar.
Deberán de prevenir a su pareja, en el no uso de desodorante de barra, pues el escozor producido, puede llegar a ser muy bastante irritante. Y asaz pegajoso y denso.
CONTINUARÁ!…
Nota: Todas las imágenes que ilustran esta primera entrada de la serie -y que son obras de Agostino Carracci- han sido robadas impunemente de uno de mis sitios de referencia (y preferidos) en esto de lo virtual: Cultura Inquieta. Un lugar que recomiendo absoluta y encarecidamente.
Habítame, penétrame.
Sea tu sangre una con mi sangre.
Tu boca entre mi boca.
Tu corazón agrande el mío hasta estallar…
Desgárrame.
Caigas entera en mis entrañas.
Anden tus manos en mis manos.
Tus pies caminen en mis pies, tus pies.
Árdeme, árdeme.
Cólmeme tu dulzura.
Báñeme tu saliva el paladar.
Estés en mí como está la madera en el palito.
Que ya no puedo así, con esta sed
quemándome.
Con esta sed quemándome.
La soledad, sus cuervos, sus perros, sus pedazos.
Pienso en tu sexo.
Simplificado el corazón, pienso en tu sexo,
ante el íjar maduro del día.
Palpo el botón de dicha, está en sazón.
Y muere un sentimiento antiguo
degenerado en seso.
Pienso en tu sexo, surco más prolífico
y armonioso que el vientre de la Sombra,
aunque la Muerte concibe y pare
de Dios mismo.
Oh, Conciencia,
pienso, sí, en el bruto libre
que goza donde quiere, donde puede.
Oh, escándalo de miel de los crepúsculos.
Oh, estruendo mudo.
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. ***
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
*** «Las uñas de los dedos de tus pies están hechas del cristal del verano».
Y las sombras se abrieron otra vez y mostraron un cuerpo:
tu pelo, otoño espeso, caída de agua solar,
tu boca y la blanca disciplina de sus dientes caníbales, prisioneros en llamas,
tu piel de pan apenas dorado y tus ojos de azúcar quemada,
sitios en donde el tiempo no transcurre,
valles que sólo mis labios conocen,
desfiladero de la luna que asciende a tu garganta entre tus senos,
cascada petrificada de la nuca,
alta meseta de tu vientre,
plata sin fin de tu costado.
***
Tus ojos son los ojos fijos del tigre
y un minuto después son los ojos húmedos del perro.
***
Siempre hay abejas en tu pelo.
***
Tu espalda fluye tranquila bajo mis ojos
como la espalda del río a la luz del incendio.
***
Aguas dormidas golpean día y noche tu cintura de arcilla
y en tus costas, inmensas como los arenales de la luna,
el viento sopla por mi boca y su largo quejido cubre con sus dos alas grises
***
la noche de los cuerpos,
como la sombra del águila la soledad del páramo.
***
Las uñas de los dedos de tus pies están hechas del cristal del verano.
***
Entre tus piernas hay un pozo de agua dormida,
bahía donde el mar de noche se aquieta, negro caballo de espuma,
cueva al pie de la montaña que esconde un tesoro,
boca del horno donde se hacen las hostias,
sonrientes labios entreabiertos y atroces,
nupcias de la luz y la sombra, de lo visible y lo invisible
(allí espera la carne su resurrección
y el día de la vida perdurable)
***
Patria de sangre,
única tierra que conozco y me conoce,
única patria en la que creo,
única puerta al infinito.
La escogí sin que lo sospechara. Aunque pienso que en su fuero interno siempre supo que, entre todas, ella y nadie más que ella, era la elegida; que siempre había sido, mi más secreta debilidad. Desde siempre; desde los años primeros de mi vida consciente y adulta.
Desde que su pelo –de un color amarillo azafranado por el Sol– se metiera por la puerta secreta del deseo y del apetito más carnal e irrefrenable. Por esa insoportable frescura que irradiaba, por esa lozanía tan insultante cómo lujuriosa e imperecedera; por esa compañía que, sin saberlo, me dispensaba cada noche en la que estaba hambriento de ella y me saciaba breve y exiguamente.
Primero, la seduje con el tacto y con la caricia disimulada y la arranqué cuidadosamente del grupo para llevarla conmigo al sitio más cómodo y confortable de la estancia; y en la íntima soledad del apartado, la acerque a mi cara para, aspirando ese olor fuerte y sensual -cómo de azahar- que desprendía, sin quererlo, dejarme llevar al éxtasis rendido por sus encantos. La lleve a mis labios y dejé, con un beso, que su frescura me traspasara y me preparara para lo que había de venir.
La despojé de las vestiduras justas y convenientes; poco a poco, con un cierto trabajo, pues al principio no se dejaba. Al final –no sé si porque soy un pesado impenitente o porque mi insistencia no tiene rival– se dejó ir y me permitió, no sin sentirse falsamente ofendida, que entrase en su universo fresco, suave y terso. Limpio e intacto por ahora.
La abrí lentamente con la suave presión de mis dedos índice y anular (debía de dejar el corazón para el trabajo más arduo, cansado y placentero) y penetré en la húmeda cueva que me daba acceso al recinto del gusto, del sabor y del deleite.
La separé en dos gajos y penetrando en su hendidura, noté como mi dedo se mojaba hasta arrugarse y volverse blanco; y me llegaba ese olor que te abre el apetito más irreprimible y anhelado. Intolerable. Irresistible. Mi dedo estaba aprisionado; capturado dentro de ella. Se resistía; se resistía hasta que por fin, en una fina lluvia de líquido dulce y dorado, se rindió. Se deshizo y se derramó sobre mi mano rompiendo a llorar en una mezcla de sensaciones de gozo, placer y de batalla perdida. Y eso, la batalla perdida, me llevó a la convicción de que ya, por siempre, sería mía. Y que habitaría dentro de mí.
Entonces, comencé a devorarla poquito a poco a base de cuidadosos, deliciosos y exquisitos mordisquitos.
Así fue como gané la apuesta a toda mi familia, que estaba sentada en la mesa junto a mí, de que era capaz de pelar y comerme un mandarina con una solo mano en menos de dos minutos.Todos me aplaudieron a rabiar, y yo me sentí, ya te digo, orgulloso de mi habilidad, de mi capacidad y de mi inocencia.
Debo de estar muy agradecido a los usuarios de este blog por la aceptación en general que le dispensan a todos sus contenidos. Si es verdad, que hay algunos que son más aceptados que otros. Mas populares. Que levantan pasiones y eso.
Unos de los que más lecturas suele tener -y no solo los primeros días de su publicación- son los relatos que van incluidos en la subpágina del Ateneo’s Alas con Secuencias de un sitio de esta bitácora llamado “El Rincón de la Lujuria” por causas obvias y que no creo sea preciso explicar. Es el erotismo un asunto que interesa a todo el mundo. Para que engañarnos.
Además, ese sentimiento, el erotismo digo – el efecto que produce la excitación sexual, el ansia de amor físico- se desboca incontrolablemente en la época veraniega. Debe de ser (es) por la exposición en las arenas de las carnes tostadas al sol, y por consiguiente, a la ración doble de endorfinas liberadas que conlleva el tueste. Ese que domeña y somete la mente y provoca el deseo. Tambien, para que engañarnos otra vez, influye notablemente la precariedad en las vestimentas que alegran las pajarillas.
Para los que -por mor de la inevitable edad- vamos siendo invisibles para el sexo opuesto, y sufrimos el calvario de la desatención, vemos con alivio, que quedan dos semanas escasas para que la estación del año llamada verano… ¡¡Se vaya ya por donde ha venido !! Y que entre ya por fin el moderado otoño y se condenen los pantaloncitos cortos, escotes y minifaldas a penas no inferiores a seis meses y un día de reclusión en el armario ropero.
Aunque se va el nombre, no las temperaturas.
Este post que ahora estáis leyendo, se va a realizar, porque un amigo me ha provisto de unos bellísimos poemas eróticos (no son suyos) con la intención de que confeccione una entrada a modo de despedida estival. Diciéndole con ellos adiós al Sol en la duna de Bolonia, a la piscina de agua mineral helada a los pies de Sierra Nevada en Monachil. A las playas de Cajíz. A la luna Azul de Valleniza. A las moragas en Pedregalejo. A las columnas decadentes del Balneario del Carmen, a la interminable retahíla de fiestas y de celebraciones. Adiós verano… Adiós!
Sigo…
No me importa el envío del amigo, claro que no! Me encanta que mis amigos –que, por otra parte, disponen de licencia cedida por este humilde administrador- me envíen sus sugerencias; aunque yo -como es natural- hago de mi capa un sayo y publico lo que realmente me viene en gana. Pero eso ya lo saben ellos y me lo permiten. Saben por donde soplan los aires.
Estos poemas eróticos, detentan, ante todo un respeto absoluto. Es por eso, que incluyo estos que son de una belleza erótica sin parangón. Voluptuosos y con la ración de lascivia justa para que compongan un todo donde se complementen la sensualidad y la carnalidad. El deseo íntimo y la caricia. La añoranza por la ausencia del ser anhelado.
Espero que os gusten. Que los disfrutéis!!
Estos son:
#01
Hoy anhelo desmigar mi cuerpo,
tenderme lujuriosa en tus muslos
para amarte suave, lenta,
profunda y brutalmente.
Querido,
desde el mes pasado hasta hoy,
tan sólo ha sido abrirme de piernas,
fingir para hacerte feliz
para que pronto me bajes
de la cruz objeto de tu instinto,
para que pronto llegues al orgasmo
y me dejes dormir.
Pero esta noche no habrá tregua,
lavaré mi ansiedad
en el pulso de tu carne,
te lloveré por cada poro
hasta que aprendas de memoria
como amando se tiene sexo.
Querido,
esta noche tengo ganas
y te haré el amor
hasta complacerme.
Permíteme amor
cerrar las puertas
con cerraduras de oro
Sellarlas todas
y encender las lámparas
Quede esta noche
la casa iluminada
mientras me despojo
de todas las ropas
Observa en mí, vida mía
las cinco señales
El rostro enrojecido,
las orejas calientes,
la nariz sudorosa,
los pezones erguidos,
la voz dulce,
lujuriosa e intensa,
las cuevas rojas
manantiales ardientes
y los pies del loto
levantados hacia los cielos
# 03/2
Ven aquí amor gentil,
iniciaremos la cópula festiva
Enciende con la punta de tu jade
toda la lujuria de la piel
a propósito
en la profundidad de los valles
penetra hasta lo más profundo
desborda los canales
Cerraré los ojos
y asomará la lengua inquieta
para que mientras me mires
avances y retrocedas
Elévame amor al éxtasis
insaciable de esta agonía
en donde el tiempo
nunca venza
el esplendoroso sable.
# 03/3
La bola roja late
bañada en mieles
y el gran colmillo mojado
de aceite de castaños.
De derecha a izquierda
despacio, de prisa,
en libre danza del sexo
y de placer inmenso.
Que el tiempo longevo
no desgaste
al enorme árbol,
ni erosione las bases
erguidas del templo
Ven amor,
comienza de nuevo
marca el paso
que los hierros
nunca se quiebren en el acto.
Hoy es uno de los días mas tórridos del año. Tórridos, en su dos facetas más comunes : La climatológica, que es esa que nos atrapa irremisiblemente en la desidia y en la lasitud; esa que nos condena al arresto domiciliario al amparo de la frescura ficticia, pero necesaria, que nos proporciona la máquina. Y la otra: La de la carne, esa que no se desaloja si no es combatida a duelos de espaldas sudorosas, de miradas complices y de músculos cansados. De abrazos consentidos y risas compartidas. Que no se quita, de ninguna de las maneras, si no es bailando el baile mas antiguo del mundo.
La biodanza, como dice la musa.
Aprovechando las temperaturas horripilantes, y que, además, caen en mi poder unas letras ciertamente sensuales -otras ya estaban en la faltriquera- aprovecho, digo, para retomar y reavivar un poco el “Rincón de la Lujuria” de este blog. Un rincón que dormía el sueño de los justos. También el del olvido. Del abandono.
Pero retomo este espacio de una forma muy especial. Porque como estas letras –a excepción de la primera de esta serie de tres que viene ahora, y que ignoro su procedencia- están debidamente elaboradas y autorizadas por sus creadores (íntimos que son), se me ocurrió que también las imágenes, deberían de ser reales y pertenecer a otra íntima que por supuesto, elabora, protagoniza y me envía. Ella, su legítima y enigmática propietaria.
Guardo en todos los casos, el debido anonimato, pues así lo considero pertinente y oportuno. Sólo hago pública la identidad de un autor que en su día, me concedió “La Potestad del Escriba”.
Tardes de días tórridos que dice el poeta Cumpián. Insufribles tardes de días tórridos.
Días Tórridos de Julio. También implacables. Días tórridos que mueren esperando que el execrable Agosto llegue, también con fecha de caducidad, pero con las mismas pretensiones térmicas. Eso ya, lo digo yo.
EL BAILE MÁS ANTIGUO
DEL MUNDO
# 01
El beso, el abrazo, la caricia, el tacto de una lengua húmeda y dulce, la mirada, las manos que no saben dónde posarse, los susurros, la miel y el agua, la boca que apresa otra boca, los mapas, las yemas de los dedos, el mordisco, el ardor, la calma, los vaivenes, las palabras, la bañera y el colchón, las risas, el ruido, un gemido imperceptible, el estallido de los músculos, el reconocimiento, el cansancio, la entrega.
Me lo dijeron una vez.
Es el baile más antiguo del mundo.
(Anónimo. O eso, al menos, creo yo)
# 02
Ahora mi amor
Que estoy desnudo
Porque no tengo
Ni tus hermosos muslos
Ni tu boca
Ni puedo acariciar tu pelo
Ni me coges de la mano
Y me la pones en tu pecho
Ni me miras ni gimes
¿Sabes lo que voy a hacer?
Dejar un sitio en mi cama
Para dormir contigo
No se que mas puedo hacer
Mi amor
Ahora que estoy desnudo
Que no puedo abrazarte,
Que el sitio que te dejé en la cama
Está vacío y no puedo cogerte,
Te me escapas de entre medio de los dedos
Tu hermosura es inmensa
Siempre la has tenido
No dejes que se vaya
Te estoy mirando.
De Miguel Ángel Cumpián
( El cajón de las bragas. 2ª parte)
#03
Poco me excita más que las palabras. Quizá los gemidos, quedos. O esa manera imperceptible, acariciadora, que tienes de hormiguear por mis muslos, casi sin tocarme. Pero, cuando me susurras al oído, cuando me escribes y me describes lo que querrías hacerme, sin que yo participara -este tiempo es para ti: no te muevas-, cuando me preguntas si me gusta -claro que me gusta-, cuando me cuentas que estaré bocabajo y me recorrerás el cuerpo y todos los surcos con la lengua y que entrarás en mí y me abrirás las nalgas y querrás olerme…
Cuando me mandas esos correos y me dices que me piensas y te masturbas, yo te correspondo. Y no puedo parar de tocarme. Durante horas.
(De Sarmale. Anónimo porque ella quiere)
Nota Bene: Me comunica mi querida Sarmale, que también es ella la autora del primer texto, asi que queda aclarada dicha autoría.
Dos nuevos amigos -ya buenos nuevos amigos- me facilitan enormemente, la labor de incrementar las entradas en este recién estrenado apartado llamado El Rincón Lujurioso.
(Que contento estoy con las aportaciones de los amigos)
El uno -el de Manhattan, New York- mediante una traducción imposible que le pedí con la que está trabajando aún.
Lo sé Roy, lo sé, por eso te he traspasado el problema; una traducción imposible, decía, de una lista de precios de un lupanar de a principios del siglo XX. De 1912, concretamente. Y sé que no va a ser un trabajo fácil; ni tan siquiera para el, que lleva años dedicándose a esto del traducir.
El otro amigo -en realidad una amiga- me proporciona una colección de pensamientos íntimos que tiene guardados en un lugar que yo ahora -por su generosidad- comparto; pues me ha proporcionado la llave.
Textos mojados en sentimientos de deseo y de anhelo. Empapados en pasión y arrebatos de acaloramiento. Concupiscencia arremolinada de dos en dos. Sean personas o sean dedos; sean gemidos o sean polvos; sean lo que sean, pero de dos en dos. Hay veces, que puede que hasta cinco -los polvos digo- nunca tres; porque tres -ya se sabe- tres polvos… ya es una relación.
Y además, si ya con dos -personas en este caso- es difícil tener una relación, con tres….
Pero ya lo dice ella misma: Sé que soy una sosa.
Me proporciona Sarmale una nómina de textos llenos de lascivia y de carnalidad, de obscenidad y erotismo. De incontinencia sexual muy propia para engrosar la lista de entradas de este Rincón Lujurioso. Que a partir de ahora es más lujurioso que nunca.
Y lo hago, porque a pesar de que -cómo me pasa con el de Manhattan- tengo su permiso Ad Aeternum, en esta ocasión he tenido la precaución de pedir su consentimiento por tres veces -como Pedro, aquel que trabajaba de discípulo- para que no haya lugar a equívocos. Y las tres veces me los ha dado. Con un pequeño atisbo de duda la primera vez, pero me lo ha dado. Y el poder de la libre selección.
Si me lo hubiese negado, con una sola vez de las tres que lo hubiera hecho, hubiese sido suficiente.
Pero no! Me ha dado su consentimiento. La licencia que se llama.
La pregunta que me hago es, si estos textos son fruto de su imaginación y si por el contrario, son recreaciones escritas de sus propias experiencias.
Yo que soy bastante truculento e intuitivo, y además empiezo a conocerla un poco- solo un muy poco, no creáis- estoy seguro de la respuesta.
Haceros vosotros, si queréis, la misma pregunta, porque mi respuesta queda solo para mí.
Textos lúbricos. Salidos de mil momentos de cien noches de pasión,Quizás solo de diez. Que trasforman la lectura en roces de piel y sudores compartidos. Besos de mil bocas o de cien, o quien sabe, quizàs de solo diez. Tantas bocas como lectores tengan.
Y otra cosa, por último…No creo para nada que sea una sosa. De eso, estoy absolutamente seguro; nada de sosa.
y estos son los textos. Adornadlos con esta música. (Saldrá en negro, pero os dará paso al link de Youtube)
# 01
Tú mismo lo decías.
«Más de tres polvos es una relación».
El primer día fueron dos.
El segundo, cinco.
No hubo un tercero.
Me pregunto si te habrás divorciado ya.
# 02
Cinco horas mal contadas me sirvieron:
-para abrazarte las costillas.
-para comprobar que besas como si quisieras aprenderte mi boca.
-para darnos la mano por la calle y reírnos de los juegos adolescentes.
-para descubrir que un polvo en un ascensor cuando sólo se suben tres pisos es una empresa imposible.
-para no deshacer la cama, de la urgencia.
Eso me recuerda que tengo que lavar la funda del edredón.
#03
Me gusta dormir pegadita a tu espalda. Y despertarme a trompicones, durante la noche, para besarte entre los omoplatos, rozarte la piel que cubre tu columna vertebral, pasar mis dedos por tus corvas, seguir la curva del deltoides y el camino que traza tu sartorio.
Me aprendo tus huesos y los nombres de tus músculos.
Nunca tuve mejor lección de anatomía.
# 04
Sé que, cuando me duche contigo, vas a lavarme mucho rato. Tus dedos, concienzudos, dentro de mí.
Y que me mojarás para después secarme. Y que, mientras me secas, volveré a estar mojada otra vez.
# 05
Mientras te espero, escribo y fantaseo. Busco fotos. Ya dije lo que ocurría con las imágenes, siempre. Pero a veces ocurre también cuando te pienso, los dedos diestros, la piel suave, esa forma de mirarme y no mirarme con los ojos entrecerrados cuando te beso.
Ven. Ven ya, no tardes. No me hagas esperarte mucho.
#06
-Date la vuelta.
Te gusta mirarme. Te gusta hacerme cosquillas en la espalda y en la cintura, dibujarme arabescos, notar cómo me río y cómo me erizo. En la mesilla hay aceite de masaje, depositas un beso en mi nalga, te lubricas un dedo.
-Cierra los ojos.
Te lubricas un dedo y me recorres. Me llenas de aceite, desde el inicio y noto cómo cae. Respiro hondo. Haces círculos con el dedo alrededor de mi ano, tu dedo índice abriéndose paso, muy despacio, una falange primero, luego dos, tengo los ojos cerrados, no los he abierto, estoy mojada. Eso pienso: estoy mojada otra vez, me está metiendo un dedo, el dedo ya no se mueve, está dentro del todo, ahora me muevo yo, quiero dejarte entrar, quiero que uses la mano que tienes libre para que me masturbes, para que entres en mi sexo, para que te quedes quieto ahí mientras yo siento, sólo siento, siento cómo sale tu dedo de mi ano, cómo te lo voy apretando, cómo lo mueves, tan lento; cómo te gusta explorarme, cómo me gusta que me explores…
Vuelves a coger el aceite de masaje.
-Voy a entrar con dos- dices.
Y me deshago
# 07
Así. Cuando me pides que me dé la vuelta, que ponga los hombros pegando a las sábanas, que baje mucho más el pecho para alzar mucho más aún las caderas y te oigo, detrás de mí, después de un beso en la grupa, un beso con lengua que me hiende y me eriza:
-Ábrete para mí.
Entras. Y ya sí. Ya me alzas, para salir y entrar y embestirme. No puedo verte la cara y, por eso, te escucho y te siento más que nunca. Tus manos reptan. A mis pezones. A mis hombros. Tu boca jadea casi en mi oído.
Me gusta así.
Ya lo sé. Siempre lo he sabido.
A ti también te gusta.
# 08
Quiero besos con sabor a tabaco, a marihuana, a hachís, a café solo y a cerveza. Para descubrir después que tu boca tiene un sabor único que sólo yo conozco y que no puedo describir sin evocarlo.
# 09
Termino de hablar contigo y estoy húmeda. No sé cómo lo haces. Lo que sé es que hoy pasarás la noche conmigo. Que, mientras estés tomando copas, yo meteré una mano por debajo del pantalón y deslizaré un dedo entre mis labios, arriba y abajo, que luego serán dos o tres y la palma de la mano abierta, apretando, y frotándome con ella: como ahora mismo, que acabas de irte y que me estoy moviendo en la silla, intentando calmarme mientras te escribo.
Hubo una noche que no fui capaz. Tuve el primer orgasmo, me dormí desnuda, me desperté, la habitación oliendo a sexo, a mi sexo, se me abrieron las piernas, a veces es inconsciente, se me abren las piernas como si te llamaran, pero no estás. Sólo están mis dedos. Me acaricio, como si me estuvieras acariciando tú. Bordeo mis pezones, voy de uno a otro, erizados, duros. Me molesta el roce de las sábanas. Me molesta todo lo que no sea tu lengua. Bajo con la palma de la mano, voy bajando por el vientre, noto la respiración agitada, el sexo abriéndose y cerrándose, cada vez más rápido, enredo los dedos en el vello, me demoro en el pubis, lo aprieto, sigo abriendo las piernas, juego con un dedo, lo introduzco, pero nunca es suficiente.
Nunca es suficiente porque no son mis dedos lo que necesito.
Siempre acaricias lento. La curva de mi espalda mientras yo me monto encima de ti, vestidos aún, y me froto contra tu sexo. Los párpados, que cierro, los dos a la vez, mientras me besas. La areola, trazando círculos. La cara interna del muslo y mis cosquillas. Los brazos.
Siempre acaricias lento. Pero no siempre lo haces con las manos.
# 10
Poco me excita más que las palabras. Quizá los gemidos, quedos. O esa manera imperceptible, acariciadora, que tienes de hormiguear por mis muslos, casi sin tocarme. Pero, cuando me susurras al oído, cuando me escribes y me describes lo que querrías hacerme, sin que yo participara -este tiempo es para ti: no te muevas-, cuando me preguntas si me gusta -claro que me gusta-, cuando me cuentas que estaré bocabajo y me recorrerás el cuerpo y todos los surcos con la lengua y que entrarás en mí y me abrirás las nalgas y querrás olerme…
Cuando me mandas esos correos y me dices que me piensas y te masturbas, yo te correspondo. Y no puedo parar de tocarme. Durante horas.