IN TABERNA MORI
«Est Propositum meum in Taberna Mori
Meum Est Propositum In Taberna Mori
Est Propositum meum in Taberna Mori”
Estoy absolutamente convencido -porque tengo un cuñado bioquímico, mirusté- que en la cadena de ADN humana en general, y de la malagueña en particular, existe un eslabón agazapado y escondido llamado ATBC que condiciona nuestra existencia de forma absolutamente conductiva. Ese eslabón nucleótido, el llamado ATBC -lo sé porque mi cuñado Maxi (el bioquímico, mirusté) me lo ha dicho- es un acrónimo de Antros, Tabernas, Bares y Cafeterías. Así. Como suena.
Estoy persuadido también de que esa condición genética, nos provoca el acudir -sin remisión ni poderlo evitar- a habituar diferentes locales en nuestra niñez y juventud que marcarán no tan sólo nuestro destino, sino también -como inopinadamente se podría esperar- nuestro comportamiento vital y ético para el resto de nuestra mala vida.
(Ahora Uds. se dirán y preguntarán…Este está de coña?. Pues no!)
Intrínseca y connaturalmente, cada uno de nosotros -apoyándome en esta absurda teoría que expongo sin rubor ni base científica alguna- es el resultante de los locales, tugurios, cantinas, mesones, tascas, café y cervecerías; fondas, bodegas o figones; de todos los dispensadores de comidas y bebidas que hemos visitado y que configuran y adecentan -dando gloria y esplendor- nuestro íntimo y particular Curriculum Cannallae.
Vamos allá!
Me llamó, tan innecesaria como amablemente, el Poeta Juan Miguel González para darme las gracias por la publicación, en este blog, de la última remesa de poemas entregadas a éste que os escribe.
Terminamos pronto el apartado de lisonjas y de los aplausos, pues no me gusta demasiado (lo digo con la boca chica) que un enorme talento como él, pierda su valioso tiempo aplaudiéndome algo que para mi no sólo no resulta trabajoso, sino que deviene en un verdadero placer. Al final, me prometió enviarme un precioso poema (que me leyó) que hace referencia al ambiente de los bares y tabernas antiguas de Málaga y que cierra este artículo que es -y lo siento- quejumbroso, lastimero y afligido. Un poco desconsolador.
(Restaurante La Cancela. Calle Denis Belgrano)
Hablamos diecinueve minutos (el terminal telefónico, es un irreductible chivato) y empleamos parte de ese tiempo en hablar de los bares y bodegas desaparecidas en Málaga -de ahí el tema que nos ocupa- debido a la implacable plaga y profusión de esos establecimientos desnaturalizados y plasticosos que se están haciendo con los centros históricos de las ciudades. Haciendo -las calles principales de las ciudades del mundo mundial- todas iguales e impersonales hasta la confusión.
Todos esos locales que antaño -y no tan antaño- estaban ocupados por históricas cafeterías, bares, tabernas, restaurantes, mesones… Seamos más beligerantes con el pseudoprogreso “modelno”… Librerías, ópticas, papelerías, horchaterías y whiskerías. Camiserías y sastrerías. Heladerías y cererías. Despachos de pan, colmados, almacenes y confiterías, Tiendas de confección y pasamanerías. Y de menaje, y de decoración y de regalos; por las últimas talabarterías. De Ultramarinos (la más bella de las palabras) y de Coloniales de los que quedan sólo unos pocos que resisten estóica y heróicamente.
(Banco Central y La Cosmopolita. Esquina Larios y Liborio García)
Todos esos locales, digo, han desaparecido del mapa y ahora solo están alojados en la memoria consternada y pesarosa de los que más canas peinan y aún tienen, meridianamente bien, la capacidad del recuerdo. Son nuevos tiempos de Burgerkines y McDonadles. Mangos, Zaras, Springfields y Benettones; Desiguales, Pull & Bears y C&A… Negocios vestidos de limpio impoluto con la “distinción” del nombre en inglés y el perenne y consabido Ampersan (&) que tanto mola, adorna y agrada a las nuevas generaciones.
(Kiosko de churros de Calle Eugenio Gross)
La mayoría de los locales de los centros históricos -a base de subidas desorbitadas e inasumbibles de los arrendamientos- están desterrando los comercios tradicionales de toda la vida de dicho localización, y sustituyéndolos por otros tan modernos como carentes de alma y de solera. Y si ya hablamos de los barrios, “shit yourself little parrot”: Cágate lorito!. En los barrios, los negocios chinos ya se han encargado de aniquilar despiadadamente al pequeño comerciante autóctono.
Pero (¡¡Cómo divago!!) quería ceñirme sólo a los Antros, Tabernas, Bares y Cafeterías que han dejado de existir o que, los pocos que perduran, están maquillados patética y ridículamente por esa aborrecible modernidad de renovación/ innovación que nos acontece y nos domina. Aquí, en esta ciudad, no se conserva ni complementa. Sólo se destruye y sustituye, sin miramiento alguno, a la voz de: Maricón el primero!! Que diría el Poeta González.
(Café Teatro. Calle Afligidos; Hoy Museo Revello de Toro)
Pertenezco a una generación en la que nos distinguíamos -a modo de tribus urbanas- por los locales que habituábamos; aquellos donde se servían o papeo o bebercio; o ambos dos. Aquellos espléndidos locales de jaraneo y guitarreos; de medias tardes y altas madrugadas. De canciones afinadas y magreos a hurtadillas.
(Mi amigo Rafael O’Donnell -de pie- en la Buena Sombra)
De aquellos establecimientos que nos configuraron y nos hicieron mejores personas, ahora, hemos pasado al castigo y a la condena del decibelio faltón y ensordecedor; a la papa vomitá en la puerta del local ante la atenta y oprobiosa mirada del gorila macarrón y pendenciero -acomplejado sheriff sin placa- de turno.
Ya no hay Bar Pombo ni Casa Bárcenas donde tomarse un submarino. No hay ya donde almorzar económica y exquisitamente porque ya han cerrado la Cancela o Gambrinus. La Mar Chica o La Balear, pasaron a peor vida. Pinchitos Sami y Judi han corrido la misma mala suerte. La Buena Sombra ya no tiene a Pirri sirviendo cervezas. Bárcenas, otra vez, sólo suena a sinvergüenza y Gambrinus a franquicia sin entrañas. Para más INRI, el Bar Orellana ha muerto entre lamentos inconsolables de las ya improbables Ligeritas, Colombos y Bartolitos. Todas esas tapas, ahora, gimen y se lamentan, a modo de deliciosas y sabrosas plañideras, pensando… ¡¡¡Ay, si Don Manuel Viviera!!!
Morirán también en la memoria?
(El Bar Orellana en los tiempos de Don Manuel)
Se acabaron los cafés históricos cómo El Español. Y el Café Madrid, subsiste irremediablemente emparanollado y temeroso entre carruseles de showarmas infectos de triglicéridos y freiduras pestilentes de grasa requemada y fritangas.
Mi querida amiga Auxi Toro, clarinetista, autora teatral y experta en casi todas las disciplinas literarias y escénicas, me escribió y dedicó una proféticas y cariñosas líneas hablando de un grupo de amigos que nos distinguimos por la música que tocamos y por el júbilo y el entusiasmo que desplegamos, y demostramos, en nuestros momentos de esparcimiento y entretenimiento. Viva la risa!!! Porque la risa -decía Víctor Hugo- es el sol que ahuyenta el invierno del rostro humano.
(Restaurante merendero Casa Pedro en El Palo
Estas son las palabras de Auxi Toro:
“Me asombro profundamente de la capacidad de diversión que tenéis la peña, el fuerte hedonismo que os impregna y de como os sumergís en los ritos dionisíacos, tanto en el mar como en la tierra, tanto en invierno como en verano. Fieles adoradores del Dios Baco -que como sabes es el responsable del origen del ditirambo- y lo bien que escribes y lo simpático y lo «curto» que eres !mi arma!… Todavía me duele el fuerte apretujón o abrazo de oso con el que me despediste. Buena cosa.
In Taberna Mori…como dirían Los Goliardos”
(Casa Bárcenas en Plaza de Uncibay)
Este es el poema que me regala para todos vosotros Juan Miguel González del Pino. Precioso. Verdaderamente precioso y… conmovedor. A mi me parece bellisimamente conmovedor.
(El Poeta visto por Ángel Idígoras)
» y pedantones al paño
que miran, callan, y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas…”
Antonio Machado
AQUELLAS FRATERNALES TABERNAS MACHADIANAS
El blanco y las anchoas enteras, de barrica,
el serrín esparcido los días de aguacero,
la tiza de las cuentas que suma y multiplica,
por todo el mostrador, el hábil tabernero.
Las mesas de tijera, el tubo fluorescente,
el humo de los Celtas y el Chéster sin boquilla;
la concha de altramuces y el caldillo caliente,
y el jilguero, la radio, Marchena y el Montilla.
En la pared del fondo, la foto de Kubala
junto a otra, en color, de La Saeta rubia.
Alguien trajo a la novia en su Montesa Impala
con cara de Ava Gardner mojada por la lluvia.
Santísimas tabernas de nuestra adolescencia;
socráticos refugios, escuelas menestrales,
donde pronto aprendimos la poética ciencia
de ser libres y honestos, rebeldes y leales.
Aquel vino en los vasos con forma de campana,
aquella bien bebida y fiel fraternidad,
ya son cantadas coplas, leyenda provinciana
de cuando paraíso aún era esta ciudad.
Juan Miguel González
Málaga. Septiembre de 2013
Entonemos el cántico propicio por los locales que se fueron y que ya nunca volverán. In Taberna Mori.
NOTA BENE
Gracias a la página de Facebook “Sólo Fotos Antiguas de Málaga”; a Lasa Lasaeta por su cordial y afectuosa bienvenida al sitio. Pero -sobretodo y muy especialmente- a Toñi Villatoro, un dechado inacabable de generosidad y predisposición, porque sin ella, este artículo estaría huérfano de tan entrañables imágenes. Un beso y mi amistad para ella.
Gracias también, por su colaboración eficaz y desinteresada a la también página de Facebook «Málaga Ayer y Hoy». Buena gente.
(Cafetería Solymar en Plaza de la Marina. «Villa Conejitos»)
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