SERGIO ODEITH: LA MAGIA DE LO TRIDIMENSIONAL
No dejo de sorprenderme cada vez más por eso del encontrarme por estos lares a artistas cuyas cualidades, estéticas y creativas, llegan a maravillarme hasta el infinito y más allá que diría el inefable astronauta Buzz Lightyear. Lo bueno que tiene esto de la Red, sigo diciendo como acostumbro, es el elemento sorpresivo que lleva de serie. Hay tanto y tan bueno! Hay tanto y tan malo! Sólo hay que tener un poco de racionalidad y lógica para acercarte al lado de la luz y bañarte con el conocimiento y las habilidades de artistas que, de ninguna de las maneras, nunca, habrías podido llegar a conocer o a saber de ellos. Pero lo que no se puede cuestionar, en absoluto, son los hallazgos que de pronto, se te aparecen.
En referencia a lo que ahora viene, tengo que indicar que el mundo de la ilustración -en todas sus acepciones- me fascina desde que tengo (si algo hay) uso de razón. Quizás sea por esa torpeza inveterada que me interviene en todo lo relacionado con el dibujo, la perspectiva y los planos… por esa nulidad manifiesta que detento en eso del plasmar movimientos en un papel o en cualquier otro soporte físico; así pues, cuando descubro a alguien que se sale de la generalidad y de la media y entra de lleno en lo singular y la excelencia, es entonces, digo, cuando me felicito por pertenecer a esta generación que tiene acceso a tantísima cosa interesante y de beneficiarme, como poco, por su contemplación.
«Todo es ponerse» me decía mi admirado Luis Ruiz Padrón -maestro indiscutible de la técnica Urban Sketcher. Pero no! No todo es ponerse, desdichadamente.
Miren Uds. se puede estudiar música, pero sin un buen oído no hay nada que hacer para destacar. Se puede tratar de cantar bien, pero sin una voz que sea al menos, singular o característica (Léase Dylan o Sabina) no hay tampoco nada que hacer. Se puede tratar -y pongo último ejemplo- se puede tratar de escribir con una cierta corrección y elegancia para conseguir el interés y el seguimiento de los demás; pero sin un bagaje cultural y una buena impedimenta de libros leídos, es muy difícil que algo salga medianamente «leíble» y alejado de una crítica, en muchos casos, feroz y desalmada.
Vengo a decir que, para sobresalir de manera notable y gloriosa en algo, se debe de estar dotado de unas habilidades particulares en cantidad muy superior a lo habitual en ese medio. Y eso le pasa -y voy ya por fin al grano, que ya es hora- eso le pasa al grafitero Sergio Odeith.
Odeith, es un tipo nacido en 1976 en Damaia; una freguesía (algo así como una pedanía) del municipio portugués de Amadora (sic). Desde joven, este artista luso empezó a asombrar al mundo con una serie de trabajos verdaderamente alucinantes (rayando lo lisérgico) en los que destacan los aprovechamientos de las esquinas para producir unos increíbles efectos tridimensionales que transforman cualquier rincón urbano en una absoluta (y fascinante) obra de arte del graffiti urbano.
Esto que ahora vais a poder ver -si así lo consideráis oportuno- es una relación de grafitis que Sergio Odeith ha realizado por todo el mundo y que, incluso, mediante encargo de grandes empresas como Coca Cola, Shell o Samsung, deja a todos aquellos que las contemplan, con la boca abierta de asombro y de admiración. Aún cuando el dibujo ejecutado consista (las muy muchas de las veces) en plasmar sólo y únicamente su rúbrica como artista. Lo que yo les diga: Una verdadera pasada!
Esta es la selección que he realizado para esta entrada; que la disfrutéis!
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