MAYTINES DEL NACIMIENTO

MAYTINES DEL NACIMIENTO

Me comunica mi amiga Mariví Verdú que el próximo día 20 de Diciembre en el Centro Cultural «Vicente Aleixandre» de Alhaurín de la Torre, a las 20,30 horas, y el 23 de Diciembre a las 19,30 en el Ateneo de Málaga, se presenta un libro de villancicos titulado «Maytines del Nacimiento» . El libro muestra villancicos escritos por la propia Mariví, Pilar Bugella y Juan Miguel González con ilustraciones de Ayuso, Ángel Idígoras y Pachi.

El Blog de Father Gorgonzola, tiene el enorme privilegio de publicar en este post un adelanto que consiste en el bellísimo prologo de Laure Quesada y el no menos bello epílogo del también amigo Manuel Salinas.

Entre ambos, y como anticipo de lo que ha de llegar, inserto -como primicia- una preciosa canción de Diciembre escrita por mi buen amigo Juan Miguel González.

Disfrutadlo, pues merece la pena. Muy mucho.

PROEMA

Laure Quesada

La pátina, mugre purísima que ensucia y ennoblece los lienzos, se posa, también, en las palabras. No deja de ser una ironía que villano, palabra inmaculada en su origen latino-medieval (de villanus = aldeano), y que más tarde, en el Renacimiento, dará villancico, hubiese ya perdido, aún no bien entrado el Medievo tardío, su prístino candor y pasado, de un golpe, a designar lo abyecto. Que, en cambio, sea hoy sinónimo de ruin y villancico de frescura es uno de esos raros, mágicos milagros que sólo le debemos al lenguaje y su arbitrario aluvión de sentidos.

En ese delta caprichoso (del lenguaje) trabajan, rarísimas hormigas, los poetas. Son ellos, arqueólogos del tiempo, quienes, visionarios, le devuelven su genuina frescura, su atávico, mítico fulgor. Porque lenguaje es mito (reliquia de mito) en tanto último eslabón de esa cadena que nos une a lo que fuimos, allá en la primavera de los tiempos. Son ellos, comadres del olvido, quienes, nostálgicos, velan su integridad revelando, bajo una nueva luz, su cadáver. Y esa luz, redentora, no es otra que la música. La música que danza su vals entre sus versos. La música, sí. ¿Quién no ha subido nunca esa escala de Jacob…? ¿Quién no luchó jamás (qué poeta, qué ser) contra el ángel del ritmo y después, extenuado, durmió en su silencio…?

Este libro, lector, es un canto al silencio. Un canto al silencio escrito por poetas que saben que la música es su llanto vertebral, su risa más pura. ¿Y qué más puro canto, sencillo y popular, que el villancico, reliquia que nos queda del villano cuando éste, todavía, era sólo un campesino…?

 

A mis hijos Daniela y Teseo y
a mi nieto David

 

A CANDELA DEL MONTE…

Juan Miguel González

A candela del monte
huele el ganado;
a leña verde y paja,
Niño, tu establo.

A rebaño mojado,
a encina, a brezo,
a divinos pañales
huele, y a heno.

¿Quiénes bajan cantando?,
¿qué flauta es ésa,
en tan oscura noche,
con lo que hiela?

A huerto soleado
huele el pesebre,
porque ha nacido Mayo,
con tanta nieve.

 

NIEVE QUE LA NOCHE ALUMBRA

Manuel salinas

Cada niño trae un milagro bajo del brazo: la encarnación del verbo, la posibilidad del habla de la tribu en la que haya nacido, el don del lenguaje.

Así cada nacimiento va unido a la alegría, al bullicio, al jaleo, al festejo, al estar despierto.

El villancico es el signo, la manera del que vela, del que para espabilarse en medio de la noche coge el almirez, hace bulla y canta.

Pero la palabra no sólo nombra la realidad o la construye, sino que al mismo tiempo se rebela contra ella y la desmiente; esto es la sueña. Y ese juego de la palabra nos desnuda de lo sabido, del quienes somos, y nos reúne ,y nos da vida, y nos hace –váyase lo ganado por lo perdido-, niños de nuevo, porque todo es infancia.

En efecto, esta música de oro que habla del amor sólo tiene una patria: la infancia, porque no hay más paraísos que los perdidos.

En fin, ése es el misterio. Éste es el milagro que no se razona y se impone como el amor o como el idioma. Éste es el estado de desvelo que encontramos desde mucho más allá del cancionero de Upsala, del siglo XVI, donde se nos recuerda que no debemos dormir la noche santa, hasta estas otras “canciones de vela”, villancicos que han escrito en este hermosísimo libro Pilar Bugella, María Victoria Verdú y Juan Miguel González.

Puñado de notas o de sílabas que se preguntan, por ejemplo, “¿En qué estaba yo,/ bello pastorcillo,/ que ni oí tus pasos/ ni escuché tus silbos?”, o que tararean, “silenciosa, rezando,/ casi sin voz,/ una nana te canta/ mi corazón”.

Villancicos, exactos y medidos, como los pasos de una danza, son este “estar atento”, este “estar despierto”, de esos poemas de la Presencia, poemas de la Llamada, del Nacimiento, que nos traen o nos llevan por dos largos ríos recién brotados de una estrella, una voz que narra el suceso, la gloria que es la encarnación de la palabra que de la Historia escapa.

Desde lo popular a lo culto llegan para cantarnos que la Nochebuena no es noche de dormir, sino de avivar la inocencia, de poner donosura en papel de regalo y palabras a un tiempo todavía no domesticado, a un tiempo que salvaguarda el misterio, nuevo y antiguo, del hacer versos.

El villancico o la “canción de diciembre”, “canción del desvelo” es una maña de la lengua que hace, gozosa y navegable, la luz, el ardor que pone a la par Poesía y Verdad: Canto; del que de amores muere, el dulce canto.

PARA ÁLVARO (De Juan Miguel González)

Mi querido amigo el Poeta Juan Miguel González, tiene la enorme consideración de regalarme una vasija rebosante de aprecio, cariño y ánimo. Una inmerecida demostración de amistad que le agradezco “Ab Imo Pectore”. Desde lo mas hondo de mi corazón. Y tiene, además, la esplendidez de regalarme -para compartirlo con vosotros- la exclusiva de la letra de un villancico perteneciente a un próximo libro que será editado, estas fechas navideñas inminentes, con el nombre de Maytines(sic) del Nacimiento.

Comparte la autoría con Pilar Bugella y también con la amiga Mariví Verdú. Edita “Calle del Agua”

No quiero hablar de este libro- por ahora- pues merecerá una entrega específica prologada con la palabra amiga de Manuel Salinas. Ahora solo os dejo esta epístola amable y afectuosa que me llena el pecho de satisfacción y de honra.

Muchas gracias maestro. Es un ENORME privilegio. Yo también te hago un regalo musical al final de este post… En mi niñez -y cuando la familia Souvirón nos reuníamos por Navidad- mis tías Lourdes y Pilar, cantaban este precioso villancico. Es algo tan personal que, precisamente por eso, quiero compartirlo contigo.

Málaga, madrugada del 26 de Noviembre de 2011 

 

Querido amigo Álvaro: 

Qué joven me siento cada vez que me asomo a ese ancho y claro ventanal con que tu bondad se empeña en hacerme feliz. 

Ganas dan de correr y abrazarte, de llenar de  castañas y  almencinas tus enormes zapatones de tela peatonal, de auparme hasta tu frente y ungirla de sonetos bien mojados en vino de los Montes. 

La deferencia, el jovial y esforzado ejercicio de estética con que ilustras los versos que con tanta calidad musical ha popularizado TABLETOM, revelan un talento fresco y versátil, que en vano intentas disimular bajo la corpulenta apariencia bonachona de tus dos metros de estatura. En esta bastarda cultura del éxito inmediato, en este execrable muladar subvencionado en que han convertido el arte, consuela y reconforta que alguien como tú se prodigue en aquello que sólo se realiza desde la independiente gratuidad, siempre insumisa, generosa y apasionada. ¡Ánimo, amigo! Gracias otra vez y enhorabuena. 

No quiero despedirme, querido Álvaro, sin antes ofreceros esta canción de Diciembre que, aunque de próxima edición en un libro de villancicos, también os dedico a ti y a tu esposa. 

Siempre agradecido, te abraza, tu amigo. 

Juan Miguel González 

 CON CUANTO AMOR NOS LLAMA 

 

¿Cómo abrirán las breñas 

sus matinales salmos 

si están los montes secos 

y sin pastor los prados? 

 

¿Cómo alzarán los valles 

sus matinales brumas  

si a las dormidas fuentes 

no despertó la lluvia? 

 

De ti, niñez, no queda 

más que la pura nieve 

cayendo en las menudas 

canciones de Diciembre. 

 

¿Quién dejará, de frío, 

morir la dulce infancia, 

oyéndola, en el heno, 

con cuánto amor nos llama? 

        Juan Miguel González

A PROPÓSITO DE VISIÓN DE LA PIEDAD

Hoy, 30 de noviembre, publica el periódico EL MUNDO, en PAPELES DEL PARAÍSO, un  artículo escrito por el común amigo Manolo Salinas sobre el nuevo libro de Juan Miguel González “Visión de la Piedad”

Como no podía ser de otra manera, los amigos -y sus textos- tienen siempre cabida en este “Ateneo’s Alas con Secuencias”

Este es:

A propósito del libro “Visión de la Piedad”

de Juan Miguel González.

 MANUEL SALINAS

            Escribe magistralmente el ensayista Ignacio Gómez de Liaño, en el impagable prólogo al libro “Visión de la Piedad” (editorial, “Libros delaire”) de Juan Miguel González, que el fundamento último de esa obra poética es el ímpetu y la trascendencia.

Esto es, el libro de Juan Miguel González participa de ese raro afán de trascendencia, de esa idea radicalmente lírica, frente a la tendencia más realista imperante en estos días en los que se desconfía del canto. Desconfianza moderna que Marcos-Ricardo Barnatán supo definir de esta manera: “los poetas ya no creemos en los dioses y en los héroes. Por eso ya no cantamos”. El poeta ahora es un investigador privado.

En efecto, frente a este luto del canto, frente a esta mirada alicorta y rasante, Juan Miguel González nos habla en su libro de fervor, de entusiasmo, entroncando su poesía con la de uno de los poetas indiscutibles de la poesía española del siglo XX: Claudio Rodríguez, quien cantó la esencia de la poesía y la “ebrietas” de la que ésta dimana. Poesía como don y como ebriedad que es un estado de entusiasmo en el sentido platónico. En resumen, nuestro poeta malagueño nos dice que la vida humana es una especie de “ímpetu entusiasta” y que ese ímpetu, esa “ebrietas” es lo mejor que hay en ella.

Por otro lado, el antídoto, que nos ofrece la poesía de Juan Miguel para estos oscuros días de individualismo y picaresca, en los que los hombres no tienen ningún deseo ni sueño ni idealidad sólo la necesidad de cosas prácticas y de dinero, es una búsqueda de sentido y sosiego a la existencia, una búsqueda de valores éticos y esperanza, una búsqueda de una vida trascendente y espiritual: cosas de toda la vida que el tiempo no desgastó jamás.

Mario Vargas Llosa ha escrito: “Durante mucho tiempo se creyó que con el avance de los conocimientos y de la cultura democrática, la religión, esa forma elevada de superstición, se iría deshaciendo, y que la ciencia y la cultura la sustituirían con creces. Ahora sabemos que ésa era otra superstición que la realidad ha ido haciendo trizas. Y sabemos, también, que aquella función que los librepensadores decimonónicos, con tanta generosidad como ingenuidad, atribuían a la cultura, ésta es incapaz de cumplirla, sobre todo ahora. Porque, en nuestro tiempo, la cultura ha dejado de ser esa respuesta seria y profunda a las grandes preguntas del ser humano sobre la vida, la muerte, el destino, la historia, que intentó ser en el pasado, y se ha trasformado, de un lado, en un divertimento ligero y sin consecuencias ”.

Sin lugar a dudas, y Gómez de Liaño tiene otra vez razón, que Juan Miguel González es un raro poeta que en lugar de promover lo peor -ya sabemos que todo cambia siempre para peor-, busca lo mejor de la tradición para cantarlo, acaso convencido de que el “más allá” no puede estar en esa revolución terrenal que nos prometió cierta idea de progreso. Recordemos, en este sentido, que el prestigio del arte o de la poesía, en nuestra época, le viene de aquella antigua promesa de que nos proporcionaría el soñado Edén. No hay duda, la publicidad ha sido el sustituto moderno del argumento y su función ha consistido en que “lo peor” pasara por “lo mejor”, porque indefectiblemente todo “acá” logrado nos lleva a suspirar por cualquier “allá”. Ya lo sabemos: así es la condición del alma humana que, desde Altamira, siempre se puso de pie para alcanzar a pintar sueños o bisontes.

En fin, Juan Miguel González es un poeta que está lejos del exhibicionismo moderno y dentro de esa otra tradición también moderna (Santayana, Wilde, Eliot, Pound, etcétera.), a la que los ingleses han llamado “medievalizante” o “gótica”, que es la de ésos que no han renunciado a ser constructores del Absoluto para convertirse en publicitarios del Partido. Ahora bien, recordando a estos últimos, escribe Karl Kraus: “Nunca me pareció una blasfemia aquella frase de Peter Altenberg: Oh Dios, eres como un Shakespeare; sin embargo, sí me parece un delito de lesa majestad cuando dijo eso de que en la Abadía de Westminster yacían los restos de Shakespeare y los demás reyes ingleses”.  Porque, cuando en la ciudad sagrada caiga la última muralla frente a los bárbaros, uno siempre esperará que Roma sobreviva, asistido por la convicción de su supremacía moral.

Por eso, Juan Miguel González, como el “neotrovadorismo” de Cunqueiro –sólo es un ejemplo-, cree que la Tradición es salvadora, porque entonces, el arte, la poesía impedían a las personas dar la espalda a esa riquísima realidad de la que dijo Lord Dunsany: “no hablo nunca de las cosas que he visto; sino de las que he soñado”, y porque esa mirada al pasado consiste en una educación para ver más claro y más hondo en la naturaleza humana y encontrar en ella un principio de perspectiva, de prudencia, de amor.

Si el arte y la poesía nacen del dolor y se alimentan de él, ciertamente que será por medio de éste por donde se llegue a la profunda alegría y al verdadero entusiasmo, convencidos que de la razón moral será su aliada.

Y que, no hay duda, también se puede “avanzar hacia atrás”, como se dice en los autobuses.

DE JUAN MIGUEL GONZÁLEZ Y TABLETOM

DE JUAN MIGUEL GONZÁLEZ Y TABLETOM

Detenta el poeta Juan Miguel González una especial y puntillosa particularidad; una connotación como escritor (y como persona, estoy convencido),  que no es otra que la absoluta -y cuando digo absoluta, digo bien- disposición hacia el aplicar -con una enorme disciplina y rigurosidad- las pertinentes reglas ortográficas y sintácticas en sus escritos. Sean poemas o sea prosa.

Y lleva esta rigurosidad hasta el extremo de la anhelada perfección.

Por poner un ejemplo: Lo que el llama “El pajarito ausente” (es decir no poner una tilde en una sílaba) le produce tal estado de desasosiego y remordimiento que, hasta que no ve remediado el lapsus calami cometido por este transcriptor, hasta que yo no desfago el entuerto, el Poeta, no empieza a respirar acompasadamente y a volverle las pulsaciones al ritmo adecuado. Algo así como lo que me pasa a mi cuando veo un cuadro colgado de la pared  y este está torcido.

Sea leído esto con el debido tono jocoso que es el tono en que está escrito; pues por lo descrito, ambos compartimos –para según que cosas-  una especie de obsesión paranoica que no es del todo cómoda. Por lo menos para mí.

Fueraparte que diría el ínclito Quioritién…

¿Y a que viene esto? Pues viene a que  Juan Miguel González – el llamado cuarto miembro de Tabletom- reivindica desde hace mucho -sin el menor atisbo de reproche, por supuesto- el delirio de la inclusión de las letras originales escritas por él en los discos editados por el grupo.

Es decir, él -con esa mente no acostumbrada a los entresijos técnicos- no se explica como no aparecen en las carátulas la versiones académicas y originales suyas y junto a las  versiones ajustadas por los músicos.

Yo, siempre le digo que eso –cuando no lo hacen- es porque no es posible. Que los músicos está sometidos a las presiones de las productoras; y que la métrica musical, no se ajusta a la métrica poética. También que, además, -para concordar ambas- los Tabletones deben de hacer inexcusablemente estos cambios, que por otro lado, no son nada fáciles de realizar. Es más, musicar un poema, es terriblemente complicado. Hay que valer muy mucho para ello.

Otra cosa son las licencias que -en base al estilo propio- se toma  cada cual. Verbigracia: Cuando el poeta escribe: Los martes trece de nosotros mismos, Tabletom lo transcribe como: La parte chunga de nosotros mismos.

Tanto monta monta tanto. Las dos versiones son absolutamente apropiadas para el elemento en que se desenvuelven. Incluso creo, a mi pobre entender, que se complementan.

Esta anécdota -pues de eso se trata- viene a colación porque a través de una magnifica página Web dedicada a Rockberto: www.rockberto.com  y gracias a uno de sus creadores -Paco Roji- han llegado a mis manos las letras de Tabletom. Separadas en dos partes: una las compuesta por los miembros del grupo y la otra por el insigne.

Estas letras son -las que vienen ahora- las incluidas en los discos y creadas por el Poeta. (Nótese que cada vez que escribo Poeta, lo hago con mayúscula. Es aposta)

Tabletom musíca a Juan Miguel González. ¿Se puede pedir más?  El genio de la rima, el talento de la métrica, de la palabra escrita, combinado con la música mas inspiradora, elaborada y acertada. Dos magisterios en uno. Un fantástico matrimonio de conveniencia. Tanto monta…monta tanto. Para nuestra suerte.

Insistir en mi agradecimiento a Paco Roji (Y a Mariví Verdú por la fantástica biografía del Maestro)) y volver a recomendar que visitéis su página www.rockberto.com

Disfrutad estas letras; son magníficas, yo he tenido el detalle de maridarlas con ilustraciones de Vladimir Kush.

(Excepto, logicamente, la que viene a continuación que es una licencia que me permito)

ALGO ASÍ COMO UN TANGO

(Escrito en una pensión de Salamanca)

 

(Dedicada a Don Alfredo Di Stéfano)

Incluído en el libro «El ozono y la ópera»


Estoy en casa solo y sin Machaco,

sentado en el salón,

conjurando a las musas del tabaco,

medio seco un pulmón.

Pues quiero estar solemne y muy cuitado,

me he negado a cenar,

que bardo bien sufrido y mal cenado

gusta a las musas más.

Como llueve en Melilla y hace frío,

amada, y no estás tú,

converso con el lelo pio-pio

del pájaro cucú.

A qué tanto cuidado capilar,

poeta, menos moño,

me dicen rubicundas al rodar

las hojas del otoño.

Por mucho que componga la figura

y agrave el ademán,

no consigo rimar con sepultura

la risa de Don Juan.

¿Do fueron de gardeles los eventos,

perchelero farol?

¿Qué se hicieron de aquellos Paco Gento?

Se interna, centra y gol.

Me voy en acabando este cuarteto,

pues llega la mañana.

Nos vemos – a mi ponme un cateto –

muy pronto en La Campana.

LA PARTE CHUNGA

Este tema se llamó inicialmente ‘COPLA AL MONOTEISTA DON DIOS,

PARA SER CANTADA CON MUCHO VINO TINTO’, posteriormente se

quedó en ‘LOS MARTES TRECE DE NOSOTROS MISMOS’, por último el

grupo la llamó ‘LA PARTE CHUNGA’

Bella contradicción, enigma amado,

la rosa se eterniza en las tabernas.

Lesbiana juventud, muestra las piernas

para que el viejo Dios viva endiablado.

A fuerza de ternura y de botellas

logramos que también Dios tangueara,

era normal de Dios que se endiosara

y llamase Señor de las estrellas.

Pero que emperador fuera del todo

y vitalicia majestad del uno,

que fuera el éter y que habitara el lodo

y la torta ramos de mi desayuno…

Venga, por Dios, un poco de respeto,

y aquel día perdimos la paciencia,

y en lugar de la cruz, el amuleto

al cuello nos colgamos de la ciencia.

Aquel fisgón abstracto y timorato,

aquel glorificado absolutista,

no lo mato el materialismo chato

ni la bomba infantil del anarquista.

Y es que Dios no es la espiga ni el minuto,

ni la azarosa Historia y sus abismos.

Dios es la copa, el chute y el canuto:

Los martes trece de nosotros mismos.

DAMA DE NOCHE, AMARILIS

(La del manojo de cuervos)

Dama de noche, Amarilis,

Salomé de ojos de yeso,

quién escuchara llover

dentro de tu pozo seco,

al pié de tus blancos muros,

detrás de tus durazneros.

Dama de noche, Amarilis,

sor Juana de los ateos.

Espigadora, no mires

la flor azul del enebro.

La cierva blanca bebía

la sangre de los corderos,

el semen de los apóstoles,

el ron de los arquitectos.

Dama de noche, Amarilis,

la del manojo de cuervos.

Anoche vino la brisa

pisando, a lo soldadesco,

con aires de generala

y salvas de regimiento,

y en todo, ramas y brisas,

sonaba el himno de Riego.

Dama de noche, Amarilis,

Robín de los tiroteos.

AVIONES DEL PINTOR RAFAEL ALVARADO

(Orange y Gaseosa)

¿Por qué cielo de tarde sin escuela

derribando tú mágico avión?

¿De qué caña de escoba y que cartón

volar lo hiciste que, aun ardiendo, vuela?

Aeroplano de menta y de limón,

pegasillo de engrudo y regaliz,

¿En qué cine de barrio fue feliz

este corsario de la aviación?

¿En qué vieja pantalla, en que cuaderno

Se estrellará tu párvula avioneta?

¡Orange y gaseosa! Una peseta.

Programa doble. FIN. Cine Moderno.

SIERRA DE RONDA

Por la sierra de Ronda,

la blanca luna,

señora de mis noches,

y de mis dudas.

Bésame y vete

que me vienen buscando

los migueletes.

Por la sierra morena

repite el eco:

los amores soñados

son los más ciertos.

Ay, yo quisiera

que nunca fuera falsa

ni verdadera.

Luna de los pastores,

campos de nieve

por donde la esperanza

se fue y no viene.

Fuente de  los suspiros,

Fuente soñada,

dile que no se quede,

ni que se vaya.

VIEJA CANCIÓN

(El reggae del amor)

Que tendrá el televisor

y la sección feminista,

que hasta el pájaro anarquista

canta en el contenedor.

Porque el amor y el dolor

Se juega a la primitiva,

Canto esta vieja canción

Que está más muerta que viva.

GUADALMEDINA

Ay río Guadalmedina

donde jugué de chavea,

eso sí que eran pedreas

y canutos, y almencinas.

Vendía en calle Cotrina

los “Lucky triki” el “Boquera”;

treinta Caunys de pulsera

se sacaba del abrigo.

Infancia de pan de higo

frente al cuartel de Natera.

COMPENDIO FLAMENCO

(No tengo ná)

Mira si soy desgraciao,

que tira, para no verme,

mi sombra por otro lao.

Aquellas palabras

que nunca me oyeras,

en las ramas hablan, en las aguas cantan,

Y en el viento suenan.

Y estos fueron mis pecados:

Vino tino por las noches,

mañanas de vino blanco.

Pediremos vino

y no habrá botellas,

ni calles ni noches ni donde ni nadie,

que sirva la espuela.

Me iré de este mundo,

del otro y del otro.

Manantial del monte,

donde bebe el lobo

¿quién borró el camino

de grama y ortigas

quién secó el arroyo?

Lo grande y lo verdadero

no tiene patria ni dueño.

Yo soy libre cuando sueño

porque desprecio el dinero

y sólo en soñar me empeño.

SIGAMOS EN LAS NUBES

Por nuestra antigua fe en la hipotenusa,

por nuestra condición de perdularios,

por el mal pago que nos da la musa,

seamos libertarios.

Por no querer bajar nunca del guindo,

por nuestro trato con las musarañas,

porque he perdido pero no me rindo,

viva Manuel Azaña.

Porque acerté eligiendo el desatino,

porque algún día la tendremos seca,

porque sobra merced, si falta el vino,

viva el lomo en manteca.

Por seguirle pidiendo olmo a las peras,

porque la estrella del fracaso irradie,

porque aunque tengo arreglo, no hay manera,

felices los Don Nadie.

Contra la chusma de chalé adosado,

contra la turbamulta rociera,

vivamos silenciosos y apartados

de las hormigoneras.

Contra el pequeño y cruel dios estresado

comido de alopecia y dioptrías,

contra el primate cibernetizado,

Machado y los tranvías.

Contra tanta poesía mercenaria,

contra tanta experiencia de tendero,

contra esta ubicua nómina sectaria,

¡ maricón el primero !

Contra las taifas de la diferencia,

no menos embusteras y arribistas,

contra sus resentidas obediencias,

la bohemia anarquista.

Contra los dogmas de la progresía,

reconvertida en cuota y B.M.W.,

contra sus insaciables señorías,

sigamos en las nubes.

BLUES DEL OZONO

Cuando tenga once meses el verano,

y agosto sea, por fin, cada semana,

todo playa será, parrilla humana,

altas palmeras de poliuretano.

Un ángel de dióxido y metano,

anunciará internet cada mañana.

Se cruzará en camello el Bidasoa,

y al fin todos tendremos barbacoa.

Ven de marchito ozono coronada

y empuñando un besugo macrobiótico.

Ven volando con alas de periódico,

nadando ven de la espuma envenenada.

Frente a la mar de Homero alquitranada,

brindaré con plutonio y antibiótico.

Bajo la fértil lluvia radioactiva

¿me oyes cantar con una siempreviva?.

BLUES DE ROCKBERTO

Siempre metío en “Casa el Guardia”

y una orla te mereces en oro y tinta china

Porque nadie en verano vende

polos de pana

Por eso en portugués te silbo,

te silbo maestro este bolero.

Y eres lo que quisistes:

un hombre a palo seco,

mojado asteroide en anís Machaquito

los pájaros buscaban el sur de tu chaleco

y el mar te coronó

con una corona de boquerones fritos.

CONCIERTO HOMENAJE A ROCKBERTO. DESPEDIDA DE TABLETOM

CONCIERTO HOMENAJE A

ROCKBERTO.

DESPEDIDA DE TABLETOM.

 

 

Escribir hoy acerca de Rockberto González -y por ende- de Tabletom, no es nada fácil. Porque ya está casi todo escrito y, además, está -casi todo- referenciado en fotos.

El primer sábado de este Octubre, tuvo lugar el tan esperado concierto homenaje a Rockberto y la anunciada despedida de Tabletom.

Ni el insoportable calor que hacía dentro del recinto, ni el caótico servicio de bar, mermó en absoluto no solo la innegable y mítica calidad del grupo malagueño, sino tampoco esa atmosfera de colegueo, empatía y cariño que destilaba cada poro de la piel, de cada uno de los presentes, acompañando a la gota de sudor inclemente.

Mi querido amigo el Poeta y letrista de Tabletom Juan Miguel González -el cuarto miembro del grupo- tuvo la delicadeza de invitarme a pasar (con pulserita amarilla reglamentaria incluida) a la zona de camerinos donde pude saludar a Perico, a Pepillo y al resto del grupo; a Javier Ojeda… Y a mi ídolo Kiko Veneno. Tambien vi a Lamari, pero no me atreví a asaltarla y decirle lo que me gusta su música y lo que me acompaña cuando se transforma en banda sonora de mi estancia en las playas de Bolonia.

También -para rizar el rizo- pude estrechar entre mis brazos y besar castamente a Esperanza y a Mariví Verdú. Dos encantos de personas, como no podía ser de otra manera, habida cuenta de con quien se juegan los cuartos.

Tuve la precaución (y la poca verguenza) de pedirle dos cosas a Perico en los camerinos para mi Muro de los Afectos. Uno: la púa del Concierto. Dos: una partitura, escrita por él, de cualquiera de sus temas  y firmada debidamente. A las dos cosas me dijo que sí. Así que  cada vez que lo vea se lo recordaré. Y que tenga cuidado y no me dé gato por liebre; pués el mismo me enseñó la púa (blanca, nacarada y bastante gastada) y no se le vaya a pasar por la cabeza endiñarme una Gibson negra incólume y sin Curriculum Conciertae. Menos mal que las Artison ya no existen.

Tan tremendo era el calor que estuve muchas veces tentado de abandonar a Santa a su suerte y volver a entrar en camerinos (gracias a mi pulserita amarilla) para situarme detrás del escenario con la compañía del letrista, su Santa y la poetisa Verdú.

Pero ni podía dejar abandonada a mi costilla, ni tampoco yo era merecedor de tal privilegio por mucha pulserita que vistiera.

Una especie de síncope clautrofóbico, calorífero y sudoríparo (¡Que viejo está ya uno!) me obligó a trasladarme a la parte trasera de la Sala Paris 15 -Que Alá confunda- a fuerza de traspasar trabajosa y afanosamente la “Parrilla Humana” para  poder después seguir el concierto desde atrás e intentar, infructuosamente, acceder a una copa en esa mezcla de tortura y sufrimiento que llamaban bar.

Pero, al margen de esas circunstancias, hay algunas reflexiones que quiero decir, porque eso fue lo que me llevé:

No se puede permitir que Tabletom abandone los escenarios. ¡No lo podemos permitir! Porque esa decisión tan drástica, debieran, al menos, consultarla con sus seguidores; que somos legión.

Aunque, creo, que no lo van a hacer; el ¡Hasta otro día! de Pepillo en la despedida asi lo indica.

Si! Ya se que vienen de reemplazo (como grupo) los Ramirez Brothers y que ellos son – sin ninguna duda- la esencia de Tabletom. Pero resignémosnos ante la injusta realidad aunque sea una putada: Rockberto ya está en las nubes. Sigue en las nubes. El Rey (NO) ha muerto! ¡Viva el Rey!

No podemos dejar que este concierto sea una despedida real; porque la marca Tabletom está grabada a fuego en la memoria y el corazón de todos los malagueños. Es un orgullo para Málaga. Será una honra tener una calle con su nombre para pasear por ella. Será un placer tomarse un cateto a la buena sombra de la estatua de Rockberto. Que menos que un busto.

Para mí, es una enorme satisfacción compartir veladas con los Ramirez ; ser su amigo. Y, además, es un verdadero placer disfrutar su música. En directo o en Petit Comité.

Tambien me emociono, cuando veo el video -que ahora al final pongo- y observo la inmensa humildad del Poeta  letrista, que materialmente obligado (y empujado) sale a saludar con un improvisado ademán caballeresco al público que lo vitorea. Gracias, Mariví, por darle ese empujón. Gracias Maestro por tanto venidero.

Es impresionante ver como Perico -cada vez mejor- toca la guitarra. Es absolutamente brillante además de enormemente técnico. Inigualable Pepillo! Todos!!! Todos!! Son fantásticos músicos.

Viene a continuacion un Power Point donde figuran muchas fotos del concierto que me han sido proporcionadas amablemente por Gonzalo Martínez Lozano y Eduardo G. Magaña. No puedo sino agradecer la generosidad de estos dos magníficos fotógrafos que me han brindado altruistamente su trabajo. Gonzalo: en Blanco y Negro. Eduardo en Color. Ya saben que tienen un sitio reservado por aquí. Para ellos.

Tambien decir que algunas de las fotos que ilustran este texto, casi todas, son de Frank Ramos. De otros tambien; Juan Carlos Lastre y Mariví.

Ha sido un placer realizar este trabajo. Y como colofón a estas letras, recomendaros una direccion a una página que me envía Paco Roji dedicada al Maestro Ausente. Una verdadera Gozada. Pasaos por ella, la disfrutaréis como yo lo he hecho. Hasta la emoción.

Esta es la página:

http://www.rockberto.com/

Ay río Guadalmedina

donde jugué de chavea,

eso sí que eran pedreas

y canutos, y almencinas.

Vendía en calle Cotrina

los “Lucky triki” el “Boquera”;

treinta Caunys de pulsera

se sacaba del abrigo.

Infancia de pan de higo

frente al cuartel de Natera.

 

Una nota de última hora:

Me acaba de llamar Perico para decirme que me estuvo buscando al final del concierto para darme la púa yla partitura firmada; que me las tiene guardadas.

 

Pues bien: Noticia que doy, pero como si no la diera: Perico y Pepillo – como no podía ser de otra manera- dejan la puerta abierta.  Me ha dicho esto: Dí que… “Tabletom, se está quitando.. que solo se van a meter de vez en cuando”

 

Yo le he dicho que ellos son Tabletom pero que nosotros –toda Málaga- Tambien!!!

 

Dos sílabas: Empieza por Gi y termina por RA. No me permiten decir nada más. El que quiera entenderlo, que lo entienda.

 

Y desde este enlace, podéis descargaros este  Power Point:

 https://skydrive.live.com/?cid=9b5ad4b7dbd9e872#cid=9B5AD4B7DBD9E872&id=9B5AD4B7DBD9E872%212377

Disfrutadlos! Son una leyenda viva de Málaga! Los cuatro.

 

 Mientras se baja, distraeros con el final del concierto:

DE MAJARONES ILUSTRES Y ENTERAOS

DE MAJARONES ILUSTRES Y

ENTERAOS.


Uno, nunca ha de fiarse de la primera de las primeras impresiones. Porque es impresión  a medias que puede llevarte, si no al error, sí a la confusión.

Yemispliqueisí! que diría el sublime Quioritién

La primera Reunión en las Nubes -que mantuve en la Plaza del Obispo con el Poeta Juan Miguel González y con su émulo el de Ferisment- fue, tal y como ya dije, una velada absolutamente cautivadora, no solo por la compañía, sino también por lo mágico que aparejaba el primer encuentro con el Maestro y la magnifica oportunidad que tuve de disfrutarlo recitando solo para mi.

Pero a lo que íbamos:

Pude comprobar esa primera vez, que Juan Miguel González no era solo un erudito en Filosofía, en Literatura y sobre todo en Poesía. Era, además, ameno y didáctico; y pasar el tiempo con el hablando, le confería a su interlocutor la sensación de que este -el tiempo- no pasa con la velocidad exacta que se le atribuye. Que se ralentiza



Me dí cuenta también que Juan Miguel era serio. A lo mejor no estrictamente serio, en absoluto circunspecto; pero tampoco me llevé a mi casa -junto con sus libros y regalos autografiados- la sensación de que fuese una persona realmente dada a la broma y al positivismo. Sí amable, generosa, cariñosa y tremendamente educada. Pero me dio la  sensación de que algo le atenazaba el ánimo.

Aunque –ye te digo- nunca hay que fiarse de la primera impresión.

Porque endíñele Ud. al Poeta una tertulia relajada entre amigos. Sitúelo en un lugar agradable al abrigo de tumultos, ruidos y corrientes de aire. Proporciónele un infumable botellín de agua que sustituye el vino que no bebe, y prepárese a disfrutar -entre risas- de un Juan Miguel González que te llevará a un revelador paseo por una Málaga majarona -y cuasi desaparecida- con una indudable gracia y desparpajo. De paso, te mostrará un elenco de personajes que deambulaban por la ciudad y que le dieron a esta ese carácter de malagueña salerosa que tiene.

Málaga siempre ha sido pródiga en  Majarones ilustres. En Pellas y Enteraos. Aventaos, Jabaos y Esnortaos. Notas y Baldartosopas (Baldados hartos de sopa). Una jungla propia de esta Ciudad del Paraíso que, poco a poco, va desapareciendo. Desgraciadamente.

Porque con ellos también se va un lenguaje y un modo de vida.

Hay Majarones ilustres. Algunos entre ellos, ilustrados. Muchos, habitantes que fueron de la Sala 21 del Hospital Civil ( el  Psiquiátrico).

Mariquilla la Loca, (decía el poeta Jose María Alonso que era “andadora de ternuras”). El Matías con sus larguísimos discursos  y sermones que empezaban con un zapatazo. El Lengua.  El Palmitas, Pepeleshe o la sufragista que vendía tabaco frente a la Cafetería Gambrinus. Esa misma de la bandera tricolor, mas ida que venida, que te vilipendiaba sin pudor alguno -cuando le salía del mismísimo ChuHimno del Riego- delante de toda la gente que pasaba por allí. Ya sabéis; eso la “ResPúbica”.

Un amigo este, Juan Miguel -que entre comentarios muy acertados-  imita el deje, el habla y las maneras del malacitano “especial” de mediados del siglo pasado. Y de camino, como para distraerte, te va dando una lección magistral de historia malagueña.

Y es, un experto en enteraos. Conoce mil personajes que -imitando su lenguaje y describiendo su vestimenta- hace suyos y nos los regala.

La historia de aquel que, habiendo viajado a Francia obligado por su padre, (15 días en tren ida y vuelta) volvía a esta su Málaga – habiendo pisado apenas Paris- con el acento y un incontestable aspecto gabacho; enfundado en una camiseta que ponía “Marsella” y una boina  a lo “Gauche Divine” que le confería una extraña apariencia existencialista  mezcla de pintor impresionista y el Puto Pedro.


Preguntaba este, nada más llegar a su barrio de siempre, a sus amigos que lo miraban atónitos: ¿Carranque? Asentían sus colegas con la cabeza, no dando crédito a lo que veían y oían.. Para –inmediatamente- en un arranque insospechado en la lengua de Moliere, y llevándose la mano a la muñeca les preguntaba la hora: ¿Quioritién? Así, tal y como se escribe. ¡Magnífico!

Un buen rato estuvo Juan Miguel dándonos detalles de conocidos (amigos o no) de su juventud e infancia:  Repasó al  Cincouñas, y al Tirili,  al Poca Ropa y al Culo Goma; nos citó al Hahaha, al primo Manolo, al Cagapatrás, al mencionado Quioritién. Siguió con El Tevanterá, el Miguelito el Picote, el Ínclito y por fin… el Poropo

Una anécdota real del Poropo:

Aconteció en aquellos tiempos que del Circo Price -por aquellos días en Málaga-  se había escapado una jirafa. No se sabe como, el Poropo se hizo con la cuellilarga y sin saber nadie tampoco de que modo y de que manera, se las arregló para llevársela a su casa que era una casamata en la Barriada de Carranque. Metió en el patio al pobrecito animal cuyo cuello y cabeza sobresalían por encima de la tapia del citado patio al menos  dos metros. Y cobraba un duro a la chiquillería para que –una vez dentro del domicilio- contemplasen al artiodáctilo en toda su magnitud. Es decir: tórax y  patas incluidas.

De inmediato, se presentó en la casamata la Policía Armada, y se llevaron al animal y al inefable Poropo que juraba –poniendo a Dios por  testigo- que ignoraba como podía haberse colado el animal en su patio sin él haberse dado cuenta. ¡¡Que disgusto!!

En fin…una tarde llena de anécdotas y de guiños malagueños que ahora- sin su permiso- desgrano en este post.

Ante mi pregunta de porque no escribía sobre todo eso, me contesto que no era transmisible -la gracia- sino de forma oral y gestual. Y tengo que darle toda la razón.

Un rato agradabilísimo en compañía de Manolo Salinas, de Pablo Bautista, del Rapsoda de Ferisment Jose Antonio Quesada y del propio poeta Juan Miguel González.




Quedamos en volver a vernos después del concierto Homenaje a Roberto – y despedida de Tabletom -en casa de un común amigo- para descorchar, ellos, alguna innoble botella de Solán de Cabras. Y yo, por seguir siendo fiel al Ron Añejo, una de Barceló  que tantas penas, últimamente, me quita.

Os dejo, como siempre, un par de  poemas de Juan Miguel. Y para distraeros -al final- una canción-

# 01 EL VAMPIRO DE PUERTA OSCURA

¿Iba tras la perdiz? ¿Majaba Esparto?

¿Era de natural concomitante?

¿Fue devoto otrosí del litro y cuarto

y a la sazón de rótulas donante?

Comprobad si dio pábulo en el templo

y si se distinguió con la garlopa.

¿El mismo? ¡Huída! Cambio. Es “Polla Ejemplo”,

más conocido por el  “Poca Ropa”


# 02  REQUIEM POR UN VAGABUNDO

Al único absoluto pie del cojo,

desagraviado por don litro y medio,

seguían las desgracias sin remedio

la gota fría y el pedrisco rojo.

 

Lloraba gratis por un solo ojo

el año todo, el otro daba al tedio

y a musarañas, cuando no al asedio

de bravas mozas, o de algún piojo.

 

Acogido al desprecio ciudadano

y a telenoveladas caridades,

montó en la calle su cancillería.

 

Se echó a morir un jueves muy temprano,

a muñón suelto, sin más amistades

que el polvo y la calina de aquel día.

ALMUECÍN DE LAS NUBES

ALMUECÍN DE LAS NUBES

Unas fechas explicativas:

Rockberto González se fue para siempre un Domingo de Junio doce. Nos enteramos allí donde los vientos vuelan despiadados:  En el sur del sur; mientras rehacíamos el equipaje huyendo de esos levantes inhóspitos y desapacibles que nos anticipaban la vuelta.

Aunque eso, que es otro contar, sucedió ya a 7.000 kilos de distancia.

Otro Domingo… Esta vez de Julio; veinticuatro. Una llamada del Poeta Juan Miguel González propicia el arranque de una amistad en una primera reunión en la Plaza del Obispo. La entrega, firmada y dedicada a este que suscribe, del documento que ahora viene, no es otra cosa que el leitmotiv de este escrito: Un poema, un precioso poema, que Juan Miguel -entre otras muchas cosas, Letrista de Tabletom- le escribe y dedica, poco después de su muerte, al carismático amigo y cantante de este grupo: Rockberto: El compadre de los gatos, el consuegro de los grillos.

Almuecín de la nubes, se llama.

No sé –aunque yo lo intuyo- la recurrencia que tiene el poeta con las nubes. Cosa que por otro lado a mi me encanta; porque no hay mejor sitio donde estar, según están las cosas en este Mundo de Iniquidad como bien dice el otro Poeta Paco Cumpián. En la Nubes. Mejor estar en las nubes.

Y ahora la historia:

Juan Miguel González me entregó este “Poema a la memoria de Rockberto González. Cantante de Tabletom” (sic) en aquella reunión en la Plaza del Obispo. Con el comentario añadido de que Perico “Tabletom” Ramírez ya lo tenía en su poder y le estaba componiendo la música que se merecía.

¿Quien mejor que él? Nos dijimos.

Otra Fecha; que no es otra que la del Miércoles siete del mes de Septiembre.

Recibo una llamada de Juan Miguel para -amablemente- invitarme a otra reunión, acompañados esta vez, de sus secuaces literarios. Acepté encantado y a la espera me hallo de concretar el día.

También me comentó el que Perico tenía ya compuesta la música del poema y que debían de verse para ajustar texto y melodía. Así que -como tiene que ser- decidí que era ya el momento adecuado para obtener la anuencia del músico –pues ya tenía la del letrista-  e insertar este bellísimo poema en este Ateneo’s Alas con Secuencias.

Así se lo dije al poeta. Y así lo hice…Llamé al músico.

Perico, siempre tan cariñoso, amable y generoso conmigo, estuvo encantado con la idea que yo tenía en mente. Con la propuesta. Este tema -que formará parte del nuevo trabajo discográfico de los Ramírez Brothers- tendría su presentación en este blog. No puedo estar más contento. No puedo, estar más orgulloso.

Sopesé la idea de escanear el texto para que, así, figurase la firma del poeta . Pero la impaciencia- esa enemiga invencible que siempre me acompaña- no me lo permitió.

Y también, porque ese texto firmado, destaca ya enmarcado y orgullosamente situado en mi “Muro de los Afectos” y me dice, cada vez que lo veo y releo, todo lo que me tiene que decir.

Disfrutad -a la espera de la música- de la letra del Poeta Juan Miguel González. Alguien que ya –por derecho adquirido- conforma una parte muy importante, como inquilino perpetuo, de este trozo de ciberespacio.

A la memoria de Roberto González

Cantante de TABLETOM

ALMUECÍN DE LAS NUBES

Tu machaco decente y tu sombra harapienta

tu voz estrangulada, que ladraba y mordía,

soledad que a la sola libertad daba cuenta,

cigarra de la noche, que calcinaba el día.

Compadre de los gatos, pariente de las cabras,

libertador del blues a lo Pepe Marchena,

si al mundo te cerraste, tu leyenda no abras

a quienes no entendieron tu impaciencia y tu pena.

Pocos saben por qué en tus manos ardía

la bala de Van Gogh y el pájaro de absenta.

Sentado en el abismo llorabas tu alegría,

almuecín de las nubes que amenazan tormenta.

Muerto estás. Distraído. Libre ya del verano,

de los cumplidos lutos y las tediosas loas.

Apenas te traté, pero te quise, hermano,

consuegro de los grillos y el blanco con anchoas.

Juan Miguel González.

Málaga, Julio de 2011

EL ULTIMO REGALO

EL ULTIMO REGALO

Lo que son las cosas… Andaba yo por estos días en la elaboración de una nueva entrada sobre la obra literaria de Juan Miguel González: El Poeta Amigo.

Tenía ya, desde hacía un cierto tiempo, bajadas y recogidas las ilustraciones que decorarían esos poemas que ya tengo seleccionados. Tenía ya también el teléfono de Perico “Tabletom” Ramírez para pedirle la venia -porque así lo aconsejan las buenas maneras- para la publicación del poema homenaje a Rockberto González. Tenía -por tener, tenía- hasta la música en la cabeza que serviría de cortejo a las palabras del insigne. Difícil elección, esta última, me estaba resultando.

Y, ahora –aunque por muy poco tiempo- todo eso debo de retrasarlo por mor de la publicación de este nuevo post.

Porque, hete aquí, que sorpresivamente, de una manera inesperada, recibo un último regalo por mi cumpleaños. Por inesperado, por sorpresivo… El mejor.

Después de pasados algunos días de mi aniversario, recibo incrédulo un mensaje de mi amigo el poeta Juan Miguel González. Va este mensaje, huérfano de texto alguno. Sólo dos solitarios archivos que incrementan mi curiosidad.

Cuando por fin los abro, una mezcla de turbación y de satisfacción me oprime el corazón.

Dando paso estas sensaciones, de inmediato, al orgullo y al entusiasmo; porque el hombre al que atormentan los álamos sin aire, ha tenido la enorme consideración y deferencia de hacerme la mejor dádiva que de él, pudiera venir: Unas letras laudatorias hacia este que suscribe, y un “Menú para la cena de cumpleaños de Álvaro Souvirón”  en octavas reales que me permitirán  –a partir de ahora- las suficientes dosis de vanidad y presunción por disponer de palabras dedicadas por tan ilustre poeta. Por tan inesperado amigo.

Y siendo como soy, un inopinado cazador de afectos, mezclado esto con un cierto matiz fetichista, me he dado prisa en imprimir estos textos en el debido papel-cartulina de color hueso; para que una vez enmarcado, figure hasta el fin de mi corta eternidad, en el muro de los afectos de mi cubil.

Para que ubicado entre un Cumpian, un Centeno y algunos Antonio Abriles, dé mas categoría, si cabe, a esa exposición de generosa y desinteresada amistad que no es sino esa pared.

El hombre al que castigan a reclusión estos largos terrales, ha cumplido -sin el saberlo, o sí- uno de mis más fervorosos y ocultos deseos; que no era otro que el que él figurara, de forma principal, en el citado muro. Y ahora, mire usted por donde, lo hará en una especie de Cinemascope: En un enmarcado doble en el que irán perpetuados tanto el preámbulo como el poema. Unidos para siempre.

Para poder presumir ante propios y extraños de la inmensa suerte que tuve un día al recibir esa llamada que me propició aquella reunión en la nubes. Aquel día donde pude hablar y sellar la amistad del hombre que conversa con Montaigne en la parada del 15.

Y eso es mucho, amigos.  Eso es mucho.

Y estos son los textos:

UN HOMBRE  RECUERDA A ALVARO SOUVIRÓN

EN LA PARADA DEL 15

 
El hombre que conversa con Montaigne en la parada del 15, ha conocido a alguien que ama y admira, tanto como él, a todo cuanto queda de hermoso y venerable en el mundo.

Es alto y fecundo como una montaña; al hablar desciende hasta sus manos el ferviente rocío de la emoción, y su silencio nocturno tiene un algo de viento en los viñedos.

El hombre al que atormentan los álamos sin aire, no esperaba tan pronto esta nueva amistad, por eso se ha sentado a escribir, de madrugada, estas palabras de gratitud, con

las que quiere corresponder a las muchas suyas generosas.

El hombre al que castigan a reclusión estos largos terrales, desea sumarse al coro unánime de amigos que ha felicitado, por su cumpleaños, a un bondadoso gigante, que no es otro que Alvaro Souvirón, y lo hace acompañando su felicitación con unas jocosas octavas reales, dando así, con ello, albricias por tan fraternal y feliz aniversario.

Un fuerte abrazo

Juan Miguel González

Málaga. Agosto de  2011

                    MENÚ PARA LA CENA DE CUMPLEAÑOS

                                  DE ÁLVARO SOUVIRÓN


                         Basiliscos, pegasos, minotauros,

                         ni los cervatos que abatió Diana,

                         les podremos servir esta semana,

                         ni unicornios, tritones, ni centauros.

                         Pero degusten estos tiernos lauros

                         que ilustraron la frente quevediana.

                         Revueltos o en rehogo, engongorinan:

                         con blanco, halagan, y con tinto empinan.

 

 

                         El chicharro-perdíz, el ruibarbado

                         besugo con ojeras de cordero,

                         el emir-calamar, tan bodeguero,

                         y  el boquerón indómito anchoado.

                         El mero, que fue deo, el postlenguado

                         que doctoró en merluzo al cocinero.

                         Acompañen con vino estos pescados,

                         y que les sienten bien mis pareados.

 

 

                        Come de mí la cuerva de  Ecce Homo,

                        bueno, no siempre, pero con qué grima,

                        me estofa el verso, alíñame la rima,

                        a mí que nunca de las letras como.

                        ¿Dejaré que me almuerce y que me exprima,

                        o me la guiso yo a la Juan Palomo?

                        Dicho esto contó los comensales:

                        gallinas, veinte, y diez pavos reales.

Juan Miguel González

DIAS DE AMASQUILLOS

Contadas veces un post se sostiene solo como le pasa a este.  Sobran las palabras introductorias de este humilde escriba, pues toda la atención debe de recaer sobre el poema que ahora, viene a continuación. Un poema de una belleza extraordinaria.

Sonará, a mas de uno, algún retazo que se incluye en el “Blues de Rockberto” de los amigos Tabletom. Algún retazo solo, pues los textos de los temas del grupo amigo, rara vez  siguen al pie de la letra los poemas del autor por mor del encuadre musical.

Este es el texto integro que está dedicado a su amigo el filósofo Julio Quesada, tío que es del común Jose Antonio.

Leed lo que a continuación viene; no una, ni dos, sino tres veces -yo lo he hecho muchas más-  y veréis hasta donde podéis llegar a través de la palabra de Juan Miguel González. Ya lo veréis.

Lo dicho ni una sola palabra más. Me cuesta, pero lo hago…Y me callo.

DIAS DE  AMASQUILLOS

 

 

Porque ya no hay agüilis ni siquiera en Periana,

ni desde calle Ancha se escucha “El Melillero”,

porque nunca podré citarte en “La Campana”,

en portugués te silbo, Julito, este bolero.

 

Porque te recolgabas del coche de caballos,

y un canequi en el trole te dabas del tranvía,

por aquellas rabonas llegando el mes de mayo

(Venid y vamos todos con flores a María)

 

Por la Sigrid con trenzas -Colegio de Gamarra-

de noche atravesabas, sin luz, La Pellejera,

con zapatos Gorila de Calzados Segarra,

miopemente armado de espada de madera.

 

Eres lo que quisiste: un hombre a palo seco,

un mojado asteroide en Anís Machaquito.

Los pájaros buscaban el Sur de tu chaleco,

y el mar te coronó de boquerones fritos.

 

Robín de las canicas, Don Juan de Mortadela,

el Jabato con Dugan de aquellos futbolines.

En el pikú del barrio sonaba Maruzzella,

Y el Moderno otra de Eddie Constantine.

 

Silba la floreada del Cuerpo de Bomberos,

y dinos cuantas mónadas contiene el berberecho.

Contra “El fin de la Historia”, Armando Manzanero,

y por cada utopía dos pollos para el pecho.

 

Perenne en “Casa el Guardia”, una orla mereces,

cuya leyenda diga, en oro y tinta china:

“Las roscas que en Campillo no se comió, con creces,

Venus recompensó, aquí, con conchas finas”.

 

Que por igual te quieran las liebres y los gatos,

y tanto las mujeres, que parezca mentira.

Que retorne aquel niño de los viejos retratos,

que al puerto, de la mano, llevaba Doña Elvira.

 

Retorna siempre, Julio. Que no sepa Caronte

que por óbolo llevas Caramelos Quesada,

que estarás aspaíto por fumarte un Bisonte,

y el en Duque echarán “ La Túnica Sagrada”

 

 

UN DECIR INFINITO (A propósito de VISIÓN DE LA PIEDAD .)

Esto me dice Manuel Salinas:

“Alvaro soy un amigo de Juanmi, y esta reseña la publiqué en LIbros del aire, sobre su Vision de la Piedad. Si te gusta puedes publicarla también en tu blog…. está en el blog de la editorial. Manolo”

Y yo, como no podía  ser de otra manera  Manolo  -y se me perdone la familiaridad inmerecida-   con una enorme satisfacción, lo publico en mi blog que desde ahora tambien es tuyo.

Que así se escriba y así se cumpla, que diría el ínclito Ramsés II

 

UN DECIR INFINITO
(A propósito de VISIÓN DE LA PIEDAD de JUAN MIGUEL GONZÁLEZ.)

MANUEL SALINAS

“No tengo nada que decir, y a pesar de todo lo diré”.
S. Beckett.

La poesía última en España, desde la teorizada pérdida del “aura” de W. Benjamín, ha ido enseñando su verdadero rostro en defensa de los valores de la Contracultura, pero sin el misticismo de la Generación Beat.Valores que han terminado configurandola Sociedad de Consumo, que ya tiene no sólo una oferta de música “enlatada”, sino una máquina de picar poesía “Sea and Spar Between.”

Por otro lado, si todas las situaciones tienen su propio horizonte y todos los horizontes aspiran a ser ensanchados, la ampliación constante del límite ha hecho que el arte y que la literatura de los últimos años del siglo XX sólo aspire a conquistar nuevos territorios: la originalidad, y algunas veces sólo ha hablado de nuevo formato, o soporte nuevo.
Mas el arte, la poesía, una y otra vez, se ha instalado en esa frontera que llamamos “la muerte del arte” y que ha hecho que se valore paradójicamente a los autores más por sus errores, o sus intenciones, o sus arrepentimientos, que por sus hallazgos mismos.

Así pues, durante estos últimos años el artista, el poeta moderno, instalado en la línea roja de esta linde, sólo practica, parafraseando a Thomas de Quincey, el suicidio como una bella arte, como un hecho estético.

Sin embargo, algunas voces han sabido encender una luz cierta dentro de aquel cenagoso páramo: la literatura, el arte, nunca estuvo en seguir el inconstante y azaroso sentido de los humores, el cambiante dédalo de lo diario con el que acaso se puede escribir una pancarta, o la página de un diario, sino en la literatura misma, porque como escribió Borges, “sólo perduran en el tiempo las cosas que no son del tiempo”.

Ahora recuerdo a Oscar Wilde, en “The Critic As Artist”, afirmando que “una pasión real sería su ruina. Lo que sucede en realidad es inútil para el arte. Toda la mala poesía brota de un sentimiento genuino. Ser natural es ser obvio y ser obvio es ser antiartístico”.

En este sentido, Juan Miguel González es un poeta modernísimo, que no posmoderno: una mezcla de santo laico que, desde lo más profundo del barro llegó a la luz, cuando aprendió que, más que la decadencia de los últimos días de la vida de Inmanuel Kant, lo que importaba era el pensamiento del filósofo de Königsberg en todo su esplendor [ ése es su “spirit de finessa”], y que, acaso otra vez, Borges tenía razón y, hay que estar más orgulloso de los libros que uno ha leído que de los que uno ha escrito o proyecta garabatear.

Por otro lado, Juan Miguel González es un poeta excéntrico que ha luchado denodadamente a lo largo de su vida por alcanzar su propio fracaso. Entre un exultante egocentrismo y una generosidad sin límites, su alma siempre trató de quemar el mundo con sus versos.

A ciegas, la fiesta de la palabra de su poesía ha ido creciendo en silencio hasta hallar esa voz profunda y verdadera que encontramos en este libro que titula: Visión de la piedad. Y que tiene un impagable prólogo de Ignacio Gómez de Liaño: no se puede decir más ni mejor, con sensibilidad, rigor y sabiduría.

Visión de la piedad parte de la máscara moderna, del “Personae”, de Pound, que ya había traído a nuestra tradición Pere Gimferrer en su libros “Muerte en Beverly Hills” y “Extraña fruta”. Aunque hay algún antecedente, como el “Soliloquio del farero” de Cernuda que le llegó de la mano de algún monólogo de Robert Browning. La máscara, después de los fuegos de artificio de la vanguardia, ha llegado hasta nosotros, para garantizar la eficacia del engaño literario, porque las diversas voces del poeta no están llenas de fantasmas, sino de espíritu, de alma.

Juan Miguel González rechaza del mundo moderno su marcada actitud iconoclasta, y en su espléndido libro defiende los valores de la Tradición literaria, valores que son las distintas voces del poeta, sus diversas máscaras, en un collage que recuerda la portada del disco “Sargent Pepper’s.”
En efecto, la máscara de la tradición es lo único que no envejece. Como Odiseo, es Nadie. Y nadie se ríe tras la careta. Una voz multiplicada es la literatura y es, parece decirnos el poeta malagueño, en general el arte.

En el panorama literario del momento, dominado por la eclosión de obras contraculturales, sus versos se alejan de esa tendencia dominante, recurriendo a la estrofa y al espíritu consagrado por la Tradición literaria: octavas, liras, sonetos…; unas veces tomando la voz del poeta del Cancionero, o la del poeta Barroco, o la del místico…; otras, el tono de Bécquer, o de Antonio Machado, o de Luis Cernuda…, etcétera, etcétera, etcétera. Su arte poética es la ocultación del yo detrás de unos modelos de perenne e inmaculada Belleza. Mas, su poesía no está amurallada a salvo de la ética, su poesía es una poesía moral que llega hasta nosotros desde la lejanía próxima de Unamuno.
Y a pesar de que el poeta, aquel niño del barrio de Carranque malagueño, lo aprendió todo en el dolor, Visión de la piedad está hecha de descarada alegría. Ya se sabe: hay que saber perdonar: hay que saber perdonarse. La voz del aedo que tintinea en sus versos es un espacio para la incesante celebración:

“Juega, muchacha, juega con el agua
donde una vez los ángeles bebieron”.

Frente a la poesía que es conspiración contra la cultura y en algunos casos está hecha de eslóganes y de antivalores, frente a la poesía que rechaza o “suspende” al arte, porque piensa que es parte dela Cultura Burguesa, ya que parece ser que no contribuye de manera evidente a cambiar el mundo, Juanmi defiende abiertamente los valores del Mundo Clásico y de la Tradición literaria y rechaza tajantemente la actitud bárbara de “hunos” y otros, mostrándonos cómo no es el arte un vivo trasunto de la vida, sino que es la vida un vivo trasunto del arte. Sin duda, la ficción, la máscara en el escritor se apodera de la realidad y esa vida “literaria” es lo sagrado, como escribió María Zambrano.

En efecto, este poeta malagueño, lo dijimos antes, sólo es un incendiario que trata de quemar el mundo con sus versos, que nos enseñan el contrasentido de cómo lo más antiguo puede ser lo más moderno, y es lo único que no envejece. Y mientras que Ezra Pound aunaba la distancia de oriente y occidente, acarreando todo tipo de materiales, Juan Miguel González reúne las voces de todas las épocas literarias, diciéndonos que el mundo del arte todavía puede ser el mundo del Hombre, a pesar de esta época de titanes en la que vivimos, que conspira constantemente contra el arte.

En fin, cualquier libro tiene su lector-ideal: aquél al que el corazón se le hace vuelo y ama el libro línea a línea, ése que lo recorre página a página, repitiendo gozoso, como se paladea un buen vino, cada letra, cada palabra, cada frase, éste que disfruta del placer de su lectura, que dichosa, lo empapa hasta hacer de su pecho un nardo donde liben los ángeles, una alta rama donde aniden todos los pájaros.

Estoy seguro que esta Visión de la piedad, de la editorial Libros del Aire, no va a encontrar entre sus lectores a ése que, como una alumna mía, diga que no es partidario del “matrimonio para toda la vida”, porque según ella, ese tipo de matrimonio es cristiano y ella es atea. Pero, los demás, no se priven del placer de leer este raro libro y cómprenlo, háganse con él, disfruten de esa mirada indiferente a la vorágine del mundo y recuerden que quien sabe de dolor, o de silencio, todo lo sabe, gocen de la certeza de que diez años más tarde también el Guggenheim será una ruina romántica, léanlo, oigan la dorada voz dela Poesía, el incesante paisaje de la infancia, la gozosa fiebre del amor, compartan la soledad del camino que emprende, la verdad del fuego que anda buscando, no se lo pierdan, recomiéndenlo, aunque sólo sea porque este libro se queda al margen de las modas de lo efímero y de lo fugaz y su autor ya ha pagado el precio de su independencia.

No quisiera terminar estas líneas sin hablar de la generosidad y el atrevimiento de Fernando Sáenz, el editor de este libro que completa y agiganta la imagen de Juan Miguel González, quien no sólo es un poeta, para quien el mundo visible existe, -burlesco, satírico, vital,- ya que, frente a una poética de los gestos, los versos de este libro nos muestran que, detrás de la risa y del esplendor de su idioma, no está el vacío, pues Visión de la piedad audaz alza con su caramillo, para que no sea de cartón piedra el escenario, un rumor de pozo, una hondura de penas aquietadas en el altillo y un silencio: un amoroso y doloroso silencio, como la más noble emoción de que es capaz el hombre.

Sin duda que, para un poeta que tiene arraigada fe en la palabra, el silencio es una paradoja: “decir el silencio” es lo contrario de no decir nada, aunque sea para el artista un decir infinito y nunca resuelto. Y por otra parte, “decir el silencio” es afirmar que tras el dolor, que nos hace humanos, sólo se halla el dolor: no hay respuesta para la injusticia, ni para el sufrimiento, ni para la desigualdad. Sólo el Alba de La Piedad nos salvará, porque el arte es una bella profecía, y, como ha prometido el poeta, -y yo así lo creo ciegamente-, cuando llegue el Domingo de la Resurrección,

“bajará la luz mojada al cobertizo,
y habrá piedad y amor en las jarras de vino”.

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