LA CAJA DE HERRAMIENTAS

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LA CAJA DE HERRAMIENTAS.

“Heaven,
Heaven is a place,
place where nothing,
nothing ever happens.”
 
David Byrne.

Parafraseando a David Byrne -ex líder de Talking Heads- una caja de herramientas es un lugar donde nunca encuentras nada. (Y menos lo que necesitas).

 Mi querido amigo Inuit me sugiere, desde el retiro de su iglú, referencia escrita hacia las cajas de herramientas; pues él anda moderadamente desesperado con la instalación de un ventilador de techo. Que, por cierto, no se que cohoness hace montando un ventilador en un iglú a menos que quiera morir o congelado o decapitado. Pero en fin, ¿Que se puede esperar de un pueblo en que la mayor muestra de afecto consiste en restregarse los hocicos?

 Vayamos al lío.

 Reminiscenciando -que es un palabro que me acabo de inventar- la caja de herramientas, concluyo, es el símbolo indiscutible del “homínido apañatis”. El actual manitas.

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No sé por qué extraña e injusta razón, se le achaca al hombre la destreza sin igual  y sin parangón en cuanto a la  perfecta realización de chapuzas, arreglos y/o reparaciones caseras. Debe de ser por los atributos que le cuelgan, o por la injusta, irrazonable e improcedente inoperancia que se les supone a las que también, con el tiempo, les cuelgan cosas, pero más arriba.

 Pongamos por caso a mí y a mi familia, porque no hay mejor empatía que la propia de uno.

 La hembra; la hermana mayor; con decir que ésta creía (es rigurosamente cierto) que un albarán era una lámpara, está dicho todo. No tenía caja de herramientas alguna. Tampoco de costura. Sí de bombones.

 Después viene otro hermano que piensa que todo es solucionable a base de pegamentos (también es cierto que dispone de una absoluta predisposición al taladro y  a los tacos de mil colores y tamaños, pero lo suyo es el pegunte). Siempre tiene a mano un tubo de pegamento; con ese último invento que es el llamado “No más clavos” llega al paroxismo del gozo y al orgasmo bricolajero. Su caja de herramientas, es un enorme e inabarcable muestrario de tubos, tarros y botes de colas, gomas y adhesivos, que le procuran un placentero viaje lisérgico cada vez que abre el armario que los contiene.

 Pegamentos

Tenía otro hermano, que hoy habita en el  desolado páramo de la indiferencia, que era como muy preparado y metódico. Muy así.

 Disponía siempre -para la chapuza en cuestión- las herramientas a utilizar en perfecta formación, estructura y colocación; -por material, tamaños y orden de utilización- junto a la escalerita que le procuraba la altura justa: siempre el boquete a la altura de los ojos; y como es natural para mente tan abyecta, no podía faltar el sempiterno trapito que le proporcionaba la limpieza, pulcritud e higienización que tanto escasea en este mundo de manitas y apañaos.

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Su caja de herramientas fue tomada como modelo por la Nasa por detentar la mayor proporción número/espacio para el mejor aprovechamiento de objetos destinados a reparar el Transbordador Espacial STS 135, si se diese el caso.

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Bueno… Y después…Después estaba yo.

 Yo. Estaba yo.

 Tenía mi amada madre dos frases pertinentes, convenientes y oportunas, destinadas hacia mi persona en cuanto me mandaba -por poner el mismo ejemplo- de colgarle un cuadro que se había descolgado por motivo imprevisto y  harto desconocido. Misterios inesperados de las casas humanas.

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Esas dos frases (Preguntas en realidad) que me definían perfectamente en cuanto a mi destreza en el uso y manejo de las herramientas, eran:

  1. ¿Se puede ser más inútil?
  2. ¿Pero cómo se puede clavar una alcayata con una mano metida en el bolsillo?

 Tal y cómo te lo digo, Rodrigo!

 Algo tremendamente descorazonador -esos comentarios críticos- para mi, porque lo que es uno, le dispensaba a la chapuza el interés justo y necesario. Aunque debo de reconocerlo, en mi caso, alcanzaba -ese interés- altísimas cotas de absoluta ineficacia e incompetencia.

 Pero hete aquí, que un día me caso. Con mi Santa. Y es a partir de ese momento, y por mor de un suegro súper eficiente y apañao -el “Abuelo Tornillo”, le llamábamos los pérfidos yernos- que no tengo mas cohoness que ponerme las pilas y aprender “grosso modo” el arte del arreglo, la restauración, la reforma, la reconstrucción, y el saneamiento integral en todas sus formas, procedimientos, modos y maneras. Una puta e inesperada monería.

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Primer e imprescindible paso: Hacerme con una caja de herramientas; y a ello me puse: cogiendo un poco del orden del ausente, y de la buena intención del adicto al pegamento,  me hice con una pesadísima caja metálica de herramientas de dos pisos, la cual atiborré hasta el vómito de artilugios, trastos y artefactos; amén de multitud de cajitas conteniendo tacos, tornillos, clavos y alcayatas, que me confería -todo el contenido y la caja- un aspecto entre Mario Bros y un componente de los Village People versión cañí. Pesaba más que zu puta madre. La caja digo.

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Tal destreza e imaginación tenía el “Abuelo Tornillo” que disponía en cada una de las estanterías de madera de su taller de cantidad de tapas de tarro clavadas en la parte inferior de cada una de estas tablas; de modo que, para almacenar la pequeña ferretería, solo tenía que enroscar cada tarro en su tapa correspondiente y estos quedaban colgados, a modo de jardín vertical, a la Frank Lloyd Wright manera

 Recuerdo con estupor, y a modo de anécdota, como mis suegros se presentaron de súbito en mi casa a la cruel e intempestiva hora de las tres de la tarde de un sábado, para amablemente y una vez sacados de la siesta a golpe de timbrazos, instalarnos una encimera en la cocina. Mientras Santa y su madre Carmelita “La abuela Arandela” charlaban animadamente en el salón, yo, siguiendo órdenes e instrucciones del “Tornillo”, me metía a duras penas y refunfuñando para mis adentros -tal si fuese el escapista Houdini- debajo del hueco del fregadero para apretar una maldita y puta tubería de PVC que Thor Dios del Martillo y patrón de los fontaneros, maldiga para siempre y ahogue en silicona.

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Tuvieron, para sacarme, que rescatarme a tirones mi suegra, mi suegro, mi mujer, mi incipiente hija, y nuestra perra Olivia; y a base de jalones, sacarme del infame escondrijo en el que me había metido; todo eso, en un mar de gritos y lamentos producidos por mil calambres que me torturaban tan cruel como insistentemente.

 Después de aquel episodio -nada más irse mis suegros, tres o cuatro horas más tarde- arrojé la caja de herramientas desde el balcón de mi casa (16 pisos de altura) hasta un derribo situado justo abajo del edificio al grito de ¡Que te jodan, puta! Y me fui dolorido y atormentado, a acostarme en la cama con la sola, triste e indiferente compañía de dos Ibuprofenos y un Espidifén.

 Málaga. Circa 1984

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AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS EN LOS QUE SERVÍ A MI PATRIA

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AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS

EN LOS QUE SERVÍ A MI PATRIA

 

(HISTORIAS DE LA PUTA MILI)

“Ardor guerrero vibra en nuestras voces
y de amor patrio henchido el corazón
entonemos el Himno Sacrosanto
del deber, de la Patria y del Honor
¡Honor!”

(Himno de Infantería)

Un hombre no es hombre completo hasta que no ha contado mil veces y hasta la saciedad la verdadera e incontestable historia de su Mili. Como quiera que ya me pilla muy lejos para contársela, otra vez, a los amigos  -suelen preguntarme si serví en  el Escuadrón de Catapultas Y Escorpiones del asedio a Numancia, los muy íodelagranputas- aprovecho estos nuevos medios para contar una anécdota que, por poco -y para el que no la sepa- casi  me costó el paredón de fusilamiento.

 Serví a mi Patria en el glorioso año de 1974. Un mozalbete bisoño e inexperto de apenas 18 años que se fue  -absolutamente obligado por su progenitor- como voluntario al ejercito de Tierra, también llamado Infantería. Una putada, fíjese Ud., como otra cualquiera.

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No sé si el lector se habrá dado cuenta de la fecha que he citado 1974. Repito…1974.

 1974; me pillaron pues….las reminiscencias del atentado al Almirante Carrero blanco  -algunos meses antes de mi reclutamiento-. También la Marcha Verde -desde Noviembre del 75 hasta Febrero del 76-,  y por fin, entre medias de la excursión magrebí, la Muerte de Franco!!! Que tiene cojones la cosa. Servir en tiempos revueltos que se llama.

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Así que puedo decir y digo, que la época que eligió mi padre para obligarme a ir “de voluntario” no fue precisamente la más propicia para las tranquilidades tanto de él cómo  la mía propia. Coincidí, mire Ud. por donde en aquellos tiempos, con mi admirado escritor Antonio Muñoz Molina (leeros su libro Ardor Guerrero y os pondréis al día) y con mi otro admirado: el insigne guitarrista de blues Lito Fernández con el que aún conservo gran amistad. Al escritor, ni le conocí, como se comprenderá fácilmente.

 Mi paso por la Mili fue cuando menos extraño. Veréis: al margen de la inoportunidad del momento -ya he indicado antes las circunstancias- accedí al ejercito con una ristra de enchufes y tandas de buena suerte que aún ahora me alucina. A pesar de los pesares.

Además lo dije ayer mismo, y la repito, refiriéndome a que solo se recuerda lo bueno de las malos tiempos, con una frase de John J. Healey:

  “A medida que uno se hace viejo —salvo en el caso de que se hayan vivido unas circunstancias verdaderamente horribles—, tiende a idealizar el pasado”.

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Grosso Modo. Pero de lo que verdaderamente se trata aquí, es de narrar una anécdota que me aconteció durante mi Servicio Militar merecedora, sin ninguna duda, de ser invitado al paredón de fusilamiento. Aunque, afortunadamente, sólo se quedó en una inolvidable, insufrible y larguísima resaca.

 Cuento los enchufes: Recién muerto Carrero -yo ya había sido aceptado en el Glorioso Ejercito Español con el sucinto grado de recluta asqueroso y mindundi; fui destinado al Centro de Instrucción de Reclutas Campamento Álvarez de Sotomayor. Viator en Almería para entendernos. Primer caso de suerte: Justo unos meses antes había sido destinado como General Gobernador de la Plaza de Almería el General González Alba. Gran amigo de la familia y su hijo -Polo- íntimo de mis hermanos mayores. Hoy, gran amigo mío.

 Nada que añadir a que en cuanto Polo, vino a visitarme unas cuantas veces al campamento (aparcando su coche chillando ruedas frente a la onceava Compañía) y que alguna vez fui a comer a su casa en el Gobierno Militar, mi Mili en Almería transcurrió como se suele decir en el argot militar: cómo una puta seda. O algo así.

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Pasaron los tres meses de reclutamiento preceptivo; y, posteriormente, fui destinado al Regimiento de Infantería  Aragón 17  (tambien llamado Campamento  Benítez) -junto a mi  amigo Lito- aquí en Málaga. Segundo caso de suerte: Resultó que el Coronel del Regimiento: Don José Antonio Caffarena Aceña -gran amigo de mi padre- tuvo a bien el destinarme al Cuartel de Intendencia (en calle Peinado) que fue donde sucedió la anécdota que ahora , más adelante, voy a contar.

 A los pocos meses de estar en Intendencia, más a gusto que un guarro en una charca, se les ocurre a los moros -aprovechando que Franco la espichaba en el hospital y estaba cuasi mortadela- iniciar la denominada Marcha Verde con la aviesa intención de invadir Ceuta y Melilla y quedársela con ellos para siempre por la puta cara. Cierto es que la Legión española esperaba loca por jincarles el diente a la chusma marroquí y darle zurrapa con manteca colorá por la parte del pescuezo. Pero no los dejaron y se libraron de la tunda.

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Debido a esa inesperada circunstancia, quitan todos los destinos y me vuelven a mandar otra vez al Campamento Benítez, donde sin permiso alguno, una noche me hacen subir a un camión militar con la graduación de Cabo de lanzagranadas -juro por mi honor castrense que jamás en mi vida había visto un artefacto llamado así- y me dispongo a salir para Ceuta con la orden de suplir a los Lejías que se van de barbacoa a freír al Moro y lo que haga falta. Viva la Muerte!!!. Yo mientras me preguntaba cual era la boca y cual el culo del maldito lanzagranadas. Tú verás la que voy a liar! Pensaba absolutamente desolado.

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Ya en el puerto de Málaga dan la contraorden  -Dios existe- y nos vuelven a enviar al Campamento Benítez. Ya allí, y por diversos conductos acabé, tercer caso de buena suerte, de cartero de tropa y acabé la puta mili con algo más que la mayoría para contar a los nietos. Bastante más diría yo.

Ahora la anécdota:

Primeros meses del año 1975. Franco aún no estaba mortadela del todo. Aún permanecía en estado de shockpped. Acababa yo de llegar (enchufado, claro) a las dependencias del Cuartel de Intendencia en la Calle Peinado (Segalerva) de la Capital. El Comandante en Jefe, cuarto caso de buena suerte, compañero de mi padre (mi padre también era comandante de Infantería) se llamaba, y juro por mi honor que no miento ni una «mititilla» así: Don Felipe Rafael de Robles Echecopar y Pineda Consiglieri. Con dos cojones. Felipe le llamaba mi padre, como es natural.

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Por el mero hecho de que mi progenitor fuese amigo -y compañero de academia y carrera militar- de Don Felipe Rafael de Robles Echecopar y Pineda Consiglieri, por ese mero hecho sin importancia, digo, el Cabo Primero Rafa, me tenía una ojeriza, animadversión y  manía de muerte. Todo el mundo (que éramos 12) le llamaban Rafa. A mí, sin embargo, no me permitía otro tratamiento que el oficial; debía de llamarlo: Mi Primero.

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En la intimidad y sin que el innombrable mamón se enterase, entraba yo todos los días en las dependencias del cuartel al grito de “Salvo Intendencia por Mí Primero y pormís compañeros” Y eso, porque le llegó a sus oídos, como le tocaba muy mucho los cohoness a mi Primero Rafa. Muy mucho. Pero que quieres que te diga, yo era -poco mas o menos- que intocable. Que le den!

 Tenía el Cabo Primero Rafa, querencia desmesurada hacia la ingesta de alcoholes de baja y alta graduación, lo que se dice un “esponja”;  de hecho, cada tarde cuando se liberaba del servicio, solía salir con algún incauto subalterno de provincias y destinado en nuestro cuartel, para dedicarse al noble arte del lingotazo sin fin. Hasta alcanzar –en la mayoría de los casos- el éxtasis de la melopea. Altamente especializado en vomitar de inmediato sin tan siquiera meterse los preceptivos dos dedos en la garganta. Un puto borracho que se llama.

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Debo de reconocerme, en aquella época, una cierta connotación ingenua y candorosa; así que  maquiné una inútil intriga para camelarme al mentecato majadero sin tener en cuenta que  -y eso que estaba en el ejercito y haber recibido clases tácticas- nunca ha de llevarse uno al enemigo a su campo con la aviesa intención de derrotarlo. Porque siempre peleará con ventaja. Como fue el caso.

 Y esto fue lo que le propuse: Salir una tarde para -tomando unas copas y así ganarmelo- hacernos recorrido por las tabernas de Málaga (un Vía Crucis que se llamaba) y el que menos aguantase, pagaría las consumiciones. Así lo acordamos. Todo fuera por conseguir el tuteo de aquel hijo de la grandísima puta. Él, perro viejo en el arte del libar; yo, un mahara con ínfulas de tuteo. Todo fuera por ganarme las bajas esferas, porque a las altas, ya las tenía en el bote.

 Y llegó el día de autos. Coincidimos en que el día más propicio sería el que yo tenía Guardia de Cuartel. Si! Ese día sería el idóneo. Perfecto!

Antes de continuar – y para poner en situación al lector- voy a relatar muy someramente en lo que consistía la Guardia de Cuartel en Intendencia: Básicamente teníamos que permanecer jugando al plato o a las Siete y Media y tomando calibritos de Ginebra Larios hasta que llegase nuestro Comandante. Nuestro ínclito Comandante Don Felipe Rafael de Robles Echecopar y Pineda Consiglieri, ya sabéis. Solía llegar a altas horas de la noche -cuando no de madrugada- y para confirmar que estábamos en nuestro sitio de guardia, el muy ladino, solo echaba, callada y quedamente, algunas ráfagas de luz larga de su Morris Authi 1100 sobre el portón del Cuartel, para que nosotros, atentos  y ojo avizor como gavilanes, viésemos los destellos a través de las rendijas inferiores del portón y acudiéramos raudos y veloces a darle paso, para que así nuestro jefe militar, no tuviese ni que bajarse del coche.

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 Entraba, una vez franqueado el paso, con su coche e íbamos hasta los enormes silos de Intendencia con un mosquetón inservible al hombro, y realizando marcial taconazo, saludábamos militarmente a nuestro comandante Don Felipe Rafael de Robles Echecopar y Pineda Consiglieri. Por si no lo he dicho. Comandante Jefe de la guarnición del Cuartel de Intendencia.Vulgo: Segalerva. Justo a lado donde jugaba el mítico equipo de futbol Mortadelo C.F.

 Debo también aclarar que solía, nuestro Comandante en Jefe, llegar alegre de copichuelas que se llama y ciertamente zascandil y movedizo.

 Volvamos al día de autos:

 Ese día era el perfecto –pensábamos atolondradamente- pues al estar de guardia, estaba convencido yo -de una forma  irritantemente ingenua- que estaríamos acabados en media horilla. El tiempo justo de llevarme al Huerto de Baco al insufrible Cabo Primero Rafa. Borracho profesional donde los hubiese. Aunque no supiese yo hasta cuanto de profesional era el maldito libador.

 Así que salimos del Cuartel (yo provisto de cierta cantidad de dinero, pues pensaba pagar de todas formas, dado que el tuteo y la confianza salen caras) y enfilamos hacia el centro de la ciudad. Abandonamos la guardia!!!

 Mi intención era la de llevarle al Circulo de la Perdición situado el pleno Pasaje de Chinitas; y, una vez allí -y haciendo uso de mi estrategia táctica y de mi innata habilidad- emborrachar al Cabo Primero Rafa llevándolo de la mano por los Catetos de La Campana. Los Húngaros Locos de Casa Romero, Florestéles de Casa Flores, Cócteles de champán de Quitapenas, y si aún me aguantaba el tipo el incauto, rematarlo con un Pajarete en Casa Guardia.

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Salimos decía. Nada mas iniciar el camino en calle Ollerias, ya entramos en dos o tres tabernas que nos encontramos y que yo no tenía previstas ni por asomo. Tengo que recordar que Málaga era la de la tres Librerías y tres mil Tabernas? Pues pasamos de largo las tres librerías.

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Seguimos hacia calle Granada donde nos metimos en la Bodega el Pimpi y seguimos con los Biberones en Casa Luna. Bajamos hasta la Campana de calle Granada. López Hermanos después y nos encaminamos hacia el ágora de los vinos dulces de Málaga situada –tal y como ya he comentado- en el Pasaje de Chinitas… … …

… … … Desperté de pronto sin saber donde estaba. Todo me daba vueltas.

El Cabo Primero Rafa se había abierto por patas creyéndome muerto. Al abrir los ojos contemplé asustado a tres o cuatro personas que me miraban desde arriba. Yo estaba tendido en un césped justo enfrente del moro Judi; el de los pinchitos del Kiosco  de la Marina. Me levanté como pude. Dando traspiés, pues un insufrible mareo me dominaba la cabeza. Andando, como pude, me encaminé hacia el Postigo de los Abades, cogí –también como pude- el autobús de Capuchinos y por fin, a durísimas penas, llegué al jodido Cuartel de Intendencia. Como pude, ya te digo. Ya era de noche. Muy de noche.

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Y allí estaba -fresco como una lechuga, comparado conmigo- el íolagranputa Cabo Primero Rafa. Suspiró de alivio al ver que no tendría que justificar ni mi ausencia ni mi deserción o fallecimiento (téngase en cuenta en cuenta que yo era, al fin y al cabo, hijo de Comandante y éste, mi padre, íntimo del jefe de la guarnición) y dirigiéndoseme en plan fraternal, me dijo.  El hijo de la grandísima!

-Bienesho  Shavá!!!

-Incorpárata a la guardia  y demuejtra que erejún hombra! (era de la Córdoba profunda))

-Notorvíe er masquetón!!! Shavá!

El hombra de dieciocho años se cuadró, y pegando un taconazo -que casi le cuesta el equilibrio- le contestó: Sussórrdeness mi Rafa! Y ahí es donde empecé  -y él me lo permitió en adelante-  el tuteo al Cabo Primero Rafa. Rafa de mis entretelas que había abandonado miserable y cobardemente al compañero caído en acto de combate.

 Pero no acaba ahí la cosa. No señor. Aun quedaba por llegar Don Felipe Rafael de Robles Echecopar y Pineda Consiglieri al Cuartel. Nuestro Comandante en Jefe.

 Yo atendía la guardia tal y como se esperaba. Tirado en un banco de piedra forrado de mosaicos árabes y al relente -pegando ronquidos como un búfalo- y con el mosquetón tirado en el suelo al alcance del enemigo y de los meados de los gatos del Capitán Cañas.

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Unas ráfagas luminosas se cuelan por las rendijas inferiores del portón. Otra vez. Otra vez. Otra vez! Tres bocinazos del Morris Authi 1100 de mi Comandante ni me estremecieron. Bajóse este, y tras dar tres enormes aldabonazos sobre la madera, me desperté asustadísimo por el retumbe.

 Abrí a duras penas el portón. Mientras el coche pasaba, corrí a coger el mosquetón, que previamente había sido atropellado por el coche del Comandante y, cogiéndolo por la punta, comencé a correr detrás del vehículo para saludar marcialmente, tal y como correspondía al protocolo militar, a mi Comandante

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Pegué taconazo y exclamé voz en grito.

-Zinnovedarennnlaguardia mi Cooomdanterr!!! Plasss!!! (taconazo y mosquetón al hombro.)

 El Comandante se bajo del coche, y dando tres traspiés, me dijo, Ejcansa muchacho. Hip! Ejcansa Cabo. Shuuuviirooón…!

 Y allá que se fue bailando bajito hacia sus aposentos y yo detrás dando tumbos intentado abrir los ojos hasta el infinito para tratar de distinguir la figura que, delante de mi, no paraba de moverse y canturrear himnos patrios.

Esto sucedió realmente en Málaga. Circa 1975.

 …///…

EL MOMENTO MAS INOPORTUNO

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EL MOMENTO MÁS

INOPORTUNO

Me pregunto el porqué de esa diferencia  -tampoco siempre, no generalicemos- en cuanto a preferencias lectoras entre hombres, mujeres y viceversa  (lo siento, no he podido evitar el chascarrillo otra vez. Soy reiterado con mis ocurrencias).  Al porqué ellas leen cosas me refiero, que a los hombres no se nos ocurriría jamás y al contrario. (obsérvese como he eludido lo de viceversa sustituyéndolo por sinónimo; que una cosa es ser recurrente y otra ser insufriblemente redundante y repelente).

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Ejemplo procedente y adecuado: Las damas mueren por el Sr. Grey y los hombres disfrutamos con un implacable asesino en serie. Contra más retorcido, mejor. En la ficción, claro. Aunque un asesino en serie especializado en políticos chapuzas, tampoco estaría mal

Digo todo esto medio en serio, medio en broma, porque soy un adorador de las novelas policíacas. El llamado Género Negro. Así que, en mi recorrido como lector de autores de novelas de este tipo, he pasado de autor@s ingleses y americanos  a la enorme oferta ahora de autor@s nórdicos  con una especial predilección (me lo he leído todo) hacia Henning Mankell y su comisario Kurt Wallander, al que siempre le he puesto la cara de mi querido amigo el inspector J.A. O’Donnell.

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Entre tanto autor extranjero matarife (un recuerdo desde aquí para los Guardias Civiles la cabo Chamorro y el brigada Bevilacqua del imprescindible Lorenzo Silva)   llevo unos días placenteramente inmerso -y completamente fascinado- con la trama de la novela El Guardián Invisible de la  vasca Dolores Redondo. (Donostia-San Sebastián, 1969).

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Es muy de agradecer eso de que la acción transcurra en España; y que la autora te describa paisajes -que aunque fríos- no son los gélidos de Scania en Suecia que es por donde suele rular el amigo Wallander. Aquí estamos en Elizondo la capital del Valle del  Baztán en Navarra.

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 ¡¡Y no veas tu, como me estoy desviando de la primigenia idea de este post!!

 Veréis: En esta, repito, fascinante novela, hay  -como no podía ser de otra manera- un asesino en serie. Un asesino en serie con un modus operandi (no os preocupéis que no desvelo nada que no salga en las primeras páginas) muy especial. Este es:

 Mata a chicas adolescentes aplicando siempre el mismo ritual: Las estrangula con un cable o similar. Las traslada a un paraje recóndito, enigmático y misterioso del bosque del Baztán, y una vez allí, las desviste rajando con un instrumento cortante la ropa. Abre estas dejando el cuerpo desnudo a la vista; coloca los brazos de la asesinada pegados al cuerpo con las palmas de las manos hacia arriba en una actitud oferente y… atención! les rasura el pubis y les coloca encima de este un pastelito típico navarro llamado Txantxigorri con la idea que el dulce sea devorado por los carnívoros que pululan por el bosque, para que ya de camino, les devore…pues lo otro: el txitxitxuminorri. Por ultimo, deja los zapatos de la chica junto a la carretera para indicar el lugar donde yace el cuerpo y guíe a los policias hasta su macabra obra.

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 Venga, vamos al meollo del titulo de esta entrada.

 

El Momento más

inoportuno

 

 Non semper ea sunt quae videntur
«No siempre las cosas son lo que parecen»
(Fedro, Fábulas, 4.2.5)

Hay ocasiones en esta vida, que sin proponértelo, imprevista e inesperadamente, se provocan situaciones indeseadas y/o cuando menos, ridículas. Os cuento:

 Voy tres veces por semana de caminata por el Paseo marítimo de Málaga, acompañado siempre por el profesor José Luis G. Sodis. Intimo y muy antiguo amigo. Es esas caminatas, solemos hablar ininterrumpidamente -pues los dos compartimos cuarenta años de amistad- de las  mil y una anécdotas que hemos vivido; y también -cómo no- hablamos de lo que nos acontece a cada uno de nosotros en la actualidad.

 Andaba yo (nunca mejor dicho) refiriéndole a mi amigo lo enganchado que estaba con la novela de Dolores Redondo; así que le contaba -chispa mas o menos, pero en lenguaje coloquial- lo que acabo de describir unos párrafos más arriba: el modus operandi del asesino de las adolescentes.

 Así, mas o menos:

 

― El tío (el asesino en serie) Kuky, (así llamo yo a mi amigo) primero las mata ahorcándolas con un alambre o algo parecido.

 Kuky me escucha atentamente. Seguimos andando a buen ritmo.

 ― Entonces se lleva los cadáveres a las inmediaciones del río Baztán y les raja la ropa con una navaja.

 Continúo narrando y Kuky sigue escuchando atentamente. Los dos sin darnos cuenta de que una pareja de jóvenes avanza -muy cerca de nosotros- por detrás.

 ― Las deja desnudas y les pone las manos junto al cuerpo con las palmas hacia arriba en actitud virginal.

 Kuky sigue atendiendo. La pareja está en ese momento pasando junto a nosotros. Todavía no hemos reparado en su presencia y continúo yo hablando con mucho énfasis, en voz alta y en un perfecto andaluz:

 ― Entonces le afeita el shosho y le pone el pastelito encima para que se lo coman…

 La parejita, en el momento más inoportuno -que sólo han oído eso- da un respingo al oír la barbaridad fuera de contexto! La chica rubia, joven y guapísima, vuelve la cabeza hacia mí; y con un gesto de absoluto asco, repulsión y desagrado, me mira de arriba abajo como pensando: Gordo aberrante, sinverguenza y vicioso… Asqueroso íolagranputa!!!!

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 Siguen palante. Mi amigo Kuky y yo -que en ese mismo momento nos estamos dando cuenta de la inexplicable situación- nos miramos sin decirnos nada, y con sólo una mirada cómplice, empezamos a reírnos a carcajadas.

 La chica aprieta el paso al pensamiento de… Viejos verdes!!! Jasquerosos !!!!

 Mientras, el novio -callado y pensativo-, se palpa el bolsillo para ver si lleva algún dinero suelto y comprarse, aunque sea, una magdalena o un sobao pasiego en el Opencor que se adivina a lo lejos. ¿Tendrán nata? se pregunta también. Y se relame.

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Esto es lo que se llama:  El Momento más inoportuno!

 Nota: Acontecido verazmente el Jueves 25 de Abril de 2013 en el Paseo Marítimo de Málaga ( a la altura de El Morlaco) a las 21:30 P.M. aproximadamente. Vale Dictum.

…///…

 

LAS MUJERES QUE NO AMABAN A LOS HOMBRES. UN CUENTO MACHISTA.

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LAS MUJERES QUE NO AMABAN

A LOS HOMBRES.

UN CUENTO MACHISTA.

 

En el  viento de verano hay una cierta melodía
que me lleva de vuelta a un lugar que conozco. A la playa

(Chris Rea. On the Beach.)

Por pura salud mental, he reducido drásticamente la ingesta de noticias desde hace algunos años. Como un par de dos van ya, vamos. Los mismos que coinciden con el glorioso alzamiento nacional del Sr. Rajoy Brey y adláteres. Así que, de esa manera, sólo leo El Economista y el diario de mi ciudad -a través de Internet- para evitar el conjunto total de artillería anímica que contienen los de la letra impresa. Cuando llego a casa, el horario, afortunadamente, me impide los telediarios. Y así, de ese modo, con la ignorancia opcional y voluntaria, voy salvando mi ánimo de tanta perversidad noticiera y noticiosa que está acabando con la esperanza y el optimismo en este país. En este trapo inacabable de país.

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Esta circunstancia -la de esconder la cabeza resignadamente- me procura momentos de tranquilidad que antes no tenía. Pongo somero ejemplo: En los recorridos (20 minutos cada trayecto) que realizo para ir y volver a mi trabajo (ya sabéis ese lujo inusual, que si es remunerado, ya es la hostia) sigo… en ese tiempo de coche, ya no oigo ni la radio. Paqué! Ahora me distraigo dándole al magín; de ahí esa abundancia y profusión de entradas que escribo en este blog que me procuran esos momentos de soledad.  Las pergeño y esbozo mentalmente en el coche. Las escribo por la tarde. Las guardo en el borrador por la noche. Y las publico -casi siempre- por la mañana tempranico. Por eso de que por las mañanas hay funcionarios trabajando y  -por consiguiente- más lectores de mi blog.

 A lo que vamos; esta mañana estando parado en un semáforo, y al volver la cabeza hacia mi derecha, he contemplado a una monísima señorita (era guapa de verdad) atizándose unos brochazos de colorete (no se como se llama ahora) por la frente y los carrillos (cómo Don Agustín) a toda velocidad. La brocha – se me perdone la forma de señalar- era tal que así: Una cuarta!!! Y el florón de pelos (de la brocha) era tan grande como el que usan los pintores y blanqueadores para perfilar las esquinas de las paredes.

 Una barbaridad de mamotreto. Pintábase los labios a continuación.

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Es distraído contar cuantas lo hacen (y observar las caras que ponen frente al espejo retrovisor; todas estiran el labio de arriba poniendo cara de culopollo) es distraído contar decía, cuantas mujeres aprovechan las paradas semafóricas para maquillarse. Dirán ellas  -y con razón- que los machos aprovechamos ese momento para andar “Tras el Perdigón Verde” y no hablo de la peli del Douglas, DeVito y la Turner, sino de prospecciones nasales más allá de lo razonablemente permitido y saludable.

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Bueno… Observará el paciente lector, que aún no he hecho referencia alguna al titulo de este post: “Las Mujeres que no Amaban a los Hombres” (y el posterior cuento machista) y a ello voy. No veas la que me van a dar, Maremía!!!

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Decía Noel Clarasó: «El hombre que a los 20 años no cree en la mujer no tiene corazón, y el que sigue creyendo en ella a los 40 ha perdido la razón.» Nusénusénusé… Verás tú que va a ser verdad.

 Este que suscribe, por razonamiento y por convicción, ha sido siempre partidario de considerar a la mujer igual al hombre. Lo contrario, hubiese sido no sólo una injusticia y una imbecilidad, sino una barbaridad imprudente. Esa forma de pensar, me ha propiciado una relación estupenda con todas mis amigas y en especial, con mi mujer.

 Pero mira tú por donde, ahora, en estos extraños tiempos de buen rollito y píqueme Ud. de aquí, se ha extendido la injusta costumbre entre las féminas de, en una especie de discriminación femenina y procaz contubernio -machismo feminista le llaman algunos- organizar reuniones “Sólo para chicas” aunque esas chicas peinen canas bajo el tinte Nº  5 de “L’Ogueal, Paguís” y merodeen por los 50 para arriba.

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Así que, de vez en cuando, las mujeres se reúnen en aquelarres monogenéricos y -dejándonos a los hombres más colgaos que una percha y dándonos con las puerta en las narices- se van de jopeo con las congéneras para disfrutar de conciábulo cervecero y bacanal gastronómica. Además, tienen la desverguenza de ponerles nombre a las logias: “Anacondas” se llama la de mi prójima. Y eso, señores es una injusticia de las gordas y una falta de respeto a Jacks, el Hombre. Quisimos los machos de la manada formar una propia para llamarla “Pitones” pero no fructificó.  En finss… Siempre nos quedarán los chupitos y er jurgo!

 Para procurarme venganza cruel hacia todas ellas -a las que tanto quiero y tanto admiro; les pido perdón de antemano- les voy a contar aquí y ahora, a todos Uds. queridos hombres del mundo mundial, mi teoría de la Isla Desierta; Para demostrar la supremacía (muy discutible, para que negarlo) del hombre sobre la mujer cuando la carencia de adminículos se presenta inesperadamente:

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The Desert Island Theory.

                                         
«Chiribiribí Porompompon, Chiribiribí Porompompon,
Chiribiribí Porompompon, Chiribiribí Porompompon»
 
(María Isabel. Los Payos)

 Situémosnos:

 Crucero por el Caribe en la nave Pobresimón, de la Compañía Naviera MSC Cruisers & Co. Tres matrimonios de amigos heteros y uno de lesbianas.

Por eso de que la trama lo exige, esta historia, deberá de contener -para que sea exitosa- ración de catástrofe: Una enorme ola de origen vasco -producida por un terremoto- llamada “Tsunzunegui” choca contra el costado del crucero «Pobresimón» provocando su vuelque inmediato; quedando esta semisumergida boca abajo. La Aventura del Pobresimón.

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Milagrosamente -porque si no, no habría película- los cuatro matrimonios se salvan «in extremis» agarrados desesperadamente a la puerta del lavabo de señoras de tripulación y -extenuados y al borde de la hipotermia- llegan a la playa de una isla desierta, que momentáneamente, les salva la vida. Empieza la historia.

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El principio -después del bajón producido por la catástrofe del Pobresimón– se dedica al adecuamiento, la organización y al acondicionamiento de la vivienda y el “modus comendi” en la dichosa isla. Todo transcurre de manera más o menos ideal, pues todos han leído en su juventud Robinson Crusoe y, además, disponen de agua fresca. Ya sabéis, hay un precioso lago azul para bañarse en bolas. También disfrutan de cocos, carne de albatros, miles de lapas, y algún pescado despistado que logran capturar. Llegan incluso  a tener pleno dominio de la sopa de tortuga. Así que -debido a esa obligada forma de vida- todos se van poniendo cachas y morenos; mas delgados a consecuencia de la dieta y a la ausencia de grasas, mas turgentes los cuerpos debido al ejercicio… y más relajados por el continuo disfrute de días interminables de sol y playa y las excursiones al Lago Azul. Pobresimón Beach Club.

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Peeero hete aquí, que con el transcurrir de los meses,  empieza a torcerse la cosa y se van estableciendo una serie de marcadas diferencias que distinguen a hombre, mujeres y viceversa.

 Los hombres, ya te digo, debido al ejercicio, la obligada dieta y el paso de los días, lucen cuerpos ebúrneos y apolíneos. Largas melenas les caen por los hombros y una amplia y blanca sonrisa (eso en el caso de que tengan pelo y dientes, claro está) les precede. Se les pone la voz bronca y solo cubren sus partes pudibundas con medio coco seco atado con lianilla.

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De las uñas de los pies no hablo, porque tanto hombres y mujeres sufren el inclemente paso del tiempo. El llamado efecto “Faca” ya que ambos grupos usan la uña del dedo gordo del pie para mejor abrir los almejones.

  Pero… Y las mujeres? ein? Y las mujeres? Otra vez eín? Digo más: y las dos lesbianas? Eiiin?

 El paso de los días les causa -pobreticas mías- estragos irreparables. Ante la ausencia de su preciado neceser, las preciosas melenas que ya antes lucían, se han transformado en unas pelambreras deshilachadas y  estropajosas de color blanco roto indefinido debido al pronto abandono del tinte Nº  5 de “ L’Ogueal, Paguís”.

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Debajo de los brazos, en los sobacos (ya pasó el tiempo de las axilas que exhibían repeladitas en el crucero) les salen dos rizados, negros e indomables peluconesque invitan a las aves del paraíso a anidar;  y aquella pelusilla tan graciosa que tenían debajo de la naricilla: Mostachos de Guardias Civiles, juguetes del viento son. Y para, por fin, ya terminar y no ser demasiado cruel, esas piernas de tacto delicado otrora suaves como el algodón, pinchan tal si fuesen alfombras de uñas de gato sin domesticar. Cállome lo que les asoma por las ingles.

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 Así que un consejo a las féminas: Si vais a disfrutar de un crucero por el Caribe, llevad neceser de repuesto y  haceros la depilación láser definitiva. Que el algodón casi nunca engaña. Y la ola gigante, la “Tsunzunegui” ,  tampoco.

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Otro dia hablaremos de la depilacion láser definitiva. Que esa es otra.

…///…

LA RUTA DEL DIANBÉN Y LA RUTA DEL ESTEROIDE

La Ruta del Dianbén y

La Ruta del Esteroide.

 ***

Invariablemente cada mañana  -Grá y Adiós, que decía la inefable Carmen Sevilla- cojo mi coche, a eso de las siete de la mañana, para dirigirme a mi puesto de trabajo. Desde hace como unos tres o cuatro años, vengo observando que el tiempo que transcurre en el desplazamiento entre mi hogar y el paraíso laboral, ha disminuido considerablemente.

Se debe -esta disminución en el tiempo de desplazamiento- a dos circunstancias especiales que han coincidido. La primera: la apertura de un nuevo tramo de autovía que aligera el tráfico dirección Torremolinos; y sobretodo…la segunda: el enorme descenso en números de vehículos que se desplazan en dirección a la capital  como consecuencia del desempleo. Una tragedia.

Bueno…dejemos la tragedia un poco de lado y vayamos a la anécdota:

Esta mañana  -al contrario que otras- me he encontrado con una interminable caravana de coches que ocupaba todo el Paseo Marítimo y su continuación el Paseo de los Curas. Hablo, naturalmente, de mi ciudad: Málaga. El motivo: unas obras realizadas al final del Paseo de los Curas y el puto efecto escaparate de los conductores que no pueden evitar esa característica tan española que es la de observar al que trabaja.

Aunque dentro de unos años esa actividad -observar al que trabaja- se  reservará para los Museos de Historia en este país.

Sigamos:

Bien, después de aprovisionarme de gasolina (menos mal) encaro el Paseo Marítimo y  -a una velocidad (qué ironía) exasperantemente lenta, me doy cuenta de que dicho Paseo Marítimo, ocupa junto al mar una suerte de pista deportiva mañanera que se divide en…

La Ruta del Dianbén  y

La Ruta del Esteroide.

Dos rutas hay pues. La Primera es la situada a pie de carretera –que es la que yo, desde mi vehiculo semiparado- diviso mejor.

Es la ruta llamada: Ruta del Dianbén. La ruta del Dianbén está prácticamente tomada  por viejecitos escuálidos y por jubilados barrigones. Todos ellos potenciales o fehacientes diabéticos y, por lo tanto, consumidores del medicamento regulador de la glucosa llamado Dianbén. De ahí el nombre.

El usuario de la Ruta Dianben, tiene como característica el look “Ordinary Casual” es decir: que pasando de la esclavitud de la moda deportiva, se embute (literalmente) en un estrechísimo a la par que horrendo chándal de cuasi poliuretano, imposible y tóxico; calza zapatillas marca “La Pava” de insoportables colores chillones (igualmente tóxicas) para que hagan juego con el maléfico chándal. Ni que decir tiene, que toda la vestimenta, incluido el calzado, es altamente inflamable y que ,además, apenas alcanza para taparles someramente el barrigón al completo. En casos, el ombligo asoma como pidiendo o misericordia, o tiro de gracia, que el boquete ya lo tiene hecho.

Dentro de este grupo está un subgrupo de abueletes llamados “Pantuflas” esto es: Calzando zapatillas de andar por casa ,o en el mejor de los casos, deportivas blancas decimonónicas marca Paredes o similar, complementan la vestimenta con pantalón de Tergal marrón claro de salir, rebequita de cinco botones marrón ,más oscura, también, pero mas claro, y camisa de rayitas -de implacable poliéster- azules y blancas que le provoca un hiede de sobacos al abuelo, que llega hasta el narrador que está – resignado y observando la situación- con los ojos desorbitados dentro del coche en la puta caravana. O.O

Todo esto, lo he visto esta misma mañana con estos ojitos que se han de comer los gusanos. Júrolo.

Huelga decir que los abueletes y los jubilados hacen acopio impenitente y duraderísimo de las máquinas de ejercicio de piernas, brazos y cintura, que para su uso ha colocado el Excelentísimo Ayuntamiento de la ciudad. Huelga  decir también que desde la implantación e instalación de esta máquinas al aire libre, las fracturas óseas se han incrementado un 69% (se me perdone lo soez del dato numérico) entre el segmento de población descrito anteriormente. Impera sobre todo el disloque de cadera.

La segunda ruta, y no por ello menos esperpéntica, es la llamada : Ruta del Esteroide.

Esa ruta está situada bajo el murete que separa la Ruta del Dianbén y está justo al lado de la orilla del mar. Es usada esta ruta, por jóvenes deportistas ilusos que, o bien están preparando eternas e inexistentes oposiciones para Bomberos y Policía Local, o por locos del deporte y del musculámen.

Estos deportistas, son incansables consumidores de Esteroides –de ahí el nombre de la Ruta- que mejoran su masa muscular y su aspecto intelectual (es ironía). También son adoradores del pollo cocido, el arroz blanco y la ingesta masiva de fibra, lo que les procura unas cagadas puntuales, perfectas y absolutamente reparadoras. Son los fabricantes del mojón tipo “Manga de Abrigo”.

También -porque no decirlo- son usuarios de esta ruta, deportistas mas entrados en años que  -o están en el paro, están infelizmente prejubilados, o entran a trabajar a la hora que les sale de sus lugares íntimos. Casi siempre funcionarios de la Excelentísima Diputación. Chóferes sin incluir.

La Ruta del Esteroide, está plagada -al contrario que la Ruta del Dianbén- de los mas “In & Posh” en cuanto a vestimenta deportiva. Lo último.

Carísimas zapatillas New Balance, con colchones aire incluido en las suelas, que le proporcionan un andar entre caballuno y saltimbanqui. Cubrecabezas de colores pegaditos al meollo marca Nike.  Todos y todas, van provistos de los preceptivos leggins negros súper ajustadísimos que producen el efecto “Medio Coco” en la entrepierna de los machos, y el efecto “Pezuña de Camello” en la de las féminas.

Huelga decir, también, que el inmenso abanico de camisetas y sudaderas, me deja abrumad y sin capacidad descriptiva. Tan solo- y para que se hagan idea- comentar que cuando corren tras el murete, despiden una suerte de resplandor fluorescente- que pareces estar viendo la escena final de “Encuentros en la Tercera Fase. Ta-ti-tó-ta-tóóóóó… Ta-ti-tó-ta-tóóóóó….

Lo único malo que tienen los usuarios de la Ruta del Esteroide, es que como hacen “Running” junto al mar, y por lo tanto casi tapados por el murete -para su desgracia, pues suelen ser muy exhibicionistas- los automovilistas  -que aun seguimos parados, muy distraídos, todo hay que decirlo,- solo les podemos ver la gorra Nike, que llevan puesta en el meollo intermitentemente. Ahora si!, ahora no!. Ahora si!, ahora no!. Ahora si!, ahora no!. Pues a causa de los saltitos producidos por el uso de las zapatillas con colchones de aire, solo se les ve eso: la gorra. Ahora si!, ahora no!. Ahora si!, ahora no!….  Y eso queridos míos… No mola para lo que cuesta la equipación.

Así que sigo -muy despacio- mi camino, observando atónito, a los abueletes haciendo cola tras cada máquina de ejercicio, como si de una churrería se tratara. Cada uno con su llamador de urgencia al 112 a mano, para que, en caso de estirón, los recoja la ambulancia del Servicio de Salud de la Junta de Andalucía. Que por cierto, me han dicho, que se ha separado.

Esto ocurrió, entre las 07:00  y las 08:00 del día 3 del mes de Octubre del 2012  Annus Dei.

…///…

DERMOESTÉTICA MASBELLA

 

“DERMOESTÉTICA  MASBELLA”

-CENTRO DE BELLEZA CORPORAL Y  ESTÉTICA-

Se anuncian, incansablemente, las campañas publicitarias de los institutos de belleza en cada una de las ciudades -costeras o no- seis meses antes del verano. Justo después de las comilonas navideñas (hay que ir preparando el tipín) para atrapar a las incautas y , sobretodo, para ayudar a que la operación “Bikini” sea un éxito sin precedentes.

Es decir, se trata de superar el éxito sin precedentes del año pasado. Y ese pasado éxito sin precedentes del año pasado, al del antepasado éxito sin precedentes del antepasado año. Así que, suponemos, que después de seis años de tratamientos, la paciente es -al día de hoy- absolutamente irreconocible. Y no queremos con esta aseveración sentar precedente, pues no nos parece procedente. No se si me explico bien o me estoy liando.

Hagamos, para enterarnos, una sucinta descripción de la parafernalia esteticista y sus funestas consecuencias en el cuerpo humano para que sirva de ejemplo:

Usaremos a modo de prototipo a la angelical Maríloli. Vecina que es del Camino de las  Pirámides, cerca de la Avenida los Guindos. 52 años. Deseparada hace ya algún tiempo de su marido.

Se levanta Mariloli una mañana, pasadas las últimas navidades, ciertamente mosqueada.

Pues observa ante el espejo con estupor, que una verruguita mínima que tenía desde siempre encima del labio superior, está  coronada con un insolente, inhiesto y largo pelo negro. Se aterra de inmediato! y tras consultar a tres o cuatro amigas, ya debidamente recauchutadas y pasadas por láser, se decide ir a la Clínica Dermoestética “Masbella!!”  para que le quiten criológicamente el verruguín y ya, de paso, el puto pelo que tan feo le queda. Que eso de la verruguita es mú malo por lo del sol; y el aditamento piloso, no queda muy apropiado para la edad que tiene. Para que negarlo.

Se dirige pues a la reconocida y renombrada clínica  estética “Masbella!!” recomendada por sus recauchutadas amigas.

Escena Primera: Le abre una preciosa recepcionista que viste cortísima e impoluta batita blanca  -con una tarjetita prendida en el pecho donde se puede leer: “Rocío del Carmen Gutiérrez  Pérez-Medina. Auxiliar de Clínica”.Una chica, todo hay que decirlo, atribuladoramente atractiva y despampanante.

Dispone Rocío del Carmen de unas tetas absolutamente caídas hacia arriba con una turgencia que se adivina desde lejos. Los labios, dos rodajas de tomates frescos y maduros son; y, complementan al guayabo, un culito la mar de respingón y textura similar a los melocotones: es decir: por dentro carne rosada y por fuera pelusica.

Acompañan al conjunto, una piernas esbeltas y unos muslámenes tersos y morenos con pelusica rubia también. Calza manoletinas blancas. Uñas a la francesa moderadamente largas.

Edad de la auxiliar: 19 añitos de nada. Por supuesto er chichi se le supone (como el valor en la mili) rasuradito a la brasileña; es decir, como si fuese un bigote fascista pero en vertical.

Podríamos decir que para el trabajo que desempeña, es el reclamo perfecto. Rocío del Carmen Gutiérrez  Pérez-Medina; una monada de niña.

La gordita de la verruguita, queda abrumada ante la visión de la belleza descomunal de la chiquilla de dientes blancos y perfectos que -con una cautivadora sonrisa- le está diciendo, subliminalmente, que si no está como ella es porque no quiere. Porque ella, Rocío del Carmen, era hasta hace poco de trabajar aquí, casi igual de rechoncha y desproporcionada. En el pelo de la verruga ni se fija.

– Buenas   tardes, dice Mariloli: Que venía yo –continúa-  por un tema de una verruga…

– Si! Un momento, Flap! Le interrumpe el bombón de cortita y ajustada bata, que enseguida la plapso. Pase a la sala de espera por favplap!

Quince minutos después  -tiempo suficiente para que Mariloli nerviosa, se lea la infinidad de títulos de especialidades estéticas que cuelgan en las paredes de la sala de espera y expedidos en la República Dominicana- la hace entrar en una sala monísima de la muerte donde la psicóloga del gabinete, la hace sentarse frente a ella.

Escena segunda: La psicóloga, muy jaquetona ella y de profusa conversación, dispone de tetas tipo mostrador bajo una bata con botón a punto de ser disparado, ojos abiertos hasta el asombro a causa del abuso de bótox y labios Flap-Flap. Es decir esos labios carnosos y desproporcionados que emiten ese ruido al hablar. Maquillada a lo Monet.

–         Flap! Buenas Tardesss! Le dice. Que Flap! estamos? Siéntese, por flapvor!

–         Mirusté –dice Mariloli- que yo venia a por lo del retoquito… (pensando en la verruguita y el pelo incipiente)

–         Claro! La interrumpe. Viene por lo de los pechos caídos, verdad? Flap!

La otra se queda estupefacta. Pssseeeinn?  Estoooo…yoooo…Responde atónita Mariloli.

– Y por lo del codiguito de barras de encima del labio, verdad? Jijiji, Flap!

-Buenoooo…responde la atribulada y futura pacienta, yo en realidad a lo que venía era, precisamente, por lo de la playa y el pel…

Comprendo…. Las cartucheras! La interrumpe de nuevo la infalible Psicóloga. Flap!

No!  No! responde la otra. Por lo de…

El vello púbico. Claro que si! Desde luego no hay nada mas feo que esos pelucones que sobresalen por las ingles en la playa. No se preocupe que le vamos a dejar el potorrito como el de una puberte. Como un San Luís, vamos. Flap, flap.

A esas alturas, Mariloli, está absolutamente apesadumbrada y con un complejo -tal y como dicen los teólogos- del copón.

Pero, Flap! no se preocupe que tenemos un paquete veraniego que le cubre todas esas necesidades de cara al verano.

– Rocío del Carmeeen!! Dice mientras pulsa un botoncito en la pared.

Entra la enfermera maciza y le dice: Tráeme los formularios para mi nueva amiga Rosamari.

– Mariloli, dice la otra,;

– Eso…Para Rosamari, es que tengo una cabeza! Flap!

Escena tercera: Media hora más tarde –y tras hacerle firmar a Mariloli un cúmulo de impresos-  hace pasar a la atribulada señora al despacho del Doctor para la consulta magistral.

Se levanta el Doctor. Impecable; con sonrisa Profidén y un moreno rayos UVA.

– Pase, pase, Rosamari.

– Mariloli, dice la otra.

– Eso. Pase, pase Marirosi, es que son tantas las pacientas…

– Póngase detrás de ese biombo y desnudese completamente, por favor, le dice con una sonrisa tan taimada como blanca nuclear.

– Oiga! Que yo solo venía a…

– Calle, calle, Rosaloli!

Rocío del Carmeeen! La Polaroid!! Y la tira tres fotos a Mariloli posando en bolas para que sepa con quien se juega los cuartos. Que si no paga, las fotos pal Facebook.

Hala! Le dice el médico, pase Ud. por caja que mañana mismo empezamos el tratamiento. Un momento!!! Rocío del Carmeeen! (Y pone las manos en plan cirujano dispuesto a operar) Las pinzas!!….MMMMmmm espereee…ya!!!! le he quitado un pelito que le estaba saliendo en el lunar; ese tan monísimo que tiene encima del labio. Sabe que le queda muy Marilyn?

Hala! Hala! Hasta mañana!

Escena cuarta y última: Pasan seis meses. Mes de agosto. Playa del Lavashoshos en la Malagueta. Junto al Restaurante La Moraga de Dani Martín. Mariloli esta tumbada en la toalla junto a tres amigas.

Toma el sol, aunque protegiéndose debajo de una sombrilla. Las tetas son dos medios balones de Rugby de tiesos y duros. Neumáticos. Los labios se asemejan a dos plátanos maduros que le ocultan cuasi la boca. Dos enormes media lunas rojas custodian los muslos por la parte interior haciéndole feísimo; muy cerca de las ingles; y coronando uno de los plátanos que configuran la boca, la verruguita -desplazada hacia la oreja- con un pelo enorme que  sobresale orgulloso de haber sobrevivido al calvario.

Que! como se está a la sombrita? Le pregunta un conocido a Mariloli…

Fenomenflap! Contesta ella. Fenomenflap!

Y mira hacia el horizonte, con un deje de tristeza en la mirada.

El Malefici de l’Andreu.

Una de las características más terroríficas del poseído por un demonio,

 es la capacidad para poder expresarse en lenguas que el mismo desconoce.

(Padre Damien Carras. S. J.)

 ***////***

¿Do fueron de gardeles los eventos,
perchelero farol?
¿Qué fueron de aquellos Paco Gento?
Se interna, centra y… gol.

(Juan Miguel González, Poeta)

 

El Malefici de l’Andreu.

Se lo dije a Kliva, una querida amiga catalana… Hoy, me voy a ver el partido del Barça y del Madrid a casa de un amigo, Klivi!. Para observar In situ un espectáculo de transformismo fanático-radical.

Mas que nada, continué, para poder presenciar en directo la mutación y la metamorfosis de alguno que se convierte, en segundos, del Dr. Jekyll a Mr. Hyde. Aunque, para que esa circunstancia se dé, le seguí diciendo a mi amiga, debería de marcar el Madrid el primer gol. Si después vienen cuatro más del Barça, me da igual; pero el primero deberá ser del Madrid ! Fue así, Kliva? Mas o menos lo que te dije, verdad?

Antes, una nota aclaratoria y reivindicativa:

A mi, no me gusta el futbol. Así, por las claras; con todas las letras. Y lo digo ahora, porque durante la mayoría de mis años de adulto, he arrastrado casi secretamente, la lacra vergonzante de no ser aficionado al deporte de masas que todo el mundo mundial entiende como Futbol. Aunque, si se piensa coherentemente, el deporte de masas debiera de ser sin ninguna duda: El Sumo.

Tampoco yo sabía que el futbol le gustara tanto a todo el mundo. Alcanzo una etapa en mi vida  -a eso de los 21- en que me doy cuenta, horrorizado, que tenía yo amigos que -siendo personas cultísimas y preparadas- dedicaban las tardes de los domingos no a la tertulia constructiva y edificante ni al honorable hábito de la lectura, sino al dar saltos epilépticos y convulsos oyendo Carrusel Deportivo. ¡No podía creérmelo!

Equivocado estaba. Absolutamente; también a ellos les gustaba el futbol desmedidamente. Cuando yo daba por hecho que los espíritus libres y cultivados, sólo veían los documentales de la 2 y leían a los clásicos.

También hay otra circunstancia que me horripila aún hoy: que es la pérdida de la cualidad de ”amigo” que sufrimos cada uno de los NO aficionados al deporte rey los días de partidos televisados. Quiero  decir que ese día no se cuenta con nosotros para nada. ¡¡ No hacen más que molestar!! Piensan los bellacos futboleros.

Y esto, es lo que pasa:

Pongamos un ejemplo esclarecedor: Juegan el Madrid y el Barça. Dos equipos desconocidos para no herir susceptibilidades. Bien, el aficionado de turno decide generosamente, que su domicilio será sede contemplativa del infausto acontecimiento deportivo. Y eso, le acarrea una especial diatriba… A quien invito?… A quien no! Llamo a los maharas? No los llamo? Y como los dispongo?

Llama a casi todos; y los maharas, sin ser requeridos, se apuntan. Nos apuntamos.

Así que normalmente, esto se suele resolver así:

Primero, llama a los aficionados afines a su equipo. Que son los que disfrutarán de la comodidad de las localidades Preferente- Sofá frente al televisor; disponiendo de inmediato de copa completa (Posavasos incluido) y surtido de menudencias que servirán de piscolabis. Se servirá, también, un ágape en el descanso del encuentro. Algunas – cada día más- mujeres que son también aficionadas, y más chillonas si caben, comparten la categoría de invitado preferencial.La Oíaporculo sin ir más lejos, por poner un ejemplo ilustrativo y asiduo.

Nota 2: Circunscribo esta teoría a mi más íntimo y cerrado (a la par que vicioso) círculo, para no zaherir  a desconocidos lectores que no podrán disfrutar de la posibilidad de suplicarles el más humilde perdón por estas letras. ( Y Para que me sigan, los amigos, invitando a los partidos)

Sigo… Detrás del sofá de los expertos/as, irían  los que gustándole el futbol, pero sin llegar a morir por ello, se limitan a mirar -que no a ver- el partido sin partirse el pecho en discusión alguna  por tal o cual jugada. Les da igual quien gane, pero hacen el paripé para ser invitados en el próximo encuentro. Tienen estos derecho a copa, pero no a piscolabis. Le son servidas (las copas) por los maharas del grupo C ; dentro del cual me incluyo. Los últimos de la fila.

Somos nosotros, ya os digo, el lumpen futbolístico; Una réplica de la antiguamente llamada fila de los mancos de los cines de reestreno. La basura de la tarde épica del Clásico. Aquellos que  -en el mejor de los casos- no se les considerarán personas humanas –es redundancia- hasta una hora y media después de finalizado el partido y su posterior tertulia.

Pongamos que tres horas en total. Estos, si quieren disponer de copas, deberán de buscarse la vida y  proporcionárselas ellos mismos, pues -seamos justos- disponen de permiso para servírselas en tristes y capitidisminuidos vasos de chupitos.

Empieza el partido:

¡¡¡Chiiiiissstttt!!!!! Primer aviso.

¡¡¡Chiiiiissstttt, Coooñooooo!!!!!  Segundo aviso.

¡¡¡Joderrrrrrrrr!!!!!!!! Callarse yaaa coooonessss!!!! ¡¡¡Nooové!!! Definitivo aviso.

Callamos los chupiteros de inmediato ante la sugerente y amable indirecta. Por el momento.

Los aficionados del grupo “Élite” chillan como bestias corrupias. Comentan en voz alta las cualidades del trabajo mas antiguo del mundo que desempeñan cada una de las madres de los jugadores -en este caso, del Madrid- y de cuando en cuando, miran hacia atrás -con los ojos afilados de odio y la boca puntiaguda- a los de la fila C por si a estos se les ocurriera decir tan sólo una palabra fuera de contexto. Que decir de una gracieta inoportuna!

Brindamos los mantas a la salud del equipo calladamente. Chin!Chin! Brruuup! Chimpún! Y seguimos, con voz queda, a lo nuestro.

La Fila B, permanece atenta y en muchos casos, las féminas alzadas e Iniestas, como corresponde a la circunstancia. Beben y sisan piscolabis a los “Élite”. Tranquilas, pues nadie -al carecer de afición desmedida- puede sacarlas de sus “Casillas”

La agradabilísima Fila C -entre los que me incluyo, ya te digo- no paramos de libar chupitos; haciendo caso omiso de lo que sucede en el campo de juego –e incluso en la casa- y despreciando la sempiterna  y agradecida tortilla de patatas y demás delicatessen que se sirven como ágape en el descanso.

Empieza a mascarse la tragedia.

Marca el primer gol el Madrid; y ocurre lo que todos nos temíamos: El ínclito y preclaro  amigo de  luenga barba -el llamado Andrés-  comienza espontáneamente su demoníaca e imparable transformación.

El Malefici de l’Andreu, se llama en los Libros de Exorcismos aprobados por la Santa Madre Iglesia.

Ante el tanto marcado, se le agarrotan los dedos alrededor del vaso de whisky que suplíca piedad ante la tortura del apriete. Babea inconteniblemente produciendo un ruido –gló gló gló gló- al gritar, el cual acompaña de un fluir inagotable de goterines de saliva  que espurrrean  la sufrida pantalla plana de 42” y los caretos de la exquisita concurrencia. Dobla la cabeza casi hasta el paroxismo en un giro inexplicable debido a la irritación y al desconsuelo.

Sigue la transfiguración… Los ojos se le ponen en blanco. La Aorta(como el  ex presidente de su club: Joan l’Aorta) se le  hincha y se le asemeja a un bolígrafo que va del  Bic Naranja, al Bic Cristal. Dos escrituras a elegir.

La lengua, colgandona le queda.

Balbucea, tose y carraspea; y obrándose la maravilla -pues se sabe que es hijo adoptivo de Cuevas de San Marcos y más malagueño que el gazpachuelo- comienza a hablar en una lengua extraña y desconocida… ¡Se hacen presente Belcebú, Asmodeo y Lucifer!

Brrrrp. Brrrup. Brrrrep! Brrrreeeeeeeeep! Comienza.

¿¿¿Però heu vist el fill de la gran putaaa aqueeest com li ha entraaaat?????
¡Pita falta mamooó!
¡Aquest partit està arreglaaat !  ¡¡¡Está ‘amanyat’!!!
¡Àrbitre! ¡Els teus putos morts!
¡Brrrreeeeeeeeep!

 

Todos los asistentes, nos quedamos atónitos y estupefactos.


Vomita espumarajos verdes, esputa trozos de ladrillo, se caga en la Mara de Deu y vuelve a libar el néctar de los dioses de Escocia atropelladamente.

Sigue el partido… Y el Barça empata.

¡Tooooomaaaaaa!
¡Tooooomaaaaaa!

¡Que et donin!
¡Que us doninnn!
¡¡Foteu-vos!!
¡Els teus putos morts!

 ¡Brrrrp. Brrrup. Brrrrep!

Fin de la primera parte. Los ánimos –de según se mire quien- están caldeados.

Final del descanso y del Ágape. Los de la Tercera fila, ni se han dado cuenta. Ni del descanso ni de la tortilla de patatas.

Continúa el partido. Los puristas no apartan los ojos de la pantalla de las42” Tan sólo  -y velozmente- se quitan las gafas para limpiar la lluvia de proyectiles salivales que le están bombardeando los cristales.

La tercera fila ya- a estas alturas- se ha bebido una botella de whisky a chupitos y ya están terminando la primera fase de la Borrachera (Verborrea Incontenible). Entran de lleno en la segunda fase: Exaltación de la amistad. Brrruuup! Imitan al poseído. Poseso!

Marca el definitivo gol el Madrid. Vuelve la posesión infernal.

¡No m’ho puc creureee!
¡No m’ho puc creureee!
¿Ho heu vist, eh?
¿Ho heu vist eh?


Brrrup. Brrrrep!


Mamarrasho.

Mamarrasho

Mamarrrasho

¡Vaja quina merrrrda de partit!
Arreglat, com sempre.

¡Els teus putos morts!

Grita, desaforadamente el malagueño sin tener ni puta idea de lo que dice.

 Mira despreciativamente hacia atrás, y exclama en un último estertor futbolístico – linguista…

I els del darrera !!! a veure si callen d’una puta vegada !!! Mamarrasho. ¡Els teus putos morts!

 Prruuup! Y se pega un cuesco.

Y se va.  Termina el partido y se va. A su casa. Sin decir nada se va a su casa; cantando bajito. Dando como pequeños saltitos que no se sabe a ciencia cierta si son estertores, si está imitando a Chiquito de la Calzada, o está bailando una sardana.

Toooot el camp, eeees un claaam!, som la gent Blau Granaaaa.. Tan se val d’on venim…Brrrrp. Brrrup. Brrrrep!

¡Vaja quina merrrrda de partit!

Mientras, el color verde se le va diluyendo y disipando en una perceptible voluta de humo amarillo y de olor sulfuroso que se va perdiendo en la noche triste y callada…

Al  mismo tiempo en la casa, la Fila C, no deja de brindar por el histórico partidazo que acaban de presenciar y reclaman otra botella. Esta vez de ron.

Que partidasso, niños!!! Que partidasso!!!!  Miraaa!!!….Oyeeee!!!!….. Os quea tortilla e patatasss?

Notas finales:

Dedicado a mis amigos culés (que son todos, menos mi querida Maripaz que tuvo el infortunio de nacer donde nació)

He de aclarar que he escogido como poseído al catalino, por dos circunstancias especiales: La primera, porque lo que cuento es verdad; Y porque, repito…tooodos mis amigos -aunque alguna excepción hay- son del Barça.

 Y la segunda… Porque… que lengua extraña uso en la posesión si el poseído es madridista?

DESTINO: NORUEGA! (II)

DESTINO: NORUEGA! (II)

Llegamos, por fin, a la terminal de vuelos internacionales del Aeropuerto de Málaga. Descargamos el imponente equipaje y el autobús, agradecido y aliviado, se alejó mientra se tiraba, a modo de despedida, tres sonoros pedos de humo negro asfixiante por el tubo de escape debido el esfuerzo extra que le habíamos inflingido con nuestro mastodontico bagaje.

Podría pensarse que incido mucho en el tema del volumen del equipaje; incluso que exagero. Pues bien para abundar mas en el tema de lo desproporcionado de la impedimenta, comentaré que -además de todo lo anteriormente expuesto- se me ha olvidado decir que nuestro amigo Inuit, portaba un enorme acordeón que haría las delicias de nuestros potenciales espectadores nórdicos, y que además, porsi, llevábamos una importante selección de alimentos imperecederos (a la par que pesados) para prevenir indeseados episodios de hambruna.

Consistía este en una caja de avituallamiento que contenía un variado abanico de latas de conservas en su mas amplio espectro: Atún, anchoas, mejillones en escabeche, calamares en su tinta y a la americana, sardinas en aceite y en tomate, un innumerable surtido de latitas de foie grass marca La Piara…y para completar el elenco dos enormes salchichones y otros dos chorizos de igual calado. Otrosí: Un queso. Más que nada – a los chorizos me refiero- para que los salchichones no se sintieran capitidisminuidos  en comparación con los enlatados productos.

Acompañaba a los alimentos un afiladísimo cuchillo para cortar los embutidos, el queso y alguna otra cosa más, como  ya se verá más adelante. Mezepone la canne de gallina.

Llegamos por fin a los mostradores de embarque, con tan mala suerte que, por problemas de los que no llego a acordarme, dispusieron que viajásemos en primera clase. Esto empieza a arreglarse piensa, inopinadamente, El Varisto.

Así pues entran en el avión – vuelo IB 6253- con destino Londón. Se aposentan en unos amplios y cómodos asientos y durante las dos horas aproximadamente que dura el vuelo, no dejan de dar por culo a la zufáta exigiéndole  cervezas, medias botellas de vino, y  numerosísimas botellitas de espirituosos para acompañar el almuerzo y  que liban creyéndose los amos del mundo mundial. Ahiesná! Señorita! Un cafetito, si pué ser.

Llegamos a Heathrow. Salimos del avión medio melopeos y cargados con nueve  mantas de viaje, seis almohadas y un sinfín de material diverso que se componía esencialmente de pantuflas, antifaces y cositas de aseo personal; todo ello debidamente robado del avión que, parecía alegrarse  también de nuestra ida. Con lo que se produce otro incremento notable de peso en el equipaje a transportar.

Las amabilísimas zufátas nos despiden alegremente haciendo gestos de adiós con el brazo derecho. Aunque observamos, con desconcierto, que apoyan su mano izquierda en la parte anterior del codo derecho. A modo de corte de manga. Que zusdén peasos de merdellones! Nos dicen en un perfecto inglés. Que amables!  Nos decimos, y nos dirigimos a la sala de recogida de equipajes con la intención de hacernos cargo nuestro contenedor.

LONDRESSS !

Londres está dispuesto de una manera especial. Esta es: Los bancos…están tós juntos (enla City). Los restaurantes… están tós juntos (en la zona de Picadilly). Los monumentos mas importantes…  están tós juntos (Enla Zonade Houses of Parliament).  Las  tiendas de electrónica… están tós juntas (en la zona de Totteham Court Road). Los Hoteles… también. Mass o menosss claro.

El autobús de línea que tomamos en el aeropuerto londinense -no sé porqué- nos deja a las tantas de la noche en una desierta City, es decir en la zona de los bancos. En teniendo en cuenta de que esa aventura tuvo lugar en Octubre de 1977 – en plena eclosión del movimiento Punk en Londres, íbamos literalmente cagaos por la noche -cargados hasta las cejas-  temiendo que Johnny Rotten y sus secuaces nos atracaran, palicearan y por fin, nos sodomizaran. Mas que nada para darnos por el culo. Aunque lo que más nos temíamos era que Syd Vicious, nos escupiera y tirara tomates mientras nos hacían el acto. God Save the Queen.

Milagrosamente esa noche estaban de concierto por la parte de Chelsea y nosotros, no sabemos como, llegamos a la zona de la estación de St. Pancras y nos alojamos en un muy, muy coqueto hotelito de putas.

La dueña del hotelito, resulto ser una entrañable señora inglesa que nos trató de maravilla -rara avis en ese país-  y que nos deleitó a la mañana siguiente con un suculento desayuno continental (porque se llamara así?)  a base de tostadas, huevos con bacón y salchichas, café, mantequilla y mermelada. Ahí me hubiese quedado yo un par de semanitas. Nos dirigimos, pues, mediada la mañana, a St. Pancrass Station con la idea de tomar un tren que nos llevaría a la ciudad de Harwich. Puerto internacional en el condado de Essex y que es la puerta hacia el continente europeo. Llegamos a Harwich para tomar el barco Dana Regina (gemelo del Dana Corona) que nos llevaría a tierras Danesas. A Esbierj, concretamente; cada vez nos íbamos alejando más del nido protector.

Nos instalamos en el barco. Nos proporcionan camarotes en la parte económica del buque, y una vez aposentados, nos dedicamos a explorar el barco. Lo primero que hacemos es – como es norma- contactar con la tripulación y el staff de camarería del buque. Si quieres en un barco triunfar, con las camareras has de contactar. Así que a los cinco minutos ya teníamos una invitación formal para una fiesta en los bajos más bajos que se pueda uno imaginar en un barco. Actuación musical incluida.

Tratamos de comer algo del bufé libre, pero en esos tiempos, nuestros delicados estómagos españoles patrios, no estaban acostumbrados al enorme surtido de pescados ahumados que era en lo que consistía el repugnante bufé. Y pan negro, pá más INRI.

Así que nos dispusimos a engullir – con todo el dolor de nuestro corazón, y más por necesidad que por placer- un poco de arenque ahumado y frío como una culebra;  dos huevas momificadas de nosequé y un surtido de pescados lánguidos y pálidos en sus variedades de salmueras, ahumados, y marinados. Acompañados de un pan negro de centeno  inclemente que no ayudaba mucho a la vista. En defensa del bufé, diré que eran otros tiempos y que si nos sacaban de los platos de nuestras madres y abuelas, nos quedábamos absolutamente desconcertados.

Estábamos en plena travesía. En medio del Mar del Norte. No sé si se declaró una tormenta o que el susodicho mar está en permanente estado de cabreo. Salimos fuera a cubierta. El frío te calaba los huesos, la humedad, ni te digo. La noche era tan oscura como el sieso de Olav V (al que conocimos mas tarde) y el mar…el mar era de un negro cruel y azabache. Nunca, en mi vida había y he visto un mar tan negro. Tan desesperanzador e inquietante. Ni una luz en los horizontes de babor o de estribor. Y además caía fuerte y racheada la lluvia;  las olas empezaban a tomar una altura más que considerable. Decidimos pues, ponernos a cobijo y acudir a la fiesta de la tripulación que se estaba celebrando en las entrañas de la nave. En las profundidades del Dana Regina.

 Sacamos los instrumentos y empezamos una muy aclamada actuación por la beoda tripulación, mientras, la tormenta estallaba fuera fuera de sí; valga la repugnancia. (Producida por la ingesta de cadáver de pez).

Las camareras despendoladas, nos descubrían una forma muy peculiar de tomar la cerveza. Esta era: Pedías una jarra de Carlsberg y un chupito de Aqvavit que metías entero dentro de ella. A la media hora teníamos un mareo y un embuche mas que considerable.

La tormenta fuera se tornaba imposible. Fuerza 7 según Inuit que sabía -ya por entonces- de todo y sin necesidad de Wikipedia alguna.  No sabíamos si el mareo era producido por el estado del mar o por las innumerables libaciones del maldito Aqvavit. A través de los ojos de buey del barco, observábamos horrorizados como el barco subía hasta el infinito en el cielo de la noche muerta, para después, hundirse -en un interminable descenso en las gélidas aguas del mar del Norte. Inmediatamente volvía a subir para, otra vez inmediatamente, sumergirse de nuevo. Pensábamos que cada una de esas inmersiones sería la última. Sólo nos consolaba el estado pletórico y eufórico de la tripulación. Aunque no sabíamos a ciencia cierta si bebían porque estaban acostumbrados a esta situación o si bebían para despedirse adecuadamente de esta vida.

El Varisto se retiraba  a sus aposentos, dejando para los que siguieran detrás  – y para que sus compañeros no se perdiesen- un rastro pestilente de arenques ahumados, smørrebrød  y Akvavit por los pasillos de camarotes del Dana Regina que Alá confunda.

Llegamos por la mañana a la península de Jutlandia, a Esjberj, con un mar como una balsa y una resaca de mil pares de cojones. Pero contentos de estar vivos. Nos quitamos los salvavidas.

Pero aún teníamos que bajar del barco, coger un tren y meternos –tren incluido- en otro barco… así que…

Continuará…

DESTINO: NORUEGA! (I)

DESTINO: NORUEGA! (I)


EL PRIMER VIAJE DE PARCHE (I)

Nunca se olvidan las primeras veces de cualquier cosa. De hecho, ocurre que las últimas si se olvidan rápidamente. Cosas de la edad supongo. Pero las primeras… las primeras permanecen, indeleblemente, en nuestra memoria. El primer beso. La primera pelea seria. El primer coche. El primer viaje a donde fuese. El primer amor. El primer desengaño. El primer cigarro después del primer kiki y, por consiguiente, la primera cara de atontao.

Puedo recordar con profusión de detalles, la primera vez que visité Londres- pongamos de ejemplo- de las diez o más veces que he estado. De la última vez, apenas recuerdo algunos detalles sueltos; y si estos acuden a mi mente, no sé discernir si eso que recuerdo ocurrió en el último viaje o en uno anterior. Pero del primero, me acuerdo mucho.

Las primeras veces, tienen un rango especial en la memoria. Grabadas a fuego en ella. Por eso, nunca jamás se me olvidará…

MI PRIMER VIAJE DE TUNA: DESTINO NORUEGA.

Sería por la bisoñez propia que te da la edad, esa que va desde el pavo hasta la salida de la adolescencia. Poco más de 20 muescas en la culata de la vida; pero este viaje –al fin y al cabo- lo recuerdo con un cariño especial. Por lo didáctico.

Pertenecía el futuro Father Gorgonzola a la Excelentísima y muy Venerable Tuna de la Facultad de Económicas de Málaga (esto ya lo he dicho muuchas veces) y aparte de rondas… actuaciones  benéficas (en beneficio propio casi siempre)… contratos… y parches, había otra actividad que fascinaba a todo componente de esta (y de todas) egregia Tuna de Económicas: Los viajes.

Los viajes, podían ser financiados por una entidad (casi siempre -en este caso- por el Patronato de Turismo de la Costa del Sol) o podían ser organizados por algún componente avezado en los temas organizativos de la propia Tuna. Estos eran los llamados Viajes de Parche, pues tirábamos kilómetros por la borda a fuerza de trueque. Yo pongo la música, tú pones la manteca. Colorá a ser posible; y así hasta el infinito y más allá.

Así que, de esa manera, mi querido amigo Rafalito –futuro diplomático que ya se adivinaba-  se encargó de la organización y de apalabrar las actuaciones previamente concertadas con los incautos Cuerpos Consulares de allá por donde pasáramos y que habrían de sufrir nuestros elaborados números musicales. Tour Europeo.

Así pues, se organizó un viaje que tendría como comienzo en nuestra ciudad: Málaga! Después vendrían….Londres… Harwich… Esbjerg… Copenhagen… Oslo… y vuelta pa casita con el mismo itinerario. Nada del otro mundo -como se puede observar- para unos avezados viajeros que NO éramos nosotros.

Como quiera que este era nuestro primer viaje de “parche” incurrimos involuntariamente en una serie de novatadas y errores técnicos que no solo nos hicieron el viaje inolvidable a la par que dificultoso, sino que también, nos sirvió de referencia para establecer una guía del “Que no hacer” en los sucesivos periplos que fueron, afortunadamente, muchos.

Con lo único que debíamos de correr cada uno de nosotros, de una forma particular y onerosa, era con los gastos de traslado en avión a Londres. Ida y vuelta. Una vez desembarcados en Heathrow, dependeríamos de nuestros propios recursos musicales y de los contratos (Más bien rondas a hijas casaderas de embajadores) que había conseguido nuestro ínclito organizador: El llamado Rafalito. Contratos que -hay que indicar, para no distraernos en menudencias aclaratorias-, no salió ninguno. Aunque eso aún no lo sabíamos. Tour Euro Pedo.

Así que unas semanas antes del inicio, dedicamos la recaudación de los parches autóctonos para la adquisición de los billetes de Iberia que nos aseguraba no solo la ida, sino lo más importante… la vuelta.

Como novatos que éramos, aún desconocíamos, desgraciadamente, la impedimenta adecuada para ese viaje.

O para cualquier otro. Así que cada uno llevaba – sin pararse a pensar que era un recorrido con múltiples etapas, y sin medio de transporte propio alguno- tal cantidad de cosas inservibles, que cuando nos juntamos –para salir hacia el aeropuerto de Málaga- llevamos tal cantidad de bultos y equipajes que hubiésemos necesitado una partida de porteadores africanos para realizar nuestra inexperta y pipiola aventura a quien sabe donde. Porque en realidad, no teníamos ni la más remota idea de adonde nos llevaba el destino. Ni Rafalito.

Pongamos ejemplo ilustrativo:

Father Gorgonzola  -en adelante El Varisto- llevaba en una maleta proporcionada a su tamaño y dejada en depósito -con advertencias sumarísimas en cuanto al trato a infligirle-  por su hermana La Urdes. Una maleta enorme de piel clara (Que le habían regalado por boda) con unos preciosos correajes (Dos de ellos) que reforzaban el cierre de la susodicha. Lo único descuidado en la puta y carísima maleta, eran las bisagras de cierre; pero de eso ya hablaremos más adelante. Zuputamadre, la de la maleta digo, claro; no la de mi hermana)

Bien, tras suponer los fríos que nos esperaban en las heladas tierras del Norte, El Varisto iba provisto de: dos pantalones vaqueros, uno de pana para el impenitente frío que se nos avecinaba, uno de “Tergal” para las recepciones en las embajadas quel íolagranputa organizador, nos había preparado.

Llevaba asimismo camisas idóneas que complementasen los pantalones… ropa interior suficiente para 15 días sin posibilidad de lavado- Tres pares de zapatos y sus pertinentes pantuflas. Negros de vestir para el Traje de Grillo y para asistir a las inexistentes recepciones en las embajadas…botas de ante para el tránsito cómodo por las tres capitales europeas y unas informales zapatillas de deporte “Keds” para cuando la indumentaria “Casual”, así lo requiriese. Una buena chamarreta impermeable y una cazadora de ante completaban el ciclópeo equipaje. No olvidemos el traje de Tuno completo, capa incluida. Ni el pijama!!!!!

Portaba también un considerable neceser y un botiquín de primeros auxilios que, a la postre, fue usado muy oportunamente. Muy oportunamente, repito.

Adornaba ese mundo inabarcable de kilos con una guitarra metida en su flamante estuche. Y dos cajas de discos (Lp’s de vinilo)  que pesaban lo indecible y que era su parte correspondiente y pretendían vender a todos los majarones guiris vikingos que se pusiesen a tiro y, suponían optimistamente, harían cola para arrebatárselo de las manos a golpe de billetes de 10 Coronas.

Los demás… chispa más o menos. Bueno…menos. Pero algún que otro incauto portaba además bandurria y laúd, para según que escala tocar en tal o cual interpretación musical… Todos, no lo olvidemos, con el complemento inexcusable de sus dos pesadísimas cajas de vinilos correspondiente. Un puto dislate.

Esperábamos en la Plaza del Obispo (Bishop Square) a que dos reconocidos tunos bajasen desde su casa a la plaza a la hora que ellos acostumbraban. Es decir –tal y como dicen los expertos avícolas- a la hora que a ellos les salía de los huevos. No horarios. Quéspere el avión!

Baja el primero, llamémosle Afilado, con su inconmensurable carga de maleta, vinilos, bandurria y laúd. Baja el segundo componente y hermano de este –al que llamaremos LuisC. – con una carga similar que no era sino una maleta  enorrrrmeeee… los vinilos…la guitarra en su estuche adecuado, y poco más. Este, parecía que se lo iba a montar mejor que las otras desgraciadas mulas de carga.

No obstante, en cuanto pone el pie en el suelo de la calle, a golpe de chasquido ¡¡¡Tchak!!!Se le rompe el asa de la maleta. Así, nada más pisar la calle. Y ante la imposibilidad de cambiarla debido al retraso –Ya sabéis a la hora avícola que habían bajado- Trinca la maleta como si de un bebé se tratase y nos hace cargo (nunca mejor dicho) de su guitarra y de su parte correspondiente de cajas de discos. Porlacara.

Una verdadera locura!!!

Salimos en tropel los arriesgados viajeros : Urelio, Afilado, Inuit, LuisC, Rafalito, y un servidor: El Varisto; que ya empezaba, a este último, a olerle a chamusquina este proyecto que distaba mucho, mucho, mucho, de lo que el se imaginaba y de haber empezado.

Así que nos vamos al cercano Postigo de los Abades con la intención de coger el autobús de Iberia que nos debía trasladar al Aeropuerto de Málaga para tomar el avión con destino a Londres.

Pedimos a la agradable azafata nos abra el maletero del autobús para meter el quintal métrico de equipaje; una vez escorado el vehiculo- debido al peso de este- iniciamos el camino traqueteando a pos de la aventura. See  you later Málaga. Ahítequéas!

Ya íbamos terriblemente agotados.

Continuará…

UNA NOCHE DE PORNO EN BERLIN

 UNA NOCHE DE PORNO EN BERLIN

 

Corrían los principios del año 1979.

 Por aquel entonces, aún pertenecía el futuro Father Gorgonzola a la Distinguida Tuna de la Facultad de Económicas de Málaga. Aunque  estuviese matriculado en la Escuela de Empresariales junto a mi amigo y compañero de viaje, el actor Luis Centeno y su hermana Mammota.

Surgió por  aquellos días un viaje a la ciudad de Berlín. Y como inveterados viajeros que éramos, nos apuntamos en tropel para dejar muy alto el pabellón de España en la hoy capital de Alemania (En aquellos tiempos era Bonn) como así fue. Massomenoss.

  Massomenoss lo de dejar el pabellón alto, digo.

 Eran tiempos en los que aún le quedaban al Muro cainita diez años de existencia. Así que tengo el dudoso honor de haber atravesado el Muro de Berlín.

 Tengo muchos, muchísimos recuerdos grabados de forma indeleble en mi memoria.   Muchos recuerdos y una pérdida: Por días no pude asistir, con todo el dolor de mi corazón, a un concierto de Lou Reed. Lou Reed en Berlín…se puede pedir más? Malajuerte!

Recuerdo perfectamente el dolor de muelas, por ejemplo, que padeció el mencionado Luis y como tuvimos que llevarlo a un hospital para que lo medicaran, pues tenía tó la cara del Netol.

 

Recuerdo a un Pepote blasfemando en un perfecto alemán de Torremolinos cuando, por un inevitable resbalón en el suelo helado, cayó encima de su acordeón emitiendo este – el acordeón- un musical y sordo quejido debido a lo que le había caído encima. Pepote, casi se rompe un  brazo debido al enorme saleazo. Y él,  la cara a nosotros debido a las impagables carcajadas.

 Recuerdo la locura que resultaba el pedir comida en los restaurantes o en un simple puesto de Hot Dogs. Por ejemplo…llegabas al puestecito salchichero de marras y señalabas el letrero de las salchichas. La oronda germana te preguntaba: Bratwurst?  Brühwurst?  Weisswurst?, Pimmelwurst,? Franfurt? Pinkerwust? Mein Herrrr???

 

Jarrenperbarben und Embutedungem (En alemán en el original), decíamos nosotros Y le volvíamos a señalar una salchicha y una cerveza en el cartel. Una jarra pa cáuno (Jarrenperbarben) reiterábamos.

O si te ibas a un restaurante y te atrevías a pedir algo desconocido: Leverkazeconcronfleisss… decías con un magnifico acento alemán;  y te encontrabas con esto: Leberkäse, Kronfleisch (pleura o diafragma de la ternera) que se sirve con pasta de rábanos y pan negro. (Wiki)

Una delicia repugnante.

Recuerdo, con especial cariño, a mi buen amigo Jesús El Rojo; este cumplía años y le dije…Rojo! Te voy a regalar el colocón más grande de tu vida! Y cumplí mi palabra. Vaya que si la cumplí; solo se acuerda de medio viaje.

Todavía me lo refiere -hoy día- con un cierto deje de nostalgia y cariño. Para que tú veas!

Recuerdo la nieve ya negra por los humos de los coches amontonada por toda la ciudad. O a la modelo de promociones realmente fisna y divina de la muerte -de Madrís- que alababa vehemente el Shampán Guachandó.

Yo solo bebo Shampán Guanchandó! Decía por Moêt & Chandon, la pija de Vallecas.

Recuerdo, entre otras cosas, nuestra visita a Berlín Oriental pasando el Muro a través de una frontera sacada de una película de Welles. Obedecimos las órdenes de la Embajada de no pasar ni prensa, ni revistas eróticas, ni drogas ni alcohol. La verdad… No sé que cara nos verían. A lo mejor solo se fijaban en Jesús.

Así que dejamos todo el alijo en el hotel y allá nos fuimos. Cuando la sargenta rusa, en la frontera, nos miró por encima de su poblado bigote, nos alegramos de haber sido obedientes. Peaso malabestia la íalagranputa.

Me acuerdo también de una amiga que nos echamos allí, anarquista lesbiana, que nos enseñó-amabilísimamente- la ciudad. Nunca se aprendió mi nombre y estaba convencida de que yo me llamaba Albatros.

Por acordarme, todavía me acuerdo, de que estamos fichados por la policía berlinesa por un disparecer con un nazi propietario del hostal donde nos alojábamos. Por algo así como un sofá roto (ya lo estaba) en el transcurso de una de nuestras reuniones culturales.

Pero de lo que más me acuerdo, era que en aquellos tiempos  y me imagino que ahora, Berlín era una de las capitales culturales de Europa y una noche nos fuimos todos en animosa compañía para ver un espectáculo porno en vivo en un local, entre cutre y casposo, de los muchos que pululaban por la ciudad. El sueño de Torrente.

También era la capital europea del porno Berlín. Todo hay que decirlo.

Y esto es lo que sucedió una nefanda noche. Cuando pasamos:

UNA NOCHE DE PORNO EN BERLIN

 

Habíamos terminado nuestro trabajo de animación en el Stand de España en el Palacio de Congresos donde se desarrollaba la Feria Internacional de Turismos de Berlín (ITB)  una de las más importantes del mundo. Estábamos ya descansando en el Hostal bajo la atenta mirada del cancerbero nazi, sin saber que hacer.

Este, el cancerbero, desde el episodio del sofá- con intervención de la embajada incluida- no nos quitaba el ojo de encima. El muy mamón. Así que ante la imposibilidad de liar otra reunión cultural en el hotel, pensábamos en donde podíamos ir a distraernos antes de acostarnos.

Pero que se puede hacer en una  ciudad frigidísima y cubierta de nieve? Tempänen inch dier Güeben. Con un frío de cohonees (Nota del Traductor)

–         Porque no vamos a ver un show ponno? Dijo Jesús balbuceando a causa del colocón.

Así que sopesando la posibilidad y que en teniendo en cuenta que nosotros siempre fuimos partidarios de asimilar la cultura de allá donde fuésemos y -por ende, insisto- Berlín era la capital del porno mundial, nos dijimos…Vale! Todo sea  por el enriquecimiento personal.

Y pallá que nos fuimos para la zona de Schöneberg, barrio con una enorme proliferación de locales dedicados a los shows pornográficos en vivo. Un enorme puterío allá donde miraras.

Entramos en uno que nos pareció sugerente;

y…como explicaría yo como era el local por dentro?…

A ver:

Imaginaros como veinte cabinas unipersonales puestas en círculo. Dentro de cada cabina había una especie de mostradorcito con un rollo enorme de papel higiénico -me imagino que para tomar notas- y una ventanita rectangular de cómo unos 30 x 20 cms. Con una ranura al lado.

Y en el centro del círculo formado por las cabinas, un recinto donde había una especie de mesa acolchada donde una pareja hacían toda clase de guarreridas  sexuales. El, con una enorme gallinácea (un pollón) y ella con una maestria inigualable en el arte de domeñar a la susodicha gallinácea.

Se trataba pues de comprar fichas, meterse en la cabina, meter una ficha en la ranura y entonces, se levantaba una tapa que cubría el ventanuco y, a través de un cristal,  se veía a una pareja haciendo acrobacias sexuales. Nada que ver con un karaoke. Aunque habia veces que lo parecía. Pero no voy a decir cuando.

Era todo un espectáculo mirar por todo el perímetro interno del circulo y verlo llenos de ventanitas con dos ojos ávidos detrás de cada una de ella. Un poco esperpéntico, todo hay que decirlo. Parecía un cine en 3D todo el mundo con sus gafitas.

Sigo…

A los cinco minutos…Chank!! Se cerraba la tapa y si querías otra ración (perdóneseme el símil gastronómico, pero es que había que ver lo que se comía aquella señorita.) se volvía a echar de nuevo otra fichita, Y así hasta que te jartabas.

Muy edificante. Tengo que reconocerlo.

Después de un par de fichas cada uno, y de advertir -no solo que se nos iba una pasta, sino que además los cinco minutos pasaban rapidísimamente- una mente preclara (me imagino que Jesús) dedujo- que para eso era un economista en ciernes… «Compramos dos fichas cada uno y nos metemos todos en dos cabinas y eso que nos ahorramos»

Dicho y hecho. Que mente mas privilegiada la de los españoles!!! Y que tontos los alemanes que no habían pensado en esa posibilidad. Es que parecen tontos de honraos que son, los maharetass!!! Dijimos.

Nos metimos como pudimos en dos cabinas. Tres españoles en cada una. E iniciamos la tramposa estrategia.

Estábamos enlatados; apretujadísimos. No podíamos ni respirar! Y el poder turnarse para trincar la ventanita de marras era un suplicio de mil pares de cohoness.

El aire se hacía irrespirable, el cristal estaba ahumado por el vaho de nuestros alientos… así que nos dijimos….Vámonos pa fuera! Que esto no hay quien lo aguante. Quemasfixio!!

Nos dimos los tres la vuelta al unísono-porque no había espacio suficiente para hacerlo de otra manera, y nos enfrentamos a la puerta de salida. Sacamos una mano –el que pudo- para tratar de abrirla cuando de pronto –horrorizados!!!- nos damos cuenta de que la puerta no solo era abatible, sino que además abría para adentro.

Glub! Dice uno. Glubglub, dice el otro…Tres glubs más gimió el tercero. Una suerte de gluglubeos angustiosos. Empezamos a sudar, hacinados como estábamos, en una estrecha cámara de tortura.

La sola idea de morir asfixiados no era tan terrible como la mortificación que suponía el que nos encontraran amorcillados- pues estábamos embutidos practicamente dentro de la maldita cabina- en un Porno Live Show de Berlín.

Una vergüenza absoluta para las respectivas familias.

Así que decidimos usar la cabeza. Uno se subió como pudo escalando sobre los otros dos para encaramarse encima del mostrador donde estaba antes el rollo de papel higiénico.

Father -por su corpulencia- fue designado Base de Operaciones. Es decir me agacharía para que el que quedaba, se sentase en mis hombros. Y como pudimos, formamos una sola figura para hacer hueco a la maldita puerta abatible que Alá confunda.

Así lo hicimos. Y, con un titánico esfuerzo y un agobio del copón, logramos abrir la puerta de lo que -al fin y al cabo- era lo más parecido a una cámara de gas. Made in Germany, por mas señas.

Abrimos la puerta, ya te digo, y nada mas abrirla- justo delante- estaban esperando el encargado de la tienda- con un enorme turco detrás- que miraban asombrados la escena:

Uno encima del mostrador. Otro agachado y absolutamente sofocado por el esfuerzo  y, por fin, el tercero, encima del grande haciendo equilibrios y con los huevos pegados al cogote del Father.

Empezó a bramar en alemán y el turco amenazaba con blandir una cachiporra y a amenazarnos en que idioma  sabe Dios. Y nos fuimos todos de allí echando leches.

Father jadeando, decía aún ahogado por el esfuerzo….Yo follo dos vueltas mas y me voy para la casa. Me cagontólas putas de Berlín!!!!

Como decía Goethe:

Dieses Baums Blatt, der von Osten
Meinem Garten anvertraut,
Gibt geheimen Sinn zu kosten,
Wie’s den Wissenden erbaut.

Ist es ein lebendig Wesen,
Das sich in sich selbst getrennt?
Sind es zwei, die sich erlesen,
Dasz man sie als Eines kennt?

Solche Frage zu erwidern,
Fand ich wohl den rechten Sinn:
Fühlst du nicht an meinen Liedern,
Dasz ich Eins und doppelt bin?

 

Y que queréis que yo os diga…No puedo estar más de acuerdo con el.

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