EL OCASO DE LAS FIGURAS LITERARIAS

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EL OCASO DE LAS FIGURAS LITERARIAS

Aquello, más que una casa de retiro y de descanso, era una casa de locos. Lo que debiera de ser un remanso de paz, un oasis de tranquilidad y de buenos recuerdos, era algo parecido a un centro de obligada reclusión donde la insania y la demencia campaban por sus respetos. Ya nadie allí se sentía útil porque casi nadie les requería sus servicios. Todas, apenadas y afligidas, melancólicas y abatidas, soportaban el descanso obligado e indeseado que les procuraba la oscuridad de la dejadez, el descuido y el abandono.

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Cada vez más arrinconadas y desahuciadas del lenguaje y de la escritura, las figuras literarias esperaban resignadas la muerte anunciada y definitiva provocada por un nuevo y cainíta idioma implementado, por trágala, por los nuevos tiempos. Unos nuevos tiempos, cada vez más reacios a tomarse la molestia que supone el tener que escribir las palabras completas, de forma correcta y entendibles. Acomodados como están en la ignorancia y en el desuso del uso de los signos y de los modos ortográficos y literarios.

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La casa de retiro de las figuras literarias, ya hacía mucho tiempo que había dejado de ser un lugar apacible desde donde cada una de sus moradoras, relajadamente, contribuían a la supervivencia y al enriquecimiento del idioma; prestándose –con su innata y connatural cualidad– a limpiar, fijar y dar esplendor – antes del apocalipsis de la mensajería instantánea– a nuestra más útil y extendida manera de comunicación: el habla y la escritura.
Por allí deambulaba la Reiteración regañándole siempre al Epítome: ¡Que me dejes!, ¡Que me dejes!, ¡Que me dejes!, decía esta. Mientras el otro le contestaba: Tú sigue así… que verás! No me molestes más… que verás! Déjame tranquilo… que verás!

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La Alegoría se quejaba acre y amargamente –usando Símbolos y Sinécdoques– de lo enriquecedor, de lo lírico, que había sido su trabajo antes del gran cataclismo lingüístico: “Allí van los señoríos… Allí los ríos caudales… Allí los otros medianos… Mientras la Ironía y el Sarcasmo se reían cruelmente a carcajadas de la desdicha y el sentimiento de fracaso que mostraba su compañera. La Aféresis era provisional antes de pasar a Teniente. Y la Diéresis se las veía y deseaba para evitar la Sinalefa que estaba a punto de liarla parda con la Métrica por un quíteme allá esta sílaba.

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La Prosopopeya seguía intentando comprender la mutilación del lenguaje; y la Hipérbole se moría de absoluto e irremediable aburrimiento. La Metáfora era casi la más feliz de la casa; siempre sacaba el lado bueno de las cosas; mientras que la Onomatopeya, no paraba de quejarse a gritos desentonados propinándole un buen soplamocos a la Metonimia: Plás! Plás! Plás!. Vamos! salgamos! luchemos! acosemos y derribemos! pronunciaba vehementemente el Asíndeton acompañado del Énfasis mientras afeaban al Oxímoron su cobarde valentía. El Epíteto pedía reflexión y juicio a la Paradoja; y la Alusión le decía a todos, sin nombrar a nadie en particular, que algo habría que hacer. El Eufemismo, le señaló la puerta, y el Sarcasmo le preguntó amargamente si él sabía dónde estaba. Igual! Siempre igual! comentaba la Epanadiplosis. Lo mismo! Siempre lo mismo! reiteraba el Retruécano apoyándola. Por fin, acabó con todo aquel sufrimiento el Pleonasmo; asombrado y desesperado, acabo con todo, pues todo, incrédulamente, lo estaba viendo con sus propios ojos.

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Observando atribulado, y sin apenas creérselo, que aquella casa –antaño ordenada, estructurada y metódica– más que una casa de retiro y descanso, era ya una casa de locos, donde la insania y la demencia, campaban por sus respetos, ya sabéis; perdida la batalla, y la guerra, contra un enemigo sin piedad, sin reglas y sin honor llamado SMS.

* Todas las esculturas realizadas con libros, que adornan esta entrada, son obras del artista Jodi Harvey Brown

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CALZONCILLOS. –Mediococos Versus Boxers–

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CALZONCILLOS.

–Mediococos Versus Boxers–

“Se considera correcto hoy día el llevar barba? Vuelven las hombreras y las camisas de pico de pato? Y las afectadas y amaneradas mariconeras? Son los zapatos de rejilla ideales para el verano…Ítem más… volverá a ponerse de moda ese horror de la uña larga en el meñique de los varones?…”

Muchas preguntas pero pocas respuestas veraces y acertadas. Porque las modas son cómo son: cambiantes y tornadizas. Y tengan muchísimo cuidado, porque estas, las peores sobretodo, desalentadoramente siempre suelen volver.

Llevo mucho tiempo considerando el incluir en este, mi bienamado blog, un apartado dedicado íntegra y exclusivamente a la moda masculina en todas sus variantes y modalidades. Desde la vestimenta precisa y adecuada para cada momento a los complementos ideales para ellos. Desde la perfecta combinación de los colores, hasta la también perfecta elección de la corbata idónea.

También quisiera apuntar algo sobre las apropiadas maneras –moderadas, discretas y circunspectas– que deberán de ser observadas por el macho varonil en diversos eventos y/o en determinadas situaciones sociales. En entrevistas de trabajo; en parties, en vernissages artísticas, en reuniones lúdicas o en giras campestres. Aunque estas segundas, las parties, puedo asegurarles que nunca fueron buenas. Huyan de ellas! Las segundas parties, ya te digo, nunca fueron buenas.

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Este nuevo apartado, no será otro que el fiel reflejo de mis propios principios y conocimientos respecto a la novedad y el estilo en la moda última de estos años precedentes y lo que se intuye que ha de venir; algo, que no me costará demasiado trabajo transmitirlo debido a mi ancestral y atávica predilección por la elegancia, la finura y distinción en aras del asesorar y sugerir; del llevar por el buen camino de la gracia y del personal donaire, al macho desorientado y confuso en este proceloso mar de lo actual y de la nada fácil efectividad en el arte del correcto vestir.
Para compensar este agravio comparativo que sufre el genero masculino en cuanto a la enorme proliferación de “It Girls” –que exhortan e indican las tendencias a las mujeres de este país– yo, quiero ser considerado, desde ahora, un «It boy», Y quiero estrenar este nuevo espacio refiriéndome a una prenda imprescindible en el armario ropero de todo hombre que observe reconocida decencia y manifiesto recato: Los Calzoncillos. Los limpios e impolutos (en casos) Calzoncillos.

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Ahí va:
Los calzoncillos –también llamados «Gayumbos» por el segmento más ordinario de la población masculina– siempre han sido unas prendas que, injustamente, no han gozado de todas las evoluciones y consideraciones de la elegancia al estar –salvo determinados momentos– a resguardo de la vista de los demás. Ocultos en el oscuro rincón de los fondillos y la bragadura. Durante años, fueron también nombrados peyorativamente con la denominación común de “Calzoncillos Blancos” Y pare Ud. ahí de contar.

Hoy sin embargo –en este mundo de antiguos lechuguinos y petimetres; de gorditos entraditos en carnes y de bajitos de cuerpos pícnicos– los actuales vigoréxicos forjados a yunque y martillo gimnásticos, han propiciado un nuevo resurgir en la moda íntima para aquellos que lucimos colgajo en la entrepierna.
Podemos clasificar los calzoncillos –de una forma muy generalizada– en dos categorías bien diferenciadas: Los Slips “mediococos” y los Boxers.

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Veamos pues:

Los slips “mediococos” llamados así por el efecto «mediococo» que producen en el paquete, tienen tantos detractores como partidarios. La principal finalidad que tiene este modelo (en realidad, ambos tipos) es la de recoger los testículos en apretada formación para que no actúen a modo de badajo campanero contra los contramuslos y causen molestias, llagas y roces al andar. En este caso, los slips “mediococos” son indiscutiblemente eficaces, pues proporcionan comodidad a la vez que seguridad; confortabilidad y justa presión, ya que recogen en una sola tacada tanto los dos adminículos pendulones (los huevos) como el colgajo de en medio comúnmente llamado cipote; reuniendo los tres hermanos en una cálida y perfecta comunión tal si fuesen Michael Jackson, Stevie Wonder y Paul McCartney en Ebony & Ivory. (Dos morenos con los pelos rizados y uno más pálido con las carnes caídas).

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La principal desventaja que tiene esta prenda, el slip “mediococo”, es el aspecto ridículo y de futbolista de tercera regional que proporciona al usuario, si llegado el caso, ha de mostrarse de forma manifiestamente pública en el vestuario –pongamos de ejemplo– del Club de Campo de Sotogrande; o lo que es peor, en la intimidad de la alcoba. La combinación de slips “mediococos” y calcetines blancos, puede llegar a considerarse arma letal para las relaciones eróticas. Nada produce más desencanto y desenamoramiento; más decepción carnal y aflicción lasciva, que esa horrenda visión. La contemplación en directo de un maromo vistiendo “mediococos” y calzando “andalias” con calcetines blancos siempre resultara desgarradora e irreparable para el ánimo libidinoso.

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Los boxers sin embargo son otra cosa. Son amplios y holgados. Elegantes si cabe. Tan espaciosos y desenvueltos, que permiten el balanceo inocente de los pompones a diestro y siniestro. Bailemos el Bimbó!

Anchos y dilatados se sienten estos –los cataplines y el de enmedio–; sueltos, libres de opresión alguna, campan por sus respetos en ese fresco paraíso de algodón. Tal es popularidad de esta prenda entre los hombres de bien, que el dúo americano de música folk, Simon & Garfunkel, le dedicaron un precioso tema con su nombre y que ha llegado a ser uno de los más populares de la historia de la música. Lairolái… Tkssss!!!

Los Boxers no impiden –tal y cómo lo hacen los slips “mediococos”– el balanceo de los colgajos, ya lo hemos apuntado antes; por lo que si realizasen movimientos bruscos o demasiados sicalípticos, se corre el riesgo de tener un dolor considerable de cojones llamado orquitis. Conocido era Roy Bean, aquel juez del oeste americano –en la película protagonizada por Paul Newman, llamada El Juez de la Orquitis– por el insufrible dolor de cojones que padecía el provecto magistrado.

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También son los Boxers menos propensos –por el desapego de la tela con la carne– a sufrir el traidor, torticero y alevoso delator llamado Palomino. Una ofensiva, silente y ominosa mácula marrón que es mucho más proclive en el mundo de lo ajustado que en el de lo suelto.
En fin, espero que esta entrega, haya tenido aceptación entre el numeroso publico que me sigue en este blog; y que dicha aceptación, me anime a seguir aconsejando a los demás apoyándome en mi propia experiencia. De la moda, digo. No de los Palominos.
En la próxima entrega un vídeo llamado “Entre mejillones” en el que enseñaremos la técnica del cómo cortarse las uñas de los pies debidamente para evitar– en el lecho marital– lanzadas y puyazos involuntarios a la parienta, en las piernas, mientras dormimos.

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CASAS DE ANTAÑO

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CASAS DE ANTAÑO.

No se crean Uds. que no contemplo, en unos años, el mudarme a vivir al centro histórico de Málaga. Ahora no, porque aún sigo disfrutando de esa tranquilidad que me procura el vivir en la falda de una montaña; y el despertarse uno con los trinos de los pájaros es una gozada muy de agradecer aunque eso te obligue a estar viviendo en las alturas.

También considero volver, una vez que entre en esa edad provecta de la jubilación (ya no me queda tanto; algo más de un lustro)  a ese centro histórico donde me crié para disfrutar de una apacibilidad bien merecida. A esas alturas, supongo, tratarán de obligarme a abandonar los vicios que afortunadamente aún mantengo y que me proporcionan esta vida de diversión los fines de semanas y fiestas de guardar.

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Cuando ya maneje achaques, supongo otra vez, seré conminado por esos déspotas autócratas de bata blanca, que en aras de tu salud, intentarán quitarte la alegría. Y de fumar. Y de beber. Y de comer. Y de que te coman… de todo. Seré obligado –continúo- a llevar una vida plana (no he dicho plena) de frugalidad, moderación y templanza. Tal si fuese un anacoreta, o un puto fraile solitario.

Aún así y todo. Aún con esa perspectiva de restricciones hedonistas, aún así, tengo ánimos y ganas para querer mudarme al centro y vivir una ciudad (que cada día está más bonita) paseando y tratando por todos los medios –escondido en sus rincones- de engañar a los absolutistas batiblancos que tanto se preocuparán por mi salud de hierro mohoso.

Pero no deberá de ser, si me voy, una casa cualquiera. No. Deberá de ser antigua, con un punto decadente. Una casa cómo las de antes. Con balcones a la calle. Y si desde ellos, puedo ver las procesiones, ya sería el súmmum de los «súmmumes».

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Echo de menos aquellas casas de antaño. Casas, aquellas de las de antes; parcelas íntimas de convivencia. Territorios unifamiliares gobernados siempre por una madre directora general.

Añoro las casas de mi niñez. Y las echo de menos físicamente, porque ya hoy no veo por ningún lado (sólo en Casa Cumpián) aquellas enormes puertas proporcionales a los altísimos techos. Evoco suelos geométricos multicolores que ya no están -porque el mercado no lo permite- y las distribuciones lógicas de los espacios. Ya no hay salones «para las visitas» ni habitaciones enormes donde fácilmente dormíamos varios hermanos. Ni despensas llenas de baldas, ni altillos fascinantes donde las mantas y cobertores ocultaban tesoros imposibles. Ni cuartos trasteros para jugar a las tinieblas de la noche. Tampoco hay ya «ojopatios» llenos de aspidistras y de helechos. Frescores de botijo y moho en los tiestos. Ya no se llaman a los niños desde los cierros porque vivimos encapsulados en un ilusorio mundo de comodidades donde la electrónica, es muy culpable de esta circunstancia.

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Mundo moderno lleno de materiales fríos y transparentes. De remedos de materiales naturales. El metacrilato fue el principio del fin de la calidez y de lo acogedor de los hogares. La máquinas de frío han sustituido a las corrientes de aire proporcionadas por las ventanas abiertas, también han acabado con el baile monótono y aburrido de los ventiladores de mesa. El olor a alhucema de los braseros y el calor blanco de las catalíticas Buta Therm’x han perecido por el sofoco sin alma de las bombas de calor.

Casas y hogares; ambiente familiares aquellos que perduran en nuestra memoria, de una manera afectuosa y añorada, y que hoy solemos bastardear con el mecanismo de la «fusión» poniendo algún mueble heredado que nos exculpa de los remordimientos.

No se crean Uds. que no contemplo en unos años el mudarme a vivir al centro histórico de Málaga. Ahora no, pero cuando llegue el momento… Ya lo verán Uds. Ya lo verán Uds. cómo sí!

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EL INSULTADOR

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EL INSULTADOR

Este mundo virtual, inventado y aparente de Internet –y sus submundos de las redes sociales y demás– goza de una extraordinaria popularidad. Raro es aquel que, situado en el espectro de entre los pocos años de edad y los casi muchos, no se siente habitante y colaborador de este universo intangible de información, de servicios, y también de sentimientos, sensaciones y sensibilidades.

Un mundo virtual, inventado y aparente por donde pululan –remedando y parodiando el real– gente de todo tipo. De diversa índole y calaña. Gente que tiene verdadera vocación de servicio y con la generosidad implementada en su perfil. Personas que –al margen de los negocios– gozan ayudando a desconocidos con trabajos –a veces muy arduos y laboriosos– sin ningún ánimo recaudatorio. También están los delincuentes y mal nacidos a los que no voy a regalar ni una sola palabra. Pero después, para nuestra desgracia, también están los insultadores. Los insultadores que se creen tocados por la mano de Dios. Los que se creen con la posesión de la verdad absoluta. Los que –amparados por sus buenas o malas experiencias– se sitúan seis dedos por encima de las cabezas de los demás, ignorando que esos seis dedos, no son, ni siquiera, una buena polla. Estos insultadores –profesionales que son del vituperio– acostumbrados a la descalificación dura, al insulto gratuito y a la ofensa más inmerecida y arbitraria, se dedican, a veces, a injuriar a personas que son un ejemplo de caballerosidad, de nobleza y de señorío.

Eso pasó ayer. Un insultador sacó su lengua envenenada –no debe de estar acostumbrada ni a besar ni a la conversación amigable y pausada– para ofender a un amigo mío. Vaya por delante que a mi amigo no le hace falta ningún valedor, pero a mí, me dolió tanto como si yo hubiese sido el receptor de esos insultos. Un insultador, que desde su innoble y autoproclamado trono, se atrevió a pontificar y a dogmatizar –pensando, supongo, en causar admiración entre su camarilla– sin conocer ni la trayectoria, ni la conducta intachable, ni el habitual comportamiento desinteresado del insultado.

Mi amigo, ya lo ha borrado de su directorio. Ha hecho bien. No merece la pena dedicarle ni un minuto más de su tiempo. Si acaso, su tiempo, para mí; y para la multitud de seguidores que lo queremos.

He dicho.

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TÓS CHEFS.

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TÓS CHEFS.

Se me quejaba injustamente hace unos días, un conocido que se gana la vida entre fogones, de la cada vez más notable estulticia de los clientes que acuden a su local para hacerse ellos mismos el favor de comer las maravillosas obras maestras culinarias que él creaba en su cocina. Se lamentaba airado el muy tontopolla –entre continuos aspavientos y protestas– acerca de los falsos conocimientos gastronómicos adquiridos por su estimada clientela gracias a los programas de cocina que tanto proliferan hoy en día en los canales de televisión. Y que esa circunstancia los hacía insufribles e insoportables.

Que sabrán ellos!!!! Volvía a protestar desde ese sitial que nadie le había dado. Todo el mundo opina!!! Tós Chefs!!

Pensarán Uds. –y con una cierta razón– que soy reticente con algunos temas sobre los que escribo en este blog. Lo admito. Uno de ellos es la nueva hornada de cocineros “imprescindibles” que pueblan las cocinas de restaurantes y taperías de nuestra geografía hispana (y Paisos Catalans) en general y de la malagueña en particular.

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No se me enfade mi querida amiga Pinona, pues no van los tiros por los cocineros racionales que se dedican a esto del preparo del condumio desde el prisma de la creación y la dedicación; de la modestia y de la amabilidad. Tampoco se me enfade algún familiar que se dedica a esto de las cazuelas, porque no ataco el trabajo bien hecho y el buen servicio lejos del endiosamiento y la soberbia. Cerca, muy cerca de las mesas y de las pretensiones y apetencias de sus clientes.

Yo, por mi parte, me justifico diciendo que soy un buen aficionado al arte de la elaboración y la invención de platos; lo que se dice un cocinillas. Y lo soy mucho antes de que algunos de los que voy a citar, hubieran empezado a darse cortes en los dedos con el cuchillo cebollero.

También me justifico aseverando que me encantan los programas de cocina de las televisiones –mal que le pese a mi conocido– cómo Top Chef y Máster Chef; o ese en el cual una chica va comiendo bichos y empanadas rellenas de mil masas por todo el mundo.

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Así pues, y aparte de sus aptitudes, debo de reconocer que me gusta mucho lo chinchoso de Alberto Chicote y el simpático roneo (cuando él quiere) de Jordi Cruz con las féminas concursantes. La glotonería –cuando cata los platos elaborados por los aspirantes– de Pepe Rodríguez. Incluso esa familiaridad candorosa e ingenua de Karlos Arguiñano, muy a pesar de sus terribles chistes, me encanta todo eso. También me gusta Enrique Sánchez –hay que ver lo que se parece a mi sobrino Alfonsito– y su cercanía al telespectador en Canal Sur; los manejos de Juan Andrés desde Whashington … Todos me caen estupendamente bien. Por lo que saben y transmiten. Por como lo comunican.

Miren Uds. el mundo de los cocineros y sus cocinas, y sus platos, y sus experiencias –fruto de su esfuerzo y de su trabajo– me parece tan curioso cómo interesante. Tan extraordinariamente rico –en todos los sentidos– cómo llamativo. Súper agradable para la vista. Súper agradecido para el estómago.

Tampoco huyo de las nuevas creaciones y de las innovaciones técnicas, no se vayan a confundir. De los platos con presentaciones atrayentes y estéticas y de un servicio amable y atento. Todo esto, vaya por delante. Y así, con esta conformidad, me mantengo lejos de la discusión y evito mandar a la mierda a mi conocido, porque pienso que el cliente no sólo tiene razón siempre, sino que por ese nimio detalle de que paga –en muchos casos injustificadas cantidades– no sólo tiene el derecho a la opinión, sino la potestad de la queja y la reclamación, porque para eso, los profesionales, tiene un libro obligatorio para ese menester

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Sin embargo, esa lejanía de la discusión y de la disconformidad. De la diatriba y la controversia; de la querella y de la porfía, Oh desdicha! Oh maldito frenesí! se va a tomar por el mismísimo culo cuando leyendo la prensa matutina, durante el tentempié mañanero, voy y me desayuno (es un decir) con esto.

Las últimas creaciones del cocinero malagueño Dani García:

«Yogur de foie con naranja en escabeche y virutas de anguila ahumada, el gazpachuelo de kimchi y el dumpling de ortiguilla con croché de tinta de cefalópodo.”

Cómo te lo digo, Rodrigo.

«C’est à déféquer et ne doivent pas être nettoyés” (para cagarse y no tener con qué limpiarse) que dirían los franceses. O cómo se diga.

Yogur de foie con naranja en escabeche? Pofale! Virutas de anguila ahumada? Pofale también!! Ítem más: Gazpachuelo de kimchi? Psssshh. Pofale pero con una cierta reticencia. Otrosí: Dumpling con croché de tinta de cefalópodo?… !! No!! Por ahí ya no paso!! «Rien de rien» ya que estamos con lo gabacho.

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Miren Uds. (por segunda vez) esto ya me parece rizar el rizo si estamos hablando de creaciones basadas en la gastronomía malagueña… Un gazpachuelo con Kimchi (una col china con sabor picante y salado) en vez de con patatas, gambitas y pescado de la bahía? Ojú! Yogur de foie con naranja en escabeche y unas virutas de anguila ahumada en vez de tirar de cachorreñas con unas tiras de mojama de pintarroja asada directamente sobre el fuego, como se hacían en el Alaska? Ojú! y Ojú! Peeerooo….Un Dumpling (mayormente una empanadilla) con croché de tinta de cefalópodo?

Croché de tinta de cefalópodo he leído? Croché de tinta de cefalópodo he leído sin caerme al suelo? Miren Uds. (otra vez y ya van tres) cuando yo era jovencito, mi madre y mi tía me mandaban –para mi vergüenza y escarnio– a comprar hilo Tridalia Número 5 a la desaparecida Mercería Tomé de calle Santa María para sus labores de croché. Puedo asegurarles que jamás vi que vendieran tinta de cefalópodo. Y por consiguiente tampoco vi ningún pulpo donándola tal y como hacíamos los jóvenes con nuestra sangre «in illo tempore» para sacarnos 500 pesetas, un bocata de jamón y un café doble.

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Croché de tinta de cefalópodo? Para qué? Para colocar los pañitos resultantes sobre los brazos y las cabeceras de los sillones en los comedores? Cómo salvamanteles de botellas en las mesas? Quizás para hacerles toquillitas a los chipirones bebés?

Miren Uds. (por cuarta y última vez) Me parece que se están sobrepasando –los cocineros– con tantísimas tonterías; rozando el disparate. Con tantas deconstrucciones y reinvenciones. Con tantos ininteligibles procedimientos. Así que les aconsejo que tengan cuidadín, porque a pesar del boom de restaurantes y taperías actuales, ya mismo –estoy convencido– puede estallar la burbuja gastronómica y muchos negocios irse a tomar reducciones de viento fresco a la Farola.

Porque además, no se le puede ofrecer al público tantas fantasías morunas y encima no permitirles el consuelo de la crítica y el parecer propio. La apreciación, la valoración y el criterio. Más que nada… más que nada, porque ya estamos hasta los mismísimos “calagüis” de que nos tomen el pelo con los productos, con los precios y con su insultante y suficiente altanería.

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¡POR EL GRAN BATRACIO VERDE!

 

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POR EL GRAN

BATRACIO VERDE

 

¡Cárape y Sapristi!
¡Diantres y Pardiez!
¡Cáspita, Caray!
¡Atiza y Córcholís!

¡Caramba, Caracoles!
¡Mosquis, Zapatiestas!
¡Truenos y Centellas!
¡Ostras ya, Crispín!

¡Albricias y Canastos!
¡Repámpanos, Zambombas!
¡Santiago y Cierra España!
¡Venid prestos hacia mí!

¡Todos sus y a una!
¡Pues toma, Malandrín!
¡Cielos, Repanocha!
¡¡¡Habréis de morir!!!

¿Qué quieren estos tíos?
¿Qué quieren? ¡Voto a Bríos!
¡Por Sigrid la de Thule!
(Pasálo ya que rule)
¡El porro ya, Crispín!

¡Cárape y Sapristi!
¡Diantres y Pardiez!
¡Cáspita y Caray!
¡Atiza y Córcholís!

¡Caramba, Caracoles!
¡Mosquis, Zapatiestas!
¡Truenos y Centellas!
¡Ostras ya, Crispín!

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El Tremebundo, Espantoso y Fastuoso Circo de los Errores!!!

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El Tremebundo, Espantoso y

Fastuoso Circo de los Errores!!!

Personajes circenses somos todos. Personajes que vivimos y trabajamos -obligados por las indeseadas circunstancias- bajo la carpa de un Tremebundo, Espantoso y Fastuoso Circo de los Errores.

Aquí todos, por cojones, ya sabéis, somos artistas de la vida que diría mi amigo el Laporte.

Somos artistas cualificados de la Cuerda Floja del bienestar. Contorsionistas expertos en el nuevo arte del evitar el cambio  y/o el derribo de las leyes protectoras. Somos Domadores de abatimientos y desánimo. Escapistas de los arribistas y bandidos adinerados. Forzudos forzados a golpe de soportar infamias. Volatineros de las sorpresas infaustas. Malabaristas de finales de mes. Acróbatas sin Seguridad Social ni derecho a huelga (el decirlo). Tragafuegos ignífugos de mezquindades e iniquidades. Los mejores Tirititeros del (éste irreconocible) mundo entero. Muñecos de Ventrílocuos sodomizados por los poderosos que nos imponen su opinión y nos proporcionan la voz. Payasos falsamente alegres para muchos; Augustos para pocos. Y por fin, casi todos, Directores de nuestra propia Pista sin trabajo para nadie, ni nadie a quien dirigir. Sin nadie a quien arengar.

Había una vez un circo, que alegraba siempre el corazón… Decía la anticuada canción. ¡Hola amiguitos, niños y niñas, monstruos y monstruas…¡¡¡Pasen y Vean!!!!! . decía la otra…

Este mundo es un circo, si!: Es el Tremebundo, Espantoso y Fastuoso Circo de los Errores!!! Y nosotros, sus inevitables personajes.

(La figuras que adornan esta entrada, todas son obras
de mi querido amigo el artista plástico Jose Luis Zambrano.)

LOS PERSONAJES Y

LAS ARTES CIRCENSES

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Las Acróbatas
Galatea y Griselda. Pájaros sin alas. Se juegan la vida cada noche bailando por las alturas, entre velos de tafetán plisados sin red ni Seguridad Social, y ante la estupefacta mirada de los preocupados asistentes que no dan crédito a sus ojos.
Las Anillas
Obdulio Monteleone. Suspendido, melancólico y cabizbajo, da vueltas sin parar a vuela pluma, en el aire de la desesperanza y el desasosiego más impenitente y postconciliar.
El Aro
Balbina Rituerta. Sufre de atroces dolores en la cadera e insufribles calambres en las articulaciones de tanto bailar el Hula–Hoop a horas intempestivas. Cuando se le pregunta si le duele, ella siempre asevera diciendo… Aro, aro!

El Payaso Augusto
Bernardo Rompiente. Es ahora mucho más payaso serio que nunca. Y peor aún, diría yo: Es bastante pragmático tirando a lo epicúreo, comodón y mundano; con un cierto atisbo de grandilocuencia bastarda y mentecata . No se encuentra Augusto consigo mismo.
El Balancín
Sabino y OvidioMondadori. Suben y bajan como si fuesen una alegoría de estos tiempos infaustos que nos están tocado vivir. Sabino y Ovidio, suben y bajan a destiempo, y nunca se encuentran, ni siquiera un momento, para charlar un poco y consolarse mutuamente de la vida tan ajetreada que les ha tocado.

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La Báscula
Fabiolo, Hugo y Nicolás. Se ponen los tres verticalmente, uno encima del otro para tratar de divisar el futuro incierto que se divisa a lo muy lejos; pero sin llegar ni tan siquiera a vislumbrarlo. Tienen el carácter agrio. Tan áspero y avinagrado, cómo repelente y desagradable.
La Contorsionista
Salomé O’Bdongo. Se he hecho experta, a fuerza de posturas y composturas; y a través del retorcimiento y la contracción corporal, en el nuevo arte del evitar el derribo de las leyes de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia .
La Cama elástica
Zoila y Ramiro Pontedeume, se levantan cada día de ésta, terriblemente cansados; porque les resulta imposible conciliar el sueño y descansar en tan inmensa zozobra y falta de equilibrio alegórico dantesco.
La Cuerda
Soraya Paniagua i Peña: Pasea inagotable, su esbelta figura sobre el abismo de la incomprensión, por la oscilante Cuerda Floja del malestar, el desazón y la molestia más fastidiosa.
El Domador
Abelardo Ruiz de Piñones, es ahora, un reconocido y admirado amansador de abatimientos y desánimos. Y no se crean, que su trabajo le ha costado!
El Director de Pista

Florián Ezequiel y Pérez del Funicular, no tiene trabajo para nadie. Nadie a quien dirigir. Nadie a quien arengar. Fiel seguidor de Heraclio Fournier, es incapaz de barajar ninguna posibilidad.
El Diábolo
Pascual Altramuz, sólo sueña con morir indebidamente.

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El Número Ecuestre
Rosalía y Soraya, las dos enanas y hermanas, siguen esperando –tenaz e infructuosamente– una oportunidad para tener novio; y mientras, cabalgan a lomos de sus ponies –también enanos– e igualmente abatidos por el desamor y la interminable espera.
La Equilibrista
Violeta Mancillada, sortea los manotazos que le da la vida con una mezcla de insensatez y armonía. Desechando la pertinaz sequía de buenos momentos y ratos agradables.
Los Escapistas
Oriol y Facundo Jiménez–Enciso, explican y dan instrucciones –entre risas y desde el centro de la pista– como escabullirse de los arribistas y bandidos adinerados. De los banqueros taimados y circunspectos. De los mamones, correveidiles y acusicas tarjetiplásticos.
Los Forzudos
Bartolomé y Ctesifonte Jaramillo. Son forzudos a golpe de soportar infamias. Considerados dos Hermanos Cristianos Evangelistas del Séptimo Sello ejemplares por comulgar, diariamente, con ruedas de molino.
El Funambulista (retirado)
Fermín Azcárate y Alzacorta. Pensaba éste, que el funambulismo era el andar dormido; y desde entonces, deambula por el circo en las noches y duerme por el día. No actúa, por consiguiente, en ningún número remunerado. Vive de lo que le proporciona el Mago Constantino.

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El Hombre Bala
Donato Singrasia, murío por un desafortunado disparo de sí mismo en la sien. Fue enterrado boca abajo por lo que pudiera pasar.
La Magia
Constantino El Mago, avezado prestidigitador y nigromante aficionado, sacaba de su chistera los días malos, dos conejos, tres palomas y un zorzal para hacer con ellos un arroz bien caldoso para alimento de todos y jolgorio y regocijo general.
El Malabarista
Leonardo T’Estim, Catalán del Alto Ampurdá, es experto lanzador de finales de meses al aire y dejarlos caer hasta estrellarse contra la próxima quincena.
El Mentalismo
Olvido Extravío Resién es la más feliz de todo el elenco. Vive en el paraíso del extravío y de la distracción indeseada. Nunca acierta, pero le da exactamente lo mismo.
El Monociclo
Abundio Loriguillo, deambula y callejea, desconfiado y cauteloso; antes era biciclista, y ahora –a falta de una rueda– ha cambiado de actividad y carrera profesional.
El Payaso
Nabucodonosor Méndez Perejíles, es falsamente alegre; y su trabajo es el más difícil y complejo de todos. No es sencillo hoy en día sacar una sonrisa, a público tan provecto y avezado, cómo acomodado y condescendiente con la tristeza.

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El Péndulo de la Muerte
Darío y Mandonio se cuidan el uno al otro; porque saben que la vida de cada cual, depende de ellos mismos y esa responsabilidad, lo saben y no rechistan, no es nada fácil de sobrellevar.
La Rola Bola
Ginés de Todos los Santos, surfea inestable y movedizo, sobre un cilindro emboquillado de tabaco rubio americano de liar, de máquina y contrabando.
El Swing
Mariola Fontdelgat, toca el Ukelele en los entreactos, y desafina siempre en re menor;  amanece, no sabe cómo, espatarrada, dolorida y abierta de piernas.
La Tela acrobática
Tatiana Dobratilovna, hace nudos imposibles y encajes de bolillos a cinco metros de altura sobre el nivel de un Mar Menor pero necesario.
El Titiritero
Albariño do Ribeiro, es, sin dudarlo ni un momento, el mejor artista del (éste irreconocible) mundo enteiro.

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La Torsión de globos
Tomás Helesponto de Armiñan, construye armas de destrucción pasiva con globos de colores indefinidos y profilácticos caducados, pero apenas sin usar.
El Tragafuegos
Sebastian Alcobendas, se ha quedado sin trabajo, momentáneamente, al tragarse accidentalmente un extintor de Polvo Seco Polivalente y dos batefuegos de procedencia argentina y marca ignota.
El Trapecista
Ismael Carátulo de Bravante, desespera porque cuando él va, su amigo viene, y eso le causa un terrible desconcierto de Año Nuevo y saltos de esquí.
Los Tragasables
Jeremías y Protasio Gómez Olalla , están al borde de la jubilación anticipada a causa de los malos humores y las digestiones pesadas imposibles de sobrellevar con un mínimo de dignidad y elegancia.

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El Ventriloquo
Proscenio Arsénico, acude semanalmente a profesional cualificado debido al hartazgo que mal sobrelleva, y que le produce aquel que voz le pone.
El Volatinero
Ulpio Benéfico Mariano, mendaz y tuercecuello, es receptor de sorpresas infaustas y regulador de bases imponibles.
Los Zancos
Mariola Caputdisevat i Plá, es incapaz de andar a pies juntillas a causa de su contumaz patizambeo; y eso, la desquicia y trastorna tremendamente. Sobre todo los finales de meses acabados en “embre”.

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DOS KILOS DE MÁS

Retrato digital por andrés Mérida - copia

Dos Kilos de más

Eso es lo que pesa hoy mi ánimo: Dos kilos de más. Tengo pues que reconocerme un nuevo sobrepeso; dos kilos concretamente. Dos kilos de camaraderías y de amistades recién adquiridas. De adictos a esta página de lo cual me culpo. Dos millones de puntadas de afecto – a base de clicks- de leales partidarios. Dos kilos de momentos de trabajo intenso, siempre, con recompensa. Dos millones de pulsaciones a la tecla del reconocimiento. Dos millones de visitas que me dan una sobredosis de autoestima que -en tiempos como estos- no vienen nada mal, oigan, para que negarlo.

Durante este tiempo de los dos millones, me han publicado cosas en libros y en la prensa, he tenido el honor de colaborar en mesas homenajes junto a personajes ilustres de la cultura malagueña. Me ha dado tiempo a reivindicar a artistas que ya no nos acompañan; a otros que ahora -y para siempre- formarán ya parte indeleble de mi vida. He colaborado con mis textos en las carátulas del grupo más reconocido de mi ciudad y aportado letras para obras de teatro y canciones; y he sufrido, en mis carnes, la enorme generosidad desplegada por mis amigos consagrados que han permitido que su obra engalane este blog y también – gracias de nuevo a todos ellos- las paredes de mi casa.

Caricatura Álvaro de Angel Idçigoras Original

A todos ellos, vuelvo a decir, a todos los que me han autorizado y posibilitado el entrar en sus casas a través de mis palabras, de mis pensamientos, de mis informaciones, a todos, os lo agradezco de todo corazón. Ha sido -y seguirá siendo- un verdadero y absoluto placer seguir en contacto con todos vosotros.

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Seguimos viéndonos!!!
Father Gorgonzola.

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LOONEY, EL BATON ROUGE Y ALLAN POE.

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LOONEY, EL BATON ROUGE Y ALLAN POE

«Navegué con Jasón y los Argonautas…
temblé de miedo con el Manuscrito encontrado dentro de una botella.
Conocí a la ballena blanca de Ahab y a Dorian Grey;
y por llegar, fíjense Uds. llegué hasta la Isla del Tesoro .»

(Tardes de lluvia con el Nibelungo. Father Gorgonzola.)

Hace algunos días, terminé de leer una novela policíaca de César Pérez Gellida cuya acción se desarrolla en la ciudad de Valladolid. En esta historia, un inteligentísimo asesino en serie llamado Arturo Ledesma, frecuenta un «bar de cabecera» donde, desde el anonimato, pasa sus ratos libres entre suspiros de cocaína y libaciones varias de Ginebra Hendrick’s maridada con Tónica Fever Tree.

Vamos al bar, que es lo primero y lo que quiero.

Describe ese bar -y a su propietario- como un templo -entre tanto local de modernidad estandarizada- donde la música era especial y singular. Seña de identidad. Un lugar donde el ambiente era proporcionado por un camarero-propietario culto e instruido, con una habilidad muy particular para poner siempre la música idónea; y que se salía, ya te digo, de la comercialidad y la simpleza imperante en el resto de negocios del ramo.

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Describe el bar y sigo, oscuro, con un aspecto decadente y con una larga barra donde, al final de ella, se hallaba el cubículo del diablo de Tasmania; con una clientela casi fija. Y con un «atendedor», ya te digo, que brillaba, por su capacidad cultural y por saber las cosas principales que un profesional del lado estrecho de una barra debe de saber: que beben sus habituales y que música les gusta.

En Málaga, había ya hace algunos años, un bar que me recordaba muchísimo a este otro literario de Valladolid. El de Málaga era el Batón Rouge. Y era igual que este que acabo de describir. De hecho, lo que acabo de describir no ha sido sino el Batón Rouge. Porqué decir otra cosa.

 

El Batón Rouge era el último escalón de la consciencia. El sitio donde se perdía cada noche el poco equilibrio que nos restaba. Era el reducto de la última dosis de realidad donde a golpe de chupitos de Jacks Daniel’s, destripábamos la vida a golpe de interesantísimas conversaciones acompañados por una música de calidad suprema siempre proporcionada por Jose. Jose el del Batón. Uno de los pájaros más ilustrados y eruditos de entre los que anidaban en las madrugadas brumosas de aquella Málaga que fue, desde los años más gloriosos de los 80, a los más menguados y decaídos de finales del Siglo XX.

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Jose ahora renace en las redes cómo el tasmano Taz Looney.(no sé si a él le gustará que yo lo descubra) y haciendo honor a esa conocimiento cultivado que tiene, me lleva a una niñez- adolescencia (porque yo también me acuerdo de ese día de fiebres y estirón) de la mano de sus lecturas de terror; de los Cuentos de Edgar Allan Poe (porque yo también, en esa época, me los leí). De sus comentarios inteligentes.

Ahora no voy escribir más, voy a copiar literalmente lo que mi amigo Taz, escribe sobre Poe. sobre esos relatos extraordinarios (es precioso) y sobre esa juventud que cada vez nos encontramos, cada mañana, más aprisionada entre los pliegues de nuestra memoria.

De regalo, os añado los cuentos completos del autor, traducidos por Julio Cortázar.

Proporciónenselos a sus jóvenes hijos o nietos para que los lean. Dejen que se asusten oyendo latir un corazón delator a través de las paredes; no les importe que se imaginen al Diablo subido en un campanario. Permítanles que lleguen a oler un extraño y sorpresivo tonel de amontillado. No dormirán -lo sé por propia experiencia- pero no veas como ejercitarán la imaginación. Años después, el susto habrá desaparecido. La imaginación, perdurará.

«Me volví loco, con largos intervalos de horrible cordura.»
Edgar Allan Poe.

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Dice Taz Looney:

«Allá por mis trece, catorce años, pillé unas fiebres cojonudas que me postraron en cama más de una semana. Allí me llevé un volumen con las Narraciones Extraordinarias que había estado evitando irónicamente hasta esa fecha. Los relatos se sucedían como una espiral la calle Morgue, la Mansión Usher, Berenice, Morella, Valdemar, entraban por la habitación y se quedaban hasta que los personajes del siguiente relato ocupaban el cuarto. Cada una de esas historias tenían ruidos y olores como a hierbas y flores marchitas, o a polvo rancio en cortinas y muebles, olor a foso de humedad y putrefacción en los sótanos y mazmorras.

Durante la noche unas formas muy quietas estaban apoyadas junto al armario o tras la silla pero yo simulaba no verlas. Alguien debía haberme hecho una herida en la cabeza y la almohada estaba empapada en sangre. Hasta que un día las fiebres acabaron. Noté que yo y mis huesos habíamos pegado un considerable estirón. Las terroríficas pesadillas duraron algo más. Pero estos relatos se me grabaron en el alma para siempre. Y algunas (bueno, muchas) veces me gusta recordarlos, lástima que la inocencia se fuese para siempre!»

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Y aquí tenéis los Cuentos de Edgar Allan Poe. Traducidos, yo os lo he dicho, por Julio Cortázar.

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Disfrutadlos!!

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EX. LA ALACENA DE LOS FRACASOS

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EX. LA ALACENA DE LOS FRACASOS.

Sirve (la alacena) de catarsis y de purificación; de limpieza interna. Sirve de ablución, de fregado íntimo y cepillado personal. De mandar a ese lugar que se llama «la misma mierda» las frustraciones que en su día te hicieron sufrir.

Recuerda tu fracaso, hazlo público; minimiza los efectos que dicho fracaso te produjo y después de unos día de exposición –en un fiesta pagana, lisérgica, y liberadora–, celebra la llegada del solsticio de verano quemando esos malos rollos en una hoguera de redención y olvido.
De eso se trata la Exposición «EX» propiciada por el grupo AndThe.

AndThe es un grupo – al que me siento muy unido– que a modo de una Factory Warholiana– agrupa a muchos amigos (míos) que, expertos en diferentes habilidades artísticas, ofrecen a todo el público de Málaga el resultado de sus noches de charla, de ideas, de mambóperas, de baile, de música y pintura.

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La última de esas ideas, ha sido una exposición que estos días se asoma al Centro de Arte Contemporáneo de Málaga. Esta última muestra de ingenio, talento y listeza ha sido el poner a trabajar a la multitud de amigos que reúnen entre todos; para que –haciendo ejercicio de memoria y reflexión– saquen del armario del olvido aquellas relaciones afectivas que nunca llegaron a ser. Aquellos proyectos que se quedaron en el camino de la desidia y la vagancia. Aquellos deseos que se transformaron en dolorosas quimeras. Una extensa y expléndida muestra redentora esta, la de los fracasos, que en su momento, ya te digo, nos hicieron la vida peor e insufrible.

Y ahora ha llegado el momento.

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Cuando Gema Payá me llamó para comentarme la idea, y pedir mi participación en la exposición, me sentí muy complacido. Y al momento me decidí a colaborar. Le envié un texto y una foto para que figurase en esa alacena construida a base de cajas de zapatos (más de mil) donde a modo de estantería con fecha de caducidad, figurarían tantos deseos incumplidos; tantas esperanzas desperdiciadas. La insoportable alacena de los fracasos.
Mi aportación fue la que sigue:

sus propias palabras

SUS PROPIAS PALABRAS
» Tan desesperado estaba por su huida, que decidió quitarse la vida de la manera más cruel que nadie pudiera imaginarse: Tragándose sus propias palabras.

Empezó con las de amor y las de cariño. Siguió con las de devoción y entrega; con las de entusiasmo y las de piedad. Luego vinieron las palabras de consuelo, las de afecto y de recogimiento; las de veneración. Para al final tragarse las de odio, rencor y resentimiento. Las de aversión, desprecio y aborrecimiento. Fueron esas las que más trabajo le costaron.

Tras un tiempo interminable de suplicio, se tumbó en el suelo jadeante y moribundo; hinchado hasta el extremo de lo grotesco con una enorme indigestión de palabras en su estómago. Para al final –en un último estertor, casi sin fuerzas– dejar involuntariamente salir un descomunal eructo de letras.

Y, sin poderlo evitar, sentir como se le escapaban en un suspiro final, de entre los dientes, tres únicas palabras. ¡QUE TE DEN! Y murió con una sonrisa en los labios.»
Y ahora os recomiendo que antes de la celebración purificadora del fuego de la Noche de San Juan, os paséis para ver esta exposición de sentimientos, de afectos y de sensibilidad. Porque a partir del Viernes 20 de Junio todos ellos juntos, se unirán en un abrazo de humo y cenizas, para después, realizar el último y deseado vuelo hacia el País de la Indiferencia.

Donde verla:
Centro de Arte Contemporáneo de Málaga
Instalación Ex (13/06/14 – 20/06/14)

Instalación performance EX del colectivo artístico AndThe. Ex es un conjunto de un millar de fotografías y objetos que se han convertido en símbolo de las historias personales de fracaso.

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