LA DELIBERADA MALA EDUCACIÓN.

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LA DELIBERADA MALA EDUCACIÓN.

Habeo quem fugiam, quem sequar non habeo
«Sé de quién tengo que huir, pero no sé a quién debo seguir».
(Proverbio Latino)

Cuando lo innecesario se alía con la ofensa, se torna en provocación (también innecesaria) incluso para las personas que, como yo, nunca se han echado las manos a la cabeza ante la irreverencia y el desacato. Ante la extravagancia y el desvarío. Pero cuando me hieren la vista o el oído, me mosqueo aunque ni me vaya ni me venga. Y me mosqueo, porque concurre una circunstancia queridos míos; sepan ustedes que lo respeto todo menos la deliberada mala educación.
Adoro el doble sentido. La palabra malsonante crítica y oportuna; el disparate sin exceso y la burrada comedida.

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Soy consciente de que el «tocacojonamiento» es, las muchas de las veces, imprescindible y conveniente. Pero me repito: Todo lo respeto, menos la deliberada y adrede mala educación. Y no me gusta, en absoluto, que determinados imbéciles, traten de provocar situaciones, que en un momento dado, puedan desembocar en coyunturas y posiciones indeseadas y peligrosas.
La altivez, la altanería y la arrogancia de determinados sectores catalanes están colmando la paciencia de muchísimos paisanos (aunque renieguen de ellos) suyos; españoles y catalanes. Yo, que sólo entiendo la convivencia pacífica y próspera, dentro de los parámetros del respeto, de la tolerancia y del miramiento, lo estoy viendo venir.

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En referencia a la difusión del innecesario Padrenuestro «coñero» –y desde mi más convencido agnosticismo– tomo prestadas las palabras de mi muy querido amigo el Poeta Juan Miguel González del Pino, que con absoluta clarividencia, define el momento actual con unas bellísimas palabras escritas para mi blog hace ya algunos años.

«Frente a la cochambre hegemónica de coleguillas subvencionados, ¡La insurrección de la delicadeza!; contra la plaga de advenedizos trileros, ¡La noble apuesta por la belleza!; frente a tanta voraz ramplonería monotemática, ¡La rebelión del buen gusto!»

Debemos de respetar, incluso más, a las personas con las que no comulgamos (miren que oportuno!). Porque si no, esto se va a transformar en el coño de la Bernarda . Y la Bernarda, últimamente, no está para que le toquen mucho el coño y puede que empiecen a pagar justos por pecadores, y lo que es peor, que empecemos a pagar los pecadores de toda la vida, por imbéciles provocadores. Iniciemos pues, todos juntos, la rebelión del buen gusto y dejemos a cada uno con sus convicciones y sus creencias.

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Las imágenes que ilustran esta entrada, son obras del artista Michael Hutter

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ARROYO DE LAS CAMPANILLAS

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LAS BUENAS COSTUMBRES / CUANDO JÓVENES FUIMOS.

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LAS BUENAS COSTUMBRES.

Conserva las buenas costumbres y las buenas formas, caballero de los de antes, mi muy querido amigo el Poeta Juan Miguel González del Pino. Mi querido amigo, mantiene y cuida arquetipos de otras épocas más cálidas en el trato personal cuasi desaparecidos hoy en día. Actitudes y disposiciones tales como son la cortesía y la educación; la gentileza y la elegancia; la corrección sin empalago y la generosidad sin espera de retribución compensatoria. Lleva Juan Miguel González del Pino —compadre que es (nobody’s perfect) del ínclito Javier L. Navidad— lleva, digo, por guión y estandarte la fidelidad, la honestidad y la nobleza.

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El Poeta, el querido amigo, conserva las buenas costumbres y siempre pregunta por la familia, por la salud; nunca por el dinero que, ya se sabe, en demasía es una ordinariez. Se interesa el amigo Poeta por tus cuitas, por tus aflicciones y tus tristezas. Inquietudes y zozobras. Y eso señores, es muy de agradecer en este mundo actual —lleno de amigos de barra y copa pagada— que adolece del mínimo protocolo y de la exigible y pertinente buena educación. Créanme Uds. es muy, muy de agradecer.
Esta es una nueva entrega del trabajo de mi amigo. Sin más preámbulo y exordio, aquí tenéis una muestra de su última producción poética. Que la disfrutéis!

 

***CUANDO JÓVENES FUIMOS.

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LA PORTADA DEL NUEVO TRABAJO DE TABLETOM

LA PORTADA DEL NUEVO TRABAJO DE

TABLETOM

El pasado viernes, antes de la gran tormenta, asistí gloriosa y felizmente –en calidad de intermediario y auxiliar de afectos– a una nueva reunión en las nubes entre una dignísima representación del grupo Tabletom (Perico Ramírez, Salva Marina y Gloria González) y el Maestro Pintor, mi también querido amigo, Andrés Mérida.

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El motivo de dicha reunión, era el intercambio de pareceres sobre la nueva portada del grupo y que –por mor del destino, y por la inmensa generosidad del susodicho Pintor– fui yo el propiciador.
La portada es una nueva genialidad de Mérida: Una visión de la alegría y el regocijo (el alza de la guitarra-jamón hacia el firmamento) que produce el estar –este nuevo trabajo– rulando por la calle. También, un somero homenaje a un Rockberto reposado, que duerme el sueño de los inmortales, más plácidamente que nunca; y cuyo espíritu –al igual que en nuestras conversaciones en dicha reunión– sobrevuela por encima de nuestros pensamientos y por el de todos los que le quisieron.

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Vienen ya. Ya se acercan… Los espíritus libres de los componentes del grupo Tabletom abriéndose paso de nuevo, bajo la Luna de Mayo, con su música; amparados por la belleza singular e inimitable de la palabra del Poeta Juan Miguel González del Pino; con la espléndida compañía de la pincelada oportuna de Andrés Mérida. Todos ellos, en plácida connivencia, para deleitarnos otra vez con sus nuevos temas. Para seducirnos de nuevo, con ésta, su muy anhelada décima entrega.

Esta es la portada: Observadla; descubrid cada rincón. Cada idea del pintor asomada, sugerida y plasmada en los trazos. Descubridlas.

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AQUELLOS VERANOS

AQUELLOS VERANOS

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En estos tiempos oscuros, en los que la educación y la cortesía han sido desplazadas –en cuanto a comunicación verbal y epistolar– por la más infame concisión, estrechez y barbarie; en estos tiempos incongruentes y contradictorios, en los que nos comunicamos más y peor que nunca, sorprende mucho que aún haya personas que, generosa y desinteresadamente, dispongan de su tiempo para, escribiendo o descolgando un teléfono (qué antiguo ha quedado eso de descolgar cuando nos referimos al teléfono) saludar sin motivo preciso al familiar o al amigo.

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Pocos quedan. Y entre los más corteses y educados –sus formas antiguas le honran– que conozco, se encuentra mi querido amigo y admirado Poeta Juan Miguel González del Pino.
Cierto es que Juanmi y yo mantenemos una espontánea corriente de empatía cariñosa; y que nos regalamos el uno al otro el respeto y la consideración. Yo, hacia él, desde la más enorme admiración cómo persona y cómo Poeta. Él, hacia mí –desde su inacabable generosidad y entrega– permitiéndome ser su más fiel transcriptor en este mundo virtual que es Internet.
Juan Miguel, me llamó ayer con la sola intención de saludarme. De interesarse por mi estado de salud y de emoción. Para brindarme el bálsamo –siempre eficiente– de su palabra amiga confortadora y estimulante; de su voz comprensiva y condescendiente. Yo, que soy viejo zorro, y abuso de su amistad (él siempre se deja querer por mí) me permití «regañarle» por tener abandonado este blog. Por tenerle regalada la ausencia de sus letras a este sitio que –él ya lo sabe– es tan suyo como mío. Su sitio este que es su lugar de publicación legítimo y oficial. Y eso, siempre se lo digo, representa un invariable honor para este que ahora escribe; un honor tan singular y tan señalado, cómo inmerecido e ilusionante.

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Estos son los dos regalos que me hace Juan Miguel González del Pino. Dos fragmentos de belleza, desgajados desde la parcela de la creatividad y la excelencia de su bien amueblada cabeza.

Disfrutadlos.

(Las imágenes que ilustran esta entrada son obra de mi amigo Ángel Luis Calvo Capa. Un amigo que tuvo el poco detalle de irse muy anticipadamente.)

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A mis amigos y amigas de aquellos inolvidables veranos
AQUELLOS VERANOS
“… aunque se pierdan los amantes no se perderá el amor;
y no tendrá dominio la muerte.”
Dylan Thomas

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El verano es un patio regado por las tardes,
y una fuente de rojas y enredadas cerezas.
Encierra un sortilegio la palabra verano,
nombre aún más hermoso que la dicha que evoca.

Paseos bordeados de cañas y moreras;
tranvías con muchachas camino de la playa,
y un rabioso delirio incansable y ardiente
de paganas cigarras, en los altos pinares.

Se llenaba la alberca de la huerta vecina
de estrellas y de ranas, y las calles de grillos,
y era dulce entregarse al soñar perezoso,
puesto el sol, respirando la agostada campiña.

Aquellas reuniones en el patio encalado,
con música y muchachas doradas y estivales,
con las que, embelesados, bailábamos a veces
desmayadas canciones sentidas hasta el llanto.

Caían las perséidas de los cielos nocturnos,
como en las madrugadas los jazmines abiertos,
y por los eucaliptos, furtivas, se abrazaban,
en su primera cita, los amantes felices.

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PRIMAVERA Y VEJEZ

Los parques se han cubierto y las aceras
de flores amarillas y moradas:
es la derrochadora exuberancia
que mayo nos dejó. Por todas partes
copas, en floración, de jacarandas,
y el naranja encendido y delicado
de las acacias, con sus nidos nuevos.

Hay alborozo por los claros cielos,
de estas serenas tardes exaltadas
por los largos chillidos coloquiales
de los raudos vencejos.

Junto al agua
de las placetas y los jardinillos,
carmín, blancas y rosas, las adelfas
promesas son y fueron del verano.

¿También para nosotros, poetas viejos,
habrá en el mundo un tiempo prometido
como el verano es para los jóvenes?
Acaso el del sosiego, que es el propio
de quienes han sabido envejecer
sin rencor ni codicia, y con un poco
de amor y lealtad y mansedumbre.
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EL NIÑO AQUEL QUE FUÍ ME LLEVA AHORA.

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EL NIÑO AQUEL QUE FUÍ ME LLEVA AHORA.

“Las niñas, que son hadas y princesas,
los niños que son magos,
las gotas, que son perlas, de la lluvia,
las llamas que son pájaros.”

Juan Miguel González.

Por eso de su aversión a las temperaturas gélidas, el Poeta Juan Miguel González, cuando sale, va siempre cubierto con un elegante sombrero. Tiene muchos. El ir siempre con la azotea techada, no sé si tendrá como fin el calentarse la cabeza o el impedir (yo creo que es eso) que se le escapen volando al exterior esas preciosas y recapacitadas piezas poéticas que él tiene a bien componer y –en casos muy puntuales– regalar.

Juan Miguel adorna su apariencia con un dandismo evidente. La última vez que estuve con él vestía un precioso sombrero, unos confortables pantalones y una chaqueta, ambos de punto, que le aportaban calidez y prestancia. Distinción y elegancia. También despedía un agradable olor; una mezcla –quise suponer y me lo invento– de lavanda inglesa y Vicks VapoRub. Una mixtura del centenario jabón Lifebuoy y hojas maceradas del falso árbol de la pimienta.

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Habíamos quedado en el sitio acostumbrado para intercambiar regalos. Él me había pedido –con esa humildad que le caracteriza y haciendo caso omiso a mi advertencia de que siempre le estoy dispuesto– una copia del álbum “Sigamos en las Nubes” del grupo Tabletom para regalárselo a unas amigas holandesas que querían oír alguno de sus poemas musicados por los hermano Ramírez… Yo, «motu proprio» le llevé también las letras impresas de sus poemas con la banda. Estas para él.

Por su parte, Juan Miguel, «Quid Pro Quo» me iba a entregar el original del romance “El Monte de las Tres Letras” del cual me hizo protagonista. Pero ya lo he dicho, y lo repito sin sonrojo, el Poeta es enormemente espléndido y regala lo más valioso de él; así que para dejarme desarmado, me llevó un poema dedicado. Un poema en el que habla de ese niño que todos llevamos dentro; a pesar de estar ya pagando con muchos años vividos, el tributo de la existencia.

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Afortunadamente, todavía mantengo ese niño dentro de mí. Algunos lo llamarán inmadurez y yo lo asumo encantado. Asumo esa inmadurez preciosa que me hace recordar los tiempos felices de mi niñez y de los que aún guardo retazos con esa costumbre que mantengo del comprarme figuritas de cómics y de tebeos; y libros de dibujos; y –lo último, y que estoy esperando– un precioso recortable de cartón del Edificio Chrysler de Nueva York. Mi favorito.

Que el Empire State vaya poniendo sus barbas a remojar.

Este es el poema que me ha regalado Juan Miguel González del Pino. Inconmensurable poeta; mejor persona y gran amigo.

 

(Todas las ilustraciones son de Carl Offterdinger y corresponden a portadas de publicaciones infantiles y juveniles)

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EL NUEVO TRABAJO DE TABLETOM. LAS LETRAS.

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EL NUEVO TRABAJO DE TABLETOM.

LAS LETRAS.

(De Juan Miguel González)

«Me asomo al Guadalmedina
por ver si pasa Milagros,
y la que pasa es Olvido,
que, al verme, pasa de largo.»

Puedo jurarle a Uds. por mi antigua fe en la hipotenusa, que ardo en deseos por oír el nuevo trabajo discográfico de mi grupo de cabecera: el llamado Tabletom. Ardo en deseos –y, a la «teresitadejesús» manera, vivo sin vivir en mí– porque ese momento de llegada se distrae, se despista en el discurrir del tiempo, y no llega con la prontitud deseada. Ya sabéis lo que decía aquel de las luengas barbas (y adicto al pescaíto frito con pan) sobre ellos mismos: «Somos más lentos que violentos».

Ya se está pergeñando la nueva entrega de Tabletom; ya les han sido proporcionados –por el poeta y letrista Juan Miguel González– los textos que otorgarán la palabra a los temas musicales que Perico Ramírez está componiendo. Ya está en marcha esa maquinaria engrasada de ingenio, creatividad e inventiva que nos proporcionará otro nuevo incunable a nuestra colección del grupo más emblemático, conocido y querido de la ciudad de Málaga.

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Hace unos días, hablando con Juan Miguel González, salió a colación eso de las letras del nuevo disco de mis amigos. Volver a tener al alcance del oído y de la vista otro trabajo realizado conjuntamente por el poeta y por los músicos – siguiendo la misma ejecutoria que su memorable «Sigamos en las nubes»– es cuando menos ilusionante. Es emocionante y es prometedor.

Llamé a Perico Ramírez que me puso al tanto de cómo iba el tema de los temas. ¡Para final del verano, Álvaro! Me dijo. Ya mismo estará listo y preparado para irnos todos de excursión al estudio. ¡Ponle que para el principio del invierno!
«Somos más lentos que violentos». Ya te digo. También son duros. Son más bien duros.

cirquePerico me dio permiso para que el poeta González me proporcionase las letras y yo las publicase en este blog. Como adelanto; cómo préstamo sin interés y cómo primicia inesperada para los que hoy vais a tener la oportunidad (y la suerte) de poderlas leer. Una honorable y honrosa primicia. Juan Miguel en estos textos no se muerde la lengua. No las querías así Perico? Contundente, esclarecedoras y fuertes? No las querías leñeras, decías? Pues ahí las tienes, Perico! Ahí las llevas: leñeras.

Juan Miguel González, ha escrito unas letras para Tabletom –adornadas, como siempre, de esa belleza inimitable que sólo él sabe proporcionar a sus textos– duras y directas. Tremendamente contemporáneas; de una actualidad apabullante. No digo más, aquí las transcribo; tal y cómo me las manda el poeta. Disfrutad del aperitivo de lo que en pocos meses vendrá. Un disfrute; un gozo y un deleite. Se lo vuelvo a jurar a todos Uds. Por mi antigua fe en la hipotenusa.

Estas son:

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ME NIEGO SER TONTO ÚTIL

Me rebelo contra el mal,
completamente, no a medias,
provoque quien lo provoque
y venga de donde venga,
que con justa rebeldía
ya muy pocos se rebelan.
Me niego a ser tonto útil
de izquierdas o de derechas.

Me indignan los paniaguados
que nunca cambian de lema,
y gritan indignamente
su indignación farisea.
Me indigna quien no se indigna
con valiente independencia.

La libertad se conquista,
vuela alto y no es rastrera,
ni comercia la valiente
bondad con la que se entrega.
Contra los falsos rebeldes,
mi libertad se rebela.

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ME ASOMO AL GUADALMEDINA

Me asomo al Guadalmedina
por ver si pasa el Pisuerga,
y lo que pasa es la vida,
y lo que paso son penas.

Me asomo al Guadalmedina
por ver si pasa Milagros,
y la que pasa es Olvido,
que, al verme, pasa de largo.

Me asomo al Guadalmedina
por asomarme a algún sitio,
si es que a un pobre cauce seco
se le puede llamar río.
..
Me asomé al Guadalmedina
por ver si pasaba algo,
y lo que pasé fue frío,
amor, de esperarte tanto.

Me asomo al Guadalmedina
tan sólo por asomarme
y ver si sigue aquel niño
que fui una vez, asomándose.

Me asomo al Guadalmedina
por ver si pasa el invierno,
y sólo pasa la sombra
cojeante de Roberto.

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OFICINA DEL INEM

Haciendo fila en la cola
diariamente está Lola,
como en un siniestro andén,
por ver si le encuentra amparo
a sus tres años de paro
la oficina del INEM.

Tiene los ojos castaños
y no más de treinta años,
y vive en calle La Unión,
y espera con ilusiones,
como esos cinco millones,
alguna colocación.

Lleva un libro en la mochila,
y un amor que nunca alquila,
y tabaco de liar,
y en su currículum pone:
–¡me cago en cuantos cabrones
me dejan sin trabajar! –.

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PASEN, PASEN Y AHORREN

–Esta adivinanza
rima con finanza.
Aquel que la acierte
que lo grite fuerte.
¿Queréis que juguemos?
Pues venga, empecemos.

“Cuidan los modales,
pero son chacales.
Van de respetables
los muy miserables.
Absolutos reyes,
desprecian las leyes”.

–Fácil me lo pones,
los grandes ladrones
de nuestro dinero:
¡Coño, los banqueros!

El currante ahorra,
La Banca se forra.
Si pierde el currelo,
embargo y canguelo.

Hombre hipotecado,
de por vida atado
a estos caballeros
crueles y usureros
que llaman banqueros
siendo bandoleros.

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A Pablo y Mari Carmen
FANTASÍA ANDALUZA

Quién se sentara una noche
bajo la luna de mayo,
a esperar lo que no vuelve,
tan sólo por esperarlo.

Todo el dolor del mundo,
todo el misterio,
en las hojas del chopo
cantaba el viento.

Sin saber poco ni mucho,
ni solo ni acompañado,
quién durmiera junto al río,
tan sólo por escucharlo.

Todo el amor del mundo,
toda su gloria,
oculta entre las ramas,
canta la alondra.

Quién tuviera aquellos ojos,
ilusión, y aquellas ganas,
para llorarte, si vuelves,
para cantarte, si escapas.

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“Poema a la memoria de Rockberto González.
Cantante de Tabletom”
 
ALMUECÍN DE LAS NUBES
Tu machaco decente y tu sombra harapienta
tu voz estrangulada, que ladraba y mordía,
soledad que a la sola libertad daba cuenta,
cigarra de la noche, que calcinaba el día.

Compadre de los gatos, pariente de las cabras,
libertador del blues a lo Pepe Marchena,
si al mundo te cerraste, tu leyenda no abras
a quienes no entendieron tu impaciencia y tu pena.

Pocos saben por qué en tus manos ardía
la bala de Van Gogh y el pájaro de absenta.
Sentado en el abismo llorabas tu alegría,
almuecín de las nubes que amenazan tormenta.

Muerto estás. Distraído. Libre ya del verano,
de los cumplidos lutos y las tediosas loas.
Apenas te traté, pero te quise, hermano,
consuegro de los grillos y el blanco con anchoas.
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Todas las ilustraciones son de Jason Cantoro
 
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MIS FELICITACIONES

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MIS FELICITACIONES.

 Pensaba felicitaros, esta fiestas de Pascua, con algún mensaje alegórico a los tiempos que nos ocupan. Ya sabéis, esos manidos mensajes (que por muy bien escritos que estén, no dejan de ser manidos) típicos y característicos; sazonados de buenos deseos y de benévolas intenciones.

 Pero vive Dios (mañana, dicen los confiados, que más que nunca) que me era imposible el encontrar palabras con un mínimo atisbo de personalidad. Pues todas ellas están tan gastadas por el uso, que adolecen de la originalidad anhelada.

 En eso estaba, cuando mi muy querido amigo el Poeta Juan Miguel González del Pino, tiene a bien desearme una Feliz Navidad –desde lo más hondo de su corazón- con lo mejor y más valioso que él tiene: Su inimitable creatividad poética puesta al servicio de la amistad y el aprecio hacia el amigo.

 Y tanto se lo agradezco, tanto, tanto se lo agradezco, que comparto con su permiso concedido (no me niega nada, y se lo agradezco) esas letras con todos los míos.

 Sed felices, queridos. Sed felices, procuradlo; ya sé que no es fácil. Tan sólo os deseo aquello a lo que vosotros mismos aspiréis. Sed felices;  aunque vivamos en un jardín estéril, vacuo e improductivo, sed felices, procuradlo; ya sé que no es fácil, pero intentadlo. Yo de momento –y para que os sirva de arranque- voy a regalaros…

 

ESTA FLOR DE DICIEMBRE

 Hace frío esta noche, misteriosa señora,

y, ateridas, regresan las palomas del río.

Orvalla en la glorieta del huésped de Veruela,

y de anís se mojaron los viejos villancicos.

 ***

Siempre sueño, señora, que nieva en estos días,

que dejará en mi puerta su corona de acebo,

porque sé que una vez nevó en su adolescencia

y el estanque cubrió de violetas de nieve.

***

Nunca deje, madona, de ser lo que usted es:

un dulce petirrojo en la tumba de Dickinson.

No escuche el verso muerto ni ceda a la lisonja,

y sea su abierto ser un claro Ave María.

 ***

Hace frío, señora. Desde siempre hace frío,

y no tengo otra cosa que esta flor de Diciembre.

Qué hacer con tanto amor, con tanta mansedumbre,

si no soñar que cae lentamente la nieve.

 ***

                                                             Juan Miguel González

                                                            Málaga, Navidad de 2013

LA CASA DE LAS BUGANVILLAS

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LA CASA DE LAS BUGANVILLAS

“Esto es algo que escribí hace ya algún tiempo,

 y que no me resigno a no publicar;

porque soy de los que creen que nunca es demasiado tarde

 para ajustar cuentas con los amigos”.

La memoria a veces te regala malas pasadas. La memoria que es también bastarda y espuria cuando le sale de los entresijos, se torna -con su más implacable maldad- en infame y abyecta. Perversa. Porque, pasándose por su imaginario forro de los cojones su responsabilidad, descuida irresponsablemente su trabajo; un trabajo que para ella es tan simple y llano cómo recordar; y va, la ingrata, y te falla. A pesar tuyo, te falla. Y fallarle  a mi muy querido y más admirado amigo el Poeta Juan Miguel González (nótese que siempre me refiero a él como Poeta en mayúscula) es un fallo bochornosamente imperdonable e intolerable.

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Me llamó hace unos día (hace ya algún tiempo) comunicándome la presentación de su libro » La Casa de las buganvillas» en el Instituto Municipal del Libro.

La memoria que es ramera con la intención, no tuvo en cuenta que yo, no sólo debía de estar allí, sino que lo deseaba tremendamente. No sólo para abrazarlo otra vez, sino por oír en vivo y en directo -con su modulada voz, con su dominio de los tiempos y de la pausa, con la entonación debida- los versos que están alojados en el libro que iba a presentar.

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Pido perdón por no tener domeñada la memoria, y que ésta, me dejase en la cuneta del  desagradecimiento y la ingratitud. Porque él no se merece el olvido. Pido perdón por no tener domeñada la memoria y que no haya reaccionado hasta que esta misma mañana (la de ayer, la de hace algún tiempo) leí la crónica de dicho acto en el periódico Málaga Hoy.

Por eso, a modo de pobre compensación y resarcimiento, inserto la crónica citada escrita por Pablo Bujalance, demandándole encarecidamente al amigo -desde el aprecio que nos tenemos- su absolución e indulgencia.

 

Este es el artículo.

La esperanza era otra cosa

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El poeta Juan Miguel González presentó ayer en el Instituto Municipal del Libro ‘La casa de las buganvillas’ (Libros del Aire), un nuevo volumen que recoge algunos de sus primeros versos

Pablo Bujalance.  Málaga |

 

Acude Juan Miguel González a la conversación con su último libro, La casa de las buganvillas, que acaba de publicar el sello Libros del Aire y que ayer presentó en el Instituto Municipal del Libro con la introducción siempre eficaz y reveladora de Francisco Ruiz Noguera, bajo el brazo. Y tomadas ya las posiciones, templado el ánimo y fluido el verbo, González habla, como siempre, de lo que le da la gana: «Muchas veces, cuando me hacen una entrevista, pronuncio el nombre de Dios y sale todo el mundo espantado». Juan Miguel González, autor de libros de poesía como Cantata para órgano y saxo (Premio Giner de los Ríos), La palabra y la sombra, Las sombras celebradas y Arthur Ferisment sale a coger muchísimas y abundantes alúas (publicados todos ellos en 1997, salvo el último, que vio la luz en 2003), adoptó el cristianismo, esencialmente, desde una posición de rebeldía: ante una época, la suya, marcada a fuego por «el pensamiento débil, el epicureísmo barato, la traición de lo que llamaron poesía de la experiencia y la más simple reivindicación de los más inmediatos placeres», González encontró en los Evangelios, y especialmente en las Epístolas de San Juan y San Pablo, los argumentos más eficaces para hacer lo que había hecho siempre: decir un no rotundo a los órdenes establecidos. Esta orientación cristalizó de manera singular en su anterior libro, Visión de la piedad, que también publicó Libros del Aire el año pasado. Pero La casa de las buganvillas remite a una etapa anterior dentro de la fértil evolución de González, y a la vez da cuenta de la misma en más de tres décadas.

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La casa de las buganvillas, es, en palabras de su autor, su «primer libro». Sus poemas fueron escritos, reescritos y vueltos a reescribir en tres periodos fundamentales: 1979, 1986 y 2000; y buena parte de los mismos pertenecen a la balbuciente pluma de los orígenes de su ejercicio poético. Preguntado si hoy se identifica en ellos, Juan Miguel González responde tajante: «No. El editor de Libros del Aire sabía de la existencia de estos poemas, yo se los envié y él decidió publicarlos. Pero todos ellos corresponden, en mayor o menor medida, a mi época nietzscheana. Y reside en ellos la juvenil alegría de mi infelicidad». El poeta se compara a sí mismo con el Saulo de Tarso que cae del caballo ante la revelación del Cristo vivo: «Estos poemas fueron escritos antes de mi caída del caballo». Y cita entre las luces que alumbraron su escritura a Nerval, Shakespeare y Camus, pero sobre todo a Nietzsche. «Por aquel entonces yo asumí la muerte de Dios y el amor fati que había predicado Nietzsche. Y me encontré sumido en un profundo desconsuelo. Si Dios había muerto, yo lo echaba de menos y no me cabía mucho más que esperar. Por eso, el primer título de este libro fue Los nombres de la desesperanza«.

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González señala como primer síntoma de su madurez poética la Balada para después de la siesta, que dedicó a su hija Clara, quien a su vez tenía cuatro años cuando el poeta parió estos versos: «La niña custodiada por los fresnos, / la vulnerada en el jardín de Schubert, / rayo de luna entre las frescas malvas, / Nuestra Señora de los madrigales». También es protagonista en el libro la mujer, «pero la mujer a la manera de La diosa blanca de Robert Graves, no la que se tumba en el diván del opiómano»: «Amaneces desnuda en los manteles / donde se derramaron las azumbres / y mancharon de amor hijas de Lesbos» (de La escanciadora). Predomina, sin embargo, una idea común en el libro: el desconsuelo de quien se sabe huérfano tras la muerte de Dios: «Resuella de una vez, / sácale los ojos a esa mala loba, / gallo de la veleta», de El ángel canalla. Y quien quiera volver a acusar a González de tradicionalista podrá despacharse a gusto: hay endecasílabos para hincharse. Pero en cada uno, una sombra.

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Al final, Dios no había muerto. Hasta Albert Camus se dio cuenta. La esperanza era otra cosa. Pero Juan Miguel González absuelve a Nietzsche, a su manera: «Su único error fue vincular a Cristo con el pensamiento débil». Sus letras para el próximo disco de Tabletom ya están listas: hablan de las tabernas de Málaga, esos santos lugares.

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GASTROPOÉTICA. BERZA MALAGUEÑA

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GASTROPOÉTICA

BERZA MALAGUEÑA

 
“No temas al otoño, si ha venido.
Aunque caiga la flor, queda la rama.
La rama queda para hacer el nido.”

Leopoldo Lugones

 Cada vez que hablo con mi muy querido y admirado amigo el Poeta Juan Miguel González -no me canso de decirlo, y se me perdone lo redundante y machacón- cada vez que hablo con él, decía, saco artículo interesante para este blog. Y éste cuaderno de bitácora siempre, dichosa y felizmente, se engalana y enaltece con sus palabras.

 Hoy, aunque me haya parecido un suspiro, hemos hablado durante 47 minutos. Más de tres cuartos de hora de docencia y magisterio -impartido por este catedrático de la erudición- de conversación amena, generosa y desinteresada. Hablar con él, es cómo asistir a una clase magistral de sapiencia y sabiduría; de comportamiento honrado y cabal, en un paraninfo único, particular, y prodigioso.

 «Lo peor que te puede pasar en la vida, querido Álvaro, es quedarte sin utopías»

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Hablamos de la negrura que invade a veces -impensadamente- a las personas nobles.

 También, comentamos sobre esa fuerza positiva que sacamos fuera en determinados momentos pesarosos (fuerza que ignoramos poseer) para poder seguir adelante. Hablamos pues, de las comedias de Plauto -y de cómo éste se sobreponía a su propia adversidad para escribir comedias, por las noches, después de estar todo el día dándole vueltas a la rueda de un molino.Hablamos también de aquellos que, entre «tozes» y estornudos, impartían obcecadamente sus enseñanzas: «Los Tozudos» .

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 Una verdadera gozada. Lo que yo les diga.

 Disertar con el Poeta Juan Miguel González, es un continuo rosario de chascarrillos ingeniosos -cultos y eruditos- que si ya le pusiéramos el aderezo de la compañía de Paco López Navidad (otro sutil y perspicaz ocurrente), debiérase el tener cuidado de no acabar encerrados de por vida en cualquier sanatorio psiquiátrico del extrarradio. Aunque -no les quepa la menor duda- de que los tres juntos, lo íbamos a pasar de puta madre. Íbamos a ser el perejil del manicomio, resignados, eso sí, a la inevitable lobotomía tal si fuésemos “volaeras”sobre el nido de un cuco.

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 Esta receta gastropoética que ahora viene, va a ser la última. Por ahora. Anda cansado el poeta de estar entre ollas y fogones (ahorrense los premios). Cocinar palabras, es lo que tiene, que cómo el jamón de continuo, cansa.  Así que, me regala -dictándome por el teléfono- un último trabajo gastronómico-literario sobre la Berza Malagueña… «En singular querido Álvaro, en singular»  porque pluralizando advertimos que: Berzas es berzotas, y berzotas, es otra cosa que abunda mucho también”. Seguíamos hablando de política y de políticos (de ahí lo de berzotas) y de arte, y de colores y de negrura; hablamos, por fin, de «Todo» el más infeliz de los adverbios de tiempo (sic) que pronto tendrá acomodo en este blog.

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Como siempre, ahora viene la décima que ha compuesto Juan Miguel sobre la berza; en ella, dos distinguidos comensales, el pintor Rafael González Alvarado y el cultísimo editor y amigo Jose Antonio Quesada, dan buena cuenta de ella. A continuación -y cómo es preceptivo- la receta original para quien quiera elaborarla. Son buenos tiempos- los de este otoño que ahora concurren- para realizar pitanza con un buen potaje de coles; con una buena…

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BERZA MALAGUEÑA

Aquí quisiera yo ver

al gran pintor Alvarado

sin haber desayunado

y ni las gambas oler.

Sentarse a verlo comer

mano a mano con Quesada,

qué epopeya inusitada,

qué canina y voraz fuerza,

limpiar la olla de berza

apenas de una sentada.

Juan Miguel González del Pino

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Y ahora, la receta:

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Nada más malagueño que este delicioso plato de invierno, rico en carnes y legumbres, y que se sirve en muchas ventas y casas de comidas del interior de la provincia. Tiene un gran parecido a cocidos y pucheros, pero la diferencia es el ingrediente principal, la col, y el sofrito con pimentón y cominos que se añade casi al final y aporta un sabor muy especial al plato. Este potaje de coles o berza fue el plato principal en nuestras clases de cocina malagueña.

Ingredientes, para una olla grande (8 personas)

500 gr. garbanzos remojados, 1 col rizada, 3 zanahorias, 2 patatas, 200 gr. calabaza,  1 chorizo, una morcilla fresca, 1 trozo de hueso de jamón, 100 gr. tocino fresco o salado, 200 gr. carne de cerdo (magro, o costillar), 100 gr. pollo, 3 granos de pimienta negra, 1 hoja de laurel, 3 litros de agua.

Para el sofrito: 1 cebolla, 3 dientes de ajo, 1 cucharada de pimentón dulce, 1 cucharadita de cominos, 3 cucharadas de aceite de oliva.

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Elaboración

Ponemos en una olla grande el tocino, el hueso de jamón o un hueso añejo, la carne de cerdo, la carne de pollo, la pimienta y el laurel.  Se cubre de agua abundante y se lleva a ebullición. Mejor poner poca sal, o ninguna, al principio, ya que los embutidos y el jamón aportan la suya al plato. Es importante ir espumando de vez en cuando el caldo. Una vez rompa a hervir se baja el fuego, debe cocer a fuego lento.

Al cabo de una hora, cuando las carnes estén a media cocción,  añadiremos los garbanzos remojados, la col cortada, las patatas peladas y enteras, las zanahorias peladas y en trozos de 2 cm. Se añaden los embutidos (chorizo y morcilla, enteros), y se sigue la cocción a fuego lento. 20 minutos antes de finalizar la cocción se añade la calabaza pelada y en trozos.

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El tiempo de cocción depende del gusto. Personalmente no me gusta cocer demasiado los guisos, me gustan las verduras “al dente”, pero como mínimo dos horas de cocción lenta necesitará, según la dureza de las carnes. No es nada recomendable usar la olla a presión.

Ya casi al final de la cocción preparamos un sofrito con la cebolla y los ajos picados, junto con los cominos y el aceite de oliva. Antes de que se doren añadimos a la sartén el pimentón dulce, removemos unos segundos, sin dejar que se queme mucho, para que no amargue. Al momento añadimos el sofrito al guiso y dejamos que acabe la cocción unos minutos. Se sirve el potaje en plato sopero, acompañado aparte de las verduras, las carnes y embutidos.

Olla tradicional de invierno, este potaje de coles o berza, también llamado de forma abreviada “coles”, tiene muchas variantes, según las verduras que se usen. En este caso se trata de la berza de coles, pero también hay berza de judías, o de calabaza. A veces se le añade tocino añejo para dar un sabor más intenso, hueso de espinazo de cerdo, etc.

Fuente: http://www.pepekitchen.com/articulo/potaje-de-coles-o-berza-receta-tradicional-malaguena/

DOROTHEUM MILANO

 

 

 

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