OTRA VEZ DESNUDOS SIN RED

censurado

OTRA VEZ DESNUDOS SIN RED

OTRA VEZ. Vuelve a hacerlo; algún reprimido de esos que pulula por estos lares, por mor de esa mente acomplejada, añeja y trasnochada que el diablo ha tenido a mal proporcionarle, se echa las manos, OTRA VEZ, a la cabeza y protesta ante los sumos sacerdotes de esta red social para que censuren las preciosas fotografías de desnudos del fotógrafo de Ignacio del Río.
OTRA VEZ, muestra su intachable intolerancia, el soplapollas de turno.

OTRA VEZ, sin dar muestras –ni de vergüenza ni de sonrojo– el Pepito Grillo de desecho, asoma su chivata indecencia y su más retorcida (y sucia) mente para denunciar algo que no se debe sino contemplar y disfrutar desde el único prisma posible: la admiración y el entusiasmo.
Así que, OTRA VEZ, para adherirme a la causa y defensa a ultranza de Ignacio del Río –insigne fotógrafo que es– vuelvo a publicar el artículo, que realicé y publiqué en su día en mi blog con una nómina de desnudos bellísimos y preciosos ; pero sobre todo, lo hago, para que le den OTRA VEZ por culo al reprimido; al mermado de mente e intolerante imbécil.
Este es.

PICHAD AQUÍ PARA VERLO!

DESNUDOS SIN RED

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CUANDO TE LEVANTABA LAS FALDAS PERFUMADAS

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© de la fotografía y modelo: Marta M.

CUANDO TE LEVANTABA LAS FALDAS PERFUMADAS

(Marta y Juan Ramón)

«…..esa mezcla entre lo sensual y siempre con la casa a cuestas…«.

Marta, me señaló sin proponérselo, el camino sinuoso y torcido que transcurre desde la imposible redondez de su ombligo, hasta la caída –también imposible– de su vientre liso y ardiente. Ese que lleva al éxtasis inimaginable en la mente calenturienta del que escribe.
Marta, sin proponérselo supongo, me regaló lo intangible del tacto de la piel propia y la tierna e inalcanzable caricia que aplaca la carne de gallina incontrolada. Marta, en su más inabarcable crueldad, me puso en el sendero de lo imposible y yo, atribulado, desesperé hasta la muerte. Y por ello, aborrezco de la oportunidad perdida. Aborrezco también, de la enorme prepotencia (la de ella) que le proporciona su entrañable capacidad de atracción y poderío. Esa capacidad insoportable, que me corroe e incapacita. Esa capacidad que va de serie en su cuerpo y que, a mí, en su ausencia, me contempla.

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© de la fotografía y modelo: Marta M.

CUANDO TE LEVANTABA LAS FALDAS PERFUMADAS
Cuando te levantaba las faldas perfumadas
roja, como una rosa, tu cara era una risa;
tus ojos negros eran más negros y más blandos,
todo el aroma de tu cuerpo se encendía.

Y sobre la locura del instante del estío
te cegaba los ojos tu cabellera tibia.
Un mohín de fastidio replegaba tu labio
y mostrabas tus dientes de luminosa china…

Nunca el reproche tuvo tibieza ni amargura,
te dabas toda porque sí, porque querías,
y las rosas quemadas de tu jardín con sol
ornaban con fragancia de oro tu fatiga.

Autor del poema: Juan Ramón Jiménez

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© de la fotografía y modelo: Marta M.

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LOS OLORES DE LA CAÑADA DE LOS INGLESES.

 LOS OLORES DE

LA CAÑADA DE LOS INGLESES.

“Esto se presenta como un ejercicio de rememoración
y no está dedicado a nadie”.
(Charles Bukowsky Revisited)

“Hay en el perfume una fuerza de persuasión más fuerte que las palabras, el destello de las miradas, los sentimientos y la voluntad. La fuerza de persuasión del perfume no se puede contrarrestar, nos invade como el aire invade nuestros pulmones, nos llena, nos satura, no existe ningún remedio contra ella.”
(El Perfume. Patrick Süskind)

«Tiré un limón por el aire
para ver si coloreaba.
Subió verde y bajó verde
mi querer nunca se acaba».
(Tradicional)

Nota Previa: Las fotos (y sus comentarios a pie de foto en cursiva y color azul) me las ha hecho llegar  mi querido primo Enrique Giménez Huelin.

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(La cuesta y el terraplén (o «chorraera») de enfrente de nuestra casa tras una granizada que hubo en marzo del 71. En la de la cuesta se puede ver entre los árboles la Casita del Gallo y a la izquierda el algarrobo de casa de Almudena Huelin.)

No sé si se le habrá ocurrido a mi querido primo Enrique Giménez Huelin que después de haberme remitido una impagable serie de fotografías de nuestra niñez (y de tiempos pretéritos) en la Cañada de los Ingleses (donde él vivía y yo pasaba muchas temporadas) no sé si se le habrá ocurrido decía, que además de proporcionarme mediante el sentido de la vista, ese placer irremplazable que es la nostalgia de los más entrañables tiempos en el recuerdo, también iba a despertarme el sentido del olfato.

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(La Portería 1972)

El deleite de volver a recordar y sentir aromas de otros tiempos que, aletargados en la memoria olfativa, estaban esperando –con todo su poder de seducción y atractivo– su oportunidad de volver  a emocionarme. Olores de situaciones vividas. Olores de personas a la que quise y que, desafortunadamente, ya no están aquí.

Las fotos que me ha remitido mi querido primo Enrique, me han vuelto a trasladar a aquel mundo privado –reservado y particular– que fue La Cañada de los Ingleses. Un universo aislado de la ciudad, guardado y disimulado entre árboles y montes, que permanecía dormido en mi cabeza –en absoluto perdido– rendido por la edad que se acarrea y por la flaqueza del recuerdo. Pendiente de la oportunidad de la rememoración más placentera y complaciente, como así ha sucedido.

LA CAÑADA-CASA CHICA-1969-0001(CASA CHICA-1969). Otra vista de mayo del 69 con Marita Revenga y Christian Frunken, su marido, a los que Tacún les dejó la casa cerca de un año. El inicio del túnel, al que me acabo de referir, queda ya integrado en la casa .

Con esas imágenes, me ha vuelto aquel olor a agua pútrida de los jarrones atiborrados de flores –mezclado con el aroma de las mismas– que vendía Carmencita en la portería de la Cañada. El de los hinojos recién arrancados, y mordisqueados, frente a casa de Tío Quique y Tía Lolilla. He recuperado otra vez la tierra húmeda; la turba y el compost de un cementerio inglés cubierto por un manto inacabable de tréboles y vinagretas; de hojas tan muertas como aquellos que lo habitan.

5658996292_e00a6e1089_n(Tumba donde reposan los restos de Enrique Giménez Ramos. Concha Huelin García de Toledo y Lola Huelin García de Toledo en el Cementerio Inglés)

Viendo esas fotografías, me vuelvo a sentar en la cocina de Tioma y Tía Lourdes junto a la ventana. He vuelto a sentir el aroma inolvidable de aquellos tazones de Eko caliente por la mañana. Aroma sólo amortiguado (ese sentido) por el otro del sabor de la Mantequilla Lorenzana untada en una enorme rebanada de pan cateto comprado en Cártama y tostada directamente al fuego vivo. Vuelvo a oler a horno lleno de vol–au–vent comprados en Bresal y rellenos de bechamel y gambas por Tía Lourdes.

El olor a ese mismo pan cateto de tres días regado con un chorreón de aceite de un verde tan intenso cómo inmenso. El maremágnum aromático de la alacena con los chocolates y las especias. Mermeladas de naranja amarga y Jamón de York comprado en La Federica. A vino dulce de Cómpeta y a galletas María de Fontaneda. A Hojaldres de la Confitería La Española. A mantequilla Breda y queso de bola holandés comprado a las estraperlistas del puerto frente a la estación de los autobuses de Alsina Graells…

Llano Cañada(Lourditas Souvirón García Huelin, sentada en el poyete del llano. Se pueden observar las losetas de chinos que entre todos los sobrinos y Tio Matías construimos)

… Sienro el olor embriagador de la yerbabuena de los macetones de Tioma en la ventana que daba al llano y que, a manojos, echaba Tía Lourdes en las cazuelas de fideos. A huevos al plato o revueltos con mantequilla. Que mañanas! Qué días más llenos de luz y de color. De sentimientos de hospitalidad y de amor. De sabores y de olores que ya no existen en este mundo actual vencido (y aburrido) por los añadidos y conservantes de los sosos e insustanciales alimentos que ahora ingerimos.

caballos tioma(Caballos pintados por Tío Matías)

Rememoro viendo estas fotografías, el peculiar y característico hedor a mierda del pozo negro y el de los montones de estiércol de caballo, recogido por los sobrinos, y amontonados en el llano del horno de pan. Y si! se puede añorar el pestazo a mierda. No se extrañen ustedes.

Pero también vuelvo a sentir, el óleo de Marita Revenga pintando las flores de Tio Matías, y el pegunte horroroso del Vicks Vaporub que Tía Lourdes me untaba en el pecho cuando estaba resfriado. El perfume de las hojas trituradas en mis manos del falso pimentero antes de las escaleras de rampas que subían hasta la casa grande. El otro perfume de la alhucema y de los trompitos quemados en la chimenea del salón de Tioma. El aroma del bizcocho que acompañaba al té. Y, más tarde, ya por la noche, el de las hojas añosas de los ejemplares del Reader’s Digest que yo me leía con fruición antes de irme a dormir al apartamente de Tío Josemaría…

12651072_10155174558622228_1016211828636318693_n(Una pequeña parte del jardín de los Giménez Huelin)

… El de la colonia Álvarez Gómez (que aún uso diariamente) que enmascaraba al otro del Jabón Lifebuoy. El olor a limpio de la lejía Conejo y del Vim. El del Politus y el de la cera Johnson’s. La fragancia que emanaban Isabel y Lola; vecinas de calle Los Negros en la Cruz Verde y a las que yo adoraba.

Olores como los de la humedad del rincón –siempre habitado por decenas de cochinitas amontonadas– en la entrada al patinillo del apartamento de Tío Josemaría; y el de los eucaliptos de detrás de la casa grande que inundaba de olor a infusión el cuarto de baño del citado apartamento…

0fb517f06337c5925bc29c329bdbed29(Generación del 27. Casa-apartamento en la Cañada de los Ingleses (Málaga) donde José Mª Souviron Huelin pasaba temporadas. Disponía de una pequeña biblioteca, (la principal la tenía en Madrid), donde celebraba reuniones literarias con Bernabé Fernández Canivell, Pérez Estrada y Alfonso Canales.)

… La resina de los pinos. El polvo de los tinaos abandonados y que servían de trasteros donde un niño se podía encontrar multitud de tesoros. La tetas de las negras de tribus recónditas de los National Geographics antiguos. Un bombín de quien sabe quién o aquel cuchillo de calidad incierta –que Tioma me regaló– pero que tenía una magnífica funda de cuero y las cachas de nácar…

… La fragancia a limpio del ropero de Tía Lourdes; donde en cestillas, guardaba multitud de monedas y que nunca jamás –a pesar de la confianza dada– jamás nos atrevíamos a tocar y que constituían nuestra recompensa diaria por los trabajos realizados. Cómo olía ese dormitorio!! …

Tioma niños(Tío Matías con Margarita, Joaquín y Gustavo Giménez Huelin)

… Recuerdo ahora también, el olor del arcón donde guardaba mantas y cobertores. Naftalina y bolsitas de tela llenas de trompitos de eucaliptos. Vuelvo a recuperar el perfume de los rosales de Pascual Bejarano. Vuelvo a recuperar también, el olor cariñoso, educado y elegante; amable y confortable de Tacún y de Tía Lily.

El del Morris de Tioma. El que te traías pegado al cuerpo desde el vestuario del Cajón. El olor del campo húmedo; a manchas en las culeras de los pantalones de aquel barro peligroso cubierto de agujas caídas de los pinos. Lleno de babosas y de alúas; de pizpitas y de hormigas cabezonas. De saltamontes y ciempiés. Y aquellas enormes bolsas de orugas colgando, como lámparas viejas y olvidadas, encima de tu cabeza.

Vuelve el olor fuerte del agua blanqueada de jabón lagarto y azulete en los lebrillos del llano del horno. El del césped recién cortado y el del tarro abierto a destiempo de las semilla ya secas de las Llagas de Cristo que esparciamos por la ladera del gallinero. Las algarrobas machacadas y el limón cascarúo…

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(En la Venta del Túnel. De izquierda a derecha: Matilde García Lampérez; Matías Huelin García de Toledo; Ignacio Souvirón Huelin; Lourdes Souvirón Huelin: Lourditas Souvirón Garcia Huelin)

… Vuelve el olor a familia querida y amada; a hogar cálido; a humo al refugio de la lluvia y del frío. Cuando había lluvia. Cuando había frío. Cuando la familia estaba feliz y completa. Olores que me hacen daño, porque sé que, si no es por lo efímero, nunca los volveré a tener a mi alcance. Porque las cosas se van y no vuelven muy a menudo; y cuando vuelven, como es el caso, tengo que contener la emoción –pero también el orgullo- de haber vivido plena e intensamente, entre los árboles y montes del paraíso perdido que fue la Cañada de los Ingleses.

monte gibralfaro expropiacionEstas, que ahora vienen, son una muestra de las fotos remitidas (y comentadas) a este bloguero, por Enrique Giménez Huelin. Espero que sean de interés para algunos de los lectores que tiene a bien visitar este sitio. Para mí, ya lo he expresado, ha sido un verdadero ejercicio de entrañable añoranza, nostalgia y melancolía.

Ah! y al final, una curiosidad! Vamos allá; dice Enrique:

Antes de nada, una pequeña Introducción: La Cañada la compraron nuestros abuelos, Matías Huelin Müller y Margarita García de Toledo Clemens, una parte el 7/06/1902 (la parte alta del monte) y el resto el 25/08/1925 (la parte baja). En 1925 encargaron construir la Casa Grande ( y no sé si la chica) al arquitecto Fernando Guerrero Strachan. El camino de acceso no existía y lo hicieron también en los años 20, previa conducción de las aguas pluviales por los túneles que todos conocíamos. Las fotos que adjunto son de la época en que se construyen las casas.

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LA CAÑADA-CASA GRANDE Y TINAO0001

CASA GRANDE TINAO, destaco la ausencia de árboles en el monte y el tinao para vacas que hay detrás de la casa, donde después construyeron su casa Tío Matías y Tía Lourdes. La vacas venían de Las Cuarteras, una finca de la vega que vendieron antes de comprar La Cañada.

LA CAÑADA-CASA GRANDE0001(CASA GRANDE 001), destaco también la ausencia de árboles, la ropa tendida junto al pozo y el propio pozo que parece estar en construcción, puesto que no aparece la bóveda que lo remataba. Junto a ése pozo estaba la duchita , una especie de pequeña alberquita y una máquina de hierro con complicados engranajes que algun día sirvió para sacar agua, según decían. La máquina era tan pesada que quedó enterrada en los cimientos de la casa de Prioleau cuando se construyó a principios de los 70.

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LA CAÑADA-CASAS CHICA Y GRANDE0001

(CASAS CHICA Y GRANDE) quiero destacar la escalera-rampa de acceso y que aún no estaba hecho el garaje que, al parecer, construyó tío Juan años más tarde.

Sigue Enrique contando anécdotas:

Antes de nada, decir que en el e-mail anterior, al comentar la foto 7ª, de la portería, empecé a hacer un comentario que no terminé. Decía que «Tanto en esta foto, como en la anterior,…» (y esto lo añado ahora) se ven las dos columnas antiguas de la entrada . Más tarde, a finales de los 60, creo, la entrada se hizo más ancha y las dos columnas, más sólidas, sostenían un portón de dos hojas de madera, que se verá en alguna foto posterior. La columna de la izquierda, según se entra, recibió varios golpes de vehículos que se descontrolaron en la bajada. El primero que recuerdo fue un carro con uno o dos mulos, cargado de madera de una tala de eucaliptos, que terminó empotrado contra la columna y el pobre mulo o los mulos reventados. Más tarde, una pareja de guiris (creo que americanos) inquilinos de la Casa del Gallo, que se bebían más de una botella de Fundador al día (gracias a lo cual nos hicimos con una colección de discos de lo más variopintos que te regalaban por cada 5 o 10 tapones que entregabas), bajaron a toda velocidad, chocaron contra la misma columna, que hizo de lanzadera y terminaron empotrados en el murete de la entrada del Colegio de las Teresianas. El matrimonio murió en el acto y la asistenta que iba en el asiento de atrás, aunque herida de gravedad, pudo salvar la vida. Yo ese día venía del colegio y subía por la escalera de piedra de mi casa y vi perfectamente bajar el coche a toda velocidad y al momento oí el ruido de los dos golpes. Mi madre no nos dejó bajar hasta que habían sacado a la herida y levantado los cadáveres. Recuerdo, yo muy chico, impresionado al ver el coche destrozado y los rastros de sangre todavía fresca. Pero más me impresionó o me repugnó, si cabe, el comentario de uno de los mirones que dijo: «¡qué pena de coche!».

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(ÁRBOLES 1919) es un peculiar inventario de árboles, que hace un tal Gallardo, del primer trozo de finca que compran los abuelos (la parte alta). Por ej: «garrobos» «ensinas»…

LA CAÑADA-CASA CHICA0001

(CASA CHICA). Otra vista de esta casa. Se puede ver el lavadero, el depósito de agua,el llano, el inicio del túnel sobre el que había una plataforma de cemento que nos servía de guarida en el poli-ladron, las dos pequeñas columnas que había en el arranque de la escalera a la Casa Grande, en las que se contaba y «salvábamos la valla por mí primero y por todos mis compañeros» …

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(CASA GRANDE) es muy parecida a otra u otras anteriores. Simplemente la pongo porque se ve arriba a la derecha una pequeña construcción en la ladera del monte. Allí creo que vivió alguien, cuando compraron la finca (no sé si Gallardo el del inventario). Las ruinas de esa casita la vimos después muchas veces cuando jugábamos por allí.

LA CAÑADA-CASA GRANDE-RAMPA 2º PISO-0002 (CASA GRANDE RAMPA). La rampa (no escalera) que servía de acceso al piso superior.

LA CAÑADA-COMEDOR CASA GRANDE0001

(COMEDOR CASA GRANDE)LA CAÑADA-ENTRADA TERRAZA DESDE POZO0001

 (ENTRADA CASA DESDE POZO). Entrada principal desde la rampa de acceso.

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Una vista de la Casa Grande ya abandonada en el año 73

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Una vista del monte tomada en 1948 desde una ventana de la Casa Grande. Se pueden ver pinos piñoneros, alguno de los cuales conocimos, y la repoblación de pinos todavía pequeños.

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La Portería.

Y ahora, la curiosidad:

Nada tiene que ver con la Cañada, pero creo que os puede gustar porque aparecen muchos parientes. Se trata de una foto del Colegio de San Estanislao (El Palo) a principios del S.XX. Según aparece al dorso…

COLEGIO SAN ESTANISLAO

En la 1ª fila de arriba y de izquierda a derecha: Avilés, Eduardo Shaw, Pedro Esteban Beyle, José y Fernando Pérez del Pulgar, Valdecasas, Torres, José Antonio Nuñez de la Barca, Carlos Huelin Gª de Toledo.

En la 2ª fila: G. Bentabol, Jorge Huelin GT., Carlos Huelin López, Ravé, Jacinto del Río, Arturo Shaw, Isidro Escobar, Gabriel Garrido, Perico Núñez, Sebastián Portillo, Perico Huelin (¡López?), Narciso Suárez, Ricardo Suárez.

En la 3ª: Perico Pérez del Pulgar, F.Cuberta, Chinchilla, Juan Huelin García de Toledo, del Río, A. Luque, Matías Huelin García de Toledo, Evaristo González, Dominguez, Torres. En la 4ª: R. Maury, Rosendo Rodríguez, José María Souvirón Huelin, Carlos Werner, Joaquín Huelin García de Toledo, R. Caffarena, A. Werner, P. Olson, Luis Suarez, L. Maury. En la 5ª: Javier Huelin García de Toledo, Paco Pérez del Pulgar, R. Suárez, Alcalá del Olmo, __________, J. Krauel, Roldán, ________, J.P. Mangas, José Montero- Ríos Souvirón.

Esperamos que os haya gustado.

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CÚBREME, AMOR, EL CIELO DE LA BOCA…

 

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© Fotografía Celia Mondéjar. Modelo: Elena De Cara; actriz.

«Si la pasión, si la locura, no pasaran alguna vez por las almas…
¿Qué valdría la vida?»
Jacinto Benavente

CÚBREME, AMOR, EL CIELO DE LA BOCA…

Cúbreme, amor, el cielo de la boca
con esa arrebatada espuma extrema,
que es jazmín del que sabe y del que quema,
brotado en punta de coral de roca.

Alóquemelo, amor, su sal, aloca
Tu lancinante aguda flor suprema,
Doblando su furor en la diadema
del mordiente clavel que la desboca.

¡Oh ceñido fluir, amor, oh bello
borbotar temperado de la nieve
por tan estrecha gruta en carne viva,

para mirar cómo tu fino cuello
se te resbala, amor, y se te llueve
de jazmines y estrellas de saliva!

Autor del poema: Rafael Alberti

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© Fotografía Mygue Tomé. Modelo: Elena De Cara; actriz.

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DESPACHADOS

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He disfrutado mucho, con cada uno de los distintos Luis Centeno que conozco.
Con el Luis compositor, he pisado escenarios y respirado atmósferas artísticas y escénicas. Con el Luis Centeno poeta, he compartido copas en esos bares cutres de putas y aluminios que tanto nos gustan a los dos. Con el Luis Centeno triste y melancólico he recorrido playas y paseos a la luz de una Luna compungida y suplicante. Con el Luis músico he hermanado su guitarra con la mía y he situado mi voz una octava por encima de la suya. Con el Luis Centeno colega, he derribado no pocos muros de humo a golpe de risas y lágrimas nacidas de la carcajada contenida. Con mi querido amigo Luis Centeno –Señor del Negro Anaranjado– he visitado multitud de países acompañándole como fiel escudero; dejándome aconsejar por su experiencia y, a veces, por su subidilla impertinencia. Como amigo franco y verdadero, con mi querido hermano Luis Centeno, he compartido, robándole un poco para hacerla mía, a su propia madre. A su propia familia.

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Después de toda esa vida, que ya dura unos pocos cuarenta y tres años ininterrumpidos, sigo con Luis respirando atmósferas; compartiendo copas, recorriendo playas y paseos, hermanando guitarras y voces, derribando muros, visitando lugares, y por fin, sigo teniéndole retenida, porque yo así lo quiero y no la suelto, esa parte de familia que en su día le robé e hice mía.
Ahora, cuando todas esas cosas por duraderas y constantes, ya se han transformado en parte acostumbrada y habitual de mi vida, sigo pisando escenarios con él aunque de distinta forma; a distintas alturas. Yo, desde el acomodo y la complacencia que proporcionan la oscuridad del asiento espectador. Él desde la luz acusica y fiscal de los focos; desde el centro fastidioso de atención que proporcionan las tablas. Él, destinatario obligado de miradas inquisitivas e interesadas (menos mal para mí) de demasiados pares de ojos.

1-Despachados
Anoche tuve el privilegio de acudir a ver una representación teatral del Luis Centeno actor. «Despachados» se llama. Una obra escrita por el dramaturgo Samuel Pinazo; dirigida por Pedro Lanzas e interpretada por unos magníficos Paco Inestrosa, Miguel Zurita y el propio Luis.
A Paco Inestrosa, la primera vez que lo vi actuando fue en la era de Acuario metido en el alma de madera del Pinocho de Collodi. La última, había sido (antes de anoche) en la fantástica película «La Isla Mínima» de Alberto Rodríguez. A Luis, desde siempre lo sigo. Y Miguel Zurita –con su voz imponente y su capacidad para hacerse con el público– ha resultado para mí un hallazgo como actor y, posteriormente, como persona afable y cercana.

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El trabajo desarrollado por estos tres actores en Despachados, puede considerarse de extraordinario. Durante el tiempo que dura la obra, mantienen –a base de una enorme exhibición actoral– la atención y el interés del público de manera ininterrumpida y expectante. La trama de Pinazo toca varios palos como el de la amistad y la traición; la generosidad y la infamia. Un mundo, el empresarial, tan competitivo como desleal. La inopinada, y mal ponderada, simpleza y la necedad. Los roles de Alvarito, Diego y Babas, voy a repetirlo porque así lo siento, están absolutamente bordados por Inestrosa, Zurita y Centeno; así que no voy a decir nada más no se me vaya a colar algún spoiler indeseado y reviente alguna sorpresa –que haberlas haylas y muchas– de esta muy recomendable obra de teatro. Una obra llena también de guiños de ingenio y de humor.

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La tenéis hasta el 18 de Marzo; todos los jueves y viernes a las 20:00 horas en la sala B del Teatro Cánovas en la Plaza de El Ejido. Precisamente en el edificio colindante a donde Luis Centeno y yo estudiamos COU y que conformó uno de los años mas dichosos de nuestra vida.
Os lo recomiendo muy encarecidamente: Id a ver esta obra de teatro. No os la perdáis; merece muy mucho la pena.

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(Entre Luis Centeno y Miguel Zurita)

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EL RÓTULO DE LA MEMORIA

1960

EL RÓTULO DE LA MEMORIA

«Un amigo es la mano que despeina tristezas».
Gustavo Gutiérrez Merino, Filósofo y teólogo peruano.

«Amigos. Nadie más. El resto es selva».
Jorge Guillén, Poeta español.

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Uno vale tanto, como los buenos y valiosos amigos que tiene. Y yo –que estoy completamente de acuerdo con eso– me considero un tipo muy, muy, rico. Rico en afectos y en consideraciones; rico y acaudalado en cariño y en ternura. Un hombre es, Father Gorgonzola, que se siente enormemente satisfecho (y feliz) con ese hatajo de maravillosas personas que le rodean. Se me permita la vanidad del uso de la tercera persona.
Ayer, sin ir más lejos, mi más que querido amigo Diego Cumpián, me /nos regaló a Santa y a mí un perfecto gazpachuelo en Benagalbón y una posterior tarde de tocada musical. Ambos dos regalos, difícilmente superables.

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(Diego Cumpián con Father)

Pero al margen de lo tangible y de lo palmario –vuelvo a generalizar– mis amigos me aportan una riqueza instructiva y una inestimable ganancia en lo intelectual; un adorado dividendo en cultura, ilustración y en saber, que es muy difícil de encontrar con tantísima abundancia, como yo –y afortunado me siento– lo encuentro en todos ellos. En todos.

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(Ángel Céspedes)

Particularicemos otra vez. Entre esos muchos amigos enriquecedores que tengo la fortuna de manejar, se encuentra mi muy querido Pedro Rojano; escritor y articulista que es. Una extraordinaria y magnífica persona. Alguien que, escribiendo, hila las palabras de una manera tan ejemplar y acertada, que leer cualquiera de sus textos resulta un inevitable y profundo placer. Este bloguero que os escribe, se jacta de que, en este sitio, casi nunca inserta textos completos corta–pegados de otros autores; salvo contadas excepciones en que dichos textos, poseen o la belleza incontestable de lo escrito, o la más indiscutible coincidencia con la opinión del citado bloguero. Dueño y Señor de este sitio que es.

Por ese motivo, inserto el articulo de Pedro Rojano publicado hoy en el diario «La Opinión de Málaga».

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(Pedro Rojano)

Leedlo y ya me contaréis! A ver si no se están cargando los comercios tradicionales de los centros históricos de la ciudades. Los rótulos que son, de la memoria.

Este es:

EL RÓTULO DE LA MEMORIA

Una ciudad se recorre tres veces: La primera en la ensoñación del viaje. Inspirada por sus monumentos, por el glamuroso nombre de sus calles, por la huella histórica de lo verídico. La segunda vez con inevitable sorpresa. En el callejeo por calles anónimas, en el café escondido, en la plaza deshabitada o en el atestado mercado. Y la tercera se recorre en la memoria, momento en el que la ciudad cruza la íntima frontera. Un espacio recreado por el recuerdo, anclado en los días en el que lo fotografiamos. Detenido para siempre en el óleo de la evocación. Y entonces la ciudad, esa ciudad, deja de ser la misma que muestran las enciclopedias, las guías de viajes, los portales de internet o las fotografías de los amigos. Esa ciudad nos pertenece.

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Cuando eso ocurre, descubrimos que la identidad de una ciudad también está escrita con el rótulo de sus comercios. Singulares escaparates donde además del género se expone la cultura y tradición de un pueblo. Recorrer la estancia, sentarse en sus mesas, aspirar el aroma de la mercadería? Todo forma parte indivisible de la ciudad, porque solo a ella le pertenece.

La globalización ha infectado las calles de las ciudades con la vulgaridad de lo repetido. Ha repintado de franquicia las fachadas históricas, convirtiendo en un dejá vu el paseo por cualquier capital. La verdadera ciudad está sepultada bajo esa capa de rótulos multiplicados. Visitable tan solo en horario de madrugada, cuando el recuerdo y el sueño son en blanco y negro.

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Málaga sigue amenazada por las aguas del progreso, aunque aún quedan remansos donde admirar lo antiguo. Lugares en los que comprar es una mera excusa para perderse entre los expositores, para deleitarse con el olor de las paredes, para reconocer que los años perdidos están escritos en las vigas que sostienen el tejado. Por eso me gusta pasear por mi ciudad como un extraño. Hacerme el olvidadizo y perderme por sus calles como un buceador frente a un pecio de adoquines. Tomar una caña en La Campana, Casa Guardia o el Pimpi. Oler las especias en El Reloj, probarme unos zapatos en Calzados Alas, embriagarme con el olor a tocino de Zoylo o ajustar el reloj en la relojería Miguel Heredia. Tomar un sombra en la terraza del Bar Central y entrar en la ferretería El Llavín de calle Santa María recordando el arreglo de casa que aún espera. Disfrazarme de comedia en Carrasquilla. Decidir entre los churros de Aranda o el sabor de lo antiguo de Aparicio.

Confitería Aparicio. Málaga

Acomodarme unas alpargatas en Hinojosa de calle San Juan, saborear el helado de Casa Mira e inventar algún motivo para entrar en la cerería Zalo Y así seguir caminando hasta que la noche comience a encender el neón de mi memoria y pueda salvar del naufragio mi ciudad interior.

La semana pasada cerró sus puertas La Veneciana. Horadada en sus cimientos por un gusano perezoso que no acaba de llegar al Centro y que ha devorado la fragilidad, la paciencia y la ilusión de pequeños comerciantes. Las aguas precipitadas de la modernidad han inundado las cubetas donde se fabricaban helados sorprendentes al paladar que sólo eran posible degustar en Málaga. La góndola de helados quedará sepultada bajo las precipitadas aguas de la modernidad. Como un pecio hundido por los cañones de la globalización, su stracciatella de carnaval, su antifaz de tutti frutti y el chocolate de murano quedarán al pairo de bancos de peces atraídos por su deliciosa mercadería. La heladería La Veneciana sólo estará al alcance del recuerdo.

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(Alberto Murante)

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PUÑETAZOS EN LOS OJOS

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PUÑETAZOS EN LOS OJOS

Cuando inserto una publicación en este blog, nunca sé de antemano la aceptación que va a tener en cuanto a número de visitas. A posteriori, sí que tengo suficiente información –proporcionada por los proveedores de mi sitio web– para poder ver fehacientemente los vistazos de cada post y si se me apura y «grosso modo», de donde vienen esas visitas. Muchas de ellas, tienen origen en las suscripciones que la gente ha efectuado a mi blog, o a mi cuenta de Facebook o a la de mi Twitter; y también, de los grupos de correos electrónicos de amigos que tengo configurados para comunicarles las publicaciones de Father Gorgonzola.

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Pero la inmensísima mayoría de las visitas –que ya están rozando los 2.600.000– vienen, como es natural, de personas desconocidas desde lejanos países y muchas veces, desde recónditos y pintorescos lugares del planeta. ¿Y cómo es que llegan a este blog? se preguntarán. Pues sencillamente tecleando en Google (casi de cualquier manera) que es lo que quieren o pretenden conocer. De ese modo –y de eso se trata ahora– se producen estrafalarias peticiones de información que ocasionan verdaderos puñetazos en los ojos.

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Verán… Esas palabras escritas –que son las que manejan los buscadores– se llaman «Términos de búsqueda» y quedan registradas en muchos sitios que nosotros, probos mortales, ignoramos donde. Pues bien; en el mundo de los blogs, también quedan registrados esos «Términos de búsqueda» que el usuario ha utilizado previamente para encontrar la información que desea. Así, que si alguien en el otro lado del Atlántico busca fotos de, pongamos ejemplo literal: «Potorros peludos», el buscador de Google le remitirá, según el número de visualizaciones (es lo que se llama posicionamiento) a todos los artículos y entradas donde figuren las palabras «potorros» y «peludos».

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Muchas de esas veces, y por caprichos del destino, le señala mi blog porque en alguno de mis artículos sale la palabra «potorro» y en otro mucho más alejado en el tiempo de inserción, pone «peludo».
Todo esto lo he explicado de una manera tan llana como poco profesional.
Bueno, a lo que vamos. Yo, cómo administrador de blog –en este caso «El Blog de Father Gorgonzola» que es el mío– tengo cierto acceso a las tripas de dicho blog (el que me permite mi servidor) y puedo conocer cosas como las estadísticas, los comentarios, los sumarios, y muchos más parámetros que nos hacen saber (a los administradores) qué es lo preferido o lo más buscado en nuestros artículos por el lector que nos visita.

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Lo malo de eso (o lo bueno, porque yo me meo de risa) es que también sé cuáles son las frases con las que las visitas llegan al blog, y esos «Términos de búsqueda», son muchas veces tan hilarantes como surrealistas. Tan cómicos, que invariablemente causan la sorpresa, el pasmo y el desconcierto de este bloguero.
Por ejemplo, y ya termino: Yo tengo en mi blog entradas muy solicitadas y muy visitadas diariamente: Apuntes de Gramática de Inglés, información sobre la ciudad de Nueva York, artículos sobre series antigua de televisión, y muchísimos, muchísimos etcéteras.

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Pues bien, a esas entradas se llega, porque el peticionario ha escrito en Google: «Apuntes de Gramática» «Información de Nueva York» o «Series antiguas de Televisión» en ese o en otro orden. Es lo lógico. Lo gracioso es cuando el visitante escribe una fórmula de búsqueda chocante (que queda registrada en mi sección de «Palabras claves para buscadores» ) y que puedo asegurarles que, insisto, algunas de ellas son singulares, sorprendentes y, algunas incluso, bastante demenciales y dignas de estudio.

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Esta que ahora podéis leer, es una selección que he hecho. Cierta profusión de palabras (por ejemplo: pies, chochos, peludos) nada tiene que ver con la intención de este Father Gorgonzola.
La he puesto (la selección) en orden alfabético. Y, para que no pierdan ni un ápice de naturalidad, no están corregidas gramatical ni ortográficamente para que conserven su naturaleza disparatada. Para que vean ustedes, cómo se maneja el personal. Juro por mi honor que ni he retocado ni inventado ninguna de ellas.

Protéjanse los ojos; se avecinan puñetazos.

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Estos son los …

TÉRMINOS DE BÚSQUEDA.

• 1150159327421 en ingles
• apr4ender hablart y pensar en ingles
• bajar fotos de venga la alegria culonas en jeans ajustados
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• zapatillazos

Esoestó… Esoestó… Esoestódo amigos!!!

Todas las imágenes que ilustran este artículo, son obras de Luca Henning.

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*

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LOS POEMAS HUÉRFANOS DE JUAN GAITÁN

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LOS POEMAS HUÉRFANOS DE JUAN GAITÁN

No duden ustedes de que existen sentimientos a primerísima vista, de afinidad, de inclinación y de simpatía hacia determinadas personas. No lo duden ustedes. Lo digo con esa seguridad que me proporciona el haberlo experimentado con muchos, ahora amigos, que obtenidos a través de las redes sociales, han llegado a formar parte de una consolidada cuadrilla –en muchos casos inmaterial e impalpable– más que apreciada y querida por mí. Seh! 😉
Y no se crean ustedes, tampoco, que ese aprecio –a pesar de estar condicionado ya les digo, por la distancia y por la carencia del contacto personal– deba de sufrir demérito alguno en comparación con el que disfruto de los amigos presenciales de toda la vida.

12-Naturaleza muerta con libros
Tiempos modernos son estos en que las relaciones personales han sufrido una transformación que, a mentes proclives a la estrechez y a lo pacato; a la negación de lo evidente y de lo ya, para siempre establecido, les cuesta entender.
Amigos y amigas virtuales (muchos de ellos ya, refrendados por el beso y por el abrazo; por el café y por la copa compartida) que me proporcionan momentos de compañía; de asueto y divertimento. De descanso de la rutina diaria y de un mucho de feliz e inteligente esparcimiento. Estos amigos, forman ya parte de mi congregación; una singular y atípica cofradía de «pecadores» donde la ironía, el sarcasmo y el chiste rápido e ingenioso, cabalgan por las redes desbocados y sin control alguno.

13-Cuaderno
Una ilustrada, irracional (las muchas veces) divertidísima y disparatada manada son, que no sólo me producen la carcajada; sino también, la reflexión, la admiración y la sorpresa.

Entre estos últimos está –por méritos más que evidentes– el escritor, periodista y poeta Juan Gaitán. Un tipo –ya sólo por llevar una camiseta de Dylan, me tiene ganado– un tipo digo, que cada vez que llegan esos días que vienen después del domingo (no me atrevo ni a citar su nombre) se me aparece en forma de poema huérfano de título. Un poema, tan precioso siempre, que suele arreglarme la mañana que acaba de empezar.
Esta es una nueva selección de esos poemas huérfanos que Juan Gaitán nos regala invariablemente, cada lunes (vaya, ya lo he dicho!!).
Disfrutadlos; son de una belleza incontestable.

*
Las imágenes que ilustran este post son obras del fotógrafo ruso Alexander Sennikov.

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«Quiero que las tardes dejen de acortarse.
Que los calcetines vuelvan de la lavadora.
Aprender a vivir con mi libertad.
Empezar a usar tacones,
y solo un poco de la maldad del mar.»
(María Gaitán)

15-Por la mañana, te frio
***
Sobre las prisas, los disfraces,
el aire arisco del invierno
y el sólido peso del vacío
invento días que no poseo.
Me tengo recomendado
aprender a no hacer nada,
a dejar que el tiempo solo sea
el largo paseo de la luz
tras la ventana,
contar
las olas que tropiezan en la orilla,
las placas capicúas de los coches,
las nómadas monedas del bolsillo.
Y desdeñar los días rojos del calendario.
Y leer a Salgari una vez más.

17-Libros. Te. Tarde.
***
Y pasear contigo, amor,
solo contigo.
Algunas veces el mar
se parece al verano
y murmura una canción
que no le pertenece.
Estos días de noviembre
tienen los ojos grandes
y sucede más tardía
la floración del verso.
El poema es un éxodo
un modo de deserción,
un torpe plan de fuga.
Silencio traducido.
Están de viaje los vencejos.

19-Preparando la mudanza-blg
***
Muy Temprano me habló
del hambre y de la guerra.
Maldijo alguna vez
no haber sido niño
más que un rato corto
y que la felicidad
le alcanzara ya cansado.
De él aprendí lo esencial,
a guiarme por el mapa
infalible del amor
y a sobrellevar
la íntima soledad
que cargamos todos.
Perduran en mí
sus costumbres,
sus yerros,
y la lagartija
verde de sus ojos.

21-El dia a dia-blg
***
Ahora que ya es octubre
y me embarga la desgana
de todos los octubres,
y se escucha más cercana
la tormenta, y la lluvia es
un viajero cansado
que intenta volver a casa,
ahora mi amor, escucha.
Ahora que ya es octubre
y no me quedan codicias,
y el calor es un dulce
recuerdo de la inocencia,
ha llegado el tiempo, amor,
de terminar la máscara,
de llegar hasta la linde
y alzar al azul la vela.

25-Libros sobre la silla (3)-blg
***
Con la oficialidad de los calendarios,
cual si fuese un mandamiento,
la luz ha variado.
Otoño es una palabra
levemente arisca,
del mismo tamaño
que el color gris,
un tiempo desconsiderado
que mata a los últimos jazmines,
ahuyenta a las golondrinas
y obliga a las tardes de domingo
a recuperar su condición de interminables.

26-De tinta púrpura (2)-blg
***
Adrede dejo a medias los poemas,
las cartas, la labor de nuestra casa,
distraído, amor, entre las luces y las dudas.
Tengo pendientes aun varios viajes,
algunos años de ocio merecido
y contar a nuestra hija la historia de sus alas.
Me calma confiar en que no me iré
hasta que haya concluido la tarea,
aunque sé que al final solo el tiempo sobrevive.
Será entonces, amor, cuando descubra
los secretos trabajos de la muerte,
su irremediable, estricta disciplina del final.

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Mira, amor,
el eslabonado quehacer de las hormigas.
Levantar el poema, combatir el silencio,
es así:
Esclarecer la vida, contradecir el día,
ser pájaro o brújula para soñar el norte,
ser brújula o pájaro para idear el sur.
Y dudar.

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CONSIGNAS FAMILIARES.

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CONSIGNAS FAMILIARES.

(Para Fernando)

«Dijo que no estaba equipado para la vida
porque no tenía sentido del humor».
(J.D. Salinger)

Tengo la inmensa fortuna de haber nacido en el seno de una familia con un prodigioso y fantástico sentido del humor. Un sentido del humor que nos ha regalado multitud de momentos inolvidables de risas y sus posteriores réplicas en forma de anecdotario. Pero que también no pocas veces, y por lo inoportuno lo digo, nos ha proporcionado muy malos ratos puntuales e indeseados. Aunque he de reconocer, sin embargo, que estos «malos ratos» a la postre resultaron, una vez pasados, los más hilarantes y los más disfrutados. Los más comentados a posteriori, ya te digo.

1
Tendría que dejar de lado la modestia, la vanidad y la autocomplacencia; pero debo de indicar, no tengo más remedio, que la familia Souvirón siempre dispuso de una chispa especial y una ironía fina, sagaz y muy personal (a veces al filo de la inconveniencia); y sobretodo, una prolija imaginación rápida e ingeniosa. Pido disculpas por la presunción que raya la soberbia; pero consideren lo que acabo de decir acerca de lo del dejar de lado, al principio de este párrafo.

3
El sarcasmo, el doble sentido, la mordacidad y el saber, casi siempre, cuando es el momento oportuno de soltar la chuscada, fueron siempre los invitados perennes en nuestras reuniones de familia. De modo y manera que cuando algún invitado compartía velada con nosotros –fuese amigo o pretendiente a entrar en la parentela– debía de estar al loro, súper atento y rápido con la oreja y la risa dispuesta para no quedarse más colgado que una percha, pues si se distraía, le era imposible sumarse a la «demencial conversación»; porque los chascarrillos y las bromas fonéticas iban siempre, hilvanadas y estrechamente unidas la una con la siguiente; y la siguiente con la que tocaba. Debo de indicar, que una vez empezada la demostración surrealista, esta podía durar más de lo humanamente soportable para aquel no acostumbrado a la verborrea sin control y a la locura colectiva.

8

Había en la familia, diversas consignas familiares. Estas consignas, en forma de palabras inventadas, en gestos ya consolidados en nuestro entendimiento por la costumbre, o en ruidos ininteligibles (una verdadera lástima la imposibilidad de reproducirlos por escrito) nos permitían un lenguaje personal e intransferible que nos proporcionaba, tanto en público (los más hilarantes y exasperantes ) cómo en privado, incontenibles y maravillosos ataques de risa.

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Pongamos ejemplos:

Cuando en una reunión externa, alguien cometía un «lapsus linguae» es decir, un desliz del lenguaje tipo: » Y claro, como no había comido, pues al pobre le dio una lipotómia». Inmediatamente, cualquier miembro de la familia, alzaba el cuello cual perrito de la pradera; miraba de soslayo al que estaba al lado y doblando el labio superior hacia la izquierda y el inferior hacia la derecha, hacía un mohín perfectamente reconocible y que nos indicaba a todos los que estábamos «El palabro». Palabro, que por supuesto, todos habíamos cazado al momento.

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Si el desliz de lenguaje era de los llamados de «rima grosera» o, sobretodo, de doble sentido, jamás se decía eso de «Premio!» o se le contestaba de forma «mal asonante». Nunca. Nunca, nunca. Sólo se pronunciaba una palabra: «morse». O su variedad más sonora «samorsa». Por ejemplo: Un conocido (y refiriéndose a su mano vendada a causa de un golpe… le decía a mi padre: » Y entonces, Don Fernando, al meterla, se me puso gooorda, gooorda, gooorda y tó morá!» El señor herido, se extrañaba, y fruncía el ceño al oír espontáneamente y por lo bajini, algo así como un «samorsa» y una incontenible retahíla de gruñidos producidos por la risa irreprimible con las bocas apretadas como puños y las venas de las sienes hinchadas y a punto de estallar.

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Otro: Cuando alguno de nosotros – no siempre voy a poner de ejemplo a alguien extraño– decía pontificando o indicando algo de manera auto elogiosa, solíamos ponernos la servilleta encima de la cabeza (algo habitual) pero acompañando el gesto con otra exclamación. En este caso, un sonoro… «wachu wachu wachu». El hablante, sabía en ese momento que debía de cambiar el discurso, porque intuía lo que se le podía venir encima. Los invitados, ante esta unánime reacción, flipaban en colores.

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Había palabras especiales que explicaban de manera concisa cuando una cosa era gustosa y primorosa; confortable, cómoda y acogedora. Una de esas palabras era «senne». Decir «senne» (y su superlativo «senenne zacatín»), era indicar de una forma rápida y aclaratoria, todos los sinónimos que acabo de nombrar.
«!Que senne se está aquí!» Decíamos cuando en días de lluvia, estábamos en casa echando una partidita de Póker o de Continental, al amparo del tormentón con estufa catalítica, té y sándwiches de lechuga, pepinillos y mahonesa preparados para la ocasión. Después, dejémonos de mariconadas, nos abrazábamos al noble arte de la libación en su variante escocesa.

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Sigamos.

También se podía describir una acción cotidiana de una forma culta o de una forma directa y basta. Bastante basta, diría yo. Pongamos otro ejemplo; ahora conmigo mismo: Si estábamos sentados en la mesa almorzando, y a mí me encantaba algo muchísimo y no paraba de tragar, mi Tío Ignacio –que vivía con nosotros y era un intelectual– exclamaba, «Que barbaridad, Alvarito! comes cómo Heliogábalo» (un emperador romano preso de la gula) pero también mi madre, para ahondar más en la observación, completaba la especificación de una manera absolutamente descriptiva: «El niño éste se come el desperdicio de un tinao» menos sutil que Tío Ignacio, pero mucho más gráfico sabiendo que un tinao es el sitio donde se guardan las vacas. Y los desperdicios… pues ya se imaginarán ustedes cuales eran los desperdicios.

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En fin… un montón de palabras y de situaciones tales cómo: «A poblemate» era que debíamos ponernos a estudiar. «La Pedorreta» el primer coche que tuvo mi padre. Dicho nombre era debido al ruido que hacía éste cuando arrancaba. «Muerde mi prima» cualquier chica mona que pasara a nuestro lado y en la que había que fijarse; y «La Roulotte» (vulgo la ruló) el culo que manejaba «Mi prima».
Cualquier niño no avezado en el retozar caprino por los montes de Málaga (yo, a pesar de lo que me decía mi Tío Matías, tengo titulación por los montes de Gibralfaro, Tres Letras y San Antón) cualquier niño no avezado en eso del triscar, decía, era llamado «Señorito de Piso». Los modernos muy extravagantes en el vestir, «Chicos descarriados» ; los sombreros grandes «Castrojas» y los Pictolines «Caramelmus». Y en mis largos paseos por la playa con mi padre, íbamos siempre en busca del «Gran Cipotudo» No porque éste estuviese muy bien dotado (que también) sino porque iba siempre armado de un largo palo acabado en punta. (Las historias inventadas por mi padre eran tan surrealistas cómo divertidas).

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Bueno… Y ustedes –si pacientemente han llegado leyendo hasta aquí– se preguntarán… ¿Y a mí que me importa y a qué viene esto? Pues verán, viene a que cómo este blog es mío, y hoy me ha intervenido la añoranza familiar, inserto esto porque me sale del «nípero» y que lo que escribo, lo escribo tranquila y pausadamente, porque ni tengo prisa, ni quien me la meta. «Samorsa!!». La prisa digo.

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Nota: Las imágenes que ilustran este relato,

son obra del artista belga Ben Goossens

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LA PLUMA Y EL PINCEL

LA PLUMA Y EL PINCEL

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A ver, cojan ustedes una de esas hormigoneras abandonadas en alguna obra inconclusa que sufra el despido por causas objetivas. En una de esas obras, que la crisis obligó al anquilosamiento; al descanso indeseado; al olvido eterno.
Metan en su interior –una vez limpio, cómo los chorreones del oro–  en el vaso que le llaman, un buen puñado de gracejo, otro de agudeza y otro de ocurrencia. Denle vueltas a modo de preámbulo. Paren. Añádanle ahora un buen chorreón de cómica y chispeante perspicacia. Sigan removiendo. Sin parar. A la primera resultante, mezclarle –no agitar– unas «mihillas» de sutilidad y algunas más de corrección; una muy buena parte de listeza. Vuelta a la vuelta. No olviden, por favor, la imprescindible inteligencia y las inevitables dosis de pasión y de entendimiento. Seguimos con lo mismo: Más vueltas, no lo dejen. Más vueltas. Ah! se me olvidaba! Una pizca de sal, unas gotas de salsa Worcestershire –ya saben, la Perrins de toda la vida– y otra de pimienta recién molida. La rama de apio, esta vez no es necesaria, aunque aportaría aroma.

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Cuando ya por fin, y después de un buen rato dándole a la matraca, observen al fondo una masa viscosa, espesa y mucilaginosa –primera (y última) vez que empleo esta palabra en mi vida y en mi vocabulario– observen una pella, decía –dotada de gafas, bigote y perilla– en el fondo del citado vaso. Recójanla.

Depositen el plastón final en el suelo con mucho cuidado de no romperle la cadera (es proclive a ello) y se encontrarán ustedes de frente con mi amigo el poeta, escritor y profesor el insigne Francisco Javier López Navidad. Compañero académico que es del Centro de Estudios del Talento de esta Comunidad Autónoma de la Imaginación, y amigo refinado, notable y exquisito.

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Paco Navidad, que es cómo le llamamos los de la logia de la cuchufleta, me regala tres escritos suyos para que los aloje en este blog. Un honor al que me tiene muy, pero que muy, malacostumbrado; y que inserto, con todas las ganas y el gusto del mundo, para regocijo propio y para congratulación (que diría Sir Cliff Richard) de conocidos y extraños.
Estos son; disfrútenlos. Son únicos y transferibles!!!

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Otra cosilla!
Las imágenes, pertenecientes a la corriente del realismo fantástico, que ilustran esta entrada, son obra del artista ruso Boris Indrikov. Así que aprovecho para poner una muestra de la obra de este pintor al final del artículo que estáis leyendo. Ya sabéis; para darle sentido al título de esta entrada: La Pluma y el Pincel.

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POEMA ETÍLICO EN ALEJANDRINOS DE COLORES
FOTOMATÓN EQUINOCCIAL

*
Mi infancia son recuerdos: garbanzos y lentejas,
pan blanco con aceite, torreznos con café.
Las manos de mi abuela limpiando cacerolas,
de cobre muy bruñido. Sartenes de pared.

*
Mi juventud, treinta años, en Tierras de Mudanza,
pegándole al alpiste, mostrando el paladar.
Y ahora así me veo: marchito como teja,
tocado de halitosis y a punto de cascar.

*
El bazo ya me sobra, ocupa mucho sitio,
los huesos ya se fueron, del hígado, ni hablar.
Las Isis no me soplan, las Osis se me engríen,
ni cargos ni quinielas ni frito calamar.

*
La escápula se rinde y al aire el esternón;
mi cuerpo está a jirones, falanges por doquier.
Del dulce de la sangre los ojos no responden.
y sigo siendo hombre, ustedes pueden ver.
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*
LISTO DE PAPELES

Junto al mar de Ulises flotan condones suizos,
desconocía que los griegos usaran cacerolas
y abusaran en noviembre de los huesos de santo
y de las dulces tibias de san Peroné de Olot.

*
Pero visto es que la tarde no anochece ya
y que los relojes están sepultados junto
a las vallas de adoquines de las cartillas del paro.
Una rubia de espléndido descapotable le enseña
las tetas a un mendigo negro en el semáforo
y este se muerde sus uñas nazarenas, se crece y berrea.
Y entonces…
Sólo entonces me acuerdo del Atlas y sus leones,
de Casablanca, de Cártama y Bobadilla…
de niñas tapadas por tupidos sacos
dejando escapar su sonrisa junto al marinero
desnudo que come boniatos sin pelar.

*
Y me pregunto: ¿Dónde está el 7º de Custer,
y sus floridos morriones de alas de pato degollado?
Duermen… callad. Están en la muela picada
de un sonriente monje budista de Coín.

***

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Poema raro para tres o cuatro personas de talento a justificar. El poeta se pierde por los Cerros de Cártama pastoreando el sol entre los naranjos. El poema tiene cuarenta años y no dura ni un solsticio más.
***

LA FLOR QUE OCULTA EL ESPUTO

*
Yo me haré azafato un día de estos
para cobrar la prima del sol que nos alumbra.
Azafato de norias y barquillas de feria,
que es asunto interesante.

*
Estoy perdiendo los pelillos de las piernas
y la delantera me ha crecido con los últimos fichajes.
La retaguardia, aún virgen, espera el decreto que la libere de ataduras,
y como la moral es cosa para reírse…jajajajaja
ni contaros puedo lo que haré con el cuerpo que me viste:
Será donado al árbol de la ciencia, a la facultad del abuso somero,
al rancio tronco donde se muere el amor
de ese amor velado entre las verdes vinagretas,
junto a la rosa más púrpura
y la boñiga de la vaca Pelusa.

*
Y cuando San Pedro se afeite y nos meta en cintura de barbero,
cuando la navaja certera amenace segarnos de un tajo
el talento y las mititillas, entonces,
será entonces, no antes, cuando me cague en el Dios que me hizo estúpido
y engreído ilimitado.
En el Dios que duerme acompañado de las dulces voces de monjitas de clausura,
de negros con el corazón de esparto
y de ricos con el hígado visado por Mastercard.
Y alguien preguntará: ¿Dónde están los niños?
¿Dónde se esconde la sal de la tierra?
¿Dónde fueron los garridos amadores y
la bella Dulcinea del loco del espanto?
Y todo será baño de mierda con Worderbrá
y kétchup, y patatas de los cementerios.

*
¡Venid… Venid engreídos de mi Padre, porque vuestra es la pocilga!

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conversion

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elegy

natalie

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family

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*
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